Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🥀CAPÍTULO 8🥀


🥀🥀🥀




¿Qué es lo que acababa de pasar?

Me pregunto si los golpes que recibí hace unas horas habrán afectado mi cerebro de tal manera hasta llegar a tener alucinaciones.

No comprendía nada de lo que el chico de ojos y sonrisa hermosa había hecho. Sentía calor, estaba abochornada, me sentía nerviosa estando sola y mi cerebro estaba que daba vueltas.

¿Él estuvo a punto de besarme? No, eso no puede ser posible.

Me llamó "preciosa".

No.

Tenía que dejar de pensar en eso. Tenía que hacerlo, pero joder, ¿cómo me lo sacaba de la cabeza? ¿Como borraba la sensación de su tacto sobre mi piel? ¿Porque me haces sentir mucho aún haciendo poco?

De verdad, estaba a punto de volverme loca solo por él. Estaba dándole vueltas a todo mi mundo, y no quería saber en cómo acabaría todo.

Me adentre a mi casa, cerrando la puerta detrás de mi y comencé a anunciar mi llegada. Llame a Ana pero no hubo respuesta.

«Saldré con los niños, los llevare con los abuelos» Las palabras junto con su voz, resuenan en mi cabeza.

Sin nada más que hacer en la planta baja, subo a mi habitación y cierro la puerta encerrando me en mi habitación.

Me quedo petrificada al verme a lo lejos en el espejo. Camino hacia él haciendo que quede aún más preocupada; mi rostro tiene una marca en mi mejilla, es grande y roja, aunque sé que pronto ganara una tonalidad amoratada, ya que le presto la atención necesaria puedo sentir el dolor que me causa; mis labios, están rotos en una esquina y muy hinchado en la parte inferior. Siento un dolor en mis costillas y levanto la prenda adquirida hace unos minutos encontrándome con varios hematomas por todo mi torso. ¿Cómo le explico esto a Ana?

Paso mis manos por mi cabello con preocupación. Se pondrá como loca cuando me vea y no quiero ganar más discusiones ni Dolores de cabeza.

Resoplo angustiada porque se que de verdad se armará un escándalo. No son golpes que pueda ocultar con maquillaje, son notorios y además son recientes, solo ganaría que se notarán más.

Aún pensando en algo que pueda servir, salgo a mi balcón a tomar un poco de aire y a refrescar mis ideas. Me siento en el piso dejando mis pies colgando en el aire, recargo mis brazos en el barandal de mi balcón y recargo mi cabeza en ellos mientras pienso.

Miro al cielo, como en busca de una respuesta, encontrándome con un paisaje muy pacífico. La noche esta nublada, casi no hay rastro de estrellas, como si en el cielo gobernara la oscuridad. Una sensación de tristeza atraviesa mi pecho y alma al recordar a mi madre decir el porque de esa situación:

—"Mi dulce pequeña, hoy es una noche muy triste"—comento a la pequeña infante italiana que sostenía en los brazos. Yo sin saber a que se refería, la mire confundida—"En el cielo pronto habrá fiesta mientras que en la tierra quedaremos en luto"

Mamá creía que después de la tierra y nuestra poca existencia, viviríamos y gozaríamos en el descanso eterno. Claro esta que a mi corta edad de seis años yo no comprendía eso.

¿A que te refieres mami?—pregunto la pequeña en su lengua natal.

Veras mi amor, tu abuela solía decir que cuando el cielo estaba nublado y sin estrellas, era porque un alma llegaba al cielo y las demás festejaban su llegada—recuerdo claramente como con anhelo y fantasía voltee a ver el cielo, como en busca de una respuesta—. Eso las mantenía tan ocupadas dejándonos a nosotros con un cielo despejado.

¿Alguien murió hoy?—pregunte en un tono de tristeza.

Tal vez—recuerdo como me tomaba de la cara para que la mirara—. Pero tranquila, no es algo por lo que debamos estar tristes. La vida es solo un paseo que Dios nos regala para que encontremos un destino y dejemos una huella en el mundo.

Eso de alguna manera había entusiasmado a la pequeña niña castaña que una hermosa mujer de cabello claro, sostenía en sus brazos.

No había nada más que me entusiasmaba que ser reconocida, pensaba mucho en como eso se sentía; que las personas preguntaran tu nombre, que todos lo dijeran como algo asombroso y que una multitud de gente te conociera. Pensaba en personas como Shakespeare, o las hermanas Brontë, o no yendonos muy lejos, cualquier actor de cine o cantante famoso que hiciera buenas actuaciones o buena música.

Pensaba tal vez en Elvis Presley o The Beatles, en Michael Jackson o hasta en Bruno Mars. Como ellos serían recordados por un millón de personas siendo ellos tan comunes y normales, pero claro, con la característica de que todos habían tenido un don.

¿Yo dejare una huella?—pregunte ingenua y preocupada. Algo que me aterraba desde niña era el ser una persona insignificante que solo venía a la tierra a ocupar un espacio de la población.

Claro que si mi amor—respondió con dulzura haciendo que su italiano me cautivará. Por alguna extraña razón, escuchar a mi madre hablando su lengua materna, me parecía de las cosas más exquisitas que podían existir.

¿Qué clase de huella?—ella sonrió...

Lagrimas salieron rodando de mis ojos al pensar en ese recuerdo. ¿Cómo era posible que las cosas pudieran cambiar tanto en la vida?

Un día eres feliz en los brazos de tu madre y al otro estas amarrada a medicamentos y a los hospitales.

Con el tiempo deje de pensar que lo que decía mi madre era cierto. Que no era mas que un cuento para mantenerme entretenida y que en realidad lo que pasaba cuando el cielo estaba nublado era porque iba a llover.

«Esa noche no hubo estrellas» Recuerdo ese día y no hubo nada mas que dolor.

Sorbo mi nariz y limpio mis lagrimas con el dorso de mi mano. Debo de dejar de pensar en cosas que me pongan triste, si no lo hago así, nunca lo podré superar.

Solo esperaba que mamá estuviera en el descanso eterno que ella tanto quería, así yo podría estar en paz.

—¿Hay alguien en casa?—una voz masculina sonó desde la planta baja, interrumpiendo mis pensamientos. «¿Mario? ¿Qué hace papá aquí? ¿No se supone que llegaría el fin de semana?»¿Ana? ¿Amore?

Regreso a mi habitación y corro directo al baño sin hacer el mas mínimo sonido. No puede verme así, empezará a yacer preguntas y no estoy lista para responder.

Parada detrás la puerta de mi baño, escucho abrirse la puerta de mi habitación.

—Principessa ¿estas aquí?—pregunta haciendo que se me encoja el corazón con escuchar lo primero que dice, luciendo el italiano que hemos practicado. Mario no es italiano, y que intenté hablarlo por mi, ha significado mucho siempre.

No respondo a su pregunta mientras escucho como caminada dentro de mi habitación. Cada paso marcándose en el piso por su peso. Después de unos minutos escucho cerrarse la puerta junto con unos pasos alejándose indicando que ya se había ido.

Salgo de mi escondite y escucho como atranca la puerta de su estudio. Examino mi cuarto y veo un paquete en mi escritorio, envuelto en papel de regalo. Me acerco poco a poco y veo que tiene una nota pegada al frente.

"Para mi lectora favorita, y la principessa que tengo como hija.

Con amor

-M"

Abro el regalo lentamente, intentando no hacer mucho desastre y veo con fascinación que el regalo se trata de el libro que tanto había deseado tener en mis manos. Mario sabe acerca de mi adicción por los libros, para nadie es ningún secreto que me encantan. Por años me he propuesto a llenar mi estante de ellos y tener mis sagas/trilogías de libros preferidos completas.

Este era el ultimo que necesitaba para completar la trilogía. "Antes de ella" de Flor M. Salvador. Narrado desde la perspectiva de un chico con una vida difícil y llena de adicciones. Ya lo había leído, lo termine en una aplicación para leer y debía decir que este libro, al igual que sus antecesores, me había dejado seca. Como siempre me pasaba cada que leía un libro en digital y después salía en físico, yo lo quería tener en papel para oler las paginas y para marcar mis partes favoritas.

Ana decía que podía llegar a ser un desperdicio de dinero ya que prácticamente ya me sabía la historia y no tenía ningún sentido que comprara un libro en donde ya me sabía el final. Ella me decía que mejor leyera libros e historias nuevas y no libros que ya hasta tuviera película. Sí le hacía caso y compraba libros que nunca había leído, pero algo que ella y todas las personas que no leían nunca llegarían a entender, era la satisfacción de poder tener un libro que te fascinó tanto, entre tus manos. No importaba cuántas veces lo leyeras, tenerlo en físico no tenía explicación. Leer en línea es genial, pero nada como tener un buen libro entre tus manos, y poder sentir la emoción desde la hoja.

Me sentí mal por rechazar el saludo de Mario, tenía varios días que no lo veía ya que había salido de viaje hace una semana. Ana me había dicho que regresaba el fin de semana del pueblo de Belttown, estaba tan solo a unas horas de aquí. No estaba tan lejos, pero si era una distancia muy larga como para estar yendo y viniendo todos los días, así que mi padre mejor se quedaba hospedado allá.

Sabia que mañana tendría que ser una hija ejemplar y agradecerle su hermoso gesto. Que se interesara mucho en mis gustos y me diera este tipo de regalos significaba mucho para mi, era como si de alguna manera le siguiera importando y eso me hacía sentir especial.

Deje el libro en el escritorio y la notita la pegue en una pizarra llena de más. Siempre que me regalaba algo dejaba una notita presente como recuerdo.

—¿Estas aquí?—la cabeza de Ana se asomó desde la puerta, alarmandome en ese momento ni siquiera la había oído llegar.

—Sí —no volteo, si no me ve el rostro no se dará cuenta de lo que paso.

Por mis nervios, comienzo a juguetear con mi collar, intentando enrollando lo y desenrrollandolo como era de costumbre. Ana al parecer, de alguna manera lo nota, ya que la escucho pronunciar.

—Ya te he dicho mil veces que si sigues haciendo eso, lo vas a reventar—la escucho reír ligeramente, no le presto mucha atención, intentando hacer que se vaya pero eso no funciona.

Comienzo a entrar en pánico cuando aquel collar en específico que busco, no se encuentra en mi cuello. Tanteo mi pecho en busca del dije pero solo está la pequeña cadena que tengo desde bebé y no el collar que estoy buscando.

Busco rápidamente por el escritorio y por el piso, intentando encontrarlo pero no funciona ya que no esta por aquí. Me dirijo hacia el balcón para buscarlo pero es el mismo resultado. No está.

—No, no, no—sigo buscando desesperadamente entre las cosas de mi escritorio. Muevo papeles y libretas en busca del collar pero sigo sin resultados.

Comienzo a maldecir en mi idioma natal y a frustarme por no encontrar nada.

—¿Cómo te fue?—contesto que "bien" aun sin mirarla y con la esperanza de que se vaya pronto mientras sigo con mi desespero. Ana por fin parece mencionarlo ya que la escucho pronunciar—¿Te pasa algo? ¿Que tienes?—dice tomándome del hombro y volteandome hacia ella. Al verle el rostro observó como sus ojos parecen querer salirse de su lugar al mirarme con asombro—¿Qué demonios te paso, Hefziba? ¿Quién te hizo esto?

—Mi collar, no encuentro mi collar—digo ignorando su pregunta.

—¿Que collar?—ella me mira aún con preocupación—Dime que te paso.

—El collar, el collar con el dije. No esta—aprieto mi cabello con desesperación y siento las ganas de llorar por el miedo de haberlo perdido.

—Hefz, no es importante, dime que te paso, ¿qué sucedió para que estés así?—me toma de los hombros causando me un poco de dolor por los moretones.

—Estoy bien, lo prometo, ya no hay nada de que preocuparse— intento calmarla. Pero eso no funciona—Solo necesito mi collar.

Sabia que esto pasaría, sabía que habría problemas y rápidamente comencé a maldecir mentalmente todo lo que se venía.

—¿Cómo no quieres que me preocupe? Hefz, por dios, dime lo que te paso—insiste alarmada.

