Capítulo 10. Método
26 de septiembre 2008 (19 días desaparecida)
Eric caminó hacia la gran multitud de gente que se estaba agrupando en uno de los parques más grandes, famoso y concurridos de la ciudad de Londres, eran pasada de las siete de la noche y la gente seguía llegando; las personas empezaron a llegar desde las cuatro de la tarde gracias a la convocatoria que hizo la campaña "Encontremos a Irina Steinberg sana y salva" Eric sabía que toda esa gente había visto aquella convocatoria un día antes en el periódico y por supuesto la gente respondió asistiendo. Todos sostenían velas pequeñas en las manos, provocando una gran iluminación, lo bastante para que se pudiera ver desde muy lejos, todos rodeaban en círculo un pequeño kiosco donde la foto de Irina Steinberg ampliada era sostenida por un caballete y abajo habían escrito con plumón negro "JUSTICA"
Comenzó a abrirse paso entre la gente para llegar hacia el kiosco donde Patricia, Dimitri y Astrid estaban, Eric reconoció la camioneta del canal 7 estacionado del otro lado de la calle, vio que el reportero se acercaba con su camarógrafo detrás de él. Eric se quedó frente al kiosco pero no subió aunque Astrid ya lo había visto, cuando lo reconoció ella abrió la boca para decir algo pero luego reconsideró la situación y se calló, hizo como que no lo vio y vio a su primo y a su tía que estaban esperando tener la rueda de prensa lista para hablar.
Eric no apartó los ojos de Astrid, sabía que ella deseaba decirle algo y ella respondió a tal insistencia, volvió a encontrarse con los ojos de Eric y entonces le hizo una seña con la cabeza para que se acercara hacia atrás del kiosco. Cuando llegó, ella bajó y se fue hacia un árbol que lograba esconderlos, Eric estaba al pendiente para no perderse la rueda de prensa aunque al ver a Astrid decidió escucharla con detenimiento.
—¿Crees que esto es correcto? —le preguntó Astrid con los brazos cruzados, con un ligero tono de reproche. —Ella ha hecho de esto todo un espectáculo y Dimitri también lo ve así.
Eric vio de nuevo hacia la multitud, empezó a considerar que Astrid tenía razón, era un espectáculo pero pensó que Patricia lo único que buscaba era justicia para Irina ya que Vladimir Engels estaba siendo señalado como el culpable del secuestro de Irina, se encontró que las prendas y el cabello eran de él, todo lo confirmaba pero su cuartada era perfecta, él no pudo estar en aquella casa cuando se la llevaron, buscaban justicia pues Vladimir apelaba que había sido incriminado.
—Supongo que busca ayuda de la gente —indicó Eric, todavía impresionado de la cantidad que iba llegando —Entre más personas conozcan la situación del caso, cree que así podrá lograr algo.
—No me molesta la gente —se apresuró a aclarar la chica —Me molesta ella.
—Pensé que habían hecho las paces.
—La verdad es que...
La frase de Astrid Welsh había sido interrumpida cuando se escuchó el retumbar de un micrófono, ambos se volvieron y se dieron cuenta que la rueda de prensa comenzaría.
—Hablemos de esto luego. —le dijo, ella corrió de regreso al kiosco.
Eric se posicionó en el lugar que había dejado, delante del gran kiosco blanco, mezclándose con la multitud, se notaba que no era parte de los voluntarios, no llevaba ninguna vela en las manos. Vio que Patricia tomaba la palabra, ya era costumbre que ella fuese quien hablara, siendo la madre tenía la responsabilidad de hacerlo.
—Le agradezco enormemente a las personas aquí reunidas y por escuchar la convocatoria de nuestra campaña "Encontremos a Irina Steinberg sana y salva". No saben lo agradecida que estoy con cada uno de ustedes por unirse a nuestra lucha por la justicia de mi hija Irina. Hoy buscaremos justicia por ella —acercó el caballete con la foto de su hija —Porque su secuestrador no será procesado porque no se halló culpable a pesar de encontrarse pruebas, así es ¡Pruebas que lo demuestran! ¡Este hombre, Vladimir Engels es el culpable de la desaparición de mi hija y merece ser encarcelado de por vida!
La gente alardeó las palabras de Patricia con aplausos, algunos alzaban pañuelos blancos, haciéndolos hondear y otros levantaba las pequeñas velas, Eric vio a Astrid que estaba alado de Dimitri, entre ellos se miraron pero no parecieron decirse nada, fue solo un apoyo. Luego de quince minutos de hablar, Patricia dejó hablar a su hijo quien exigió justica por su hermana, pidiéndole a Vladimir confesar lo que le había hecho, por último Astrid pidió solo que dijera donde se encontraba su prima, prometiendo que harían lo que quisiera si tan solo la trajera a casa.
Patricia se despidió con un mensaje emotivo de diez minutos, acerca de lo encantadora que era su hija y que buscaba tenerla a su lado porque en su familia no podía existir una pérdida más, su hija era la luz de sus ojos luego de que su esposo Edmund murió el año pasado. Al terminar la rueda de prensa, Astrid Welsh bajó del kiosco, Eric quiso acercarse pero vio que atendía a algunos voluntarios que se le acercaron, la abrazaron y le dieron su apoyo. Quiso acercarse entonces a Patricia pero ella estaba más ocupada así que fue hacia Dimitri que se había hecho a un lado de toda la multitud.
—Te agradezco todo el trabajo que has hecho, Eric, lo has hecho bien —susurró Dimitri cuando vio acercarse a Eric, ambos contemplaron a la multitud desde lejos.
—Gracias, en verdad hago lo que puedo. Quisiera poder hacer más
Se quedaron en silencio un momento hasta que Dimitri rompió el hielo.
—Dime algo con sinceridad, Eric, ¿Crees que Vladimir Engels se llevó a Irina? Y quiero tu respuesta no como detective, la quiero como la de un ciudadano con criterio imparcial.
Eric vio un poco incrédulo a Dimitri, nunca nadie le había hecho esa pregunta, ni siquiera estaba muy seguro de tener una respuesta pues no pudo evitar sentirse un poco incómodo, no sabía que clase de respuesta debía darle pero al final solo decidió ser sincero.
—Tal vez sí, tal vez no —confesó, después le pregunto con precaución a Dimitri algo que pudiera desviarlo del tema —¿Tú si?
—No creo que me hayas dado una respuesta imparcial, Eric. ¿Un sí o un no?
—Su cuartada es perfecta, él no pudo estar ahí pero las pruebas lo contradicen —alzó ambas cejas, desafiándolo a entender que nadie podría pensar algo imparcial con esa clase de pruebas —¿Qué piensas tú? Nadie puede estar seguro.
Dimitri negó con la cabeza, dejó entrever una sonrisa forzada.
—Creo que no prestas mucha atención —le dijo y luego señaló a la multitud con un movimiento de barbilla —Ellos al parecer tienen más criterio que tú, saben de que lado están desde que escucharon la situación.
—Yo no estoy de lado de nadie —añadió Eric un poco irritado de que Dimitri lo acusara de apoyar a Vladimir, eso fue cómo lo interpretó —Mi trabajo es encontrar a tu hermana y si Vladimir me lleva hacia dónde pueda estar seguro lo hundiré en la cárcel, si no es así, entonces no enviaré a un inocente a la cárcel.
Dimitri se quedó callado, percibió que el chico se había tensado, por supuesto que hubo una presión insoportable en el ambiente y lo que Eric decidió fue mejor retirarse, se disculpó con él cuando vio a Astrid caminar hacia el lado opuesto del parque, hacia un auto estacionado. Corrió para alcanzarla antes de que subiera.
—Creí que te quedarías —le dijo justo cuando ella abría la puerta del conductor.
Astrid se volvió a él y con tono muy conformista le respondió:
—No, lo siento, yo sobro aquí —afirmó con una leve expresión resignada —Mejor me voy.
—¿Es tuyo? —apuntó al auto con un dedo, recordó que ella no tenía uno.
—Sí, lo alquilé, finalmente pude hacerlo, el trabajo me dejó una buena comisión. —después de responder, Astrid no se metió al auto, se quedó esperando algo más de Eric —¿Tú te quedarás?
Se encogió de hombros, viendo a su alrededor, se dio cuenta que también empezaba a estorbar porque no le encontraba sentido quedarse, Patricia estaba ocupada, si necesitaba cualquier cosa podría llamarlo o incluso Dimitri lo haría si algo se presentaba.
—No lo creo. —susurro con tono casual —Tampoco ayudo estando aquí.
Astrid vio las llaves en sus manos, cerró la puerta del auto y Eric pensó que tal vez había cambiado de opinión y se quedaría con su tía y su primo pero no fue así, ella vio de reojo un restaurante en la esquina y Eric entendió que quería decir.
—¿Estás ocupado? ¿Crees que podríamos hablar de algo? Si es que no es inoportuno que vayas conmigo. Es sobre Patricia y yo, necesito hablarlo con alguien.
Eric vio sobre su hombro a la gente que todavía estaba reunida en el parque, nadie los observaba y no le encontró nada de malo ir a cenar con Astrid, a fin de cuentas, ella lucía tensa, muy seria y estaba muy interesado en lo que iba a contarle acerca de Patricia, algo en su relación no iba bien.
—Claro, no hay problema.
(...)
—Espero no causarte problemas —se disculpó Astrid con amabilidad cuando les trajeron las copas de sidra rosa —No quiero que se malinterprete esto, ¿Eres casado?
Astrid puso sus ojos en la mano izquierda de Eric pero no encontró anillo.
—Am...—Eric soltó una risa nerviosa —No realmente, vivo con mi novia y nuestro bebé.
Una sonrisa tímida se dibujó en los labios de Astrid, de inmediato se acercó la copa de sidra y bebió.
—¿Un bebé? No sabía que tenías un hijo, ¿Cómo se llama?
—Charlie.
—¿Y cuánto llevas con tu novia?
—Tres años, en unos cinco meses cumpliremos cuatro.
Astrid sonrió y volvió a beber esta vez más largo tiempo a la copa.
—Debes tener una vida muy plena, tienes una novia que te ama, un hijo y un trabajo que te gusta mucho. ¿Puedo preguntarte algo? Se que no me incumbe pero escuchar la vida de los demás hace que mis problemas se olviden.
Eric también sonrió, no le incomodaban las preguntas porque prácticamente le contaba su vida a una desconocida, ella no podría juzgarlo, además sentía confianza porque se veía que Astrid no eran tan curiosa, no indagaría más de la cuenta.
—¿Qué quieres saber?
Astrid jugó un poco con la copa de sidra, sus ojos titubearon un poco, Eric no sabía que cosa iba a preguntarle pero le emocionaba e intrigaba.
—¿Por qué te hiciste detective?
Eric se disgustó un poco y Astrid lo percibió, Eric se había puesto rígido y su expresión se había entumecido, el hombre intentó reprimir los recuerdos que lo acosaban cuando pensaba en la razón de porque se había hecho detective, porque había querido ayudar a la gente, los ojos de Eric se iban ahogando en una ligera agonía.
—No necesitas responder —aclaró Astrid con suavidad.
—Está bien —susurró Eric, dejando ir un suspiró adolorido, la voz se le escuchaba baja, le faltaba fuerza para poder mantenerla a un volumen normal —Lo que pasó fue hace mucho, yo tenía trece años y mi hermano Josh tenía cuatro, desapareció una mañana de navidad. Fue mi culpa porque yo no lo vigilé como debía; ese día, me levantó a las seis de la mañana para abrir sus regalos con él, mis padres le habían dado un triciclo rojo, yo estaba tan cansado que terminé dormido en el sofá mientras me enseñaba sus regalos, me pidió salir a probar el triciclo pero me negué. Volví a mi cama pero el regresó suplicando que lo acompañara al jardín a probarlo, estaba enojado que le dije que fuera con mamá pero mis padres habían tenido una cena con amigos y habían estando bebiendo así que volvieron muy ebrios, no iban a hacerle caso, yo era el único que podía hacerle caso así que fui y le abrí la puerta para que saliera y yo me recosté en el sofá, escuchando las ruedas nuevas del triciclo andando por el jardín. Todo iba bien, lo escuchaba cantar y dar paseos cortos por el jardín hasta que caí dormido por una media hora y dejé de oírlo; salí despavorido al jardín y solo estaba su triciclo, lo busque por toda la calle, le pregunté a los vecinos que estaban recién levantados buscando el periódico en la acera pero nadie lo vio. Ese día no paré de llorar, olvidé que era navidad, mis padres me culparon, me dejaron vivir con la culpa por años, Josh nunca apareció, nada se supo de él y su caso ha sido olvidado.
Fue difícil para Astrid Welsh hablar después de eso, no encontró palabras para consolar a Eric, solo se quedó callada, esperando que aquel silencio de ambos le diera oportunidad al dolor que cruzaba por el semblante de Eric Henderson a desaparecer.
—Lo siento, seguro no querías recordarlo —se limitó a decir Astrid Welsh llena de culpa y vergüenza, vio hacia otro lado acabándose la copa de sidra.
—Todavía duele —Eric soltó una risa seca, sin vida, tenía la mirada perdida, hundido en los fragmentos de ese día —Cómo el primer día, la temporada se acerca, el frío me lo recuerda. Odio ese día desde los trece años, no me gusta celebrarlo pero Vivian insistirá por Charlie, lo sé, la conozco.
—¿Y tu no quieres...celebrarlo? ¿Aunque sea por tu hijo?
Eric ocultó la cara, frotándola con las dos manos, la conversación iba sobre un rumbo que Eric no se imaginó, bebió un trago largo de sidra y proceso las desgracias que tenía su vida justo ahora, eso tenía nombre propio: Charlie.
—No conoces la otra historia, mi vida sería plena a excepción de una sola cosa.
Eric dejó que Astrid adivinará, creyó que ella jadearía de horror al pensar que ese hombre no tenía corazón al no querer a su hijo pero no fue lo que Eric esperaba, Astrid estudió el rostro de Eric con tranquilidad, sin ninguna emoción y luego alzó ambas cejas, dubitativa.
—¿Charlie?
No esperó la reacción tan leve de Astrid, fue una sorpresa porque no fue algo se que esperara, lo tomó desprevenido, esperó que Astrid no lo hubiera notado.
—Otra historia larga. —admitió, haciendo un gesto —No es algo que también me guste recordar pero para empezar tiene que ver con el alcohol, no debería siquiera tomar sidra aunque sea ligera. Me trae ese amargo recuerdo, aunque supongo que ya no parece tan malo contarte mis problemas, lo peor ya lo sabes.
—Si no te molesta decírmelo... —Astrid se apretó los labios —De todas maneras, no soy quien para juzgarte, todavía no empiezo con los míos.
—Que manera tal peculiar tienes para olvidarte de tus problemas, por lo regular otros beben cerveza hasta emborracharse —repuso Eric con una sonrisa burlona, moviendo la copa vacía.
Astrid ignoró la broma por completo
—Me hace entender que mis problemas no son tan malos comparado con el de los demás.
—¿Con que así pretendes olvidarte de tus problemas? Pues no resulta ser una mala idea, puede llegar a funcionar.
Los ojos de Astrid se agrandaron, incluso parecieron destellar un poco.
—Es la única manera que puedo usar, por ahora.
—¿Y cuál era el otro método que usabas?
—Drogas.
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