Capítulo 23 «Luces y elegidos»
Allison
—Yo me hubiera decantado por el negro. Es más provocativo.
—Este es mucho más cómodo, Brenda —insisto una vez más—. No quiero provocar, sino divertirme.
Solo falta media hora para que inicie la fiesta por el inicio de los juegos Elements y mi habitación es un completo caos.
El vestido color púrpura se ajusta hasta la mitad de mis muslos y cae hasta el suelo, luciendo más elegante al tener mis hombros descubiertos por el corte de princesa de la prenda. Brenda se encargó de arreglar el desastre que tengo como cabello en un peinado poco elaborado pero bonito, añadiendo unos pendientes pequeños en forma de estrellas y un maquillaje sencillo, me siento espectacular.
—Yo coincido con Allie —intercede Tony—. Es una noche para festejar y divertirse.
—¡Adelante! —grita Ginger, cuando dos toques en la puerta interrumpen nuestra conversación.
Javier se abre paso en la habitación con un traje negro de tres piezas ajustándose a su silueta como un guante sin utilizar corbata. El cabello despeinado cae en su frente con descuido. Ginger silba y todos sonreímos.
—Wow. Allison estás...
—¿A que está guapa? —Brenda lo codea y Javier asiente sin perderme de vista—. Esta niña es preciosa, aunque utilice un saco de patatas. Chicos, falta poco para las elecciones de los Juegos Elements.
—No hay nada mejor que ir acompañado de dos chicas hermosas —comenta Tony, cuando León nos brinda sus brazos—. ¡Qué afortunado eres, Javier!
—Cuida de mis niñas. —Los ojos de Javier se posan en Ginger al escuchar su tono maternal—. Y debes... ¡Ah, no! ¡Ni de broma! ¡Yo no voy a cuidar al mapache! —protesta la ardilla al ver que Meeko entra por la puerta de mi habitación.
—¡Vamos, hermana, va a ser divertido! No seas aguafiestas. —Tony la codea y Ginger suspira derrotada—. Ustedes diviértanse y tráiganme dulces.
—¡Qué sí, pesado! —digo, acariciando la cabeza de Meeko y salimos de la habitación.
El comedor de Mary Weathers ha cobrado vida esta noche. Tanto profesores como estudiantes están felices, pero en algunos rostros es notable el nerviosismo. No es nada divertido no saber quiénes serán los dieciséis estudiantes seleccionados entre los tres años.
En el centro del salón, la espesa niebla gris se eleva desde el suelo en forma de columna hasta la altura de la escalera haciendo contraste con el resplandor de una hermosa copa dorada en lo alto, pero sin llegar a tocarla. Motas doradas y blancas se mueven como olas alrededor de la copa de forma tal que puedas notar el escudo del colegio tallado en toda su superficie. Sonrío al notar el ligero parecido a la copa de las Champions League de fútbol.
Desde hace más de dos semanas, los estudiantes han colocado el nombre de las personas que ellos creen preparados para participar en los Juegos Elements, pero al final, todo es cuestión de suerte. Esto me recuerda mucho a Harry Potter, pero en este caso no importa la edad, y sé por Thiago, que estoy entre uno de los más elegidos. ¡Tierra, trágame!
—¡Que nervios! —murmura Lilith, estrujando sus dedos.
—Buenas noches —saluda Thiago al acercarse—. ¿Ansiosos por saber el resultado?
—No sabes cuánto —añade Tommy—. ¿Dónde dejaste a Alice?
—¿Puedo traerla con ustedes sin problema? —pregunta Da Silva con miedo. Nos miramos entre sí y encogimos nuestros hombros en señal de despreocupación—. Ya sé que las cosas no terminaron bien, pero...
—Thiago, ve por ella. Entendemos lo que pasó.
—Muchas gracias por la comprensión, Allison. —Sonríe ampliamente y se retira.
—¿Estás segura de esto? —pregunta Cameron.
—Esta vez están siendo sinceros. Alice ha estado muy alejada del mundo desde lo ocurrido. Ustedes me conocen. Esa chica necesita una mano y si nadie se la da...
—La Santa Allison, Madre de Calcuta y las almas en pena lo hará, ¿verdad? —comenta Brenda con ironía y asiento—. Eres tan buena, que a veces me das dolor de cabeza.
—Hola —interviene Alice, apenada, escondiéndose detrás de Thiago como si fuera su escudo humano. Me duele, porque la chica orgullosa que conocí una vez ha desaparecido completamente.
—Relájate, Winter. No mordemos —aclara Talia, y la aludida asiente, pero se queda detrás de Thiago.
—Buenas noches, queridos estudiantes —habla la directora Smith desde lo alto de la escalera, y las luces del comedor disminuyen con lentitud hasta solo quedar ella iluminada—. La fiesta está muy animada, pero llegó el momento que tantos esperan.
La directora señala la copa, y la luz dorada que emana de aquel trofeo es tan fuerte que necesito cerrar los ojos casi por completo. Todos los estudiantes deben dar pasos hacia atrás. Ramas oscuras atraviesan el humo gris, como si fuera una columna, elevando la copa hasta casi llegar al techo, mientras un remolino de agua y aire la envuelve. Un dragón de fuego escala las ramas en zigzag, da dos ligeras vueltas y ruge antes de entrar en la copa.
Dieciséis pedazos de hojas blancas quemadas por el borde salen del interior en una explosión de luz de varios colores en tono neón. Las motas doradas y blancas que rodean la copa estallan y se esparcen por el comedor como si muchas luciérnagas hubieran volado para escapar por sus vidas.
Las láminas blancas vuelan una detrás de la otra y se quedan suspendidas frente a una sonriente Karen, mientras las motas de luces caen con lentitud y desaparecen una vez que tocan el pulcro suelo blanco del comedor.
—Necesito que los elegidos por la copa se acerquen y se coloquen en un escalón de forma descendente a ambos lados de la escalera, ¿entendido? —El grito de los allí reunidos es suficiente—. La primera persona elegida por la copa es Nico Ford, segundo año.
El nombre del primer concursante aparece en el techo, grabado en fuego. Los gritos y silbidos a favor del primer seleccionado llegan al instante. El aludido sube con una sonrisa amplia los escalones hasta llegar casi al nivel de la directora.
—La siguiente persona es Liam Cook, segundo año.
La directora va anunciando diferentes nombres y cada uno de ellos aparece uno debajo del otro, grabado en el techo con letras de fuego. Entre los seleccionados están Alice, Thiago y Emma. Sin importar lo ocurrido entre nosotros, ellos tres son muy buenos como usuarios.
—Christopher Gray, tercer año —menciona Karen y ahogo un grito.
Él no puede participar. Mi corazón comienza a acelerarse al ver el riesgo que puede correr en esta competencia. Un mínimo error y Chris puede... Los signos de alarma son notables en Talia, Cameron, Thiago y Javier cuando nos miramos entre nosotros.
—El último nombre es... Allison McKenzie.
—¡Oh, mierda! —protesto, en tono lastimero—. No, no, no, no, no.
Lo gracioso del caso es que, cuando Karen anuncia mi nombre, todo el estudiantado lo grita con más euforia.
—Tienes que ir —murmura Brenda y Lilith me da un pequeño empujón.
Mis pies están anclados al suelo, así que, me esfuerzo por mover mis congeladas articulaciones con lentitud hacia la escalera y el lugar que me toca es cerca de Christopher.
«¡Qué suerte la mía! Si esto fuera un libro, me vengaría de la autora, lanzándola aún con vida dentro de un tanque con queso caliente ¡Esto no puede estar pasándome!», pienso mientras subo los escalones.
—Los Juegos Elements quedan inaugurados —exclama Karen, y luces estallan en el interior del comedor como fuegos artificiales—. Muchas felicidades a los elegidos.
El estudiantado grita, aplaude y silba hacia nosotros con emoción. Miro hacia mis amigos y gimo por lo bajo al verlos gritar y dar pequeños saltos tan emocionados. Yo no estoy excitada con nada de esto. Estoy aterrorizada. ¡Sáquenme de aquí!
—Felicidades, Allison —dice Chris, palmeando mi hombro con suavidad.
—¿Y si te digo que no quiero? —pregunto, y deja escapar una carcajada ruidosa.
—Según mi padre y mi hermano, eres cualquier cosa menos una cobarde.
—No estás ayudando mucho —digo con un puchero y se acerca mi oído.
—Sonríe y disfruta la noche. La semana que viene seremos contrincantes.
—Eso me ayuda menos —murmuro, y bajo las escaleras hasta mis amigos pensando en mil maneras de salirme de este problema—. ¿Alguien quiere cambiar conmigo? Si quieren le hago todos los exámenes y trabajos de curso.
—¿Estás bromeando? —protesta Brenda y niego con la cabeza—. No estás bromeando.
—Es una excelente oportunidad para superarte, Allie —añade Lilith, sonriendo.
—Pero... pero... pero yo no quería ser elegida. Yo solo quería hacerles porras a ustedes desde las gradas. Esa copa mágica está rota.
—Te dije que varios estudiantes apostaron por ti. Mucha suerte en el torneo, Allison.
—Voy a necesitarla, Thiago.
—Necesito hablar contigo —susurra este con disimulo y nos alejamos un poco.
—¿Qué ocurre?
—No sé cómo lo estás haciendo, pero Chris está interesado en ti. —Frunzo el ceño, muy confundida—. La palabra no es interesado, sino curioso. Ayer en la noche me hizo preguntas un poco extrañas. Él no recuerda nada de la pelea que tuvimos a principio de curso por las fotografías.
—Thiago, ya deja eso. Intento pasar de él.
—No soy idiota, Allison. Se te ve en la cara que aún mueres por él. ¿Cómo vas a rendirte ahora?
—Es muy simple. No quiero sufrir más por alguien que no se lo merece —insisto aparentando indiferencia, cuando en el fondo, estoy buscando los ingredientes para salvarle—. ¿Todo bien entre ustedes?
—No, pero al menos ya no queremos saltarnos a la yugular cuando coincidimos en el pasillo o en clases.
—Me alegro mucho, pero hay algo en lo que voy a necesitarte. Si estás cerca de Chris, no dejes que coma o beba nada que le brinde Emma.
—¿Crees que ella le haya hecho lo mismo que a mí y a Alice? No puede ser tan retorcida.
—Son meras sospechas, pero es lo que creemos yo y el resto de los chicos.
—Por eso eran tantas preguntas raras como si no te conociera. —Mira por encima de su hombro a la parejita feliz y niega con la cabeza—. A veces me pregunto que vi en ella. Estaba tan ciego que no supe diferenciar su egoísmo.
—Estabas enamorado, Thiago. Es normal. Le hacemos caso al corazón, obviando a la razón. Si me encuentro con Chris de manera fortuita, pienso recordarle lo bien que lo pasaba con todo el equipo. Lo nuestro está en el pasado, pero no significa que pase sus últimos días de una forma tan lúgubre por la alcahueta de su prometida.
—Si necesitas ayuda, ya sabes dónde buscarme —comenta sonriendo y me guiña un ojo.
—Ve por Alice. La pobre parece un ratón enjaulado. Dile a los chicos que voy a salir a dar una vuelta. Necesito tomar aire.
Cuando lo veo llegar hasta mis amigos y saca a bailar a Winter, me retiro de allí con discreción por la ventana sobre una tabla de nubes. No tengo ganas de pasar por la escalera para tener que saludar a Chris y Emma de forma obligatoria, aunque me alegro por el resto de los seleccionados.
Vuelo hacia el invernadero con la cabeza gacha. Este lugar me recuerda a Chris, pero también es agradable. Subo hasta la parte alta y me deleito en el lento caer de motas de nieve. Cierro los ojos y dejo que mis sentidos hagan su trabajo.
Embarcarme en esta aventura ha permitido la apertura de nuevas habilidades como usuario vida, como la aparición del rastro dorado que nos llevó a la aldea de los cuervos cuando nuestra alocada Brenda desapareció. Necesito hablar con Raquel. Ella es la única que puede responder estas interrogantes.
—Te vas a congelar aquí afuera. —Abro los ojos por la voz entrometida.
—¿Estabas aburrido sin mí en la fiesta, León?
—Idiota. ¿Me puedo sentar? —Asiento con la sonrisa en los labios, y con fuego derrito el espacio a mi lado—. ¿En qué piensas?
—¿Cómo encontré a Brenda a través del bosque cuando esa era mi primera vez en Tarkine? —pregunto en voz alta—. Intento hacer el camino de luces, pero no lo consigo.
—Cuando pusiste la mano en el árbol y abriste los ojos, tus iris se habían tornado violetas.
—¿De verdad?
—Seguramente es otra habilidad que tienes como usuario vida.
—¿Qué otras cosas podré hacer? —musito, por lo bajo.
Acerco las piernas a mi pecho con mucho cuidado por el vestido, las rodeo con mis brazos y apoyo el mentón en las rodillas.
—Es posible que los juegos del colegio te ayuden a descubrir nuevas habilidades. Recuerda que los usuario vida son peculiares por naturaleza —sisea por lo bajo y recuesto mi cabeza a su hombro—. Todo va a estar bien.
—¿Lo prometes?
—No. Solo puedo decirte que estaré ahí si me necesitas.
—Gracias, Javier. Se siente agradable contar con alguien.
—Pero no te creas que va a salir gratis mi ayuda. —Ambos reímos a carcajadas y nos quedamos en un cómodo silencio mirando como cae la nieve.
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