🌱CAPÍTULO 10🌱
N/a: El nombre Hefziba se vendría pronunciando como si fuera con "J" (Jefziba✅) no con "E" (Ejziba❌)
🥀
🌱Hefziba🌱
—¿A donde vas? No salgas—le digo suplicando sin comprender mucho que es lo que pasa.
—Solo veré que esta mal con la machina, tesoro*—me dice con una voz suave y tierna mientras me acaricia mi mejilla.
—No tardes—le logro decir antes de que cierre la puerta del auto.
Sentada en el asiento del copiloto reviso el reproductor de música para cambiar de canción. A ella le gusta mucho la música Italiana, «si la recibo con su canción favorita de seguro se pondrá más feliz» pienso y pongo la canción.
Al paso de unos minutos sigo estando sola en ese auto, miro a sobre la ventanilla del coche y nadie se ve por regresa al auto—ya debería estar aquí—pienso.
Una extraña fuerza hace que levante mi mirada hacia la ventanilla del conductor, logro ver una luz blanca que ilumina mis ojos hasta el punto de cegarme. Escucho un estruendo lo suficientemente fuerte como para ser un trueno y el golpe que recibe el vehículo agita mi cuerpo por completo...
—Baby estoy aquí...
¡No!
—¡No!—grito al borde de las lágrimas. Siento como mi cuerpo salta en la cama haciendo que me despierte de aquella horrible pesadilla. Estoy sudada, agitada y puedo sentir como las lagrimas amenazan con salir de mis ojos.
Miro a mi al rededor encontrándome a oscuras y sola en ese cuarto.
«No puede ser» Otra vez no. Maldigo al momento de darme cuenta de que solo era un suelo, la misma maldita pesadilla que me persigue desde hace nueve años sigue atormentándome.
Logro controlar mi respiración y caigo en cuenta que no me encuentro en mi alcoba sino en el cuarto de hospital. En vez de ver mi librero a mi izquierda, mi escritorio enfrente de mi cama y las paredes pintadas de un color rosa pastel, me encuentro con las blancas paredes aburridas del hospital, con el equipo que necesito para estar estable y el sonido hartante de la máquina conectada a un lado mío.
Por el rabillo del ojo noto la puerta abrirse lentamente, la abren a su totalidad y veo que una preocupada Ana entra a la habitación.
Ana, mi hermosa y fuerte An.
Es una castaña—casi rubia—cerca de los cuarenta y tantos años de edad. Es alta, esbelta y tiene una hermosa sonrisa que combina demasiado bien con las pequeñas líneas que se forman al rededor de sus ojos, cada que ella sonríe.
Se caso con mi padre de vida cuando yo tenia al rededor de once o doce años. Es una mujer muy dulce—aunque algo torpe y regañona a veces—. Siempre me ha cuidado más que a su propia vida. No me cae mal, y aunque nuestra relación no es del todo buena, le tengo un gran aprecio por estar al pendiente de mi.
Es una gran mujer y en el fondo—aunque no lo muestre a diario-—yo la admiro mucho. Se ha enfocado a cuidarme, sigue y estudia cada uno de mis tratamientos. Siempre me acompaña a todos mis estudios y me da su apoyo cada que las cosas se ponen feas.
Se lo que muchos deben estar pensando: "¿Como es que mi corazón puede odiarla?" "¿Como puedo ser tan malagradecida con ella, si ella tan solo quiere tener una buena relación conmigo?"
Como ya lo dije, no la odio, nunca la odie y nunca podría odiarla.
Creo que si no fuera por todos mis traumas, por lo menos podría tener una buena relación con mis padres, todo es complicado con ellos, aún con Mario. Siempre habia odiado esa parte de mi que no me dejaba abrirme con las personas. Odiaba no poder expresar lo que sentía por las personas que me querían y odia que a veces sintiera desprecio por su atención.
Me hacía sentir mal ser como soy, me hacia sentir mal agradecida, caprichosa y egoísta.
Odiaba no poder ser una persona normal, no pedirle decir a las personas que quería que las quería, y ni siquiera poder expresar una sonrisa auténtica cada que sentía una pizca de lo que se suponía que era felicidad.
Me costaba tanto decir un "te quiero", sentía que no era verdadero, y aún así sienitendolo por alguien realmente, las palabras nunca podían salir de mi cuerpo ya que parecía que siempre algo se las tragaba.
Odiaba no poderle decir a Mario lo mucho que lo apreciaba, me frustraba no poder decirle cuanto lo quería y le agradecía por no haberme abandonado.
Quería poder decirle un "gracias por ser mi padre y ni abandonarme nunca". Quería agradecerle por haber luchado por mi y por no permitir que me llevaran a un orfanato cuando mi madre murió.
Ese hombre era alguien realmente importante para mi, y yo ni siquiera podía expresarle cuanto lo quería.
Desde que se volvió a casar lo he sentido distante, como si algo de alguna manera me separara de él. Saber de su compromiso con Ana marco un cambio en mi vida, todo dio un giro de 180° en mi vida, se de por si, saber de la muerte de mi madre fue un golpe fuerte, enterarme de que mi padre se volvería a casar lo fue aún más.
Aun recuerdo cuando me lo confeso con lagrimas en sus ojos. Ver su preocupación pero al mismo tiempo su alivió por contarmelo fue una experiencia que, como todas en mi vida, me marcó.
—Principessa, quiero llevarte a conocer a alguien, es alguien... muy especial para mi—una pequeña yo, miraba al hombre que llamaba papá llena de confusión por no saber lo que pasaba.
—Mamma è tornata*— «Mamá ha vuelto?» yo había preguntado con mucha ilusión. «Ay tonta Hefz, eso era imposible»
—No tesoro—sus ojos se humedecieron aún mas—quiero que conozcas a alguien que me ha hecho sonreír de nuevo...alguien que me ha dado motivos de seguir—pronuncio él con una sonrisa rota—alguien que me ha dado una esperanza de poder cambiar.
—¿Porque?—mi cerebro pequeño cerebro de nueve años no lo comprendió.
—No quiero que pienses que la he remplazado ¿okey? Tu madre seguirá teniendo un lugar muy especial justo aquí—dijo mientras apuntaba a mi pecho, justo en el lado izquierdo donde se encontraba mi corazón.
—¿Qué harás?—le pregunte algo asustada.
—Voy a pedirle matrimonio...
Las cosas no han sido fáciles desde entonces. No tenia derecho a oponerme—aunque mi inmadurez de esos años quería hacerlo—no podía, no debía, uno de los dos merecía ser feliz, uno de los dos merecía seguir adelante.
Me alegro por él. Ana ha sido un gran apoyo en su vida, tanto como Mario para ella.
Rabindranath Tagore dijo; "Aunque le arranques los pétalos, nunca le quitarás su belleza a la flor".
Ana era un gran ejemplo de esa frase. Era una mujer que había pasado por situaciones desafortunadas pero que aún así no veías flaquear.
Cuando Ana era mas joven perdió a una bebé haciendo que ella entrara en un cuadro de depresión muy fuerte. A lo poco que sé de su vida, su padre la maltrataba para que tiempo después su marido lo hiciera.
No quiero entrar mucho en el tema del maltrato porque hablar de eso me hace pensar en toda la escoria de persona que se hace llamar hombre. Claro, hay personas que valen la pena, pero hay un montón mucho mayor que no.
Por suerte, su vida pinto para mejor y conoció a Mario. Ambos se hicieron un bien mutuo al conocerse a las afueras de aquella oficina, se conocieron, pudieron crecer como personas y avanzar.
Dejaron todo lo que los atormentaba y no se detuvieron ni una vez en alcanzar lo que querían.
A veces pienso que son tal para cual...la pareja perfecta.
No es por menospreciar a mi madre, pero sabía que ella también ya había tenido eso antes de Mario, y estaba bien, cada persona tenía su momento.
Emma y Leandro lo tuvieron y ahora Ana y Mario lo tienen.
La veo entrar a la habitación con una cara agotada e hinchada—nada parecida a la primera vez que nos conocimos—.
Recuerdo que ella me miraba con dulzura y preocupación, como si fuera una pequeña pieza de cristal que se pudiera romper en cualquier momento. Supongo que el sueño de ser madre de un niña siempre estuvo presente. Desde que me conoció, no ha intentado otra cosa que mantenerme en perfecto estado y que nada malo me pase. Como bien lo dije, como cuando ves una pieza valiosa en un museo y no dejas que nadie la toque para que no la dañe.
El error aquí de Ana, era que yo ya estaba dañada, ya no había nada que cuidar en mi.
¿Porque querer cuidar algo que ya estaba roto?
Es como decir que sacas a un pez de una pecera con agua para que no se vaya a ahogar.
Una completa estupidez.
A pesar de todo lo que vivíamos juntas, la admiraba mucho, es un gran ejemplo a seguir como mujer, porque pese a todo lo que pasó, pudo seguir adelante.
Sé que le debo una disculpa, quisiera poder decirle que la quiero, pero mi manera de expresar mis sentimientos nunca ha sido la correcta. Siempre me he guardado todo para mi, porque si viene de mí y es mío, nunca debería salir de aquí. No es como si a alguien le fuera a interesar.
Admiraba mucho a ese tipo de personas que podía fácilmente decir lo que sentía. A las que eran tan transparentes que podían decir todo con tan solo una mirada o algún gesto repentino.
A veces me gustaría ser así; poder decir un "te amo" o un "te quiero" cada vez que lo sentía. Tener el valor de poder decir lo que sentía o pensaba, ser más expresiva con las cosas que tenía que decir y no es este tipo de caja fuerte sin código que no pude abrirse ni consigo misma.
—Hefz ¿estas bien?—la escucho preocupada «siempre preocupándose por mi». Intento reponerme para poder responder algo, pero creo que mi estado es demasiado obvio y ella lo nota—¿Una pesadilla?
Solo asiento:—Otra de nuevo—froto mis ojos acostumbrándome al blanco de la habitación—.¿Acaso siempre las tendré?
—No lo se, ya no es normal que las tengas—ni que lo digas—le diré a Cynthia que te agende una cita con Tamara—¡Genial! La psicóloga—es mejor para ti.
—Si, esta bien—digo sin más, estando aquí adentro no es que pueda rehusarme mucho a las cosas.
Antes de salir, Ana me pregunta si necesito algo mas, a lo cual niego. Veo como sale de la habitación y me permito pensar todavía un rato en aquella mujer.
Como la madre de Ludo siempre me ha dicho; intento ver el lado positivo en las cosas. Además del estúpido lema de que lo mejor es que estaba viva, debía admitir que era muy afortunada de tener a Ana en mi vida, era por eso que lastimarla de alguna manera posible, me hacía sentir el ser más mediocre del mundo.
Podía ser que nuestra relación no fuera del todo perfecta, pero tenía la dicha de poder decir que era una gran amiga. Tenía la fortuna de poder decir que la esposa de mi padre no era la típica madrastra malvada de una novela de televisión mal hecha que solo busca la fortuna de mi padre, matarlo, desheredarme y dejarme sin nada, mientras ella disfruta del dinero y del placer que le causa al dejarme tirada y sola.
Veo la hora que es y tomo los pequeño botes de pastillas a un lado de mi cama, los miro un rato antes de abrirlos y me mentalizo antes de pasarme todos esos medicamentos por la garganta en plena ayuna—la peor sensación del mundo—.
Me había desacostumbrado a las rutinas de hospital, a no dormir bien—como si en casa pudiera hacerlo—a no bañarme diario, tener que comer esa asquerosa comida, estar conectada a un suero y al tanque de oxigeno. Y tener que estar amarrada a varios aparatos de hospital y sentir que mi cuerpo es una maquina en vez de mi cuerpo.
Adiós celular, adiós televisión—que siendo sincera no me importaban tanto, y esperaba de verdad que por lo menos pudieran traerme algunos libros—. Tenia que decirle adiós por dos semanas a la poca libertad que tenia.
«Que genial»
Tenia mucho tiempo que no venia aquí—solo revisiones y consultas de vez en cuando para ver como iba con el tratamiento, nada grave—.
Odiaba estar en el hospital, ya que odiaba la horrible sensación de soledad que este me causaba.
Sí, me gustaba estar sola, pero sentirme sola era algo muy diferente que me hacía sentir mal.
Acostada en la pequeña cama de hospital, mi cabeza pesaba, ni siquiera sabia que rayos era lo que había pasado. Bueno sí, sabia que olvide tomarme mis medicamentos y que me había quedado dormida sin haberme conectado «Una gran combinación. Eres grande Hefz». Los doctores me lo habían confirmado después de sentir que casi moría.
Odiaba estar aquí, sentía que me enfermaba—una muy linda comparación—me deprimía estar en el hospital, era horrorosa la sensación que sentía cada que estaba por aquí. Por obvias razones, este no era de mis lugares favoritos en el mundo; se pasan malos ratos aquí, tener que escuchar llantos, sollozos o personas expresando su dolor y sufrimiento me ponía de mal humor, además de claramente, revivir muchísimos momentos y recuerdos que no son para nada divertidos y alegres.
Me quedo un rato en silencio sin nada que hacer y como mi aburrimiento es del tamaño de la saga de Harry Potter y The Shadowhunters juntas—y tambien, como ya estoy un poco mejor y como conozco el hospital y a su personal como la palma de mi mano—decido salir un rato de mi habitación.
Tomó la vieja armazón de mis lentes que está sobre una mesita llena de medicamentos, y el usual enfoque que necesito no aparece. Estas gafas tenían una graduación menor a la actual, no era recomendable que usara este aumento ya que solo podía incrementar mi ceguera, pero al no tener mis lentes graduados a mis ojos, entre esto y no ver nada, era mejor esto.
Salgo a los pasillos refunfulando un poco y encontrándome con Marcos—el pediatra de los gemelos—curzar el pasillo, lo saludo amablemnte y sigo caminando. No es fácil pasar desapercibida con con el carrito de mi oxigeno y con el tripie del suero a un lado, los pacientes, familiares y personal médico de aquí, me reparan con los ojos con cada paso que voy.
Era de imaginar. Normalmente cuando vez a alguien con un tanque de oxigeno a un lado y con un tripie de suero al otro, lo primero que dices es: "pobrecita, debe estar sufriendo mucho". Bueno, sí, estaba sufriendo mucho, y por esa misma razón no quería que nadie lo supiera, no quería que nadie me viera con lástima y por eso había hecho casi de todo para que nadie lo notará.
Cosa que falló al momento de que Aiden me mirara teniendo un ataque de asma. Mi suerte era horrible de verdad, de todas las personas que pudieron darse cuenta de ello, Aiden era la que menos quería que supiera y la que primero se dio cuenta.
Todo era un asco, y el hecho de haber perdido mi collar, era algo que también me preocupaba.
Sabia que podía ser inútil, pero necesitaba tenerlo de vuelta, necesitaba encontrarlo, pero extraviar lo había sido como dejar caer una aguja en un pajar. Más posibilidades de encontrarlo eran nulas.
Camino por los pasillos hasta llegar a una habitación que se roba toda mi atención. Me quedo pasmada ante la escena que me topo en frente: un montón de doctores en una emergencia, atendiendo un paciente.
La algarabía no nota que dejaron la puerta de la habitación abierta, y por ende, tampoco me notan a mi, logro ver a Cynthia ayudar con el desfibrilador pasándoselo al doctor al mando.
No se ni siquiera lo que pasa, pero verlos todos alterados y sin el control de la situación, de cierta manera también me altera a mi.
Uno.
Dos.
Tres descargas y nada.
—Doctor, lo hemos perdido—dice un ayudante con pena—no pudimos hacer nada, fue un paro respiratorio.
Suelto un grito ahogado al escuchar lo que dice, haciendo que todos se volteen hacia a mi. Cynthia me mira alarmada mientras a mí parece que me pusieron pegamento en los pies ya que no me puedo mover del lugar.
—Cierren la puerta y que alguien la saque de aquí—dice el doctor algo molesto.
Sin esperar a que alguien venga por mí, salgo corriendo del lugar, arrastrando con dificultad el carrito de oxigeno y en tripie del suero. No se a donde me dirijo ni a donde quiero llegar, solo quiero estar lo mas lejos posible de lo que acabo de presenciar.
No enfoco camino alguno ni verifico direcciones, solo extrañamente corro sin importarme que después, cuando paré, sea el infierno para mis pulmones. Lo único que logro notar despues, sin ningún tipo de aviso, es el golpe en mi frente y trasero junto con la sustancia liquida que cayo en mi bata.
Sobo mi frente sin levantar mi mirada, sintiendo un poco de calor entre mi pecho y estómago. ¿Me caí? «No, solo querías ver el suelo mas de cerca» me grita mi subconsciente.
—Mierda—dicen frente de mi. Levanto mi mirada encontrándome con la figura causante de esa voz. Un chico—Maldición mi café.
Un chico de cabellera negro azabache esta frente a mi. Es muy alto y tiene el pecho y mitad de su brazo izquierdo lleno de la sustancia caliente que a mi me cubre el pecho. Intenta hacer algo mientras se lleva su teléfono junto a su oreja.
—Lia, te llamo luego—cuelga su llamada y empieza a limpiarse la sustancia que le cayo en la mano.
Me pongo de pie sintiéndome inferior por la gran altura que nos separa. «Es muy alto»
—Lo siento—no se porque comienzo a disculparme.
—Si claro—responde seco— Deberías fijarte mas por donde caminas, ¿estas ciega o algo?
—¿Disculpa?
—Disculpa aceptada—responde esbozando una sonrisa ladina— ahora muévete, que me estorbas en el camino.
¿Qué les pasa a los chicos de hoy en día? ¿Se les acabo a amabilidad?
—¿Qué rayos sucede contigo?—exclamo algo cabreada.
—Sucede que arruinaste mi mañana derramando mi café, ¿No te han enseñado que en un hospital no se corre?—se encorva un poco poniéndose casi a mi altura—. Que por lo que veo—repara todo el equipo medico que cargo—deberías saberte mas las reglas del hospital.
—Eres un idiota—espeto enojada.
—Lo digo enserio, deberías tener mas cuidado por donde caminas— dice imitando un tono agradable, hago una mueca alejándome de su tacto y él continua—no te vayas a topar a alguien con un mal genio y vaya a decirte cosas feas—frota mi cabeza como si fuera una niña pequeña, intento hablar para reclamarle algo pero el sonido de su teléfono me interrumpe—. ¿Ahora que?—dice y se queda un rato en silencio escuchando lo que la otra persona en la línea responde—De acuerdo, voy para allá...no prometo nada, el camino a ese pueblo es largo... Si, si, ya entendí—cuelga.
No se porque rayos no me he ido y lo espero cómo si fuera a decirme algo después de todo, pero aquí estoy, como mensa esperando a que acabe su llamada.
—¿No entiende que me estorbas en el pasillo?—pregunta volviendo a la misma actitud de idiota.
Me pasa por un lado dándome un golpe en el hombro con su cuerpo. Volteo dispuesta a quejarme con el, cuando lo escucho hablar.
—Fue un placer platicar contigo, torpe luna—hace un gesto de reverencia mientras se quita un sombrero imaginario.
¿Luna?
Frunzo mi ceño sin comprender aún nada.
Malditos chicos idiotas.
La semana se me hacia eterna, parecía como si de alguna manera, el tiempo se hubiera detenido en todos los días que llevaba aquí, había llegado aquí un jueves en la madrugada y apenas era lunes, antes del medio día.
Todo iba de mal en peor, no dormía, casi no comía y solo podía ver a mis amigos treinta minutos al día, lo que para mi, no era suficiente. No había vuelto a ver al chico de cabellera negra y de actitud pésima que me topé el domingo, aunque lo negara, me había despertado un gran interés, no se si porque quería recamarle por su actitud nefasta o quería saber porque demonios era así de imbecil.
Lo peor de todo es que no daban resultados de mis exámenes y chequeos médicos. Eso sin duda me ponía de mal humor, estaba agotada de estar aquí y el simple hecho de que los pocos días que llevaba aquí, me estuvieran haciendo estudios, muestras de sangre, cambios de medicamentos, tener que tener la intravenosa con el suero ya que mi cuerpo esta débil todavía, las terapias y demás, era muy agotador. No soportaba la idea de pasar un día mas aquí, trasladarme de un lugar a otro me cuesta mucho ya que mis pulmones no me lo permiten, no puedo dar diez pasos sin estar agitada y necesitar un descanso. Literal, mi vida era agobiante.
—Hefziba, Tamara te esta esperando—veo como Cynthia asoma su cabeza mientras lo dice.
—Gracias, voy enseguida.
Rehusarme a ir con la psicóloga no servía de nada «al igual que sus sesiones» por primera vez coincido con lo que dice mi conciencia. Y es que sí, es la verdad, sus sesiones no me han servido de nada en todos estos años.
—Hola Hefz—sonríe cuando cruzo por la puerta.
—Hola
—¿Cómo has estado?
Terriblemente mal, ¿y tu?
—Como siempre, dependiendo de las cosas.
—Me alegra que seas sincera— sonríe. Hacerla enojar es muy difícil—. Los doctores me dijeron lo que paso hace algunos días—se que se refiere al incidente con el paciente—. ¿Algo que quieras decir?
—Yo solo iba pasando y los vi, no es mi culpa que no cierren las puertas—digo encogiéndome de hombros.
—No te estoy regañando, solo que en tu condición, quisiera saber si no te afecto—dice tranquila.
«Condición» Odiaba ese termino.
—Estoy bien—miento.
—Si claro—baila las palabras mientras lo dice!¿Qué tal duermes?
Como odiaba que no fueran directo al grano.
—Mal, ¿Ana no te lo dijo? Las pesadillas siguen.
—¿Y con que sueñas?—pregunta mientras anota algo en su libreta.
—Ya sabes con que sueño, he soñado lo mismo desde hace años. No deja de atormentarme ese recuerdo—la voz me empieza a temblar.
—¿Hay algún cambio o algo?—me mira tranquila.
—Sí —digo y su mirada se torna curiosa—antes me miraba como una niña, en la ultima semana me he visto a mi misma con mi edad actual.
—¿Ah si?—asiento a su pregunta— En algunos casos es normal, mientras creces y te ves al espejo, nuestro cerebro toma la ultima imagen que tenemos de nosotros mismo plasmándolos en sueños, pesadillas o hasta recuerdos.
—Es bueno saberlo—ironizó—¿Por qué las sigo teniendo?
—Es algo que no te puedo contestar con certeza, no porque no lo sepa, sino porque todo es cuestión tuya—la miro confundida—. Veras, los sueños o pesadillas dependen de nosotros mismos, te pondré un ejemplo: cuando vemos mucho a una persona, nos acostumbramos tanto a su rostro, que nuestro cerebro empieza a tenerlo allí, es por eso que luego los recordamos de la nada o a veces soñamos con ese alguien.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo?
—En tu caso, el tema de tu madre y todo lo que paso, fue algo traumático para ti. Como te lo he dicho ya antes, tienes que soltarlo. Aunque no lo admitas, yo se que no lo has podido superar ya que si así fuera, tendrías unos sueños normales y no te atormentarían esas pesadillas. Puede sonar cruel, pero aquí la única responsable de tus pesadillas eres tu.
—¿¡Como quieres que supere algo que sucedió por mi culpa!?—reclamo con ironía.
—Hefziba, no fue tu culpa...
—Claro que si lo fue, todo lo que pasó ese día fue mi culpa. El accidente, la muerte de mi madre, el no conectarme, todo ha sido absolutamente mi culpa—las palabras y el llanto salen de mí sin poder controlarlos—. Si solo me hubiera tomado los medicamentos esa noche, si tan solo me hubiera conectado, si tan solo no estuviera enferma, no estaría aquí teniendo las mismas charlas estúpidas contigo—expresó sacando todo lo que siento.
»Ya estoy harta de todo, de mi vida, de mi enfermedad, de mí. De todo. No le encuentro ningún sentido a todo esto—me señalo a mi misma, sintiendo como me cuesta respirar, todo se me pone borroso y el pitido en mis oídos se hace presente—.Todo lo malo que me pasa me lo merezco—empiezo a temblar—. Hay veces en las que deseo ya no volver a despertar, que deseo ya no sentir nada—. Siento la primera lágrima rodar por mi mejilla al pensar en todo esto—Cuando desperté el Jueves, me arrepentí por hacerlo, me arrepentí por que eso significaba seguir viviendo la mierda a la que llamo vida.
—Hefz, cálmate por favor—se pone de pie y se empieza a acercar a mí poco a poco—solo tienes que respirar, tranquilízate.
—Solo tengo que respirar—repito ironizando—¿¡Sabes cuanto me cuesta eso!? ¿Sabes la jodida mierda que eso implica!?—le pregunto sin querer una respuesta—. ¡Joder! Me duele hasta respirar sabiendo que ella ya no esta aquí, saber que por mi culpa murió, saber que por mi culpa ella se fue.
A grifo suelto, dejo salir cada una de mis lagrimas, son desesperación no dejo de decir todo lo que siento y la mirada que ella me da, es la misma apestosa mirada de lastima que he recibido toda mi vida.
—Hay veces en las que...— pruebo las palabras que diré a continuación sin arrepentimiento alguno y vocifero—¡Hay veces en las que pienso que la que debió morir era yo!—grito mientras siento como me falta el aire, sintiéndome débil.
Siento a Cynthia tomarme en brazos detrás mío, mientras ambas caemos al suelo, yo sin fuerzas, ella sosteniéndome.
—Shhh, Hefz solo respira—siento como acaricia mi cabello regresándome a la escena donde Aiden hacia lo mismo—solo respira, controla tu respiración, tu puedes.
Siento un pequeño piquete en el brazo mientras todo poco que poco se me va haciendo negro.
Imágenes confusas aparecen en mi mente; color de ojos preciosos los cueles ya he visto antes, voces familiares que se hacen presentes, recuerdos que me atormentan más un sin fin de oscuridad.
Abro los ojos y me siento confundida. Estoy acostada en la pequeña cama de hospital sin saber nada de lo que me paso.
—Que bueno que despiertas—una voz que conozco muy bien me dice—. Me preocupé mucho cuando me dijeron que te sedaron, ¿cómo estas?
La mujer de cabellera negro azabache que no logró enfocar muy bien hasta ponerme mis lentes, se encuentra a unos pasos de mi.
—¿Qué haces aquí?—mi ceño se frunce al no comprender nada.
—Hola, yo también me alegro mucho de verte—dice la mujer entonando con gracia—y sé que no soy tu tía de verdad, pero me encanta escucharte decirlo, así que si me haces los honores...—dice la mamá de Ludo conservando su humor tan especial.
«Ya se de donde salió Ludo»
—Hola tía—la saludo como cuando era pequeña.
—Hola sobrina—se acerca a darme un beso—. ¿Qué sucedió?
—A ver, la que hizo la primera pregunta fui yo—le digo lo que desde que tengo doce me repite «la que haga la primera pegunta, la otra tiene que responder»—¿Qué haces aquí? Los lunes no permiten visitas.
—Es que hoy es miércoles, querida sobrina—dice en un tonillo burlón.
—No, hoy es lunes— digo en ese mismo tono.
— No, el lunes te sedaron. Hoy es miercoles, estuviste dos días inconsciente—dice muy segura.
¿Cómo?
________________________
N/a: Hola. Yo de nuevo por aquí.
Si debo ser sincera, disfrute mucho escribir este capitulo porque así empiezan a conocer un poco mas sobre la vida de mi pequeña Hefz. Casi se me sale una lagrimita y todo al final del cap, pero bueno, ¿a ustedes que les parecio? ¿Les gustó?
Como siempre yo llegando tarde a las cosas, pero es esta semana llegamos a los 1K en vistas. Esto me emocionó tanto y me subió el ánimo para seguir escribiendo porque enserio, nunca pensé que a alguien le pudiera gustar lo que yo escribiera, la verdad gracias por eso, que aunque para algunos no es mucho, para mi es o suficiente y lo que necesitaba. (Dejo esto de la vieja nota de autora ya que cuando lo subí por primera ves era mil, y ahora ya vamos rumbo a las 3.5K, ¡¡que emoción!!)
Para el día que yo estoy escribiendo esto, quería hacer doble actualización. Si cuando suba esto y no hay otro capitulo, una disculpa, cambie de opinión, pero no tardaré en subir lo siguiente.
Un pequeño aviso: sean muy observadoras aquí, que en este capitulo pasaron varias cosas importantes, no se si lo notaron pero si sí, dejen un comentario para ver que es lo que piensan. En el siguiente capitulo se viene lo bueno, y lo que algunas se esperan👀.
Sin nada más que decir, me despido, nos vemos en una próxima actualización.
Chaiwis.
Besos <3
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