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🌹CAPÍTULO 23🌹

🌹🌹🌹

—¿Tu que dices Hefz?—su voz hace que vuelva en si.

—¿Que?—la miro a sus electrizantes ojos azules los cuales voltea poniéndolos blancos, dramáticamente.

No estaba prestando atención a lo que decía, ni siquiera había probado bocado de mi comida ya que estaba pensando alguna forma de volver a ser la tutora de Aiden y que ahora las cosas sí funcionaran.

Lo había pensado toda la noche, lo que tenía que decir, como decirlo, que palabras usar, los pros y contras de hacerlo, etc., así durante las últimas horas del día de ayer hasta ahora. Me había llevado tanto tiempo ya que cada vez que aquel chico de ojos color azul tormenta ponía un pie en mi mente, el recuerdo de él follando a aquella chica regresaba con claridad, haciéndome enfocarme solo en eso.

Sé que era muy enfermo de mi parte seguir pensando en aquello, pero por dios, era Aiden Hale al que había visto con una chica de una manera que nunca creí que fuera a ver en mi vida. Esa escena no era algo que fuera fácil de olvidar.

Su rostro, sus gestos, los sonidos que emitía y la fuerza con la que estaba embistiendo a aquella chica.

Era algo que nunca podría olvidar y no sabía si eso me gustaba o no.

Vamos, todos sabemos que desearías haber sido aquella chica.

No...

Bueno, ¿a quién quiero engañar? Tal vez sí.

—Tierra llamando a Hefz—escuchó de nuevo a Ludo quien ahora está agitando sus manos frente a mi cara—. Por dios, hoy si que andas perdida.

—¿Que decías?—espabilo y me enfoco en ella.

—¿Nos ayudarás a escoger nuestros disfraces para el baile de Halloween?

Al darme cuanta que se trataba de eso me tranquilice. Solo era Ludo y su insistente deseo sobre esa fiesta.

—Pero si ya dijeron que no habrá baile—le recuerdo.

Parece no importarle a la pelinegra, ya que como una niña pequeña sigue insistiendo.

—¿Crees que deba ir con el comité a insistir sobre el baile de Halloween?

La miro sin creerlo y por fin pruebo bocado de mi comida.

—No lo se, ¿qué tal si te metes en un problema por insistir?—cuestiono mientras mastico un pedazo de fruta picada.

—Es lo mismo que le digo yo pero no hace caso—me sigue Adeline —. Ya sabes como es, una terca.

—Deberías enfocarte en otras cosas más importantes, ¿que tal en el examen de matemáticas que tendremos pronto? ¿No has pensado en eso?—Sammantha la mira acusatoria—Debes enfocarte más en la escuela, no todo son fiestas y alcohol—lo dice como una mamá sobreprotectora pero sé que tiene razón.

Su comentario parece disgustarle ya que hace ese gesto tan característico con su boca cada que se enoja.

—Sí, sí, digan lo que quieran pero cuando estén moviendo el trasero en el baile, no vengan a agradecer me—dramáticamente se pone de pie y toma su mochila para alejarse a quien sabe donde.

Miro a mi al rededor e Ian rápidamente capta mi atención al ver como observaba a aquella pelinegra alejarse. Se devuelve de nuevo a la mesa y al unirse nuestros ojos, solo se encoge de hombros sin saber que significaba eso.

—Tal vez solo ande en sus días, suele actuar de esa forma cada que le va a bajar—es lo único que dice.

—Ese es un comentario muy machista de tu parte, idiota—Enzo lo regaña.

—Lo siento, no lo decía con esa intensión, es solo que...—parece que duda que decir—no lo se, las cosas han estado tan extrañas y no se que le pasa.

—Uy, los tortolitos tienen problemas—Sam se burla—¿la avenida del amor se cerró?

Suelta una risa pero Ian apenas demuestra algo más que desilusión e incomodidad por todo lo que dijo.

—Tranquilo bro—Enzo palmea su espalda—, ya verás que todo se arreglará.

Sus ojos me miran por escasos segundos mientras sonríe sin gracia, y algo en su semblante parece oscureserce mientras baja su mirada hacia su plato.

—Gracias, pero como quiera no somos nada, no hay nada que arreglar entre nosotros—dictamina—, lo que tenga que arreglar que lo vaya a hacer con su imitación de...—parece volver de donde estaba y cae en cuenta de todo lo que ha dicho, nos vuelve a mirar por un segundo antes de tomar sus cosas y ponerse de pie—. Lo siento, tengo que irme.

Desaparece igual que Ludo sin saber hacia dónde va y nos deja a todos con la misma expresión de duda por no saber que es lo que pasa.

Las cosas seguían igual entre todos nosotros, y eso me dolía. Muchas cosas habían cambiado en tan pocos días y eso me preocupaba; la mayoría no le dirigía la palabra a Evan, el cual ya ni siquiera pasaba los descansos con nosotros. Ian y Ludo apenas se miraban y el ambiente de mí con aquellos dos seguía tenso ya que no me atrevía a hablar con ninguno de ellos a solas. A los demás parecía no importarles lo primero y por lo mismo no habíamos vuelto a sacar ese tema, pero el drama LudoxIanxLion era más notorio y siempre lograba llamar nuestra atención.

—¿Todo esto tendrá que ver con Lion?—Ady nos pregunta a todos.

—No lo se, pero mejor que lo arreglen entre ellos sin meternos nosotros, no causemos más problemas como la vez anterior—Sam nos lo recuerda.

Después de aquella liberación que había tenido, lo que menos me imaginé era que todo esto fuera a pasar, sabia que algunas cosas podrían cambiar, pero ver las consecuencias de lo que había causado abrir la boca me hicieron arrepentirme.

No quería más a mi grupo separado, quería que volviéramos a ser los mismos que estaban unidos hace años. En donde no había secretos ni mentiras, en donde éramos nosotros mismos siendo niños que crecían en compañía de las personas que más queríamos. ¿Que estaba pasando y porque esto me estaba doliendo demasiado en el corazón?

—Ludo tiene razón—Sammy comento—hoy andas en otro mundo.

—¿Que? Claro que no—no intenté disimular pero obviamente fallé.

—¿Que pasa? ¿Viste algo que no debías o que?—su insinuación me hizo sospechar de que si ella tal vez sabía algo.

¿Ver algo que no debía?

No lo , ¿qué tal ver al chico que me gusta teniendo sexo duro con otra chica? ¿O a mi mejor amiga, erollandose con otro chico? Se más especifica por favor, ¿o es que tu sabes algo,?

No, estaba claro que Sam no podría saber nada de eso. Me esforcé en en darle una sonrisa pero volví a fracasar.

—No es nada, es solo que hoy me darán mis resultados—me voy por la opción más convincente y la que si digo en voz alta no cusara problemas.

—¿Resultados?—Enzo frunce su ceño.

—Los del accidente—le aclaro—, Ana me dijo ayer que hablaron del hospital y que por fin ya tienen mis resultados.

—¿Quieres que te acompañemos?—Malika rápido se ofrece.

—Estoy bien, enserio, no quiero que se preocupen—lo digo aunque es una de las tantas cosas que andan por mi cabeza y me tienen preocupada.

—No nos pidas eso porque sabes que lo haremos—Sam sigue y toma mi mano para apretar la—. ¿Sabes que nunca te dejaremos sola, verdad?

—Sabes que siempre contaras con nosotros—Ady se le unió al apretón y las miré conteniendo las lágrimas.

—Lo sé, solo estoy intentando ser positiva, no quiero que nada salga mal y me estoy esforzando en cambiar todo—esnife por la nariz y los mire sintiéndome diminuta.

—Lo sabemos—Enzo se puso de pie y rodeó toda la mesa en donde estábamos hasta mi lugar. Se puso detrás de mi, y me rodeó con sus brazos por mi cuello—y ese cambio lo estás haciendo increíble, estoy muy orgulloso de ti—depósito un beso en mi mejilla y solo sonreí por su gesto.

—Si no quieres que te acompañemos esta bien, pero que no se te olvide que nos importas y queremos lo mejor para ti.

Las palabras de Ady me enternecieron el corazón y lo único que pude hacer fue fundirnos en un abrazo lleno de amor.

—Los quiero con todo mi corazón—les dije por primera vez en voz alta.

Bueno, técnicamente no había sido la primera vez que se los decía, pero este había sido tan real, tan lleno de emoción que no salió solo de dientes para afuera y fue algo que en verdad sentí que tenía que expresar con todo mi corazón.

Se quedaron callados y se miraron entre ellos como si no pudieran creerlo. De no haber visto después sus sonrisas y sus mejillas sonrojadas junto al brillo de sus ojos, habría pensado que dije algo mal. Ya sin decir algo más, nos dimos un último abrazo hasta que el timbre de la escuela rompió el momento.








Camine a toda prisa hasta la pequeña oficina de la señorita Evans y toqué la puerta antes de entrar.

—Adelante—la escuche por detrás de la puerta. Al abrir esta pude ver a la mujer de corta estatura detrás de su escritorio moviendo papeles de un lado a otro con desespero—. Señorita Romero, que gusto, ¿qué se le ofrece?

Pensé muy claro lo que tenía que decir pero como siempre me pasaba, los nervios y la ansiedad a la hora de hablar hicieron sentirme pequeña e incapaz.

Reaccione a tiempo de lo que estaba pasando y trate de borrar esos miedos que me llenaban el cerebro para poder hablar. Respire profundo y espabile, tratando de verme lo menos nerviosa posible, me pare frente a ella con mi espalda recta y coloque mis manos en una silla para recargarme y tener algo de soporte.

—Quiero que me devuelva la tutoría de Aiden Hale.

Dije clara y consista aunque en mi interior sentía que las mini yo estaban revoloteando como un gusano con sal por todo mi estómago y cerebro.

Muy bien, ya, lo dije.

Mis palabras parecieron impresionarla mucho ya que dejó todo lo que estaba haciendo en su escritorio para mirarme a los ojos sin ninguna expresión favorable para mí en su rostro.

—Señorita Romero, ya vimos como acabo eso—pronunció en tono cansino, mirándome con seriedad.

—Le prometo que eso ya no volverá a suceder—insisto.

—¿Que me lo asegura?— cruzó sus brazos sobre el escritorio de madera sin mover sus ojos de los míos.

—El que yo este aquí para asegurarlo—me enderece un poco aún de pie y prosegui—. Le prometo que lo que sucedió no se repetirá, haré lo que usted me pidió y hasta mejor—me siguió mirando aún sin decir nada—. Por favor señorita Evans, necesito que me devuelva la tutoría, se lo suplico.

Se quedó en silencio y la vi ponerse a jugar con una pluma entre sus dedos mientras devia su mirada hacia otro lugar.

No me importaba suplicar y quedar como una rogona. No me gustaba hacerlo pero de verdad queria de vuelta la turoria, la necesitaba. Tanto como para demostrar que era capaz de lograr lo que me había pedido, como para acercarme un poco más a Aiden y saber que es lo que oculta.

"—Pídeme que te folle—susurra en un tono pesado—. Vamos, pídeme que lo haga para que pueda estar en paz.

Haciendo caso de todo mi autocontrol, abro mis ojos para poder volver a verlo, ahora a él con sus ojos cerrados a unos centímetros de mi. Pongo mi mano sobre la suya, acariciando la, viendo como él suspira alterado, como si estuviera a punto de hacer algo que esta conteniendo. Dejo que recargue su frente contra la mía, su nariz sobre la mia, volviendo a ese día que me dejó en mi casa, en donde nuestras respiraciones se mezclaron a ese punto en donde ya solo era una.

—Hefziba...—le sale ronco—solo pidelo..."

Trago grueso al recordar toda su propuesta por alcohol y todo se siente igual que aquel día.

¿De verdad Aiden Hale me había pedido que me entregara a él? ¿Enserio era consciente de todo lo que dijo aquel día?

Aunque quisiera negarlo un millón de veces, había algo que me hacía querer estar cerca suyo y saber que era lo que pasaba con él. Acercarme, saber más cosas y descifrarlo. Me preocupaba y si algo le estaba pasando, quería saber que era y que lo causaba.

"—¿¡No te importo cuando me puse así después de no saber nada de ti!?—lo siento delirar—No cuando estuve buscando como un loco saber algo de ti—siento como su mano se posa en mi mejilla, sonteniendome con fuerza contra la pared—. ¿Te importa después de haberme dicho que te dejara de molestar y que te dejara en paz? ¿¡Después de haber mandado a tu amiguito para que me dijera que me alejara!? Después de todo eso, ¿¡te importa acaso que me emborrache!?"

"—Dímelo Hefziba—aprieta un poco más su agarre—¿Te importa acaso lo que haga después de haber desaparecido cuando pensé que te había encontrado?"

Sí Aiden, me importas.

Y me importas mucho.

Mi lado infantil y poco puberto se hinchaba en emoción ante la idea de poder pasar un momento con él. Si sabia como acomodar las cosas, mi yo de 13 años enamorado, estaría feliz por pasar un rato a solas con él y mi yo actual de 17 años chismoso estaría feliz por averiguar que esconde y en paz por saber que tal vez no era nada grave.

Cuando algo llegaba a llamar mi atención me volvía muy curiosa, quería descubrirlo todo y que no me quedara ninguna duda. Era por eso que la otra pequeña parte de mi quería acercarse, para así poder saber si lo que dijo aquella noche de la fiesta y todo lo que me propuso antes de vomitar era verdad o si solo lo decía por estar borracho.

Además, no quería perder la oportunidad de cursar mi lengua materna en el semestre en vez de seguir estudiando Francés.

Sea la excusa que sea, debía recuperar la tutoría a como diera lugar.

Volvió a mirarme y su rostro no me gustó para nada.

—No lo se señorita Romero, ya demostró que no pudo—sus palabras me dolieron pero no demostré que me afectaran.

—Ni siquiera tuve la oportunidad para demostrarlo—le recuerdo—. Sé que cometí un error al no informarle lo que pasaba con Aiden, pero él no me dio la oportunidad de poder darle ni siquiera una clase, él nunca se presentó, juro que tenía hasta una clase preparada pero él nunca llego.

—Si el señor Hale ya demostró que no le interesa las clases con usted, ¿porque insiste con él y no mejor pide un cambio?

Su cuestionamiento me hace quedarme callada sin poderle decir mis verdaderas intensiones al estar insistiendo tanto en esa tutoría.

Lo normal, solo quiero descubrir que es lo que esconde.

