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Capítulo 30 «Hora del show»

Falta cerca de media hora para el gran baile de disfraces. Las chicas se colaron en mi habitación porque es la más cercana a la escalera. Brenda se encarga de los peinados y Lilith del maquillaje. Estas chicas tienen unas manos maravillosas. Los vestidos de esta noche son fantásticos.

El vestido de Talia es gris perlado. La parte superior es un tejido transparente con flores y óvalos cerca del cuello. Cae de forma plisada hasta el suelo y se ajusta a la cintura por una cinta del mismo color. Está abierto por la parte delantera de la mitad del muslo hasta el suelo.

El de Brenda lo elegí cuando fuimos de compras. Es de un color rojo vivo. La parte del pecho es tejida con muchas flores hasta los hombros y la espalda está completamente abierta. La tela por debajo del tejido es del mismo color de su piel. Era para no asustar a Austin y que no pensara que Brenda está desnuda. Cae de forma plisada hasta el suelo. Como le queda un poquito largo, se decantó por unos zapatos de tacón fino de 15 centímetros con mucho brillo en la parte delantera y en el tacón.

El vestido de Alice es negro. Corto adelante llegando hasta la mitad del muslo y un poco largo en la parte trasera. Se une por la nuca con unas cintas finasy muchas piedras iluminan todo su pecho. Sus largas piernas son visibles y el último toque fue el maquillaje ahumado realizado por Lilith.

Esta última fue la que cambió por completo. Lilith pasó de cabello negro a teñirse de rubio platino. Cuando ella nos contó, trago en seco. Dijo que necesitaba cambiar un poco, y eligió una buena fecha. Katie nos ayudó para conseguir todos los productos.

Entre Talia y Brenda le cambiaron el color del cabello y Alice se encargó de arreglárselo una vez que terminamos. Encima de mi cama tenemos tres vestidos para esta noche. Ella no supo cuál elegir así que se los trajo todos.

—Yo me decanto por el del medio —opino.

—Yo también —secunda Brenda.

—Con el cambio que hiciste hoy, también creo que es perfecto —añade Alice y Talia asiente.

—Todos están preciosos—comenta Ginger y suspira—. ¡Qué envidia les tengo!

—¿Creen que el segundo sea el mejor? —pregunta Lilith, aún con dudas.

—Ellas opinan de acuerdo con sus gustos, cariño —contesta Tony con dulzura—, pero tú eres la que elige. Decide con cuál de ellos te sientes más hermosa y segura contigo misma.

—El consejo de Tony es muy acertado —inquiere Talia—. Mira detalladamente los tres vestidos y decide.

El vestido es verde menta. Delicado al igual que Lilith. El pecho es plisado y se agarra a la cintura por una cinta del mismo color del vestido. El borde superior está sujeto por muchas piedras circulares del mismo color del vestido hasta la espalda, cayendo como ola dejando la mitad de la espalda al descubierto. La falda cae desde el cinturón hasta el suelo. Unos zapatos del mismo color y un peinado poco elaborado le resaltan su rostro angelical. Alice se encarga del maquillaje sencillo, dejándonos a todos encantadas. Unos pendientes plateados largos muy sencillos era la única joyería que tenía. Le entrego un colgante poco singular. En la parte del broche, cuelga una fina cadena que cae por toda su espalda.

—Solo faltas tú, Allie —incita Brenda. Yo estoy preparada desde el cuello hasta el cabello.

—Tengo miedo —digo aterrada.

—No, no, no, no —protesta Tony negando con la pata—. No puedes dejar que esa hurraca te quite a tu novio. —Mi carcajada no se hace esperar.

—Tienes un vestido precioso que costó 5000 dólares en el armario y tienes que usarlo —añade Talia y casi me atraganto—. Ya sé que no querías comprarlo, pero queda perfecto para la ocasión.

Alice se acerca a mi armario, saca el costoso vestido y lo coloca con cuidado en la cama.

—Es demasiado precioso para que no sea estrenado —insiste Lilith con un hilo de voz.

—Está bien. Ustedes ganan.

Unos minutos me observo en el espejo de cuerpo entero del cuarto de baño. El vestido azul marino es hermoso. Un cinturón lo ajusta desde el pecho hasta la mitad de la cintura. En la parte superior, flores, ramas y hojas de color azul van desde la parte alta del cinturón hasta los hombros. Del lado derecho, una mariposa azul con pequeñas piedras en sus alas está posada encima de una flor. En el lado izquierdo, una enredadera de flores azules de varios tamaños se despliega hasta el hombro.

Debajo de toda esa belleza, una tela de color carne se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel. hasta un poco más por debajo de la mitad. Los zapatos son del mismo color, pero brillaban con la mínima luz que incide en ellos de un tacón fino de 15 centímetros. Los pendientes son largos con flores negras y azules oscuras.

Me siento... intimidada y poderosa. ¿Eso puede pasar? Porque en este momento, ambos sentimientos se convergen dentro de mí.

—Allison—Talia golpea la puerta—, sal de una vez o voy a tirar la puerta abajo.

—Sí, por favor. Estamos ansiosas por ver cómo te quedó el vestido —añade Brenda.

—Ya voy —contesto y respiro con profundidad antes de tomar el picaporte y abrir la puerta. La cara de mis amigas al verme es de completo asombro.

—Oh. Dios. Mío —murmura Lilith y sonríe con amplitud.

—Estás preciosa —dice Brenda orgullosa.

—Esta chica con un vestido sencillo se ve espectacular —añade Alice.

—¡¿Llamas a eso un vestido sencillo?! —Ginger protesta— Dime que ella no acaba de decir eso —añade en tono doloroso—. ¡Costó 5000 dólares!

Se desmaya con dramatismo y Tony le abanica la cara con la pata. Sonrío por este par tan gracioso.

—Estás espectacular —habla Brenda y me toma por las manos—. Y ni se te ocurra decir esa frase tan horrible de "¿En serio?" —disimula mi voz de forma dramática y sonrío una vez más.

—En 10 minutos comienza todo —dice Ginger un poco más repuesta.

—Yo tengo que retirarme. Celine debe de estar histérica —dice Talia y abre la puerta—. Hola, Javier.

—¿Están listas? —pregunta él, al otro lado de la puerta—. Los muchachos están inquietos.

—Por supuesto. La princesa McKenzie acaba de terminar. Está preciosa.

—Dudo que Allison esté más... —León deja las palabras en el aire al verme.

Sus ojos verdes se aclaran y traga en seco. Su traje es de dos piezas color negro y camisa blanca. Su corbata azul metálico y pelo despeinado le dan un aire jovial y juvenil.

—Si León tiene esa cara, no me quiero imaginar a Christopher cuando te vea —añade Brenda a mi lado. Alice sonríe y Lilith cubre su boca.

—Estás fantástica —dice él finalmente, luego de sacudir su cabeza y sonreír. Brenda se aparta un poco y Javier me da una vuelta—. Si Chris te ve, voy a estar recogiendo baba toda la noche.

—Ugh, Javier, eso es asqueroso —protesta Brenda a mi lado.

—Yo las dejo. Nos vemos en la fiesta.

Talia sale por la puerta, pero el resto de los chicos entra a mi habitación y por último entró alguien más

—¡Lester! —dice Alice, emocionada, pero se controla con un carraspeo. El aludido la mira a ella totalmente eclipsado.

—Lilith... —la cara de Tommy supera la de Austin al ver a Brenda.

—Chicas, están... —nuestro bibliotecario deja que las palabras se las lleve el viento.

—Ya lo sabemos —dice Brenda y se acerca a su chico—. Estamos fantásticas.

—¡Las máscaras! —alerta Lilith.

Toma los delicados accesorios y los entrega a sus respectivas dueñas. La mía tiene plumas azules tan oscuras como el color de mi vestido y sus puntas tocan mis mejillas, la sien y la frente.

—Nosotros nos adelantamos, Allie —asegura a asiática, y los chicos salen de mi habitación.

—¿Quieres que te ayude con eso? —pregunta Javier señalando hacia la máscara con el mentón.

—Te lo agradecería. —Le doy a espalda una vez que le entrego la máscara. Con suavidad la coloca en mi rostro y anuda las finas cintas en un lazo.

—Listo —dice con voz queda y me giro hacia él. Acaricia mi mejilla por debajo de las plumas y sonríe—. Estás preciosa como siempre.

—Gracias —musito, intentando que mis mejillas no se ruboricen.

—Estás hermosa esta noche, Allie —interviene Tony— Baila mucho y come poco.

—Disfruta esta noche —añade Ginger—. Nosotros estaremos cerca de las ventanas.

—¿Van a ir? Les iba a pedir que se quedaran con Meeko esta noche.

—¿Con el mapache otra vez? —pregunta Ginger con dolor y suspira.

—Yo me quedo con él esta vez, hermana, pero tienes que traerme dulces.

—Sabes que tengo dos patas pequeñas, ¿verdad? —protesta su hermana, colocando sus patas en la cintura.

—Ambos sabemos que te las puedes arreglar. ¿O prefieres quedarte con Meeko? —añade Tony divertido.

—Tranquilo. Ya me robaré alguna bolsa por ahí —contesta ella rapidez y sonrío.

—¿Estás lista para esta noche? —pregunta Javier.

—Nop, pero no tengo otra salida.

Me brinda su brazo y entrelazo el mío con el de él.

—No hagas ninguna locura esta noche.

—Yo no soy tan mala —me defiendo y salimos de la habitación.

—McKenzie, tú eres un problema de por sí.

Bajamos las escaleras y nos dirigimos hacia el salón de baile por el pasillo que llevaba a la cocina

—Eso suena muy cruel, ¿sabías?

—La verdad no ofende, McKenzie

—Pero tan directa, es hiriente —rebato.

—Oh, por favor. Tú eres peor que yo. ¿Desde cuándo te volviste tan sensible?

—¿Yo? —protesto, ofendida—. Eso no es verdad.

—Claro. Lo que te haga sentir mejor.

—Oye —protesto y golpeo su brazo.

—Me encanta verte sonreír.

—Tú siempre me haces reír.

Llegamos a las puertas cerradas del salón y doy un largo suspiro.

—¿Estás lista para aplastar cabezas?

—No tengo necesidad de eso —añado, elevando mi mentón y cuadrándome de hombros.

—Esa es mi chica. —Coloca su mano en el picaporte y me guiña un ojo.

—Hora del show.

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