🌱CAPÍTULO 15🌱
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Esto no era verdad, ¿cierto?
La vida no me podría odiar tanto como para que fuera él.
Me miro sin inmutarse y con mucha autoridad, mientras yo me seguía cuestionando si la vida se había ensañado conmigo y por eso me ocurrían este tipo de cosas.
—¿Es broma, cierto?—murmure en voz alta para mí—¿¡Tú!?—me salió sin pensarlo y sin poderlo creer.
Lo miré de pie detrás de nosotras y su rostro no tenía expresión alguna.
—¿Se conocen?—escuche a la señorita Evans preguntar con mucho entusiasmo.
—Yo...yo...él...yo...él—comence a tartamudear y a intercalar mi mirada de él hacia la joven maestra que teníamos al frente.
Eso pareció divertirlo un poco ya que su rostro se suavizó al verme como una tonta sin poder hablar.
—Claro que sí lo hacen, han estado en la misma clase por mucho tiempo—sonríe y niega con su cabeza muy rápido como si no se pudiera creer lo que ella acababa de decir.
—Sí, algo así—Aiden me mira con mucha atención—. Hefziba y yo somos viejos amigos.
Trago grueso y me siento pesada al verlo sonreír de esa manera tan seca, cínica y sin humor hacia mi dirección.
¿Como es posible que no escucharan los desesperados latidos de mi corazón? ¿Acaso no escuchaban cada latido que retumbaba en mi caja torácica? Para mi parecía estar conectado a un altavoz por lo fuerte que eran.
Controlate Hefziba. No seas tan obvia.
Los mire de nuevo con nervios y pude notar ese jueguito de miradas entre ellos como la otra vez.
Él la miraba con mucha intensidad, pero sus ojos al mismo tiempo no estaban diciendo nada a la hora de mirarla, solo se sentía la pesadez. Ella por el contrario, se le notaba frustrada, casi casi podía ver como le pedía con la mirada que dejara de hacerlo.
—Señor Hale—aclara su garganta y se espabila—, que bueno que llega, debía darle las indicaciones con su nueva maestra—dice en tono severo a la hora de dirigirse a él.
—Si, como sea—vi como blanqueó sus ojos mientras yo apretaba con mucha fuerza las libretas que tenía en mis manos.
—Ya le expliqué a la señorita Romero que sus clases serán después de las clases normales, los martes y jueves—vuelve a decir— tiene que ser puntual ya que no solo estaré evaluando a la señorita Romero con su tutoría, si no que también lo estaré evaluando a usted al aprender Italiano.
Sentenció a ambos pero a Aiden no le podía importar menos, al menos eso mostraba, que no tenía la más mínima intensión de seguir así.
Tenía que darle clases a él. Tenía hablarle, a la persona que me había visto de la manera más vulnerable y más dañada. La persona que me había visto débil y sabia que estaba enferma. ¿Porque tenía que ser él?
No puedo hacer esto.
Tengo que pedir un cambio.
—Bueno, eso es todo lo que tenía que decirles—sonríe abiertamente a ambos—. Señorita Romero, si tiene alguna queja o duda no dude en decirme, se que usted más que nadie será una buena maestra con el idioma y espero tampoco tener ningún tipo de problema con usted—apunto a Aiden.
¿Debía decirle que no quería hacer esto? ¿Decirle que preferiría mil veces a seguir estudiando francés a tener que pasar tiempo a solas con Aiden?
Maldición, ¿cómo iba a darle clases, si a su alrededor no soy capaz ni de pronunciar palabra?
—Usted señor Hale, no cause problemas, ya mucho tenemos que hablar nosotros dos a solas—dejo dos libros sobre la mesa y se dirigió a la puerta.
—Señorita Evans—digo detrás de ella antes de que salga—yo...yo no puedo...
Me da una mirada recelosa como si estuviera diciendo una tontería y me toma de los hombros.
—¿Cual es el problema?
—No puedo hacerlo, no con él, no soy muy buena hablando, y tengo miedo de no cumplir le a usted lo que me pide—confesé sintiéndome de verdad asustada.
—Señorita Romero, usted me agrada, y pensé que poniéndole una simple tarea usted lo entendería—me disgustó al oírla—pensé que era capaz de más y podría hacer estas cosas tan sencillas, no que era una niñita pequeña, la cual no puede hacer nada. ¿Acaso ni una simple tarea puede hacer bien?
La escucho sin creerlo y mi molestia crece más.
Ella me ve como una inútil, como una enferma, ve que soy inservible y que ni esta pequeñez puedo hacer.
«Te ve como te ven los demás» mi subconsciente tiene razón. Ella me veía como a una inútil.
No lo era, ¿cierto?
¿Yo enserio podía hacer esto? ¿De verdad?
Unas ganas de callarle la boca a esa mujer surgieron al ver la poca fe que tenía en mí. De pronto quería demostrarle que era capaz de hacer algo por mi misma. Y no era por ella, era más bien por mi, tenía que demostrar que yo no era solo un par de pulmones perforados y dañados y que podía hacer algo que valiera la pena como enseñarle Italiano al engreído de allá.
La mire con determinación e implorando al cielo que esto no saliera mal. Me puse firme y aseguré.
—Esta bien, le daré clases a mi compañero.
Ella sonrió de nuevo, como si lo que me había dicho no hubiese sido pronunciado.
—Me alegra escuchar eso señorita Hefz, va a ver como todo esto será bueno para ambos.
Sin más, salió del salón dejándome con el chico que aceleraba mis latidos.
¿Bueno para los dos? ¿De qué habla?
Me giré hacia él que estaba con su teléfono entre sus manos. Intente no detallar lo tanto para que mi mente no me sacará de este lugar.
Me concentré en lo que iba a hacer, tenía que tener la cabeza fría si quería que esto funcionara. Debía de dejar un momento mi burbuja aunque no quisiera y aunque fuera un idiota, tenía que convivir con él. No por él, no porque quisiera, sino por mi calificación.
—¿Quieres hablar sobre lo que haremos?—intente acercarme un poco pero aún así mantuve una distancia prudente entre nosotros.
Se me quedo mirando como si no entendiera el porque le estoy hablando, soltó su celular por un momento y lo guardó en el bolsillo de su pantalón.
—Haz lo que quieras, no tengo tiempo para esto—sin poder objetar nada, me paso por un lado y salió del salón.
Suspire resignada, sintiendo vergüenza por haberme dejado sola, me senté en la silla de la maestra y esperé un rato adentro para que al salir no me lo topará de nuevo. Jugué con los lápices de la mesa y vi como el reloj avanzaba poco a poco hasta poder salir.
—¡Mamá! Hefz ya llegó—escuche las voces de mis hermanitos por ma casa, a la hora de poner las llaves sobre la mesita de la entrada y cerrar la puerta.
Vi a Rosa, ka señora que le ayudaba a Ana con la limpieza y con los niños salir del cuarto de juegos de los niños con una canasta de ropa sucia en las manos.
¿Como llegaba ropa sucia ahí? Solo era un cuarto para jugar.
De pronto, la imagen de Tyler en calzoncillos de dinosaurios pasó frente a mi corriendo de un lado a otro, diciendo que no se quería duchar.
Negué con mi cabeza muy divertida. Taylor salió detrás de él en unos calzoncillos muy similares dirigiéndose tranquilamente hacia el baño mientras hacía pequeñas burbujitas de baba.
Eso me hizo fruncir mi nariz un poco por el desagrado, pero fue una escena muy tierna a decir verdad.
Mire la hora en el reloj y era justo a tiempo de que tomara mi medicación de la tarde.
Deje mi mochila en la entrada de las escaleras y me dirigí hacia la cocina por un vaso de agua.
—Damián ya me dijo que no lo llevaron a la escuela— fue lo primero que mencionó Ana a la hora de que entrara por la cocina.
Así que aparte de castroso, bocón.
Blanquee los ojos y pase de largo para tomar un vaso y llenarlo con agua del grifo.
—Nunca mencione que lo íbamos a llevar—me defendí restandole importancia antes de llevar las patillas y el agua a mi boca.
Al parecer Ana no quería dejar ese tema, ya que ni siquiera viendo que estaba con lo de la medicación guardo silencio.
—Hefziba, te he dicho mil veces que tienes que ser amable con él, tienes que ser agradecida con el muchacho.
Me hizo pensar que tan maravillada la tenía Damián para que lo defendiera de esa manera. Si tan solo supiera que no es el chico amable que pretende ser y es un insoportable que solo se la pasa molestando me, no sabría si seguiría pensando de él lo mismo que ahora.
—No tengo porque serlo— escuche como resoplo frustrada—él no es el chico amable que pretende ser. Es insoportable y grosero, de verdad no es como se muestra contigo, conmigo es diferente—confesé.
—¿Diferente en que?—resongo como si no creyera lo que estaba escuchando.
—Fue grosero conmigo en el hospital—es lo único que dije.
Ana resoplo y se cruzó de brazos tomando una postura de madre regañona.
—No importa si fue malo contigo—escucharla decir eso me ofende, lo muestro en mi rostro y se corrige—lo que quiero decir, es que, esta mal lo que hizo, que no se que hizo pero esta mal. Pero Hefz, literalmente salvo tu vida, un poquito de reciprocidad y empatía no estaría mal.
—Empatía es la que él también debería dar—contraataque—hasta que no se disculpe no puedo ser amable ni recíproca con él.
Sentencie sin dar tregua alguna de lo que dije, le pase a un lado en busca del refrigerador y tome una cuchara de los cajones que estaban a un lado.
—Pues no me parece Hefz—la volví a escuchar—¿que hablamos con eso de ser rencorosa?
No conteste, seguí buscando entre las cosas que había en el refrigerador lo que tanto quería comer pero no encontraba por ningún lado aquí adentro.
—No me ignores Hefziba—me llamo con fuerza y voltee hacia ella. Estaba recargada en la mesa de mármol blanco que estaba en el centro de la cocina mientras yo había dejado de buscar lo que quería.
—¿Ya no hay más yogurt?— dije como si nada, vi que me miro molesta pero sinceramente no me importaba mucho lo que dijera acerca de Damián, ya lo había dicho, me tenía que pedir disculpas para poder estar bien. No iba a cambiar lo que había dicho.
Vi su enojo por mi actitud tan tajante pero no pensaba retractarme, ella lo sabía y eso pareció molestarle más ya que ka escuche decir.
—Damián se irá contigo todos los días a la escuela—la mire molesta por el tono en que me estaba hablando.
—No puedo disponer así de mis amigos—intente controlar mi voz para que no sonara a grito, pero se escuchaba obvio el reclamo.
—No hará falta—no me gustaba el tono con el que me estaba hablando—Damián te llevara todos los días en tu coche, Malika y Enzo ya no lo harán.
—¿Estas bromeando, verdad?—espere en busca de una respuesta pero se mantuvo en esa posición rígida y en silencio.
Eso me hizo molestarme de sobre manera. Ella no podía estar disponiendo así por así como si se tratara de su vida y no de la mía.
Con coraje di pasos certeros hacia ella para dejarle en claro mi descontento.
—¡No puedes hacer eso!—me altere demasiado. Podía con facilidad, sentir como mi corazón latía fuertemente hasta escuchar mis latidos sobre mis oídos—¡Damián no es un puto niño como para estarlo cuidando y tu no eres mi madre como para que te comportes como una puta manipuladora!
Entonces todo cambió. Lo que nunca había pasado sucedió.
La mano de Ana había impactado contra mi mejilla haciendo que sonara casi por toda la cocina. Lleve mi mano hacia mi mejilla que de seguro estaría roja para acariciarla y pude sentir el calor que mi piel estaba emitiendo por el golpe.
Mi enojo comenzó a incrementar pero intente controlarlo lo más que pude para ya no tener más problemas con ella. Una pequeña lagrima se quedó atrapada en mi ojos sin poder creer que Ana me había golpeado.
—Hefz... yo, lo siento—se disculpó intentando acercarse a mí.
Eso fue inútil, esta vez sentí que todo estaba mal, se había pasado con lo de Damián, y no se me hacia justo. Pero el que se atreviera a darme un golpe, eso sí que no se lo iba a permitir.
Un dolor, no físico, sino más bien en mi pecho se atravesó, de alguna manera, el que ella me hubiera pegado, me había tomado demasiado por sorpresa. Ni siquiera sabía que era esto que sentía, no sabía si era enojo, decepción, dolor, o que rayos estaba sintiendo. Ni siquiera dije nada, solo para no hacer más escándalo, subí a mi habitación para encerrarme y estar sola.
Atranque la puerta con seguro detrás de mí para que nadie me molestara. Me acosté en mi cama y conecté mis audífonos a mi celular para poner música y desconectarme de todo lo que me rodeaba, me conecté a mi tanque de oxígeno y cerré mis ojos para relajarme e intentar olvidar lo que había pasado.
Pasaron las horas y no fui consiente de ese tiempo hasta que las canciones de mi lista de reproducción se habían empezado a repetir de nuevo.
Tome mi teléfono para detenerlas y mire la hora; las 5:10 p.m.
Con todo el tiempo que había pasado ahí, había olvidado la discusión con Ana, no mi enojo, aunque ya había menguado, pensar en lo que había dicho se me seguía haciendo injusto, no quise tomarle tanta importancia al golpe, la verdad es que seguía estando muy confundida por como sentirme. De alguna manera sentía que lo merecia, le había faltado al respeto a ella, así que tal vez me hacia falta un escarmiento.
Como lo dije, no sabía cómo sentirme, estaba muy confundida y mi cerebro, con todas las noticias de este día, estaba demasiado cansado como para pensar con claridad.
Sin estar muy segura de hacerlo, me levanté de mi cama y quité mi cánula para salir de mi habitación por mi ventanal. Baje las escaleras de mi balcón y subí por el de la casa de a lado, que era igual al mío para tocar la ventana.
Con el valor aún en mi cuerpo, tomé un postura seria y desafiante para que cuando me viera, tener la reacción acusatoria y seria que quería demostrar para que dejara de ser un mandilon e irle a llorarle a las faldas de Ana.
Escuche como le quitaba el pestillo a la ventana pero no la abrió. Me quedé esperando que lo hiciera pero al no hacerlo, jale la puerta de vidrio y la cortina azul marino y gruesa me estorbaba en la entrada.
La jale y quite de mi camino para presentarme ante él y lo vi en pantalones negros y sin camisa, dándome la espalda a unos metros de mí.
—Que bueno que llegas—pronuncio aún dandome la espalda.
Frunci mi ceño al no tener la menor idea de lo que estaba hablando ni haciendo.
—Te estaba esperando...— dio media vuelta, volteando se hacia mi y la actitud de galanazo que tenia, fue reemplazada por una expresión de desagrado y total sorpresa—¿¡Tu que carajos haces aquí!?
Lo miré aún sin comprender y entonces caí en cuenta de que no me estaba esperando a mí, de que estaba así por alguien más.
Blanquee los ojos mentalmente al verlo en esa actitud tan tonta y seguí en mi postura desafiante.
—¿Porque fuiste de lame botas con Ana?—pregunte cruzándome de brazos.
Todo ese problema con ella había empezado por su culpa. Desde que había llegado, Ana se había enfocado en que lo tratara, y ahora, por haber ido de chismoso, estábamos aún más peleadas con la otra.
—¿Tu que haces aquí, Hefziba?—lo vi ir por una camisa de botones en una tonalidad verde oscura que estaba extendida en una silla. Se la colocó sin abotonarla y me miró serio y con ese rostro y ojos tan inexpresivos.
—Tu me dejaste entrar, Don "que bueno que llegas"—me le burlo por su absurda actitud y veo como tensa los músculos de su cuerpo en esa pose molesta.
—Bueno, y aparte de joder, ¿qué es lo que quieres?—me preguntó fingiendo amabilidad y me enfoque de nuevo a lo que venía.
—¿Porque fuiste de niñita a decirle a Ana lo de la escuela?
Se queda en silencio mirándome con frustración. Lo detalló un poco viendo la lampiña y blanca piel que adorna su pecho, es todavía más blanca que la de su cara, esta demasiado flacucho, las clavículas se le marcan en la piel y podría asegurar que las venas en los brazos también porque debajo de esa piel demasiado clara, todo podría notarse. Además porque unas líneas en tonalidades verdes y azuladas se marcan debajo de la piel en donde esta su V, cerca de la orilla de su pantalón .
¿Que hago mirándolo ahí?
Espabilo un poco y soy consciente en donde estoy. He entrado a la habitación de un chico que está semidesnudo y que no conozco de nada, además de que me cae pésimo. He entrado como Juan por su casa a la casa de alguien ajeno a mi. ¿En qué estaba pensando al hacer eso?
De la nada, siento que toda esa seguridad que pude llegar a tener cuando entre, ha desaparecido y me ha dejado en la normalidad, delante de él molesto de Damián.
—¿Ya terminaste?—escucho su voz de nuevo.
—¿De que?—siento mis mejillas calientes y enfoco su cara de nuevo en mi campo de visión.
—De estarme observando todo el cuerpo—abro mis ojos con exageración al escucharlo decir que se dio cuenta de mi mirada y la vergüenza recorre mi cuerpo—. ¿Acaso nunca habías a un chico sin camisa?
—¿¡Que!?—levante mi voz con exageración ante su pregunta—claro que sí—no mentí, ya lo había visto antes. Con Ian, Enzo y con Evan.
—¿Y entonces porque actúas como tonta?—deja de apoyarse en la silla para cruzarse de brazos y mirarme con el ceño fruncido.
—Deja de llamarme así —objete molesta.
—Deja de mirarme así— contraatacó levantando sus hombros.
—¿Que le dijiste a Ana?—decidí enfocarme a que venía y evitar hacer más el ridículo.
—En primera, yo no le dije nada a tu madre—enumeró—segundo, ¿con qué derecho te atreves a entrar así en mi casa?
Él tenía un punto. Por lo menos no había allanado si casa. En mi defensa, él me dejó entrar.
—¿Ah si? ¿Crees que soy estúpida?—me miro dándome a entender que sí, y lo mire con indignación—idiota.
—Tú preguntaste—se defendió, como siempre, queriendo tener la razón.
—Bueno, a eso no vine—me concentre de nuevo—. ¿Que fue lo que le dijiste a Ana?
—Ya te lo dije, yo no le dije nada.
Lo miré sin creerlo y se mantuvo en esa pose como desde el inicio.
—¿Y entonces como supo que no fuiste conmigo a la escuela?
—Ella me lo pregunto—dijo serio.
—¿No que no le dijiste nada?—pregunte entonces al ver que me estaba viendo la cara de tonta.
—Tu dijiste que si porque había ido de lame botas con tu mamá—otra vez la llamo así—yo no fui de chismoso. Cuando yo llegue a mi casa, ella me habló y me pregunto cómo había ido todo contigo, ahí fue cuando que dije que no nos habíamos ido juntos, no le dije nada más.
—¿No pudiste decir otra cosa?—pregunte sin creerle—Ahora por tu culpa tendré que dejar a mis amigos para irme contigo todos los días.
Me crucé de brazos molesta. ¿De verdad pensaba que me lo creería? Era la excusa más absurda que había escuchado.
—¿Y mentirle a tu bella madre?—intensificó su tono de burla, haciendo que sonara falso, lo que era— Eso si nunca, yo no sería capaz de mentirle a nadie.
Se llevó una mano al pecho, simulando ese tono dramático y formal al articular cada palabra.
Cínico.
Se seguía burlando de mí.
Intento extrangular lo con la mirada al escucharlo decir eso.
Él me mira triunfante al saber que he entendido de lo que habla y eso a mi no me causa ningún tipo de gracia.
—Que gracioso—es lo único que le digo con fingida gracia.
—No podía mentirle a tu madre.
—Deja de llamarla así—ya me había colmado la paciencia de tanto escucharlo.
—¿Que la llame como?—me miro como si no lo entendiera.
—Deja de decir que es mi madre—pedí aún molesta.
—Pero es tu madre—lo dijo como si fuera obviedad cabreandome más ya que sabía que solo intentaba molestarme.
Él ya sabía que no lo era, y seguía haciendo esos comentarios sin siquiera importarle de que podían y eran incomodos.
—No, no lo es y tu lo sabes—aprete mis manos en puños e hice una cuenta mental para intentar tranquilizarme.
—Solo se que es la mujer que te cuida, alimenta y ve por ti todos los días—hace una pausa y de la nada sonríe amargamente como si estuviera pensando en algo— para mi es suficiente madre para ti.
Entonces me quede en silencio. Escuchar esas palabras salir de su boca dieron un efecto demasiado extraño en mí.
Ana daba mucho por mi y lo sabía, la mayor parte del tiempo buscaba formas de agradecerle todo lo que hacía, pero nunca encontraba las palabras correctas. Ni siquiera había podido pedirle disculpas por mi comentario en el hospital y pensar que ahora teníamos un nuevo conflicto entre las dos, me ponía aún más mal. Escuchar a este zángano decir aquello, fue como recibir una patada en el estómago, dejándome sin aire, sin palabras y sin nada. Sin ninguna forma de responder y defenderme.
—Si no tienes nada más que hacer aquí, te pediré que te largues—señaló la ventana y sabía que estorbaba ahí—. Estoy muy ocupado como para tener que aguantarte.
Solo calle, era absurdo seguir discutiendo con él. Yo había entrado aquí como si algo me perteneciera y debía irme antes de que Ana notara mi ausencia y armara un escándalo. Había atrancado la puerta con seguro, cosa que no se me permitía, si Ana iba a mi habitación y yo no respondía, sería capaz hasta de tumbar la puerta.
Salí de su habitación y miré hacia mi cuarto dándome cuenta de que todo seguía en su lugar.
Menos mal, Ana seguía sin notarlo, creo.
—Lo siento—dandole la espalda, dije sincera por haber entrado a su casa.
—Solo vete—fue lo único que contesto, detrás de la línea de su ventana.
Al estar en esta posición y ver todo mi cuarto desde aquí, fue como verme a mi misma hace unas semanas cuando me estaba cambiando.
Toque la cortina recreando el movimiento exacto que había visto aquel día, y como si de una película se tratara, los flashasos y todo me hicieron darme cuenta de la verdad.
—Tu fuiste el que me estaba espiando—no pregunte, asegure.
—¿De que hablas, loca?—voltee a verlo para encontrarme lo con el ceño fruncido.
—El día del accidente, alguien me observó—cada momento pasa por mi mente asegurando me que es verdad—, y esa persona fuiste tu.
Mi voz salió tan modulada que ni siquiera yo pude notar mi coraje. Salió de mí como si de algo mínimo se tratara.
Pude ver como sus músculos se tensaron. La pose de chico relajado sobre la ventana había desaparecido dejándome ver su culpabilidad.
Se quedó en silencio dándome aun más la razón y poder saber que lo que decía era cierto. Apenas lo noté abrir la boca cuando escuché su voz.
—En mi defensa deberías comprar cortinas más gruesas—su movimiento fue tan rápido y repentino que ni siquiera noté el momento en que el ventanal estaba cerrado. Solo alcance a ver el movimiento de la cortina y escuche como el pestillo se atrancaba.
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N/a: Holiiii, otra vez yo por aquí. Estaba a punto de subir el primer "borrador" por así decirlo que tenía de este cap, pero al estarlo editando, se me ocurrió añadir lo de Ana.
Espero que no odien a ninguna de mis mujeres, ese golpe me dolió hasta el alma de solo escribirlo.
Dejando mi dolorcito de lado. A mi esto cada vez más me va gustando.
Poco a poco más cosas se iran resolviendo y aclarando y otras se irán torciendo más hasta que no entiendan nada.🤭
Por lo mientras esto tenemos.
Aquí Damián.
Aquí Aiden.
¿Que les parecen mis muchachos?
Ponerlos a ambos en un solo capítulo ha sido interesante, ojo que no será la única vez que lo haga.👀
Creo que hasta aquí serás todo. Nos vemos en otra actuación.
Chaiwis.
Besos.❤
-A. R.
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