Capítulo 24. Descubierto
Eric Henderson estaba esperando la llamada de Astrid Welsh desde su oficina, él no podía creer que ella no se hubiera reportado en tres días desde aquella noche de su cumpleaños, algo dentro de él le decía que ella estaba en problemas, que se había metido en uno muy grande por su culpa. Quiso distraerse con el trabajo que tenía sobre el hombre que había filtrado los videos íntimos de Irina, lo había atrapado ayer por la madrugada, tenía cosas que hacer y aunque parecía absorto en eso, no podía dejar el espacio en su mente que se preocupaba por Astrid.
—Eric, Eric.
Él parpadeó tantas veces para poder salir del trance en el que se metió, estaba recordando como Astrid lo acusó de abandonar el caso, lo desesperado que él estaba por explicarle las cosas, se sentía impotente.
—¿Qué pasa? —trataba de enfocar a Derek con sus ojos aturdidos.
—Te acaba de llegar esto, no hay remitente. Lo encontraron en la entrada del edificio, al parecer lo dejaron durante la madrugada, revisamos los videos y la persona iba cubierta, no sabemos quién fue, queríamos abrirlo pero dice tu nombre.
Derek le entregó el folder cerrado que solo decía Eric Henderson con marcador permanente en una letra grande y mayúscula, no tenía la menor idea de quién podía enviarle esta cosa pero fuese lo que estuviera adentro debía ser una hoja de papel. Los dos se vieron, sus pensamientos eran muy claros, ese sobre debía ser abierto.
—Veamos que contiene, no creo que sea nada del otro mundo, puedo saber sin ver que es una hoja de papel.
—Ten precaución, Eric, no te lo tomes a la ligera —le sugirió Derek un poco angustiado, se veía que estaba nervioso.
Eric abrió el sobre con un pequeño pero no tan filoso cuchillo, claro que tenía sus precauciones, se había puesto unos guantes de plástico para no tocar nada del papel que estuviera adentro; comenzó a deslizar hacia afuera la hoja de máquina, lentamente fue dándose cuenta que era una carta escrita con letras de revistas, le pareció una técnica muy de los noventas.
Leyó primero su nombre, era claro que estaba dirigida a él y con lentitud fue viendo lo demás.
E R I C H E N D E R S O N
M E T E M O D A R T E E S T A N O T I C I A
T U N O V I A N O E S L O Q U E C R E E S Q U E E S
T E E S T A E N G A Ñ A N DO C ON I S A A C T U M E J O R A M I G O
Y E S E B E B É N O E S T U Y O
E S D E É L ¿ C Ó M O L O S É ? P R E G Ú N T A S E L O
O V E M E A F U E R A D E L C A F É A L A S 4 : 3 0 T E C O N V I E N E S A B E R L O
S U E R T E
Derek estaba acercándose con cuidado hacia Eric que se había puesto lívido, no se movió ni emitió sonido, la expresión de Eric estaba atemorizada, sus ojos se habían quedado en la carta que sostenía todavía cerca de su rostro. Derek quiso ir a ver que era lo que contenía aquella hoja de papel y ver por si mismo que había dejado perplejo a Eric, pero esté reaccionó de un movimiento rápido, se levantó de la silla y fue hacia la puerta.
—¿Puedes cubrirme? Necesito ir a ver algo —le pidió a Derek en lo que se ponía su chamarra, vio el reloj de pared, eran pasadas de las 4:30
—Claro, está bien, no te preocupes. No debería preguntarte esto pero, ¿Tardaras? Es sobre la llamada de Patricia Steinberg, quiere hablar contigo pero tu estabas ocupado con Lorenz.
—¿Ella habló? ¿Dijo algo en especial?
—No quiso hablarlo conmigo, prefiere esperar a que le regreses la llamada.
Eric suspiró con desanimo.
—De acuerdo, hablaré con ella cuanto antes. Gracias Derek.
Eric salió casi corriendo hacia el ascensor, la agonía de esperar a que subiera lo estaba matando lentamente, no podía resistir que pensó en mejor bajar por las escaleras de emergencia, cuando llegó no esperó a que nadie subiera; presionó el botón del primer piso contando los segundos con el pie, no quiso ver nada que le recordara que iba tarde.
Salió volando por las puertas de entrada hacia el café de Mallory, la gente iba de un lado a otro por la acera, llegó a tropezar con muchos que le estorbaban en el camino; al entrar lo primero que revisó fue la cantidad de gente que había no era mucha pero si abundante, era una tarde fría y claro que no le iban a faltar clientes a la dueña. Buscó entre los rostros de las miles de personas que lo miraban con desdén, incluso con gestos de disgusto pero nadie parecía conocerlo o esperarlo en alguna mesa.
—Eric.
Reconoció la voz en el mostrador, justo en la caja, era Mallory, estaba rellenando un estante de cupcakes, ella vio lo desesperado que estaba pero no le pareció nada raro.
—Tengo algo para ti, lo dejó una chica.
—¿Qué chica?
Ella no respondió, le entregó otro sobre que él de inmediato rasgo para ver que contenía.
—La chica de cabello café que una vez estuvo contigo y tu compañero. Te dejó esto pero no me dijo que era.
Eric ni siquiera leyó lo que venía dentro del sobre, con solo escuchar que Astrid la había dejado se frenó por completo, observó a Mallory con mucha intriga, estaba desesperado y ella se dio cuenta que incluso pareció asustarla un poco.
—¿Dijo algo sobre mí? ¿Vino con alguien más? ¿A que hora fue eso?
—No dijo nada de ti, vino ella sola y fue hace como una hora.
—¿Se fue? ¿Dijo que volvería? —preguntó con precipitación.
—No, ella se fue y no creo que regrese.
Eric leyó lo que tenía en el sobre, era la dirección de la casa de Astrid, la pobre Mallory vio asombrada como Eric trataba de asimilar lo que estaba leyendo, iba a preguntarle si se encontraba bien pero él solo se volvió hacia la puerta, dándole la espalda en segundos y salió de la cafetería, ella de todos modos lo siguió hasta que se perdió entre el mar de gente que pasaba por la acera.
(...)
Eric Henderson tocó dos veces a la puerta a la casa de Astrid Welsh, de verdad tenía ganas de abrir la puerta y violar la privacidad de todos ahí dentro pero no fue necesario la violencia, escuchó los pasos de alguien dentro que se acercaba a la puerta, creyó que sería Patricia porque con la reciente noticia sobre que estaba buscándolo, debía creer que estaba esperándolo.
Respiró hondo, pensó una y otra vez las preguntas que le haría a Astrid, no sería rudo, solo conciso, porque sin duda ella no estaba trabajando con nadie más, ella sabía de su familia más de lo que él conocía, la pregunta era, ¿Cómo lo hizo? ¿Puso cámaras en su casa? ¿Lo siguió a él y Vivian? Ella estaba acosándolo, puede que sea cierto o no pero Eric no se creía nada de lo que él mismo se estaba suponiendo y le daba igual si resultaba ser verdad.
Astrid Welsh abrió la puerta y Eric jamás le había latido el corazón tan rápido desde hace mucho tiempo, solo tenía a Astrid frente a él con su cabello café claro y sus ojos verdes contemplándolo, ella no lucía enojada, ni asustada, estaba neutra, esperando escuchar lo que él venía a buscar, una explicación. Parecía que se volvía loco pero juró que los labios de Astrid se curvaron en una sonrisa que no duró ni tres segundos pero que si fue real.
—Pasa —lo invitó con un susurró. Se hizo a un lado para dejarlo entrar.
La casa lucia increíblemente silenciosa y vacía, no era nada común en el lugar y eso hizo estremecer a Eric.
—¿Y Patricia?
—Ella ya no vive aquí, se fue ayer por la noche, rentó un cuarto de hotel, Dimitri volvió a Alemania para arreglar los pendientes del trabajo, no se sabe cuando regresara, le dejó dinero para contratar a un buen abogado para apelar en el juicio contra Vladimir. ¿No te lo dijo?
Recordó el recado de Derek.
—Me llamó a la oficina, no respondí porque estaba ocupado —le explicó, esforzándose en parecer perfectamente indiferente pero era imposible, ella la ponía nerviosa y no supo porque o solo se estaba engañando. Estaba solo en la casa con Astrid Welsh, ella lucia gloriosa y hermosa, nunca la había visto tan bella como ahora, ¿O solo era que ya no tenía nada que pudiera impedir en poder besarla?
—Vienes por la nota —admitió ella sin rodeos, dirigiéndose a la cocina, esperando que Eric lo siguiera. —Creo que es bastante clara.
—¿Te estás inventando esto por lo que te hice? ¿Es una clase de venganza? Porque no es divertido lo que estás haciendo, Astrid, no puedes difamar a nadie, es un delito.
—Yo no estoy difamando a nadie, no estoy inventando nada ni tampoco es venganza. Es la verdad —le recalcó con severidad, no había un atisbo de broma ni mentira, hablaba en serio. —Ella te está engañando, Eric y tú estás ciego, no quiero hacer nada más que ayudarte.
Eric estaba pétreo, contemplando a Astrid con un conflicto interno que le retorcía las entrañas, sentía que estaba desvaneciéndose pero era en realidad la decepción de escucharla, a fin de cuentas una parte de Eric le había dicho que si Vivian no lo engañó cuando la abandono por trabajar en el caso del año pasado, lo hubiera engañado en unos años más.
—¿Cómo carajos supiste que me estaba engañando con Isaac? ¿Te consta que es él? Seguro te equivocaste de persona, ¿Y que me dices de Charlie? ¿Es hijo suyo?
Astrid no respondió en ese momento, se tomó el tiempo de prepararse el café que estaba hirviendo y hacía ruido en la tetera.
—Toma asiento, Eric, necesitarás tiempo para escuchar lo que te voy a decir.
—¿Me estuviste acosando? ¿Me espiaste? ¿Pusiste cámaras de video en mi casa?
—No —ella rió ante las palabras de Eric que le parecieron una buena broma —¿Por qué te acosaría? No tengo tanta inteligencia para hacerlo, ni dinero para despilfarrarlo en tantos aparatos. Digamos que estuve en el momento y lugar correcto, sin querer.
—Dímelo ya que quiero saberlo, no quiero más rodeos, Astrid. Explícalo ahora.
—Está bien, será rápido si así lo prefieres. Fue unos días antes de tu fiesta de cumpleaños, yo estaba decidida a no ir y preferí llevar el regalo a tu departamento, ya lo había comprado y no quería que se desperdiciara; iba a bajarme de mi auto cuando vi a tu amigo Isaac hablando por teléfono en la acera, casi enfrente de la entrada, hablaba con alguien y parecía un poco molesto, me acerque sin que se diera cuenta para escuchar la conversación y escuche que le pedía a Vivian que le diera acceso —Astrid inhaló, se acercaba a la parte escabrosa —Cuando entró fui detrás de él sin que se diera cuenta y fue hacia tu departamento, iba a irme porque sabía que no debía meterme en asuntos ajenos pero algo en mí insistía, tú no estabas ahí dentro y claro que no podían juntarse para planear una fiesta sorpresa. En fin, me acerque a la puerta y ellos discutían porque Vivian le pedía dinero para Charlie, ella quería llevarlo a un buen hospital pero Isaac decía que no era su problema, que ellos estaban en un acuerdo, Vivian no iba a pedirle dinero para Charlie nunca, Isaac le dijo que le pidiera a sus padres pero no quiso, después él le dijo que no te exigiera tanto, le reclamó su avaricia.
Eric se quedó inmóvil, el frío adentro de la casa lo hizo estremecer pero las palabras de Astrid lo envolvieron a tan punto de estrujarlo tan fuerte que por un momento había perdido el aire dentro de sus pulmones, Astrid no supo que hacer, quería ayudar a Eric porque parecía que estaba teniendo una experiencia extra corporal que lo estaba poniendo de un color rojo intenso.
—Eric, sé que estás molesto....
—No digas nada —lo interrumpió con la voz sofocada.
—¿Me crees? ¿O piensas que me lo he inventado?
—No lo sé, no lo sé —se repitió una y otra vez, daba vueltas por la cocina, claro que tenía que aclarar sus ideas, la estaba pasando fatal con lo que Astrid le había dicho, la pobre chica estaba impotente, no le gustaba nada de lo que presenciaba —Necesito hablar esto con Vivian, tal vez tengas razón, puede que haya estado cegado todo este tiempo.
—¿De qué hablas?
—¿Por eso me preguntaste sobre la fiesta de Isaac y Daphne, cierto? ¿Querías sacar tus propios cálculos?
—Sí, debía al menos tener la certeza de que fuese posible.
—Pues lo es.
—No entiendo —Astrid frunció el ceño, empezó ver que Eric estaba alterándose pero era la pura frustración que el pobre hombre no podía sacarse.
—Jamás te conté del caso de Therese Friedemann, ese caso ocupó un año completo de mi vida, dejé abandonada mucho tiempo a Vivian, era de esperarse que lo hubiera hecho, pero con Isaac —él gruñó, tenía los dientes apretados, se le veía que sus manos estaban hechos puños y que estaban listos para golpear cualquier cosa —¡Cómo pudo hacerme esto! Y no solo a mí, el hijo de puta ni siquiera pensó en Daphne y aun así se casó con ella.
—Creo que la versión de la fiesta en donde tú y Vivian terminaron muy ebrios no es la correcta —comentó Astrid con voz pacifica aunque no serviría de nada porque lo que estaba a punto de decirle aumentaría la cólera de Eric —Seguro te ha inventado todo eso de que los dos estaban tan borrachos que no se acordaron de nada.
—¿Qué sugieres? ¿Qué se cogieron en esa fiesta mientras yo y Daphne estábamos borrachos?
—Depende, ¿Quién era el lúcido en esa fiesta?
—Solo Isaac.
—¿Te consta que solo él? No lo sabes, ni tampoco Daphne, ustedes tuvieron amnesia el día siguiente y durante la fiesta apenas podían ser conscientes de su alrededor, Isaac y Vivian pudieron poner lo que quisieron en su cabeza.
Fijó sus ojos desesperados, furiosos y endurecidos en Astrid, pasaron largos segundos y después finalmente dijo:
—Ellos pudieron haber planeado esto desde hace mucho, podía creerme todo lo que Vivian me decía, estaba cegado, era un imbécil, claro que iba a creerle lo que fuera. Sentía que le debía todo por haberla abandonado en el caso de Therese.
Ambos se quedaron en silencio pero si ninguno de los dos hablaba podía ser una oportunidad excelente para que Eric aprovechara en pensar una estupidez, por eso mismo Astrid se vio en la obligación de poder darle vida al tiempo muerto.
—No fue mi intención hacerte esto, Eric, lo único que quería era ayudarte, pero para ser sincera, quise salvarte de tu vida infeliz, cuando te veía sonreír o reír sabía que solo estabas actuando, no había razón para hacerlo, con todo lo que me contaste o puede que me equivoque, ¿De verdad eras feliz o actuabas?
—De verdad me esforzaba por no parecer infeliz. Tú te diste cuenta.
—Siempre que tenía oportunidad de observarte, lo hacía, te prestaba más atención de la que te puedes imaginar, Eric, era la única forma en la que podía alimentar lo que sentía por ti.
—Y nos llamaste egoístas. —añadió Eric con un poco de indignación —Sabías de la aventura de Vivian cuando te dije lo que sentía por ti y de todos modos me rechazaste.
—No te rechace —respondió ella con la boca retorcida en una mueca de disgusto pero su voz era tranquila —Pero me comporté de esa manera porque si te correspondía en ese momento, ibas a pensar que soy una ramera que destruye familias, en cambio tú, ¿Estabas dispuesto a perderlo todo por mí?
—¿Qué te haya dicho lo que siento por ti no te responde?
Astrid quiso sonreír, pensó que Eric era estúpido, siempre creyó que era listo pero ahora estaba segura que este hombre a veces dejaba guiarse por sus más imbéciles impulsos.
—Uno de los dos tenía que poner el alto, ya me di cuenta que no ibas a hacer tú quien dijera, "no". ¿No te das cuenta que tus impulsos te arruinan la vida? Mira lo que pasó con Vivian, ¿Te soy sincera? Te dolerá lo que voy a decirte pero si lo prefieres...
Eric alzó ambas cejas, animándola a hablar, a este paso ya no había nada peor, saber que tu novia te engañaba con tu mejor amigo y que el bebé que pensabas era tuyo ni siquiera debía llevar tu apellido, todo eso no se podía comparar con la opinión que debía tener Astrid sobre la vida de Eric.
—Seamos sinceros, Vivian fue un impulso estúpido, te enamoraste de ella, pero nunca te amo, lo hizo en su debido tiempo cuando todo era más sencillo pero el tiempo pasó y las cosas cambiaron, así termina la mejor época de sus vidas. El tiempo no fortalece el amor, lo desgasta.
—¿Y crees que es así para todos?
Astrid dio una sonrisa pequeña, fue un gesto inocente, nada que pudiera darle a entender que se burlaba de él.
—Solo para ti y para mí. Dime, ¿Cuánto amor tienes en tu vida ahora?
Eric repasó en su cabeza y no necesitó mucho tiempo para encontrar una respuesta, el amor en su vida era nulo, no contaba con el apoyo ni el amor de sus padres, después de que él hizo su vida al salir de la universidad no habló más con sus padres, ellos aún tenía muy presente lo de Josh, y bueno en el caso de Vivian, no necesitaba decir nada, ya sabía que la mujer era una sinvergüenza hija de puta avariciosa, creo que en fondo encontró un odio profundo hacia ella que antes no conocía.
No dijo nada en varios segundos, estaba bastante afligido de ver por si mismo que su vida era una mentira, tal y como se lo dijo Astrid, era un engaño y una desilusión que se le podía desbordar por todo el rostro.
—Yo estoy aquí, Eric y no quiero te vayas, yo sé que no dejarás el caso de Irina, quizá no quisiste hacerlo desde un principio...
—No iba a dejarlo, ella prácticamente me obligó a hacerlo y ahora comprendo que tienes razón, fui un imbécil que se dejó influenciar por el más evidente chantaje, siempre quise recompensar a Vivian el tiempo que la abandoné por mi trabajo, si ella me hubiese amado nunca me hubiera permitido renunciar, la que dejó a un lado nuestra relación fue ella, porque tomó el control y aunque veía el daño que me hacía no le importó en absoluto. Cuando el caso de tu prima avanzó, tú me hiciste abrir los ojos ante la verdad que se estaba revelando ante mí, yo ya ni siquiera amaba a Vivian, pretendía hacerlo para mantener una familia estable pero joder, el tiempo desgastó el amor que tenía por Vivian mientras hizo crecer el que tenía por ti.
Una sonrisa de oreja a oreja, refulgió en el rostro de Astrid, al igual que el de Eric, en lo que ambos se contemplaban el celular de Eric sonó por toda la cocina, verificó el número y en seguida la sonrisa desapareció de su rostro de forma involuntaria. Salió de la cocina sin decirle a Astrid que se trataba de Vivian pero la chica ya se las sospechaba, sobre todo porque el tono de su voz gruesa lo delataba.
—¿Qué pasa? —le respondió con frialdad, indiferencia y aspereza.
—¿Puedes venir un momento al departamento? Necesito que vengas a ver Charlie, creo que necesita nebulizaciones de nuevo.
Eric suspiró con pesadez, ahora se le hacía difícil dirigirse a Vivian con normalidad, quiso colgarle el maldito teléfono y decirle que se las arreglara como pudiera ella sola.
—No puedo, estoy bastante ocupado. Te llamo luego.
Le colgó sin ningún remordimiento, Charlie estaba bien, siempre lo había estado pero Vivian siempre quería dinero y sacaba un pretexto idiota para tenerlo y con Charlie creía que le funcionaría conseguir dinero fácil. Eric estaba girándose para volver a la cocina pero cuando apenas dio la vuelta para ingresar, Astrid estaba frente a él, a pocos centímetros de su rostro; la chica se paró de puntillas y jaló de las solapas de la camisa de Eric para atraerlo hacia ella en un arrebato frenético que hizo estampar sus labios a los de ella.
Perdonen de nuevo por la actualización tardada, comprenderán que tengo otra historia en proceso también por lo tanto es dificil editar tantos capítulos, si tiene errores les pido disculpas.
LAS AMO!! Como siempre, gracias por no olvidarse de esta historia, besotes y nos leemos luego queridas.
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