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🌹CAPÍTULO 20🌹

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Sigo caminando por el inmenso pasillo, buscando una salida que no me de la entrada a la fiesta.

He intentado borrar aquella imagen de lo que presencié hace una hora, pero me ha sido inútil. La llamada con Ian solo me hizo sentirme la peor persona del mundo por haberle ocultado algo así.

Ahora, lo único que quiero hacer, es salir de esta casa, no me importa que sea sola, pero lo único que quiero es estar en mi cama, sola y tranquila, comiendo un poco de yogurt para intentar relajarme.

Esto parece no tener salida, por más vuelta que doy por los pasillos, solo salen más puertas de lo que supongo serán habitaciones. El supuesto Samuel debe tener mucho dinero como para tener esta mansión, bueno, por lo menos sus padres obviamente, porque aquí fácilmente podrían vivir más de setenta personas y estar bien servidos.

Mire mi celular el cual ya casi no tenía batería, en cualquier minuto se apagaria, necesitaba encontrar un cargador o en todo caso, encontrar a Samantha antes de que se apagara.

Abrí una puerta con la esperanza de que fuera un baño, y para mi suerte, era así.

Entre y atranque la puerta con seguro para que nadie pudiera molestar. Me senté en el retrete del baño llevando mis manos a mi cabeza, rascando mi cuero cabelludo con desesperación. Era por la falta de medicamentos, algunas veces me ponían ansiosa, y para mi mala suerte, esta fue una de ellas. Suspire intentando volver a la normalidad, tenía que tomar el control de mi cuerpo de nuevo, si quería salir de aquí debía actuar con normalidad para no levantar sospechas y que no me miraran raro.

Me puse de pie para mirarme al espejo, limpié mis lagrimas de hace un rato y eché un poco de agua para espabilar. Hice lo mismo con mi cabello, cuello y pecho, moje mis manos un poco, las sacudí y con la frescura que había quedado en mis manos, toque esas partes para quitarme el calor y que mi cerebro se pudiera enfocar en algo más que mi ansiedad.

Agradecí en estos momentos que por lo menos Sam hubiera respetado que no quería usar maquillaje, si no mi rostro sería un desastre ahora mismo. Segun ella me había puesto "bonita", aunque a mi me parecía que me seguía viendo igual, solo que con ropa que no era de mi estilo. Solo me había puesto unos jeans ajustados, una camiseta de tirantes color negra, y una chaqueta de jean. Había hecho un lindo trabajo conmigo, hasta me había puesto un paleacate color negro en mi cabello, como algún tipo de diadema. Yo sentía que me veía igual, pero según Sammy, había quedado muy hermosa.

Después de un rato, salí del baño para buscar a Sammy, las palabras de la morena se repetían por mi cabeza «La vi subir a las habitaciones de arriba, con un chico» ¿acaso me tenía que encontrar con todos mis amigos intimidando hoy? ¿Tan aburrida era mi vida que esas cosas no me pasaban?

Entre todo este laberinto de casa, cruce un pasillo y varias personas comenzaron a aparecer de la nada. Más puertas, personas saliendo, y ninguna era Sammy.

Ya un poco desesperada, a por lo menos intentar encontrar a uno de mis amigos, comencé a investigar una que otra habitación. Lamentaba mucho tener que interrumpir a las demás personas por lo que pudieran estar haciendo con otra persona allá dentro, pero yo me quería ir. Eran ellos o yo, y esta vez, me elegía a mi.

—¿Sam?—toque con mis nudillos, sin abrir la puerta. Nada. —¿Sam, estás aquí?

Seguí y seguí pero no, Sam no parecía estar por ninguna parte.

Aún sin encontrar a mi amiga, y la salida tampoco, una puerta entreabierta al final del pasillo, llamo mi atención. Sin saber el motivo ni porque, mis pies se dirigieron hasta allí, sin poder detenerme.

Llego y abusando de todo, abro un poco más la puerta para ver quién está adentro. El alma se me sale del cuerpo cuando veo que la persona que inconscientemente había buscado toda la noche, estaba aquí.

Aiden...

Detrás de una chica empotrando la con fuerza.

Sin pensarlo llevo mi mano a mi boca para callar cualquier ruido de reacción que pueda salir por lo que acabo de ver. Me recargo contra la pared de la puerta para que no me vea, sintiendo como mi corazón late a la velocidad de la luz.

Me escabulló intentando pasar para el otro lado de la puerta, logrando que no me vean. A decir verdad, están muy ocupados haciendo eso como para que me noten, así que no creo que lo hagan.

Vamos, Aiden... más por favor— la escucho gemir fuerte, dándome un poco de vergüenza.

Vete de aquí, Hefziba, tu no tienes porque estar viendo esto.

Me escondo detrás de la puerta dejando que mi lado curioso y morboso salga sin que lo desee. No se ni siquiera por que lo hago, debería estar lo más lejos de aquí dándoles su privacidad, pero no, en vez de eso, estoy observando cómo el chico que me ha gustado desde años, embiste una y otra vez a una desconocida por detrás, mientras una sensación inexplicable se establece en mi pecho.

La falta de luz del pasillo y de la habitación me ayuda a pasar desapercibida para poder seguir observando. Debo estar loca como para quedarme a presenciar esto. No es que me guste lo que estoy sintiendo, ni quiera se como describirlo, solo se que hay algo que me hace quedarme aquí a observar y sé que eso esta absolutamente mal de mi parte.

Una pizca de algo se intensifica dentro de mi, ¿celos? No. No pueden ser celos. ¿Enojo? ¿Envidia? No lo se, solo estoy sintiendo algo que me hace estar descontenta. Un calor inunda mi cuerpo al ver y escuchar como esa chica no deja de decir su nombre. Esta aferrada a las sábanas, con los ojos cerrados y con el trasero levantado hacia Aiden. Él por su lado, no se como decirlo, está... ¿concentrado?

No se cual sea la palabra correcta para llamar a Aiden en estos momentos, solo esta... ahí, dándole placer a esa chica rubia mientras mantiene su usual rostro de aburrimiento y seriedad, como si no lo estuviera disfrutando.

Más...dame más...—sigue gimiendo—amor...más duro...

¿Amor?

—¿Amor?—pregunta él, extrañado. Detiene sus movimientos esperando una respuesta, solo escucho como ella se queja por algo—¿Como me dijiste?

Amor...

Lo dice con miedo como si hubiera cometido el peor de los delitos. Ambos se quedan en silencio por un largo rato hasta que lo vuelvo a escuchar.

—Ya te he dicho que no me llames así—bufa enojado mientras le toma su cadera.

Algo en su semblante cambia, algo oscuro y aterrador se asoma por su mirada. Mueve sus caderas con fuerza, dándole arremetidas que suenan por toda la habitación. La chica comienza a gemir con más fuerza, arqueandose y comenzando a hacer sonidos exagerados por lo que supongo que es el placer. La toma del cabello dándole con más fuerza, comienza a gruñir viéndose totalmente enojado. No se lo que le pasa, es como si se estuviera desahogado de algo, como si la chica hubiera hecho algo malo al decirle así para que la este observando y embistiendo de esa forma con tanto odio y desprecio, dudo mucho que sea placer.

Un jadeo involuntario sale de mi boca sin poder callarlo, dejándome de piedra e implorando de que no lo haya escuchado. Llevo mi mano hacia mi boca de inmediato e intento cerrar la puerta para que no me vea, pero es inútil.

El ligero contacto que hacen nuestros ojos es más que suficiente para detener sus movimientos y verlo como mi pase directo para salir de ahí.

Al percatarme que me ha visto, inmediatamente salgo corriendo, intentando buscar una salida o un escondite.

Siento mi corazón latir sin control, mis pulmones hinchados a más no poder, y me siento abochornada por lo escena que acabo de presenciar. Las mejillas me arden, mis brazos me pican y siento una ligera presión en mi estomago por lo que acabo de ver.

Dios, no debí hacer eso. Soy una maldita pervertida.

Camino rapido por el pequeño pasillo de la casa, buscando una puerta que no me de a una habitación sino a un tipo de salida por aquí. A diferencia de un rato, las luces rojas, azules, amarillas y verdes han aparecido, haciendo que me sienta más deslocada de lo que ya estoy cuando parpadean intercalando los colores.

Doblo una esquina que reconozco de hace un rato sintiendo la alegría de poder encontrar la salida antes de que algo más pueda pasar. De la nada siento como algo hace que impacte contra la pared y un ligero dolor en toda mi espalda aparece por el golpe.

Hago una pequeña mueca y un quejido sale de mis labios, aguantando me lo que siento, miro hacia la fuente del golpe encontrándome lo a él, con la respiración agitada, el cabello revuelto y la camisa sin abotonar, junto con unos pantalones mal puestos.

Mierda.

Es mi fin.

Un jadeo ronco sale de mi boca al sentirlo contra mi, mirándome sin decir nada, sintiendo la vergüenza y sin saber que excusa poner por haber arruinado su momento con esa chica.

—Aiden...—apenas puedo pronunciar.

Sonríe sin nada de gracia, dándome una mirada con la que siento que me mira todos mis secretos con lo penetrante que es.

—¿Que hacías ahí?

Su aliento choca contra mi rostro y el aroma del alcohol con dulce de sandía impregna mi nariz.

—¿Estabas espiando?—susurra en un tono burlón contra mis labios mientras no puedo dejar de temblar.

—Aiden—mi voz sale muy ronca, haciéndome tragar grueso.

Intento alejarlo de mi poniendo mis manos en su pecho para empujarlo, es inútil. El agarre de sus manos que llega en mis muñecas me lo impide, es fuerte y lleva mis manos hacia la pared, a cada lado de mi cara, para acorralar me más.

—Dime, ¿estabas espiando?—insiste ansioso, susurrando más de cerca contra mi, sus labios literalmente a centímetros de mi boca, un solo suspiro con algo de movimiento bastaría como para que mis labios se encontraran con los suyos—. ¿Te gusto lo que veías?

El ardor en mis mejillas incrementa y su voz ronca causa estragos en mi piel haciendo que mis vellos se ericen.

Trago grueso al tenerlo todo sobre mi. Mi cuerpo no reacciona como quiero ante esto, pareciera como si todo estuviera fuera de servicio.

—Aiden—intentó soltarme pero fallo—sueltame por favor, estas muy borracho—susurro, mi voz siendo irreconocible de lo ronca y jadeante que sale.

Su cuerpo sigue cubriendo el mío, su piel se percibe bajo la luz ligeramente brillosa por el sudor que emana. Imágenes de lo que vi vuelven a surgir por mi cabeza, viendo una y otra vez como embestida a esa chica sin ninguna piedad.

Intento liberarme de él pero apoya todo su cuerpo contra mí haciéndome lo imposible.

—¿Te gustó lo que veías?—repite más ronco mientras siento como su pelvis se presiona contra la mía.

—Aiden, basta—jadeo con fuerzas sorprendiendome como mi cuerpo deseoso reacciona ante él—. No sabes lo que estás diciendo, solo sueltame.

Pedí sin estar muy segura de querer ser soltada. De alguna manera estaba disfrutando su tacto, su voz y su aliento sobre mi piel. Me gustaba sentirlo de esta manera, mi cuerpo reaccionaba con sensaciones que no sabía que podían aparecer. La presión en mi vientre incrementó cuando sus orbes azules miraron con intensidad los míos. 

Relamio sus labios pasando su nariz por el borde de mi mandíbula, sintiendo su respiración aún más pesada. Sentía toda mi piel arder por su presencia, ansiando que pudiera hacer algo más, imaginando mil cosas que pudieran suceder. Pedazos de mis sueños mezclados con la realidad de hace un rato hicieron que algo sucediera en mi entrepierna, algo que no comprendía mucho el porqué estaba sucediendo, pero que me hacia ansiar por más.

Mi respiración era un asco, mi boca se entre abrió intentando jalar aire pero esté salía expulsado convenido en jadeos dejando en evidencia todo lo que estaba sintiendo.

—Dime enana—susurró contra mi oído —¿quieres que te haga lo mismo?

Joder...

Toda su voz y palabras entra en mi campo de comprensión, siendo drenado hasta mis más bajos sentidos, sintiendo como cada terminación nerviosa de mi cuerpo se pone alerta, sabiendo que quieren lo mismo y no tienen que pensar la respuesta.

Sí...sí quiere.

No contradigo a mi conciencia. Esta vez tiene razón.

—Aiden, por favor, lo único que quiero es que me sueltes.

Mentirosa.

Veo como su mandíbula se tensa, las venas en sus brazo se marcan al igual que las de su cuello y frente. Su pelvis sigue recargada sobre la mía, dejándome sentir como es que su momento con la chica lo dejó mal ya que lo interrumpí.

—¿Eso es lo que quieres?—pregunta cerca de mis labios, casi sintiendo como los míos acarician los suyos—¿No quieres que te toque?

—N-no, Aiden, no quiero—mi voz trastabillo—solo sueltame.

—¿Quieres que te suelte y me quede sin la posibilidad de hacerte mía?—gruñó.

El calor sube a mis mejillas al igual que siento que algo baja por mi entrepierna. Jadeo sintiendo como su mirada me destruye toda la cordura, queriendo gritar todo lo que siento, pero quedándose atorado en mi boca por alguna razón.

—Basta...por favor—suplico sabiendo que tal vez luego me arrepentiré.

—¿Porque todo contigo tiene que ser tan difícil?—ladra—. ¿¡Porque tienes que hacer todo tan malditamente complicado!?

Siento que lo escucho mal y no comprendo. Siento que me mira con tanto desprecio que me hace sentirme pequeña entre su gran presencia.

—¿De que hablas?

—¿Quieres que te folle?—me hace atragantarme de tan solo escucharlo—¿Eso es lo que quieres? ¿¡Quieres que lo haga para que así me puedas dejar en paz!?

—Pero...

—¿¡Que tengo que hacer para poder sacarte de mi puta cabeza!?—escupe sobre mi oído—¿Eh? ¿Que es lo que tengo que hacer para poder sacarte? ¿Necesito follarte?

—Estas loco, Aiden, solo sueltame—lucho por safarme sin poner mucha fuerza.

—Eres tan molesta, tan ruidosa, tan complicada—me mira directo a mis ojos—. Me estresas, no hablas pero haces ruido, estás aquí pero no estás—se queda en silencio como si estuviera buscando algo más de que quejarse—¡eres una jodida molestia!

Su odio inexplicable hacia mi me hace hartarme hasta encontrar la fuerza suficiente para poder alejarlo de mi. Lo empujo con toda la fuerza que hallo en mi cuerpo hasta que queda contra la pared de su lado.

—¡En tu vida vuelvas a hablarme de esa forma!—ladro molesta por su forma de expresarse—No tienes ningún derecho, ni motivo ni razón como para estarme hablando así.

Me mira furioso llevándome de nuevo contra la pared, solo que con la diferencia, de que le hago frente, sin bajar la cabeza en ningún momento.

Le sostengo la mirada con fuerza, sintiéndolo como si de un animal se tratara, solo chocando su nariz con la mía, una y otra vez, como si de una pelea de quien tiene más fuerza se tratara.

—Todo contigo siempre es así—hace más presión contra mi tabique—. Lo haces todo tan difícil, tan complicado. Me estás volviendo loco con tan solo tu presencia—sus manos se presionan contra la pared, enjaulandome de nuevo.

—Ni siquiera se de que demonios hablas—me quejo—. Estas borracho, el alcohol te está cegando.

—No, no, no, no—niega sonriendo sin nada de diversión—, la única que me ciega eres tú. ¿Que demonios tienes que me haces así? ¿¡Porque tu, porque tu me haces esto!?

—Estas loco—le escupo furiosa.

—¡Loco estoy por ti!—brama—Me estoy volviendo loco por no tenerte. Me vuelve loco saber que no te puedo hacer mía.

Trago grueso sin creerme todo lo que está escupiendo por su borrachera.

—Aiden, ¿cuánto tomaste?—lo miro tambalearse.

—¿Acaso eso te importa?

Si supieras.

Lo miro y sus ojos parecieran que están a punto de explotar por todas las pequeñas venas marcadas en su esclerótica. Sus hermosos orbes azules se ven brillosos y dolidos viendo como las pequeñas gotas de agua se han formado sobre su pupila.

—¿¡Eso si te importa!?—grita—¿Te importa después de haberme estado ignorando todo este tiempo?

—¿Que?—siento que ya ni siquiera es consciente de lo que está diciendo.

—¿¡No te importo cuando me puse así después de no saber nada de ti!?—lo siento delirar—No cuando estuve buscando como un loco saber algo de ti—siento como su mano se posa en mi mejilla, sonteniendome con fuerza contra la pared—. ¿Te importa después de haberme dicho que te dejara de molestar y que te dejara en paz? ¿¡Después de haber mandado a tu amiguito para que me dijera que me alejara!? Después de todo eso, ¿¡te importa acaso que me emborrache!?

Cierro mis ojos al sentir su contacto y suspiro.

—Dímelo Hefziba—aprieta un poco más su agarre—¿Te importa acaso lo que haga después de haber desaparecido cuando pensé que te había encontrado?

—Aiden...

—Pídeme que te folle—susurra en un tono pesado—. Vamos, pídeme que lo haga para que pueda estar en paz.

Haciendo caso de todo mi autocontrol, abro mis ojos para poder volver a verlo, ahora a él con sus ojos cerrados a unos centímetros de mi. Pongo mi mano sobre la suya, acariciando la, viendo como el suspira alterado, como si estuviera a punto de hacer algo que esta conteniendo. Dejo que recargue su frente contra la mía, su nariz sobre la mia, volviendo a ese día que me dejó en mi casa, en donde nuestras respiraciones se mezclaron a ese punto en donde ya solo era una.

—Hefziba...—le sale ronco—solo pidelo...

—No...

Bajo su mano de mi mejilla, quitando la, viendo como abre sus ojos dejando los más rojos que hace un rato. Los míos se sienten húmedos, pero ni siquiera sé porque han comenzado a hacerlo. Suelto su mano y pongo la mano sobre su pecho, apartando lo de mi camino, recargando lo sobre la pared.

—Necesitas dormir—se queda callado—. Duerme, descansa y estoy segura de que lo olvidaras. No sabes lo que dices y es por todo el alcohol, tu cuerpo necesita drenarlo para que puedas volver a la normalidad.

Lo dejo en silencio pasándole a un lado pero siento como su agarre vuelve a ponerme frente a él.

—Hefziba—sale como advertencia, jadeado y ronco.

—Aiden—me sale de la misma forma.

Miro su agarre en mi muñeca y vuelvo a verlo a él. Sus ojos parecen cansados y comienzo a creer que el alcohol no es lo único que abunda en su cuerpo. Lo veo pálido, con labios secos, y las piernas le tiemblan.

Un movimiento rápido me a perpleja viendo como se dobla tomándose el estómago mientras vomita.

Me apresuro a tomarlo de los hombros para que tenga un poco de soporte. Sigue vaciando su estómago causando me sin querer una pequeña mueca de asco por todo lo que su cuerpo está expulsando. Aguanto un poco mi respiración para no oler su vómito mientas espero que termine.

—¿Que tu ya no te ibas?—las palabras se le arrastran.

—Necesitas ir dormir.

Lo enderezó pasando mi brazo por su espalda baja para sostenerlo mientras llevo su brazo sobre mi hombro para que no se caiga. Deshago el nudo del paleacate en mi cabeza y lo paso sobre las comisuras de sus labios para limpiar la suciedad que haya quedado.

—Solo vete Hefziba, no quiero verte—lucha por soltarse pero no lo dejo.

—Me iré cuando me asegure de que estés dormido—abro una puerta de una de las tantas habitaciones por aquí y lo meto.

Sigue luchando pero busco la fuerza necesaria para mantenerlo quieto y aguantarlo con ese tamaño. Lo acuesto en la cama boca arriba y escucho como se queja una y otra vez por mi presencia. Respeto su persona y no quito ninguna prenda, también trato de tocar su cuerpo lo menos posible para que no se sienta acosado o algo.

Aunque quiera, no lo dejo. No lo hago por que me importa.

Es un idiota engreído, sí.  Pero esta borracho y no sabe lo que dice y hace. Y aunque haya dicho todas esas cosas de mi, lo hago porque quiero saber que es lo que lo llevo a ponerse en este estado tan deprimente.

No es que no me enoje todo lo que dijo, solo se que en su estado de alcoholismo supongo que es algo que lo dijo sin pensar.

Sí Hefziba, eso es tan patético.

Sea como sea, la curiosidad de saber el porque de alguien como él actúa de esa manera en toda la noche y se emborracha así como si nada, me puede más como para solo abandonarlo.

Despues de tanto pelear y renegar sobre la cama, se queda dormido después de un rato, como si hubiera recibido un golpe en la cabeza.

Un sentimiento de paz y tranquilidad inunda mi cuerpo al verlo dormido.

No puedo controlar la pequeña sonrisa que aparece en mis labios al verlo de esa manera y comprobar que lo que tengo frente de mí es cierto y todo en esta noche ha sido verdad.

Me pongo de pie y camino hasta el baño para lavar el paleacate. Dejo que el agua salga del grifo y moje mis manos con la tela encima.

Me veo al espejo por tercera vez en la noche, dejándome un poco sorprendida al verme tan roja y alterada. Echo un poco de agua en mis mejillas para bajar el rubor al igual que en mi pecho que está completamente rojo. Exprimo un poco el paleacate después de haberlo lavado, dejándolo algo refrescante.

Salgo de nuevo viéndolo como lo dejé, me acerco a la cama para sentarme a un lado de él y dejo el paleacate un poco húmedo sobre la piel de su cuello, frente y mejillas. Comienza a respirar con normalidad, soltando pequeños suspiros mientras tallo la tela.

Sonrio al verlo ya que no hay ningún tipo de comparación con este Aiden al de hace aproximadamente media hora; esta dormido, en paz, y se ve jodidamente tierno. Hasta diría que parece un niño pequeño e indefenso que solo busca protección. Nada parecido al Aiden que suele demostrar todos los días por los pasillos de la escuela o de cada uno de sus partidos o en clases.

—¿Que sucede contigo, Aiden?—pregunto en voz baja mientras quito el cabello que cae en su frente.

Suspiro como tonta al verlo de esta forma, sin creerme lo que sucede. Hace apenas unas semanas habíamos cruzado nuestras primeras palabras y ahora hasta lo había arropado. Si que el universo tenía una forma rara de llevar las cosas.

Él me había salvado, y ahora me había tocado a mi, de alguna forma ayudarlo.

Las palabras de hace un rato regresan a mi mente sin siquiera pensarlo; su voz, su tono, su estado, el cuanto había tomado. No me parecía normal.

¿Que lo llevo a ponerte así esta noche? ¿Porque alguien como él tendría que emborracharse de esta manera? ¿Que no su vida era perfecta?

Eso me hizo pensar, que tal vez las cosas no son como parecen, que tal vez a veces teníamos que fingir. Lo decía yo, que trataba de aparentar a una chica sana y normal que no era. Que quería alcanzar la normalidad a la perfección, para que nadie notara lo que en realidad pasaba en mi vida. Tal vez Aiden aparentaba algo que no era él; alguien perfecto, alguien normal, alguien sin problemas, para solo ocultar algo en el fondo. Pero, ¿porque? ¿Porque alguien como él tendría que aparentar?

Sabía que todos los chicos de mi edad o por lo menos la mayoría, solía emborracharse o hasta drogarse por gusto o diversión. Pero la manera tan rara y diferente en la que había visto a Aiden hoy, me hacía pensar en que tal vez esta no es la primera y única vez que esto sucedía. Que tal vez hay una razón en el fondo y que su comportamiento tenía una explicación, una posible mala explicación.

Acariciando su mejilla por última vez, me puse de pie, y dejé el trapo húmedo a un lado. Me dirigí hacia la puerta y la abrí para salir, no sin antes darle un último vistazo sobre mi hombro.

¿Que es lo que escondes, Aiden Hale? ¿Que tan jodido es que estás?


___________________________
N/a: Holiiii *inserte GIF de Stitch*

¿Como andan?

Antes que me linchen, lo siento, tuve un bajón terrible en fin de semana y no pude escribir nada. Lo intenté, pero no quería forzar las cosas, de hecho, solo la mitad de esta capítulo me gusta, lo demás casi no, así que pido una disculpa por el posible desastre.

Pfff, bueno, yo les dije que todo se solía joder en las fiestas, ustedes pedían una, yo solo les di lo que querían.

¿Que les pareció el cap? ¿Les gustó?

¿Que pasa con Aiden? ¿Dirá la verdad o solo estará borracho?

Eso sí, tengo que admitir que me gusto que Hefz no haya caído ante Aiden, muy bien mi chingona, tu muy bien ahí. Porque si yo hubiera estado en su posicion, mmm nop, a mi no me hubiera hecho falta que me preguntara, yo me hubiera lanzado. Digo digo, asi no era *cof cof*👀

¿Damián y Ludo? ¿Pero qué Damián no es parte del triángulo? ¿Acaso falta otro? No lo se.

Si este capítulo les gustó, no se les olvide votar. Recuerden que así me ayudan a crecer con la historia y que además amo leer sus comentarios.

Sin más que decir, nos vemos en una actualización que espero y sea pronta.

Chaiwis.

-A. R.

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