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Capitulo 6

A la mañana siguiente, Minnie seguía dormido cuando me escapé de la cama. Lo dejé con una nota rápida, que decía que tenía que recoger algunas cosas de la oficina, pero volvería a casa a tiempo para las entrevistas. Cheryl me había enviado un mail la noche anterior, diciendo que había señalado a varios candidatos para la posición de PA. Lo que era genial con respecto a ella, era que era parte de la manada, así que nunca tenía que esconderle nada.

También le dije sobre Minnie y lo que era, así como la increíble asistente que era, ella llamó a los ratones y preguntó si alguno también estaba buscando un trabajo. Así que,
tendríamos una mezcla de leones y ratones que llegarían a las once. Y mientras tanto necesita correr a la oficina para dejar las llaves de mi apartamento, por lo que ella podría
manejar a los de la mudanza, ese no era el objetivo principal de levantarse temprano de la cama.

Cuando Minnie se quedó dormido la noche anterior, me di cuenta de algo… no había conseguido el arete para nuestro apareamiento. Si alguien, especialmente algún león, lo veía y llevaba algo menos que eso, sería un signo de que no habíamos solidificado nuestro apareamiento por completo. Y no iba a arriesgarme a que alguien pensara eso, especialmente cuando Minnie no tenía idea del significado de ello.

Así que entré en mi auto, con una gran sonrisa en mi rostro y un plan en mente para cortejar a mi pareja. Después de que le dejé mis llaves a Cheryl, me metí en una joyería
que le pertenecía a alguien de la manada. Técnicamente, la tienda no
abría hasta las diez, pero sabía que Siwoon llegaría ahí más temprano como siempre, poniendo las cosas en
orden y esas cosas.

Toqué la puerta, cuando llegué ahí y esperé. Lo vi salir de la habitación de atrás, y cuando me vio, se le formó un ceño en su rostro. ¿A qué iba eso? El hombre mayor y yo siempre
habíamos pasado tiempo juntos. Se acercó a la puerta y la desbloqueó, lo suficiente como para hablarme, pero no me dejó entrar.

—No eres bienvenido aquí, Yoongi —, dijo con firmeza y me cerró la puerta en la cara. Instintivamente, la detuve con la mano.

—¿Por qué no? ¿Y desde cuándo? —Mis ojos se ampliaron por el shock que me causo la forma en la que me trató. ¿Qué mierda estaba pasando?

—No le servimos a los de tu tipo, en mi tienda —, espetó y sus palabras me golpearon como una tonelada de ladrillos.

—Tienes que estar bromeando —, gruñí sonoramente. —¿Estás cortando nuestra relación porque soy gay? —Llevaba siendo un buen cliente desde hace años. Siempre me llevaba algo bonito de su tienda, para el cumpleaños de Cheryl y para navidad. Además, él tenía los mejores relojes, y había comprado dos docenas para los ejecutivos de mi compañía en navidad, hace unos cuantos meses.

—Sí, aquí no se permiten maricones.

—Escúchame, basura —siseé, mientras empujaba la puerta para abrirla más y lo agarraba por la camisa.

—¿Buscas que te desafié en la próxima reunión de la manada?

—N-No no puedes hacer eso —jadeó, sus ojos se agrandaron. —Esto no tiene nada que ver con los asuntos de la manada.

—¡Por supuesto que sí, Siwoon! Estás insultando a un león más fuerte, a causa de con quien duerme. Eso me parece muy personal, y sabes cómo es que los leones manejan las disputas personales. No volveré después de hoy, así que serías un estúpido si dejas que el hecho de que sea gay acabe con nuestra relación de negocios, después de todo el dinero que llevo gastando aquí, desde hace años.

>>Pero necesito el arete de mi pareja ahora, y sabes que eres el que se encarga de ellos, porque es una cosa de leones. Así que vas a permitirme comprar aquí y nunca volverás a
faltarle el respeto a mi pareja o a mí. O te desafiaré y te acabaré. ¿Claro cómo el puto cristal?

—Sí, Yoongi —dijo, con un tono derrotado, mientras bajaba su cabeza sumisamente.

—Realmente esperaba más de ti, Siwoon. Siempre nos hemos llevado bien, y nunca te he catalogado como un fanático de mente estrecha.

—Va a lastimarme —, susurró, después de que lo dejé ir y entré a la tienda.

—¿Quién? —Pregunté, sabiendo muy bien que estaba hablando de mi padre.

—El Anciano Ashby. —Sí, a veces odiaba tener razón.

—Déjame adivinar, le dijo a la manada que no se asociaran conmigo. Especialmente a ti, ya que eres el que le vende los pendientes a la mayoría de los leones de América del Norte.

—Sí, lo siento —, respondió, mientras sus hombros se desplomaban por la vergüenza.

—¿Por qué no me lo dijiste? Sabes que te protegería de él —, pregunté con gentileza. Froté mis manos por mi rostro con frustración y traté de mantener mi adrenalina bajo control. Siwoon no era el enemigo. Sólo era un peón en esta guerra con mi padre.

—Dijo que habías abandonado la manada. —Lo seguí hasta la vitrina en donde se exponían los pendientes de apareamiento. No estaban a disposición del público, ya que
eran sólo para leones y tenían las marcas de nuestra manada en ellos. Las otras manadas podían ordenar aretes de apareamiento con sus marcas, pero Siwoon siempre tenía algunas de nuestra manada.

—Le dije que me iba a mudar con mi pareja, y después de que me engañara para que me apareara, le dije que ya no iba a contribuir con dinero para la manda. Pero eso no significa que me vaya a alejar de todo, Siwoon. Nos conocemos hace décadas. ¿Alguna vez me has visto abandonar a la gente?

—No —, susurró, mientras sus mejillas se sonrojaban.

—Me sorprendió que fueras gay,
Yoongi. Pero no me importa a quien tengas en tu cama o qué tipo de plomería tenga tu pareja. Te mereces ser feliz, después de terminar pegado con el imbécil de tu padre.

—Gracias —, dije gentilmente, mientras palmeaba su hombro. —Me encargaré de mi papá. Si te causa algún problema, déjame saberlo, ¿está bien?

—Te lo debo —respondió Siwoon, mientras hacía un gesto hacia los pendientes. —Escoge el que te gustaría para tu pareja, va por la casa.

—No es necesario. —Negué con la cabeza y suspiré internamente, ante la jodida situación. —Esto es culpa de mi papá, no tuya. Te pagaré y todavía estaré aquí para conseguir los regalos de navidad, cada año.

—Oh, gracias a Dios —suspiró con alivio. —Cuando tu padre dijo que no podíamos hacer negocios contigo, pensé que ignoraba el hecho de que muchos de nosotros dependemos
de tus negocios para sobrevivir. Podría arruinar a la manada, por tratar de castigarte o lo que sea que piense que está haciendo.

—Está tratando de hacer que lo desafíe por el liderazgo —espeté cuando me golpeó la noción. ¡Ese hijo de puta! Quería que me hiciera cargo, si no podía hacerlo bajo sus términos, trataría de engañarme de nuevo. —No tiene ningún reparo en tratar de obligarme.

—Odio que sea nuestro líder —masculló Siwoon, y no podía estar más de acuerdo. Pero yo no quería liderar. ¡Sólo quería vivir mi vida y ser feliz!

Dejamos pasar el tema, mientras me ayudaba a escoger un pendiente y luego guardé su número. Prometí que llevaría mí celular conmigo y hablaría con mi padre a primera hora de la mañana. Normalmente, lo habría solucionado de inmediato, pero Minnie y yo teníamos las entrevistas y la mudanza y necesitaba explicarle qué estaba pasando. Ya no se trataba
sólo de mí. Esto también lo afectaba.

Después de que había terminado,
volví a la florería del día de ayer. Las rosas que había conseguido para Minnie, ahora eran un recuerdo de lo que había pasado con Marv, y no quería eso. En realidad, estaba bastante seguro de que seguían en el piso de la sala de estar, en donde las había pateado. Así que esta vez, conseguí algunos tulipanes y me dirigí a mi siguiente parada.

Me estacioné y fui a la tienda de importación que tenía todo una gran variedad de golosinas de todo el mundo. Era en realidad, un regalo de broma con el cual había planeado
para tratar de demostrarle a Minnie que aceptaba quien era y que no tenía problema con estar apareado a un cambiaforma, que era técnicamente, una presa. Encontré lo que estaba
buscando, pagué, y volví a subir a mi auto, mientras mordía mi labio inferior para tratar de contener la risa.

No me tomó mucho tiempo llegar a casa. ¡Wow! Había vivido ahí por unos cuantos días y ya pensaba en la casa de Minnie como mi hogar. Eso me hizo sonreír aún más.

Salí del auto, después de estacionarlo en la entrada y pasé por la puerta lateral en el garaje. Realmente necesitaba añadir “conseguirme llaves” a la lista de cosas que tenía que realizar.

—Hey —dijo Minnie resplandeciente, mientras alzaba su mirada de la laptop, sentado en la mesa de la cocina.

—Hey a ti también. —Me reía, mientras metía cuidadosamente mis compras detrás de mi espalda. —Tengo unas cuantas cosas para ti. ¿Preferirías el regalo serio o el divertido primero?

—Umm, divertido —respondió con un guiño, después de un momento. Saqué mi mano derecha de atrás de mi espalda y coloqué una rueda de queso de quince libras sobre la mesa. Mi sonrisa se desvaneció, cuando vi que la de Minnie también lo hacía. Me miró y luego al queso, con una expresión herida.
—¿Por qué es divertido? ¡No lo encuentro divertido, Yoongi!

—Y-Yo estaba t-tratando de demostrarte q-que estaba b-bien con que fueras un r-ratón—, tartamudeé, mientras mi corazón se desplomaba. ¿Cómo es posible que ya hubiera vuelto a joderlo todo? —No quería ser cruel, Minnie. D-Dijiste que la mayoría d-de los cambiaformas
eran crueles contigo, cuando d-descubrían que eras un ratón. S-Sólo quería, no sé, mostrarte, que umm, eso no me importa.

—Oh —susurró y volvió a mirar la rueda de queso. —Joder, lo lamento, Yoongi.

—No te disculpes—Me encogí de hombros, seguía molesto porque mis planes se fueran a la mierda. —Voy a salir a correr. —Retrocedí dos pasos hacia atrás, mientras trataba de
esconder las flores, antes de que él saltara de su silla y me agarrara.

—Por favor, no te vayas —se quejó. —No huyas porque fui un tonto y arruiné tu regalo. Salté a hacer conclusiones. Esto es mi culpa. Ahora que lo entiendo, amo el queso. Gracias.

—Me imaginé que te demostraría que me importas tú, no qué tipo de animal eres. —Seguía sin reunirme con sus ojos, en caso de que todavía hubiera dolor en sus ojos.

¡Estaba intentándolo, maldita sea! ¿Por qué no podía hacer esto bien?

—Yoongi, mírame —susurró, mientras volteaba mi cara hacia él. Suspiré y lo miré a los ojos. —Lo siento. Pensé… no sé qué pensé, pero estaba siendo hipersensible. Creo que puede que esté emocionalmente frito, con todo lo que ha pasado últimamente. Este es un regalo impresionante. Significa mucho para mí, que pensaras en una forma de intentar demostrarme cómo te sientes. Gracias.

—De nada —suspiré y rocé mis labios con los suyos. A pesar de que su reacción inicial no era la que me hubiese gustado, tenía que admitir que comprendía lo que estaba diciendo. —Puede que bromeé por aquí y por allá, pero nunca lo haría para ser cruel, Minnie.

—Me alegra —, susurró y volvió a besarme. Ambos estábamos jadeando cuando nos separamos, sus ojos nunca abandonaron los míos. —¿Aún me merezco, lo que sea que haya detrás de tu espalda?

—Umm, bésame de nuevo y diré que sí —arrastré las palabras, mientras pretendía pensarlo. Me dio una sonrisa retorcida, antes de hacer precisamente eso. Cuando retrocedió, metí los tulipanes entre nosotros.

—¿Cómo supiste que esos son mis favoritos? —Chilló sonoramente, mientras me las arrebataba. Me asombró cuando enterró su nariz en ellos e inhaló profundamente.

—No lo sabía —admití. Me encantaría tomar el crédito por haberlo
averiguado, pero eso sería una mentira. —No quería traer rosas otra vez, después de lo de ayer, y pensé que esas se veían bonitas sin ser demasiado femeninas, ya nunca antes le he dado flores a alguien. —Cerré mi boca de golpe, tratando de cortar mi parloteo nervioso.

—En serio, los tulipanes son mis favoritos, gracias. —Se volvió a parar en la punta de sus pies y me dio un suave beso, antes de darse la vuelta y casi saltando de la emoción cuando fue a uno de los gabinetes. Lo abrió y alzó sus ojos, antes de que se precipitaran por toda la cocina. Cuando se detuvo en el taburete metido debajo del refrigerador, noté lo que estaba pasando.

—¿Puedo ayudar? —Pregunté, tratando de no atraer su atención a su baja estatura, pero no había razón para usar el taburete, cuando yo estaba justo ahí.

—Sí, por favor—dijo con una brillante sonrisa, mientras señalaba el tercer estante. —Ahí hay un gran jarrón de cristal, detrás de esos pequeños, creo que serían perfectos para estos.

—Bien, sujeta esto—respondí, mientras le entregaba la caja de la joyería. Me estiré y me moví alrededor de los jarrones, antes de encontrar el que quería. Me congelé, cuando me di la vuelta para entregárselo y él miraba la caja con la boca abierta. Bueno, ese no fue un
movimiento sutil. Linda forma de darle a alguien algo tan importante, como el pendiente de apareamiento.

—¿Es para mí?—Entonces me miró con tanta esperanza en sus ojos, que estaba eternamente agradecido de que la respuesta fuera sí.

—Es para tu oreja—respondí, mientras ponía el jarrón en la encimera. Luego miré la caja y la abrí, mientras me arrodillaba. —Fui a conseguirlo esta mañana. Este es el último paso para aceptar el apareamiento con un león, Minnie. Quiero que todos sepan que eres mi pareja. ¿Lo usarías?

—Por supuesto —chilló y se estiró hacia él. Pasó un dedo por el arete grueso del tamaño de una moneda de diez centavos, el cual colgaría de su oreja con la marca de la manada
en ella. —¿Puedo ponérmelo ahora? Quiero ver cómo se me ve. Nunca he sido lo bastante rudo como para perforar mí oreja, pero esto es genial.

—Sí, póntelo —Me reí entre dientes, mientras hacía un gesto para que lo sacara de la caja.

—¡Gracias! —Exclamó y tomó la caja antes de correr a la habitación. Luego corrió de regreso, me entregó los tulipanes, y volvió a salir corriendo. Supongo que no quería llevarse
las flores al baño. Tuve que
morderme el labio para contener la risa, ante sus payasadas. La vida nunca sería aburrida con él, y creo que la prefería de esa manera.

Antes de que Minnie pudiera reaparecer, hubo un golpe en la puerta. Bajando la mirada hacia mi reloj, vi que todavía quedaba una hora antes de la primera entrevista. ¿Quién era? Caminé hacia la puerta y la abrí, completamente impactado hasta lo profundo de mi alma,
ante quien estaba ahí.

—¿Suran? —Pregunté, mientras miraba de ella hacia mi papá.

—Hey, Yoongi —dijo mi vieja amiga, mientras me abrazaba. Correspondí el abrazo porque estaba feliz de verla… aunque no con mi papá.

—Suran ha aceptado ser tu leona, para liderar la manada —declaró mi papá, mientras me miraba con rabia en sus ojos. —Sabe sobre tu juguete y está bien con ello, siempre y cuando ella dirija a tu lado y él permanezca fuera de los asuntos de la manada. De esta manera, puedes producir herederos.

—Eso no fue lo que dije… —Empezó a decir, mientras miraba a mi papá con la boca abierta.

—Mientras tanto, yo puedo continuar siendo el anciano de los leones—continuó, ignorando que Suran acababa de hablar, —sabes que el límite para liderar una manada son
tres siglos. Y ya que eres el único heredero que tengo, marica o no, te harás cargo.

—¿Qué? —Gruñí, mientras todas las piezas caían en su lugar.

—Espere, dijo que Yoongi sabía—Suran jadeó pasando la mirada entre mi padre y yo. —Me dijo que Yoongi quería esto, para que así pudiera tener hijos.

—Como si quisiera —gruñí, mientras empujaba a Suran detrás de mí. Esto estaba a punto de ponerse realmente feo, muy rápido, y no quería que ella estuviera en medio de la línea de fuego. Antes de que pudiera decir algo más o tirar a mi padre al suelo de un golpe, oí varios chillidos ruidosos.

—Como se atreve este bastardo a venir a mi casa y llamarme juguete —dijo Minnie en su forma de ratón, por supuesto que sólo yo podía
entenderlo.

—Minnie, no —gemí, mientras lo buscaba en el piso. Esto no ayudaría a la situación, y no podía darle la paliza que se merecía mi papá, si estaba por ahí y pudiera salir lastimado en
el proceso.

—¿Qué mierda? —Rugió mi papá, mientras levantaba su pierna. —Algo acaba de morderme.

—Esa sería mi pareja —le grité, cuando mi papá fue a golpear su espinilla. Agarré su muñeca a tiempo, antes de que se estrellara contra el pobre Minnie.

—Controla a tu mascota, Yoongi—gruñó mi papá, mientras sacudía su pierna. —¡Está mordiendo mi maldita rodilla, como un cobarde! Patética presa.

—No hablarás así de él, o voy a patearte el trasero y aun así, no lideraré la manada.

—Y me mintió —gruñó Suran de atrás de mí. Sus manos ya se habían
convertido en garras, mientras trataba de pasar a mí alrededor para tratar de golpear a mi papá. La empujé hacia atrás para bloquearle el camino. Mi enfoqué dejó a mi papá por una fracción de segundo, lo que por supuesto, el bastardo lo usó a su favor.

—Suran, un ataque a la vez —dije, exasperado. Quería cerrar la puerta en la cara de mi padre y hablar con Suran y Minnie, pero debido a que mi pareja actualmente estaba en la pierna del pantalón de mi padre, en realidad eso no sería muy posible. Ella me dio un corto asentimiento y retrocedió. Me volteé justo a tiempo para ver a Minnie saliendo de los
pantalones y volando a través del césped. —¡No!

—No podías ser sólo un maricón. Tenías que escoger a un jodido animal de presa —, espetó mi papá.

Entonces perdí el control. Eché mi puño hacia atrás y le di un puñetazo con todo lo que tenía. Trastabilló con una mirada de shock y aterrizó en su culo. Ni siquiera me preocupé por él, cuando salí corriendo en la dirección en la que lanzó a Minnie. Sólo avancé diez pies, antes de congelarme y escanear el patio. Nada podría empeorar más este asunto, a
excepción de si pisara a mi propia pareja. —¿Minnie? ¿Minnie, donde estás? —Grité, mientras mi mirada se precipitaba por todo el césped.

—El imbécil me lanzó al árbol —jadeó, su voz sonaba adolorida. Miré al árbol en la hierba de la calle y estaba bastante seguro de que mi pareja yacía en la base del tronco. Corriendo hacia él, caí de rodillas, pero me detuve en seco antes de tocarlo.

—¡Jesús, Minnie! ¿Estás bien, corazón? ¿Qué debería hacer?

—¿Puedes darme tu camisa, para que pueda volver a cambiar y sanar?

—Por supuesto —respondí, mientras me la quitaba por sobre mi cabeza. La dejé caer sobre él, inseguro de qué hacer. El aire vibró y en un parpadeo apareció en forma humana, inclinado contra el árbol con mi camisa puesta. Mi ropa era lo bastante grande como para que al menos, le llegara a medio muslo. —¿Estás bien?

—Sanaré —jadeó, mientras sostenía su brazo contra su cuerpo e hizo una mueca.

Eché mi cabeza hacia atrás y dejé salir un rugido extremadamente alto. ¡Mi maldito papá había lastimado a mi pareja! Sin un solo pensamiento en mi cabeza, además de derramar la sangre del hombre, me transformé.

—¡Yoongi, no! No debería haber empezado —rogó, pero en realidad no estaba pensando bien. Giré mi rostro hacia mi papá, quien tenía una retorcida sonrisa en su cara, a medida que se paraba. El bastardo quería esto. Debería haber sido un hombre maduro y alejarme, pero no podía. No cuando había lastimado a Minnie. Él cambió en un segundo, destrozando
su ropa al igual que yo.

Corrí hacia él, saltando cuando estuvo dentro de rango. Se reunió conmigo en el aire, mientras enredábamos patas y garras. Aterrizamos con él encima, y rápidamente rectifiqué
eso con una movida de mi pata sobre en su rostro.

Pateé con mis patas traseras, golpeándolo directamente en el estómago. Salió volando por el aire y aterrizó con dureza contra su SUV.

—Yoongi, detente —gritó Suran, mientras se precipitaba en frente de mí. Le gruñí, pero como la verdadera amiga que era, no retrocedió.
—¡Esto es lo que quiere! Que lo desafíes y gobiernes la manada. Lamento tanto haber sido parte de esto. Pensé que es lo que querías.

Minnie probó otro método de aproximación. —Yoongi, ayúdame —, siseó de dolor, mientras se paraba. Mi cabeza se volteó inmediatamente en su dirección, mientras él luchaba contra el dolor. Volví a cambiar, de inmediato y corrí hacia él.

—Te tengo, corazón —susurré y lo levanté en mis brazos gentilmente. Ignorando mi desnudes o el hecho de que los vecinos de Minnie habían salido de sus casas ante el disturbio,
pasé por la puerta con él, pero no antes de detenerme en frente de mi papá. El volvió a transformarse y jadeaba en busca de aliento. Pero entonces, abrió la boca y sabía lo que
iba a decir. —Ni te molestes, papá. Podrías decir que cediste, y aun así no me haría cargo.

¡Además, tienes que tener un testigo para que cuente, y no creo que nadie aquí lo confirme!

Suran jadeó y se precipitó hacia la casa gritando —La la la la la —, a todo pulmón, hasta que estaba fuera del rango de audición y no podía escuchar, en caso de que lo dijera. Le
sonreí a mi padre, sabiendo que había ganado.

—Pero si alguna vez vuelves a herir a mi pareja, no sólo voy a patearte el trasero. Te mataré. Y no te desafiaré formalmente, lo cual evitaría mi liderazgo de la manada. ¿Me
entiendes?

—Un día puede ocurrir un accidente, Yoongi—se mofó, mientras miraba a Minnie directamente, la amenaza era clara. Coloqué a mi pareja sobre sus pies y lo apoyé en el marco de la puerta, antes de dirigirme hecho una furia hacia mi padre. Agarré su rostro con fuerza.

—Te mataría antes de que siquiera tuvieras una oportunidad de pensar en una manera de hacer que Minnie tuviera un accidente —susurré en su oído, para que mi pareja no pudiera
escucharlo. —Esto se acabó, papá. Voy a acudir a la UPAC. Has ido en contra de sus deseos de la conferencia y los apareamientos. Perderás tu asiento de anciano por esto y probablemente, te pases el resto de tu vida en prisión.

—Nada dice que no puedas tener a alguien más que te de herederos y gobiernes a tu propia raza. —Él sonrió con satisfacción. ¡Rata bastarda!

—Aun así, atacaste a mi pareja y trataste de engañarme para que tomara el liderazgo—, me mofé como respuesta. —Me preguntó si ellos sentirán que es así como debería actuar un anciano, papá. Dudo que quieran que un chiflado que busca su propia conveniencia, sea parte del cuerpo gobernante de una especie entera de cambiaformas. Su rostro palidecía, mientras trataba de alcanzarme. Pero no iba a soportarlo. Me giré y volví con mi pareja.

—¡Esto no se ha terminado, Yoongi! —Gritó, mientras le ayudaba a Ant a entrar en la casa.

Cerré la puerta de golpe, cortando sus locos desvaríos. Yo sí había terminado con él.

—Lo lamento tanto, Yoongi —sollozó Suram, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas.

Se trasladó frente a nosotros, en la cocina y fue directamente a la nevera en busca de hielo.

—¡Soy tan estúpida por haber confiado en él!

—No, no lo eres, Suran —dije, negando con la cabeza ante el desastre en el que estábamos metidos, mientras sentaba a Minnie. —¿Estás bien?

—Sí, es que no quiero que mates a tu papá. —Se encogió de hombros y luego siseó de dolor. Supuse que su hombro estaba dislocado, empezaría con eso. —Me di cuenta lo que
estaba haciendo, después de un minuto o dos y no quería que te engañara. Lamento haber cambiado y haber trepado por su pierna. Pasó antes de que me diera cuenta. Vino a nuestra casa, me insultó, a nuestro apareamiento, y trajo a esta despampanante mujer para que
gobernara la manada contigo, perdí el control.

—Lo sé, corazón —dije y lo besé gentilmente. —Suran es una enfermera, así que puede
acomodarte el hombro.

—Bueno, al menos hoy no tendremos un viaje al hospital. —Se rió entre dientes y luego gruñó, cuando Suran puso una bolsa de hielo en su mejilla.

—Sujétala bien, sexy —, dijo, mientras Minnie lo recibía. Luego movió sus manos sobre su hombro y la parte superior de su brazo. Podía decir, a partir de la mirada en su rostro, que
todo estaba bien. —No está roto, pero si dislocado. Si lo acomodamos ahora, debería estar bien en unas pocas horas, tal vez este tieso hasta mañana.

—Sólo hazlo. — Minnie jadeó, mientras ella lo rodeaba. La había visto hacer esto antes, con otros miembros de la manada, así que sabía lo que tenía que hacer. Sujeté el otro hombro de Minnie y su cintura para estabilizarlo, mientras asentía a tiempo con un recuento interno.

Luego tiró hacia afuera y hacia arriba y hubo un sonoro crujido.

—¡Joder, eso duele!

—Lo sé, sexy —canturreó y lentamente bajó su brazo para dejarlo en el regazo de Minnie.

—Ya que estamos en eso, amo el arete.

—Nunca pensé que sería lo suficientemente genial, como para tener uno. —Se rió. ¡Joder! Por sobre todas las cosas, mi papá había arruinado el momento en donde le daba el arete de apareamiento.

Aunque Suran staba en lo cierto. Le quedaba perfecto.

—Eres demasiado genial, como para importarte si eres genial —, ronroneé y froté mi dedo sobre su oreja. —Es perfecto, Minnie ¿Te gusta?

—Sí—susurró, mientras me miraba a los ojos. —Lo significa todo para mí, porque muestra cómo te sientes y que esto es real para ti.

Me incliné para darle un rápido beso, el cual terminó convirtiéndose en algo más apasionado, hasta que Suran se aclaró su garganta. Le lancé una mirada sucia, antes de regresar a los labios de mi pareja. Nos besamos por un largo rato, hasta que el aire se
volvió necesario. Justo cuando nos separamos, jadeando con sonrisas en nuestros rostros… sonó el timbre.

¡Hijo de perra! ¿No podíamos tener sólo un minuto entre alborotos?
Gruñendo, fui a ver quién era.

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