Capítulo 46 «¿Profecía o destino?»
—¡Allison, no! —exclama Javier, pero ya es demasiado tarde.
Atrapa al asesino en un torbellino marino hasta que un tiburón pasa por allí y asquerosamente se la come.
—¡Oh, Dios mío! —espeta la reina, ahogando un grito con sus manos al ver lo que me estaba pasando.
—¿Qué le está pasando? —pregunta Javier, agarrándome entre sus brazos al ver mi poca movilidad. No siento mis dedos y tampoco puedo mover la cola—. ¡Responde, Calum!
—Es un dardo venenoso capaz de matar a un tiburón si es necesario —responde él con temor.
—¿Cómo se cura? —pregunta Lilith asustada y Calum niega con la cabeza.
—Ah, no. No en mi guardia —replica León, pasando la mano por mi rostro mientras acelero mi respiración porque el oxígeno no me llega a los pulmones—. No se te ocurra morir. No ahora que estamos tan cerca.
—Llévala al palacio —dijo Marina—. Dalina, busca al doctor.
—Javier —digo en susurros y con las pocas fuerzas que me quedan. Los ojos comienzan a pesar y el calor que antes me recorría, ahora se ha tornado frío—, dile a Chris... que le quiero. —Todo se vuelve negro al decir la última palabra.
Parpadeo levemente, pero todo está oscuro a mi alrededor. Una neblina me rodea y miles de recuerdos míos fluyen en ella. Mis padres y Ellie, sonriendo con mis amigos, Javier intentando arreglar el coche de papá porque Tony lo había arruinado cortando un cable con los dientes. Cuando aparece Christopher frente a mí, frunzo el ceño. Es como si yo estuviera detrás de él, pero no me siente, así que me levanto de la silla de madera en la que estoy y fijo mis ojos en la misma dirección que él: la nada. Intento tocarlo, pero su cuerpo desaparece como el humo de una fogata.
—¿Qué crees que estás haciendo, joven estrella?
—¿Mushu? —murmuro, mirando a mi alrededor, ahora oscurecido, cuando la neblina se convierte en fuego abrazador. Su calor es demasiado fuerte y doy varios pasos atrás hasta sentarme nuevamente en la silla—. ¿Mushu, dónde estás?
—Aquí estoy, joven. —Un enorme dragón rojo se abre paso entre las llamas y esta se dispersan cuando se sienta sobre sus patas traseras y rodea su cuerpo con la larga cola—. ¿Se puede saber en qué estás pensando? ¿Sabes lo peligroso de todo esto? No puedes librarte de lo que está escrito, Allison McKenzie.
—Ya estás hablando como Javier. —Sonríe levemente, mientras un leve calor sale de su nariz—. ¿Y ahora de qué te ríes?
—De la extraña combinación de todos los hechos ocurridos. Y que, seguramente has pensado que son al azar, cuando en verdad, todo ha seguido el camino trazado.
—¿Podrías dejar de hablar en acertijos? Ya estás hablando como Raquel o su hermano.
—El pasado regresará, para cobrar lo que es suyo. Dos hermanos pelearán a muerte. Solo tienen una oportunidad.
—¿Qué tiene que ver la leyenda de Raquel y Dorian en todo esto?
—Porque esa historia no solo pertenece a esos hermanos, querida Allie. Solo se repite una y otra vez.
A mi lado derecho, una barrera de hielo transparente se eleva y muestra varios videos en cámara lenta. El patrón común entre todos ellos es que siempre hay una guerra. Todas en diferentes épocas.
—No estoy entendien... —mis palabras se quedan trabadas en mi garganta al ver la última escena frente a mis ojos.
La imagen frente a mí me deja completamente en shock y alarmada. Mis amigos, todos están congelados cerca de un bosque. Sus rostros dicen que están vivos, pero sufriendo. Con excepción de Katie y Javier que están junto a nosotras en lo que parece el lago de Elements, pero está congelado.
Ellie llora con un Javier muerto entre sus brazos, pero el ambiente cambia casi instantáneamente. Su cabello color miel se va convirtiendo en plateado mientras sus hermosos ojos verdes se tornan violetas. Una punzada atraviesa mi pecho al pensar en mi pequeña hermana convertida en cold.
Deja el cuerpo de León en el suelo y eleva a nuestro alrededor una enorme cúpula de hielo grueso. Le explico con todas mis fuerzas que no era mi intención, que no quería que nada de esto pasara, pero ella no me escucha. Completamente segada por el dolor, me ataca.
—No. Eso nunca va a pasar. No voy a matar a mi propia hermana, Mushu. Mucho menos a Javier o Katie. Es una locura.
—Allison McKenzie, no siempre lo que vemos frente a nuestros ojos, es la verdad de los hechos.
—Espera. ¿Qué quieres decir? —Todo a mi alrededor comienza a disiparme y exclamo—. No te vayas.
—No puedes huir de tu destino, Allison.
—Tengo una duda. —Este asiente, y aprieto los labios cuando su imagen se hace clara una vez más—. ¿Por qué la madre de Christopher nos odia tanto? No tiene sentido si tiene esos sentimientos tan fuertes desde mucho antes de yo nacer.
—Viene en su sangre, querida estrella. El pasado de la señora Gray ha estado ligado a ustedes desde el principio de los tiempos.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —La imagen comienza a disiparse—. ¡Espera!
—Vaya, al fin despiertas —dice León a mi lado y parpadeo, confundida.
Una fuerte punzada atraviesa mi sien mientras miles de agujas penetran en mi pecho y apenas siento los dedos.
—Estaban preocupados por ti.
—¿Qué pasó? —intento moverme con brusquedad, pero un leve mareo me azota.
Marina pone sus manos en mis hombros y me recuesta con suavidad a una cama cómoda. ¿Cómo lo harán? Dudo que aquí existan colchones.
—Aún sigues muy débil —explica León—. La libraste por los pelos.
—¿Qué pasó? —inquiero, una vez más.
—Nos asustamos mucho cuando un dardo te dio en el pecho —explica Tommy mientras acaricia el brazo de su chica—. Tu cola comenzó a ponerse blanca y muy rígida. —Trago en seco—. La reina actuó con rapidez.
—Veo que despertaste —pregunta otra voz desde la puerta—. ¿Cómo te sientes?
—Adolorida, pero viva —digo sonriendo, mientras él nada hacia Marina y le entrega una caja.
—Muchas gracias, Calum —murmura la reina y este le besa en la mejilla antes de salir de allí—. Jóvenes, por su valentía y por haber ayudado a restaurar la paz, les entrego lo prometido.
—¿Qué es esto? —pregunto, mientras tomo en las manos la pequeña caja en forma de almeja que ella me está acercando.
—Lo que viniste a buscar —contesta, con una sonrisa tímida.
Aprieto los labios para ahogar el grito que quiere salir al ver la enorme perla rosada. Una especie de niebla se mueve lentamente en su interior y a su vez, se escucha el canto de una sirena. Es un sonido tan hermoso y sublime que no puedo compararlo con ninguna voz humana.
—¿Cómo...?
—Mejor no hagas preguntas, jovencita —interviene la reina, levantando la mano—. Intenta moverla ahora. —Luego de varios intentos, la cola comienza a responder y suspiro, aliviada.
—Está un poco acalambrada, y tengo comezón.
—Según Calum, es una buena noticia. Es un proceso un poco lento pero mejorarás con el paso de los días —contesta Lilith, y abro mis ojos cuando escucho la última palabra.
—¿Días? Necesito regresar a casa lo más pronto posible.
—Tranquila. La molestia puede durar días en tus piernas —aclara Marina, con ternura.
—Allie, será mejor que nos vayamos —comenta Lilith—. Mañana tenemos escuela y todos deben estar preocupados en Mary Weathers.
—¿Mañana? ¿Cuánto tiempo estuve así? —inquiero, mientras cierro la caja.
—Más de 24 horas —contesta Javier y ahogo un grito—. Por esa razón tenemos que regresar cuanto antes. —Miro hacia la cola y trago en seco.
—Tranquila. Volverás a tener tus piernas y ropa cuando estén en la superficie —responde la reina para mi consuelo—. Lo siento por ese artefacto. —Señala con el mentón hacia el reloj.
—Tranquila. Tommy se encargará de arreglarlo cuando regresemos —añade Lilith abrazando a su chico.
—¿Ah, sí? —pregunta el aludido y todos sonreímos.
—Nos vemos afuera, McKenzie —declara Javier, besando mi cabeza y sale de allí con los chicos.
—Muchas gracias por todo, Marina —digo agradecida, y miro el anillo en la pulsera de cuero—. ¿Piensas ir a verlo?
—No. Ya tengo una vida aquí. Verlo de nuevo implicaría que mis buenos recuerdos tomen vida y quiera abandonar la ciudad otra vez.
—¿Una vez más?
—Dorian nunca supo que soy una sirena. Una enfermedad me dejó gravemente en cama y le pedí que me trajera al mar. Con dolor, desaparecí y nunca pude verlo nuevamente. Reconocí el colgante en tu cuello a penas te vi. Fue un tallado hecho por él porque, como ves, mi madre también tenía uno parecido, y cuando me mostraste el anillo...
Ella calla por unos instantes. Demasiadas emociones en los últimos dos días, Me quito el colgante, cierro los ojos, y se lo entrego después de besarlo.
—No puedo aceptarlo.
—Esto tiene poder de usuario vida, Marina. Si un día necesitas hablar o contactar conmigo, solo tienes que pedirlo. Además, ahí radica el alma de Ashley. —Ella ahoga un grito y noto como sus ojos comienzan a ponerse rojos—. Cuando la guerra entre Dorian y Raquel terminó, Ashley hizo un hechizo y su alma pasó al interior de la piedra. Ella me ha cuidado durante mucho tiempo. Es hora que se reúna contigo. —Cierro su mano alrededor del fino colgante—. Tómalo.
—Gracias. —Me abraza con fuerza y deja escapar un sollozo.
—Él aún te ama, ¿sabes? Mi madre en tierra es idéntica a ti y cuando la vio, salió despavorido en la dirección contraria. Sinceramente, aún se me hace un poco difícil verte a la cara sin que me recuerdes a ella. Son iguales.
—Discúlpame si te hice incomodar.
—¿La de la pintura en la sala del trono en verdad es tu madre?
—Si, y mi niña Ashley es el vivo retrato de ella. Por eso les puse el mismo nombre. Espera aquí. —Marina se retira de la habitación y regresa con una pequeña bolsa—. Esto es para ti.
—No puedo aceptarlo —digo a penas saco el colgante dentro de ella—. ¿No se suponía que se había perdido?
—Se lo entregué a Calum antes que saliera de la ciudad. Ahora, es tuyo. Es un regalo de mi madre. Cuídalo.
—Vaya. Un regalo de mi tátara.
—¿Cómo?
—Cosas de humanos. Me voy. Como siga aquí, romperé a llorar. Ha sido un placer verte, Marina.
—El placer es todo mío. Saluda a Dorian de mi parte. Los delfines les esperan a las afuera de la ciudad.
—¿Dijiste... delfines?
—No pretendes que tus amigos naden hasta Costa Dorada, ¿verdad?
—No lo había pensado —murmuro y analizo sus palabras—. Un momento. ¿Dónde estamos?
—No quieres saberlo. Eso te lo puedo asegurar.
«No creí recorrer tanto camino detrás de los chicos», pienso, mientras salimos de la habitación y recorremos otro pasillo.
Al llegar a la sala del trono, veo que mis amigos hablan con animosidad. Calum, Dalina, y un pequeño niño de ojos color café nada entre los dos.
—¿Es el padre de los dos? —pregunto con disimulo.
—Solo de Dalina. Aegan es hijo de mi segundo marido. Aarón era muy bueno, pero la vida se lo llevó antes de lo que pensaba.
—¿Ella ya lo sabe?
—Ayer tuve que decírselo. Fue una sorpresa para los dos. Él tampoco lo sabía.
—¡Allie! —exclama Lilith al verme, mientras ondea su mano hacia mí.
—Cuida de los tres, Calum —digo al acércame a ellos, y él asiente con una sonrisa en los labios—. Vamos, chicos. El transporte nos espera.
Los chicos se agarran a la aleta dorsal de los delfines y se adelantan. Miro hacia atrás y sonrío. Marina, su familia y los soldados me saludan. Otra aventura que añadir a mis recuerdos. Ondeo mi mano hacia ellos y muevo mi larga cola, aún acalambrada, para alcanzar a mis amigos. A pocos metros de la superficie, mi cola desaparece y el consuelo que siento al tener mis piernas de vuelta, a pesar de aún sentirlas con comezón, es asombroso.
Los delfines juegan con mis pies, otro toca mi mejilla y después de decirme gracias en su idioma gracioso, estos se retiran.
—Un ingrediente más y romperemos la ley —anuncia Lilith, emocionada—. Aún no me lo creo.
—Esperemos que Austin lo encuentre a tiempo. Solo nos queda un par de semanas antes del casamiento de Chris y Cameron. Nos estamos quedando sin tiempo.
—Hablemos de eso en el colegio, Javier. Por hoy, celebremos que ya tenemos este —digo elevando un poco la caja en mis manos—. Hay que darle las buenas noticias al equipo.
La noche ya está sobre nuestras cabezas, así que nos espera una buena reprimenda por parte de Austin y el profesor. Al llegar a la orilla, los chicos regresaron al colegio, pero yo decido sentarme un poco para ver el mar. La nostalgia pasa por mi cabeza al pensar en el sacrificio de Marina.
—¿Todo está bien, MacKenzie?
—¿Por qué le preguntas?
—Desde que despertaste, has estado un poco rara.
Fijo mis ojos en él y las imágenes que el dragón me enseñó regresan a mi cabeza. Ellie llorando sobre el cuerpo de Javier y culpándome por haberle matado. Algo completamente imposible. Lo extraño de todo eso fue, que le grito, explicándole que no había sido yo, pero era como si ella no me escuchara. El pecho de Javier cubierto de sangre y el cambio total de mi hermana me tomaron por sorpresa.
—Allison, ¿qué ocurre?
—Solo me siento rara, León —explico, y regreso mi mirada hacia el mar—. Seguro fue algo relacionado con el dardo y la cola.
Él asiente, pero no creo que le haya convencido. Y tiene razón. Estoy preocupada. Mas que preocupada, estoy alarmada, porque el dragón fue muy convincente. Pero de algo si estoy segura, nunca lastimaría a Javier o a mi hermana. Eso jamás pasará.
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