—Porque quiero demostrarle que me puedo hacer cargo de la tarea que me pidió. Porque sé que podría hacer un buen trabajo al enseñarle Italiano a Aiden, y porque sinceramente, no quiero volver a cursar Francés en lo que queda del semestre.

Ahora es ella la que se queda en silencio mientras que ahora me siento con un poquito más de confianza en mi.

—¿Esta segura de querer hacerlo?

Respiro tranquila y me siento a nada de lograrlo.

—Muy segura.

—¿De verdad?—inquiere por segunda vez y muevo mi cabeza a toda velocidad asintiendo.

—De verdad, señorita Evans, quiero de vuelta la tutoría.

Suspira como si no pudiera creerlo y se pone de pie, arreglando y alisando su falda color negro y su blusa formal color crema.

—Si tanto la quiere la tiene de vuelta.

La felicidad que escala en mi cuerpo al oírla decir aquello no tiene precio ni descripción. Juraría que soy capaz de hasta darle un abrazo por mi emoción, pero por el respeto del espacio personal de ambas, mantengo mi distancia en donde mismo.

—Señorita Evans, de verdad se lo agradezco—le expresó sonriendo—esta vez todo saldrá bien, se lo prometo, no tendrá quejas.

—Eso espero—me dice y puedo ver que quiere dibujar una sonrisa en sus labios—, solo tiene que avisarle a su compañero que la tutoría continua.

Esas palabras me hacen frenar en seco mi emoción.

—¿Yo?

—Sí, usted—dice con obviedad—, si quiere su tutoría debe ir a decirle a su compañero que volverá a impartir le clases de Italiano, de ahí se pondrán de acuerdo y todo lo demás es responsabilidad suya.

Oh ouh.

¿Porque no pensé en eso?

Había supuesto que ella hablaría con Aiden y así él se viera obligado a ir a clases, si yo lo hacía ¿qué me aseguraba que él iba a aceptar?

—¿Algún problema?

—No, ninguno.

—Entonces vaya a ponerse de acuerdo con el señor Hale—me pide ya más tranquila y se vuelve a sentar en su silla con una media sonrisa en su rostro.

—Claro señorita Evans —doy media vuelta y me dirijo hacia la puerta.

—Suerte.

La escucho antes de cerrar y salir de la sección de tutorías.

Ignorando el hecho de que tengo que hablarle, la emoción de haber logrado que me regresaran el trabajo me puso feliz y no pude evitar mandarle un mensaje a Ludo.

Yo:

¡Recupere la turoria de Aiden!

Acompaño mi mensaje con emojis de festejo y a los pocos minutos me contesta.

Ludovica Peluche:

¿Habias perdido tu turoria?

Ouh, rayos.

Con todo lo que había pasado y siendo esto tan reciente ni siquiera lo había comentado. No lo había hecho por lo mismo de que quería insistir para recuperarla. De por sí solo Ludo era la única que sabía que esa tutoría existía, y si le había mandado, había sido por la emoción del momento y por la costumbre, siempre nos contábamos todo y no había secretos entre nosotras, justo en este momento se me olvido como es que estaban las cosas.

Siento como otro mensaje llega a mi teléfono.

Ludovica Peluche:

¿Tu tutoría era con Aiden?

¿Así que por eso no me lo habías dicho?

Tenemos que hablar.

Maldigo mentalmente al darme cuenta del error que acabo de cometer por la emoción. Conociendo como es, no me dejará de molestar hasta que le diga todo.

Yo:

¿Te lo explico luego, de acuerdo?

Y si, tenemos que hablar.

Envió ese último como una indirecta o más bien, como una semilla de la que luego flocereran palabras y espero que no problemas, y si una solución.

Veo por última vez su contacto y me río por como la tengo agregada.

Es un chiste interno entre todos nosotros y es por eso que le molesta tanto que la llame por su nombre completo.

La madre de Evan, por familia de su madre, es de descendencia Mexicana. Una de las tantas veces que nos reuníamos en casa de Evan el 30 de octubre, su madre nos puso una serie mexicana que tenía un nombre muy chistoso que era; La familia peluche.

Era una burla andante de diálogos esa serie, recuerdo que nos sacaba demasiadas risas aunque algunas veces no entendiéramos completamente el doble sentido de algunos chistes.

La cosa es que el protagonista de esa serie se llamaba Ludovico P. Luche. Sam tan inteligente y atenta que era desde pequeña, noto que era la versión masculina del nombre completo de Ludo. La inocencia de aquella pequeña rubia nunca alcanzó a imaginar que al llamarla "Ludovica Peluche", esta se le iría encima a los golpes.

Ludo ha odiado desde ese momento ese sobrenombre y hasta nos ha advertido que ni se nos ocurra llamarla por su nombre completo. No sé porque razón me deja que yo la llame así pero tampoco abuso de eso y solo la llamo de esa forma cada que ella me molesta y yo le quiero devolver el gesto.

El 30 de octubre.

Tan solo faltan días para eso. Aún no había decidido si ir o no. Seguía teniendo mis dudas y además no sabía con que cara presentarme con todos ellos.

Sabia que de alguna forma era inevitable que evitara todo ese tema. Desde el hospital, ni siquiera había tenido el tiempo ni el valor de ir a visitar a mamá al cementerio. Había dejado de tener las frecuentes pesadillas, pero su recuerdo me seguía doliendo y sabía que si iba a verla, las lágrimas y la tristeza me inundarian. Tenía miedo que esa sensación de paz y tranquilidad que había tenido en la última desapareciera de solo entrar al cementerio, era por eso que había evitado de alguna manera hacerlo, así estaba más tranquila, sin presión ni preocupación, pero sin visitar a mi madre.

Me llevé la mano a mi cuello e intenté jugar con mi collar entre mis dedos. Me regañe a mi misma y me di un golpe mental por seguir haciendo eso por maña. Aún seguía sin ser consciente de que había perdido mi collar, lo había tenido conmigo toda mi vida y el haberlo perdido había sido algo a lo que todavía no me acostumbraba.

Volví a tomar mi teléfono y textee algo a Aiden.

Yo:

Tenemos que hablar, nos vemos dentro de una hora en el patio trasero de la escuela.

Volví a mi curso normal del día y continué con mis clases como si nada sin perder de vista la hora de mi celular.

Aún faltaban diez minutos para que fuera la hora que le había dicho a Aiden. Él solo se molestó con leer el mensaje y ni siquiera me contesto nada.

Aún me sentía algo mal por haberlo golpeado en el rostro. Nunca me imaginé que fuera capaz de golpearlo pero en ese momento sentía que se lo merecía. ¿Ahora? Ahora solo podía entenderlo si seguía enojado.






—¿Que haces aquí?—escucho la voz de Sam a mis espaldas.

—Esperaba a Aiden —digo sin pensar.

—¿A Hale?—asiento —Genial—dice como si no le sorprendiera.

—¿No preguntarás porqué?

Niega con una sonrisa en sus labios y se cruza de brazos.

—¿Es por lo de la tutoría, no?

—¿Que? ¿Ludo te lo dijo?—no lo puedo creer, solo le bastó menos de una hora para ir con el chisme.

—¿Ludo?—me pregunta como si no comprendiera. Asiento de mala gana un poco molesta con la pelinegra por habérselo dicho a Sam— Ah si, Ludo—se responde en un tono extraño que no se como descifrar.

—La voy a matar—murmuro entre dientes mientras Sam solo suelta una risa sonora.

—Ya sabes como es, déjala. Mejor preocupate de que Aiden llegara en cualquier momento—sacude mis hombros y reniego.

—Llevo aquí más de veinte minutos, no va a venir—guardo mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón después de ver que en realidad han sido treinta minutos.

—¿Te dejó plantada?—asiento a lo obvio—¿Y le avisaste que lo esperarías?

—Sí Sam, no soy tan tonta como para no hacerlo—suspiro frustrada y recojo mi mochila del suelo. Sam se queda en silencio y me sorprende no escucharla decir alguno de sus ya conocidos comentarios reprobatorios hacia Aiden—. ¿No dirás nada sobre él?

Me mira de nuevo como si no tuviera sentido lo que digo y caminamos de vuelta a la escuela.

—Tal vez tenía algo que hacer, ¿no te aviso?

Siento que escucho mal y me detengo en seco.

—¿Como dijiste?

—Tal vez tenía algo que hacer—repite claro y sigo sin creerlo.

—¿Ahora lo defiendes?—una sonrisa incrédula se instala en mi boca—. ¿Que paso con lo de que es un idiota sin educación y patán?

—No lo defiendo, solo intento buscar otra razón para...

—¿Para que?—la interrumpo—¿Para dejarme plantada?—me mofo—. Así es él Sam, tu tenias razón.

No la dejo decir más y vuelvo a mis clases normales antes de acabar el día. Hoy no compartimos ninguna clase juntas y pensar que Aiden me ha vuelto a dejar plantada hace que mi ánimo decaiga.

Sé que no me tengo que dar por vencida y debo intentarlo de nuevo, si quiero que ahora las cosas funcionen, tengo que luchar por ello y lograr que Aiden hable conmigo y pueda explicárselo.

El timbre de que mi antepenúltima clase ha acabado suena por toda la escuela y salgo com prisa para llegar a mi última clase que es química.

Esta es mi última oportunidad para poder hablar con Aiden, estaba pensando que podría hablarle al finalizar la clase y ponerlo al tanto de todo. También había pensado en que decirle a Ludo y en como llevaríamos las cosas, aquí si tenía que hablarle y dejarla de evitar, es mi compañera de mesa y si o si teníamos que hablar para hacer lo que sea que nos ponga a hacer el maestro.

Entre al salón y me instalé en mi asiento esperando a que a que Ludo llegara. Los microscopios y una bandeja con laminitas de vidrio estaban al frente de cada mesa, haciéndome una idea de lo que veríamos en la clase. Me entusiasmaba un poco ocupar el microscopio más que hacer el informe, bueno, siendo sincera ambas me gustaban ya que me encantaba poder detallar absolutamente todo lo que alcanzaba a ver en ese microscópico mundo.

Voltee mi vista a la mesa de a un lado y pude notar que Carlos estaba solo en su asiento. Aiden todavía no llegaba y me preocupaba que no viniera y que perdiera mi última oportunidad.

El pelinegro pareció notar mi mirada sobre él ya que volteó a verme y me sonrió abiertamente y movió su mano en una señal de saludo. Respondí rápidamente y a diferencia de él, solo le di una sonrisa de boca cerrada.

Sin si quiera darme cuenta el momento y sin saber el porqué, el asiento a un lado de él dejo de estar vacío para que la persona que estaba a un lado de él me hiciera fruncir el ceño.

A Ludo pareció parecerle lo más normal del mundo irse sentar allí y dejarme sola en la mesa. Carlos la miro y parecía tener la misma confusión plasmada en su rostro. La pelinegra solo de sonrio, una sonrisa coqueta que hizo que el rostro de el ruloso se tranquilizará y que sonriera.

Rápidamente tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Ludo buscando una explicación.

Yo:

¿Que rayos te pasa?

El aparato rápido vibra en mis manos.

Ludovica Peluche:

Hoy me apetecía sentarme con él.

Me devuelvo a mirarla sin comprender aún más e intento volver a escribir un mensaje pero no puedo.

—Señorita Romero, sabe que nada de celulares en esta clase—la voz del señor Reels me regaña.

—Lo siento maestro.

Apago mi celular y lo vuelvo a guardar en mi mochila.

Miro mi asiento vacío y al ver a Ludovica sentada con Carlos es obvio que Aiden no va a venir. El señor Reels inicia su clase y comienzo a sacar mi libreta para comenzar a hacer mis apuntes.

—Señor Reels, ¿puedo pasar?—escucho que preguntan de mala gana.

Levanto mi mirada sintiendo que se me congela todo y trago grueso.

—Señor Hale, que gusto verlo, pase—lo invita el profesor pero Aiden se queda aún de pie—, ¿Algún problema?

—No tengo donde sentarme.

Cierro mis ojos maldiciendo un poco y como si aquel acto fuera a hacer que desaparezca.

—Oh vaya, tiene razón—el señor Reels suelta una risita pero al ver que nadie se ríe se calla. Carraspea un poco y tose—. Oh mire, hay un lugar libre justo al lado de la señorita Romero, ¿porqué no va a sentarse con ella?

Abro lentamente mis ojos y rápido se encuentran con los de él.  Me mira con ese gesto sin importancia mientras siento como mis piernas no dejan de temblar debajo de la mesa.

—¿Es la única?—pregunta él.

—Si, adelante, tomé asiento—lo invita feliz de nuevo y comienza a caminar hacia mi.

Trago grueso al ver como camina con ese porte imponente y se sienta a un lado mío sin decir nada.

Siento como mis manos tiemblan y como la respiración me fuera de control. El señor Reels sigue dando su clase pero he dejado de apuntar lo que dice desde hace un rato, mis manos tiemblan demasiado como para poder escribir si quiera algo. Nos indica que es lo que tenemos que hacer y como trabajar com el microscopio.

De rato en rato, le dedico una que otra ojeada a Aiden el cual se divierte mucho jugando con un bolígrafo entre sus dedos.

—¿Hacemos el experimento—me pregunta de pronto.

—¿Me estas hablando?—lo miro de repente y contesto más a la defensiva de lo que pretendo.

—Pues si, ¿a quién más?—dice sarcásticamente.

—No lo sé, con eso de que llevas ignorandome todo el día.

Dejo las palabras al aire y jalo un poco del aparato para comenzar con el trabajo.

—Ah ¿yo?—suena indignado.

—No, la molécula del microscopio—le devuelvo el sarcasmo con una sonrisa falsa.

—Pues perdona, normalmente suelo ser más amable con las personas que no me voltean el rostro con un golpe—contraataca.

Suspiro arrepentida. Sabia que lo sacaría en cara pronto, y a decir verdad, no había planeado mucho que era lo que tenía que decir.

—Lo siento, ¿okay?—respondo de mala gana.

—Vaya, no te ganarás un premio en disculpas este año—blanqueo los ojos y termino de preparar el microscopio con la lámina de vidrio que tiene lo que estudiaremos.

—¿Que quieres que haga? ¿Que me arrodille?—lo miro arqueado mi ceja.

—Pues no sería mala idea—lo escucho murmurar por lo bajo mientras sigue jugando con ese bolígrafo entre sus manos.

—Aiden—le reclamo.

—¡Pues podrías ser sincera! ¿Okay? Seria un buen comienzo.

Vuelve a decir de mala gana y me quedo sin comprender.

—¿Ser sincera? ¿De qué rayos hablas?

—Guarden silencio por favor—el señor Reels me regaña y bajo la cabeza.

Eso parece divertirlo mucho ya que veo como sus labios dibujan una pequeña sonrisa en las comisuras. Eso me indigna un poco e insisto.

—¿Entonces?

—Guarda silencio enana, o te van a sacar de la clase— se burla y mi enojo parece divertirlo más.

No despego mi vista de él intentando conseguir una reacción de su parte que de para más. Consigo una, una que solo me hace rebusnar y sentir que saco humo; sonríe y da dos golpecitos en mi cabeza como cuando se los das a un niño que ha hecho algo bien y lo apremias.

Sin que haya caído en mi juego, lo dejo por la paz y continuó haciendo lo que nos pidieron y al final hago mis apuntes.

Al finalizar la clase el señor Reels se despide y veo que ha llegado mi momento. Ni siquiera me molesto en arreglar mi bolsa, solo espero a que todos salgan, menos él, y lo detengo justo antes de que llegue a la puerta.

En un gesto infantil, me pongo en forma de X en el marco de la puerta y cubro los espacios para que no pase, con mis brazos y piernas. Lo que hago es patético, él es más alto que yo y podría quitarme fácilmente, pero no lo hace, solo bufa molesto y blanquea sus ojos mientras retrocede.

—Esta bien, ¿quieres jugar a esto?—estira sus brazos de forma retadora— De acuerdo. ¿Porque no viniste a la escuela?

¿Que?

¿Eh?

—Después de lo del accidente—aclara—¿Porque no viniste?

Se cruza de brazos y no logro comprender porque pregunta eso ahora.

—¿Eso que tiene que ver?—inquiero.

—Responde.

—Tuve que cuidar a mi mamá, estaba en el hospital—miento, una mentira piadosa no hará daño.

—¿Tu madre o tu?

Me quedo en silencio sintiendo que las palabras se me atoran en la garganta.

—¿Yo como porque iría al hospital?—cuestiono haciéndome la desentendida.

—Uno. Tienes asma, Hefziba—enumera con sus dedos—. Dos. Tuviste un accidente en donde los policías te recomendaron ir. Tres. No soy tan idiota como para creer lo de tu mamá.

—Lo que tu creas no me interesa, Aiden, ya te dije que fue lo que sucedió y no tengo porque darte explicaciones —contesto a la defensiva.

Nos volvemos a quedar en silencio y me pregunto si alguna vez haremos algo más que pelear.

Miro mis manos algo arrepentida de como le hablé e intento formular una disculpa en mi cabeza que pueda arreglar todo de una vez por todas.

—¿Como está tu mamá? ¿Esta bien?—lo vuelvo a escuchar antes de que pueda decir algo.

Lo miro y está casi igual parado que yo; jugando con sus manos y con un bolígrafo entre ellas.

—Sí, ya está en casa.

Asiente en señal de respuesta.

—¿Como sigues de ese día?

Frunzo mi ceño por el cambio rápido que ha tenido nuestra conversación, ya que parece que no hubiésemos estado peleando.

Otra vez confundiendo me.

—Ya mejor, solo fue el susto y pues algunos moretones— hago un gesto de dolor y se acerca.

—¿Que te pasa?—frunce su ceño.

—Nada, solo...

—¿Donde te duele?—me dice cada vez más cerca, bloqueando me lo que tengo que responder.

—En los hombros— vuelvo a mentir siendo que me duele un poco el pecho por la falta de oxigenación, pelear con él me deja agotada.

—Date vuelta.

—¿Que?

—Date vuelta—repite con la voz ronca y pesada.

Dudosa obedezco y me pongo de espadas a él, sorprendiendo me completamente, sus palmas y dedos cubren mis hombros y comienza a sobarlos con sus duras pero a la misma vez, suaves manos.

—¿Así esta bien?

—Sí, está muy bien—murmuro sintiendo como la saliva me pesa.

Suspiro pesadamente por el cambio de ambiente que hemos tenido. La sensación es exquisita. Aiden masajeando mis hombros hace que cada músculo de mi cuerpo se contraiga y se caliente en una especie de anticipación. Él continua, y empieza a pasar su mano lentamente por mi espalda, haciendo que una corriente de electricidad atraviese toda mi espina dorsal.

La sensación se intensifica por todo mi cuerpo, que mientras más se tensa, también más blandito se pone.

¿En qué clase de mundo paralelo estoy y porque Aiden Hale me está acariciando los hombros?

Me pregunto comenzando me a sentir extraña por todo esto.

—¿Que hacías aquel día mirando detrás de esa puerta?—siento como susurra cerca de mi oido y su aliento eriza mi piel.

—¿Que... dices?—sus caricias me distraen y no puedo concentrarme muy bien en formar más de una oración—Aiden...

Me avergüenzo un poco de mi voz, pero joder, no son solo sus manos las que están haciendo algo. Es todo él con su presencia, su aroma y su voz. Todo eso contra la inexistente fuerza de voluntad que tengo ante él.

—Date vuelta—susurra en mi oído.

Me volteó y me toma del cuello haciendo algo de presión hasta dejarme recargada contra la orilla de la mesa. Un jadeo involuntario escapa de mis labios y ni siquiera soy consciente de porque no le he dicho que se detenga.

Porque esto te gusta y te calienta.

Asiento a lo que dice mi subconsciente mientras el sigue manteniendo su mano en mi cuello.

Siento como sus manos se cuelan por debajo de la tela de mi suéter y su fria piel entra en contacto con lo caliente de la mía, haciéndome suspirar.

Quisiera decirle que se detenga y no porque quiera que lo haga, sino porque sé que es lo correcto, pero diablos, esto se siente tan bien que no se siente que este mal. ¿Porque estaría mal? Si esto me esta gustando mucho.

Su mano vuelve a hacer otro poco de presión en mi cuello, abriendo mis labios con un jadeo. Siento su dedo pulgar acariciar mi labio inferior, apretandolo y presionando lo bajo su yema. Ni siquiera me había dado cuenta que no lo estaba mirando a la cara, hasta que persivo lo apretada y tensa que está su mandíbula, cuando vuelvo a sus ojos tiene los suyos fijos en los míos, sin perder ningún detalle.

Se acerca más y roza mis labios con los suyos, dejándome sentir lo suaves que son. Me quedo petrificada por la sensación y abro un poquito más mis labios en anticipación, esperando a que me bese, espero que el contacto llegue y cierro mis ojos dejándome llevar por el momento sin llegar a sentir nada.

Abro mis ojos un poco y con miedo, y lo primero que veo al tenerlo enfrente, es la sonrisa grande y llena de arrogancia de Aiden.

—¿Sucede algo, enana?

—¿Que...? ¿Que pasa?—pregunto aturdida.

—¿Esperabas algo?—sigue sonriendo con superioridad y aún manteniendo sus manos sobre mi cuerpo.

Este maldito...

Siento que la sangre me hierve.

—¡Eres un idiota!—grito alejandome completamente de él.

—No te lo parecía hace tan solo diez segundos—se mofa con orgullo.

Paso mis manos por mi cara con desesperación en un intento por espabilar, suspiro enojada y sintiéndome completamente humillada por todo el teatrito que acaba de montar.

Estúpida, estúpida, y mil veces estúpida.

Nos volvemos a quedar en silencio y mi mente me vuelve a llevar a hace tan solo unos minutos en donde me dijo todas esas cosas contra mi oído.

He recordado que en todo este tiempo y después de que haya quedado inconsciente ni siquiera me había reclamado lo que paso ni tampoco había mencionado nada sobre lo que pasó en aquel pasillo.

¿Acaso no lo recordaba? ¿Lo olvido?

¿Que no es lo que tu querías? ¿Que solo fueran palabras de borracho? Me grita mi subconsciente.

Tal vez, pero una parte pequeña siente un poco de lamento.

—¿Recuerdas lo que sucedió?—decido salir de dudas.

—¿De que hablas?

Auch.

—El día de la fiesta... ¿recuerdas algo de lo que sucedió?—pruebo de nuevo.

—Recuerdo el increíble polvo que me arruinaste por andar de chismosa.

Me ataca sin gracia y siento que todo lo que hay en mí abandona mi cuerpo. Todo se me nubla y siento que no veo más allá de mi coraje y del pinchazo de dolor que siento en el pecho.

—No parecía ser tan increíble si tenías esa cara de culo cuando la follabas.

No se de donde sale eso, pero lo he dicho y no se ni siquiera porque estoy tan molesta.

—¿Que es lo que acabas de decir?

Se acerca de nuevo pero esta vez no bajo la cabeza.

—¿Te duele tanto que te diga la verdad?

Solo intento provocarlo y derrochó puras palabras lastimeras para dañarle el ego.

—Ya quisieras saber tu como es que yo follo en realidad— sonríe sin gracia y su lengua se marca sobre su mejilla mientras niega con su cabeza como si no se creyera lo que digo.

Sin importarme lo bajo que quede mi dignidad o lo humillada que termine lo digo:

—¿Que no el que se muere por follarme eres tu?

Algo en su semblante cambia, algo se oscurece. Puedo ver con atención cómo su mandíbula se ha tensado, sus hombros han dejado de estar tranquilos y suben y bajan con cada respiración fuera de control que da.

Él tampoco se esperaba una respuesta así y a mi me ha dejado temblando.

Con pasos largos se acerca de nuevo a mi, llevándome contra la mesa y pegándome más a su cuerpo, me toma del cuello manteniendome cerca de sus labios y hace una leve presión.

—¿Lo que quieres saber es si recuerdo que te dije que te haría mía?—susurra sin perder contacto con mis ojos—. Porque si es así, sí, lo recuerdo.

Y aún sin soltarme, lo último que hace es unir nuestros labios en un beso.








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N/a: AAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!

AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!

AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!

(No diré más) AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!

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