🥀CAPÍTULO 1🥀
🥀Hefziba🥀
¿Como es que funciona el universo?
Siempre me lo he preguntado.
Tenía la duda creciente en mi interior, sobre como funcionaban las pequeñas cosas de este gran circulo que llamamos vida.
¿Porque pasa esto? ¿Porque pasa aquello? ¿Casualidades o cosas del destino?
Creía en las casualidades pero no en el destino. Porque en todo caso, el destino solía ser un poco egoísta y un gran mal parido.
Estaba cansada de todo y había veces que hasta fingir una sonrisa me dolía. La cotidianidad de todo, la repetitividad de las cosas hacia sentirme atrapada en un bucle sin final.
Ahora verás porque.
Despertar exaltada y bañada en sudor a altas hora de la madrugada se había convertido en mi rutina diaria durante años.
Perder el control de mi cuerpo y de la nada despertar con el corazón hecho un desastre era confuso y llegaba a ser un poco agotador por la continuidad de mis pesadillas.
Tendía a ser la misma, y sucedía todas las noches sin falta alguna, no había una sola noche en donde pudiera conciliar un sueño reparador.
Como si de alguna rutina diaria se tratara, me despertaba todos los días entre las 3:30 y las 4:00 a.m. Lo peor de todo es que había veces en las que no podía volver a dormir y créanme que iniciar tu día a las 4:00 de la mañana no es nada lindo, es—como ya lo dije— agotador.
Imágenes de mi sueño se hicieron presentes de nuevo por mi mente, como si de una película se tratase se reprodujo en mi mente y es como si en mi cerebro no encontraran el control para detenerlos. Por mas que intentaba ignorarlo, mas presente se hacia.
«Vamos Hefz, es solo un sueño»
Intente controlar mi respiración e inhale hondo todo el aire que mis dañados pulmones pudieran almacenar. Repetí mi protocolo de respiración unas cuantas veces mas hasta sentirme un poco mas estable y menos alterada.
El no poder controlar mis pensamientos me frustraba, me hacia sentir débil conmigo misma y hasta un cierto punto me hartaba de que no pudiera controlarlos.
Era como si alguien más manejara mi cuerpo, como si este ya no me perteneciera, como si alguien jugara conmigo.
A veces no me sentía yo. Tal vez tu aun no lo sepas, pero mi vida a comparación de como era antes se sentía una mierda. Nada era igual. Y no, no es que se deba a la pubertad o a los cambios hormonales que todos los adolescentes experimentamos. No era nada de eso.
Lo mio era peor. Podría hacer una extensa lista de las desgracias de mi vida, pero afortunadamente para mi, era demasiado temprano como para empezar mi día deprimida.
Habia pasado cerca de media hora girando de un lado a otro en mi cama intentando volver a dormir, intente hacerlo y mini recuperar unas horas de sueño, pero como era costumbre, cada vez que cerraba mis ojos, la pesadilla volvía a hacerte presente por mi mente. Deje de intentar volver a dormir porque siempre daba lo mismo, yo ya no quería volver a ver ese doloroso recuerdo.
Lo mejor que podía hacer en estos casos era aprovechar la hora para iniciar antes con mi día, preferiría mil veces eso, antes que seguir viendo todo lo que me atormenta, prefería aprovechar las horas extras que tenía de día y dejar de pensar tanto en ese recuerdo. Ya que al parecer yo no tenía el control de mi propio cuerpo, lo mejor que podía hacer era seguir la rutina del ser viviente en el que me toca habitar.
Me senté en mi cama recargando mi espalda contra la cabecera de la misma, estire mis brazos hacia arriba y acaricie mis ojos un poco, antes de ponerme mis lentes ya que sin ellos no veía prácticamente nada.
Ya con ellos puestos y sintiendo el hermoso enfoque que estos me brindaban, encendí la lampara a un lado de mi cama y el pequeño bombillo dio la iluminación perfecta sin encandilarme y permitirme ver algunas cosas en mi habitación.
Quite la cánula de mi nariz y salí de mi cama hacia el pequeño balcón que tengo, abrí la ventana-que más bien es pared-y el aire fresco golpea mi cara llegando a mi nariz para que mis pulmones lo reciban, es una sensación magnífica sentir todo el oxígeno llenado mis pulmones, es como si de alguna manera la vida entrara de nuevo en mi sistema y se reiniciará todo en mi ser «Si tan solo pudiera hacer esto yo sola» digo para mis adentros.
Tan fácil que es respirar y mis tontos pulmones que necesitan ayuda para hacerlo.
Esa era una de mis tantas desgracias, de hecho estaba en el top tres de la lista de mis desgracias. Estaba enferma, mis pulmones no funcionaban a su totalidad y tenia que usar un poco de ayuda de un tanque de oxigeno y un inhalador de asma para poder respirar.
Era algo muy grave y tenía que seguir al pie de la letra las rigurosas recetas de medicinas y antibióticos, era agotador, literalmente, pero como todos me decían que hiciera; tenia que verle el lado positivo a las cosas, y en este caso, el lado positivo es que yo seguía con vida.
Uno de los tantos placeres de la vida es estar viviendo. Pero créanme que a lo que todos llaman vida, es como si fuera una máquina fuera de sistema.
A veces me sentía perdida, sin algún rumbo en especifico a donde ir.
Sentía que aquel camino que tenia que seguir se había destruido. No sentía que tuviera el propósito de hacer algo con mi vida, a veces me sentía en un limbo, y otras veces sentía que no sentía nada en realidad.
Era como si de algún modo, mi futuro solo indicara medicamentos, hospitales y tratamientos por el resto de mi vida. Como si mi existencia solo se basará en estar enferma y no pudiera enfocarse en nada más.
Mirando hacia la distancia, intenté que mi cerebro comience a trabajar, buscando algo asombroso para así poder ignorar un rato todo lo que mis pensamientos estaban gritando. Mirando un poco más allá de mis narices, lo encontré; el silencio.
Era magnífico, sin el ruido de los coches, nada de voces, no música, no nada. Solo los pequeños sonidos de la naturaleza que acompañaban a mi alrededor: el viento moviendo las hojas creando una atmósfera relajante, el sonido que hacían los grillos y uno que otro ruido de los búhos. Nada que fuera producido por el ser humano, sinceramente me parecía encantador.
No sabia si era a la única que le pasaba, pero la sociedad tendía a hacerme sentir sofocada. De alguna manera me daba miedo, no sabía cómo explicarlo pero era una sensación extraña que me abarcaba cada que intentaba hacerlo.
Sentía que intentar socializar con mas personas no tenia ningún sentido, ademas de no ser buena haciéndolo, no le encontraba un motivo, era como si de algún modo, se me hubiera ido las ganas de hacer cualquier cosa. Afortunadamente tenia amigos, ¿para que iba a querer hacer mas si con ellos ya lo tenía todo?
Recargada en la barandilla de mi balcón mis ojos cayeron en algo nuevo y tal vez un poco interesante.
Un cartel rojo con la palabra "vendido" estaba en la casa de alado. Al parecer, al fin tendríamos nuevos vecinos, no es algo que necesitaba para seguir viviendo o que me llene de felicidad, pero al menos era algo nuevo que pasaba por aquí.
En mi vida y en el pueblo no es que pasaran cosas demasiado interesantes como para poder alegrarme. Gaventown es un pueblito muy aburrido y no solía haber muchas novedades por estos lares. Era lindo, tenía paisajes muy bellos a veces, pero la cotidianidad era lo que lo hacía tedioso y aburrido.
Después de unos minutos de estar a fuera, sentí era tiempo de que me empezara a cambiar para ir a la preparatoria. Entre a mi clóset y rebusque algo dentro de él que se viera más o menos presentable.
No era de las personas que se levantaban súper temprano solo para alistarse y estar demasiado presentables a la hora de ir a la escuela. Sí, solia levantarme demasiado temprano pero mi pinta no podría importarme menos. Por eso, saqué mis viejos jeans que solía usar para casi todo y un suéter azul marino talla XL junto con mis viejas Converse blancas.
La ropa ancha me haca sentir cómoda y de alguna manera segura. Ana me insistía en que debería optar por ponerme ropa de mi talla y que intentara verme más femenina. Aunque acepte que la ropa que veo usar en las chicas de mi edad se ve linda, no creo que en mí aplique eso, ya que de ninguna manera mi cuerpo podía llegar a verse bien con esas diminutas prendas.
Mirándome al espejo parezco una jovencita normal de 17 años que se desvela en la madrugada haciendo cosas que todos hacen y que eso explicaría la cara de demacrada que tiene. Nada que levante sospechas y me haga parecer diferente a los chicos y chicas de mi edad-a diferencia de las que usas ropa apretada, claro-. Justo lo que quiero aparentar.
Sentía que las prendas no se me veían mal. El color azul hacia contraste con mi pálida y lechosa piel, y el ancho pantalón, mantenía mis delgadas y escuálidas piernas ocultas de la vista de las personas. Solo de esta manera es en la que me sentía mas o menos segura, como si aquellas prendas lograran mágicamente hacerme invisible a la vista de los demás.
Mire la maraña de cabello castaño que tenía sobre la cara. Lo cepille un poco para mínimo aparentar que le había puesto ganas a la hora de arreglarme. Mi cabello se sentía reseco, estando sola y en confianza conmigo misma, podía decir que era un asco y un completo desastre. Al terminar de cepillarlo, no pudo quedar peor, ya que al estar seco, la maraña de pelo solo se esponjo, teniendo ese frizz insoportable que lo hacía lucir peor.
Sin nada más que agregar a mi atuendo, baje a la cocina en busca de un vaso de agua.
Mientras bajaba a la planta baja de mi casa para ir a la cocina vi en un viejo reloj que esta colocado en la pared, que eran las 5:25 a.m. Si que me había demorado demasiado en arreglarme, pero el silencio en las afueras era tan tranquilizador que el tiempo se me había pasado volando, aunque eso sí, tenía tiempo de sobra para que Malika y Enzo vinieran por mi.
Malika y Lorenzo Russo son dos de mis mejores amigos, son hermanos mellizos y han sido parte de mi vida desde que tengo memoria. Nuestros padres se conocían desde la universidad, aunque nuestras madres lo hacían desde mas jóvenes. Les tengo un gran afecto ya que ellos siempre han estado para mi en los momentos mas difíciles de mi vida, son alguien sumamente importantes para mi.
Ellos amablemente se ofrecían a venir por mi para ir a la preparatoria, ya que como buen cliché de película americana, hacíamos casi todos juntos y habíamos ido siempre al mismo instituto. Ellos y mis demás amigos.
Pensaba en como sería cuando terminaríamos el bachillerato y fuéramos a la universidad. Aquí en Gaventown no hay muchas que digamos, solo había una que no contaba con una amplitud de carreras demasiado extensa. Lo que hacía que muchos se tuvieran que mudar del pueblo para poder seguir estudiando la carrera que ellos quisieran.
Yo quería estudiar literatura Inglesa, ya que siempre he tenido un cierto amor por las letras, sentir lo que son capaces de describir y hacer sentir me parece algo verdaderamente único.
Mi amor por ellas ha venido desde que era una niña, mis padres me lo inculcaron y a mí eso me fascino.
Sentía que las historias de los libros era un método de escape. Podías estar físicamente en un sillón y en tu mente podrías estar visitando lugares como la luna, o retroceder algunos años en el pasado y vivir la trágica historia de Romeo y Julieta, fantasear con un cuento de hadas o sirenas o vivir en un mundo apocalíptico en donde tienes que buscar la manera de como sobrevivir.
Para mi eso eran los libros, y nada me hacia mas feliz que poder estudiar una carrera en donde la mayor parte del tiempo tenga que leerlos. Uno de los pocos sueños que me quedaban, era poder escribir algo que marcara la vida de las personas, algo que con el tiempo se le pudiera decir clásico, quería dejar una huella en la vida y vivir en el recuerdo de las personas.
Sin duda alguna seria una gran meta por cumplir.
Afortunadamente la universidad de aquí tenía esa carrera, pero me ponía a pensar en mis demás amigos, y pensar que algunos se tendrían que ir del pueblo para poder estudiar lo que desearan me hacía tener sentimientos encontrados.
Seria verdaderamente difícil separarme de ellos, pero era algo que tenía que pasar y no podía evitar.
Supongo que es parte de crecer y madurar, no siempre puedes quedarte en un mismo sitio por el resto de tu vida. Si tu quieres progresar en la vida, supongo que deberías de hacer ciertos sacrificios para lograrlo.
Como mi cuerpo todavía no me pide alimento no me molesto en preparar algo para desayunar, decido que es mejor desayunar algo en la preparatoria, ya que pensándolo bien, me puede caer algo pesado a estar horas de la mañana.
Mi metabolismo era así de extraño, si no comía algo en las mañanas, me sentía-por obvias razones- vacía y solían darme dolores de cabeza por el hambre, lo que pasaba si desayunaba, era que a veces me caía mal la comida y me daban ganas de devolverla.
Sinceramente, vomitar me daba asco, me ponía de mal humor la simple sensación de querer hacerlo, y si soy sincera, prefería no comer nada a tener dolores de estomago y nauseas todo el día.
La cocina estaba vacía, Ana todavía no despertaba, mucho menos mis hermanitos que sus clases empezaban después de las 8:00 a.m. Paz y tranquilidad, justo lo que necesitaba y quería.
Mis hermanos suelen ser muy ruidosos y a veces molestos, son dos niños gemelos y aunque tengan cara de angelitos, han sido una molestia a veces.
Nunca me he visto como alguien lo suficiente madura como para ser el ejemplo de algo. Con ellos, era algo así como su ejemplo a seguir-claro, eso según Ana-yo sentía que solo era una chica con la que compartían hogar, nada que tuviera que ver con responsabilidades que inculcar a unos niños de seis años.
Sus nombres son Tyler y Taylor-si ya sé, súper originales tratándose de unos gemelos-. A lo que tengo entendido, Taylor es mayor que Tyler por diez minutos aunque yo no le veo una gran diferencia, son exactamente iguales hasta en la estatura, aunque si he de decir que he escuchado varias veces a Tyler quejarse por no ser el mayor.
Nuestra relación de hermanos es muy normal, supongo. Nos llevamos bien e intento ser lo más amable que puedo con los niños. No nos otorgaría el premio a los hermanos del año, pero seguro que nuestra relación podría ser peor y nosotros estábamos haciendo bien el trabajo de hermanos.
Tomé un vaso con un logo de superhéroes de Tyler y serví un poco de agua del grifo para hacer mi recorrido devuelta arriba para tomar mi media docena de medicinas para poder iniciar el día.
No tenía mucho que habían cambiado mi medicación, solían hacerlo dependiendo de cómo iba avanzando mi cuerpo. Si funcionaban los dejaban, y si no, los volvían a cambiar.
Los doctores estaban haciendo pruebas para ver que se adaptaba mejor a mi cuerpo y para ver si había una mejora.
Los procesos eran lentos, demasiado lentos de verdad, ingería más medicamentos que comida, aunque ya se había vuelto parte de la rutina, los efectos secundarios de estos eran los que a veces me tomaban por sorpresa. A veces eran demasiado fuertes y me dejaban inconsciente algunas horas, otros solo me debilitaban o me hacían bajar mucho de peso.
Eso sin contar los estudios que me hacían cada tres meses en donde checan los medicamentos, tratamientos y todas las cosas que tengo en el cuerpo.
Abrí los frascos de las diferentes medicinas y saqué seis en total; dos tabletas blancas, tres con una orilla azul y del otro lado blanca y la última con una orilla roja. Esta última se suponía que era la más importante y la que tenía un efecto más fuerte.
Después de empujar todos esos medicamentos por mi garganta, me siento en mi cama después de cepillar mis dientes a revisar mi celular y me sorprende tener mensajes tan temprano.
A estas horas no es muy común que mis amigos estén despiertos, y ver un mensaje de Malika me hace fruncir el ceño.
Malika♡:
Mi ucciderai
C'è stato un problema con la macchina*
¿Problemas con el auto? Espero esten bien.
Malika♡:
Enzo y yo no podremos pasar por ti, lo siento
Yo:
Va tutto bene? ti è successo qualcosa?*
Malika♡:
Tranquila, estamos bien, solo que papá dijo que el carro no arrancaba, lo siento
¿Nos vemos en la escuela?
Yo:
Claro, no te preocupes
Nos vemos
Aunque no se lo dijera, claro que había un problema, obvio no se lo diría a Malika, pero el hecho de no tener quien me lleve a la escuela me complica mi salida.
Que gran manera de iniciar el día...
Bien ahí Heftz...
Ignorando a mi concienta pensé que es lo que tenía que hacer.
Tome mis cosas para ir a la preparatoria y baje de nuevo al primer piso.
Justo antes de terminar de bajar los escalones, mi vista cayó sobre las llaves del auto que colgaban en la entrada, un hermoso regalo de mi cumpleaños número 17 que nunca había utilizado.
Hace unos meses había sido mi decimoséptimo cumpleaños y Ana y mi padre pensaron que regalarme un coche sería una buena idea.
Sabia conducir un poco o bueno, sabía lo básico de la conducción. Mi padre me había explicado un poco y yo solía prestar mucha atención en los cambios y los movimientos que él hace cada que maneja. El único problema aquí es que nunca me había subido en un auto a manejar.
A penas y podía subirme a uno sin tener un ataque de ansiedad, así que conducir por mi misma no era algo que pudiera hacer.
No se lo que me pasaba cada que subía a un coche. Era como si tan solo de poner un pie sobre esa máquina, mi corazón comenzara a apresurarse y a sentirse presionado por algo, de alguna manera mis pulmones se cerraban inmediatamente y me hacían tener un ataque de ansiedad.
Después del accidente no había podido subir a uno durante varios años. Ahora puedo tolerar estar sentada en uno y viajar a velocidades menores. Los psicólogos dijeron que era un avance y que esperaban que poco a poco se notara más mejoría.
Pensé mucho mis opciones, era mas de un kilómetro y medio de mi casa a la preparatoria, era obvio que con mi condición me cansaría y tardaría mucho en llegar, pero no había manera en la que yo me subiera a un auto y lo manejara.
La idea de salir a tomar un taxi se cruzo por mi cabeza, pero recordé que las calles de mi colonia estaban cerradas por una nueva construcción, así que esa idea dejaría de ser una opción. Aunque si lo pensaba bien, no había manera en la que me subiera al carro con un completo desconocido, esa idea me parecía peor aun que ponerme a conducir yo misma.
Por eso siempre habían sido Enzo y Malika los que me llevaban y traían de la escuela, de cierta manera, me daba confianza subirme a un auto con ellos.
Al principio no fue fácil, ya que hasta con ellos me daba miedo, pero poco a poco pude ir accediendo un poco más, hasta que ellos se pusieron el nombre de ser mis choferes personales.
Me apenaba un poco a veces ya que no quería que sintieran que me estaba aprovechando de ellos, pero insistieron en decir que eso no era ningún problema para ellos, ya que mi casa les quedaba de paso a la preparatoria.
Despues de una pequeña discusión en mi cabeza, salí de mi casa y por fin comencé la marcha hacia la escuela.
Comencé a caminar por las calles de la colonia. La atmósfera seguía estando algo oscura, en el cielo a penas y se podían ver los tonos anaranjados del sol en el amanecer.
Como el clima ya había cambiado, el horario igual, estábamos en la época en donde las noches son más largas y los días son más cortos.
Cuando era una niña adoraba estos tiempos, ya que el frío solía arrullarme y era imposible sacarme de la cama. Era como si de un pequeño oso en invernación se tratase. Además, amaba tomar chocolate caliente con malvaviscos en estas épocas. Aunque eso afectará un poco mi metabolismo, tenía permitido tomarme una taza o dos, todo con mucho orden y control de que nada me afectara.
Todavía no hacia frío, las temperaturas seguían siendo algo normales, no tenía que salir muy abrigada a la hora de salir de casa, con el simple suéter que llevaba puesto me parecía suficiente.
Esta parte del pueblo se veía tan tranquila a estas horas de la mañana. Los faroles de las calles seguían encendidos, casi no había gente-solo uno que otro anciano que le gustaba madrugar estaba por la calle-.
Comencé a sentir como mi respiración comenzaba a acelerarse. Me quedé sentada un momento en la parada de autobuses más cercana y saque mi inhalador de asma, di dos disparos haciendo que el conjuntos de medicamentos pasasen por mi garganta. Intento respirar un poco más por mi propia cuenta y sintiéndome un poco más oxigenada y calmada continúe con mi recorrido. Así unas veces más.
Me falta aún unas dos cuadras para por fin llegar a la preparatoria, el camino se me ha hecho eterno ya que al parecer mi cuerpo se des acostumbro a todo esto.
Sé que debería de hacerme poco más de veinte minutos de camino, pero esas paradas para poder respirar habían tomado más tiempo del necesario para poder estabilizarse. Hice descansos de cinco minutos aproximadamente para poder reanimar me y recuperarme de mi cansancio.
Sentía que ya no podía más, me sentía débil, las piernas me dolían y tenía comezón en ellas. Sentía que el pecho me iba a explotar de tan comprimido que lo sentía.
Mi condición física si que era un asco. De verdad estaba agotada.
Después de lo que pareció una eternidad por fin llegué a las instalaciones, me hice casi una hora de camino, demasiado para mi débil cuerpo, hasta creo que para cualquiera.
Solo podía imaginarme a la tortuga de "La liebre y la tortuga" rebasarme y que la maldita se burlaba de mi.
Así de lenta me sentía.
Aunque las clases no comenzaban hasta después de las siete, Gaventown high school solía abrir sus puertas desde más temprano, por lo cual, cuando pise la entrada de la escuela ya habían unas cuantas luces encendidas por los pasillos.
Paso por los pasillos hasta escuchar un dulce y delicado silbido por el área de maestros, asomó mi cabeza por la puerta y la veo arreglando las filas de las bancas.
—Bonita melodía—le digo haciendo que note mi presencia—¿cual es?
Ella me mira gustosa y me sonríe ampliamente haciendo que unas ligeras arrugas se marquen al rededor de sus ojos.
—"The way you make me feel"—responde con una sonrisa en sus labios—¿No la conoces?
Asiento ligeramente hacia ella:—Creo que no le encontraba el ritmo—le contesto en un tono más tranquilo y ella solo sonríe.
—¿Que haces tan temprano por aquí?—lleva sus manos a sus cadera en forma de jarra—No es normal que alguien se levante ta temprano y menos a tu edad.
Se que lo dice en forma de broma, ya que si hay gente que lo hace, se a lo que se refiere, ningún adolescente en su sano juicio llegaría antes de la hora pedida a la escuela.
—Ya sabes, me gusta madrugar—contesto intentando sonar graciosa aunque falló.
—¿Segura que todo está bien, Hefz?—responde en ese tonillo tan familiar.
Solo asiento:—Te ayudo con el salón de química—le ofrezco mi ayuda. Ella solo me sonríe ampliamente antes de despedirme.
—Suerte Hefz.
—Gracias Joun—le digo dirigiéndome al salón de química.
Joun era una de las intendentes de la escuela. Es una señora cerca de los sesenta y tantos que amaba con todo su corazón la música de los 80's y los 90's—gran época, por cierto—siempre que me la topaba en las mañanas la descubría tarareando una que otra canción por los pasillos.
Había creado una pequeña "amistad"—como le dice ella—con esa viejita amable y carismática. Supe de su existencia ya que una vez llegué tan temprano, que prácticamente había llegado antes que ella y los demás intendentes a la escuela, ella bromeó diciendo que parecía velador y desde entonces nos saludamos por los pasillos cada que nos topamos.
Una que otra vez ha preguntado sobre si tengo algún problema de insomnio o que si que es lo que pasa conmigo que siempre llego muy temprano, dice que tengo que dormir adecuadamente y descansar para no enfermarme «Ay Joun, si supieras».
Esa era la cuestión, nadie—más que mis amigos—sabían que yo estaba enferma, nadie más en la escuela sabía que yo padecía de algo. Solo el director de la escuela y uno que otro maestro estaba consciente de eso.
No quería que nadie lo supiera, sentía que si era de esa forma así nadie me tendría lástima. Ya tenía experiencia con lo que había pasado en el accidente como para que también supieran que estoy enferma.
Como ya lo dije, no soy muy buena haciendo relaciones con las personas, aunque con Joun suelo hacer uno que otro comentario amable, es más por educación que por otra cosa. Joun no afecta mi burbuja, no la rompe, y no intenta corromperla, es justo lo que necesitaba, nada que afectara mi perfecto espacio de bien, no era como cuando Ana me decía que tenía que socializar más, eso ya era tema aparte.
Llego al salón en donde tendré mi primera clase con bastante tiempo de sobra, el salón está oscuro pero la suave luz del amanecer comienza a iluminar los rincones del aula. Enciendo uno que otro interruptor de luz de salón y este empezo a agarrar la iluminación adecuada. Como le dije a Joun, comienzo a ayudarla un poco arreglando las cosas del salón. No hay mucho que hacer, ya que aquí no hay bancas sino mesas de laboratorio, prácticamente solo tenía que encender las luces y el aire acondicionado, nada que recurriera demasiado esfuerzo físico.
Me ubico en mi asiento y me cruzo de brazos sin saber que hacer en lo que espero que las clases comiencen.
Me debatí en si leer un libro o escuchar un poco de música antes de que la clase empezara, pero si debo ser sincera, en estos momentos no estoy segura de querer hacer alguna.
Esta todo muy calmado y en silencio, eran de las pocas veces que la escuela se encontraba así. Tenía que disfrutarlo. Como ya lo he mencionado, el silencio no es nada que no pueda soportar, al contrario, me encanta ya que con este podía concentrarme para pensar ya que una vez que llegaban todos al salón, el silencio era lo último que se encontraba por aquí.
Tenia que aprovechar el momento, lo único que me queda es esperar a que mi compañera de mesa llegara.
Minutos después, por fin escucho pasos por los corredores, faltan cinco minutos para las 7:00 así que ya es tiempo de que todos empiecen a llegar.
Veo entrar a unos cuantos chicos que solo conozco de vista, pero mi querida compañera no hace su acto de presencia «¿será que no vendrá?» me pregunto a mi misma. No la veo por ningún lado y eso me preocupa. Tener que explicarle las cosas después de clases es un martirio.
Escucho a lo lejos a un grupo de chicos acercándose al salón. Hay algo en particular en una persona que llama mi atención, escucho una risa y unas palabras que salen de su boca, no logro identificar que dijo, lo que si reconozco a la perfección es su tono de voz y su manera de pronunciar cada palabra.
Siento mi corazón desbocado, nada parecido con la sensación de esta mañana de camino a la escuela, esta es mil veces mejor.
Escucho que la voz se intensifica y llego a ser consciente de los latidos acelerados de mi corazón por lo fuerte que son, creo que hasta alguien lo suficientemente cerca de mí los podría escuchar.
«Vamos Hefz, controlate» escucho a mi cerebro decir.
Niego con mi cabeza intentando calmar las sensaciones que estoy sintiendo. Verlo entrar al salón, escucharlo hablar, ese sonido tan magnifico que sale de su boca y ver como sus labios se curvan en una sonrisa perfecta. ¡Maldición! ¿¡Que me pasa!?
Siento que soy más latidos que persona, mi respiración también se encargó de hacer su cambio en ritmo notable, me siento más nerviosa, ansiosa, pero no de una mala manera. Siento un toque de adrenalina recorrer mi cuerpo haciéndome sentir varias sensaciones al mismo tiempo cuando cruza por esa puerta.
Siento que el mundo entero y todo a su alrededor se detiene justo en el momento que lo veo.
Me he quedado sin habla, sin sentidos, y la poca pizca razonable que quedaba en mí, es como si nunca hubiera existido dejando al ser embobado que estoy siendo en este momento.
¡Joder! Aiden Hale ha llegado.
🥀
Me matarás. Hubo un problema con el auto.*
¿Todo está bien? algo te pasó?*
________________________
N/a: Hola para esas personitas nuevas que están leyendo por primera vez mis hitorias. Por asuntos y gustos personales estoy reeditando estos capítulos, así que si no llegas a comprender algo en los próximos, te pido una disculpa y estas completamente invitadx a que si no comprendes algo, me lo puedas preguntar por privado. Espero terminar pronto con esta pequeña edición para así poder continuar con la historia.
Gracias por la atención. ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro