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🌹CAPÍTULO 18🌹


🌹Hefziba🌹




Yo:
¿Donde estás?

Te estoy esperando.

Teníamos clase hoy en la tarde.
02:30 p.m.


Yo:
Aiden.

Aiden, enserio.

¿No vendrás?
03:05 p.m.


Yo:
Tarado
03:50

Leído.

¡Ahg!

¡Me tenía harta!

Tome mis cosas molestas, y sin importarme dañar mis cosas, las metí en mi mochila con mucha rabia al ser la segunda vez que el tarado, me dejaba plantada.

Era increíble. Un completo tonto.

«Un tonto que te gusta» ignoro a mi conciencia, viendo como mi teléfono vibra.

Instagram: Ludo_Murphy te ha enviado una historia.

Abro el mensaje, el cual es una publicación de unos libros en oferta.

Ludo_Murphy:
¿Los quieres?

Yo:
Obvio microbio
La pregunta ofende.

Gracias por mostrarme, los compraré por mi cumpleaños.

Ludo_Murphy:
Deja, yo te los regalaré.

Yo:
¿Enserio?

Miro como salen las burbujitas de su lado, indicando que sigue escribiendo.


Ludo_Murphy:
Claro.

Se lo mucho que te gusta esa trilogía.

Yo te los compraré.

Una sonrisa se cuela por mis labios, sintiendo como mi corazón late rápido por la felicidad. Niego con mi cabeza, aún con mi sonrisa divertida, pensando la verdadera razón por la que la pelinegra estuviera haciendo esto.


Yo:
¿Ahora qué hiciste, Ludovica?


Ludo_Murphy:
¿De qué hablas?

Blanqueo mis ojos.

Yo:
Siempre que haces algo y después te sientes culpable, me regalas algo antes de decirlo.

Ludo_Murphy:
Claro que no.

Sonrio y casi casi puedo escuchar ese tonillo mentiroso que siempre hace.


Yo:
Ludo.


Ludo_Murphy:
¿Que?
¿Acaso no puedo darle un regalo a mi amiga, sin haberla cagado antes?


Yo:
😑

Ludo_Murphy:
Ash.
De acuerdo, de acuerdo.
Si sucedió algo.

Sonrió victoriosa.


Yo:
¿Ahora qué hiciste?

Ludo_Murphy:
¿Porque siempre piensas que hice algo yo?

Yo:
Porque te llamas Ludo y te apellidos Murphy, ¿porque más va a ser?


Ludo_Murphy:
🙄

Yo:
Ya, dilo.
¿Que sucedió con Ian ahora?

Ludo_Murphy:
No, con él no ha pasado nada.
Lo que tengo que decirte no tiene nada que ver con él.

Yo:
¿Con quién entonces?


Nerviosa, comienzo a llevar mi pulgar hacia mis labios, y cayendo en esa antigua manía asquerosa, comienzo a morder mi uña esperando a que termine de escribir.


Ludo_Murphy:
Hefz, enserio creo que hice algo que no debía hacer.

Yo:
¿Que hiciste?

Sigo mordiendo mi uña, ansiosa y preocupada.


Ludo_Murphy:
La cague enserio.


Me quejo de dolor al llegar a la piel de mi dedo, chillo dándome cuenta que he mordido más de lo normal y he tocado la piel debajo de la uña, haciendo que arda. Chupo mi dedo como un bebé, esperando que el dolor desaparezca.

Intentando formar algo coherente con lo que me ha dicho, prefiero llamarla para que me explique.

—¿Que hace aquí?—escucho una voz en la entrada que me interrumpe. Levanto mi mirada hacia la puerta y encuentro a Tadeo, el guardia de la escuela con su usual rostro de mal humor—Son pasadas las dos de la tarde, no debería estar aquí, las clases terminaron.

—Perdón, yo...

Yo ni que nada, no quiero excusas—me interrumpe—le pediré que se retire de las instalaciones y se vaya a su casa.

Obedecí nerviosa, tome mi teléfono y mi bolso, pasándole por un lado para poder salir del salón e irme a casa.

—Ludo, voy saliendo apenas de la escuela, cuando llegue a casa debemos hablar.

Envié un audio de voz y bloquee mi celular hasta llegar a casa.

Tarde demasiado, contrario a la vez anterior, me tomé mi tiempo y no force a mi cuerpo ni a mis órganos a hacer algo que no podían. Solo camine, algo preocupada por lo de Ludo, pero tranquila en general, lo cual me hizo disfrutar el camino a casa.

Cruzo la puerta y al hacerlo, siento como mi teléfono vuelve a vibrar, lo saco de inmediato pensando en Ludo y veo su notificación en la pantalla.

Ludo_Murphy:
Olvídalo, ¿quieres?
No tiene importancia.

Yo:
???
¿Lion?

Ludo_Murphy:
Olvídalo, ¿?
No pasa nada.

Salgo del chat inmediatamente para marcarle. Solo suena y suena hasta mandarme al buzón.

Insisto tres veces más pero nada. Vuelvo al chat, y ninguno de mis mensajes son contestados.

—Maldición, Ludo, contesta—insisto una vez más, pero nada.

Marco el número de Ian, el cual, contesta de inmediato.

¿Sucede algo?

Ludo.

Un largo silencio aparece en la llamada, lo escucho suspirar tenso.

Yo me encargo— solo responde y cuelga.

Subo las escaleras hasta mi cuarto sin despegar me ni un momento de mi celular para saber alguna noticia.

La noche llega pronto, conmigo esperando una respuesta. Pasaba la media noche cuando aún no sabía nada de Ludo. No sabía cómo explicarlo. Sabía que su vida no corría ningún peligro, pero que algo pudiera haber pasado con Lion de verdad me preocupaba. No sabía ni siquiera si se trataba sobre él, pero Ludo había estado tan bien las últimas semanas y un desbalance o este tipo de actitud normalmente aparecían cuando ese idiota hacía algo.

—¿Todo bien?—la voz de Ana me saca de mi preocupación al entrar a mi cuarto.

Muevo mi cabeza en forma de asentimiento y la miro con una sonrisa ladeada en mis labios.

—Sí, todo bien.

—Vi la luz encendida, pensé que pasaba algo—niego.

—Todo está bien, solo no podía dormir.

—¿Quieres algo de tomar?—ofrece —¿Tal vez un té?

—Gracias, An—le doy una sonrisa sincera—, estoy bien, descansa. Tal vez baje por algo de tomar, pero por ahora no es necesario.

—¿Segura?

—Segura.

—Cualquier cosa estoy a lado—la escucho al salir de mi habitación.

Pienso en todo lo sucedido esta última semana. Algo habíamos progresado, al estar juntas, esa tensión que había estado desde el golpe, había desaparecido. Habia pensado mucho en como hacer las cosas, quería que ahora fueran diferentes, necesitaba pedirle una disculpa por como había actuado y poder llevar la fiesta en paz y una vida más tranquila.

Tanto pensar me había dejado agotada. Sin darme cuenta mis parpados habían comenzado a pesar, los bostezos salían de boca y comencé a acurrucarme en una0 almohada hasta quedarme dormida.

—¡Joder!—exclamó al sentir como tira de mí labio.

Sus manos aprietan mi cuerpo, su rana figura cubre totalmente la mía. Su boca devora mis labios y mis manos atacan su piel intentando acariciarlo todo.

Sus manos se meten por debajo de mi vestido. Ahora mismo no se quien soy, como soy, ni como me llamo. Todo se resume en los ricos labios que están aclamando los míos en un desesperado y hambriento beso.

Aprieto las sábanas con fuerza al sentir la cama a mis espaldas. Lo siento arriba de mi, con su torso desnudo. Sus labios han vuelto a buscar los míos y se han unido en un beso tan desesperado, que me roba el aliento.

Se pone de pie, es tan alto que estando sentada en el colchón, apenas y le llegó al abdomen.

Lo miro sacarse el cinturón del pantalón y verlo desabrochar el botón del mismo, baja la cremallera y siento como toda la saliva me pesa a la hora de pasarla.

—¿Que quieres que haga?—suelto jadeando. Toco su abdomen duro sin perder la conexión que han formado nuestros ojos.

Beso su V marcada en sus caderas, dejando ligeras mordidas por su piel, por arriba de su pantalón.

Siento su mano áspera, pero al mismo tiempo suave, en el nacimiento de mi cabello, recogiendo lo todo y formando una coleta. Inclina mi cabeza hacia atrás para volverme a encontrar con su mirada, su dedo pulgar aplasta mi labio inferior haciendo que abra la boca, lo miro ansiosa hasta escuchar que murmura tan duro y áspero que me siento desvanecer.

—Que la metas hasta el fondo, enana.

Entonces, despierto.

Jadeo tan fuerte que me tengo que sentar en mi cama para poder respirar con tranquilidad. Enciendo la pequeña lámpara de mi mesita de noche e iluminó una pequeña parte de mi habitación. Respiro por la boca intentado descifrar que rayos ha sido todo eso. Llevo mi mano a mi frente sintiendo las gruesas gotas de sudor que adornan todo mi rostro. Palmeo toda mi cara para espabilar y siento toda mi piel caliente, me siento mareada, confundida y hasta deslocada por la intensidad de lo que estaba soñando.

Maldición.

Froto mi cara en busca de intentar iluminar un poco mi aturdido cerebro, lo único que se repite en mi cabeza es esa imagen de Aiden sobre mi, tocandome, con sus labios sobre los míos, y ahora esa imagen de mi, casi casi a rodillas de él.

—Mierda, otra vez no—. Pronuncio para mi, en voz alta y frustrada. Mucho tuve con soñar con él el día que me quede a dormir con Sammy. No había llegado al extremo de soñar con esto, pero si fue demasiado vergonzoso haber soñado con Aiden mientras dormía con mi amiga, y más por ser ese tipo de sueños.

¿Que rayos me pasaba? ¿Porque soñaba con él de nuevo?

Debía admitir que había noches en las que me quedaba pensando en él y luego aparecía en mis sueños, pero eso fue hace años, cuando el todavía me gustaba. No tenía nada de sentido que estas últimas semanas hubiera vuelto a soñar con él, pensé que era normal después de todo el accidente y más por que él me salvó. Pero soñar cosas sexuales con él, no creo que este moralmente correcto.

No había soñado más que con su voz, y con una que otra escena demasiado cursi como para ser cierta. Pero soñarlo así, soñarnos de esa forma... ¡joder! Soñarlo así no estaba bien.

La imagen se sigue repitiendo una y otra vez cada que cerraba los ojos.

—Sal de mi cabeza, por favor— suplique intentando pensar en cualquier otra cosa.

El sonido de una notificación hizo devolver mi cuerpo hacia la mesita de noche.

Un mensaje de Ian aparecía en la pantalla, no dudé en abrirlo.

Ian.ith1:
Tranquila.

Ya todo está bien.

Suspire un poco aliviada, sintiendo como un peso dejaba mi cuerpo, sintiéndome más tranquila y ligera.

Me acosté de nuevo en mi cama, mirando al techo, hasta que el sueño me volvió a vencer.

Era viernes por la mañana, hoy mis clases comenzaban más tarde, solo tenía tres horas hoy, así que tenía hasta medio día para ir a la escuela.

Había despertado hace unas horas, después de haber dormido como una persona normal mis ocho horas. Sonreí como tonta al notar lo estúpido que sonaba eso, pero era verdad; me alegraba demasiado la idea de haber podido dormir más de 4 horas.

Hoy parecía ser un buen día, fin de semana, tranquilo, me sentía como una persona en donde su única preocupación era hacer sus deberes en fines de semana. La segunda sonrisa de la mañana marcaba que este día de verdad se sentía diferente, haber amanecido sonriendo fue una de las más notorias diferencias.

Salgo de mi cama para bajar y tomar mis medicamentos. Después de hacerlo y al estar abajo, decido desayunar algo ligero, siendo manzana con yogurt y un poco de granola mi opción perfecta.

Eran las 11:30 a.m. Ana sonrió alegre al verme desayunar tan bien. Mis hermanos seguían dormidos y el silencio en esta casa parecía hermoso, después de haber pasado toda una semana rodeada de ruidos y discusiones.

Subo a mi habitación después de desayunar y decido tomar una ducha para refrescarme. Afortunadamente en lo quedo de la noche, el chico de orbes azules no volvió a aparecer en mi mente, pero con la primera visita, me había dejado sudada y medio pegajosa del cuerpo, así que si necesitaba ducharme.

Ya pasaba el medio día y aunque por más que quisiera pasar todo mi día en mi cómoda pijama, para lo quería hacer hoy, necesitaba ponerme ropa limpia y estar un poco presentable.

Decidí ponerme algo sencillo, saqué mis ya muy usados jeans, junto con un suéter gris, con el logo de NASA y unos Converse blancos. Para el gusto de cierta castaña podría ser unas fachas, pero para mi, era lo más presentable que podía estar, sin perder mi desarreglado estilo.

Desenredo mi cabello, intentando que pierda ese look de nido de pájaros; estos mechones rebeldes y castaños al final quedan un poco lisos, pero sé que al momento de secarse, se encarrujaran haciéndose ondulados.

Dejo que mi cabello se seque de forma natural y como era usual, no toque mi rostro, dejándolo con ese tono tan blancuzco que me hacía parecer un fantasma. Mis mejillas no tenían color, mis labios mucho menos, la única fuente de color que tenía mi rostro eran mis ojos azules. Suspire al verlos y recordar a mi madre. Según Mario, eran iguales a los de ella. Ella decía que no, que los míos eran más bonitos y que se parecían más a los de otra persona.

Sin más que hacerme en mi rostro o cabello, baje dispuesta a hacer lo que tenía que haber hecho hace más de una semana, tome mis cosas de la escuela para no volver a subir y baje.

La vi de espaldas en la cocina, de seguro limpiando algo, me aclaré la voz para que me escuchara y volteó.

—¿Estás ocupada hoy?

—No, ¿porque? ¿Te sientes mal?— la preocupación usual en Ana se hace presente al hablar.

—No, no es eso, tranquila— aseguró asercandome a ella—lo decía porque...—esto es más difícil de lo que pensé, ella solo me mira—quería salir contigo al centro comercial.

Lo suelto cerrando mis ojos, esperando cualquier tipo de respuesta.

—¿Lo dices enserio?—la escucho soñando incrédula—¿De verdad lo dices enserio?—abro mis ojos y los suyos se ven algo llorosos y con un brillo muy lindo. Las palabras se atoran en mi garganta haciéndome asentir solamente—. De acuerdo—sonríe limpiando sus ojos— ¿a las 4 te parece bien, saliendo de la escuela?

—Sí, me parece perfecto...—no me deja terminar, cuando siento que me envuelve entre sus brazos. Tardo en reaccionar un poco, pero al final le devuelvo el abrazo.

—Gracias, Hefz—me sonríe.

—No es nada.

Camine hacia la puerta y salí en dirección a la preparatoria, con una sensación en mi cuerpo que se sentía muy bien. De verdad, no sabia que es lo que estaba pasando hoy, pero todo se sentía tan bien, tan tranquilo y tan en paz.

Como era costumbre en los días como hoy, fueron muy aburridos y sin nada fuera de lo común. Mis clases de sociales fueron aburridas, las que química pésimas y de historia ya ni hablar.

Lo único que estaba esperando era ver a la señorita Evans para entregarle unos apuntes.

En lo que esperaba que fuera la hora indicada, saque mis libros y me puse a estudiar un poco. No era mucho lo que tenía que hacer, era más de hacer uno que otro apunte más que nada, perfeccionarlo y estudiar un poco lo que había visto hoy, y hacer una bitácora sobre el avance en la clase de italiano. Eso era lo que más me preocupaba y me hacía pensar en que era lo que tenía que hacer para entregárselos a la señorita Evans, pensar en las dos veces que me había dejado plantaba y correr el riesgo de reprobar la materia me hacia enojar.

No me lo podía permitir, no tenía calificaciones excelentes en todas las materias, pero llevaba un buen promedio académico aún a pesar de haber faltado a clases algunas veces por cada sesión o chequeo que tenían que hacerme en el hospital. No iba a permitir que un chico prepotente hiciera que reprobara y menos usando mi lengua materna.

—Stronzo*—murmure bajo pensando en él, mientras hacia las cosas.

Termine haciendo unos apuntes falsos, diciendo que las clases iban de maravilla y que no tenía ningún problema al impartirlas con Hale. No quería darle méritos que no se merecía al decir que aprendía fácil y sin ningún problema, pero decidí hacerlo ya que así las clases acabarían más rápido y serviría que la señorita Evans me pusiera una buena nota de calificación a mí.

Fui hacia el aula de maestros y dejé la bitácora en el apartado de la señora Evans.

Por fin salí de la escuela y pude ver el auto de Ana esperándome en el estacionamiento. Entre y me regalo una sonrisa al verme.

—¿Que tal tu día?

—Muy normal y aburrido, pero supongo que bien—conteste.

—¿Estas lista?

—Sí.

Puso el auto en marcha hacia el centro comercial, jugué con mis dedos en todo el camino, algo nerviosa y pensando bien cada una de mis palabras y lo que debía hacer hoy.

—Estuve pensando que sería bueno pasar por tus lentes—la escuche—, no quiero que tu graduación aumente por estar usando esos lentes.

—Me parece bien— acepté viendo como se estacionaba. Me sonrió una vez más y ambas bajamos del auto.

Paseamos por los pasillos del centro comercial. Al principio fue muy en silencio, pero poco a poco comenzamos a conversar de cosas triviales e hicimos de la platica algo amena y cero incomoda.

Llegamos a la óptica a la que siempre iba, y Scott, el dueño y señor que siempre me atendía, nos saludó con una sonrisa al vernos entrar.

—Hola Ana, que gusto, Hefziba, que linda y grande estas, ¿cómo has estado?—dice él, dándome un abrazo. Scott era viejo amigo de Mario, lo conocía desde que era pequeña y había sido mi oculista desde hace años.

—Hola señor Salvatore, he estado muy bien ¿y usted?— le digo sonando alegre.

—Me da gusto que estés bien, y por favor Hefizba, llame Scott, no soy tan viejo—nos sonríe haciendo que le devuelva la sonrisa.

—De acuerdo señor... quiero decir, Scott—me infierno de nuevo.

—Pero díganme, ¿que las trae por aquí—nos dice sorprendido ya que no habíamos agendado cita.

Ana habla esta vez.

—Aqui la jovencita viene a checar lo de unos lentes de contacto—me toma por los hombros y me sacude.

—¿Enserio? ¿Lentes de contacto? ¿A qué se debe eso?—dice Scott entre risas.

—De hecho, ya no los quería—interrumpo.

—¿No?—dicen ambos al unísono, mirándome.

—No, la verdad no, solo quisiera una nueva armazón—los miro a ambos, los cuales solo me miras escépticos.

—Esta bien—dice tranquilo—¿Y que le paso a tu armazón? ¿Porque estás ocupando esta?

De solo pensarlo, revivo el miedo de lo que paso aquella noche.

—Tuve un accidente y se rompieron, así que estoy utilizando la vieja.

—Uhm de acuerdo, vamos a ver cómo está tu graduación—me pasa a esa famosa silla que todos los que hemos usado lentes conocemos, frente a ese pequeño cartel con las letras.

Revisa mis ojos y afortunadamente la armazón vieja no ha hecho que mi graduación aumente, sigue siendo la misma; 2 y 2.5. Es mucho, pero es la que he tenido desde hace un año, algo normal en mi caso. Cambió la armazón y coloco la mica adecuada. Al colocar mis lentes, el hermoso enfoque apareció en mis ojos, al fin ya no miraba puntitos ni borroso, se sentía tan magnífico.

—¿Segura que no quieres los lentes de contacto?—me pregunta a espaldas de mi.

—Yo...

—Encargalos, Hefz—me interrumpe Ana—, solo para un cambio. Puede que luego los quieras tener.

Acepte.

Él llenó los informes y los guardo.

—Dentro de unas semanas estarán listos, yo les avisaré cuando puedan venir por ellos— informó.

—Muchas gracias, Scott—Ana estrecho su mano.

—No es nada—sonríe y me da un abrazo—. Me dio gusto verte, Hefziba.

—Igual a mi a ti—me separo de él y sonrió.

—Hasta luego, que les vaya bien— nos acompaña a la salida y nos despide.

Caminamos un poco más por las tiendas y vemos una de ropa, en donde a Ana parecen brillar les los ojitos por verla. Ella ama comprar ropa, no se si eso pasaba con todas las mamás, pero parecía que tuviera una pequeña obsesión por comprar ropa y siempre tener algo que ponerse.

Como quiero dedicar este día para ella, porque se lo merece, tomo su mano para entrar, pero no se mueve.

—¿Que pasa?—la miro y la veo nerviosa.

—¿Tu quieres entrar?—me pregunta mientras ve nuestras manos entrelazadas.

—Tu quieres entrar, y yo quiero que estés feliz.

Veo como sus ojos se ven más brillosos, me sonríe y me da un abrazo de lado, reafirmando nuestro agarre de manos.

Pasamos a la tienda y mientras ella se entretiene en la sección de ropa que a ella le gusta, yo la miro con una sonrisa en mis labios por verla tan feliz. Pasa horas y horas y verdaderamente no me molesta, me pide opiniones acerca de como se le ve cierta prenda y medio la aconsejo con mis nulos conocimientos en moda.

Saco mi teléfono un rato, le mando un mensaje a Ludo para saber cómo siguen las cosas y espero. Mi teléfono suena, pero al encenderlo, no es la pelinegra la que me contesta, sino la rubia que me está mandando un mensaje.

Samantha_anderson._:
¿Tienes planes mañana?

Yo:
No, ¿por?

Samantha_anderson._:
Okey, iré mañana a tu casa

Yo:
¿Sucede algo?

Samantha_anderson._:
Mañana lo sabrás😉

—¿Que te parece esto?—dice Ana haciendo que la mire, mientras sostiene una blusa color negro, sin mangas y con un escote en V muy bajo y pronunciado. Es hermosa, pero es lo suficientemente abierta como para que se vea mi cicatriz y dudo mucho que mis pechos puedan verse bien con eso.

—No me convence—hago una mueca de desagrado. Bufa yendo a buscar más ropa.

Regresa mostrándome un crop top rojo muy bonito. Lo miro de igual forma que la blusa anterior y lo descarto. Es demasiado corto, se verán las cicatrices que tengo en el abdomen.

En esta sección no hay nada que me guste. Por eso siempre prefería ir al departamento de hombres, a veces hacían ropa mucho mejor que para las chicas, o que por lo menos, me gustaba usar a mi. Eran más holgadas, cómodas y a veces hasta más económicas que una prenda para mujer.

—¿Esta que tal—saca una blusa color vino, con mangas y esta un poco holgada, creo que puede funcionar.

—Me gusta—es de un largo normal y no se pegará a mi cuerpo. Parece buena opción.

—Haremos algo, ¿okey?—la miro atenta—te comprare dos prendas que a ti te gusten, si...

—Si ¿qué?—la miro confundida.

—Si me dejas comprarte dos vestidos—lo dice con cuidado mientras me mira con atención.

—Wow—es lo único que me sale.

—Solo si tu quieres, sino, como quiera te compraré lo que quieras.

Se apresura a decir pero la interrumpo.

—De acuerdo. Solo si me prometes algo.

Ahora es ella la que me mira con atención, haciendo que sonría.

—Que después de esto vayamos por una pizza—me sonríe ampliamente mientras me regala la más bonita de su sonrisa.

—Me parece perfecto.

—De acuerdo.

Paseamos por los pasillos de la tienda, en busca de la dichosa ropa y vestido que ella quería. Según ella, ninguno le convencía, seguimos buscando ropa, y al final, aprovechando el trato, tomé dos sudaderas; una color mostaza y una color vino de Nike.

Estaba justo por pasar a probarme las 4 blusas y los dos pantalones que había escogido Ana para mi, cuando justo antes de entrar al probador, se detiene maravillada.

—Es perfecto—dice mientras lo contempla.

Veo a que se refiere y se trata del vestido. Es lindo, color azul marino, creo que me llegaría arriba de la rodilla, tiene un moño gigantesco en la parte de atrás a la altura de la cintura, y en la parte de arriba, en el torso, tiene encaje sobre la tela, y arriba del pecho, justo en las clavículas era puro encaje, no tenía mangas y era de cuello alto.

—¿Te gusta?—me pregunta con emoción.

—Creo que podría medirmelo—le digo después de pensarlo y una sonrisa se dibuja en su rostro de inmediato.

Me metí al probador para pedirme la ropa. Estaba sacando la ultima blusa de mi cuerpo, y era la hora de ponerme el vestido. Esto era algo difícil para mí, ver mi cuerpo desnudo lo era, pero queria complacer a Ana, era parte de todo mi plan. No sabía si podía hacer eso al final, pero por cualquier cosa, quería hacerla sonreír. Solo era un pedazo de estúpida tela.

Para mi sorpresa, el vestido quedo perfecto, me queda muy pegado al cuerpo, pero por el decorado de la tela, no se nota nada mal. Me quedo impresionada, nunca en mi vida me había visto así por gusto. Ni en la cena con los Mandolini me había percibido de esta manera. Me veía bonita.

—¿Que tal?—le digo mientras abro la cortinilla del vestidor.

—Oh por dios—Dios susurra llevándose las manos a su boca—, te ves estupenda, ese vestido te queda hermoso hija—se traba y me mira fijamente—quiero decir, Hefz.

Sonrió para que cambie el gesto.

—No pasa nada, ¿estás segura que se ve bien?—doy una pequeña vuelta para que mire todo el vestido y al volverla a ver, si cara de felicidad no se ha quitado.

—Te ves hermosísima.

Me toma de la mano, dándome media vuelta y haciéndome reír.

—Esta bien, lo llevaremos— la sonrisa de Ana se intensifica.

Salimos de la tienda, y como lo habíamos acordado, fuimos a la pizzería para comer. Me alegre un poco que hubiera dejado a mis hermanos con sus abuelos. Quería que lo que sucediera hoy fuera solo con ella, quería darle este regalo, quería pedirle una disculpa, y al estar todo el día pensando en esto, me había sentido tan cómoda al haber pasado mi día con alguien como Ann.

Comemos en silencio nuestra porción de pizza. Sin poderlo contener más, solo dejo que mi lengua hable.

—Quería agradecerte por haber pasado este día conmigo.

—Creo que la de las gracias debería ser yo—deja su rebanada de pizza en su plato y me mira.

—No lo entiendes.

Las palabras comienzan a fallarme pero no doy vuelta atrás con lo que he planeado todo este día.

—Te lo debo, Ann, te lo debo demasiado—intento que mi voz salga clara, pero se comienza a quebrar—. Yo-yo he sido tan tonta y egoísta todos estos años. He sido una mal agradecida contigo y no te mereces estos tratos—veo como sus ojos se comienzan a humedecer, y no son los únicos ya que los míos se llenan también de lágrimas—. Últimamente, no ha sido mi día, creo que tampoco mi mes ni mi año—suelto ganando que se ría un poco—, pero ninguna de esas razones me excusan por haberte tratado así. Te mereces una disculpa, y te pido tu perdón.

—Hefz...—ella toma mi mano y la aprieto con fuerza.

—Solo he tenido miedo—confieso—. He tenido miedo de olvidarla, todo ha sido tan difícil, la he extrañado mucho y no quiero que piense que la dejo de querer—hipeo—. Tu has sido increíble conmigo, has sido lo mas cercano a una madre para mi, y yo no he hecho nada más que fallarte—ella me toma del rostro, haciendo que la mire directamente.

—Hefz, escucha por favor—suplica—. No te tengo que perdonar nada, ambas hemos cometido errores, yo más, por saber lo que pasaba y aún así presionarte indirectamente. No debí llamarte así, no debí de exigirte cosas como lo de Damian y mucho menos golpearte—acaricia mi mejilla con dulzura, sintiéndome una niña pequeña de nuevo—. Perdoname también por dañarte tanto pensando que te hago un bien, solo quiero que vivas, que disfrutes y que en un futuro, tengas algo lindo que recordar. Quiero que vivas tanto, que cuando seas mayor, te canses de contar anécdotas a tus hijos, de lo mucho que hiciste. No te tengo nada que perdonar, pero yo si te pido que me perdones.

Sin dudarlo la abrazo, pactando nuestro perdón, de la mejor manera. Sollozo sobre su hombro, aunque el llanto no es de dolor ni tristeza. Me aferro a ella con fuerza, sintiéndome a gusto entre sus brazos, a salvo y feliz después de todo lo que ha pasado.

Me separo un poco para mirarla y limpiar las lágrimas que llenan su bello rostro.

Si algo había aprendido esta última semana, es que algunas veces era mejor tener algo afuera que a dentro.

El haber hablado sobre lo que había sucedido con Evan, con los chicos, me había quitado de cierta forma, un peso de encima. Sabía que haber hablado sobre ello, iba a tener repercusiones en mi vida con mis amigos, pero al menos me sentía libre al no tener que guardarlo para mi. Sentía que al haberlo dicho en voz alta, había reforzado el lazo que teníamos entre todos. Siendo lo mejor de todo, la libertad que sentía mi cuerpo al confesarlo.

No, no le guardo algún tipo de rencor a Evan. No, no lo estoy protegiendo ni excusándo de sus acciones. Simplemente ya no hay rencor, ni mucho menos hay peso.

Como ya lo había dicho una vez; no, no odio a Ana, nunca podría hacerlo y nunca lo haré. No diría que nuestra relación fuera la más correcta, pero por algo se empezaba.

Después de tanto tiempo, de alguna forma me sentía en paz con ella. Me sentía en paz con mis amigos, y sentía que todo podía mejorar.

Hablar me había quitado un peso de encima, uno que me hacía sentir, respirar con claridad.

—Gracias por esta tarde, —lo duda por un momento, y lo acompleto por ella.

—Hija.










________________________
N/a: Holi holi. Hoy como que destile ternura.

¿Que tal, mis caritas de tamales? ¿Como andan?

Por fin, después de 9 capítulos, y casi un mes, hablando en tiempo de la historia, Hefziba y Ana obtuvieron su perdón.

Siento que lo tenían ya más que merecido. ¿A ustedes qué les aprecio?

Disfrute el cap, quería que fuera algo corto a comparación de los demás, pero sentía que mis castañas, merecían un poco más de letras para su reconciliación. Además de que ese sueñito... mmmm, deli....😏

Perdón para las que quedaron🤡

Se que vengo varios capítulos diciendo esto, pero ahora si, se viene lo bueno.

Spoiler: se viene una fiesta👀

Después del capitulo 17, quería darles algo relax para calmar sus corazones, pero ahora si, que empiece lo bueno😼

Prometo ya no tardar tanto en actualizar, pero tengan me paciencia.

¿Ludo, Lion, e Ian?😑

¿Aiden, porque haces eso?😑

¿Sam, que tramas?😑

Sin más que decir, espero que este capitulo te haya gustado, si es así, me encantaría saberlo con un voto o un comentario.

Ya saben que sus votos y comentarios me ponen de buen humor y me suben el ánimo para seguir escribiendo. Además de que me ayudan para que esta historia llegue a más personas.

Lxs amo❤

Chaiwis.

-A. R.

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