🌱CAPÍTULO 13🌱
🌱Hefziba🌱
Hace unas semanas había salido del hospital. Casi todo había vuelto a la normalidad en mi casa y en mi vida.
Ana seguía triste por lo que había pasado, sabia que quería aparentar que no, pero la conocía lo suficientemente bien como para saber que eso no era así. Yo por otro lado me sentía culpable por eso. Sabia que Ana era una persona muy buena, sabia que no tenía ninguna intensión mala conmigo, y saber que yo me había comportado de una pésima manera con ella me hacía sentir mal.
Había intentado disculparme con ella, no sabía si era mi orgullo o que pasaba conmigo, pero se me dificultaba demasiado poder pedirle disculpas. Ella siguió con su vida muy normal, pero había algo que nos distanciada, había algo que yo había arruinado, y eso lo tenía que arreglar.
Después de estar internada en el hospital tuve que guardar reposo todavía unos días más. Los doctores no habían dado resultados y me aterraba la idea de tener que volver al hospital por alguna razón en específico.
Estar encerrada tanto tiempo en mi habitación me hacia pensar de más sobre algunas cosas.
No podía dejar de pensar en el chico del hospital, su actitud, su forma de hablar, su aura, todo en él, por una extraña razón, me parecía interesante. Era un completo idiota por burlarse de mi nombre y por ser grosero conmigo, pero a pesar de eso me interesaba conocerlo más a fondo y descubrir el porqué Ian me había advertido alejarme de él.
No podía dejar de pensar en el hijo de los vecinos, no tenía idea de quien era ni de como lucía, era un completo desconocido para mi, y aún así me salvó. Ana me había explicado un poco de lo que había sucedido esa noche, yo apenas y recordaba algo, pero lo que según Ana me dijo, fue que había dejado mi ventanal abierto, que el chico escuchó mis murmullos y entro por la ventana para ver que pasaba. Ana dijo que él, al percatarse de ello, los llamó, y Mario y ella vinieron de inmediato a buscarme, Ana expresó que de no ser por él, tal vez estaría muerta, ya que ellos ni siquiera se habían percatado de lo que sucedía en mi habitación.
Él me había salvado...
Y yo ni siquiera sabía quién era.
Lo único que sabía, era su nombre:
Damián.
Debía de admitir que su nombre me gustaba. Tenía una vaga imagen de como era su rostro, solo recuerdo haber notado algo extraño en su mirada, pero no sabía lo que era. No sabía si era por mi falta de oxigenación en el cerebro, pero estaba seguro que sus ojos tenían más de dos colores en ellos.
Ana había invitado a los vecinos a cenar mañana en la tarde en forma de agradecimiento. Si al principio no había querido que los vecino vinieran a la casa, ahora no tenía ningún tipo de excusa para negarme, ya que su hijo amablemente se había ofrecido a salvarme la vida.
¡Yujuuu, hurra!
Últimamente también había pensado en Ian y Ludo, sabía que algo andaba mal con ellos pero no sabía que. Se que no debería meterme en su vida, pero si mis amigos de toda la vida tienen problemas en su relación, por lo menos me gustaría ayudarlos.
Además, si Ian podía interferir en mi vida, diciéndome que me alejara de aquel chico, creo que yo también podría hacerlo lo mismo en su relación.
«Si claro Hefz, porque eso seria muy maduro de tu parte» pensé. Y mi conciencia tenía razón.
Ludo e Ian, como todos, hemos sido amigos desde que tenemos memoria. Todos nos criamos juntos pero desde pequeña pude ver que tenían ellos una conexión que ninguno de nosotros teníamos con otro. Siempre habían sido muy unidos y aunque al principio lo vi como una simple amistad, pronto pude darme cuenta que había algo escondido ahí.
Samantha ha sido la que ha jurado por años, que ellos dos se gustan, Malika y Ady le han dicho que no dramatice tanto, que la amistad entre niño y niña era normal y que no tendría porque significar una relación o sentimientos más allá de una amistad.
Tengo un recuerdo muy perdido sobre aquellos chicos intentandose tragar el alma con un beso. Había sido jugando verdad o reto, como éramos muy pequeños, nos pareció divertido verlos besarse muy seguido. Yo había jurado que pronto quedarían juntos, pero Ian seguían negando y diciendo que solo era una amistad.
Todo parecía estar muy normal, teníamos 13 años, éramos unos completos puertos con las hormonas revolucionadas, nunca pensamos que lo que hacíamos estaba mal, pero con él tiempo llegaron las peleas, las discusiones y las dejadas de hablar.
Las veces que llegaban a discutir preferiríamos no meternos en sus asuntos ya que una vez habíamos terminado peleados entre todos y aprendimos esa lección de mala manera.
Yo aún no lograba entender como es que funcionaba ese tipo de relación que tenían. Ludo estaba con Lion y aún así no terminaba de comprender porque lo estaba si era obvio que se veía que algo había con Ian. Sammy no dejaba de poner las manos al fuego por ellos al decir que acabarían juntos. Todo era tan confuso, de la nada sus "besos de amigos" dejaron de existir, su conexión y todo lo lindo que los rodeaba desapareció.
Si bien eran los que eran más unidos, ya no lo eran como antes, y esa conexión que solían tener, con el tiempo se convirtió en esa tensión que abunda los aires cada que están juntos.
Me tenían revuelta la cabeza, Lion, Ian, Ludo y el flacucho aquel eran una de las tantas cosas que merodeaban mi cabeza en mis tiempos libres.
Ludo e Ian han estado separados todo este tiempo, eso era lo más extraño de todo y lo que no me terminaba de explicar.
Ian es de los que tiene un carácter fuerte, es prepotente e intenso, pero se que en el fondo quiere a Ludo, y Ludo, pues ella siempre suele ocultar lo que siente bajo esa coraza que tiene, pero se que igual siente algo por Ian, no se si sea algo que se deba sentir por una pareja o solo como una siemple amistad, pero de que se quieren, se quieren.
Me preocupaba la razón por la cual ellos pudieran estar enojados, ambos eran muy intensos, y no sabía de que manera podría afectar la relación en nuestro grupo de amigos.
Ludo había evitado el tema todo este tiempo. Como los padres de Ady habían salido de viaje, ella y Ludo habían estado viniendo muy seguido a verme y pasar el rato, por más que intente sacarle algo a Ludo, no lo lograba, dijo que era un tema sin importancia, y que lo mejor era no hacerlo más grande. Sea lo que fuese, alguien había arruinado las cosas, y enserio de una manera colosal.
Para pasar el rato, Ady y Ludo—más bien Ludo—habían decidido organizar una fiesta en casa de Ady, por lo mismo de que sus padres no estaban, eso le pareció el escenario perfecto a cierta chica de cabello negro. Yo no acepte ir, y tenía la coartada perfecta ya que tenía que guardar reposo. Ellas se quejaron e intentaron convencerme, pero me negué lo más que pude.
—No me importa lo que digas Hefz—Ludo me había dicho—Ana ya nos dijo que no hay problema con que vayas, así que permiso ya tienes, y si no vienes a esta, vendrás el 30 a casa de Evan—me amenazó.
—No puedes hacer esto—proteste molesta, me estaba chantajeando por asistir a una estupida reunión.
—Si puedo y ya lo hice—se pavoneo al decirlo—Tienes que salir y disfrutar de tu vida, si te quedas más tiempo ahí te van a salir telarañas.
Me reí cuando la había escuchado decir eso. Ludo sabía como ponerme de buen humor. Dentro de todos mis problemas era la única que no me hacía sentir enferma, me hacía sentir como alguien normal, y como si no me estuviera muriendo.
—Tenemos que irnos—había murmurando antes de salir—nos vemos mañana en la escuela—me dio un beso en la frente antes de salir de mi habitación.
—Adios, las quiero—les dije lanzándoles un beso.
—Y nosotras a ti—contesto Adeline—¿y oye Hefz? Recuerda, tiene que ser por ti—. Me recordó guiñandome un ojo, asentí a lo que me dijo y las despedí.
Ady me había dicho hace unas semanas que tenía que intentar ser feliz. No quería ver a mis amigos tristes, y sabía que una de sus más grandes preocupaciones era yo, quería dejar de serlo y comenzar a hacer que se dejaran de sentir así, pero no podía evitarlo.
Me había acostumbrado tanto a estar en mi burbuja, que sentía que ahora no podía salir. Era como si de alguna manera me hubiera quedado atrapada en un círculo que me encerraba y me mantenía alejada de todo. Últimamente todo lo que hacía era por las personas que me rodeaban, si comía o vestía tales cosas, era para ver feliz a Ana, si salía de vez en cuando, era para que mis amigos se alegrarán, todo lo hacía por ellos y para que dejaran de preocuparse por mi. Hasta había considerado ir a casa de Evan el 30 de octubre solo para ver a mis tíos felices.
Quería dejar de sufrir y de causar sufrimiento, no quería ver a las personas a mi al rededor tristes y la única manera que encontraba era cambiando mi actitud, pero como ya lo he dicho, no podía.
Mire la hora en mi celular y vi que era demasiado tarde y que debería de estar durmiendo para ir mañana a la escuela, ya había tomado mis medicamentos después de cenar y prácticamente había estado todo el día con la cánula, en estos días de reposo solo me la quitaba para tomar una ducha, y para lo demás, la tenia que traer siempre.
Mi enfermedad era algo rara, no tenía cáncer ni ningún tipo de tumor en mi cuerpo. Cuando era pequeña tenía asma que me había heredado mi papá, vivía como una niña normal y las cosas estaban bien. Todo cambió cuando en aquel fatídico accidente se me perforó el pulmón, mi madre murió, los ataques de ansiedad comenzaron y eran tan fuertes que terminaba agotada o inconsciente después de estos, ya que no lograba respirar. Después tuve una decaída por lo mismo de la perforación del órgano que empeoró más todo en mi vida, mis pulmones se cerraron, y solo me funcionan a un 50%. Técnicamente siguen funcionando, es por eso que puedo estar sin la cánula en el día, ya prácticamente es como si siguiera teniendo asma, me agitó con ciertas cosas, no puedo practicar algún deporte o una actividad física que requiera de mucho rendimiento y en las noches se supone que tengo que conectarme al tanque de oxígeno ya que como secuela del accidente, es como si oprimieran un botón en mi cerebro y este se apagara por un momento, dejándome sin respirar por un rato.
Gracias vida, ya ni respirar sé.
Eso es lo que me había pasado aquella noche, había quedado inconsciente por un momento, y mis pulmones no habían echo su trabajo de respirar adecuadamente dando como resultado un paro respiratorio. Después de eso, Ana se encargó de vigilar me todas la noches para asegurarse de que no se me olvidara de nuevo.
Apague mi teléfono después de checar unas notificaciones, oprimi el botón de apagado de la luz de mi lámpara y me acosté a dormir. Como mi sueño no llegaba mi mente enfocó su más bonito recuerdo que tenía recientemente: Aiden.
También había sido el dueño de mis pensamientos últimamente, no podía creer que la primera vez que hablamos, hubiera sido el día en que casi muero.
Y lo peor, tenía la constante preocupación de que el chico que se metía cada vez más en mis pensamientos fuera de bocota a decirles a todos que estaba enferma.
Mi vida pareciera ser una tragicomedia en donde al parecer el único que la pasa bien es el espectador.
Tenía su mirada grabada en mi cerebro, su voz, sus brazos a la hora de abrazarme, su recuerdo me había carcomido la cabeza y se había quedado como una marca en él. Me frustraba llegar a pensarlo tanto, no poder pensar en algo que no fueran sus ojos, su cuerpo. Este gusto que quería dejar en el pasado, solo se hacía más presente y me asustaba, quería que fuera un recuerdo, pero solo se hacía una realidad.
Sentía que perseguía esperanzas falsas, ya que en todo este tiempo no había recibido respuesta a su mensaje. Deje de insistir muy rápido, ya que no quería perder mi dignidad con él—no es que quedara mucha, pero algo es algo—. Su suéter era lo único que tenía de él y sabía que eso no iba a durar mucho, ya que pronto debería regresar lo, deleite su aroma lo más que pude; era una fragancia con un aroma delicioso, podía ser muy enfermo de mi parte, pero su aroma me tranquilizaba mucho.
Me había puesto su sudadera muy seguido, ya que de alguna forma me hacía sentirme cerca de él.
Se que parezco una loca, pero me compensaba pensando que cualquiera que tuviera algo de la persona por ma que siente algo, actuaría de la misma forma que yo. Era como Ludo, que se ponía la chaqueta de Ian, o como Sammy, que recuerdo haberla visto utilizar los lentes de sol de un chico que alguna vez fue su novio. Adeline no tenía pareja, así que con ella no podía hacer una comparación, pero había escuchado que muchas chicas se ponían las camisas de sus parejas para dormir, así que no creo estar completamente loca si muchas personas más lo hacían.
Me quedé dormida después de un rato, y después de mucho tiempo, mientras me dormía con un aroma que me gustaba, pude dormir sin tener alguna pesadilla.
Cuando regrese a la escuela, todo parecía muy normal, muy aburrido, pero claro, no podría cambiar tanto en algunas semanas.
Estábamos a inicios de octubre, así que las hojas de los árboles comenzaba a tomar ese color anaranjado tan característico del otoño. Esta estación solía ser una de mis favoritas, siempre había preferido más el frío que el calor, a pesar de que aquí en en Gaventown los fríos eran infernales, lo prefería mil veces más que a los horribles calores que hacía en el pueblo.
Era algo característico de estos rumbos, Gaventown, Belttown y Derringtown eran unos pueblitos algo particulares, los fríos solían durar más que las temporadas de calores y ambos siempre solían subir o bajar temperaturas a lo extremo. ¿Adivinen quien sufría demasiado en tiempos de frío, pero aún así prefería tener el trasero congelado a estar sudando todo el día? Sí, exacto, yo—y muchos más por el pueblo, no crean que solo yo—.
A lo poco que sabía, tenía entendido que en Belttown el clima era algo diferente, la verdad desconocía un poco, no solía salir demasiado de mi pueblo, y aquel lugar estaba a algunas horas de camino por carretera.
Y lo único que sabía de Derringtown es que en tiempos de frío era precioso, había cabañas y creo que era un gran centro turístico para las personas que les encantaba el frío y las cosas algo rústicas. Nunca había ido, pero Sammy siempre había comentado que le gustaría ir a visitar aquel pueblo, ya que tenía un lago y se rumoraba que parecía un lugar mágico en tiempos de invierno.
Entre a las instalaciones de la escuela y la primera clase que tenía la compartía con Aiden. Mis nervios estaban a tope, no sabía cómo tenía que actuar después de aquello que había pasado, yo había intentado convencerme de que solo había sido amable conmigo, pero Helen y Fiorella habían insistido en que aquello que había pasado antes de despedirse había significado algo más que siempre amabilidad.
Sentía como mis manos comenzaban a sudar, él había visto una parte muy vulnerable de mi, había visto algo que había estado ocultando por años y no sabía cómo es que tenía que actuar.
Lo vi cruzar la puerta del salón y como era costumbre, toda mi atención se dirigió hacia él. No sabía cuantas veces había dicho que era guapo, pero era porque verdaderamente lo es. Su claro y espeso cabello caía sobre su frente, caminaba con esa seguridad de tener el mundo a sus pies, me parecía intimidante. Sus orbes azules fueron otra cosa de la cual me había enamorado, sus ojos celestes me parecían la cosa más hermosa que había visto en toda mi vida. ¡Maldición! ¿¡Porque tenía que ser tan guapo!?
Estaba a punto de limpiar con un trapeador mi propia baba cuando sus ojos me miraron, sentí que mi mundo se detenía en ese mismo instante y creo que él lo notó, ya que el también se detuvo significativamente a mirarme.
Yo estaba sentada, por lo cual no podía ver mi piernas, pero ojeo ligeramente mi cuerpo de pies a cabeza.
No sabía lo que significaba que me mirase tanto y no sabía si tener su atención me gustaba o me incomodaba. Era una sensación completamente nueva en mi, y no sabía definirla con exactitud.
Un chico detrás de él—al que pude identificar como Carlos—de igual manera me miro, no sabía si tenía algo y por eso me miraban de esa manera, pero extrañamente, comencé a sentirme incómoda y me encogí en mi lugar. Aiden le dijo algo al chico al oído y ambos rieron justo a mi dirección, Aiden negó con su cabeza y se adentró en el salón junto con su amigo.
No sabía lo que pasaba, pensé que después de lo que había sucedido, algo iba a cambiar, no estaba esperando el recibimiento con un beso y un abrazo, pero definitivamente esto no era lo que esperaba ni lo que todos me aseguraban que iba a pasar.
—¿Porque no le hablaste?—Ludo murmuró a la hora de sentarse a mi lado.
—Ludo, el no es mi amigo—le aclare más a mi misma que a ella-lo que paso no significó nada, me ayudó, se lo agradecí, pero eso no significa que mágicamente algo tenga que cambiar entre nosotros. Ya te lo dije, solo me importa que no diga nada.
—¿Porque eres tan negativa?—me pregunto en un tono de frustración.
—No soy negativa, Ludo, soy realista—le repetí por enésima vez—lo de aquel día solo fue una casualidad, no es algo que nos una ni nada por el estilo.
Ludo intentó decir algo más pero el profesor de química la interrumpió.
Las clases pasaron de lo más normal y tuve que ponerme al corriente con todas las tareas y trabajos que había estado haciendo desde mi casa.
Afortunadamente el día se me paso rápido, solo vi al castaño dos veces más en todo el día, pero no es que fuera muy significativo como para prestarle atención, solo una que otra mirada hacia él por parte mía, y un millón de fantasías que mi cerebro se molestaba en crear en mi cabeza.
Llegue por fin a mi casa después de que Malika y Enzo me trajeran, afortunadamente su coche ya funcionaba y no tenía que seguir molestando a Samantha para que ella me recogiera para ir a la escuela.
Los morochos hicieron sus respectivos comentarios acerca de la fiesta y también del 30 en casa de Evan, sabía lo que tramaban y lo peor es que me estaban haciendo dudar cada vez más con ese tema.
Al cruzar la puerta me topé con una ajetreada Ana, llevaba un mandil y su cabello suelto en un moño en su cabeza. Sabia que iba a preparar una cena para los vecinos, pero tampoco esperaba que fuera para tanto.
Por dios, es Ana, por supuesto que una a ser para tanto.
Bueno, mi consciencia tenia razón. Ana se solía tomar enserio cualquier tipo de situación, le gustaba que las cosas fueran llamativas y que todo saliera a la perfección, sabía que desde hace mucho tiempo le quería dar la bienvenida a los vecinos, pero—como dije—no pensé que fuera a ser para tanto.
—Hefz, que bueno que llegas—me dijo al cruzar la puerta—necesito que te arregles, que te pongas más bonita y que si puedes, bajes y estés con los niños en lo que llegan los vecinos—se le escuchaba algo agitada y sabia que, según ella, tenía el tiempo encima.
—Ana, son las 3:30 p.m. citaste a los vecinos a las 7:00, ¿porque tanta prisa?—pregunte enserio sin comprender.
—Hefz, tenemos que dar una buena impresión, tenemos que agradecerles de alguna manera lo que su hijo hizo, ayúdame ¿si?—hizo un cara que para su edad, le salió muy tierna. No pude hacer más que aceptar y subir a arreglarme.
Me duche y aliste la ropa con la que iba a bajar. Sabia que a Ana le daría un infarto si bajaba con mis usuales Jeans anchos y sudaderas XL, así que para darle gusto, decidí ponerme un vestido color negro que tenía desde hace mucho tiempo y nunca usaba.
Tenía encaje en la parte del torso, y la falda era un poco esponjada, no era un vestido para ir a una fiesta, pero claro, para una reunión de "gracias por impedir que me muriera", yo creo que estaría perfecto.
No solía maquillarme, uno; no me gustaba y dos; no sabía hacerlo. Decidí llevar mi rostro al natural—como siempre hacia—y bajar para intentar ayudar a Ana en lo que pudiera. Mirando mi rostro un poco lamente el estado que tenía en estos momentos.
Mi piel, por lo fina y blancuzca que era, hacia que las imperfecciones de este se notaran más. Mi labio ya no estaba roto, pero la pequeña linea morada que adornaba la esquina de este era notoria. Las hematomas ya no se veían igual que hace una semana, pero, al igual que lo del labio, se podía seguir apreciando ese color amoratado nada propio de mi piel.
Rebusne ante lo que vi sin poder hacer nada al respecto. Lo único que tenía que hacer era esperar a que desapareciera y que pudiera verme "normal" de vuelta.
Baje con unos zapatos planos color negro y aunque de una manera muy rara, sentía que me veía bien, normalmente no me gustaba usar vestidos, ya que sentia que dejaban muchas cosas al alcance óptico de los humanos.
No me mal entiendan, no es que pensara que una prenda nos define, o que mostrar tu cuerpo es malo o algo por el estilo, no era por eso que no me gustaba usar esas prendas de ropa.
No me gustaban por el simple echo de que mis piernas y brazos estaban muy delgados, al igual que mi cuello y clavículas, estas se marcaban demasiado. No me gustaba la impresión que mi cuerpo pudiera darle a las personas, ya que siempre este decia; "hey mírame, estoy enferma".
Era algo que simplemente no me gustaba, y ahora menos ya que aquellas marcas que me disgustaban estaban arruinando mi ya tan arruinada piel.
Ayude un poco a Ann a acomodar el comedor, intente que se viera lo más presentable posible y así dar una mejor impresión.
Después de un rato, busqué a las copias vivientes de mis hermanos, los cuales estaba en el cuarto de juegos leyendo uno de mis libros.
Afortunadamente el día que buscaron las ediciones de Harry Potter, no se toparon con mi estante prohibido, no es muy infantil que digamos. Eran los tantos libros de los que Ludo se burlaba y les echaba la culpa de según, tener una mente muy puerca.
Tyler y Taylor parecían unos hermosos pingüinitos con sus trajes echos a medidas, su cabello castaño estaba perfectamente peinado hacia atrás, y se veían muy adorables.
—Odio usar esto—dijo Tyler jalando el moñito que traía amarrado al cuello.
—Pero si te ves muy guapo—le di un beso en la mejilla marcando un poco de labial. Ana había insistido que a mi cara le hacía falta un poco de color, así que me presto un labial color rojo quemado y me lo puse para complacerla. Sentía que de alguna forma se lo debía.
—Aleja tus babas de mi—se limpio su mejilla.
—¿Porque estas tan molesto?—pregunte sin entender su extraño comportamiento. Sí, estaba claro que mi hermano Tyler no tenía el mejor comportamiento de mundo, pero esta vez, si que estaba actuando extraño.
—Esta molesto porque vendrá el hijo de los vecinos—Taylor dijo mientras seguía leyendo.
—¿Y que tiene de malo?—les pregunte a ambos—Podrán hacer un nuevo amigo y salir a jugar. No creo que sea un mal chico, no deberías juzgarlo antes de tiempo—lo reprendí acariciandole el cabello.
—No esta molesto por el chico, esta molesto por el grande—volvió a explicarme Taylor.
Ahora si no comprendí absolutamente nada.
—¿Porque te molesta que venga el hijo de los vecinos?—hice que mirara mi rostro de nuevo.
—Se metió a tu cuarto sin permiso—dijo enojado.
—Pero Tyler, él me ayudó, yo enfermé y el me ayudó a que no me pasara nada malo—le explique con más delicadeza de lo que lo hubiera hecho.
—Por eso—refutó, pude ver unas lagrimas colarse por sus ojitos color gris—. Yo debía ser siempre el que te cuidara, yo debí haberte salvado, no él—el corazón se me derritió al escucharlo decir eso.
Mi hermano menor estaba molesto porque el quería haber sido el que me mantendría a salvo. Una lágrima se escaló de mis ojos al escucharlo.
—Ay Tyler—lo abrace—te prometo que la próxima vez que necesite ayuda te llamaré, ¿de acuerdo?
—¿Lo prometes?—vi un brillito de felicidad en sus ojos.
Supe que su ingenuidad e inocencia no le permitía comprender la gravedad del asunto, Ana y Mario no le dijeron la verdad de lo que me había pasado aquella noche, solo les dijeron que había enfermado un poco, nada de gravedad.
Si tan solo mi hermanito comprendiera que para poder "salvarme" como él quiere tengo que poner toda mi vida en riesgo, no creo que sea algo que siga queriendo.
—Lo prometo—le dije con una sonrisa en los labios.
Tyler salió corriendo entusiasmado después de que Ana lo llamó. Me quede un rato con Taylor que seguía leyendo el libro y me miró.
—¿Que? ¿Tu también me quieres salvar?—le pregunte intentando sonar graciosa.
—No—respondió secamente—yo no pienso poner en riesgo tu vida, por una fantasía de niño tonta.
Casi se me descuelga la mandíbula solo de oírlo. Sabia que Taylor era muy maduro para su edad, pero no sabía que el lograba comprender la gravedad de mi situación, no sabía si eso me tenía que alegrar o preocupar.
Se puso de pie, guardó el libro en un estante y se acercó para darme un beso en la mejilla.
—Hoy estas muy guapa—me dijo—me gustaría verte así siempre—salió de la habitación a pequeños pasos por la misma puerta que había cruzado su copia humana.
Me quedé un rato en silencio, intentando procesar todo lo que había pasado. Inconscientemente sonreí por lo que mis hermanitos me habían dicho. Eran unos tiernos cuando querían, y eso traía pequeños momentos de felicidad en mi vida.
Eran casi las 7:00 y como ya lo sabía, las cosas habían quedado listas desde muchísimo tiempo antes.
Solo estábamos esperando a que mi padre llegara al igual que los vecinos.
Había pasado toda la tarde pensando en que decirle al dichoso Damián, no sabía si un "gracias" bastaba o tenía que hacer algo más aparte por él. Eso de relacionarme con los chicos no se me daba muy bien, solo solía socializar con mi grupo de amigos, así que no tenía ni idea de cómo tratar a este chico.
El timbre sonó y supuse que eran los vecinos, salí de la estancia hacia la puerta pero Ana se me había adelantado.
—Yo abro, ¿porque no vas a la cocina y sacas los panecillos que preparé?—asenti y me dirigí a la cocina.
Me puse un guante y con cuidado saque los panecillos. Pude escuchar unos murmullos y diferentes voces en la sala de estar:
—Enserio, gracias por aceptar la invitación—Ana le había dicho a nuestros invitados.
—El placer es nuestro—pude escuchar una voz femenina al decirlo.
—Tyler, Taylor, estos son los vecinos salúdenlos—pude escuchar como Ana le indicaba a los gemelos que hacer.
—Hola—sus voces apenas y se escuchaban.
Deje de escuchar por un rato cuando sentí un ardor en mi antebrazo derecho.
—Mierda—solté la bandeja sobre la barra ocasionando mucho ruido. De tan distraída que estaba al estar escuchando la platica, la bandeja se volteó y entró en contacto con la piel de mi brazo que tenía descubierta.
Me moví rápidamente hacia el lava manos y eché agua fría en donde me había quemado. Sentía horrible, la piel se me había comenzado a enrojecer y el agua no ayudaba de mucho. Talle ligeramente mi antebrazo con la espera de que dejara de doler, pero aún así, el ardor seguía presente.
—¿Todo bien?—escuche una voz a mis espaldas.
Esa voz...
—¿Tu?—pregunte cuando vi su rostro al girarme. Al verlo me quedé de piedra. No me lo podía creer, no podía ser él.
—Hola Luna...—me regalo esa sonrisa ladina y maliciosa.
—¿Damián?
_______________________
N/a: Hola hola, ¿qué tal esta actualización?
He vuelto solo por un ratito con este capítulo, tal vez tenga faltas de ortografía o de continuidad, les pido una disculpa, pero con mis tiempos encima y con lo emocionada que luego estoy por subir, se me pasan algunas cosita. Solo recuerden que esto es un borrador, y aunue lo este corrigiendo, puede pasar que se me escape un error, espero poder corregirlo pronto.
Muchxs no tenían claro cuál era la enfermedad de Hefz, espero que se haya entendido un poquito y que las cosas poco a poco se vayan entendiendo.
¿Quien quiere que Hefz vaya a la fiesta? 🙋🏻♀️
¿Quien quiere saber que pasa el 30 de octubre? 🙋🏻♀️
¿Quien quiere saber que onda con Aiden y Carlos? 🙋🏻♀️
Me emociona esto, porque a partir de aquí ya comienza lo que me gusta, y es el drama y la enredadera de pensamientos. Je je je
Debo decir que estoy muy nerviosa ya que de aquí seguiremos con todo lo que deje a medias por irme a corregir.
¿Han escuchado eso de que las fiestas siempre están para causar drama y salseo en las historias? ¿No? Pues pilas porque aquí habrá de eso.
Ahora si, ahora si, el momento que muchas han esperado.
Con ustedes...
Damián.
"—Hola, Luna..."
¿Que tal les pareció este muchacho?👀
Creo que eso es todo por decir.
Lxs amo.
Besos <3
Nos vemos en una próxima actualización❤
Chaiwis.
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