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🌹CAPÍTULO 25🌹


🌹Damián🌹



La distracción pintada de música me envuelve en el lapso perfecto en donde ignoro todo lo demás.

Muevo mis manos con suavidad sobre el volante y doblo unas cuadras hasta llegar a donde me dijeron. 

Mamá no mentía cuando dijo que nos mudaríamos a este pueblo porque era tranquilo. Los arboles ya no tan frondosos era lo único visible de color. Como si este pueblo fuera una versión sin color de la realidad o ta vez solo representaba al cien por ciento la vida misma.

No podía decir que me molestaba, en realidad, prefería mil veces este pueblo aburrido que la ciudad en donde vivíamos. Aquí por lo menos era más tranquilo, aburrido pero tranquilo. 

Nada pasaba.

Literalmente nada pasaba, pero intentándolo ver de un lado positivo, eso llegaba a gustarme.

Aparque el carro en un sitio disponible en el estacionamiento y antes de despertar a mi acompañante, cerré mis ojos, suspirando pesado, largo y ruidoso, como si esa calada de aire hacia afuera me sacara los problemas y la frustración.

Pase mi mano por mi rostro hastiado de todo y de mi, de ella...

Voltee a ver a la persona que dormía a mi lado y al verla así ni siquiera parecía tan molesta.

Joder con el teatrito del chófer, pero por lo menos todo esto implicaba pasar menos tiempo en casa, sin tener que escuchar las excusas por parte de Eléonore sobre el inepto de Mark y su nueva familia.

Suspire de nuevo y como si la hubiera invocado, un mensaje de texto de ella llego a mi celular.

Eléonore:

Hablaron del geriátrico. Tu abuelo se puso grave, justo estoy saliendo para allá. Henry se viene conmigo.

Cuida bien la casa, no te metas en problemas y se bueno con Hefziba.

Joder con todos y con Hefziba.

Blanquee mis ojos harto del mismo estúpido mensaje que siempre enviaba y bloquee mi celular. De inmediato me arrepentí, lo volví a encender y volví a leer el mensaje que trataba de mi abuelo.

«Se puso grave»

Condenado viejo terco, le dije que se tomara sus pastillas.

Como si de una mala broma se tratara, sentir como el cuerpo se me cargaba de presión y mal humor.

Necesitaba fumar. 

Necesitaba sacar mi estrés.

Debía de ir a ver a mi abuelo cuanto antes. A veces odiaba esas decisiones de la mujer que me toco como madre, de irse ella solo con Henry, dejándome de ultimas, como si no importara o como si el señor metido en aquel geriátrico no fuera mi abuelo, solo porque según ella, alguien tenía que quedarse a cuidar la casa. Lo odiaba de verdad y me frustraba.

Suspire recargándome en el asiento y el teléfono en mi pierna comenzó a vibrar.

Vi la serie de mensajes llegar de parte de Leila y una diminuta sonrisa bailo en mis labios sin mi permiso al ver todas las cosas que me mandaba y la serie de mensajes que tenia de ella quejándose porque nunca le contestaba.

Volví a ignorarla y salí de su chat justo para encontrarme con el contacto con el que tantas ganas tenia de verme de nuevo.

L: 

Tenemos que hablar.

¿Nos podemos ver en la tarde?

«Cuida bien la casa» dijo ella, lo que se traducía perfectamente como "tienes casa sola", igual a: poder follar en mi cama y no en un sucio motel sin que Eléonore molestara.

Yo: 

Claro, nos vemos a las 10:00 p.m.

Sonreí para mis adentros y guarde mi teléfono en uno de los bolsillos de mi chaqueta. Vi la hora en el estéreo del carro y con el humor un poco expectante, pero aun con el estrés presente, decidí que era momento de que ella bajara del auto.

—Hefziba, ya despierta—la muevo del hombro sin ningún tipo de gentileza, pero procurando a la misma vez no lastimara.

No se en que momento se ha quedado dormida, solo de un momento a otro se había callado y yo me alegre porque así ya no tendría que soportarla. Al ver que no se despierta decido mover la otro poco pero nada, esperaba que no quisiera que la bajara cargando, porque yo no haría eso.

 ¡Que patético!

Ya lo hiciste una vez.

Pienso, pero sacudo esa idea de inmediato de mi cerebro. Eso fue de vida o muerte y para salvarla, no porque tuviera opción.

—Hefziba, ya llegamos—insisto desabrochando mi cinturón y viendo hacia el hospital de enfrente regreso mi vista hacia el estéreo confirmando lo que pensaba.

Las 4:47 p.m.

Íbamos diecisiete minutos tarde. Y no es que yo fuera muy puntual, pero tenía indicaciones claras de la madre de Hefziba de que teníamos que llegar a tiempo.

Revise mi teléfono y sentí alivio al ver que no tenía ningún mensaje de la señora Ana.

—Hefziba, que despiertes—la moví esta vez con un poco más de fuerza hasta que despertó.

—¿Que te pasa idiota?—fue lo primero que gritó al verme.

Tan amable como siempre.

—Ya llegamos, tu madre te está esperando—con mi dedo le indicó donde estamos y se queda pasmada por un momento.

—¿Que hacemos aquí?—decido ignorarla mientras finjo mirar algo en mi teléfono, pero pronto siento como da un golpe a mi hombro—Ey, te estoy hablando, ¿qué hacemos aquí?

Le dedico una mirada cansina y suspiro.

—Tu madre dijo que tenías que venir al hospital—señalo la instalación frente a nosotros y me burlo—, bueno Hefz, por si no lo conoces, ese es un hospital, ahora baja y ve allá adentro.

Suelta algo muy parecido a un rebuznido de algún animal y me mira intentando intimidarme. Ilusa, parece un pequeño gato enojado.

—¿Como es que sabes eso?—escucho como desabrocha su cinturón y rebusca algunas cosas en el suelo del carro.

—Tu madre me lo dijo—tecleo algo en mi teléfono y escucho como deja de hacer ruido.

—¿Mi madre?—siento su mirada sobre mi y volteo a verla. Sigue con su cara de enojo, aunque ahora tiene algo de confusión en ella.

—Aja.

Es lo único que le respondo mientras guardo mi teléfono en una bolsa de mi chaqueta de nuevo.

—¿Porque Ana te diría aquello? Tu tenías que llevarme a casa.

Veo como frunce sus definidas y un poco pobladas cejas hacia abajo, haciendo que su blanca y tersa piel se arrugue un poco.

—Pues cambio de planes Luna—digo burlón—. Tu madre me escribió para que te trajera, así que entra que ya se te hizo tarde.

—¿Ana te escribió?—blanqueo mis ojos frustrado por su suave voz y me quejo.

—¿Acaso no escuchas? Estoy harto de tener que repetir todo dos veces.

—¿Porque Ana te escribe?—ignora mi reclamo—¿Ahora ustedes son mejores amigos que se textean todo o que?

Dios, si es que existes, ¿me llevas o me voy?

Imploro al cielo ante semejante tontería y la volteo a ver.

—Tu madre me dio su teléfono para comunicarse conmigo—le explicó cansado de tener que explicarle todo siempre—, dice que así está más cómoda y que también le sirve para saber si estas bien en la escuela o por si algo te pasa—se queda sin palabras y graciosamente con la boca abierta—, creo que le doy confianza—murmuro burlón—. Yo creo que le agrado, ¿tantas maravillas le has dicho de mi?—ironizo con una sonrisa falsa en mis labios pero ver su cara de frustración me causa una sonrisa sincera.

—Eso quisieras idiota—la veo abrir la puerta de su lado y bajarse con prisa del auto.

—Que lo niegues no lo hace menos real—la molesto más y escucho como azota la puerta de su lado—. Cuidado con la puerta—asomo mi cabeza por la ventana haciendo que ella voltee, regalándome otro de sus muchos ceños fruncidos —la pobre no tiene la culpa de que tengas una pequeña obsesión conmigo y no quieras aceptarlo.

Veo como rápidamente se enoja y hace un ademan de lanzar algo hacia mi rostro. Lo evito metiéndome de nuevo al coche y escucharla soltar un chillido de frustración es música para mis oídos causando que me ria casi a carcajadas.

La veo caminar en dirección al hospital con pasos muy cortos—incómodos diría yo— y la examino un poco. Por la forma en la que camina y todo lo que su lenguaje corporal está diciendo, camina de una forma insegura, como si encorbandose encontrará un escudo de invisibilidad que la oculta de los demás.

La observo de pies a cabeza y por un breve y muy corto minuto me permito apreciarla sin que ella se de cuenta, como muchas veces más ya he hecho.

Lo primero que podría detallar de ella, es que Hefziba no es alta, de hecho no llegaba ni al promedio de la sociedad, en realidad era muy chaparral. A mi lado podria decir que ve se muy pequeña, demasiado si tengo que molestarla y mucho más ya que se encorba. Había pensando en demasiados apodos chistosos que había guardado para mi, y uno de tantos de ellos era que parecía un gnomo de jardín por su tamaño.

Una pequeña risita baila en la comisura izquierda de mi labio al pensar como sus mejillas pecosas y un poco regordetas se pondrían rojas si escuchaba que la llamaba de aquella forma burlesca. Era tan fácil hacerla enojar que lo veía como un placer personal al ver su pequeña silueta enfarfullada por algo que pudiera salir de mi boca.

Me permito apreciarla otro poco antes de que entre al hospital y mientras me recargo sobre el volante recuerdo las palabras que dijo Eléonore el día que la conoció.

«Eres la prueba y representación de cuando dicen que las italianas son guapas» 

Y si que lo era la condenada.

No entendía porque viéndose como se ve, seria tan insegura de si misma. Una parte de mi, no tan escondida como para no decirlo, sabia admitir que en realidad ella era alguien muy bonita.

Eso estaba claro, tampoco es como que fuera tan imbécil como para no notarlo. Su belleza me parecía tan simple y delicada que instantáneamente me hacia verla preciosa en cada momento que la veía. 

Era como ver una de esas muñecas de porcelana que mi abuela tenia antes de morir, se veía tan delicada y frágil, dando la apariencia que cualquier rasguño la podría lastimar, pero la condenada era tan contestona que te hacia retractarte de todo eso y darte cuenta de que en realidad era todo lo contrario. 

Todo en ella gritaba una clase de ternura y sencillez que no sabía como explicarla. No usaba cosas llamativas ni atuendos de muchos colores y aún así sin ningún tipo de esfuerzo, lograba robarse toda mi atención. 

Mi mente juega conmigo un momento y trae de vuelta el recuerdo de cuando la vi cambiarse frente a su ventana. Luna era tan torpe a veces que me costaba comprender como es que si sabia que había gente al lado de su casa, no se molestara en aprender bien para que servia una cortina. 

No importaba. Eso había complacido a mi cuerpo de poder permitirme apreciarla completamente.

Y no, no era un acosador. Mi plan no era verla desnuda ni nada de eso. Siempre mantenía mis cortinas cerradas ya que a diferencia de ella a mi si me gustaba cuidar y mantener un poco mi privacidad.

La cosa fue que justo ese día a Elénore se le dio por limpiar mi habitación sin mi permiso y dejo las cortinas de par en par. Yo ni siquiera había estado en mi habitación ya que me la había pasado toda la tarde en mi estudio de música ensayando nuevas notas.

Cuando subí después de una hermosa discusión con el hombre que me sacó de sus pelotas, al ver las cortinas abiertas una maldición escapó de mis labios por el estrés.

Me había acercado a la ventana con pasos fuertes mientras maldecia una y otra vez la torpeza de Eleonore por no recordar que eso me molestaba cuando una blanca y—por lo poco que podía ver a lo lejos—tersa piel estaba a primera vista frente a mi ventana.

Cualquier tipo de mal humor fue remplazado por el interés primitivo de querer seguir viéndola sin que ella se diera cuenta. Yendo en contra de mis ideales y sabiendo que eso estaba mal, me escondí detrás de la cortina, dejando solo una pequeña rendija para poder apreciar la.

«¡Esto es acoso idiota, solo cierra tu ventana!». La estupida voz de mi conciencia grito y sabia que tenía razón pero la ignoré.

«Linda» Fue lo primero que pensé aún solo viéndola de perfil. Su pequeño y angosto torso había quedado solo en un pequeño top deportivo gris mientras se quitaba una camiseta blanca y se ponía un suéter gris que le quedaba gigantesco.

Saboree su imagen con interés y absorbido cualquier movimiento para grabarlo con apreciación.

Mi acto ilícito se vio interrumpido cuando la diminuta chica de cabello castaño sintió mi mirada y volteo hacia mi ventana. Por un momento entre en pánico y quise desaparecer ya que me había descubierto. Como si la cortina quemara tire de ella hasta cerrarla y me escondí detrás de ella como si eso borrara lo que acababa de hacer.

Maldecí por lo bajo por ser tan estupido y me acosté en el medio de mi cama llevando mis manos a mis ojos para cubrir los con frustración.

Esta bien.

Tranquilo.

No es el puto fin del mundo.

Lo peor que puede hacer es venir a reclamarme y darme una bofetada diciendo lo idiota que soy.

Fácil. Ya estaba acostumbrado.

Así que como el hombre que soy, hice lo que cualquiera hubiera hecho y me encerré en mi habitación, esperando que viniera a reclamarme.

La tarde paso conmigo dando vueltas en la cama, conmigo yendo de esta hasta mi escritorio, recostado contra mi cama jugando con una pelota y con la pared, y la sorpresa de que aquella chica no viniera a hacer un escandalo, cada vez era más creciente. ¿Qué tal si era una loca y quería demandarme? Bueno, bueno, quizá estaba exagerado. Aunque si podría ser una loca.

Era obvio que me había visto, entonces, ¿porque no venía a decir nada?

Cuando el sol se oculto y paso aproximadamente una hora del suceso en la ventana, decidí acercarme de nuevo a ella para averiguar qué pasaba. La ventana de aquella chica estaba a oscuras, dando a entender o que la habitación podría estar vacía o ella podría estar durmiendo.

Volví a cerrar mi cortina y aún así viendo aquello, mi puta conciencia no me pudo dejar tranquilo.

¿Porque mierda sentía esta necesidad de querer que me viniera a reclamar? Mejor para mi que no lo hiciera, así no me metería en problemas. ¿Entonces porque no podía olvidarlo y solo seguir con mi tranquila y aburrida noche? ¿Porque la necesidad de querer verla?

Bufe sin entender absolutamente nada. Era solo una tontería, no tenía importancia. De alguna manera, era lo mejor. Si Eleonore se entera que espíe a la vecina seria capaz de llevarme ella misma jalando mi oreja para que me fuera a disculpar.

Esa señora estaba loca. De solo pensar en eso acaricie mi oreja y la sobe recordando la gran cantidad de veces que había sentido eso en mi niñez.

Continúe con mi noche normal intentando borrar ese pensamiento que rondaba por mi cabeza y bajé a cenar junto a Elenore y Henry en el comedor. El plato de espárragos con carne se encontraba frente a mi. Eléonore no estaba en la mesa, solo mi hermano Henry y yo estábamos sentados frente a frente sin probar bocado.

Los gritos de mi progenitora sonaban desde su habitación hasta donde estábamos y el pequeño niño frente a mi comenzo a encogerse de hombros por todo lo que oía que Eléonore le gritaba seguramente al idiota de nuestro padre.

Cualquier indicio de hambre que tuviera abandono mi organismo y solte los cubiertos contra mi plato hastiado de toda esta rutina de mierda de al parecer no poder hacer otra cosa más que pelear entre ellos.

Recargue mis codos sobre la mesa y sostuve mi cara con mis manos, tallando mis ojos con frustración. Un esnifar de nariz llamó mi atención y maldije en mi cabeza por la escena que sabría que vendría.

Levante mi mirada de nuevo al frente y lo primero que vi fueron las mejillas sonrojadas e hinchadas de Henry, mientras sus ojos lloraban y todo su lenguaje corporal decía que tenía miedo y que todo esto le dolía.

Blanqueé mis ojos por lo estupido de la situación y no me pude sentir peor ya que sabia que con mi actitud de mierda solo lo iba a empeorar.

Trate de ignorarlo por un rato y hasta intente probar bocado para desaparecer lo antes posible de ahí. Mastique un poco la carne e intente hacer de cuenta que nada pasaba, pero los sollozos y sorbos de nariz de Henry me detuvieron, haciéndome tener un mal sabor de boca cada que masticaba.

—Ey, no llores—le dije de pronto mientras pasaba el bocado por mi garganta y me ignoro mientras tallaba su nariz, roja por su llanto—. Henry, basta, no llores por estupideces—. Lo amoneste y el pequeño niño me miró dolido.

Sabia que la estaba cagando, pero era una realidad con la que tenía que aprender a vivir. Eleonor y Mark eran pésimos siendo padres. Por lo menos Eleonore se esforzaba un poco más que aquel imbecil, pero eso no dejaba de hacerlos tóxicos, solo se hacían y le hacían daño al pequeño frente a mi.

A mi ya me importaba un carajo que se quisieran divorciar y que aquel idiota estuviera preñando a otra mujer para así obtener a la familia que al parecer tanto quiso y que mi madre y yo nunca le pudimos dar. No era culpa de Elenore, no era culpa de Henry, ni siquiera era culpa de su nueva familia en espera, solo era culpa de ese idiota por engañar a mi madre al ser tan indeciso y dañarnos en el recorrido.

Nunca había entendido la relación de mis padres. No sabia porque había personas que decidían traer hijos al mundo si al final no los iban a querer.  ¿Porque buscar dañar a alguien que mismo decidiste traer al mundo, solo para que al final le eches la culpa de tus desgracias como si él o ella te lo hubiera pedido?

Ese imbecil no se merecía las lágrimas de mi hermano, no se merecía las lágrimas de Eleonore y mucho menos se merecía que yo si quiera lo estuviera pensando.

Me puse de pie para cerrar la puerta que separaba la cocina del pasillo de las habitaciones y los gritos disminuyeron escasamente mientras me acercaba y me paraba justo a un lado de Henry. Me recargue en el respaldo de la silla y con mi mano libre rasque mi ceja pensando muy bien en que decir.

¿Spoiler? Fue un asco.

Me comporté igual o peor que aquel pendejo y solo lo hice llorar más. Henry se puso de pie después de toda la mierda que le dije y subió a su habitación llorando y dando un portazo sin haber si quiera cenado.

Maldije mi actitud de mierda y bufe sabiendo que ningún niño de once años merecía tener un ataque de ansiedad o de pánico mientras precensiaba como sus padres se querían matar a gritos y a ofensas como si él no existiera o sus gritos no se pudieran escuchar, y peor, tener al idiota de su hermano minimizando sus sentimientos, haciéndolo sentir peor.

Era una mierda como funcionaba el universo y como te convertirás en eso que tanto juras odiar. Como das lo que recibes y como yo le había dado a Henry lo que me habían dado justo cuando toda esta mierda inicio.

Le di gritos, ofensas y le hice sentir que sus sentimientos no importaban. Justo como Mark me hizo sentir cuando parecía que yo no era el hijo suficiente.

«Bien hecho cabron, eres un idiota» Maldije sabiendo que la voz de mi conciencia tenía razón y empuje la silla como si eso me liberara de mi estrés y eso fuera a arreglar algo en particular.

Estaba harto. Ya no lo aguantaba. Ya no podía seguir escuchando los gritos de Eleonore y decidí que salir a tomar un poco de aire sería la mejor solución si ya no quería seguir actuando como un idiota.

Una vez a fuera, encendi un cigarrillo y deje que toda la nicotina impregnara mis pulmones. Sentí el humo caliente llenar mi boca y mi garganta, y lo saque por mi nariz lentamente, sintiendo como mis dedos se sentían más ligeros y mis hombros vacíos de toda esa tencion.

Me senté en el césped recién podado y seguí dando caladas hasta agotar mi cigarrillo. Apague la colilla justo como había empezado a hacerlo hace algún tiempo e hice una mueca sintiendo como se apagaba.

Sque otro de la cajetilla, haciendo el mismo procedimiento dos veces más hasta que vislumbre la ventana de al lado encenderse. Me puse de pie interesado en si la chica había vuelto y me acerqué poco a poco hasta que la silueta de aquella chica me detuvo cuando salió de su habitación.

Me escondí entre las sombras para observarla y vi que miraba hacia el cielo. Trate de esconderme mejor para que no me notara, pero pude apreciar que estaba tan perdida mirando algo allá arriba que sabia que no me iba a mirar.

Tal vez solo miraba la luna.

No separe mis ojos de ella en ningún momento y el amago de una sonrisa atravesó mis labios al pensar en que se veía muy bonita.

Apenas y la alcanzaba a ver por la falta de iluminación, pero sonreí un poco porque la visión que tenía de ella, tan distante y distraía, absorta en algo que no parecia estar en este mundo, se me hizo completamente tierna.

Después de meditar lo un momento, me decidí en salir de mi escondite y acercarme a hablar. Mi acción se vio totalmente detenida cuando de la nada, la chica volvió a entrar. Como un perro faldero en busca de comida, me quede en mi sitio totalmente desanimado.

Sali de mi escondite en busca de acercarme un poco más y llegue hasta la altura de su casa en donde se supondria que tenía que haber una cerca. Las casas de esta sección no me gustaban, me parecían extrañas. Sentía que no te permitían tener privacidad y la implementación de esos escalones a un lado del balcón se me hacían completamente ridículas.

La idea que se me había atravesado en mi cabeza en la tarde volvió a tomar rienda en mi cerebro e hizo mover mis piernas sin ningún tipo de control. Observe más de cerca lo poco que me podía permitir la cortina y me quede pensando si sería demasiado bueno obedecer a mi conciencia o no.

¿Que le iba a decir?

"Hola, soy el chico que te miraba desde su ventana. No creas que soy un acosador, simplemente no pude evitar verte mientras te cambiabas. No fue mi intensión, todo fue accidental".

Si claro, como si fuera a creerme.

¿Si subía a sus escalones sería allanar su propiedad? Pregunta seria.

Bufe.

Comence a subir uno por uno los escalones hasta llegar a la puerta corrediza que era igual a la mía y me detuve aún analizando lo que haría. Retrocedí de nuevo aún indeciso por lo que haría h me senté a dos escalones antes de llegar al último. Juguetee con mis dedos en uno de los escalones y recargue mi cabeza en la barandilla de metal justo detrás de mi.

Piensa Damián, piensa. ¿Porque de pronto actúas como un idiota?

Sin hacer la cosa más larga, me debatí en hacer algo o no al rededor de una media hora. Estuve a punto de desistir y marcharme cuando un golpe seco dentro de aquella habitación me alarmó. El ruido de muchas cosas cayéndose vinieron a continuación y los jadeos y gruñidos extraños me hicieron regresar hasta la puerta para ver qué es lo que pasaba.

Así fue como cruce la vida con esa neurótica y dramática chica, fanática de los libros y hacerme enojar. "Salvando" su vida después de haber tenido una crisis y haber quedado como su salvador y al parecer, su ahora protector de todas las adversidades ya que su madre no me la despegaba para nada. 

Así fue como pude apreciarla completamente, sin intromisiones o lejanías que no me dejaran contemplar lo hermosa que se veía aún estando al borde de la muerte.

Y henos aquí. Casi un mes después, estando fuera del mismo hospital en donde ella me conoció por primera vez y en donde me di cuenta que ella no haría nada más que molestarme.

Luna era demasiado torpe y estruendosa. Era todo lo contrario a lo que estaba acostumbrado y era todo lo que evitaba dentro de esas cuatro paredes de mi habitación. ¿Lo irónico? Era que parecía que siempre estábamos predestinados a encontrarnos y chocar. 

Como cuando me conoció. Siendo igual de distraída que siempre y chocando conmigo derramando mi café.

Había decidido mantener mi identidad "oculta"  de aquella berrinchuda después de enterarme de que no tenía idea de cómo era el rostro de la persona que la había salvado. Me divertí un tiempo con ella en ese pequeño juego que había creado y ver que aún así sería una molestia no podía estar más de acuerdo con mi teoría sobre nosotros.

La cara que puso al descrubir quien era yo el día de la cena no tuvo precio. Aún sonreía con su enojo de aquella noche y con lo incomoda que parecía estar cerca de mi sin razón.

Por alguna extraña razón, me encantaba ponerla en esas situaciones; saber que podía ser tan convincente con su madre hasta lograr tenerla entre mis manos y que me dejara acercarme a su hija solo para molestarla y divertirme con sus reacciones era algo que hasta estaría dispuesto a pagar solo para mi propio placer y beneficio.

Era por eso que insiti en ser su chófer. Era por eso que insistí a la señora Ana dejarme venir a este chequeo. Era por eso que había ido de chismoso con su madre cuando no se fue conmigo a la escuela, solo para llegar a este resultado; mantenerme siempre cerca de ella sin que se pudiera negar o lo pudiera evitar.

Claro estaba que tenia sus pros y sus contras pero mi felicidad de poder tenerla para molestarla nadie me lo quitaba.

Sonreí con satisfacción al ver que todo lo había logrado y decidí bajar a estirar las piernas después de haber pasado casi toda la tarde sentado en ese carro.

Llegue hasta la entrada del hospital sin haberlo previsto sintiendo un pequeño deja vu al pasar por los pasillos.

Saque mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta y comencé a textear algo que poco después me arrepentí de enviarlo y lo borre. Mejor salí de los mensajes y me fui al apartado de notas para guardarlo ahí y que no se me olvidara lo que había escrito.

El hospital olia a antiséptico y medicinas loncual me hizo sentir mareado por un momento. Talle el dorso de mi muñeca contra mi nariz en un intento por desaparecer el olor de mis fosas nasales. Me recargue sobre el mostrador vacío y divise todo lo que pasaba por aquellos pasillos.

Nada.

No pasaba nada. Al igual que todo en este pueblo.

Al parecer no era una tarde muy concurrida por aquí y supuse que eso tendría que ser algo bueno. Exhale mirando la hora en la pantalla de mi teléfono y blanquee mis ojos algo estresado al ver los mensajes de Leila llenando mi bandeja, quejándose de nuevo por lo mismo.

Pensé en mi abuelo, preocupado. Sintiendo que si no hacía algo pronto, algo maloniba a pasar. Frote mis ojos como si eso fuera a quitar mi estrés y suspire. Y habían sido dos sustos de infarto en menos de un mes. Ni siquiera había pasado mucho la última vez que lo había ido a ver. Habia ido poco después de que intentaran a Luna en el hospital y regrese justo después de que había quedado inconsciente por la anestesia.

Mi teléfono vibró sacándome de mis cavilaciones y la lada diferente a la de este pueblo me sorprendió teniendo una pequeña idea de quien podría ser.

—¿Diga?—conteste casi de inmediato, expectante.

Ya era hora, ¿porque no contestas?— su voz suave hizo un intento por sonar demandante y reír al escucharla fallar. Era imposible que su voz sonara así conmigo, la conocía y sabía que aunque estuviera muy enojada no me trataría de esa manera.

Sonreí como si me pudiera ver y relami mis labios con satisfacción.

—He estado ocupado, ¿porque?—habló con coquetería—¿me extrañas?

La escucho bufar al otro lado de la línea y sonrio sabiendo que si la tuviera enfrente, la vería blanqueando sus ojos.

—Eso quisiera tonto—hablo con desdén—. Tu madre llegó hoy al pueblo, ¿que rayos te pasa y porque no estas aquí?

Claro, ya sabía que hablaría por eso.

—No fue requerido en la situación al parecer—contesto sin gracia. Ella se queda un momento en silencio y en entonces me cuestiono de que tal vez su llamada tenga otro motivo—. Chloe, ¿todo bien?

La escucho suspirar.

—Tu abuelo esta grave Damián—cierro mis ojos al sentir esa pesadez de nuevo en mis hombros y la escucho continuar—por el momento ya está estable, se puede recuperar. Solo llamaba porque fue algo repentino y me sorprendió no verte por aquí.

Jugueteo con mis dedos sobre el mostrador y chasqueo mi lengua.

—¿Vendras pronto?—la escucho decir después de un rato en silencio y sonrio con desfachatez.

—¿Porque? ¿Le diras a Ellie que prepare más bollos?—la escucho reír un poco más animada, lo cual se gana que suelte una risa corta, algo un poco más relajado—¿Que?—me gana la risa—. Están ricos—hago un intento de defensa y la escucho volver a reír mientras muerdo mi labio inferior intentando reprimir las risas.

—Espero vengas pronto—dice un poco más calmada.

—Yo también—digo sincero, mordiendo el interior de mi mejilla.











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N/a: Aclaracion, aclaración, esto no es ni la mitad ni esta cerca de la maratón que les prometí. El primer año de ERDLDAMGDMV se debe festejar con todo, pero como dicen, esta es la calma antes de la tormenta👀. Así que aquí tienen un pequeño pedacito de la mente y vida de Damián, además de su perspectiva del capítulo 8.

Lo siento mucho por estas fallas que he tenido de constancia pero la escuela y todo me tiene vuelta loca. De verdad espero que las cosas se ordenen un poquito y ya avancemos un poco en esta historia quenoromete ponerse más buena👀.

¿Ustedes que dicen? ¿Que les pareció? ¿Me extrañaron por aquí? Porque yo si. Sé que les dije que subiría tres capítulos y créanme, lo voy a hacer. Solo que sentí que era un poco injusto dejarlos sin mis bebés por tanto tiempo, así que aquí tienen un capítulo para que no me olviden😌

Espero que les haya gustado. Espero sus votos y sus opiniones, ¿qué creen que venga a continuación? Tal vez algo que inicie por D y termine con rama👀.

La mente de Damián es una cosa seria. Quisiera saber que piensan de él.

Aquí antes de irme les dejo un meme time muy lindo del capítulo anterior


Gracias a things_of_books_Adri por hacer estos lindos memes, si la van a seguir a Ig podrán encontrar muchas cosas más.

Sin nada mas que decir, me despido. Que sepan que los amo mucho y gracias por alentarme a seguir a escribiendo.

Chaiwis.

-A. R.

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