Capítulo 16 «Lobos, dragones y promesas»
—¿Qué fue lo que pasó?
—Todo parece indicar que fue una manada de lobos, Cameron. Aún no sabemos la ubicación, pero estamos gastando todos los recursos para encontrar a la menor de las Gray.
—¿Cómo lo supiste, Isaac? —pregunta la pelirroja, preocupada.
—Llamaron a Karen cuando estaba reunida conmigo y le dieron la noticia. Chris ya está de camino a la casa. Cameron, Talia, pueden irse. Tienen el permiso de la directora. —Ambos salen del laboratorio como hojas secas que se las lleva el viento recio de tormenta.
—¿Tienes el lugar exacto donde desapareció? —El profesor asiente y me giro hacia mis amigos—. Tommy, rastrea cada cámara de la zona. Sé que tienes un software identificador de rostros nocturnos. Úsalo si es necesario. Brenda, Lilith, vayan con Karen y pregunten hasta el cansancio. Cualquier detalle puede ser relevante. —Los chicos salen corriendo laboratorio a mis órdenes, mientras muevo mis hombros para quitarles un poco de tensión—. Quiero la localización, ya —digo, intentando mantener la calma.
—Javier, te voy a dar una lista. Necesito que vayas a mi habitación y me traigas cada ingrediente lo antes posible. —Isaac escribe garabatos en una hoja blanca y León sale corriendo por la puerta—. Tenemos un problema y de los gordos.
—¿Qué ocurre?
—Uno de los ingredientes es el corazón de un hombre lobo.
—Perfecto. Mato dos pájaros de un tiro. El hombre lobo y la lechuza.
—No, Allison. No es tan fácil. El hombre lobo tiene que estar de acuerdo con eso. Yo tuve que enamorar a una hembra para poder quitárselo.
—Pues debo intentarlo, Isaac. Estamos hablando de Celine, Christopher y Cameron. Si no puedo lograrlo ahora, lo intentaré de nuevo.
—Celine puede estar muerta —habla él, convencido.
—Sigue siendo la hermana del hombre que amo, profesor. No puedo dejar que le ocurra nada. Si tengo que dar mi vida para que esa niña sobreviva, lo hago. Si ves que no regreso, ya sabes qué hacer.
—No, no, no, no. Ni se te ocurra.
—Hay que hacerlo, Isaac. Mi vida no...
—Deja de hacerte la heroína que esto no es una película de Marvel. ¡Eres un usuario vida! ¡El único, Allison! —protesta, exacerbado.
—¡Tengo una hermana menor, Isaac! Moriré de una forma u otra. Mejor que sea en algo útil.
Javier corta nuestra discusión al entrar por la puerta y deja los frascos en la mesa. Lo golpeo por la nuca para dejarlo inconsciente.
—¡Ahora sí te volviste loca!
—Es por su bien. —Cierro la puerta y miro el cuerpo desmayado de mi mejor amigo—. Hazlo.
—Estás cometiendo un grave error, Allison.
—Isaac, hazlo.
A pesar de su negativa, despliega el mapa encima de la mesa y unos minutos después está hecho cenizas.
—Rumania. Perfecto —añado, al recordar a un viejo amigo—. Si alguien pregunta por mí, no sabes dónde estoy, y tú vas a desmayarte justo ahora. —Niega con la cabeza—. ¿Prefieres que lo haga yo? Va a ser menos doloroso si te dejo inconsciente. —Niega con la cabeza otra vez—. A penas la tenga conmigo, regresamos. ¿Algo que deba saber en cuanto al hombre lobo y su corazón?
—Solo recuerda que debe entregarlo por voluntad propia. Ten mucho cuidado.
—Siempre. Cuida de mis Varázs hasta que regrese, por favor.
Salgo de allí e introduzco la llave transportadora en la primera puerta que me encuentro. Tengo entendido que estas llaves funcionan solo si has ido al lugar con anterioridad. Visualizo a Mushu en mi cabeza y le doy dos vueltas al cerrojo con la esperanza que funcione.
Frente a mí, aparece la entrada inmensa de una cueva y cierro la puerta ahora de hierro. El olor a humedad es demasiado fuerte El borde está lleno de huesos de animales y de otras cosas que no supe identificar.
—¿Mushu? —grito, y el eco reproduce mi voz una y otra vez—. Necesito tu ayuda, por favor.
—Puedes entrar, usuario vida —habla con voz grave en mi mente y trago en seco.
Meto la llave en una de mis botas y enciendo una flama en mi mano derecha.
Camino con lentitud hasta llegar al fondo de la cueva. El vello de mis brazos se eriza con cada gota de agua que cae en un charco. Siento como si estuviera en la serie de Merlín cuando buscaba al dragón bajo el castillo por consejos.
Al final de la cueva detengo mis pasos ante el risco frente a mí. Miro hacia abajo y gimo al ver que el fondo no se ve. La caverna frente a mí es muy amplia. Las paredes oscuras me parecen aterradoras y muchos dientes de perro adornan el techo escabroso. El aire corre con fuerza lanzándome hacia atrás con impulso. El majestuoso dragón resopla al verme y un leve rastro de humo sale de su hocico.
—¿Cómo te han tratado?
—Lo normal. —Al acomodarse en las montañas de piedras elevadas frente a mí, cruza sus fuertes patas delanteras una encima de la otra—. ¿En qué puedo ayudarte?
—¿Para qué preguntas cuando sabes la respuesta?
—No existe la verdad hasta que las palabras no broten de los labios, querida usuario, y, aun así, nunca será absoluta.
—Odio cuando todos me hablan en acertijo. Celine está desaparecida aquí en Rumania. Aunque pensándolo bien, no sé lo que está haciendo por acá cuando debería de estar en el colegio
—Allison, concéntrate.
—Perdón. Necesito saber dónde está. No cuento con mucho tiempo.
—Los montes Apuseni, Transilvania.
—¿Ves como no era tan difícil? Gracias.
—¿No hay nada más que quieras saber?
Abro la boca, pero la cierro al instante.
—Tengo muchas preguntas, pero el tiempo no me alcanza justo ahora.
—Allison, sé por qué lo estás haciendo. ¿Estás segura de esto? —Asiento con seguridad—. El seguir tu corazón te llevará a la muerte.
—Sé de antemano lo que debo hacer.
—¿Y aun así, sigues adelante?
—Le amo, Mushu. Haría lo que fuera por él, por Cameron, y por todos los chicos que esperan a sus 18 años tener su encuentro con la muerte.
—Como desees. Me alegra verte de nuevo.
—El placer es mío.
—Cuando estés con ellos, pregunta por Cedric. Dile que el dragón rojo le manda saludos. Si te pide alguna prueba, solo tienes que decirle el nombre de Alyssa. Eso será suficiente prueba.
—Muchas gracias, Mushu. Te debo una grande.
—Nos volveremos a ver, joven usuario. Cierra los ojos, pequeña.
Al cerrar los ojos, escucho como resopla una vez más y un calor abrazador penetra mi piel. Rechino los dientes el tiempo que dura y abro los ojos cuando siento un viento frío en mi rostro. Ante mí se extiende un oscuro bosque.
Agudizo los oídos, pero el silencio sepulcral de aquel lugar me da mala espina. Formo una tabla de nubes bajo mis pies para elevarme al cielo con la esperanza de encontrar alguna señal. Desde las alturas podría ver mejor, pero todo se complica cuando siento una picadura en mi cuello y automáticamente mis piernas se debilitan.
La vista comienza a nublarse y un frío recorre mi cuerpo. Levemente escucho el sonido de ramas romperse a mí alrededor. Intento moverme, pero mi cuerpo no responde. Frente a mi aparece un enorme lobo. La luna ilumina su pelaje cobrizo y gimo al ver sus fauces abiertas.
—Hola, perrito bonito —es lo único que mi dormida lengua logra decir antes de caer en la inconsciencia.
Intento moverme y mis músculos adormecidos me dicen que no es una buena idea. Abro mis pesados ojos y parpadeo confundida al ver que estoy encerrada en una jaula con barrotes oxidados. Fantástico.
Con dificultad logro levantarme y muevo mi cuello de un lado para el otro. Las paredes a mi alrededor están descoloridas por la antigüedad y la única iluminación en la estancia son algunas antorchas. No hay nada de ventilación así que no tengo ni idea de dónde estoy. Masajeo mi nuca y hago un gesto de dolor al notar una pequeña zona hinchada en mi nuca. Los recuerdos de estar encerrada en una jaula hace unos meses atrás asaltan mi mente. Uno mis manos alrededor de los barrotes e intento quemarlo, pero no funciona.
—Es imposible —dice una voz a mi lado—. Ya lo intenté. La magia aquí está completamente anulada.
—Celine —murmuro aliviada, al verla en la jaula contigua a la mía—. Gracias a Dios que estás bien. Todos te están buscando. ¿Cómo llegaste?
—Estaba con unas amigas. Cuando desperté, ya estaba aquí.
—¿Hay alguien?
La puerta frente a mí se abre y entra un hombre... ¿de traje? Caucásico de ojos negros y facciones bien definidas. ¿Por qué los mafiosos siempre tienen que ser calvos?
—¿Qué rayos es esto? ¿Por qué lo hacen?
—No tengo que darte explicaciones —contesta él, en un perfecto rumano.
—Es imposible comunicarte con ellos. No hablan inglés —explica Celine con voz temblorosa cuando ve al hombre.
—Quiero ver al jefe —El hombre se asombra al escucharme hablar en su idioma. ¿Y para qué negarlo? Yo también—, ahora.
—Ninguna de ustedes me.... —Le agarro por las solapas de su traje y lo atraigo a los barrotes con fuerza.
—Soy el maldito usuario vida y si no quieres verme realmente molesta, busca a Cedric ahora. —Lo impulso hacia atrás al soltarle y él traga en seco antes de salir por la puerta con paso rápido.
—No sabía que podías hablar rumano —comenta la menor de los Gray.
—Yo tampoco. ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? —pregunto, con preocupación.
—No tienes que fingir conmigo, Allison. Ya no estás con mi hermano.
Suspiro, apesadumbrada, y niego con la cabeza.
—Celine, voy a decirte algo. Nunca he sido de doble cara con nadie. No sé quién te llenó la cabeza de ideas en mi contra.
—Mi mamá y Emma dicen...
—No todo el que dice palabras bonitas quiere tu bien, Celine. Aprende a diferenciarlos —intervengo—. Mis padres me enseñaron que no debo dejar que las opiniones de nadie influyan en cómo pienso. Me odiaste sin conocerme.
—¡Intentaste alejar a mi hermano!
—¡Le salvé la vida, Celine! —espeto, furiosa y ella abre los ojos—. Tu hermano murió en mis brazos ya que una loca lo apuñaló por la espalda. Le salvé porque le amo. No sé por qué tu madre y tú me odian, pero te prometo que voy a sacarte de aquí.
—No prometas cosas que no puedes cumplir.
—Aprende esto. Los McKenzie siempre cumplimos nuestras promesas.
—No te creo.
—Piensa lo que quieras. Vine por ti y pienso sacarte de este lugar.
—¿Se puede saber cómo? —Me quito una de las botas y la llave rebota en el suelo metálico. La tomo y se la lanzo.
—Vete de aquí.
—¿Qué pasará contigo? —Esconde la llave en sus zapatillas vans.
—Si logras salir, dile a cualquiera de mis amigos que estamos en Rumania, en los Montes Apuseni, Transilvania.
—Pero...
Nuestra conversación se ve interrumpida cuando la puerta se abre y es atravesada por un grupo de hombres. Todos visten vaqueros y camisetas sin mangas. Abren paso a un hombre de edad avanzada. Tiene la cabeza cubierta de canas. En playera, vaqueros cortos y sandalias de cuero. Enarco una ceja al ver semejante personaje.
—Soy Cedric —habla el hombre frente a mí.
—Yo me llamo Allison McKenzie, usuario vida, y vengo en nombre del dragón rojo. —Sus ojos color café me observan con desconfianza.
—¿Cómo sé que es cierto? —pregunta y sonrío. Mushu tenía razón.
—¿El nombre de Alyssa le suena?
Al mencionar el nombre, no noto ningún gesto inusual en los rasgos de aquel hombre frente a mí.
—Salgan todos —ordena, y al estar solos, añade—. ¿Qué quieres? —habla en inglés y suspiro aliviada.
—Quiero que nos dejes ir.
—No puedo hacer eso. La muchacha vale una fortuna, jovencita.
—Perfecto. ¿Qué debo hacer para que nos dejes ir?
—Luchar en contra del más fuerte de los míos sin tus poderes y matarle — responde impasible.
—Eso es demasiado. La matarán —interviene Celine.
—Va a tener que hacerlo, muchacha, o ambas se mueren aquí —recalca el jefe de aquella manada.
—Si gano, nos liberarás a ambas y me concederás un deseo. Uno al que no podrás negarte.
—¿Qué pasa si pierdes? —inquiere con curiosidad.
—La dejarás ir y yo me quedaré en su lugar.
—¿Estás loca? ¡No puedes hacer eso! —protesta la menor de las Gray desde su jaula.
—Prefiero que Chris este contigo todo el tiempo, a que le falte una desconocida como yo. —Ella niega con la cabeza una y otra vez—. ¿Qué dices, Cedric? ¿Tenemos un trato?
—Como desees, y un hombre lobo siempre cumple su promesa.
—Lo sé. —Sale de allí y cierra la puerta.
—¿Estás loca? ¿Cómo vas a luchar contra una cosa de esas?
—Debo hacerlo.
—¿Qué consigues con esto?
—Salvar a tu hermano una vez más, y esta, será para siempre. Hay una forma de romper la Ley de los Primogénitos y para eso necesito un corazón de hombre lobo.
—¿Por qué?
Una lágrima corre por mi rostro ante su pregunta.
—Porque le amo y haría lo que fuera por verle feliz
—Comprendo. ¿Por eso viniste por mí? ¿Para quedar como heroína frente a él?
—Celine, el héroe sacrificaría a la persona que ama por salvar el mundo. Si para ver a tu hermano sonreír, quiere ver el planeta Tierra arder, no me lo pensaría dos veces. Su felicidad es la mía. Una vez que tenga todos los ingredientes, no volverás a verme.
—¿A qué te refieres? —pregunta, ahora con voz preocupada.
—Cuando eso ocurra, dile que siempre le amaré.
—Allison....
—Promételo, Celine.
—Lo haré —murmura, no muy convencida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro