🌱CAPÍTULO 16🌱
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No podía creer que la persona que me había estado observando aquel día, había sido Damián.
No podía creerlo.
Aquella vez que habían venido a la casa a cenar, a la hora de irse si vi que él entraba por ahí, fue por eso que fui con tanta seguridad de encontrarlo y no equivocarme.
No se porque mi cerebro no se concentro en eso y no unió esos puntos aquella noche.
¿Damián me estaba observando aquella noche?
Sí.
¿Había alguna razón?
Probablemente.
¿Se la iba a preguntar?
Absolutamente no.
Seguía molesta con él y ya no estaba segura de que si era por lo del hospital o porque, solo sabía que estaba molesta.
Más bien, creo que era su actitud de creerse mejor y superior a los demás, la que aún no terminaba de agradarme.
Y algo que empeoraba mi estado de ánimo era que tenía que soportarlo todos los días por quien sabe cuánto solo por un capricho que Ana tenía con que fuera amable con él y socializar con alguien que no fuera mis amigos.
Después de regresar de casa de Damián, me aseguré de cerrar mi ventana con seguro y poner las cortinas para que nada se pudiera traspasar y llegara a su vista. No iba a cometer el mismo error que las otras veces.
Había sido demasiado descuidada al dejar mis cortinas abiertas todas estas semanas. Pensar en qué me pudo estar observando cuando me salía de bañar, cuando me cambiaba cada noche antes de dormir o cuando hacia cosas que solo se hacían en la privacidad de su alcoba, me revolvía el estómago de incomodidad y vergüenza.
No sabía si Damián frecuentaba el espiarme, o solo había sido solo un accidente o casualidad, aunque tampoco iba a preguntárselo. No fue como que al decirlo él hubiera negado algo o hubiera intentado darme una explicación, su única excusa fue que necesitaba cortinas más gruesas. Eso me daba mucho que pensar.
Saber que él me espió aquella tarde mientras me cambiaba, tenía una sensación extraña en mi. Me hizo pensar en demasiadas cosas, pero intenté reprimirlas porque tal vez estaban muy fuera de lo usual. El punto era que había una parte de mi que quería saber cuantas veces más lo había hecho, o si lo volvió a hacer en todo este tiempo. Debía dejar de ser tan despistada, sino, estas cosas seguirían pasando.
¿Y aún así, Ana quería que intentara socializar con él? ¿Con un chico que probablemente podría llegar a ser un acosador, además de ser un completo desconocido?
Que genial.
"Para mí es suficiente madre para ti"
Sus palabras seguían haciendo estragos en mi cerebro. Me ponían a pensar demás.
Desde que había regresado de su casa, hasta la hora de la cena, no pude pensar algo más, más que tal vez el zángano tenía razón. En la cena todo fue incómodo, ninguna de las dos dijo nada más, pero toda la tensión entre nosotras se podía sentir alrededor del comedor. Al subir a mi cuarto todo seguía igual y me costaba admitir en voz alta lo que el idiota de mi vecino había dicho.
Era una constante tortura tener que oír su voz espesa y grabé sobre mis oídos, como si de una grabación se tratara. Tal vez era la culpa de todo lo que tenía almacenado, o tal vez me estaba volviendo loca. Lo único que sabía era que toda la noche me la había pasado pensando en Damián y sus palabras, que las pesadillas y malos sueños no se presentaron en toda la noche.
Afortunadamente, hoy en la mañana que le dije a Ana que no vendría con él a la escuela, ella aceptó. Termino cediendo cuando le dije que por lo menos pudiera darles una explicación a mis amigos de porque no me iría más con ellos. Enzo y Malika habían estado llevándome a la escuela desde que había entrado a preparatoria, no podía simplemente desecharlos y ya, ellos merecían una explicación y un rotundo agradecimiento por mi parte.
El ambiente seguía pesado en el desayuno, sabía que lo que había sucedido, las palabras y el golpe no se iban a solucionar o desaparecer de la noche a la mañana, necesitábamos tiempo, y ambas necesitábamos estar por nuestro lado cada quien, teníamos que sanar un poco y poder perdonarnos lo sucedido.
Recuerdo como Enzo puso un rostro triste a la hora de decirle que ya no pasarían por mi. Pensaron que estaba molesta con ellos o que algo más había sucedido hasta que escucharon mi explicación y se quedaron serios cuando les conté las razones de Ana. No mencione lo del golpe, porque como dicen; "la ropa sucia se lava en casa". Agradecí también que su golpe no dejará marcas, así sería más fácil ocultarlo sucedido. No quería la preocupación de nadie más, ni que nadie agarrara bandos entre todos nuestros padres. Yo por un lado lo merecía, había tratado mal a Ana ya dos veces en muy poco tiempo, y tal vez la había hartado. Aunque si tenía que admitir que repetir las palabras "Ana me golpeo", en mi mente, me dolía de sobremanera, era algo muy difícil de creer.
Entre tanto pensar en todo lo que había sucedido hace solo unas horas, ni siquiera me había dado cuenta que la clase de historia estaba a punto de acabar.
La voz del señor Mollyns volvió a tener lugar en mi campo de audición al oír la palabra "baile".
Me enfoqué en lo que decía, y agradecí mentalmente al no ser la única que no prestó atención, ya que lo tuvo que repetir.
—Lamento decirles que este año, parece ser que no habrá baile ni fiesta de Halloween—dijo con fingida lástima.
Un montón de abucheos y murmullos sonaron por todo el salón al terminarlo de escuchar.
Tuve que cubrir un poco mis oídos por todos los chiflidos y gritos que los hormonales de mis compañeros comenzaron a hacer.
Adivinen quién los encabezó.
Exacto, Ludovica Murphy, la pelinegra sin vergüenza. Al voltear a verla estaba alegando sobre que era una injusticia, que no podían dejarnos sin baile. Ella y un montón de chicos más se sumaron a eso y llenaron el salón de un completo escándalo.
—¿Si comprenden que lo que hacen es una injusticia?—alegórica poniéndose de pie.
Un poco avergonzada, la mire y le hice una seña para que se callara y se sentara de nuevo. Claramente me ignoro y siguió con su enojo.
—No podemos quedarnos sin baile señor Mollyns, es una completa injusticia—se cruzo de brazos y lo miro desafiante.
—¿Y tu de que privilegios crees que gozas al estarme levantando la voz de esa manera?—él igual la miro desafiante y creo que pude volver a sentir la vergüenza que al parecer mi amiga no estaba sintiendo ya que seguía con su pose ante el maestro y toda la clase.
—No pueden hacer esto, de verdad, sigo diciendo que es una completa injusticia.
—Ludovica tiene razón—un chico de cabello rubio llamado Ryan al fondo del salón levanta su voz y apoya a mi amiga.
Ella lo mira con detenimiento y eleva su ceja.
Ouh, conozco esa expresión.
—En tu vida me vuelvas a llamar Ludovica, pedazo de adolescente con esteroides—sentenció mirándolo. El chico solo levantó sus manos en forma de rendición y sonrió coquetamente hacia mi amiga.
—A ver, callense por favor—Mollyns protesto ante el escándalo y los amando a callar—. A mi me vale un comino lo que ustedes quieran o digan necesitar, no habrá baile de Halloween y punto.
Haber dicho eso, pareció ser la mayor ofensa hacia nuestra generación. Todos se siguieron quejando y no comprendía su alboroto por un absurdo baile.
—El consejo estudiantil y los profesores nos reuniremos la próxima semana para hablar sobre el cometido y sobre lo que se hará al respecto sobre el baile. Ya callense de una buena vez—dijo un Mollyns muy malhumorado y azotó un libro sobre la mesa.
Minutos después de que nadie dijera nada, el timbre sonó indicando que la clase había terminado. Mollyns tomó sus pertenencias y salió del salón aún molesto.
Todos tomaron sus cosas e hicieron lo mismo. Las clases habían terminado por completo y ya era hora de volver a casa.
Bueno, la mayoría, yo en esta ocasión tenía que quedarme a darle clases a Aiden.
Vi como la pelinegra se acercó a mi y aun malhumorada, suspiro e intento relajarse al estar frente a mi, obviamente fracaso.
—¿Quieres que te lleve?—me pregunto como si nada.
Ahora fui yo la que la miro desafiante, ella me miró detenidamente como si no entendiera mi acritud.
—¿Que?
—¿Solo eso dirás?—la mire incrédula—"¿Que?"—la arremede y me miro sin gracia—¿Porque rayos hiciste eso Ludovica? ¡Te pudieron llevar a detención!
Levanto mi voz más de lo que planeaba y ella solo se queda en silencio, mirándome con fingida tranquilidad.
—Que a ti te deje usar mi nombre completo esta bien—inicia—, quererlo decir cada que la cague ya es avaricia.
Intenta sonar graciosa y oculto una pequeña risa por su descaro con mi rostro serio.
—Ludo.
—¿Qué Hefziba?—responde de la misma manera que antes.
—Tu no cambias—solo murmuró.
—No pueden cancelar nos el baile—se encoge de hombros—es algo muy injusto.
—Es solo un baile, Ludo, no es el fin del mundo— acomodo mis libros en mi mochila, dejando afuera solo el libro de idiomas que me dio la señorita Evans el día de ayer—. A veces me preocupas, pareces tener un problema con las fiestas.
—Muy graciosa—me mira con fingida gracia y blanquea sus ojos—. Para mi si es importante, y claro que no tengo un problema con las fiestas, eso que dices es absurdo.
Si claro, y yo no estoy enferma.
Me río en mi interior y cuelgo mi mochila en mi hombro.
—¿Nos vamos ya?—la escucho de nuevo y niego.
—No puedo, tengo que quedarme un rato más.
Digo suplicando mentalmente que no pregunte más, pero eso obviamente no sucederá.
—¿Que tienes que hacer o que?
Pensarlo aún se me hacia surreal. No le había dicho nada a Ludo sobre la tutoría con Aiden porque sabía que haría un escándalo, había intentado ignorarlo todo el día de ayer y al verla ahí con su teléfono en mano, y distraída, solo esperaba que notara ni le prestara atención a lo que iba a decir.
—Tengo que darle clases de italiano a alguien como mi prueba para la clase de idiomas.
—Uy, ¿quién es el afortunado?—dice mirando aún su teléfono.
Frunzo mi ceño.
—¿Como sabes que es un chico?—pregunto algo confundida.
—Si fuera una ya lo hubiera sabido. Como es un chico, tuviste que ocultarlo, aparte, estas nerviosa—explica sin verme a la cara—. Ya, solo dime de quién se trata.
Me preparo mentalmente para lo que se vendrá, cuando escucho que su teléfono suena y una llamada de quien sabe quién le llega. Ella se disculpa conmigo y atiende la llamada.
Salvada por la campana, bueno, por el tono. Pero, bueno, me entiendo.
Miro el reloj en la pared del salón y es justo la hora para que me vaya. Todas las clases han acabado ya y tengo que llegar al salón de idiomas para darle la clase a Aiden.
Ludo sigue con su llamada y aprovechó el momento para hacerle una seña de que me iré y salir del salón. Ella no dice nada más por estar en su llamada y yo hago un intento de correr por el pasillo para llegar al salón lo más pronto.
En todo el camino me mentalizo que todo saldrá bien. Será un clase común, tranquila y todo saldrá bien.
Entro al salón encontrándome con el vacío ahí dentro, miro la hora en mi celular y ya es hora como para que él hubiera llegado.
Al mismo tiempo de mirar la hora, recuerdo que con todo lo que sucedió, ni siquiera le dije a Ana que me quedaría más tiempo en la escuela. Para que no se preocupe, le mando un audio explicándole todo. Ella responde casi de inmediato y solo me dice que no pasa nada, que me cuide y que me desea suerte.
Me quedo un rato pensando hasta que me siento en la silla de la señorita Evans. Sigo con mi intento de querer tranquilizarme porque me conozco, y se que una vez que lo vea cruzar por esa puerta, me pondré nerviosa y actuare como una tonta
Preparo el libro y saco una libreta de mi mochila en donde preparé unos apuntes para poder enseñarle lo necesario a Aiden. Solo anote cosas básicas, como saludos, frases u objetos.
La señorita Evans pensó que esto sería fácil, pero de verdad había sido demasiado complicado planear que es lo que tenía que enseñarle. Tampoco quería ponerme en el plan de tutora, no quería que me llamara maestra ni nada de esas cosas. Desde mi parte, sería un pequeña ayuda en cosas que él no entienda sobre el idioma. Pensé que serían como las clases de matemáticas que tuve cuando iba en secundaria, solo me apoyaron en lo que yo no entendía y todo estuvo perfecto.
En las clases de italiano no llevaban un nivel superior, eran cosas básicas y quería suponer que eso Aiden ya lo sabía y comprendía. Solo sería como un pequeño empujoncito en cosas en las que a él se le dificultarán.
Comencé a jugar con un lápiz y una goma de borrar sobre la mesa. Mire mi celular en repetidas ocasiones en busca de un mensaje o algo, pero no había nada.
Eran pasadas las tres de la tarde y Aiden seguía sin aparecer, hoy era martes así que en su entrenamiento no estaba. Volví a mirar mi celular, y en señal de todo, era obvio que no iba a venir. Me había dejado plantada.
Con mi dignidad un poco baja, comencé a guardar mis cosas para poder irme a mi casa de una buena vez.
Vi como mi teléfono comenzó a sonar sobre la mesa, y la esperanza de que fuera él se presentó, pero de inmediato se borró al ver que era una llamada de Samantha. Lleve mi teléfono hacia mi oreja y su voz atravesó la línea.
—¿Donde estas? Te estamos esperando.
Eso me hace fruncir mi ceño.
—¿De que hablas?—hago notar mi confusión y la escucho suspirar del otro lado.
—Joder, ¿se te olvidó?—la escucho quejarse mientras sigo sin comprender—Hoy íbamos a ir a mi casa a pasar la tarde.
Mierda, era es cierto.
—¿De verdad lo olvidaste?—su voz se escucha molesta y maldigo mentalmente por haberlo olvidado.
—No Samantha, ahora voy.
Guardo mis cosas en nanosegundos con mi teléfono entre mi oreja y hombro, sosteniéndolo mientras con mi otra mano hago todo.
—¿Donde estas?—a ella tampoco le había comentando nada, la única que sabía de esto con Aiden era Adeline y eso porque se me había salido sin querer.
—Ahora salgo, no tardo.
Fue lo único que dije antes de colgar y de salir del salón.
Al salir de la escuela y llegar hasta el estacionamiento, pude ver a todos mis amigos, menos a Evan, esperándome.
—¿Donde estabas? Te estábamos esperando—escucho a Enzo, y lo veo recargado en el convertible rojo de Samantha.
—No se preocupen, ya estoy aquí— les digo sonriendo un poco nerviosa e intento controlar mi respiración agitada—¿Nos vamos ya?
—Si, tu te vienes conmigo—responde Samantha mirándose en el retrovisor de su auto—. Los demás se irán con Enzo y con Malika.
—¿Y Evan?—pregunta Ludo desabrochando su casco para subirse a su moto.
—Dice que nos alcanza en casa de Sam—Ian le responde mirando la pantalla de su celular y Ludo solamente lo ignora.
Veo como guarda su teléfono en el bolsillo de su pantalón e igual toma su casco, busco su motocicleta por todo el estacionamiento pero no la veo por ninguna parte. Noto lo que está haciendo, como se lo pone y se dirige hacia Ludo, sube en la parte delantera de la de ella mandando la hacia atrás. Veo como ella hace una mueca y comienza a quejarse con él. Él solo enciende la moto e intento acercarme a ellos para saber de que hablan, pero la voz de Samantha me interrumpe mis intenciones.
—Bueno, es hora de irnos—dice Vanessa apresurandonos—. Ustedes váyanse a mi casa, nosotras pasaremos por la de Hefz por sus tanques de oxígeno.
La volteo a ver sin saber de lo que esta hablando y solo la veo levantar sus hombros.
—Te quedarás en mi casa a dormir—intento decir algo pero me interrumpe—Ana ya lo sabe, solo súbete.
Me quedo un rato en silencio viendo hacia la rubia. Me subo en el asiento del copiloto, cerrando la puerta con seguro y poniéndome el cinturón de seguridad. Después de estar un rato sin que avance, volteo a verla usar su teléfono, viéndola confundida.
—¿Que carajos se cree este idiota?—la escucho decir y como en todo el día, no comprendo lo que pasa.
—¿Que sucede?—veo como mira hacia el frente y a traves del vidrio observamos como Ian le dice algo a Enzo y este baja de su coche junto con Malika y Adeline.
Ludo dice algo que no puedo escuchar antes de meterse al carro, para después hacerlo Ian y salir del estacionamiento haciendo que las llantas causen un rechinido.
Malika, Enzo y Ady suben al carro de Samantha sin decir nada, creando un silencio algo incómodo antes de arrancar. No preguntamos qué sucedió y todo el camino sigue igual, lo que sea que pase con ellos era su problema, aunque debía decir que me preocupaba el porque de tan repentinos problemas entre ellos.
Pasamos a mi casa por mi tanque de oxígeno de repuesto y antes de salir de mi habitación, mi mirada cae sobre la ventana de Damián que está cubierta por esa larga y gruesa cortina azul.
Me pregunto que estará haciendo y bajo de nuevo para subirme al carro e ir a casa de la rubia.
—Mis padres no están —dice cuando llegamos y estamos a punto de bajarnos. Solo asentimos y entramos hacia la hermosa casa de dos pisos y gran patio con picina de mi amiga.
—Bueno, y ¿qué hacemos?—Adeline pregunta detrás mío.
—Esperar a que venga Evan y que lleguen Ian y Ludo—dice Samantha.
A mi sinceramente no me agradaba la idea de que Evan estuviera aquí pero tenía que fingir porque no quería arruinar la amistad que teníamos entre todos.
—Tal vez Ian y Ludo fueron por él—digo intentando opinar algo pero Enzo niega.
—Oh no, ellos si que no iban ni siquiera a hablar— pronuncia negando con su cabeza.
—¿De que hablas?—esta vez dice Ady.
—Dejemos que ellos arreglen sus problemas—es lo único que dice el morocho—. Nosotros mejor vamos a la alberca, me muero de calor.
—Estamos en otoño—le digo algo obvia ya que en el pueblo ha estado haciendo más frío que nunca.
—Esta climatizada, solo entremos—dice quitándose la camisa y dejando su abdomen ligeramente marcado a la vista de todas.
Nosotras por nuestra parte, subimos a la habitación de Sammy para cambiarnos. Como su fuera una broma, o al menos para mi, se ve chistoso; Ady se pone un traje de baño rojo de dos piezas, dejando su pecosa y blanca piel a la vista de todos. Sammy, se coloca uno amarillo del mismo modelo que el de mi amiga, y Malika se coloca uno color verde olivo, como el color de sus ojos. Eso me causa gracia, como si por los colores se identificaran.
Yo por mi lado, usé uno blanco, aunque cubri mi cuerpo con un camisón blanco que llega a la mitad de mi pantorrilla, los trajes de baño nunca me han gustado y menos en dos piezas. Tengo que aguantar la mirada despectiva de de Sammy pero solo la ignoro, ya es mucho que me pusiera uno, aunque mi cubriera con más tela. Las cuatro bajamos a la primera planta y puedo ver un poco a lo lejos a Enzo.
No he ido por mis lentes nuevos así que tengo que seguir usando la armazón vieja, la cual no me deja ver a la perfección.
Entramos a la piscina y el agua está tibia, por lo climatizada, igual, esta a una temperatura en donde no se siente el frío de afuera, pero aún así sigue siendo refrescante.
—Evan dice que no vendrá— escucho a Enzo cuando estamos todos en la piscina—. Dice que tuvo algo que hacer con sus papás y su hermana, así que no podrá venir.
—Bueno, ya ni modo. Se lo perderá—. Dice Sammy y siento una pequeña alegría en mi pecho al no tener que convivir con Evan por hoy.
Después de lo que pareció una hora de estar en la piscina, escuchamos como la puerta de entrada se abre, dejándonos ver a Ian y a Ludo entrar como un par de niños regañados.
—Que bueno que llegan, váyanse a cambiar—Samantha les comunica y ellos suben las escaleras en completo silencio.
Me quedo callada y entonces escucho a Enzo.
—Creo que por fin se cansaron de hablar— escucho su tono y todas sonríen, dándome cuánta que tal vez lo dijo en doble sentido.
Los pelinegro bajaron rato después y para que el chiste siguiera, Ludo traía puesto un traje de bajo color negro de dos piezas e Ian un short del mismo color. Reí internamente y me sumergi un poco en el agua para mojar completamente mi cabello. No me preocupo que el camisón se transparentara, llevaba puesto el traje de baño y la confianza con mis amigos era la suficiente como para que me vieran así.
Volví a sumergir mi cuerpo en el agua y aguanté la respiración por un rato dejando que mi cuerpo flotará con tranquilidad.
Como si el agua agua tuviera algún tipo de tranquilizante, salí sintiéndome más ligera y relajada, los mire a todos platicando y talle mi rostro quitando un poco las gotas de mis ojos y pestañas. No podía hacer mucho más que observarlos a ellos haciendo cosas, no podía nadar o intentar flotar por mucho tiempo ya que me agitaba y no quería tener un ataque en un momento tan lindo que estábamos pasando. Me mantuve en la parte baja de la piscina y jugué con mis pulmones un rato para ver que tanto aguantaban.
Pasamos tantas horas dentro de la piscina que mi piel comenzó a hacerse como la de un viejito y arrugarse. No habíamos comido nada en toda la tarde y yo solo traía la medicación que había tomado en mi casa antes de subir por el tanque.
Salimos del agua y el frío viento otoñal nos atravesó haciéndonos tiritear. Samantha entró a su casa con nosotros detrás de ella y pidió pizzas para que comieramos.
Salí de ducharme y me cambié con la ropa que había traído de mi casa. Baje hacia la cocina y preparé palomitas junto con Malika para subir y ver una película. Las pizzas ya estaban en la habitación de la rubia y al subir las escaleras, pudimos ver a Enzo y a Ian con un par de refrescos y una botella de tequila. Mire a Ian enarcando una ceja y su respuesta fue una tierna sonrisa abierta y un levantamiento de hombros como un niño pequeño destilando inocencia y ternura.
Después de una larga votación sobre que ver en Netflix, decidimos ver mejor películas que una serie. Pasamos horas viendo películas de terror y fue muy divertido ver como todos estábamos espantados, en especial Ady, Enzo y sorprendentemente, Ian.
Me doblaba de la risa al verlo hacer esas expresiones tan raras. Amo a todos mis amigos, pero con Ian siempre he sentido que nuestra relación va más allá de una amistad. No lo digo en el sentido romántico, nada por el estilo. Sino que con él, el sentimiento va mas para una hermandad, en donde el siempre trata de cuidar de mi. Ian es alguien fuerte, aunque solo sea mayor que yo por unos meses, lo admiro demasiado y le tengo un gran respeto.
Admiro su fuerza, su valor, su poder y cada una de sus cualidades. Lo amo, pero como todo ser humano, tiene sus fallos y defectos.
No es muy cercano a sus padres, su madre lo abandonó cuando el era solo un niño y nunca más volvió a saber nada de ella. Su padre siempre ha trabajado, y la mayor parte de su vida, solo fue un alcohólico que lo trataba mal y lo menospreciaba, y que todo el dinero que ganaba, lo gastaba en más alcohol, sin preocuparse que un pequeño Ian no comiera nada en horas.
Ian creció con su abuela paterna, lo crió y le dio todo el amor que ella le pudo dar hasta morir. Sabía que cada quien labraba su futuro y era responsable de sus actos, pero mi pobre mejor amigo no se merecía todo el desprecio que sus padres le habían dado. Aunque la abuela Margot le diera todo su amor y atención, nunca es lo mismo, uno siempre anhela lo que no tiene, y a mi mejor amigo, le faltaba todo el amor que sus padres nunca le dieron.
A veces pensaba si esa actitud tan seca, tan fría y dominante se debía a todo el amor que le faltó cuando solo era un niño. Me preguntaba que si recibiendo el amor que él merecía, hubiera sido diferente, tal vez no tendría esa actitud, tal vez no haría lo que hace ni se metería tanta porquería por la nariz o por la boca. Solo me preguntaba que si tal vez podría ser diferente y tal vez podría ser feliz.
Un fuerte grito del demonio de la película me hizo volver a centrarme en ello y volver mi atención hacia la pantalla. Acomode mi cánula en mi nariz y me di cuenta que de tan bien que la estaba pasando, por un momento se me olvido traerla puesta, la estaba pasando tan bien, que por un pequeño momento, olvide estar enferma. Comimos demasiadas papas y palomitas, practicamente devorarmos la pizza y me sentía genial de estar pasando un buen rato con mis amigos.
Después de unas tres películas, bajaron hacia la cocina por el tequila y subieron para empezar a tomar. Por mi medicación y todo lo que implica mi enfermedad, tengo prohibido tomar alcohol o cualquiero otra sustancia que altere mi organismo. Lo único que he llegado a tomar, es un poco de vino rosa que Ana siempre compra para las fechas de año nuevo. Ingerir alcohol ni llamaba mi atención, estaba segura que aunque pudiera hacerlo no lo haría, o por lo menos no en la cantidad tan exagerada que muchos jóvenes lo hacían.
Al cabo de un rato, y con la sustancia de tequila necesaria en sus cuerpos, algunos de ellos ya estaban un poco tomados. Como uno cuando no tiene nada que hacer, piensa en muchas tonterías, ellos por tanto alcohol empezaron a jugar chupa y sopla. Un juego que consistía en pasarse una carta con la boca, evitando que caiga al suelo y esta prohibido meter las manos. Yo dije que no jugaría, pero después de tanto rogar y ver que en realidad parecía divertido, al final me convencieron.
Afortunadamente no me tocó besarme con ninguno de mis amigos, pero fue muy divertido ver como ellos si se besaban entre si al no poder sostener la carta.
—¿Que tal si jugamos verdad o reto?— escucho como Malika propone después de la última ronda del juego.
—¿No crees que ya es algo tarde?—digo mirando la hora en el reloj de la mesita de Sammy.
—Reto— dice Ludo interrumpiendo me y levantando su mano como si estuviera en una clase y pidiera la palabra.
Enzo la mira en silencio, haciendo un ademán de estar pensando, acariciando su barbilla con su mano. Silenciosamente mira a su alrededor y por fin parece tener el reto perfecto para la escandalosa.
—Te reto a besarte con Samantha—la reta y veo como ambas chicas comparten una mirada algo curiosa.
Ludo parece aceptar con facilidad, poniéndose sobre sus rodillas y acercándose a la rubia cautelosamente. Todos las miramos con mucha atención y pude notar como mi amiga rubia se nota algo nerviosa ante la presencia de la pelinegra.
Ludo acaricio sus mejillas mientras ella solo se sostenía de los brazos de ella. Lentamente comenzaron algo que nunca creí poder ver, y era a mis dos amigas besándose con mucha intensidad y pasión.
Tal vez lo que diría sonaría como un comentario muy machista, pero estaba segura que muchos chicos hormonales pagarían lo que fuera para ver como la hermosa, ardiente y extrovertida Ludovica Murphy se besaba—y no de solo un pico—con la perfecta, inteligente, y sensual Samantha Anderson.
Observe de reojo a Ian, quien solo apartó la mirada cuando Ludo estaba estampando y moviendo sus labios suavemente sobre los de la rubia y no sobre los de él. Reí internamente y solo negué con la cabeza.
—Listo—Ludo se apartó de ella y sonrió como una niña pequeña que acababa de hacer una travesura.
Miro a Sam y veo como su rostro tomó una pigmentación rojiza en sus mejillas. Levanto mi ceja en confusión y veo como Sam solo busca intentar controlar su ahora agitada respiración.
—Okey...—veo como Malika esta igual que yo e intenta cambiar de tema—. A ver Ady—dirige su mirada hacia la pelirroja— ¿Eres virgen?
Eso me causo gracia. Adeline—que sin contarme a mi—, era la chica más penosa que podía existir. Rápidamente vi como sus mejillas se pigmentaron de rojo y aseguraba que era por la vergüenza. Sabia que con la pregunta de Malika no trataba de cuestionar la o hacerla sentir presionada sobre algo, solo que, debía que admitir, éramos algo morbosos y queríamos saber algunas cosas de los otros que no nos atreviamos a preguntar normalmente.
—Joder, porque me haces esto—se queja claramente abochornada negando con su cabeza—. No, no lo soy.
—Doble tiro—levanta su mano Ludo y me río al saber a lo que se refiere.
«Doble tiro» es una de tantas reglas que según inventamos cuando chicos, solo para hacerle más de una pregunta a una sola persona en un solo turno.
Pobre Ady.
Rápidamente veo como se niega a lo que dijo la pelinegra, viéndose más alarmada que antes.
—No, no es justo.
—Callate, reglas son reglas—Ludo levanta más su voz—. ¿Con quién fue la última vez que lo hiciste?
Como si de una batalla se tratara, observo a las que son las contrincantes en una batalla de miradas, intercalando mis ojos de una a la otra sin perderme ningún detalle.
—Alan—responde apretando su mandíbula, mirando a Ludo como si ella supiera algo al respecto.
—La ultima y seguimos—dice la pelinegra sacando otra absurda regla que creamos solo para poder hacer una pregunta más— ¿Posición sexual favorita?
—¡Ludo!—se escucha suplicante.
Hasta yo siento el bochorno en mis mejillas de tan solo imaginar la respuesta. Ady ya no sabe ni para donde hacerse y no le queda nada más que responder.
—¡Adeline!
Le exige que conteste y una apenada Adeline baja la cabeza.
—De bicicleta—murmura muy bajito.
Al escuchar la respuesta, me quedo con la boca abierta sin saber que decir. Ian y Enzo casi escupen su bebida y Ludo no podía con su admiración, mostrando lo fácilmente en su rostro.
—¿Que carajos es eso?—pregunta llena de gracia.
—Ludo, esa no era la preguntaba—la escucho quejarse y se que tiene razón pero también se que Ludo no la dejara escapar.
—¿Como es esa cosa?—sigue divertida—¿te subes a una bici o algo?
Reprimo una risa mientras Adeline parece verdaderamente ofendida.
—No seas idiota—veo como le avienta una palomita haciendo que Ludo solo sonría—. Él tiene que estar parado y tu sobre una superficie acostada para que te esté dando. Se siente bien, disfrutas más por tu parte, y él puede ver como su pene entra en ti, cuando te embiste. La cosa es que tus piernas están en una posición, como si estuvieras montando una bicicleta—dice demasiado concentrada y con la vista perdida como si estuviera recordando algo.
La miro demasiado asombrada al terminar de escuchar cada palabra que dijo. Por fin parece reaccionar y nos mira de nuevo, dándose cuanta de todo lo que dijo.
—Joder.
—Me gusta como suena, creo que la intentaré— escucho como Ludo confiesa e Ian le da una mirada llena de confusión e intriga. Sin saber que más decir, nos quedamos un rato en silencio viéndonos unos a los otros.
—Bueno Hefz, tu no saldrás intacta de aquí—escucho a Enzo enfocándose en mi, convirtiéndo me en su nueva víctima.
Maldición.
—A ver dime—trato de fingir tranquilidad.
—¿Verdad o reto?
—Verdad.
Solo esperaba que no fuera tan fuerte como lo de Ady.
Veo como Ludo piensa que decir y al estarla viendo a ella escoger mi pregunta, me preocupo más al saber de lo que es capaz de preguntar.
—¿Que paso entre tu y Evan?— cuestiona un poco seria pero al mismo tiempo puedo ver su lado pervertido al hacerme ese jueguito de subir y bajar las cejas.
Sentí como cada músculo de mi espalda se tensó al pensar en lo que tenía que decir. Nunca hemos hablado sobre eso, preferí guardarmelo y que todo pareciera que nunca pasó.
—Nunca nos lo has contado, así que quiero saber—se defendio diciendo después de mi rato en silencio.
—¿Que quieren saber?—trago grueso sintiéndome un poco nerviosa.
—Todo—Ludo dice emocionada—, como empezó, que pasaba y porque terminó.
—No creo que sea buena idea—interrumpe Ian.
—Tu callate—objeta de nuevo Ludo y por un pequeño momento veo como lo mira con coraje.
Me quedo otra vez en silencio pensando muy bien en que decir. Nunca había querido decirlo para que nuestra amistad no corriera ningún tipo riesgo, tener que decirlo ahora, y por un estúpido jueguito no era lo que había planeado en todos estos años que me quede callada.
—Vamos Hefz, te lo has guardado por años—me intenta animar.
Oh Ludo, si tan solo supieras que me lo guarde por el bien de todos.
—Pues creo que todos saben como comenzó—digo después de un rato de completo silencio, mirándolos y jugando con mis manos—fue el día en el que Ludo e Ian se besaron por primera vez—veo como ellos comparten una mirada triste para regresar la a mi de nuevo.
—¿Y que más?—me pregunta Adeline.
—No lo se, todo fue tan extraño—confieso—. Él me atraía de alguna manera, no se si confundí lo que sentía o que es lo que sucedió, pero me gustaba sentir como me besaba y todo lo que causaba en mi con tan solo su tacto— cuando levanto un poco la cara, para verlos a su rostro, veo que todos me miran desconcertados—. Por Dios, teníamos 13 años, fue la primera persona que me interesó de otra forma.
—Hefziba, ¿Aiden que es o que?—al escuchar ese nombre, mi estomago da un vuelco, dando ese efecto tan conocido de él en mi.
—No se que sucedía conmigo, confundí todo, ese fue el problema—me quejo de mi misma y me estreso al recordar todo.
—¿De que hablas?
—¿Que sucedió?—escucho como Sam y Malika preguntan casi al mismo tiempo.
—Lo besaba, aceptaba sus besos, iba a casa a verme pero nunca pasaba algo más, sentía que estábamos muy chicos para hacerlo— confieso.
—Entonces ¿qué pasó? ¿Porque fue el malentendido?—pregunta Malika.
Recuerdo todo el problema. La pelea, sus palabras, todo. Como si una película fuera, aparece repetidas veces en mi cabeza haciéndolo más difícil de decir.
—Aiden—acaricio cada letra de su nombre al pronunciarlo—sucedió Aiden.
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N/a: Bueno, creo que hasta aquí dejaré todo, ya que si continuaba esto iba a tener cerca de 7,000 palabras y no lo quería hacer más extenso.
Me divertí demasiado escribiendo este capítulo, pasaron tantas cosas, se dijeron tantas cosas también y creo que el drama no faltó.
Espero con esto reponer todo lo que no he subido. La buena noticia es que ya salí de vacaciones, entonces las actualización cambiarán de ritmo a uno más rápido (espero) recuerden que también están LM y debo de encargarme de ese pequeño al igual que LNDLL.
Aquí sus opiniones de Aiden.
Aquí las de Ana y Damián.
Sammy y Ludo😏
Ludo e Ian.
Y... Evan.
Por fin van a saber que paso👀
Si este capitulo te gusto, me encantaría saberlo con un voto o un comentario.
Y bueno, creo que esto es todo por el capítulo de hoy, nos vemos en una próxima actualización.
Chaiwis.
Lxs amo❤
-A. R.
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