Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 39 «En tierras extranjeras»

Capítulo39 «En tierras extranjeras»

—Estoy nerviosa —murmura Lilith, mientras cambia el peso de su cuerpo de un pie al otro.

—¿Recuérdame otra vez por qué estamos haciendo esto? —pregunta la pelirroja y dejo escapar un suspiro antes de responderle:

—Por Cameron, y aunque yo no quiera reconocerlo, también lo estoy haciendo por Christopher.

—Chiquita, ¿estás segura de lo que estás haciendo? —pregunta Brenda, mientras me abraza.

—Claro que no, pero es lo mejor.

—Te esperamos en el pasillo —comenta Lilith, y las chicas salen de mi habitación.

Me acerco a la puerta unos segundos después y escucho la plática entre ellas.

—Estoy preocupada por Allie.

—Y yo por Christopher, Lilith —explica Talia con voz pausada—. Desde que Allison le gritó en el jardín luego del desagradable encuentro con el inspector, mi cuñado ha estado actuando muy raro, hasta con su hermano. Casi no hablan, y Emma no se separa de él para nada. Parece una sanguijuela pegada a él todo el tiempo.

—Yo también lo he notado cohibido —añade Brenda y resopla—. Por más que él lo quiera negar, el trato y la indiferencia de Allison le afecta en gran manera. Espero que todo se resuelva una vez rompamos la ley de los primogénitos y Emma vaya a la cárcel.

—O la encierren en un psiquiátrico. Esa mujer está loca —recalca Talia y suspiro.

—Ya estoy lista —intervengo y ellas callan—. Ginger, Tony, cuídense mucho y cuiden de Meeko.

—El mapache sabe cuidarse solo —opina la ardilla con un puchero.

—Sabes que te aburres si esa cosa no está cerca, hermana —le recuerda Tony y ella bufa. Sonrío de soslayo y me arrodillo para acariciar sus cabezas peludas.

—Les quiero, bolas de pelo. —Ambas asienten y entran corriendo a mi habitación—. Tenemos que ir con el profesor.

Al cerrar la habitación, bajamos las escaleras y nos reunimos con los chicos en la entrada del comedor.

—Allison... —Tomo una bocanada de aire con fuerza por la voz que me llamó a mis espaldas

—¿Qué quieres, Chris? —pregunto, dándole la espalda.

Mis amigos se miran entre sí apenados, y Javier se cruza de brazos en el pecho no muy contento.

—¿Podemos hablar? —Respiro con profundidad y me aparto a un lado con él—. Quiero que sepas que...

—Christopher, ya tengo suficientes problemas con Emma, y estoy harta de todo eso. —Por encima de su hombro noto que la hurraca viene hacia nosotros con paso rápido—. Nos vemos, Chris.

—Allison, por favor...

—Christopher, basta —insisto, resignada—. Adiós.

Con la tensión sobre mis hombros, me retiro con mis amigos hacia el laboratorio de Isaac.

—Hola, profesor —saluda Tommy al entrar—. ¿Todo está listo?

El aludido asiente y nos entrega un auricular, el reloj y nuestro traje.

—Los Nephilim o "los caídos" son mujeres y hombres muy peligrosos —explica con voz neutra—. No todos son malos, pero ser bueno implica la muerte entre ellos. Les gusta la competencia y desmembrar cuerpos humanos.

Las cejas de Lilith se disparan hasta el nacimiento de su cabello y el miedo se abre camino en su mirada azul.

—Enana, si no te sientes en condición de ir, lo puedo entender —digo, acercándome a ella y coloco mi mano en su hombro para darle un pequeño apretón.

El color ha abandonado su rostro. Lilith mira a Tommy y luego posa sus ojos en mí. Sonrío cuando veo la determinación en ellos y niega con la cabeza.

—No te preocupes. Fue solo la impresión.

—¿Estás segura? —insiste Talia, y la más pequeña de todos nosotros asiente una vez más.

—Si no queda decir nada más, es necesario que se vayan.

—¿Hacia dónde vamos, Austin?

—Ciudad Crystal, Talia. Necesitan entrar a la casa Iris Azul. Se encuentra en el Bosque de los Alpes, al sur de Alemania y colinda con el oeste y centro de Austria —contesta nuestro bibliotecario, mientras nos señala con el dedo en el mapa.

—¿Cómo podemos reconocerlos?

—¿Alguien ha visto la serie Cazadores de Sombras? —Enarco una ceja hacia Isaac, y él se encoge de hombros—. ¿Qué? Esa serie es un clásico. No pueden negarlo.

—Concéntrese, profesor —protesta Javier.

—Lo siento, pero es exactamente lo mismo. Los Nephilim tienen runas tatuadas en el cuerpo, pero hay una que es universal, por así decirlo. La tienen en el lado izquierdo de su cuello. Se trata de un diamante dentro de un triángulo derritiéndose por debajo.

—Eso debe doler —comenta Lilith.

—Y ellos si utilizan tinta y agujas —aclara el profesor—. No como ustedes que solo entran en un clóset o miran un espejo encantado.

Sonrío al recordar mi noche de bienvenida cuando explotó el espejo mágico.

—¿Qué estamos buscando? —pregunta Cameron, con curiosidad.

—Dos veces al año, los Nephilim hacen una competencia importante a los nuevos integrantes cuando cumplen la mayoría de edad —explica Austin y ajusta sus gafas de pasta en el puente de su nariz—. En esa fiesta le entregan a los nuevos Nephilim una piedra llamada Tanzanita, utilizándola como pendientes en el caso de las mujeres y colgantes en el caso de los hombres. Es lo único que se sabe de ellos, así que no sabemos si seguirán la tradición tantos siglos después.

—La piedra es de color azul y púrpura —explica el profesor y cruza sus brazos en el pecho—. Los Nephilim son como nosotros. Fuertes, ágiles y veloces. La diferencia es que ustedes utilizan los elementos y ellos armas infundadas con magia. Lo que deben hacer es robar un colgante o un pendiente, pero tiene que haber sido usado. En resumen: tienen que quitárselo al dueño.

—Dato importante —especifica Austin—. Ellos odian a los usuarios Elements.

—Si eso es todo, pues estamos jodidos —taja Javier y resopla—. ¿Cómo se supone que vamos a entrar en un lugar donde no somos bienvenidos?

—¿Cuándo es la competencia de los Nephilim? —pregunto con curiosidad.

—Hoy —responden al unísono Isaac y Austin.

Sonrío sin separar los labios. Mi cabeza ya está maquinando una que otra idea absurda o alocada.

—No, no, no y no —recalca Javier al ver mi expresión.

—¿No qué? —pregunta Tommy, y León me señala con el dedo índice para explicar:

—Esa cara de Allison implica una mala, mala, pero muy mala idea.

—Pero si yo no he dicho nada —me defiendo, sonriendo.

—Allie, cariño —Talia pasa su brazo por mis hombros y me atrae hacia ella—, llevamos a tu lado más de un año. Sabemos lo que significa esa sonrisa coqueta y ladina tuya.

—Me voy a arrepentir de esto, ¿verdad? —inquiere Lilith. Todos asentimos y ella suspira—. Lo que hago por Cameron y el menso de su hermano.

—Anda, Allison. Cuéntanos tu idea —incita Austin y les explico la primera que se me ocurrió.

—Definitivamente es una mala idea —opina el profesor.

—Pero es la única forma. Entiéndanme. Estamos de suerte por la competencia. —Intentar convencerlos siempre ha sido complicado con mis amigos—. Somos los mejores de Elements y Mary Weathers. Es hora de probarlo.

—Definitivo. Voy a arrepentirme de esto —murmura Lilith y resopla—. ¿Cuándo nos vamos?

Utilizando la llave transportadora, llegamos a un hermoso pueblo llamado Hallstatt. Mi vista se maravilla con el hermoso paisaje cuando sobrevolamos sobre la ciudad. Las casas, el lago Hallstatter See, las calles limpias sin automóviles. Este lugar debe ser precioso en primavera.

Al llegar al bosque de los Alpes austriacos, descendimos a tierra. No queríamos poner sobre aviso a los Nephilim. Aunque si son tan cautelosos como Isaac dijo, ellos ya saben que estamos en su territorio. Pero de aquí no me voy sin esa piedra.

—Brenda, es tu turno —digo casi en una orden.

Mi amiga toma un poco de tierra en sus manos, cierra los ojos y luego la sopla hacia adelante.

—Por aquí —señala hacia su derecha.

Tienen que estar muy atentos —insiste Isaac por el intercomunicador—. Los Nephilim son muy territoriales y saben cuándo...

—¡Cuidado, Lilith! —grita Brenda, y todos fuimos encerrados en una jaula de cuerdas que nos levanta del suelo.

Cayeron en una trampa, ¿verdad? —comenta Austin con ironía, y Javier resopla antes de añadir:

—Pues sí, señor sabelotodo.

—En un minuto salimos de aquí —explica Talia, quemando las cuerdas.

—Espera, Talia —interviene su novio—. No quemes ese ladoooooo.

Caer desde una altura de cuatro metros es doloroso, y eso que mi cuerpo no sufrió tanto porque terminé encima de Javier. Tommy cayó sobre Cameron y las chicas quedaron despatarradas en el suelo

—Ugh, voy a necesitar una silla de ruedas para poder levantarme —comenta Javier bromeando, provocando que riamos—. McKenzie, levántate. Pesas demasiado ¿Cuánto subiste en la última semana?

—Idiota —murmuro sonriendo y le pego con el codo en las costillas.

Comenzamos a caminar guiados por Brenda, pero esta vez con extremo cuidado.

—Ahí está Ciudad Crystal —señala la asiática al rodear unas rocas altas.

Frente a nosotros se alza una ciudad de edificios de cristal, bordeada por un río caudaloso. Los rayos del sol iluminan las paredes de aquellos hermosas estructuras y miles de colores se reflejan en los árboles a su alrededor dándole un ambiente casi mágico. No tiene ningún muro que la divida del bosque que la rodea. El pulso de vida en este lugar es tan fuerte que puedo escucharlo como una voz sublime en mi oído.

—Wow —es lo único que sale de mi boca al ver semejante belleza—. ¡Qué lugar más... !

—¡Abajo! —espeta León, y termino de cara al suelo.

Una flecha se incrusta en el árbol a nuestras espaldas y la corteza comienza a ponerse negra. Un susurro de sufrimiento proveniente del árbol golpea mis oídos al instante.

Sus gritos de dolor aumentan con el paso de los segundos. Mi cabeza quiere explotar. Sé que mis amigos están diciendo algo, pero apenas puedo escucharlos, así que me quito el cuerpo de Javier de encima lo más rápido posible.

Rodeo al árbol con agua del lago y esta comienza a brillar a su alrededor. La tierra bajo nuestros pies comienza a correr hacia el árbol herido gracias a la ayuda que Brenda me está dando. El agua se llena de hojas traídas por el viento y estas cambian de color entre verde, marrón y amarillo.

La flecha cae al suelo y el tronco del árbol toma su color natural poco a poco. Miro a mi amiga y ambas sonreímos. Finalmente, el agua a su alrededor estalla y un silbido más sublime del árbol llega a mis oídos disminuyendo mi dolor en la sien.

Cuando nos giramos hacia los chicos, mi sonrisa se esfuma al ver que somos apuntados con lanzas y flechas de puntas oscuras de las que se desprende un polvo púrpura brillante.

Estamos completamente rodeados de Nephilim de unos dos metros y medio de alto. Son como Avatares inmensos. Solo que estos no son de color azul. Visten ropas similares a la de los militares. Se han modernizado con el paso del tiempo y sus armas son un poco más rudimentarias.

—Muchas gracias, Allie —comenta Tommy con ironía y trago en seco.

Los descubrieron, ¿verdad?

—Estamos en un buen problema, profesor —contesta Javier.

Chicos, no se les ocurra hacer ningún movimiento peligroso. En menos de un nanosegundo, puedes quedar inmovilizados. Siempre tienen a alguien escondido —explica Austin con voz temblorosa.

—¿Qué hacen aquí? —pregunta uno de ellos.

Sus ojos azules contrastan con el tatuaje en su cuello. Su cabello dorado me recuerda la arena de las playas en las que surfeo con Ellie.

—Queremos una Tanzanita —respondo, y los rostros de mis amigos se giran hacia mí con miradas de "Voy a matarte"—. ¿Qué? Es la verdad.

—Es usted muy graciosa, pero nosotros no podemos ayudarte. Ahora, fuera de nuestro territorio —contesta una chica. Su cabello, oscuro como la noche, hace contraste con su pálida piel y ojos verdes.

—Allie, mejor hacemos lo que dicen —musita la asiática.

—No, Brenda. De aquí no me voy —insisto.

—¿Dijiste... Brenda? —pregunta uno de ellos, y su mirada recae en nuestra amiga—. Chicos —Señala hacia la asiática con el mentón—, tenemos un problema.

Los Nephilim se miran entre sí y bajan sus armas.

—Sígannos —habla el rubio que intercedió al principio y se encaminan a la ciudad.

Confundidos con lo ocurrido entre ellos y nuestra amiga, nos adentramos lentamente en la Ciudad Crystal. Me siento como una hormiga rodeada de tantos gigantes.

Todos bajan su cabeza para mirarnos con curiosidad mientras atravesamos el mercado. Tan civilizados, y tienen un mercado como si estuviéramos en el siglo XVIII. Seguimos caminando y nos detenemos delante de unas puertas inmensas de color azul custodiada por dos Nephilim de ojos negros y piel morena.

—Bienvenidos a Iris Azul —dice la chica de pelo oscuro y las puertas son abiertas.

—¿Esto no les resulta un poco extraño? —murmura Brenda confundida, y todos asentimos.

—Dínoslo a nosotros. Parece que te conocen de algún lado y no lo sabes —murmura Tommy y mi amiga toma una larga bocanada de aire.

—¡Ya dije que no! —exclama una voz joven conocida para mí.

—¿Cómo qué no? —reclama otra voz masculina—. Tienes que hacerlo. Es lo menos que puedes hacer por nosotros

—No. He dicho que no —rebate la voz joven.

Unas puertas a nuestra derecha son abiertas con brusquedad y entra una persona conocida.

—¡Maldito cabezota! —espeta un señor, entrando detrás del chico malhumorado.

—¡De qué te quejas! Salí a ti, papá.

—¿Papá? —preguntamos todas las chicas al unísono, y el joven detiene sus pasos abruptamente.

Sus ojos color café se abren cuando nos ve parados en la puerta, y por su expresión, quiere que la tierra lo trague.

—¿James? —habla Brenda estupefacta y el joven traga en seco.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro