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Capítulo 45 «Problemas bajo el agua»

—¿De dónde me conoces? —pregunta ella confundida y frunciendo el ceño. Es idéntica a mi madre. Justo como Dorian había dicho.

—Tenemos un amigo en común. —Levanto mi mano y el anillo en el brazalete de Brenda se ilumina levemente.

—¿Dónde conseguiste eso? —pregunta, alargando un poco su brazo, pero se retracta.

—No entiendo nada —insiste Lilith, confundida y una mano toca mi cintura y parte de mi cola.

—Linda cola —murmura Javier medio grogui con una leve sonrisa.

—Lindas branquias —añado con sorna, y su sonrisa desaparece para darle paso al pánico.

En los brazos de Lilith, Tommy comienza a removerse. Tanto él como Javier aún siguen en shock por respirar bajo el agua y que tengo cola. Hasta para mí se siente muy extraño.

—Mamá, ¿qué esta pasando? ¿Por qué esa chica tiene el collar de la abuela?

—¿Mamá? —inquiero estupefacta, al escuchar la palabra saliendo de la boca de la princesa Dalina.

—Síganme al castillo. Por favor, no destruyan más mi ciudad.

—¿Allison, que te pasó? —pregunta Tommy, mientras abre sus ojos bien grandes al ver que su novia tiene branquias detrás de sus orejas.

—Larga historia, Valent —contesto, y con la mirada de algunos soldados sobre nosotros, seguimos a la doppelganger de mi madre hacia el castillo.

Si ustedes han visto la película de dibujos animados "La sirenita Ariel", esta es una copia exacta. Con la diferencia que no está el cangrejo Sebastián, el pescado de colores no está por toda el área y que el enorme castillo reluciente bajo el mar está custodiado por tiburones blancos.

La vida en la tierra es magnífica, pero bajo el mar, me resulta interesante. Tritones, sirenas y especies marinas giran sus cabezas con curiosidad cuando pasamos por su lado. Sonrío cuando escucho los pensamientos de la ballena que está nadando sobre nuestras cabezas con lentitud.

—¿Y ahora qué?

—Dice la ballena que al fin llegó un poco de diversión a la ciudad. —Javier parpadea ante mi extraña respuesta—. Ah, y que le pareces apetecible.

Sus ojos se abren aún más y aprieto los labios para socavar la carcajada que pugna por salir al ver la expresión graciosa de su rostro.

En el camino, noto como Lilith intenta esconder su brazo. Tommy se da cuenta y la toma de la mano mientras nadan. Las espirales en su brazo se han hecho más grandes y se han tornado entre azules y verdes. Estoy muy orgullosa de ella.

Nos adentramos en el castillo y recorrimos un pasillo donde veo diferentes especies como ballenas, delfines, manta rayas, medusas, grabadas en las paredes de cristal. Solo se puede ver el contorno de las figuras, pero hace contraste con los diferentes colores en la pared detrás de esta y le da cierta vida. Al terminar el pasillo, entramos a la amplia sala del trono.

Su forma cilíndrica es perfecta, y su terminación en una cúpula entre transparente con partes doradas me deja sin palabras. Las paredes del fondo tienen varias pinturas de batallas, pero entre esas, una me llama la atención por el objeto en el cuello de una sirena. Muy hermosa, por cierto.

Marina sube al trono y nosotros cuatro nos colocamos en el centro de la sala. Los guardias se acomodan alrededor de las paredes y cubren la entrada.

—¿Mamá, ese no es el collar de la abuela?

—No, Dalina. Solo es parecido. El de tu abuela se perdió hace muchos años.

—¿Quién es? —inquiero, al quedarme completamente obnubilada por la belleza de esa sirena.

Su sonrisa encantadora al lado del que imagino sea su esposo, sus rasgos definidos y la mirada verde penetrante, dejan la impresión de alguien que refleja mucho respeto.

—Su nombre es... Ashley. —Parpadeo al escuchar el nombre de su hija menor—. Es mi madre. —Asiento levemente, dando paso a un silencio un poco incómodo—. Si un usuario vida se atrevió a entrar en las profundidades de Marian, algo importante tiene que ser.

—¿Cómo sabes que soy...?

—Porque te sentí, muchacha. Pero la conexión fue mucho mayor cuando te transformaste. ¿Tienes algún pariente que le agrade vivir... bajo el agua?

Enarco una ceja hacia ella levemente. Tengo a mi... no sé cuántas tátarabuela tendré que contar, porque Marina debe tener sus milenios. La diversión en sus ojos verdes, belleza, calidez, voz pasible y dulzura me confunden, porque es la viva imagen de mi madre. Ahora entiendo porque Dorian se asombró tanto cuando vio a mamá el día que desaparecí.

—No sabía que las sirenas existieran en la vida real hasta que nuestro mayor objetivo nos trajo hasta aquí.

—Digan su petición.

—Necesitamos el canto de una sirena.

—Eso es imposible —contesta la hija de Marina, ante el ruego de Lilith—. ¿Para qué? —insiste, pero esta vez con curiosidad.

—¡Dalina, basta ya! —la voz de la reina retumba en la amplia sala y la princesa baja la cabeza.

—Necesitamos romper la ley de los primogénitos —explica Javier.

—Eso es imposible —comenta Marina negando con la cabeza.

—Dorian la rompió y salvó a David —contesto y noto como ella da un ligero salto en su lugar, casi imperceptible, ante la mención de Dorian y uno de sus hijos—. Para dolor del hermano de Raquel, David se... suicidó al saber cómo su padre había roto la ley. —Ella respira profundamente y cierra las manos en puños—. Por eso lo necesito, se lo pido. Dos personas muy importantes para mi están en peligro por esa ley.

—No puedo hacerlo, jovencita —añade ella, mientras se recompone por la noticia—. Darte el canto de una sirena implicaría matar a uno de mi especie.

Un nudo se forma en mi estómago y maldigo por lo bajo. ¿Por qué es tan difícil romper esta ley? Obtener cada ingrediente se me está haciendo más difícil que el anterior. ¿Es necesario quitar una vida para salvar la de Chris y la de Cameron?

—Entiendo. ¿Hay otra forma de...? —Una explosión retumba en nuestros oídos y corta mis palabras.

—Reina —interrumpe un soldado mal herido—, estamos siendo atacados —las últimas palabras las dice casi en un hilo de voz antes de desplomarse.

—¡Busdal Kahlim! —ordena la reina con voz potente, y tanto sirenas como tritones salen por las puertas y espacios abiertos en la sala—. Dalina, busca a tu hermano y escóndanse en las catacumbas. —Cuando toma el tridente en sus manos, los cinco colores que identifican los elementos lo recorren de arriba hasta abajo varias veces.

—Te ayudaremos —contesta Tommy antes que yo, ya que me conoce bien.

—Síganme. —Marina nada hacia nosotros y respira profundo—. A cambio, les daré lo que quieren.

—No es necesario —intervengo—. Te ayudaremos sin necesidad de nada a cambio.

—¿Cómo te las arreglas para que, hasta debajo del mar, los problemas te persigan, McKenzie? —pregunta Javier, mientras salimos del palacio.

—¿Y yo que culpa tengo?

Moverse con la cola no es tan complicado como pensé. Me facilita el trabajo. Al salir, el escenario es horrible. Muchas casas y edificios derrumbados. Las personas de la ciudad nadan despavoridas en dirección al palacio.

—¿Quiénes están atacando?

—Los Krashdar, mi reina. Lograron pasar el arrecife y el borde de Hadlen.

—¿Vienen con él? —insiste y el soldado asiente. Marina gruñe por lo bajo antes de añadir—. Toma mil de los mejores y protejan a la ciudad. No se pueden llevar a nadie.

—¿Quiénes son los Krashdar? —pregunta Javier.

—Han intentado tomar posesión de Marian desde que llegué al trono. Son rebeldes, exiliados y asesinos de la ciudad. Su líder es Calum. Y cualquiera que le conozca, temblará al escuchar su nombre.

Sonrío de soslayo mientras somos guiados por la reina hacia el lugar del ataque.

—Esa sonrisa tuya no me gusta —murmura Javier cerca de mí, y le saco la punta de la lengua de forma juguetona.

Nadamos hacia el borde de la ciudadela y la fotografía frente a mí es más horrible que en la misma ciudad. Los tiburones que custodiaban el palacio ahora atacan a su enemigo sin dañar al ejército de Marian. Esto es una carnicería.

Los Krashdar, como había dicho la reina, son sirenas y tritones que antes pertenecían a Marian. La diferencia de los soldados de la ciudad es que, todos tienen la mitad superior de su cola de color negra y el inferior es verde brillante.

Aquí solo dependo del agua y de las plantas submarinas. Javier y yo la tenemos fácil ya que nos movemos en nuestro elemento. Lilith desbloqueó su segunda habilidad y puede succionar o expulsar a cualquiera que entrara en su remolino marino. Al principio, Tommy tuvo un poco de problema, pero fue adaptando su elemento a la situación.

—Son demasiados —espeta la alta monarca, jadeando mientras lanza una corriente marina hacia uno grupo de krashdarianos con el tridente—. No podemos detenerlos y he perdido a muchos de mis hombres.

Yo y Javier unimos nuestras manos y lanzamos un torbellino de agua. Pelear bajo la superficie es tan diferente que lo tomo como un reto personal. Algas marinas atrapan a los Krashdar y los atraen hacia las profundidades. Un grito de Lilith nos alarma. Su brazo está sangrando.

—¡Lilith! —exclamo asustada, y si no me muevo con rapidez, uno de los dardos del otro bando me hubiera dado cerca del cuello.

Tommy se molestó tanto que comienza a lanzar burbujas de agua consecutivas que retumban como tambores. Esto es horrible. Cuerpos de sirenas y tritones tanto enemigos como soldados de la realeza, se encuentran esparcidos por todo el lugar. Muchos luchan heridos y otros regresan para curarse y regresar a la batalla.

El olor a sangre fresca esparcida en el agua comienza a darme nauseas. ¿Por qué no pueden llegar a un consenso y evitar la pérdida de las vidas? A medida que un tritón, sirena o animal marino muere, tengo la sensación que se entierra una aguja en mi carne. Cada último suspiro de ellos me deja sin aliento y con el pecho apretado.

«Tengo que hacer algo. Se están matando y eso me está afectando indirectamente», pienso al observar con dolor a mi alrededor.

Bajo a las profundidades, muevo mis manos en círculos y me impulso hacia arriba con violencia. Cuando subo lo suficiente, alejándome de la batalla, impulsada con la cola, doy vueltas en círculos, formando un remolino. Una voz en otro idioma sale de mi interior y extiendo mis brazos hacia los lados. mis instintos se agudizan. Cuando me detengo, hacia mí nadan delfines, ballenas y tiburones de otras especies.

—Necesito una mano de ustedes. ¡Acábenlos!

Las bestias van hacia ellos a mi mando, y ahora los Krashdar tienen que proteger ambos frentes. Si para ellos esta batalla no es fácil, pues para mí, menos. Cuando creo que todo va a termina de forma positiva, la pelea se detiene abruptamente por el grito de alarma de la reina Marina:

—¡Alto!

La princesa había sido atrapada. ¿Es una broma?

—¡Quiero el reino ahora, Marina! —insiste el captor, mientras la princesa se retuerce en sus brazos.

—Por favor, Calum, no le hagas daño. Te daré lo que quieras, pero déjala libre —suplica ella, con voz de madre preocupada.

—¿De verdad pretendes ganar una guerra con trampas? —protesto, mientras desciendo con rapidez—. ¿Qué clase de rey pretende ser?

—Bueno o malo, debo utilizar algún método —contesta el trigueño con sus ojos verdes fijos en la reina.

Detrás de él, escondidos entre las altas algas marinas, hay dos delfines esperando mis órdenes para atacarlo, y un pulpo gigante tiene los tentáculos a pocos centímetros de su cola.

—¿Por qué te importa tanto este reino como para sacrificar tantos hombres y tiempo? —pregunta Lilith, mientras mueve su pie derecho con una ligera rapidez, disimulando que está nadando. ¿Dónde está Javier?

—Es un reino, humana. Sacrificaría lo que fuera por él —contesta Calum, con voz grave.

En sus muñecas noto unas marcas de grilletes, y en la parte izquierda de su torso, cerca de la cola, hay unas cicatrices muy raras e interesantes.

—Entrégame el tridente y dejaré ir a tu hija. —Aprieta el cuello de la joven princesa y la reina nada un poco hacia adelante por impulso.

—¿Por qué fuiste exiliado de la ciudad? —pregunto con curiosidad.

Marina traga en seco al escuchar mi pregunta.

—Eso no es importante —contesta él, pero noto como su postura cambia.

Por el borde del ojo, veo que Javier se prepara para atacar de forma silenciosa pero directa. Viene desde el mismo lugar donde estaba apuntando Lilith con su pie. Un mal tiro y podría herir a Dalina. La princesa, eso es. La observé a ella y a su captor durante unos segundos, hasta estar completamente segura de mis palabras. Dios mío, que funcione.

Oh, sí. Sí que importa. Calum, soy la chica con la cola de varios colores. Mírame —hablo mentalmente, y sus ojos verdes chocan con los míos—. ¿Le harías daño a tu propia hija con tal de conseguir el reino del que fuiste exiliado? —Este frunce el ceño confundido—. Sabes de lo que estoy hablando. No hay necesidad de hacerlo eso a la hija de la mujer que amas.

No sabes lo que estás hablando —responde él con su mente, y mira hacia Marina nuevamente. Él no lo sabe.

Claro que lo sé. Has tenido la oportunidad de matar a Marina miles de veces y ni siquiera te has acercado a ella. Esas cicatrices en tritones no son usuales. Son heridas de lucha o latigazos. Tienes tres opciones. Dejarla ir y regresar por donde mismo viniste. Dos, luchar contra mí y perder. Soy usuario vida y puedo controlar lo que sea. En tercer lugar, hablar como personas civilizadas. Ha habido demasiadas muertes innecesarias. Tú decides.

Su mirada oscila entre yo y la reina. Comienza a dudar y eso es bueno. Miro hacia los delfines, y con un leve asentimiento, casi imperceptible, golpean a Calum por su espalda con fuerza. Este, suelta a Dalina por el impacto, el pulpo gigante agarra la cola con los tentáculos y Javier toma la oportunidad para encerrarlo en una burbuja de presión.

La princesa nada hacia los brazos de su madre y todo el ejército de los Krashdar intenta nadar para salvar su vida, pero les es imposible. Los defines, ballenas, tiburones y muchas especies marinas cortan el paso, pero en modo amenazante sin lastimarlos.

Nado hacia la princesa y tomo sus manos entre las mías. La pobre está muerta de miedo, así que cierro los ojos y pienso en lo que hice con aquella chica en la fiesta de Celine. Espero que funcione bajo el agua. Sonrío cuando siento que algo entra a mi cuerpo a través de mis dedos, pero se disipa con rapidez.

—¿Cómo hiciste eso? —pregunta Dalina, y sonrío con más amplitud.

—¿Qué hacemos con Calum, su majestad? —pregunta un tritón.

Los ojos del prisionero y la reina chocan por unos instantes.

Para ojos normales, o incluso de los usuarios, solo son una reina y un prisionero de guerra, pero yo veo más allá de eso. Desde lo ocurrido en Australia con las lechuzas y los cuervos, comencé a estudiar los sentimientos que vi en el aire esa noche, y logré clasificarlos por los colores que hay alrededor de las personas. O por lo menos, llegué a descifrar el más fuerte en ese momento. Por lo visto, eso funciona hasta debajo del agua.

Lo que muchos llaman aura, en nuestra terminología mágica es conocida como "sihirli aura". Estos aumentan su brillo si el sentimiento es muy fuerte. Hasta ahora solo he podido descifrar muy pocos. El azul es la amistad, o al menos es lo que veo cuando hablo con las chicas, incluso con Héctor Gray.

Lo que veo entre Tommy y Lilith, Talia y Cameron, o Brenda y Austin, es de color verde, así que por obviedad debe ser amor. De Alexa y Emma solo percibo el color rojo, así que deben odiarme a muerte. En Christopher es entre blanco y gris, como una neblina. No se si ese significará confusión. Pero el único que no he logrado descifrar con claridad es el de León. Siempre está rodeado de motas blancas, y cambian a doradas solo cuando está con mi hermana.

—¿Por qué fue exiliado? —pregunta Tommy, sacándome de mis pensamientos.

—Se reveló contra mi padre por ciertas leyes —contesta Marina y mira hacia su hija.

—Entiendo. ¿Esas leyes fueron cambiadas una vez que tomaste el trono? —pregunta Lilith y la reina asiente—. ¿Existe la posibilidad que Calum pueda regresar a formar parte de los habitantes de Marian?

Las sirenas y los tritones de ambos bandos miran a Lilith como si le hubiera salido una cola.

—¿Qué? ¿Nadie sabe sobre la ley del perdón? ¡Que lance hacia mí un dardo la persona que nunca se haya equivocado en su vida! —Sonrío con amargura al ver que nadie dice o hace nada—. Me lo imaginé. ¿Cuántas familias han sido divididas? No sé qué pasó con todos ustedes —añado, mirando hacia las tropas enemigas—. No sé qué crimen cometieron para que fueran sacados de la ciudad y obligados a vivir en el exilio, pero sinceramente creo que mucho de ustedes no están ahí —señalo la ciudad con el brazo—, por alguna injusticia. El perdón existe y las segundas oportunidades también. Eso es lo que nos hace seres humanos, si ustedes me entienden.

—¿Pretendes que perdonemos las atrocidades que han hecho? —pregunta una sirena con desprecio—. No sabes nada para hablar de esa forma.

—Javier dijo que no sabe el porqué de las acciones de los Krashdar, pero sí te voy a decir lo que he vivido en el último año. Fui envenenada, secuestrada, arrestada, abandonada en el amor, difamada, torturada, y puedo seguir con la lista si así lo quieren. La persona que intento salvar de la Ley de los primogénitos me dejó y se va a casar con otra en menos de un mes, y esa chica ha arruinado mi vida de formas que ustedes no pueden imaginarse. Una de mis mejores amigas me odió a penas puse un pie en el colegio. Defendí en un juicio a las personas que me secuestraron y torturaron. ¿Soy idiota por eso? Simplemente aplico la ley del perdón a pesar que algunas personas no se lo merezcan y así tener mi conciencia tranquila. Ellos saldarán sus cuentas cuando Dios lo quiera.

—Para gobernar un reino, no hay necesidad de la mano destructora y sin corazón. Solo se requiere un corazón bueno, sensible, justo, y personas incondicionales a tu lado —añade Lilith y acaricio su brazo en agradecimiento.

—Todos nos podemos equivocar en algún momento, pero dejar que esos errores nos cieguen o nos detengan en mejorar, es nuestra decisión. Los errores son para aprender, no para removernos en ellos una y otra vez.

—Nunca mejor dicho, León —expreso con sorna y ambos chocamos los puños por el lateral.

—Fui acusado injustamente por su padre, reina Marina —interviene uno de los Krashdar luego de un largo silencio, y se acerca a la reina hasta detenerse a unos pocos metros—. Me separaron de mi familia, y lo único que deseo es verla una vez más. —Baja su cabeza y veo como sus hombros se sacuden. Su aura se torna naranja, lo que significa que siente mucho dolor o tristeza.

La reina deja a su hija a mi lado y nada hacia el tritón. Coloca su mano en el hombro del anciano y le da un ligero apretón antes de alzar la voz y declarar:

—Desde hoy, cada uno de sus casos serán abiertos de nuevo. Yo misma me encargaré de analizarlos uno a uno. De adelanto, les ofrezco mis más sinceras disculpas a las personas que fueron enjuiciadas injustamente. Les prometo que se les dará otra oportunidad. El que desee regresar a Marian, puede hacerlo, pero les advierto una cosa. Soy benevolente, pero no me gustan las mentiras. Si descubro que volvieron a recaer en viejos hábitos, serán exiliados de la ciudad y nunca regresarán, ¿entendido?

—¡Viva la reina Marina! —grita uno de los soldados de la ciudad.

—¡Viva! —repite el resto.

Nado hacia Calum, junto a la reina y su hija. La cárcel hecha por Javier desaparece y el pulpo suelta la cola del líder de los Krashdar.

—Ya basta de luchar, Calum —insto, y este asiente.

La reina lo abraza de repente dejando a todos un poco abrumados por su gesto. Calum se asombra al principio, pero poco a poco se relaja. La atrae hacia él y la abraza con fuerza.

Los ojos de Dalina oscilan entre su madre y el tritón sin comprender nada, y yo sonrío al ver que el único delito cometido fue enamorarse de la persona indicada en tiempos incorrectos. Cuando se separan, abro los ojos al ver lo que se acerca a la reina con velocidad.

—¡Marina! —exclamo, separándolos aún más y me coloco en el medio.

El dardo me da en el centro del pecho y un calor asfixiante comienza a recorrerme con urgencia.

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