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Capítulo 10 «Peor pesadilla»

Christopher está de la mano con Emma Norrington. Ella con un hermoso vestido de novia y él en un traje blanco. Chris la mira con los mismos ojos de enamorado que me miraba a mí.

Están bajo una carpa en el patio trasero de la mansión Gray. Todos mis amigos se encuentran a su alrededor y los felicitan por la hermosa boda. Mi corazón se comprime al mismo tiempo que mi pecho y siento que me falta el aire ¿Mis amigos también me traicionaron?

—No —digo con voz quebrada mientras las lágrimas amenazan con salir, pero es como si nadie me escuchara—. No, no, no. No lo hagas, Chris, por favor.

Un nudo se forma en mi garganta y cubro mi boca para acallar los sollozos que pugnan por salir al ver a mis padres y Ellie desbordando felicidad por la pareja.

—Allison, es una ilusión. Es tu mente trabajando contigo —habla una voz a lo lejos.

Quiero creer lo que dice, pero la imagen frente a mí es tan real que duele. Chris atrae a Emma por la cintura y coloca un mechón de su cabello rubio detrás de la oreja. Acaricia el cuello de ella con suavidad y ambos sonríen. La besa con tanta pasión y deseo, que siento como mi alma se hace jirones. Intento caminar, pero mis pies siguen anclados a tierra.

La pareja recién casada se separa finalmente, y los hoyuelos que tanto amo de él, aparecen en su rostro. Esa era su forma silenciosa de decirme que estaba feliz a mi lado.

­—¡Te amo, Emma! —exclama él con fuerza hacia el cielo.

Todos gritan con algarabía y ella sonríe enamorada. Esa pintura tan feliz estaba quebrándome por dentro y comienza a asfixiarme.

—Es una ilusión, Allison. ¡Concéntrate! —habla esa voz nuevamente—. Toma el poder de tu mente. Lo que ves no es real. ¡No es real!

Parpadeo varias veces y todo frente a mi comienza a desvanecerse. Sacudo mi cabeza eliminando esas imágenes tan horribles y me enfoco en Kane. Su cara se contrae de dolor por el esfuerzo físico que está haciendo.

Estoy colgando del risco y lo único que me mantiene con vida antes de ser horneada como pavo para Acción de Gracias es la mano del teniente sujetándome con fuerza por el brazo para que no caiga al río de lava.

Con mi mano libre, agarro su brazo, y este me impulsa con fuerza hasta caer en tierra firme. El teniente cae sentado en el duro suelo y agita su brazo varias veces.

—Para ser pequeña, pesas bastante.

—Muchas gracias por salvarme —agradezco, mientras masajeo mi pecho con lentitud.

—Para eso están los amigos, ¿no? —Al levantarme, extiendo mi mano hacia él.

—Vamos. Falta la última prueba del día. —Asiente y se levanta de un salto para entrar a la última cueva.

—¿Qué viste? —Miro hacia abajo avergonzada por la pregunta.

—Chris se estaba casando con Emma.

—Por tu cara, yo creí que era una bandada de ocas y patos que iban hacia ti —añade con burla y le empujo por el hombro.

—Eres insoportable, ¿sabes?

—Tú también y no te lo digo. —Pongo los ojos en blanco y él sonríe por lo bajo— ¿Tu mayor miedo es la boda?

Detengo mis pasos por un instante, y analizo sus palabras, pero al final niego con la cabeza.

—Esa es una realidad que duele, Kane. No lo voy a negar. Creo que lo más doloroso fue ver a mis amigos y mi familia felices por ese evento.

—Entiendo. Tienes miedo a quedarte sola.

—Todos tenemos miedo de algo en esta vida, teniente. En mi caso, no creo que sea quedarme sola, sino a ser traicionada de una forma tan vil.

—Sabes que en nuestro mundo lo vas a encontrar en todos lados, ¿verdad?

—Lo sé, pero aún así, quiero pensar que aquellos que están a mi lado no me abandonarán. Y aún si lo hicieran, debo seguir adelante. El mundo de los elementos depende de mí. No puedo dejarme abatir tan fácil. —Un grito de terror nos alerta—. Viene desde el final del túnel.

Otro grito atraviesa la gruta, pero era diferente al anterior. Corrimos todo el trayecto hasta llegar a una entrada. Pocos competidores se encuentran cerca de una puerta de madera más alta de lo normal.

—Es la última prueba. La cámara de los espejos —responde un duende.

Lo reconocí por la nariz aguileña y dedos largos. Por cierto, es idéntico al director del banco en la saga Harry Potter. Al otro lado de la iluminada y traicionera estancia, se vislumbra la reluciente diadema de Katie.

—Yo no veo ningún espejo —murmuro mirando el interior. Achico los ojos por el exceso de color blanco.

—Las baldosas son los espejos —contesta un gnomo bastante joven. Pelo castaño claro, unos pantalones caquis, una camiseta negra y el singular gorrito rojo—. Dos han intentado pasar, pero se han esfumado sin dejar rastro con excepción del eco de sus voces cargadas de dolor.

Miro hacia lo alto del marco de la puerta y frunzo el ceño al ver una extraña inscripción grabada en ella.

—¿Alguien sabe leer latín? —pregunto, y todas las miradas recaen en mí.

—Sí —contesta un minotauro. Señalo con el mentón hacia el marco de la puerta y este asiente con la cabeza—. "Responsum ad cogitandum". Significa "En el reflejo está la respuesta".

—Definitivamente, de la cabeza de Eliza, no puede salir nada potable —protesto y echo la cabeza hacia atrás con frustración, pero algo atrae mi curiosidad—. ¿Pueden apartarse un momento de la entrada? —pregunto sin mirarlos y la iluminación excesiva de la habitación se refleja en el espejo a nuestras espaldas. Pero a diferencia de las baldosas dentro de la prueba, en el espejo, algunas están marcadas—. Kane, necesito que entres.

—Espera. ¿Qué? ¿Te volviste loca?

—Esto es una pequeña parte de la locura McKenzie —comento, divertida—. Toca solamente las baldosas que te voy a indicar.

—Más te vale que no muera.

—¿Confías en mí? —inquiero, y nuestras miradas chocan.

—Con la vida, pero más te vale que sea seguro. Usted manda. —Al girarse sobre sus talones, deja escapar un largo suspiro.

—Aquí vamos. —Froto la palma de mis manos esperando que esto funcione—. El resto, siga los pasos de del teniente.

—¿Qué va a pasar contigo? —insiste el duende.

—No se preocupen. —Me giro hacia ellos—. La idea es que ustedes salgan de aquí con vida. Yo me las arreglaré de alguna forma. —Y me vuelvo nuevamente hacia el espejo—. Kane, la baldosa que tienes frente a ti. — Él pone un pie y todos cerramos los ojos asustados. No hay grito por su parte, así que suspiro, aliviada—. Buena señal. Sigamos. En la fila de enfrente, dos a la derecha. —Kane lo hace con mucha cautela y el siguiente en pasar fue el duende—. Muy bien. En la hilera de enfrente, una a la izquierda.

Voy indicando el camino hasta que el teniente toma la diadema y todos llegan al otro lado. Doy saltos de victoria, pero la alegría se esfuma cuando la puerta frente a mi comienza a cerrarse.

—¡Allison! —espeta Kane desesperado. Va a dar dos pasos, pero el resto de los competidores lo detienen. Una puerta se abre a sus espaldas y le arrastran hacia ella—. ¡Allison! —Forcejea con el minotauro y el fauno, pero no logra su cometido—. ¡Suéltenme! ¡No puedo dejarla ahí!

El terror en sus ojos verdes no es comparado al que tengo en estos momentos.

—¡Vete, Kane! Sácalos de aquí —insisto, haciéndome de héroe, cuando no soy dueña ni del pan de mi casa.

—¡No! —espeta con rabia.

Lograron sacarle de allí a rastras y la puerta se cierra frente a él provocando la caída de algunas piedras y la elevación de una nube de polvo.

—¿Cómo salgo de aquí? —Las puertas frente a mí se están cerrando poco a poco—. Bueno, solo me queda recordar lo que les dije, pero a la inversa. ¡Oh, Dios mío!

Pongo un pie en las baldosas y la puerta se cierra a mis espaldas sumiéndome en la oscuridad. Abro la palma de mi mano y una flama de fuego aparece iluminando tenuemente el camino.

—Muy bien. Aquí vamos.

Con el miedo en la garganta, intento recordar el orden exacto. Todo iba bien, hasta el tramo final. No me acuerdo si son dos hacia adelante o dos hacia la derecha.

—Solo son dos metros, Allie. Tienes que saltar. No vas a morir sola en una caverna en una isla fantasma. Claro que no. De eso nada. —intento darme ánimo, pero es en vano—. Voy a morir. Dios, ayúdame a salir de esta, y prometo por mi madre que no le escondo las galletas a mi hermana.

Miro hacia adelante y trago en seco antes de impulsarme. Termino sentada en mi trasero por resbalar al llegar al otro lado, pero al menos estoy viva. ¿La mala noticia? La puerta por donde salieron ellos, ahora no se abre.

—¡Qué bonito! —Sacudo mi ropa al ponerme de pie y pongo mis manos en formas de jarra—. Piensa, Allison. Piensa.

El agobio, la poca paciencia y la falta de esperanza comienzan a golpear mi cabeza. Pateo una piedra y en ese instante lo recordé.

—Eliza. —Del bolsillo saco la pequeña piedra redonda y la dejo en el suelo—. Más te vale que esto funcione, pelirroja.

La piedra se quiebra cuando la pisoteo. Un humo violeta que huele asqueroso me envuelve, y segundos después, estoy sentada en las escaleras de palacio.

—Vaya. En verdad funcionó —musito, sorprendida.

—Al fin. —Los brazos de Katie me rodean al instante—. Estaba muy preocupada por ti.

—Hierba mala...

—Nunca muere. Por Dios, hueles como si no te hubieras bañado en tres días —termina ella por mí y sonreímos.

—¡No me interesa! —Esa es la voz de Kane—. Voy a entrar nuevamente a sacar a Allison.

—No puedes hacer eso, hijo. La reina está muy ocupada.

Katie y yo nos miramos al unísono, y nos escondimos de forma tal que no pudieran vernos

—¡Ya basta, papá! No le he declarado mi amor a Cáliz porque tú me lo ordenaste. —Le señala con el dedo índice. Casi me rompo el cuello al mirar a mi amiga y ella abre los ojos asombrada—. Se acabó. Entro a ese volcán, saco a Allison, y después hablo con Cáliz sobre mis sentimientos.

—No te atreverías.

—No me tientes, papá. —Padre e hijo se retan con la mirada—. Desde hace casi 300 años, amo a la reina con toda mi alma.

Los ojos de Katie comienzan a cristalizarse y sonrío con amplitud al ver que mis sospechas sobre los sentimientos de ambos son mutuos.

—He rehuido de las miradas femeninas y familias casamenteras porque no hay otra como ella. El amor tiene el nombre de Kate Cáliz, papá. En 24 horas, Allison me hizo entenderlo. Ya no soy un niño. —Colocó la mano en el hombro de su padre—, y necesito que tú lo entiendas de una vez.

—Pero...

—Pero nada, señor Brown —interviene Katie y sonríe—. ¿Por qué usted cree que aún no me he casado? —Baja las escaleras lentamente con galantería. Yo salgo de mi lugar y me recuesto a la baranda por la cadera—. No he encontrado al adecuado.

—Su alteza —habla John, y ambos se arrodillan.

—Cuando su torpe hijo hizo que una armadura casi me matara el primer día que puso un pie en este castillo —Ahogo una carcajada con mis manos—, supe que Kane Brown sería el hombre adecuado.

El rostro desencajado de ambos da demasiada risa.

—No hay necesidad de ponerle fronteras al amor, John. —Finalmente se acerca a ellos y les indica con la mano que se levanten—. Me alegro que mis sentimientos sean correspondidos. Pero por favor, no más armaduras en el pasillo de mi habitación. —Los tres ríen y yo no pude evitarlo. Kane se percata de mi presencia al escucharme reír.

—¡Allison! —exclama contento el primogénito de los Brown.

—Te dije que encontraría una forma de salir —comento en tono juguetón. Corre escaleras arriba y me abraza con fuerza.

—¡Qué susto he pasado al no poder sacarte de ahí!

—Cualquiera hubiera temido —interviene mi mejor amiga—. Pero estamos hablando de Allison McKenzie. Esta noche hay que celebrarlo. Kane Brown es ahora el Nuevo General. Claro, si su padre lo aprueba.

Las miradas de nosotros recaen en John.

—Necesitaba retirarme algún día, ¿no? —comenta el aludido, sonriendo.

Llegó la noche y como estaba pronosticado, se hizo una fiesta en el castillo de Kaliza. Primero, para celebrar la fiesta del fin de la competencia, y luego para anunciar el compromiso entre mi amiga Katie, la Reina Cáliz, y Kane Brown, el nuevo General del ejército de Kaliza.

—Todo ha quedado hermoso, Eliza —digo, tomándola de las manos.

—Si quieres que una fiesta sea súper buena, busca a los de Kaliza. Son los mejores en esa área. Están por encima de los coordinadores de la odiosa Alexa Gray.

—Me encanta todo.

—Las telas las hacen hadas y del catering se encargan los duendes. En el área de la música los gnomos son los mejores. Esos enanos tienen contactos en el mundo entero.

—¿De verdad?

—Son los mejores en lo suyo. Si un día necesitas nuestra ayuda, solo tienes que decirlo. Pueden preparar todo con una hora de antelación. Solo basta darle las indicaciones y listo.

Asiento y miro a mi mejor amiga bailando con Kane. Mi corazón da un leve salto al verlos sostener esas miradas que solo transmiten amor.

—Se ven fantásticos juntos.

—Hacen una linda pareja —comenta Eliza y sonríe—. Cáliz ha estado sola durante mucho tiempo. ¿Cómo estás con el tema de Christopher?

—Si sigo el consejo de Kane, tengo que luchar por él a mi manera.

—Yo pienso igual. Que te vea llorando por los rincones le da mucho gusto a la lagarta de Emma. Si quieres, puedo ayudarte a que se encuentren por "coincidencia".

—Ya me imagino esas "coincidencias". No es gracioso.

—Que conste que intenté ayudarte.

—¿Cómo supiste que Thiago y Alice estaban hechizados? —pregunto, mientras tomo un poco de champán.

—Muy fácil. Es como si fueran cold con un poco más de fuerza, pero son muy lentos y se vuelven un poco olvidadizos. La persona que se los administra es mucho más fuerte de lo normal.

«Esto no coincide con lo que me dijo Dorian», pienso confundida.

—Con esos detalles, fue fácil deducirlo.

—¿No se supone que el administrador se debilita? Tiene que suministrarles a dos personas, Eliza.

—Sí, eso era al principio, pero después fue mejorado. Si quieres, después te lo enseño. Casi todos los hechizos realizados por Dorian fueron actualizados con excepción de algunos.

—¿Cómo sabes de los hechizos de Dorian?

—Encontré algunos de los diarios de Raquel en el Mercado Negro. —Mis cejas se disparan hacia arriba—. No los he robado, así que no hay razón para me mires así. He intentado rastrear al proveedor, pero tiene demasiados alias.

—¿Cuántos tienes?

—Creo que 6 o 7. Estoy en busca del resto.

«Perfecto. Es una excelente noticia. Tengo que contarle esto a Austin cuando regrese al colegio», pienso más tranquila.

Nos dejamos llevar por la música un rato hasta que hablo nuevamente.

—Cada día que paso contigo descubro cosas nuevas. ¿Cómo sabes que fueron modificados?

—Por la letra. Algunos están tachados y tienen notas buenas. Yo... los probé y funcionaron, pero fue inofensivo —aclara rápidamente—. No le hice daño a nadie.

—Tienes que devolverlos al colegio, Eliza.

—Una vez que los escanee y los encuentre todos, te juro que los devuelvo.

—Más te vale. Oye, ya que tienes oídos en todos lados, ¿sabes cómo fue que la directora disimuló mi ataque de rabia hacia Thiago en frente de todos?

Eliza abre la boca para hablar, pero se retracta.

—Habla antes que te incinere el cabello, pelirroja.

—Fue Cáliz.

—Espera. ¿Qué?

—Caliz ha sabido cada uno de tus pasos desde el inicio. Karen puede ser muy convincente.

Mis neuronas comienzan a chocar entre ellas al empezar a atar cabos.

—¿Katie estuvo como huésped en el cuerpo de la directora? Me siento traicionada.

—No la culpes. Desde que escuchó lo ocurrido en la noche de bienvenida, estuvo muy inquieta. Entró al cuerpo de Karen en el camino hacia Elements. Y no. No está todo el tiempo en Mary Weathers. Pero, tuvo que actuar con urgencia en el caso de Thiago. Por cierto, estuve en enfermería dos días por tu culpa.

—Lo siento. ¿Qué te pasó?

—Los cristales de la oficina de Karen colapsaron. Uno de ellos casi atraviesa a la directora.

—Oh, Dios mío. Casi mato a Katie.

—Menos mal que estuve ese día, o Kaliza no tendría reina en estos momentos.

—¿El huésped muere si el cuerpo deja de funcionar?

—Técnicamente, el cambio dura menos de un segundo, pero llevar tanto tiempo en un cuerpo crea una especie de lazo. Para que eso pase, creo que con seis meses, es suficiente. ¿Comprendes? Lo mismo pasa con Raquel y Syryna.

—Un mismo cuerpo con dos mentes. Es interesante.

—Nos costó varios sustos comprender esa teoría.

Unos fuertes campanazos interrumpen la conversación y miro la pulsera de Brenda.

—Mañana tengo que regresar. Es domingo y quiero ir a casa. Es el cumpleaños de mi madre.

—Oh, no. Mañana es sábado. Aquí en Kaliza, el tiempo corre de una forma más rápida. Dos días en la Isla, equivale a uno en nuestro mundo.

—Necesito un favor. —Antes de quitar el anillo de la pulsera, ella añade:

—¿Regalo para mamá? —Asiento con lentitud—. Dame dos minutos.

—Pero... —antes de decir la segunda palabra, Eliza ya había desaparecido escaleras arriba.

—Lo prometido es deuda. —Katie me entrega en las manos dos frascos. Ambos tenían un líquido dorado—. Uno nunca sabe si necesitarás más.

—Muchas gracias, Katie —digo al abrazarla con fuerza.

—Gracias a ti —murmura con calidez al separarse y entrelaza su mano con la de Kane.

—Finalmente, este chico se atrevió a declararlo. ¡Que suertuda eres, Katie!

Kane la acerca a él por la cintura y besa su sien. Dejo escapar un largo suspiro. Chris también me hacía lo mismo.

—Yo también debo agradecerte, Allison. —El teniente, ahora Máximo General, extiende su mano hacia mí y nos damos un apretón de manos—. Un placer conocerte.

—El placer es todo mío. Cuídala mucho, Kane. Es una buena chica, aunque a veces tenga un carácter de perros.

—Oye. —Katie me empuja juguetonamente por el brazo.

—Aquí tienes —interviene Eliza, y me entrega una cajita de madera con flores y corazones enredados con las ramas en su superficie.

Ahogo un grito al ver en su interior una fina cadena de plata con una esmeralda en forma de corazón

—Es hermoso, Eliza, pero no puedo aceptarlo —insisto cerrando la caja.

—Tonterías —protesta la enana pelirroja y niega con la cabeza—. Eres un General de Kaliza. Tenía que dártelo de todas formas

—Pero si yo no gané —murmuro con voz quebrada y las lágrimas comienzan a acumularse en el borde de mis ojos.

—Kane llegó al final, gracias a ti —explica mi amiga—. Todos están de acuerdo. Tanto John como el resto de los soldados piensan igual. Además, ¿recuerdas lo que salieron con Kane? —Asiento con lentitud—. Ellos también se unieron al ejército, con la condición que tú fueras el otro general.

—Muchas gracias —digo con un nudo en mi garganta

—Para eso están los amigos, ¿no? —añade Kane y los cuatro sonreímos.

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