Al día siguiente, Auron se encontró a Reborn cerca de la puerta principal, ordenando sus armas con total concentración, lo cual le causó gracia al menor.

Auron: no quiero interrumpirte (bueno, en realidad si) pero... ¿necesitas ayuda con algo? –se sentó frente suyo, observándolo fijamente.–

El contrario solo suspiró, dejando de lado sus queridas armas, para luego mirarlo fijamente serio.

Reborn: escucha, por lo que veo, eres un gran experto con respecto a este mundo de mierda –suspiró.– tienes una casa mamadisima, armas que en cualquier momento robaré, y entre más cosas.

Auron: –sonrió ladino, sentándose más cerca suyo.– ¿me estás pidiendo que te ayudé?

Reborn: ...en cuanto lo vuelvas a repetir juro incendiar la casa, con ese Mariconetti dentro. –señaló a Adam, quien estaba esperando a que su comida terminara de cocinarse.–

Auron: ¿Mariconetti? ¿y eso porqu-...?

Adam: no le hagas caso, señor Auron, este señor irrespetuoso no sabe lo que dice –dejó un filete en la mano de Auron, mientras que a Reborn, tan solo se lo tiró en la cara.– gud bai. –volvió a encerrarse bajo como era costumbre.–

Reborn: ese ya esta muerto.

Auron: eh, a lo que íbamos –movió su mano de un lado a otro, llamando su atención.– te ayudaré, la verdad, tu llegada desconocida me alegró la vida, incluso.

Reborn: si si, como digas, ahora has más comida para mi. –señaló los hornos.–

Auron: ¡Con todo gusto, ReboRNOO! –se levantó rápido, dando saltos hasta los hornos, comenzando a cocinar.–

Reborn: ¿¡Cómo cojones me has llamado!?

Y asi los días pasaron, Auron ayudando a su nuevo amigo con la construcción de armas, y otras cosas.
Incluso le había ofrecido la idea de construir una casa para Reborn cerca de la suya, pero éste simplemente se negó diciendo que la casa en la que actualmente se estaba quedando, era también de su propiedad.

Otro día más había empezado, Auron alistándose para ir directo al pueblo. Al parecer nuevas armaduras habían entrado a la tienda, o así habían comunicado los dioses. Por su parte, Reborn solo se acercó hasta quedar frente suya.

Reborn: hey, desde que estoy aquí nunca me llevaste a ese pueblo raro al que vas algunas veces. –lo señaló.–

Auron: oh, ehm... –rio nervioso– no te lo tomes a mal, es solo que no queria que los chicos armaran un alboroto cuando te miraran, o incluso, no sé... te obligarían a irte. –susurró lo último algo avergonzado.–

Reborn: Descuida Auronsin, soy mucho mejor que esos gilipollas, además esta es mi casa. –salió de allí y buscó a su chocobo, montándolo.– aparte, necesito armadura.

Auron: bueno, si, pero ten en cuenta lo que te dije la primera vez que te conocí –se montó a su chocobo blanco y se acercó.– no bromeaba cuando decía que todos estaban tras ese chocobo dorado. 

Reborn: quien lo toque, lo voy a matar –gruñó y comenzó a seguir al de mechón anaranjado.–