Capítulo 7 «Baile y corazones rotos»
Llega la noche en Kaliza y toda la ciudad está de fiesta. La armoniosa melodía y las risas de los invitados llegan hasta mi habitación. Se siente el ambiente agradable y divertido tanto de sus habitantes como de la naturaleza que rodea la ciudad en armonía.
Me miro en el espejo una última vez. La parte delantera tiene dos alas doradas que me cubre el pecho en corte de princesa. Encima tiene una fina tela transparente con varias estrellas negras, pero esta llega hasta los hombros.
La falda tiene una abertura desde la mitad del muslo derecho, dejando a la vista mi marca de nacimiento en el muslo. La espalda está completamente expuesta y el tatuaje del fénix será visto desde cualquier ángulo.
—Adelante —contesto luego de escuchar dos toques en la puerta. Abro la caja y me coloco los pendientes—. Eliza, creo que... —dejo las palabras en el aire el ver en el espejo el reflejo de la persona recostada al marco de la puerta.
Kane Brown tiene un traje de dos piezas y una corbata negra. Sus ojos verdes están fijos en mí y para mi curiosidad, me siento... asaltada por su mirada. Me giro hacia él, cruzo mis brazos en el pecho y enarco una ceja.
—¿Le gusta lo que ve, señor Brown?
—Me ahorro mejor los comentarios, señorita McKenzie.
—¿Siempre es tan directo?
—Con lo que me gusta, sí. —Ajusta con maestría los gemelos en sus muñecas y camina hacia mí con elegancia—. Estás hermosa.
Toma una de mis manos y besa el dorso. Parpadeo, asombrada de tanta caballerosidad por su parte.
—Perdone mi descortesía en la mañana. No es normal que...
—Olvídelo, señor Brown. Mejor disfrutemos de la fiesta. —Entrelazo mi brazo con el suyo—. Después hablamos.
Bajamos a la planta baja. El salón vacío de la tarde está completamente adornado y lleno de luz. Muchas personas bailan, ríen y beben champán.
—La señorita Allison McKenzie. —Un foco de luz cegadora ilumina mi rostro al anunciar mi nombre.
—Es hora —murmura Kane en mi oído, y bajamos con lentitud, a menos que quiera romperme el cuello con los zapatos de catorce centímetros que Katie me prestó.
Al pie de la escalera está mi mejor amiga junto a Eliza y John, el padre de Kane.
—Me encanta tu vestido, Allison. Es hora del baile y la invitada debe de abrirlo.
—Espera. ¿Qué? —Kane casi suelta una carcajada ante mi expresión de espanto—. Dime que estás bromeando, Katie. Yo parezco un pato cada vez que bailo. Tú lo sabes mejor que nadie.
—No seas tan dramática, Allie —insiste la enana pelirroja y trago en seco.
Este es el momento perfecto para que la tierra me trague y me escupa en otro lado. Unos acordes conocidos llegaron a mis oídos y el corazón se me contrae. Aprieto los labios con fuerza para no quebrarme en frente de todos
—Lo siento, pero... no puedo.
Atravieso el salón con galantería, pero lo más rápido que los zapatos suicidas me dejan. Un brazo me agarra por el codo y me atrae hacia su pecho.
—Respira profundamente varias veces, Allison —murmura Kane en mi oído—. Haz lo que digo y podrás aguantar la noche. Hágalo —reitera su orden, con voz cálida. En contra de mis deseos de desaparecer, hago lo que dice—. Eso es. Deja que la música la llene. Tiene la posibilidad de crear nuevos recuerdos.
—Discúlpame, Kane. No puedo crear algo nuevo con la canción que me trae a la mente el causante de recuerdos dolorosos.
El tono verde de sus ojos se va aclarando mientras sus labios se curvan en una sonrisa sincera.
—No pierdes nada con intentarlo. —Me agarra por la cintura con suavidad y me atrae hacia él. La voz de John en su canción "All of me" llegó a mi corazón y lo hace tiras con cada acorde—. Baila conmigo, Allison.
Nos movemos por el salón con maestría, disimulando varios pisotones por mi parte, pero él solo sonríe ante mi torpeza. La atmósfera de los dos comienza a cambiar y nos dejamos llevar por el dulce sonido de una letra que resulta tremendamente dolorosa para mí. Sin embargo, me siento tan a gusto como si tuviera a Javier León frente a mí, animándome a levantar la cabeza y no dejarme derrotar.
Los recuerdos de Chris luchan por entrar en mi mente, pero logro bloquearlos, al menos unos instantes. Es demasiado doloroso para abrirles paso en mi cabeza. Los recuerdos los sellaré por esta noche. Solo esta noche.
La velada fluye de manera alegre. Bailo, con extremo cuidado, y hago nuevas amistades. Lo bueno de todo esto es que sonrío de verdad después de una semana difícil.
—Me alegra verte feliz al menos un instante —murmura mi mejor amiga, y la atraigo hacia mí por los hombros—. ¿Cómo estás?
—Lo mejor que puedo estar.
—Allison...
—No, Katie, no —le interrumpo, negando con la cabeza y la suelto—. Por más que me duela, Chris va a casarse con otra. Debo olvidarlo.
—Has dicho eso toda la semana, McKenzie, y todos saben que no es lo que piensas —interviene Eliza y frunzo el ceño—. Yo también tengo un Varázs. Apenas sale de mi habitación y ya ni siquiera abre las alas.
—Lo siento mucho.
—Después de terminar la misión por completo, el dolor acabará de forma permanente —opina Katie tomando mis manos entre las suyas—. Por cierto, Kane no te ha soltado.
—No es momento, amiga —insisto más relajada—. Mañana es el día de la prueba y Kane será mi rival.
—Lo que me resulta extraño es que se haya decidido a participar —susurra Katie.
—Tiene competencia —aclara Eliza y las tres sonreímos.
—Allison, ¿quieres dar un paseo? —inquiere Kane, y miro a mis amigas buscando un poco de ayuda, pero al ver que no piensan mover un músculo, decido acompañarle y salimos del palacio.
La noche es fresca y el viento roza mi rostro con suavidad. Inhalo el agradable olor de las flores y sonrío gustosa.
—¿Qué pretendes, Kane? —interrumpo nuestro cómodo silencio
—Nada. —Arruga la nariz y sonrío.
—El gesto que acabas de hacer es típico de Javier y significa que estás mintiendo.
—¿Soy tan evidente?
—No, pero al menos respondiste mi pregunta. —Ambos reímos a carcajadas—. Tienes gestos y actitudes muy parecidas a Javier León.
—¿En serio? —comenta con ironía y enarca una ceja.
—Cuando llegué por primera vez al colegio Elements, siempre me buscaba broncas y le encantaba pelear conmigo. Me provocaba tanto, que pensé que me odiaba, pero lo hacía por placer. Le gustaba que yo le retara y que nunca me rindiera ante sus continuas confrontaciones y peleas, ya que era la única que terminaba de pie o al menos lo intenté los primeros meses. Los dolores musculares eran insoportables y quitarle esa estúpida sonrisa de la cara me costó mucho.
—En resumen. Te gustaba. —Detengo mis pasos abruptamente—. Es evidente. Antes de Chris, ¿estuviste con alguien más? —Niego con la cabeza y él sonríe—. Es suficiente. Espero que tu chico haya valido la pena para estés derramando lágrimas sentada en una escalera.
—¿Me escuchaste?
—Te vi mientras hablabas con Eliza. —Se coloca frente a mí, y toma mi rostro entre sus manos—. Ningún hombre merece que una mujer derrame lágrimas por él.
—Kane...
—No, Allison. Encierra tus sentimientos y abre tu corazón a quien de verdad lo merezca. No mereces mendigar sobras de amor. —Frunzo el ceño al ver como sus ojos verdes toman un color más oscuro.
—¿A quién amas en silencio? —Me suelta como si mi piel quemara—. Kane, fui sincera contigo. Tú deberías de hacerlo igual. No puedes mentirme. Javier es igual a ti, aunque son de caracteres muy distintos. Comprendo que llegué hoy y no tengo ningún derecho. Solo voy a decirte una cosa. Puedes contar conmigo para lo que necesites, ¿entendido?
—Gracias.
—Gracias, no, págame. En esta vida todo está muy caro. —Sus labios se curvan nuevamente en una sonrisa y el color de sus ojos vuelve a su color natural. Tomo su brazo y caminamos hacia el palacio—. Volvamos al baile. Es tiempo disfrutar.
—Bien dicho.
—Por cierto, ¿dónde está tu tatuaje? No vaya a ser que un día te aparezcas en mi colegio y te confunda con Javier. —Al levantar la manga, veo varias gotas de agua que bordean su muñeca izquierda—. Creativo.
—Mi padre no piensa igual.
—No le hagas caso a lo que dice ese viejo. —Ambos reímos.
—Al fin llegan. Creí que te habían raptado, aunque estás en buena compañía —habla Katie con orgullo, pero los ojos color café de mi amiga se iluminan.
Mis ojos oscilan entre ella y el teniente, y ahí es donde comprendo todo. Estos andan en algo. Miro de refilón a Eliza y ella observa el cielo como si no pasara nada. Pero claro. Si es que soy idiota. Por eso me dijo princesita y pretenciosa. Soy la amiga de la reina. Eres tonta, McKenzie. Eres tonta.
—¿Le molesta que la haya llevado a pasear, Reina Cáliz? —inquiere Kane con ironía, y Katie frunce los labios en una línea fina.
—Claro que no. Puedes hacer con tu vida lo que quieras.
Parpadeo, perpleja, al ver como gira sobre sus talones y entra al palacio con paso fuerte.
—¿Qué acaba de pasar? —murmuro hacia Eliza, pero ella solo se encoje de hombros y entra a palacio sin darme una respuesta.
—No es nada, Allison. Una muchachita pretenciosa. Si las cosas no se hacen a su modo, forma una pataleta. —Enarco una ceja ante su represalia contra Katie.
«Estos sí que son tontos», pienso mientras niego con la cabeza.
—¿Bailamos? —pregunta el teniente de Kaliza.
—Bailamos.
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