—Mira Ana, ya no es nada grave ¿okey? Yo estoy bien, te lo explicaré si prometes no alterar, ¿si?—decido contarle para poder enfocarme más rápido en la busca de mi pieza.

—Te escucho—pronuncia neutra mientras me mira con esa cara de estar debatiéndose en si matarme o no.

Comienzo a explicarle poco a poco todo lo que sucedió intentando evitar que entre en una crisis por todo lo que me paso. Me mira entre alarmada y enojada justo cuando termino y por primera vez desde que la conozco, no se cual será su reacción siguiente. Se queda un momento en silencio, tal vez pensando que decir, pero rápidamente noto que quiere explotar por su preocupación.

—Debemos hacer una demanda—pronuncia rápidamente pero la interrumpo.

—Ya la hicimos—intento explicar—los oficiales abrieron un caso especial para buscar al tipo que anda suelto, los otros dos, supongo que ahora están en la comisaría, yo ya di mi declaración al igual que los chicos que me ayudaron. Ya solo queda ver que procede con la policía. Yo estoy bien, te lo prometo—intento asegurar.

—Tenemos que llevarte al hospital, estas golpeada, te hicieron daño... No... No estas bien, Babyinsiste alarmada mientras parece entrar en una crisis nerviosa que hace que me salga de quicio.

—¡Estoy bien, entiéndelo!—Grito sin medir la fuerza de mis palabras. Mi cerebro y boca las expulsaron demasiado rápido, que no me dieron tiempo de analizar la manera en la que me había llamado—¿Cómo me dijiste?

Ana parece caer en cuenta de su error y me dedica una mirada triste.

—Hefz, no sabes cuanto lo siento... yo... perdóname—se traba al hablar.

Veo su preocupación plasmada en sus ojos y decido que para mi noche, ya he pasado mucho y prefiero descansar.

—Esta bien, tranquila—digo mientras me siento en mi cama.

—Debemos presentar una denuncia—vuelve al tema inicial y lo agradezco de una forma.

—Ya me encargue de eso—me mira confundida—los chicos que me ayudaron le hablaron a la patrulla, ya todo esta resuelto—le vuelvo a repetir.

—Esta bien—concluye y se le oye un poco insatisfecha—creo que es mejor que duermas.

—Si, creo que sí—coincido y se crea un silencio incomodo—Oye... ¿Fuiste por los...

—Sí —me interrumpe—hace un rato fuimos por ellos.

Entonces, de repente lo recuerdo.

—¿Sabes si mis lentes de contacto sirven?

—¿Tu usando lentes de contacto?-se ríe de mi mirándome un poco confundida—¿Qué mosco te pico? Que quieres usarlos.

—Solo quería un cambio—me encojo de hombros—¿Qué tu no dices que los cambios son buenos?—uso sus palabras intentado hacer que suene más creíble.

—Mmm, eso a mi no me termina de convencer, yo creo que tu razón de cambio tiene un nombre y apellido—dice en un tono burlón. Un fuerte y exagerado "¿Que?" salió de mi boca haciendo que ella prosiguiera—. Pues lamentablemente no sirven, ya que cierta persona no los puso en su liquido.

Sus indirectas no me ayudan. Pero sí, claro estaba que no me gustaba usarlos.

—Haremos esto—dijo Ana de nuevo—mañana vamos al centro comercial y compramos unos, así sirve que salimos un rato y cambiamos esos feos pantalones de niño por algo mas bonito.

Auch, justo en mi estilo de fodonga.

—Esta bien—sonrió algo cansada.

—Por lo mientras utiliza tu vieja armazón, todavía sirven. Y ya duerme, que mañana tienes escuela—dice en tono tierno.

Es increíble como algunas cosas no cambian, estando en la preparatoria y a casi nada de ir a la universidad, ella me sigue tratando como cuando iba en la secundaria. Creo que para ella de alguna manera siempre seguiré siendo su bebé.

—Esta bien, descansa—le digo intentado darle una sonrisa sincera.

—Descansa cariño—dice dándome un beso en la frente.


Me encaminó hacia mi escritorio al salir del baño. Después de un largo baño de agua caliente para intentar quitar mi estrés, salí con unos pequeños shorts de licra y una camisa de hombre cuatro tallas mayores que la mía en color gris cubriendo mi cuerpo.

Con mi ceguera se me es difícil encontrar las cosas. Afortunadamente conozco muy bien mi habitación, ya que no tengo ningún problema al caminar por ella.

Busco en los cajones de mi escritorio con la espera de encontrar mis antiguos lentes, con tanta medicina metida en cada cajón me es difícil encontrar los—claro, aparte de que no veo casi nada—.

Mi ceguera era bastante, desde pequeña había tenido que usar anteojos ya que mi astigmatismo había sido hereditario. Eso me parecía un mal chiste, ya que veía como en televisión las personas comúnmente heredaban bienes o algunas propiedad, algunos hasta islas u objetos súper valiosos y yo al contrario, solo heredaba enfermedades y problemas que ponían en riesgo mi salud.

Muy linda la vida, ¿no?

Después de una búsqueda de aproximadamente veinte segundos, los encontré, estaban debajo de un trozo de papel, al fondo del cajón. Me los coloque y la magia del enfoque hizo que todo cobrara realidad para mi.

Desdoble el trozo de algo que había encontrado y me di cuenta de que no era papel, sino que era una vieja fotografía abandonada.

Era una foto en donde una pequeña yo, estaba en los brazos de su madre. Me encontraba sonriendo en los brazos de mi progenitora alrededor de mi cuerpo, siendo feliz, estaba en su regazo mientras ella me abrazaba por detrás.

Era un imagen preciosa, yo no había enfermado y no llevaba la cánula. Estábamos sentadas en el pasto, tal vez del pateo de nuestra casa o algún parque, ahora no lo recuerdo bien, pero en ella se podía apreciar también a la persona que la tomaba. Mi padre. Por una gran casualidad, había un espejo detrás de mi madre y de mi, que permitía que mi padre saliera, aun él estando tomando la foto. Su cabello claro caía sobre su frente y su rostro se veía haciendo una cara chistosa que de seguro hizo para hacerme reír. Mi madre miraba detrás de la cámara, de seguro viéndolo a él y yo solo miraba al lente con unos ojitos azules llenos de brillo.

Era una imagen sumamente bella, éramos felices, una hermosa familia feliz. Yo era una pequeña niña con una vida que prometía ser perfecta. «Que equivocada estaba» Guarde la foto conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir y decidí que no era momento para llorar.

Me arroje a la cama mirando el techo y me mentalice que tal vez nunca volvería a encontrar mi collar. En lo que le contaba a Ana todo lo que había pasado, ella me había ayudado un poco a buscarlo por mi habitacion. No apareció y era probable que si se me había caído cerca del campo, nunca más volveria a verlo, a demás, estaba la posibilidad de que el atacante que escapó, se lo pudiera haber llevado.

Por más que intentó no hacerlo, los recuerdos de la noche se hicieron presentes al cerrar los ojos.

Los atacantes, Aiden y Carlos defendiéndome, los brazos de él al rededor mío en busca de mi paz, sus palabras antes de irse, su tacto, su voz. Todo se hizo presente haciendo que mi cerebro maquilara cientos de escenarios en donde las cosas eran diferentes: Yo, Aiden, mi vida, Ana, todo.

Al parecer la foto removió viejos recuerdos de mi infancia, trate de bloquear la mayoría para que las pesadillas dejaran de atormentarme, así me lo recomendó mi psicóloga—al parecer el consejo no funciono—ya que las pesadillas me siguen frecuentando y cada vez son mas vívidas y fuertes, tener que recordar todo lo que sucedió es un martirio.

Había intentado de todo para bloquearlos pero siempre salían a la luz.

Me pongo de pie y camino hacia mi closet.

—Un recuerdo mas no me hará daño—me digo mi misma.

Busco entre las cajas que tengo guardadas y encuentro una que contiene las cosas de mi madre. Saco una cobija que me hizo cuando yo tenia solo cuatro años de edad, es diminuta, apenas me cubre arriba de las piernas.

Recuerdo que mi madre la había hecho cuando aún vivíamos en italia. Cuando la vi por primera vez me pareció gigantesca. Estaba hecha con todas las sudaderas que mi madre había coleccionado con mi padre de cada uno de sus viajes. Ahora claro, parecía una pequeñez, no es que fuera muy alta, me consideraba de una altura promedio pero claro esta que a comparación de la pequeña Hefz de cuatro años, si era muy alta.

Regreso a mi cama y me acuesto tapándome el torso en vez de las piernas con ella. Sorprendentemente me reconforta, me da calor y es como si mi madre estuviera abrazándome y cubriéndome con su calor.

Esos recuerdos, la sensación de protección, paz y tranquilidad junto con el cansancio del día y las pocas ganas de llorar que me quedaron, fueron los encargados de hacerme caer en un sueño profundo hasta perderme dormida.

Narrador omnisciente: *2 horas mas tarde*

—No puedo creer que la haya llamado "Baby"Ana se encuentra caminando por toda su habitación, desesperada.

Mario la mira con pesadez intentando comprender el problema de su esposa.

—No lo hiciste con una mala intención, Ana, ella lo comprenderá—intenta tranquilizarla mientras la mira preocupado.

—No, no es así, vi su cara, sus ojos, todo...todo representaba disgusto—a punto del llanto ella continua—note que me quería decir que no tengo el derecho de llamarla así. Sabia que me diría que dejara de llamarla así, que yo no tengo el derecho.

Mario suspira agarrándose el puente de la nariz.

—Sabes que para ella es un tema delicado...desde el accidente ella cambio—dice intentando calmarla—debemos comprenderla. Tal vez debamos darle su espacio para que ella pueda abrirse con nosotros.

—Ese es el problema, yo no soy nada para ella, nunca lo seré—, solloza en los brazos de su marido mientras se aferra a él—he intentado de todo. Todo para que me quiera y solo gano su odio.

A Mario se le rompe su corazón al escucharla. Desde el accidente lo único que él ha querido es que las dos mujeres más importantes de su vida aprendan a convivir y a ser felices en un espacio familiar agradable.

La preocupación más grande de él es que cada que sales a trabajar, las dos mujeres de su vida se estén peleando y haciendo daño mutuamente.

—Sabes que eso no cierto, Hefziba no te odia—dice mientras le acaricia la espalda a su mujer.—Ella te quiere, solo que no sabe expresar sus sentimientos, trata de entenderla, ha sufrido mucho y a muy temprana edad.

El hombre de cabellera negra piensa en el sufrimiento que su propia hija a pasado y su dolor en el pecho incrementa. Él, lo único que ha buscado por años es que ella pueda rehacer su vida, que pueda ser feliz. Ver que su pequeña princesa no lo esté logrando es algo que lo deprime mucho.

Mario consuela a su mujer hasta que ella se tranquiliza. Sentados en el suelo y con una Ana un poco más calmada, Mario comienza a escuchar quejidos y lamentos que provienen de la otra habitación, haciendo que este se alarme.

—¿Escuchaste eso?—le pregunta a su esposa y esta solo se alarma al pensar lo peor.

—¡Necesito su ayuda, vengan rápido!—grita una tercera voz, una voz desconocida.

—¡Mierda, Hefzba..!





Hefziba


Dolor.

Ardor.

Dolor.

Siento como todo mi cuerpo se comprime en dolor, la presión es inmensa en mi pecho y siento como si mi cabeza y todo mi cuerpo fuera a explotar. Mi vista es borrosa, y siento que al mismo tiempo todo me da vueltas.

No comprendo que es lo que está pasando, solo me siento a punto de desfallecer.

El dolor es inmenso e inexplicable. Siento los palpitaciones de mi cerebro hasta el punto de no sentir nada más.

Me retuerso en dolor con cada intento de respirar, haciéndolo inútil.

Cada calada de aire es mi perdición, mientras mas intento respirar, más me ahogo, haciendo la diferencia de mis ataques de ansiedad, es que aquí cada que respiro, siento que me quemo. Intento hablar, gritar, pedir ayuda, hacer el mas mínimo ruido para que vengan a auxiliarme, pero no, nada sale de mi boca, no mas que quejidos que dudo mucho se puedan oír.

El dolor que abruma mi cuerpo es indescriptible, nunca nada se le ha podido comparar con esto. Siento como si pedazos de cristales atravesaran mi garganta y pecho cada que intento respirar.

Arqueo mi espalda con dolor, puedo sentir como si todos mis huesos se estuvieran rompiendo poco a poco aún estando en perfectas condiciones.

Voy a morir.

Voy a morir.

Voy a morir.

No dejo de repetirme mi final.

Moriré ahogada.

Moriré aquí.

Moriré sola.

Voy a morir.

A lo lejos vislumbro una figura que mis ojos terminan distorsionando sin saber quién sea.

¿Papá? ¿Mario?

Me siento entre sus brazos a punto de perder la razón. Sus manos frías toman mi cara con firmeza intentando moverme y hacerme reaccionar. Mirando su rostro, no noto distinguirlo, y un millón de imágenes vuelven a mi cabeza. Tonalidades verdes y azules aparecen por mi mi vista como imágenes frecuentes que ya antes he visto. Quedandome sin fuerzas, cierro mis ojos un momento sintiéndolos pesados y débil...

—Ey, mírame—escucho una voz acariciar mis oídos—. No te duermas, por favor—siento ligeras palmadas impactar en mis mejillas, sus manos se sienten suaves y delicadas, están demasiado frías a comparación de mi cuerpo que lo siento en llamas—. Vas a estar bien, solo no te duermas, ¿okey?—asiento débilmente contestando un "esta bien" en mi mente, como si la persona al frente pudiera escucharlo, sin saber realmente a que acabo de contestar—¡Necesito su ayuda, vengan rápido!

Sin fuerzas, parpadeo un poco. Como si mis parpados estuvieran amarrados a ladrillos los siento pesados y a punto de cerrarse, todo me da vueltas y el ardor de mi cuerpo es descomunal.

Totalmente obnubilada, no soy consiente del tiempo que ha pasado, haciendo que de un momento a otro me encuentre en el auto sin siquiera notarlo.

Siento que mi cuerpo ya no resistirá más, haciendo que mis ojos duden si cerrarse o no. Una mano demasiado fría toma la mía con fuerza mientras lo escucho suplicar.

—Resiste por favor—sus delgados dedos se entrelazan con los míos, dando un ligero apretón—solo resiste.

Lo escucho lejano y veo sombras por todos lados sin poder identificar quién es quien. Miro al chico a un lado mío sin reconocerlo, y sin acatar la orden que me dieron desde un inicio, cierro mis ojos hasta ya no sentir nada mas.

Solo cerraré los ojos un momento, solo quiero descansar.






________________________

N/a: WOW :0 ¿Soy yo, o esto se puso intenso?

Yo solo tengo una duda: Si Ana y Mario estaban en su habitación, ¿Quién es la persona que ayudo a Hefz? :/

No se ustedes, pero yo quiero saber... ¿Qué tal les pareció el capitulo? Me encanta escuchar las teorías o suposiciones que luego me mandan por priv. es genial saber que a algunas personas le esta gustando la historia, las amo mucho y saben que tiene un lugar en mi corazón❤

Por cierto, recuerden que con Sofi vamos a escribir unos capítulos especiales en donde nuestras historias se conectaran. Esto a mi me emociona porque aparte de tener el honor de trabajar con sofi, es mi primera historia en donde se conectara con la de alguien mas y eso a mi me parece muy cool, aparte que los trabajos de sofi son... pfff... arteee.

Viendo este capítulo antes de editarlo, me di cuenta que en este capitulo les presumía la hermosa portada que tenemos. Si eres nuevo aquí, posiblemente no llegaste a conocerla, pero te presento a mi bebé consentida.

Miren esa preciosura (fue echa gracias a sofiahdzv11 y Romina, gracias por su ayuda). ❤👄❤

Ahora si, sin nada mas que decir, me despido. Nos vemos en otra actualización (que prometo que será pronta) Si les gusto el capitulo, me encantaría saberlo, ya sea con un voto o un comentario.

Besos <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro