Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 33 «Preguntas y respuestas»

Si antes estaba nerviosa, ahora lo estoy mucho más al ser el último día de competencia. Debo luchar contra Christopher durante una hora al ser mi último oponente. El público está eufórico. Muchos tienen pancartas con los nombres de sus favoritos en la final. Incluso, escuché que hay apuestas muy elevadas.

Me da hasta vergüenza decirlo, pero, algunos de ellos tienen fotos mías y las mueven de un lado a otro. Esto da miedo. Quedamos los últimos dos competidores por colegio en la arenera. En un lugar tan grande me siento como una cucaracha asustadiza.

—Hoy es el último día de los Juegos Elements en esta categoría —anuncia Erika, emocionada—. ¿Cómo se sienten?

El público protesta disgustado. No quieren abandonar la adrenalina que este evento trae consigo, y ella lo sabe.

—Nosotros también estamos entristecidos. Han sido cuatro días llenos de pura emoción —añade Benjamín—. Sinceramente, espero que esto se repita cada año. ¿Ustedes que creen?

Los silbidos y vitoreo del público son ensordecedores.

—Nos han llegado reportes que uno de los estudiantes no fue justo e intentó ganar su batalla de formas no agradables —habla Rebeca y yo trago en seco. Al público no le gustó eso—, pero no se preocupen. De una forma u otra, el destino le dio un escarmiento y no pudo pasar al siguiente nivel.

—Prometimos no decir su nombre en público por petición del estudiante agredido —explica Karen y frunzo el ceño.

«¿Además de mí, alguien más fue víctima en los Juegos Elements?», miro hacia mis amigos, todos se encogen de hombros y siguen gritando mi nombre hasta quedarse sin garganta. Las ardillas y Meeko tienen en sus patas banderines con mi nombre y las ondean de un lugar a otro.

—Hoy comenzaremos por el colegio Landsports, en Australia —indica Joanna—. A continuación, será el colegio Capoeira, luego Elements, le seguirá Black Forest y por último Mary Weathers.

—Mucha suerte, muchachos. Denle bien duro y con ganas —esta vez habla Amelia, o Raquel, como quieran llamarla. Finalmente había venido.

Cuando nuestras miradas coinciden, me guiña un ojo y me enfrasco en Chris. Chocamos puños laterales y luego las palmas. Sonrío feliz cuando nos retiramos hacia nuestro palco en las gradas. Así nos saludábamos cada vez que terminábamos un entrenamiento a las tantas de la noche.

—¿Nerviosa o emocionada? —pregunta Javier cerca de mi oído.

—¿Puedo sumarles a esas dos que estoy aterrada? —comento divertida, y él me despeina.

—No, Javier —protesta Brenda en tono lastimero—. ¿Sabes lo difícil que es acomodar el nido de cuervos que tiene Allison por pelo?

—Clark, tienes cerca de cinco horas para arreglarle el cabello. No pelees tanto que te salen arrugas —comenta León divertido, y encierra mi cabeza debajo de su brazo mientras me despeina mucho más haciéndome sonreír a carcajadas.

—¡Qué mundo más cruel! Y encima soy amiga de este par de anormales. ¡Quita, quita! —Brenda me saca del abrazo de Javier y deshace mi trenza para hacerla una vez más.

—Hoy estás más contenta de lo usual. ¿Qué pasó? —inquiere Ginger al ver mi alegría mañanera.

—No creo que sea algo relacionado con la curación de Emma, ¿verdad? —plantea Javier, y pongo los ojos en blanco cuando las ardillas espetan furiosas:

—¡¿Curaste a Emma?!

No sé si preguntaron o exclamaron. Gracias a Dios que por el ruido del público nadie las escuchó.

—Auch, Brenda. Tienes mi pelo en tu mano. No hales —protesto, golpeando la rodilla de mi amiga con los dedos.

—¿Por qué lo hiciste, Allie? Deberías haberla dejado con todo y sus magulladuras por impostora y usurpadora.

—Brenda, me conoces. Además, Chris me pidió el favor. —Ella resopla y sigue en función de mi cabello—. Respondiendo a tu pregunta, no. Mi felicidad no tiene nada que ver con que haya curado a esa hurraca, Javier. Soy simplemente feliz.

—Eres demasiado buena, Allie. Por cierto, Austin me llamó anoche. Dice que ya sabe cuál es el siguiente ingrediente y dónde localizarlo. No sé si me entienden —explica Brenda y abro los ojos al escuchar la excelente pero dolorosa noticia.

—Al fin esta locura acabará —murmura Tony, y acaricio su cabeza rojiza peluda.

—Sí, hermano. Esto terminará más pronto de lo que pensamos. —Ginger pasa su pata por los hombros de su hermano y unen sus cabezas. Meeko me mira e inclina su cabeza hacia un lado antes de preguntarme por telepatía:

¿A dónde van? —Es demasiado inteligente.

Un lugar donde no puedes ir, compañero —le contesto con pesar.

Sus ojitos negros me miran fijo y asiente al sentir mi dolor. Extiende sus patas hacia mí, y en contra de las protestas de Brenda, subo al mapache a mi regazo y le abrazo con fuerza.

—Austin dijo que vendría esta noche al colegio para darnos la ubicación de los gigantes.

—Espera. ¿Qué? Creo que entendí mal, Brenda. ¿Dijiste... gigantes?

—Yo quedé tan perpleja como tú, Lilith. Pueden creerme —asegura la asiática, y deja mi cabello trenzado a un lado—. Le dije que cuando llegáramos del Coliseo, le llamaríamos y él se trasladaría a Mary Weathers.

—Estudiantes y profesores, al ser el último día, los directores deseamos hacer algo distinto. En las pantallas aparecerán algunos estudiantes seleccionados. Necesitamos que se trasladen al cubículo designado por colegio.

Parpadeo, confundida, por el extraño cambio de última hora. Que lo diga Karen me asusta mucho más.

«¿Qué tienes en mente, reina Cáliz?», pienso mentalmente, mientras busco a Chris con la mirada ya que fue el seleccionado de Mary Weathers. Este asiente hacia mí y desaparece en la oscuridad de las escaleras.

—¿Qué estará pasando? ¿Qué querrán los directores con esos chicos? —pregunta Cameron preocupado por su hermano, pero no alejo mis ojos del lugar donde desapareció la silueta de Christopher.

Han pasado cerca de 10 minutos, los juegos no comienzan y él aún no regresa.

—Ya es hora de la etapa final —comenta Joanna—. Si en la competencia de hace dos días, los candidatos debían cuidar la espalda del compañero, hoy tienen que protegerlo de su propia muerte.

Las gradas comienzan a temblar y a expandirse hacia afuera. Una lluvia de polvo cae sobre nosotros por el estremecimiento del lugar. La arenera antes medía cerca de 50 metros a la redonda, ahora, ha aumentado el doble. La arena comienza a quebrarse y desde abajo resurgen los cinco chicos que habían sido elegidos por el consejo.

—No —murmuro, y ahogo un grito de terror en la garganta al ver la situación de Chris.

De un salto, llego al muro de las gradas. Javier tiene que agarrarme por la cintura cuando ve que intento saltar a la arena. Christopher está desmayado en una pequeña jaula recubierta de piedra roja con dientes de perro en dirección a su cuerpo. Esas cosas pueden ser muy peligrosas para él.

—¿Se volvieron locos? —inquiere Cam, exasperado—. Eso puede matarlo. ¿En qué estaban pensando?

—La competencia consiste en lo siguiente. Por cada paso incorrecto que den hacia su compañero, su jaula se cerrará a su alrededor. —Trago en seco al ver el peligro detrás de la explicación de nuestra directora.

—Es muy sencillo. Antes de llegar a su compañero deben responder varias preguntas —añade Benjamín, y señala hacia el polvoroso suelo.

La arena comienza a cambiar hasta formar un camino recto de concreto con baldosas oscuras hacia cada una de las cinco jaulas.

—Este juego está diseñado para que el Coliseo sepa las verdaderas respuestas —reitera Rebeca—. No intenten engañarlo o ya saben las consecuencias.

—No entiendo esto —murmura Emma, preocupada.

—Preguntas y respuestas —contesto, intentando zafarme del fuerte agarre de Javier—. Una respuesta incorrecta y Chris puede terminar muy herido.

—¡Que comience la última prueba de los Juegos Elements! —El público grita animado, y yo solo estoy pensando que, con el mínimo error, él puede sufrir.

Todas las parejas han salido casi victoriosas. Dos de ellas casi mueren. Al parecer, las respuestas no coincidían con las preguntas hechas por el Coliseo hacia el competidor. Diez baldosas, diez preguntas, y diez respuestas. Las preguntas solo las escucharía yo.

—Sálvalo.

—Nunca dejaría que le pasara nada malo, Emma.

—Es hora, Allie —interviene Isaac y bajo las escaleras.

Al salir a la arenera, el público grita emocionado, pero mis nervios se despuntan mucho más. Al llegar a la primera baldosa, escucho una voz grave de hombre con la primera pregunta.

¿Cuántos elementos existen?

—Cinco —respondo y doy un paso a la primera baldosa.

¿Quién fue el primer usuario vida?

—Raquel.

¿Darías la vida por tu compañero en la jaula? —La pregunta me desestabiliza por un instante, pero contesto:

—Lo haría sin pensarlo. —Camino a la tercera baldosa.

¿Qué harías por salvarlo?

—Lo que sea.

Si tuviera novia, ¿la matarías para quitarla del camino? —Trago en seco ante una pregunta tan personal.

—Sí —respondo con dudas y la jaula de Christopher se cierra un poco—. No, no, no, no, no. —El movimiento de la jaula se detiene y paso a la siguiente baldosa—. Sinceramente, no soy una asesina, y ya veo que el Coliseo lo sabe perfectamente.

¿Sabes cómo romper la ley de los primogénitos?

—Sí.

¿Estás intentando romperla?

—Sí.

Menciona los nombres por los que romperías la ley de los primogénitos.

—No sé los nombres de todos los chicos que cumplen 18 años o van a cumplir los 19. Por lo pronto, Cameron Gray y Jackob León. —La jaula se cierra—. No, no, no. Esos son los nombres. —Protesto hacia el vacío y el movimiento de la jaula se detiene. Trago en seco cuando noto que la punta de un diente de perro está muy cerca de sus piernas encogidas.

Menciona los nombres por los que romperías la ley de los primogénitos.

—Christopher Gray, Cameron Gray y Jackob León, el hermano de Javier—. Contesto y paso a la siguiente baldosa. Una más y Chris sería libre.

¿Amas a tu compañero, Christopher Gray? —El debate entre lo racional y lo sentimental comienza. Si mentía, Chris podía salir lastimado y es demasiada piedra roja. No podría curarlo a tiempo—. Allison McKenzie, ¿amas a Christopher Gray?

—Si sabes la respuesta, ¿para qué me preguntas? —grito hacia el Coliseo, con voz quebrada y caigo de rodillas.

Puede que sea algo sencilla la respuesta, pero tener que decirlo en voz alta cuando he intentado todo este tiempo decir lo contrario frente a todos, es difícil, porque era la única forma de convencerme a mí misma que esto terminará de una forma u otra.

Responde la pregunta, Allison. ¿Amas a Christopher Gray?

—Sí —digo entre lágrimas y con voz quebrada por el nudo en la garganta—. Por más que le diga lo contrario, por más que quiera aparentar normalidad y amistad llevadera, por más que quiera negarlo y decirle que ya no siento nada, aún amo a Chris y nunca dejaré de amarle. —La jaula desaparece y corro hacia él—. Chris, Chris. —Coloco su cabeza en mi regado y palmeo su mejilla con suavidad—. Chris, despierta.

—¿Allison? —murmura con voz grogui y sonrío entre lágrimas de adolescente emocionada—. ¿Qué pasó?

—Te cuento después. Vamos hacia las gradas. ¿Puedes caminar?

Asiente con la mirada perdida, pero aun con las pocas fuerzas psicológicas que me quedan, le ayudo a ponerse en pie intentando que su aroma no me nuble el entendimiento. Tomo una larga bocanada de aire y lo expulso con alivio. Han sido los minutos más largos de mi vida.

Emma abraza a su prometido cuando llegamos al palco y este la encierra entre sus brazos. Le miro y suspiro, apesadumbrada. El Coliseo me quebró por dentro con una simple pregunta.

—Oye —Javier toma mi mentón y le miro—, ¿qué pasó ahí?

—El Coliseo lo sabe todo, Javier. Por cierto, dale mis saludos a Jackob cuando le veas.

—¿Cómo sabes...?

—Lo noté en el momento que te acercaste a Ellie. Nadie hace cosas como esas, si no tiene un hermano menor. Un día entró una llamada y la tomé. Era tu hermano. Muy tierno, por cierto ¿Por qué nadie sabe de él?

—Porque no es mi hermano de sangre. Es adoptado —aclara, y me atrae hacia él por los hombros mientras acaricia mi brazo dándome ánimo.

—Quisimos probar diferentes habilidades entre los candidatos. Fuerza, rapidez, honestidad, lealtad y compañerismo.

—Amo cuando te pones en plan cariñoso, querido Benjamín. Es posible que nos fuéramos a los extremos en los Juegos ya que son los primeros en esta temática de batalla tan poco singular —explica Joanna y el director aludido asiente—. Pero este ha sido un año de muchos sucesos y cada colegio debe estar atento y velar por los futuros guardianes.

—A los Juegos llegaron dieciséis candidatos —interviene Erika—. Dieciséis de los mejores en todo el colegio sin importar su año o elemento.

—Pero entre los mejores, siempre hay uno que sobresale —concluye la directora de Mary Weathers.

—La competencia ha terminado y es nuestro deseo anunciar los ganadores —comenta Rebeca con emoción—. Los directores de los colegios hemos decidido que los ganadores sean... ¡los últimos dos finalistas!

—¡Cómo! —cuestiono turbada.

La euforia y la emoción de todos los estudiantes no tardó en llegar.

—¡Los Juegos Elements quedan clausurados! —exclaman los directores al unísono, y yo grito de emoción mientras abrazo a Javier.

He ganado. No me lo puedo creer. Al demorarme tanto pensé que no lo lograría. Gané los primeros Juegos Elements en temática combativa. Los Varázs saltan emocionados y luces de colores estallan desde lo alto del Coliseo cayendo como brillantes luciérnagas agitadas y desaparecen al tocar la arena.

Mis ojos chocan con unos iris de color negro. Sus labios se amplían en una sonrisa haciendo aparecer los hoyuelos que tanto me gustan.

—Esto amerita celebración —añade una voz a nuestras espaldas.

—¡Austin! —exclama su novia, y va hacia él con tanta fuerza que caen al suelo.

—Brenda, no seas tan bruta, mujer —protesta Talia con sorna, y todos sonreímos.

—Hola, tú. ¿Cuándo llegaste? —inquiero, y los ayudamos a levantarlos del suelo.

Brenda no deja de besar y abrazar a su chico. Y no lo voy a negar, extrañaba al bibliotecario entre nosotros.

—Clark, por Dios Santo, deja que ese niño hable —intercede Talia una vez más.

—Hace semanas que no lo veo, Sprouse —protesta la asiática sin despegarse de su chico—. ¿Qué creías que haría? —Le besa con efusividad, y Austin se deja.

—Y después dicen que yo era la que daba el coma diabético por andar con... —dejo las palabras en el aire y Javier me abraza por la espalda.

Las chicas siempre decían que Chris y yo le daríamos diabetes por tanto cariño que nos dábamos. Llegamos al colegio como ganadores. No hubiéramos tenido exámenes finales, aunque no ganara los Juegos, pero siempre es bueno tener un poco de competencia y alguna forma de sacar la energía y frustración de adentro.

—Estuviste genial en los juegos, Allie —comenta Austin y le abrazo con fuerza.

—Como te he extrañado, amigo —murmuro y nos sentamos en las escaleras de la entrada principal al colegio.

—Yo también, compañera. ¿Cómo te sientes?

—Austin, Chris casi muere por engañar al Coliseo.

—¿Por qué dices eso? ¿Las preguntas fueron personales? —Asiento avergonzada.

—El Coliseo me obligó a decir con mi propia boca que yo... sigo amando a Christopher Gray. Si mentía, él podría resultar herido. Ya sabes que la piedra roja es peligrosa para los usuarios de fuego.

—Verás que todo pasará una vez que termines con esto —añade y recuesto mi cabeza a su hombro—. Después de completar el hechizo, todo volverá a la normalidad y encontraremos la forma que el Neanderthal de Christopher Gray se acuerde de ti.

—Yo y él hacemos muy buena pareja en combate, pero... lo estoy perdiendo, Austin.

—Allie, necesitamos de tu ayuda —dijo Talia.

Yo y Austin nos levantamos rápidamente de los escalones.

—¿Qué ocurre? ¿Le pasó algo a los Varázs? ¿A Chris? —Talia y Cameron niegan con la cabeza y parpadeo confundida—. ¿Qué es lo que pasa entonces?

—Queremos que seas la coordinadora de nuestra fiesta de compromiso —explica Cameron y caigo en la escalera con todo el peso de mi cuerpo—. ¿Te sientes bien? —Ambos se arrodillan frente a mí—. Estás pálida.

—Van a casarse, Cam. No creo que sea una noticia fácil de digerir —digo con ironía—. Oh, Dios mío. ¡Van a casarse! —Me levanto con emoción y Cameron cae hacia atrás—. Lo siento, lo siento. Estoy un poco impresionada. —Mientras Talia ayuda a su novio, yo chillo de emoción y doy pequeños saltos en el lugar—. No me lo puedo creer. ¿De verdad quieren que yo sea la organizadora de la fiesta? —Ambos asienten y sonríen—. Chicos, yo no sé nada de esas cosas. Casi siempre recibo ayuda de ustedes y el resto de los muchachos.

—Allison, a veces me da mucho dolor de cabeza cuando desbordas tanta humildad —murmura Austin con desgana.

—Me alegro mucho por ustedes, de verdad. ¿Para cuándo tienen planificado la boda? —Se miran entre ellos y bajan la cabeza—. Entiendo. Quieren casarse el mismo día que Chris. —Dos pares de iris negros me miran con tristeza—. No se preocupen por eso. ¿Cuándo quieren la fiesta?

—El domingo.

—Perfecto. Espera. ¿Qué? ¿Cómo que el domingo? —pregunto al ver que cuento con... un día. Ambos asienten y suspiro—. Tengo que correr entonces.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro