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Capítulo 25. Batalla

Astrid besó a Eric con la presión suficiente para robarle el aliento y en ningún momento él parecía querer parar, se le veía realmente entregado al placer que ejercía Astrid sobre él, la intensidad entre los dos se podía palpar en el aire, cargando la habitación con un profundo anhelo y deseo que se podía inspirar sobre el ambiente. Ninguno de los dos tenían la necesidad de engañarse uno al otro, la difícil resistencia que tuvieron que soportar se desvanecía justo ahora, disfrutaban de la libertad, del goce que brotaba desde sus almas enamoradas.

Astrid entrelazó sus dedos en el cabello de Eric mientras que él apegaba el cuerpo de Astrid al suyo en un impulso por empapar su cuerpo con el calor de ella, que se fundieran en un solo; Astrid sostuvo entre los dientes el labio inferior de Eric atrapando al instante el aliento jadeante de él, Eric acariciaba el cuello de Astrid con dulzura, apreciando la suavidad de su piel y descendió hasta llegar a los hombros, después hacia la cintura, donde el contorneo de la figura de Astrid lo hizo bajar más fácil. Astrid se estremecía bajo las caricias de Eric que estaban sobre su espalda, ella estaba impaciente, la necesidad de entregarse a Eric era elocuente, no podía pararlo; enrolló sus brazos en el cuello de Eric, ambos tenían el pecho inflamado de pura exaltación, se comían los labios al principio con dulzura pero el frenesí era incontrolable.

Era evidente que desde el primer instante lo que más querían era poder desnudarse, encontrarse piel con piel, sentir la sedosidad de sus cuerpos; Astrid a como pudo sin dejar de besar a Eric pudo quitarle la chamarra y la camisa de botones, casi se la arrancó y en segundos tuvo a Eric con el torso desnudo, con ojos cerrados acarició su abdomen, siempre tuvo la fantasía de cómo sería tocar su pecho y fue tal como lo imaginaba, era cálido.

Por su parte, Eric también quiso desnudar a Astrid, le quitó la sudadera que llevaba, tuvo que alzar los brazos e incluso hubo un problema porque la gorra se le quedó en la cabeza, rieron sin dejar de besarse, dejaron caer la sudadera al suelo junto con la blusa ligera que llevaba debajo; quedó en brassier que también intentó quitarle pero Astrid paró.

—¿Me vas a hacer el amor en la cocina? —le preguntó, sofocada por la falta del aliento pero con fuerza para reírse un momento —Sí esa era tu idea al menos la hubiera limpiado un poco.

Eric se rió también y le obsequió un beso largo antes de responderle.

—¿Crees que tenemos tiempo de ir a tu habitación?

—Seguro que sí.

Lo guió hasta las escaleras, besándolo entre pasos para aprovechar también en quitarse los zapatos, dejando rastros de la ropa que le restaba quitarse por el camino, hubo unos cuantos tropezones y risas entre los dos pero llegaron sanos y salvos hacia la planta alta; sin dejar de besarse entraron a la habitación de Astrid que era la más cercana. Se echaron sobre la cama, ambos se permitieron derramar el deseo que tenían uno por el otro con caricias ansiosas que no paraban y que no parecía alcanzar para esa tarde.

Todo pasó tan rápido, ambos estaban ante la desnudez de sus cuerpos, pero la oscuridad de la habitación cubría sus figuras a través de las sombras. Eric trató de deslizarse hacia la mesita de noche para alcanzar a encender la lámpara pero Astrid lo detuvo.

—No enciendas la luz, por favor —le pidió, respirando con dificultad y convirtiendo su voz en un suspiro.

—¿Por qué?

Se hizo un silencio prolongado, Eric pensó que había arruinado el momento pero no encontró nada de malo en querer encender la luz, eran las seis de la tarde pero a esa hora la luz del sol estaba extinta por lo que era difícil de ver, las cortinas en la habitación estaba recorridas para que no entrara nada de luz y la casa en general también estaba oscura.

—Es incómodo para mi que me veas así. No tengo buen aspecto.

—¿A que te refieres?

—No solo tengo cicatrices en los brazos, también en las piernas y parte del abdomen.

Eric recordó la primera conversación que tuvo con Astrid Welsh, fue un flashback, dónde ella le habló de sus auto lesiones, le enseño la de los brazos pero no pudo enseñarles las demás que estaban en sus piernas, después de recordar eso, Eric se sintió cómo un imbécil pero eso no detuvo en absoluto las ganas que tenia por hacerle el amor, no era una razón para desanimarlo.

—No es algo que me moleste, no eres la única con cicatrices —quiso que al menos Astrid pudiera verle la sonrisa de oreja a oreja que tenía, pensó que eso la animaría un poco —Supongo que tampoco me gustaría que me vieras de cerca.

—A mi no me molesta tu cicatriz —admitió ella, intentando levanta su mano para acariciarle el rostro, justo donde tenía la cicatriz en el pómulo —Me gustas así.

—A mi tampoco me molestan las tuyas —le susurró con tono aterciopelado, acariciándole el cuello, descendiendo hasta su abdomen y lentamente hacia las piernas donde sintió la aspereza de algunas cicatrices —Yo mismo soy imperfecto y he esperado por tanto tiempo encajar con alguien como tú.

Astrid no dijo nada pero con la inmensa oscuridad no pudo ver que ella le sonreía con dulzura, lo único que Eric escuchó fue un suspiro y luego el movimiento fugaz de Astrid por atraerlo de nuevo hacia su boca, introdujo su lengua en la de Eric, explorando con completa libertad en lo que Eric le quitaba las bragas a Astrid para después dejarlas caer a un lado de la cama. El único que todavía llevaba ropa interior era Eric, ya había logrado desnudar a Astrid, se sintió un poco decepcionado de no tener la dicha de verla pero se conformaba con poder acariciarla y descender sus labios por su cuello y sus senos, escuchaba a Astrid gemir, para el al menos le era suficiente.

El corazón de Eric estaba desenfrenado cuando Astrid buscó entre la oscuridad los boxers de Eric, ella se los quitó y era de esperarse que el pene erecto de Eric rozara con las manos de Astrid.

—Hazlo —jadeó ella sobre la oreja de Eric, ella lo acercaba para que él estuviera encima de ella, guiándolo para que pudiera penetrarla de una vez —Sé que lo has querido desde hace mucho, ya no tenemos que preocuparnos por los demás.

Por supuesto que Eric se sentía bastante motivado, no había nadie que pudiera evitar que los dos pudiera hacer el amor, a fin de cuentas no había traición y si lo había, a Eric le daba igual, Vivian no significaba nada para él. Agarró a Astrid de las piernas y la levantó solo un poco para darle acceso a su miembro de entrar por la vagina húmeda de Astrid, escuchó el jadeo de ella cuando la embistió, los cuerpos de ambos transpiraron en lo que Eric aumentaba el vaivén, la chica susurraba entre gemidos el nombre de Eric, callaba una que otra vez cuando Eric le chupaba el cuello y los pezones. Araño la mayor parte de la espalda de Eric las veces en las que no podía respirar, la voz no le salía de la garganta porque Eric realmente la hacía callar del placer que retumbaba por el cuerpo de Astrid.

Eric la penetró lo suficiente fuerte para que ella realmente pudiera gritar de éxtasis, le arañó la espalda y eso a él no le dio importancia, le encantaba escucharla jadear su nombre y que ella ocultara su rostro bañado en sudor en el hueco de su garganta; él ya estaba a punto de llegar al orgasmo, se estremecía, en menos de diez segundos se corrió dentro de ella pero Astrid todavía no había llegado al orgasmo. Duró un poco dentro de ella, sacó su miembro y se ensalivó los dedos, con suavidad estimuló el clítoris de Astrid en lo que ella se retorcía sobre la cama, ella aferró ahora sus manos sobre la sábana, le suplicaba que no parara y Eric supo que iba por el camino correcto.

Astrid tenía la respiración agitada, se quejaba con tanto placer que a Eric le hubiese gustado escucharla por un tiempo más largo pero ella sentía que el ardor que le corría dentro de las venas estaba acabando con ella; Astrid vibró cuando el orgasmo la invadió, abriéndose paso por toda su anatomía, cada célula de su cuerpo descansó y los latidos de su corazón saltaban contra su pecho, bombeando un zumbido que iba directo hacia sus oídos.

(...)

—No sé que decir al respecto —sonrió Astrid envuelta en las sábanas, recostada sobre la almohada con Eric rodeándola con un brazo —¿Qué se supone que deberíamos decir?

Eric rió sobre su hombro, tenía el pelo de ella, tapándole la cara. Quiso hablarle sobre la primera cosa que se le había cruzado por su mente cuando terminaron de tener sexo, que ninguno de los dos se había cuidado.

—De verdad lo disfrute, me gustas Astrid ¿Y sabes cómo lo sé? Ni siquiera me di cuenta que ninguno de los dos usó condón.

Ella ocultó una carcajada.

—¿Te hace sentir mejor si te digo que mañana me viene el periodo?

Esperó que él se riera con ella pero detectó la preocupación en Eric, se acomodó para poder darle la cara, se vieron uno al otro y ella no quitó la sonrisa tierna.

—Me tomaré la píldora del día siguiente, ¿Bien? No eres el único angustiado, yo tampoco quiero hijos, lo supe cuando cargue a Charlie, no quise poner mala cara cuando lo tuve en mis brazos. Yo no soy de las que prefieren una vida como ama de casa.

—Tampoco es lo mío.

Se rieron al mismo tiempo, sus ojos relucían a la tenue luz de la lámpara de noche que finalmente encendieron, ella besó una vez más los labios de Eric con una lentitud que la hizo apreciar de los labios de Eric.

—Llevaba tanto tiempo sin sentirme de esta manera, no se cómo describirlo pero siento que olvidé mis problemas estando aquí contigo, como si este espacio fuera nuestro. Nadie me ha hecho sentir esto, eres el primero, ¿Así se supone que se daba sentir hacer el amor con la persona correcta?

—¿Crees que lo soy?

Ella sonrió, inspirada en los ojos relucientes que le regalaba Eric.

—Eso es lo que quiero.

Eric la contempló con una sonrisa de oreja a oreja, ella cubrió su rostro en el pecho de Eric, él supo que debía decir algo, no quiso que el silencio fuese importante en un momento como este, por eso tuvo la iniciativa de decir lo que sentía.

—Yo tampoco sé como describir lo que siento en este momento, solo se que me encanta sentirlo y que sea contigo. —Astrid se apegó más al cuerpo de Eric, tampoco supo que decirle y Eric creyó que el silencio quizá era lo mejor.

Pasaron tal vez unos cinco minutos en donde Astrid reposaba su cabeza en el pecho de Eric, escuchando sus latidos sobre su oído y a Eric acariciando y entrelazando sus dedos en el cabello de Astrid, uno de los quiso hablar pero el momento era suyo que arruinarlo con preguntas sin sentido sería una estupidez pero sabían que era el momento correcto.

—¿Puedo preguntarte algo? —le dijo Eric, rompiendo la intriga de una vez por todas.

—¿Puedo adivinar?

Eric rió entre dientes, se le olvidaba que Astrid era una mujer astuta, diferente a las que había conocido.

—Claro.

La chica suspiró, prefería decirlo ella que Eric.

—Seguro quieres saber de mí vida.

—¿Te importaría? Se que tampoco sabes mucho de la mía.

Astrid se incorporó para solo sonreírle pero fue una sonrisa graciosa, como si lo que le dijo le hubiese parecido un chiste.

—Sé más de lo que podría querer saber —refutó ella, mordiéndose el labio con vergüenza.

Eric quiso disculparse con ella, creo que le daba más vergüenza a él que Astrid supiera el desastre que era su vida, la única cosa que lo consolaba es que al menos no había mentiras entre los dos por esa parte.

—¿Recuerdas la primera vez que hablamos y mencionaste a Taylor y lo que te había hecho?

—Sabía que no ibas a olvidarlo —respondió Astrid con desgana, se le podía leer en el semblante que el recuerdo le pesaba mucho, sus ojos se entristecieron un poco y cuando habló lo hacía con un poco de ausencia —Lo conocí cuando iba en mi segundo año de universidad, fue en una fiesta, ni siquiera se porque había ido, odiaba las fiestas en ese entonces; Taylor era amigo en común de una de mis compañeras, hablamos durante tres horas y fue estúpido ahora que lo veo todas las tonterías que nos dijimos y lo ciega que también fui, creí que por primera vez alguien me veía linda y que en verdad podía ser importante para alguien; él fue mi primer novio y era mayor que yo por tres años, estaba tan enamorada de él que le di todo, fue importante para mí pero descubrí que fui solo un juego.

Eric esperó sin decir nada a que ella se tomara el tiempo de proseguir, lo que menos quiso era presionarla, si veía que se ponía mal, estaría dispuesto a dejar las cosas como estaban, pero ella parecía ser más valiente conforme avanzaba.

—Descubrí que fui un juguete y que no solo existía yo, había dos más que no eran de mi campus, una de ellas estaba embarazada, la obligó a dejar la escuela para mantenerla a ella y al bebé pero poco después se dio de baja de la universidad y nadie más supo de él.

Eric respondió abrazándola y acercándola más a él, Astrid no parecía querer llorar pero se le podía sentir la tristeza y lo difícil que le era esconder sus sentimientos encontrados.

—Ahora entiendo tu recaída. —le susurró él, con tono conciliador —Debiste haber estado muy mal, ese bastardo no te merecía, Astrid, me hubiese gustado conocerte en ese entonces.

—¿Me hubieras protegido de no ser tan imbécil y ciega?

—Creí que el que era imbécil y ciego era yo, tú no cometiste el error de creer que un bebé era tu hijo . El que cometió el error fue él, no tú, se puede ver claramente que tu fuiste fiel, sincera y entregada, él se aprovechó de eso y es lo que me esta llenando el hígado de bilis. ¿Cuál era el nombre de Taylor?

—¿Para que? ¿Vas a investigarlo? Eric, no quisiera que saberlo...por favor, no me interesa, no es algo que quiera saber, solo olvidémoslo.—ella estaba suficientemente inquieta que Eric entendió que lo mejor era no tocar más el tema de Taylor, no en su presencia, ya se las arreglaría para conseguir el nombre de Taylor. —¿Sí? Déjalo así.

—Claro —le sonrió con cariño, depositándole un beso en la frente, le acarició la mejilla, borrando así las pequeñas arrugas que estaban en su expresión. —No hablemos de eso, ¿De que quieres hablarme? Quiero conocerte, ya sabemos cuanto conoces de mí pero si gustas saber algo más...

Astrid empezó hablándole de su infancia, no se porque razón ella quería que él conociera lo feliz que era cuando sus padres aun estaban casados, le contó su vida en la granja que tenía su padre, muy lejos de la ciudad; recordó los años largos que pasaron viviendo en aquella granja que era propiedad de su padre y de su tío Carl y de lo mucho que a su madre le enojaba tener que vivir ahí.

—Fue una razón importante para su divorcio, a mamá le gustaba la ciudad y a papá el campo, ellos se divorciaron y yo me fui con mamá a vivir aquí a Londres, él se quedó en la granja y muchas veces lo imagino arreglando zapatos en su taller con la radio encendida, comiendo cupcakes con cobertura de limón casera; le gustaba hacerlos cada mañana como desayuno y postre en la cena —ella se rió ante el recuerdo sus ojos deslumbraron ante los buenos momentos y lo feliz que la hacían —Quisiera llamarlo y decirle todo lo que ha pasado pero ni siquiera sabe lo de mi problema con las drogas ni lo de Irina, admiro que pueda escapar de toda esta jodida realidad estando lejos de aquí.

—¿Tu madre es la única que sabe lo de tu adicción?

—Sí, le dije que no se lo dijera a mi padre y lo respetó, no se de él en casi seis años pero no quiero ir y que me vea como una maldita fracasada con problemas de drogas y mentales, no soy lo que él esperaba, yo se que él me sigue recordando como la chica alegre y cantarina que le gustaba perseguir a las gallinas y cepillar a los caballos, cantando canciones que inventábamos cuando la radio se descomponía, la chica que robaba la cobertura de limón con el dedo cuando él estaba preparando más para la cena. Eso quiero que tenga todavía en su memoria

—Sigues siendo la misma Astrid graciosa y alegre, siempre encuentras una forma de hacerme sonreír, incluso en los momentos donde no lo creo posible —ambos sonrieron en automático —Eres inteligente y seguro tu padre querrá ver la increíble mujer que eres ahora, no debes sentir vergüenza por ti, Astrid, yo sé quién eres, el problema es que tu no lo ves.

—También estoy trabajando en mu autoestima —suspiró ella con el humor un poco bajo, de repente podía estar muy bien y otras es como si alguien la apagara —Estoy volviendo con mi psicólogo, es increíble ¿No? Cómo uno piensa que los tiempos serán mejores dentro de algunos años y solo se vuelven peor. Eso me sucede a mí, creí que nunca tendría que volver a pasar por lo mismo, ahora tengo un problema más que agregar, mi autoestima.

—Entonces es verdad, si volviste a recaer.

—Las auto lesiones volvieron.

—¿Y las drogas?

—No, eso no.

—Astrid, ¿considerarías lo que te dije cuando hablamos en mi cocina? De verdad hablaba en serio, quería ser una ayuda para ti, si necesitas algo no dudes en pedírmelo, sé que quieres hacerlo sola pero sabes que te vendría muy bien ayuda extra, eso puedo ser yo si no quieres que interfiera en tus asuntos, puedes contar conmigo en lo que tu necesites.

—Lo sé —ella fijó sus ojos en los de él, quiso ser muy firme —Y acepto tu ayuda pero en algo tienes razón, preferiría hacer esto sola, ya lo he hecho antes. Además, justo ahora tienes bastante cosas en que enfocarte, incluyendo lo de Irina.

Eric lo había olvidado, sintió como si en ese momento no hubiese existido ningún solo problema más que el mantener a Astrid cerca de él, ella le regresó a la realidad con tan solo mencionar a Irina y de ahí también recordó que Vivian debía estar buscándolo; su teléfono celular sonó y creyó que aquella llamada era ni más ni menos que su novia, Astrid se siguió cubriendo con las sábanas dispuesta a irse pero él le pidió que no lo hiciera.

—No necesitas irte, quédate —le pidió con genuina sinceridad, se veía que con Astrid encontraba una clase de apoyo. Inhaló aire antes de contestarle a Vivian —¿Qué pasa?

Astrid escuchó el pequeño murmuro de la voz de Vivian a un lado suyo sin poder entender nada aunque no era necesario, ella sabía que Vivian necesitaba tener a Eric en el departamento, eso quería decir que no pasarían la tarde ni noche juntos.

—Sé que debes irte —le explicó ella cuando terminó la llamada —Y no quieras hacerme sentir bien justo ahora soy la otra, debes ir con Vivian y hacer como si esto jamás hubiera pasado.

—No quiero que pienses así.

—Pero es la verdad.

—Si voy y veo a Vivian, no podré controlarme, ella explotará y yo también, necesitaré tiempo a solas antes de ir y verla.

—Piensa que necesitas una explicación, Eric y ella es la que podrá aclarar tus dudas, una cosa es lo que te puedo pedir, no le digas que fui yo quien te lo dijo, no quiero problemas con ella, creerá que lo he hecho para destruir a su familia.

—No siento que seamos una familia, ese es el problema, ella siempre lo creyó así.

—Pues es mejor que termines con la mentira si no quieres que ella te lo siga recordando. 



Chicas de verdad perdonen tanto la actualización super atrasada, me quiero poner al corriente con las dos historias que tengo pero a veces el tiempo no me deja, disculpen en verdad.

Les quiero agradecer su paciencia por estas semanas que han querido actualización, también a quienes preguntan, de verdad su interés es importante para mí. Ojala les guste el capítulo, las quiero mucho y besitos para ustedes nenas.


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