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Capítulo 39 «Ciega de dolor»

Me acerco a ellos en dos zancadas. El alma sale de mi cuerpo a tomarlos en mis manos y no sentir su respiración. Mi vista comienza a empañarse y mi labio inferior a temblar. Siento los latidos de mi corazón en mis oídos.

—¡No! —digo en susurros.

El grito que brota de mí es tan desgarrador que los cristales de las ventanas se quiebran y estallan en pedazos. Cada uno de mis gritos carga dolor, angustia y raspa mi garganta tanto que me escuece y el peso en mi pecho es insoportable por los sollozos. Abrazo a las ardillas a mi pecho con fuerza mientras mi corazón se va quebrando.

Por el balcón entra un viento recio. Un grupo de hojas me rodea en un tornado y pequeñas partículas rojas se colocan encima de mí. Las lágrimas caen a raudales por mi rostro. El odio y la rabia que siento en mi interior no es comparado al sentimiento de dolor.

Mis Varázs, mis amigos, mis niños han sido lastimados. Grito tan fuerte que todo a mí alrededor sale volando como si una tormenta se hubiera formando en la habitación, destrozando todo a su paso. Agua se mezcla con las hojas como si un río me estuviera cubriendo en una enorme burbuja de poder. Lo que quedaba de las ventanas se estremece al igual que la puerta de mi habitación y del cuarto de baño. Con el último grito que sale de mi garganta, el remolino de luces, agua y hojas explota y termino arrodillada al suelo llorando desconsoladamente

—¿Allison? —dice una débil voz.

Miro hacia mi pecho con los sollozos golpeando en mi interior. Las ardillas me miran como si nada hubiera pasado. Pestañean varias veces sin entender lo que había pasado. Con voz quebrada digo:

—Ginger, Tony. —Las aprieto a mi pecho como si mi vida dependiera de eso.

—¿Qué rayos pasó? —pregunta Talia desde la puerta.

—¡Tony! —exclama Brenda sin creer lo que ven sus ojos.

—¿Ginger? —murmura Lilith.

Las tres chicas me rodean y nos encierran en un cálido abrazo. Mi alegría se mezcla con las lágrimas de felicidad que recorrer mi rostro.

—Me están asfixiando —protesta Tony y su hermana gruñe.

Al separarnos, noto que el pelaje de los Varázs tiene puntos rojos y morados. Frunzo el ceño, confundida. Sigo con la mirada el rastro y este llega hasta la puerta.

«El que hizo esto dejó un rastro imperceptible», pienso mientras dejo a las ardillas en el suelo

—¿Quién les hizo esto? —pregunto y ambas niegan con la cabeza.

La rabia comienza a correr nuevamente por mis venas. Salgo de mi habitación y lo último que escucho antes de llegar a las escaleras es el grito de Javier diciéndome que espere, pero yo apresuro mis pasos, siguiendo el rastro hasta un aula de tercero.

Empujo la puerta con furia de una patada y todo el alumnado me mira con asombro. Las ventanas están rotas y varias esquirlas de cristal están esparcidas en el suelo en el suelo con muchas hojas secas.

—¡Estudiante! —protesta el profesor, pero no me interesa ya que tengo puesta la mirada en el lugar donde termina el rastro.

Atravieso el aula, levanto mi mano en el aire y saco a Thiago de su silla desde lejos hacia arriba. Era como si toda la rabia que sentía por Ginger y Tony se concentraran en el cuello de Thiago asfixiándolo.

—¡Estudiante! —espeta grita el profesor nuevamente.

Le miro con ojos cargados de uno de los sentimientos más fuertes de la tierra: odio. El pobre es impulsado hasta el pizarrón por una fuerza mayor, pero sin hacerle daño. Fijo nuevamente mis ojos en Thiago y sonrío de soslayo al ver como toca su garganta como si quisiera deshacerse de la mano invisible en su cuello. Se remueve y boquea intentando respirar.

—¡Allison! —escucho el grito de Chris a lo lejos—. ¡Allison, detente! ¡Lo estás matando!

Con esa palabra, abro la mano y Thiago cae el suelo. Intentan acercarse a mí pero con una sola mirada, todos se echan hacia atrás. Cierro las manos con fuerza y me acerco a él cegada de dolor y rabia.

—Casi matas a mis Varázs, Thiago. —Me mira aterrado.

Hace gestos de dolor al tragar y el rojo de su rostro comienza a disminuir.

—¡¿Qué hiciste qué, Thiago?! —protesta Chris.

—Dale gracias a Gray que no te mato aquí mismo —digo bien cerca de su cara y me levanto—. ¡Escúchenme bien! Háganme lo que quieran —Golpeo mi pecho con la palma de la mano derecha—, pero con mis amigos y mis Varázs no se metan, porque lo pagarán caro.

—¡Estás loca! —grita una chica histérica.

—¡Que intenten matar a tus padres a ver cómo te sentirías! —exclamo alterada y todos los estudiantes se alejan como si yo diera miedo—. Los Varázs no son simples mascotas para nosotros. Entiendan eso de una maldita vez. Una parte de nosotros vive en ellos, y si ustedes no saben lo que es lealtad o amistad, es su maldito problema. Toquen nuevamente a Ginger o a Tony, y esto —Señalo a Thiago con el dedo índice —, será solo el principio.

—¿Qué te pasó en la cabeza? —pregunta Alice, al ver los puntos de sutura.

—Un idiota intentó matarme con una maseta hace media hora. —La cara de muchos es de asombro—. Vuelvo y repito. Mátenme si quieren. Lo de esta mañana con Lilith y lo de mi cabeza es aceptable, pero a mis Varázs nadie, escúchenme bien, nadie los toca ¿entendido? No lo permito.

—Allison...

—Cállate, Thiago —espeto, molesta y bajo los escalones. Mis hombros caen cuando me acerco a un aterrorizado profesor—. Discúlpeme, por favor. ¿Le hice daño?

Traga en seco y niega con la cabeza. Suspiro, aliviada y miro hacia Thiago por encima de mi hombro. Aún está en el suelo, perplejo por todo lo ocurrido. Acaricia su cuello como si aún no creyera lo ocurrido. Gruño por lo bajo y salgo de ahí con paso rápido. Suspiro cuando vea a mis amigos arreglando el desastre en mi habitación. Unos minutos después, la directora Karen llega.

—Allison, ¿qué pasó aquí? ¿De quién es esa sangre?

—Thiago casi mata a los Varázs —contesto, cortante.

Los chicos me miran al instante de escuchar ese nombre. Ginger y Tony corren hacia mí y los acojo en mi pecho.

—Brenda, ¿dónde está Bugs? —pregunto preocupada.

La asiática saca al pequeño conejo asustado de su mochila. Está sano y a salvo.

—¿Cómo sabes que fue Thiago? —inquiere Javier.

—Dejó un rastro. Al parecer es imperceptible para todos menos para mí.

—Por eso saliste corriendo como loca por el pasillo —añade Talia y asiento con la cabeza. Las ardillas se alejan para ayudar a arreglar el desastre ocasionado por mí.

—Tenemos un problema —irrumpe Chris en la habitación—. Todos saben que Allison es un usuario vida.

Se acerca a mí en dos zancadas y me abraza a su pecho.

—No me importa—digo en tono neutro y robótico. Solo me interesa el estado de mis ardillas.

—¿Cómo lo saben? —pregunta Lilith asustada.

—Allison sacó a Thiago de su lugar con una mano de aire y lanzó a un profesor hacia el pizarrón. Todos saben que ella es de agua así, que es imposible que controle el aire. Sumaron dos más dos —contesta mi chico y me acerca mucho más a él como si quisiera meterme dentro de su cuerpo—. Añádanle que sus ojos se tornaron violetas en medio del caos.

—Voy a arreglar este desastre —añade la directora.

—¿Cómo? —pregunta Brenda.

—No se preocupen por eso. No salgan de aquí e intenten arreglar este desastre. Yo me encargo. —Fijo mis ojos en ella y resoplo—. ¿Estás bien?

—Por ahora sí —contesto con voz queda. No creo que ni siquiera me haya escuchado, pero aun así asiente y se retira.

—Me alegro que estén bien —habla Chris al separarse de mí y acaricia la cabeza de las ardillas.

—¿De verdad hiciste eso? —pregunta Tony, aún sin creérselo.

Siento como mi cuerpo deja de sostenerme por la debilidad y Chris me toma en sus brazos antes que yo tocara el suelo.

—Colócala aquí —insiste Talia, apartando los almohadones destrozados—. Está muy pálida.

—Utilizó demasiada magia hoy —comenta Javier—. Traigan agua.

Brenda y Talia se encargan de traer un balde lleno de agua mientras Lilith cierra la puerta. Javier se sienta detrás de mí, coloca mi espalda en su pecho con suavidad y ordena:

—Tommy, levanta el balde, Chris encárgate que las manos de Allison toquen el agua.

Apenas siento mis brazos y es raro el sentimiento como si algo dentro de mi estuviera desapareciendo, dejando un vacío a su paso. Algo inexplicable y confuso al mismo tiempo. Veo movimiento de mis amigos a través de mi vista nublada y escucho un leve murmullo porque mis oídos han sido sellados, como si una telaraña se hubiera formado dentro de ellos.

Cuando mis dedos tocan el agua, esta recorre mis brazos con lentitud dando paso al alivio. El agujero en mi pecho comienza a llenarse con ayuda de la magia y mi vista se normaliza. Frunzo el ceño al ver el balde completamente vacío.

—¿Te sientes mejor? —pregunta Ginger preocupada—. ¿Te duele algo? Nos preocupaste mucho. Es la primera vez que necesitas de tanta agua para curarte. Tuvieron que llenar el balde dos veces

—Muchas gracias... a todos —murmuro aún débil. Hablar se hace complicado y mi garganta escuece con cualquier movimiento vocal.

—¿Me puedes explicar cómo puede ser posible que una maseta vuele? —pregunta Brenda.

—Muchas gracias, León —agradece Chris y yo secundo sus palabras con un asentimiento de cabeza.

—¿No viste quién lo hizo? —insiste Cam.

—Solo vi la maseta y corrí hacia Allison —responde Javier.

—En la mañana Lilith, después Allison, y ahora con nuestra habitación —analiza Brenda—. Alguien no nos quiere aquí.

Nuestra conversación es cortada por unos toques en la puerta. La tensión en el aire aumenta cuando esta se abre y entra alguien

—¿Qué haces aquí? ¿Acaso no tienes vergüenza? —inquiere Talia molesta y todos se levantan en señal de ataque.

—Necesito hablar con Allison —contesta Thiago y en su cuello veo las marcas que le hice con mi mano.

—Estás loco si crees que te dejo hablar con mi novia después de lo que hiciste.

En las manos de Chris aparecen flamas de fuego. Miro hacia el suelo y una de las ardillas se acerca con curiosidad hacia Thiago.

—¡Tony! —exclamo, pero él hace gestos para que nos quedemos quieto.

Thiago se agacha y Tony sube a la palma de su mano. Frunzo el ceño, confundida, por la comodidad de mi Varázs. A través de Tony siento que también está confundido cuando mira hacia Da Silva.

—Hola, pequeño —dice el intruso y acaricia la cabeza peluda de la ardilla.

Percibo la tranquilidad que proviene de ellos dos. Es extraño, porque antes no podía sentirlo, y mucho menos de Thiago.

—Déjenme hablar con él —añado mirando con curiosidad aquella escena

—¡Claro que no! —exclaman Chris y Javier al unísono.

—¡Ni loca te dejo sola con este! —espeta Brenda señalando a Thiago.

El aludido nos miró y noto algo distinto en sus ojos. Algo que me hizo levantarme de la cama con premura.

—¿Qué te ocurrió, Thiago? —pregunto, en susurros. Chris agarra mi brazo y niega con la cabeza—. Déjennos solos, por favor.

—Estaremos al otro lado de la puerta —añade Javier resignado.

Cuando los chicos pasan cerca de Thiago, lo empujan por el hombro. Chris es el último en salir y mira hacia atrás antes de cerrar la puerta.

—¿Qué te hicieron? —insisto y él frunce el ceño—. No soy idiota, Thiago.

Traga en seco y hace un gesto de dolor.

—Perdóname por eso —digo señalando a su cuello con el mentón.

—No hay problema —deja a Tony en el suelo—. Quiero pedirte perdón por lo ocurrido desde que llegaste al colegio. Pero te juro que yo no fui el que les hizo daño. Nunca podría hacerlo.

—Vamos al balcón. —Atravesamos la habitación destrozada—. Tengo dos preguntas y vas a responderlas ahora. ¿Por qué odias a Chris? ¿Qué te pasó? Y no me digas que nada porque tus ojos me cuentan lo contrario. —Frunce el ceño—. Sí, Thiago. Los ojos son la ventana al corazón y puedo decirte que hoy están distintos

—Cuando Chris regresó con Alice, yo estaba con Emma —habla finalmente—. Todo iba bien con ella hasta que Chris se metió en el medio.

Mis cejas se disparan hacia arriba.

—Estuvo con ella una temporada y después regresó con Alice. Emma quedó devastada. Chris era una persona que nunca buscaba nada serio, hasta que regresó a su colegio en América. Para cuando Alice llegó una vez más a Mary Weathers, comenzaron los rumores de una chica que había cautivado el corazón de Gray, el mayor de los casanovas. Cuando terminó el semestre, ya eran novios oficiales. Emma perdió la cabeza.

«Algo no encaja con la historia contada por Chris. Se supone que se separó de Alice por Thiago», analizo mentalmente.

—El problema de Christopher Gray es ese. Cualquier chica cae rendida a sus pies. Para cuando se encontró conmigo, yo no quería tener relación alguna con nadie a pesar de que alguien me gustaba.

—Así que fue eso —dice cruzándose de brazos—. Fuiste un reto para él y terminó enamorándose de ti. Buena estrategia, Allison.

—Ojalá hubiera sido una estrategia. Chris era demasiado altanero y engreído para mi gusto. Y al final, yo también caí en sus redes como tonta. Pero en verdad le quiero.

—En cuanto a la segunda pregunta. No tengo ni idea de lo que estás hablando. Nadie me hizo nada. Lo más posible es que solo fueran celos.

Sus ojos verdes comienzan a cambiar de color de tonos claros a oscuros y finalmente se vuelven un verde frío. Sus rasgos se endurecen y la frialdad que me transmite su mirada, congela la sangre.

—Mejor me voy —dice en tono seco. Se retira con paso rápido y hombros tensos.

—Aquí hay algo raro —murmuro cuando lo veo atravesar la puerta.

—¿Qué pasó? —pregunta Javier apenas entra en la habitación.

—¿Se puede maniobrar a un usuario Elements en contra de su voluntad? —pregunto y todos me miran extraños—. Porque creo que eso es lo que pasa con Thiago o al menos lo que sospecho. Tengo que llamar a Austin.

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