Capítulo 19 «Cambio de parecer»
Allison
¿Alguna vez le han dolido las uñas de los pies? Me duelen partes del cuerpo que ni siquiera sabía que existían. Los rayos del sol molestan en mis párpados, anunciando un nuevo día, así que abro los ojos con lentitud.
«¿Dónde estoy? Esto no es Mary Weathers», pienso, mientras analizo mi alrededor.
Los recuerdos vienen a mi mente. El colegio, la desaparición de la menor de las Gray, yo de camino a Rumania gracias a... Me siento de repente. Un dolor extraño atraviesa mi estómago, y mi columna se estremece. Unos fuertes y cálidos brazos me rodean al instante.
—¿Javier? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estamos? ¿Dónde está Celine? Tengo que ir por ella. —Agarra mis hombros y me presiona para quedarme en la cama.
—Anoche trajiste a Celine y tú terminaste muy herida. Mi madrugada no fue muy tranquila precisamente, por tanto, necesito que te calmes. Estamos en la mansión Gray. —Abro los ojos y trago en seco cuando la imagen de Alexa irrumpe en mi mente—. Celine está bien. La trajiste sana y salva, así que puedes respirar en paz.
El alivio me inunda y dejo escapar el aire que no sabía que contenía hasta este momento.
—Ahora, ¿ya puedo abrazarte sin miedo a terminar inconsciente de nuevo?
—Siento lo que te hice en el laboratorio de profesor —digo, abrazándole con suavidad.
—Estás a salvo y eso es lo importante —añade acariciando mi espalda y higo un gesto de dolor. Javier se separa al instante.
—¿Te duele algo?
—La espalda. ¿Qué fue lo que pasó? Ahora recuerdo atravesar la puerta que Celine abrió con la... ¡La llave! ¿Dónde está la llave? —Señala con el mentón al tocador. En la superficie está mi llave transportadora—. Necesito agua.
—No puedes curarte. El doctor vino anoche y fue muy explícito con eso. Recibiste una herida muy grave y si utilizas magia para curarte, puede agravarse.
—Javier, no pienso estar metida en cama como una enferma.
—Vas a tener que hacerlo por tu bien —comenta una voz desde la puerta.
—Celine —murmuro aliviada—. Gracias a Dios estás bien.
—¿Puedo entrar? —Asiento, y ella se acerca a mí con paso lento. Se sienta frente a mí, estrujando sus dedos con nerviosismo—. Allison, yo...
Detengo sus palabras colocando un dedo sobre sus labios.
—Estás a salvo y eso es lo importante. —Sonrío con timidez—. El pasado, se queda en el pasado. ¿Te hirieron en algún lugar?
—Llegaste justo a tiempo —musita, con los ojos cristalizados por las lágrimas.
—No te creas. Saltar hasta Rumania y localizarte no fue nada fácil.
Me paralizo cuando ella me abraza de sorpresa. Reacciono un poco tarde, pero acaricio su espalda y cabeza con parsimonia.
—Muchas gracias por salvarme —agradece, con voz queda. Siento algo mojado en mi hombro y la separo un poco.
—Solamente vale llorar 24 horas y tú ya cumpliste tu cuota.
Sonríe apenada y una lágrima recorre su rostro. Con suavidad, seco el rastro de aquella muestra de arrepentimiento y hago un gesto de dolor. Una punzada proviene de mi estómago y recorre mi cuerpo entero. Tomo una bocanada de aire y aprieto los dientes con fuerza.
—¿Qué ocurre? —pregunta preocupada, y Javier se acerca al ver mi cara de dolor.
Coloco la mano en mi estómago y un líquido rojo comienza a manchar mi camisa más de lo que está.
—Celine, llama al doctor
La pequeña de los Gray se levanta con prontitud a la orden de León y sale corriendo por la puerta. Con sumo cuidado, Javier me recuesta al cabezal de la cama y levanta mi camisa.
—La herida se abrió de nuevo cuando te levantaste abruptamente —murmura, analizando las vendas ensangrentada y trago en seco.
—Javier, necesito agua. Tengo la garganta seca.
—Solo si me prometes no utilizar magia. —Asiento con lentitud por el leve mareo que me asalta.
Al levantar una botella de suelo, los rayos del sol la iluminan. Frunzo el ceño al ver como el líquido transparente se torna en un color amarillo muy nítido, casi imperceptible.
—Esa agua no —insisto con vehemencia.
Este mira la botella, confundido, pero el contenido se ha vuelto transparente una vez más, a menos que solo sea perceptible ante mis ojos.
—Emma las trajo temprano en la mañana.
—Con más razón. Bótala y tráeme agua del grifo.
Sin preguntar más, se levanta a llenar el envase. Cuando el agua fresca toca mis labios, sentí como el alma me regresaba al cuerpo, a pesar del dolor que estoy aguantando. Mi garganta estaba seca.
—¿Mejor?
La puerta se abre cuando asiento, y entra Celine acompañada de un hombre de mediana edad con gabardina gris y zapatos de charol negro brillante. Una sonrisa sincera, nariz pronunciada y ojos negros. Este frunce el ceño cuando ve la botella de agua en las manos de Javier y levanto las manos en señal de rendición.
—Le juro solemnemente que solo la tomé para refrescarme —aclaro para no ganarme una regañina y el individuo enarca una ceja ante mis palabras.
—Buenos días, Allison.
—Buenos días —murmuro y hago un gesto de dolor.
—Mejor reviso eso. —Se acerca acomodando sus lentes en la nariz y levanta mi camisa. Resopla al ver las vendas cubiertas de sangre—. La herida se abrió. Necesito cambiar el vendaje y limpiarla. Puede doler un poco, jovencita.
—No más de lo que he estado sintiendo la última semana, doctor. Puede hacerlo.
—Necesito que te acuestes en la cama. Javier, ya sabes qué hacer.
Minutos después, el vendaje está cambiado y la herida limpia. Ardió tanto que necesité morder una almohada para ahogar el grito de dolor.
—Absoluto reposo. —Intento protestar, pero su mirada hace que me retracte—. Con lo de anoche, tu cuerpo y magia llegó a un límite que casi te quiebra por dentro. Necesitas recuperar tus fuerzas como humana y como usuario. Eso solo será posible con reposo "absoluto" —Su constante énfasis en "absoluto" comienza a hartarme—. ¿Quieres participar en los Juegos del colegio?
—Claro, doctor.
—Necesitas descansar. Si no es por la actuación rápida de Chris en la madrugada, en estos momentos no estuvieras viva. Si tienes cualquier síntoma o dolor, los Gray saben dónde localizarme. Tenga un buen día, señorita McKenzie. —Da una leve inclinación con su cabeza y sale de la habitación.
—¿Qué ocurrió anoche? —preguntamos Celine y yo al unísono.
—Tu temperatura subió tanto que nos vimos en la necesidad de cubrirte con nieve. La fiebre era extremadamente alta. Podías sentir el calor apenas abrías la puerta —explica Javier en tono cansado.
—¿Cómo entra mi hermano en esta historia?
—La idea fue de él. Allie emanaba tanto calor, que la nieve se derretía una vez que entraba en contacto con tu piel. —Javier deja caer su cabeza en las manos—. No sabes lo preocupado que estábamos, Allison. —Levanta su cabeza una vez más y mueve su cabello hacia adelante y hacia atrás con brusquedad.
—Oye —Acaricio su mejilla y me golpeo mentalmente al ver los círculos oscuros que bordean sus ojos—, hierba mal, nunca muere. —Los tres sonreímos y León niega con la cabeza—. ¿Dónde están los Varázs?
—Cameron se los llevo. Meeko siempre estaba encima de ti y las ardillas roncan demasiado. Teníamos miedo que la herida se infectara.
—¿Y los chicos?
—El teléfono de casa no ha parado de sonar. Tus padres están muy preocupados —explica Celine, con voz quebrada—. Todo esto es mi culpa.
—Querida, ¿fue tu culpa que unos idiotas te secuestraran por dinero? —Niega con la cabeza y tomo sus manos entre las mías—. Exactamente. Eres la hermana menor de Cameron y Chris, y la niña de los ojos de tu padre. Si tengo que dar mi vida para salvarte, lo hago. —Otra lágrima recorre sus mejillas, pero esta vez, la seca ella con el dorso de su mano—. La buena noticia es que estás bien. Yo terminé un poco magullada, pero al menos estás a salvo. Ten cuidado la próxima vez, ¿entendido? —Asiente con una leve sonrisa y sale de la habitación cerrando la puerta con suavidad.
—¿Qué pasó en Rumania? —inquiere Javier, señalando hacia la puerta con el mentón.
—En situaciones extremas, las opiniones de las personas pueden cambiar.
—¿Cómo supiste dónde estaba Celine?
—Un mago nunca revela sus secretos. —Enarca una ceja y sonrío—. Es broma. Le pregunté a Mushu y él me dijo el lugar donde estaba.
—¿Quién es Mushu?
Dejo escapar una carcajada, pero esta desaparece por la punzada en mi estómago.
—¿Recuerdas el dragón rojo?
—¿El que cabalgaste como una loca el día que encontramos el zoológico? —comenta con ironía—. Imposible olvidarlo. —Niega con la cabeza y se detiene—. Espera un momento. ¿Llamaste a un dragón rojo de al menos 50 pies de largo... Mushu?
—Es mucho mejor que Dragonball —añado divertida.
—Eres muy ocurrente.
—Viene en el paquete, León. Fui a preguntarle y él me dijo el lugar. Cuando abrí los ojos, ya estaba en uno de los bosques de Transilvania. Toda una nueva aventura. Por cierto, los hombres lobo son inmensos. Mucho pelaje y huelen a perro mojado.
Javier deja escapar una carcajada ruidosa y la puerta se abre. Celine entra con ropa en sus manos.
—Es para que te cambies. Tu uniforme está arruinado. Sé que te gustan los jeans y sudaderas.
—No era necesario, Celine, pero te lo agradezco mucho. —La más pequeña de los Gray asiente y mi estómago ruge con fuerza.
—La bestia tiene hambre —comenta ella en tono juguetón y ambos sonríen a carcajada limpia mientras mi estómago ruge una vez más.
—Vamos a desayunar, aunque sean las 11 de la mañana —dice Javier entre risas.
—¿Es tan tarde?
—Gracias a Dios que despertaste. Me tenías sordo con tantos ronquidos. —Su carcajada se desvanece cuando le estampo una almohada en su rostro.
—No puedes hacerme nada. —Señalo la venda y sus ojos se achican—. Estoy muy herida.
—Lo utilizas a conveniencia —comenta Celine con mofa.
—Pero claro. Algo bueno tengo que sacar de esto, ¿no? —recalco entre risas y le saco la lengua a mi mejor amigo en tono juguetón.
—Javier, mejor dejemos que ella se cambie. Allison, en el baño hay toallas nuevas. Si necesitas algo, solo avísame.
Ambos salieron de la habitación y con mucha lentitud me levanto de la cama en dirección al cuarto de baño.
Media hora después estoy frente al espejo con los vaqueros y la sudadera que Celine había dejado encima de la cama. Pasé un poco de trabajo, pero logré acomodar el desastre que tengo como nido de gallinas en mi cabeza. Unos toques en la puerta interrumpieron mis intentos de ponerme las botas de cuero.
—Adelante. —El estómago me da un latigazo y pongo mi espalda recta para tomar una bocanada de aire.
—¿Estás bien? —pregunta Christopher, preocupado.
—Sí. Solo un pequeño latigazo intentando ponerme las botas. —Se acerca con premura y se arrodilla frente a mí.
—¿Te duele algo? —insiste y niego con la cabeza.
—Todo está bien, Christopher.
Intento tomar la bota, pero él me detiene al agarrar mi muñeca. Una fuerte corriente eléctrica atraviesa mi brazo y aguanto la respiración. Tenerlo tan cerca aún me desestabiliza.
—Yo lo hago. Puedes abrirte la herida con un mal gesto.
Trago en seco y noto como sus pupilas negras se dilatan. Tuve la tentativa de tocarlo, pero me detengo a mí misma. Tenerlo tan cerca hace que mi corazón salte de emoción, pero al mismo tiempo, logra que sangre de dolor. Los ojos de Chris se volvieron violetas y dorados, y suspiro, derrotada.
—Tranquilo, Chris. Yo puedo hacerlo. —Intento tomar la bota, pero él me detiene una vez más.
—Déjame ayudarte. —Asiento con desgana, esperando que los segundos no se me hagan eternos. Con cuidado me coloca las botas de caña media y da leves palmadas en ellas—. Listo.
—Muchas gracias.
Me levanto con demasiado impulso y pierdo un poco el equilibrio. Él me agarra y me atrae a su pecho, pero me separo con cautela. Tenerlo tan cerca duele. Duele mucho.
—¿Cómo está Pumba?
—Preocupado, pero bien. No te dejó en toda la noche.
—Chris, yo ...—La puerta se abre en ese mismo instante y pongo los ojos en blanco al ver quién entra en la habitación con el mentón en alto.
—Con que aquí estabas. —Gruño por lo bajo ante la irritante voz de Emma—. Chris, te estamos esperando abajo. Tenemos que irnos.
—Ahora mismo...
—Ve. Yo estaré bien —intervengo, ganándome una sonrisa triunfal por parte de la lagarta.
—Javier te espera en la planta baja —explica Gray y asiento.
—No te preocupes. Termino aquí y me regreso al colegio.
—No.
—¿No? —pregunta su prometida, sobresaltada—. ¿Cómo qué no? ¿No ves que ya está bien?
—Emma, en este tema, no tienes ni voz ni voto —añade Chris, en tono casual—. Allison salvó a mi hermana de una posible muerte. Lo correcto es que al menos la cuidemos hasta que se mejore.
—Pero tu madre...
—Mi madre tendrá que quedarse tranquila, Emma. Allison se queda porque yo lo digo.
—Ni a ella ni a tu hermana le va a gustar esto, Chris —rebate, encolerizada.
—No pongas acciones y palabras que no sabes si yo haría, Emma —interviene Celine desde la puerta en tono molesto.
La rubia oxigenada frunce el ceño, confundida, Chris abre sus ojos sorprendidos ante las palabras de su hermana y yo sonrío orgullosa.
—Pero Celine...
—Celine, nada —la pequeña de los Gray interrumpe a la avinagrada mientras camina hacia nosotros y entrelaza su brazo con el mío—. Allison, vine para llevarte a desayunar. Debes estar hambrienta. —Ni siquiera me deja responder—. Adiós, hermano. Disfruta con Emma y nuestra madre.
—¿Cómo? ¿Cameron no va?
—Él y Talia decidieron quedarse con Allison. El resto de los muchachos vienen en la tarde.
—Si ellos están aquí, ¿qué voy a hacer en el colegio? —protesta su hermano mayor.
—Estudiar, graduarte —contesta Emma—, y probarte el traje de novio.
Aprieto los labios para no dejar escapar la carcajada que tengo atorada cuando veo como Celine pone los ojos en blanco.
—Nos vemos, Chris —insiste la menor de las Gray, sacándome de la habitación prácticamente a rastras, pero con mucho cuidado—. Después de lo ocurrido ayer, me di cuenta de la verdadera personalidad de Emma.
—Es la prometida de...
—No la defiendas. Cuidado con los escalones. Mi hermano llamó a su "prometida" cuando desaparecí. ¿Sabes lo que hizo? La señorita de nariz respingada y labios de silicona siguió en su turno de peluquería y después se fue de compras. ¿Quién hace una cosa de esas cuando una persona de su familia está desaparecida?
—No todas las personas reaccionan de la misma forma —digo, defendiendo a la lagarta en contra de mi voluntad.
—Allison, tú apareciste pocas horas después por mí.
—Eres la hermana de Cameron y Chris, Celine. Era obvio que fuera por ti cuando los hermanos Gray están de por medio. Recibí una gran ayuda por parte de uno de los profesores y Mushu.
—¿Mushu? ¿Cómo el dragón de Mulán?
—Sí. Así llamé al dragón rojo del laboratorio.
—¿Dragón? ¿Laboratorio? ¿De qué estás hablando? —inquiere, cuando llegamos al pie de la escalera.
—Estar cerca de Allison implica una aventura constante —comenta Javie,r y pasa su brazo por mis hombros para atraerme hacia él.
—¿De verdad?
—Pero claro, corazón —recalca Talia, y abraza a su cuñada—. Esta chica que vez aquí toda magullada, salvó a nuestro colegio de los cold varias veces.
—Eso tienen que contármelo —insiste la menor de los Gray y gimo.
—Vamos, hermanita. Ya te contaremos mientras desayunamos.
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