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Epílogo

Ha llegado un año nuevo y la vida sigue. Mi relación con Chris va a mejor y en el colegio todo terminó mucho mejor de lo pensado. Alice y Thiago fueron a juicio. Yo fui testigo, pero les defendí. A lo mejor soy demasiado ingenua, pero son jóvenes y ellos no se lo merecen. Alguien más está detrás de esto y voy a averiguar quién es. Medio mundo Elements me admira y la otra parte quiere verme arder, pero como soy Allison McKenzie, me da igual lo que piensen. Mi conciencia está tranquila al saber que hice lo correcto por ellos.

Los chicos y yo nos pusimos de acuerdo para comenzar nuestra búsqueda de los ingredientes para salvar a Chris y a Cameron. En contra de todo pronóstico y dolor, tengo que seguir adelante. Ginger y Tony entendieron el riesgo a tomar y me apoyan a pesar del dolor que será causado más adelante. Pero si con eso, miles de chicos serán salvados en el futuro y tendrán una vida larga, el riesgo y sacrificio no será en vano.

—Hola —grita Brenda al entrar en la habitación—. ¿Lista para otro semestre?

—No, pero no queda de otra. —Nos fundimos en un largo abrazo.

—¿Cómo pasaste el fin de año?

—Muy bien. Fue una lástima que Chris no pudo estar. Alexa insistió que debía pasarlo con ellos.

—Esa vieja bruja no va a dar su brazo a torcer nunca—añade Ginger pasando la pata por el suave pelaje de Bugs Bunny, el conejo de Brenda.

—¡Qué mujer más difícil! —comenta su hermano—. Aun no entiendo por qué te odia tanto.

—Nadie lo sabe. Solo espero que ella entienda y acepte nuestra relación algún día. Tengo la esperanza que me explique el porqué de tanto rencor en contra mía y de mi familia.

—Sí. No me creo que todo esto sea porque tu mamá es una amiga de su esposo —aclara Ginger.

—Algo más se está cocinando en esa casa y no es comida —habla Tony con las patas cruzadas en el pecho

—Allison —Entra Lilith como vendaval por mi habitación con cara de preocupación—. ¿Cómo estás?

—¿Yo? Estoy bien. ¿Qué ocurre?

—Esto... —tartamudea en tono nervioso.

—¿Qué pasa, Lilith? —pregunta Brenda con premura y Lilith oculta algo detrás de su espalda—. ¿Qué es eso?

La asiática se lo quita de las manos con premura. Sus cejas se disparan hasta el nacimiento de su cabello negro mientras lee el periódico y me mira. Sus ojos color café me miran, perturbados.

—¿Qué está pasando, chicas? Me están asustando.

Al acercarme, tomo el periódico de las manos de Brenda. Mis piernas se debilitan al leer la noticia y caigo sentada en suelo. Mi mentón comienza a temblar y mi vista a nublarse al leer semejante noticia.

—No puede ser. —Una lágrima corre por mi rostro—. Esto tiene que ser mentira.

—¡Allison! —entra Talia gritando, desesperada. Yo me levanto del suelo y seco las lágrimas que han comenzado a caer—. Es Javier en el patio principal.

«Esto no puede ser. Esto no puede ser». Repito la frase en mi mente desde que salgo de la habitación.

Cada escalón de la escalera me roba el aliento y siento que el corazón se me detiene con cada paso que doy. Al llegar a la parte frontal del colegio, un grupo de estudiantes está reunido

—¡Quítense del medio! —espeto con rabia y todos me abren el paso.

Las lágrimas corren por mi rostro y el corazón se me comprime con fuerza negándose a semejante mentira, mucho menos viniendo de él. En el centro del círculo, está Javier enzarzado en una pelea con Chris.

—¡Alto! —grito tan fuerte que dos de las estatuas explotan y el concreto se esparce por todos lados. Chris y Javier se detienen al escucharme.

—Allie —murmura Javier jadeando por la pelea.

El sudor baña su rostro y su camisa está pegada a su torso. Cuando camino hacia ellos, Javier supo mis intenciones y me eleva por la cintura antes de hacer una locura.

—¿Cómo pudiste, Chris?! ¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto? —insisto entre lágrimas y con la rabia hirviendo en mi interior. Sus ojos negros me miran confundidos—. ¡Eres un maldito mentiroso!

Pataleo intentando zafarme del agarre de Javier, pero es imposible. A pesar que golpeo sus brazos con fuerza, él no me suelta.

—¡Solo te pedí una cosa, Christopher! Nada de mentiras. —Mi vista no solo está nublada por las lágrimas. El odio, el dolor y la ira me tienen ciega y el cielo es testigo de lo que esto sintiendo—. ¡Suéltame, maldita sea!

—No pienso dejar que hagas una locura —dice cerca de mi oído y rechino los dientes.

—¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto? Justamente con ella —digo entre sollozos y agotada de tanto llorar. Él sacude su cabeza y parpadea varias veces—. Te odio, Christopher Gray. Te odio con todas mis fuerzas. ¡Suéltame, Javier! —grito hasta que siento mi garganta raspada.

—No pienso hacerlo hasta que te tranquilices —ordena él con los dientes apretados.

—Eres un maldito infeliz, Gray —digo con voz quebrada, intentando que los sollozos retumbantes en mi pecho me dejen al menos respirar—. Te di todo, Chris. Mi amor, mi vida. Te abrí las puertas de mi casa, sufrí en silencio los constantes golpes venenosos de tu madre ¿y así es como me pagas? Ni siquiera rompiste conmigo y ya estabas con otra. Todas tus promesas estaban vacías y sin vida.

—¿Peque...?

—¡No te atrevas a llamarme así, maldito mentiroso! —Las otras dos estatuas estallan y los estudiantes se cubren—. Jamás en tu vida vuelvas a llamarme así. —Javier me deja ir finalmente. Chris va a decir algo, pero no lo dejo—. ¡Aléjate, Chris! Vete con Emma. Espero que ella te amé con la magnitud que te amé yo.

Salgo corriendo en dirección al colegio. Al llegar a la escalera, tropiezo con uno de los escalones y caigo.

—¡Allison! —grita Chris.

Haciendo oídos sordos, me levanto obviando el dolor en mis piernas dañadas y corro con más fuerza. Caigo rota del dolor en mi habitación.

—¿Allison? —pregunta Tony con dolor.

—¿Cómo pudo... ha... hacerlo? —digo entre lágrimas y sollozos. Mi corazón se comprime por tanto sufrimiento—. ¿Si era infeliz conmigo, por qué no lo dijo?

—Estoy segura que hay una explicación para todo —opina Ginger con tristeza—. Él no puede casarse con ella así tan de repente no después de todo lo que han pasado.

—Eso mismo pienso yo, Allie —interviene Brenda. Se sienta en mi cama y coloca mi cabeza en sus muslos—. Hasta hace unas semanas ustedes eran muy felices. Chris no es de esas personas.

—Pero lo... lo hizo, Brenda.

Tomo una bocanada de aire porque el oxígeno no llega hasta mis pulmones. Ella pasa la mano por mi cabeza y me hago un ovillo en la cama apretando mi pecho con las manos. Tocan a la puerta y niego con la cabeza.

—No quiero... No quiero verlo.

—Allison, soy yo —habla Javier y comienzo a llorar con más fuerza.

Algo con peso se sienta cerca de mi espalda. Brenda se levanta y Javier me atrae hacia él en un fuerte abrazo como si quisiera protegerme. Me siento ahogada y sin aire.

—Esto no puede... No puede estar pasando, Javier. Él lo prometió —murmuro entre lágrimas y sollozos.

—Estoy aquí, Allie. Nosotros te apoyamos.

Meto la cabeza en su cuello y me agarro a su polo. Suplico al cielo con estos sollozos que el dolor desaparezca. Su abrazo se hace más fuerte.

—Esto es insoportable.

—Daría lo que fuera para arrancarte este dolor del pecho. —Apoya su mentón en mi cabeza mientras acaricia mi espalda—. Lo siento mucho, McKenzie.

—Allie, vas a enfermarte de tanto llorar —interviene Ginger.

—Escucha a mi hermana. Eso no te hará bien. Una tormenta se está formando encima de Londres y...

—Tony, eso solo va a empeorarla —le reprende Brenda.

—No puedo... detenerme. Duele... mucho —digo casi en susurros. Ya no tengo fuerzas para nada.

¿Esto es tener el corazón roto? Siento que el alma se me quiebra en dos y el dolor en mi pecho aumenta a cada minuto. Mi alma se hace tiras finas desgarrada por navajas invisibles y dejo de escuchar a mis amigos. En mis oídos solo retumban mis penas y desgracias. ¿Cómo pudo hacerlo? Esto no tiene sentido. Dijo que me amaba. Que no me olvidaría. Al parecer, él fue la persona que lo olvidó por completo.

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