Capítulo 23 «Otra oportunidad»
Llegamos cerca de la medianoche al colegio. Sacamos todas las compras de las bolsas y las colocamos encima de ambas camas. Nos probamos los vestidos de todas e hicimos modelaje en mi habitación como modelos de Victoria's Secrets. Las risas no pararon hasta bien entrada la madrugada.
—Vas a deslumbrar a todos con ese vestido —opina Alice mirando el vestido en la percha.
—De eso puedes estar completamente segura —secunda Brenda—. Ya estoy pensando en el peinado de esa noche.
—Los adornos de cabello que compré combinan perfectamente con el vestido y la máscara que Talia encontró —añade Lilith, emocionada.
—No sé cómo pagarles todo esto. —Frente a mi tengo cerca de 10 bolsas de compras. Y eso que solo son de vestidos y jeans—. Es demasiado.
—La voy a golpear —protesta Brenda—. ¿De verdad crees que voy a permitir que hagas semejante estupidez?
—Ella está bromeando, Brenda —intercede Talia—. Allison, no es necesario que pagues nada. Alice lo dijo. Somos tus amigas. Toma esto como un regalo de nuestra parte.
—Pero yo no...
—Allie, ¿quieres parar? —interrumpe Lilith—. Tu amistad nos cambió a todos.
—Eso es cierto. Yo soy ejemplo de ello —opina la pelirroja recostándose al tocador—. Chris también. Javier es uno de los mayores milagros. Sin ánimos de ofender, Alice. —La aludida niega con la cabeza.
El calor recorre mi rostro, pero al mismo tiempo me siento tranquila que mi amistad significa algo para ellos, porque económicamente, nada les puedo aportar.
—Alice, ¿tienes que irte ya? —La aludida niega con la cabeza a mi pregunta—. Mejor. Necesito que me expliques...
—Entiendo —interrumpe y cierra la puerta a sus espaldas—. Es mejor que nos sentemos. Esto puede demorar un poco.
Unimos ambas camas y nos sentamos en modo indio. Ginger ha caído rendida. Bella, el hámster de Talia, está dormida cerca de Balton, el lobo negro de Lilith, y el conejo de Brenda.
—A contar se ha dicho —apresura la pelirroja.
—No sé si debería —susurra Alice—. No me corresponde.
—No va a salir de aquí. Lo prometemos —explica Lilith.
—¿Es relacionado con la pelea que hay entre Thiago y Chris? —pregunto y ella asiente. Aprieto los labios. Chris me dijo que confiara en él—. Es mejor que yo salga de aquí.
—¿Por qué? —pregunta Brenda.
—Le juré a Chris que confiaría en él y que esperaría a que me lo contara.
—Te entiendo —murmura Alice—. Solo puedo decirles que Emma Norrington es peligrosa.
—No me has dicho nada nuevo —comenta Talia y pone sus ojos en blanco.
—Me dijiste lo mismo cuando nos vimos la noche de bienvenida —agrego.
—Después de Talia, Emma es la perfecta nuera de Alexa, y ella aún le apoya a pesar de llevar mucho tiempo con Christopher —explica Alice.
—¿Se puede ser más ruin? —protesta Brenda con rabia.
—Por eso es que...
—¿Por eso es que qué? —Talia interrumpe mi murmullo y me golpeo mentalmente por tener la lengua tan larga.
—¿Recuerdan cuando Thiago y Chris se fueron a golpes? —Todas asienten—. Pues la señora Gray y la madre de Thiago casi consiguen que me expulsaran, pero Karen lo impidió. Alexa me amenazó ese día. Si no me separo de Chris, dijo que lo pagaría caro.
—Hija de mala madre —espeta la pelirroja, furiosa.
—¡Qué mujer más amargada! —opina Lilith negando con la cabeza.
—No puedo creer que haya sido capaz de decirte eso —la voz de Brenda se ha tornado molesta.
—Cuando a la señora Gray no le gusta algo... o alguien, lo quita del medio como sea —explica Alice nuevamente.
—¿Cómo puede ser tan mala?
—Lilith, te sorprendería la oscuridad que habita en las personas —opina Talia—. Actualmente, muchos viven en base a apariencias, y otros simplemente quieren sacar provecho. Algunos miran por encima de su hombro, y el resto... simplemente se deja pisotear.
—La verdad se paga caro, y las mentiras se reciben gratis —añade Tony—. El mal se haya en todos lados, es de cualquier tamaño y viene todo tipo de envases.
—Me sorprende que con ese corazón tan frío, no se haya convertido en una cold —agrega Brenda.
Mi cuerpo se eriza al pensar en la transformación de Jessie Carmington frente a mí hace casi un año atrás. Ver sus ojos volverse grises me dio mucha tristeza. ¿Lo peor? El dolor que le causé a su familia.
—Aún no creo que ustedes hayan luchado en contra de los cold —dice Alice asombrada—. Sé que la noche cuando llegamos a su colegio, yo... —Calla y me observa, avergonzada.
—Si te refieres al ataque que hubo esa noche donde Allie mató a cuatro de ellos, pues sí —responde Talia por mí—. Allison me salvó esa noche y se lo agradeceré toda una vida
—Oh, sí, si, sí, sí. ¿Recuerdan el día del solsticio de invierno? —comenta Lilith divertida.
—¡Cómo olvidar ese día! —exclama Brenda con emoción—. Perdí diez años de vida esa noche. Allie, aún me debes los dolores musculares de año nuevo. —Le saco la lengua en modo juguetón.
—¿Se quedaron en el colegio un día como ese? Ya veo porqué Alexa Gray te odia tanto y Héctor Gray te adora. —Sonríe la ex de Javier y Chris, y se cruza brazos en el pecho—. Y si contamos que tus padres son Mía y Erick Adams, pues eso es la gota que colmó el vaso de paciencia de Alexa Gray. En años nunca la había visto tan alterada.
—Eso es... —Brenda me atrae hacia ella por los hombros—, porque nuestra querida Allison McKenzie es un huracán. Arrasa por donde quiera que pasa.
—Comenzó en Elements, y su desastre arrasador llegó al otro lado del mundo —agrega Lilith, divertida.
—Ustedes son personas horribles, ¿lo sabían? —comento, divertida.
—Estas niñas te aman y no pueden negarlo —secunda Tony y todas comenzamos a reír. Los labios de Alice se curvaron en una tímida sonrisa.
—¿Qué ocurre, Alice?
—Nada, Lilith. —La aludida niega con la cabeza—. Nunca he sentido con nadie esa familiaridad que hay entre ustedes.
—¿Pero de qué hablas? —Brenda la atrajo hacia ella por los hombros—. Estás en el Team Piña, querida. Esto es normal. —Los ojos verdes de la chica se cristalizan por las lágrimas.
—No llores, Alice —musita con dulzura Lilith, tomando las manos de Alice entre las suyas.
—Lo siento mucho —responde la aludida con voz quebrada—. Sé que metí la pata hasta el fondo con todas ustedes y que...
—Eso... está en el pasado —interrumpe Talia, más calmada—. Es verdad que después de esa noche, yo me volví casi loca y te odié mucho. Mi ruptura con Chris fue horrible, pero, como dicen por ahí, no hay mal que por bien no venga. Me enamoré de Cameron y ahora soy mucho más feliz que antes.
—Talia, siempre quise preguntarte esto. ¿No te resultó extraño tener una relación con el que fue tu cuñado una vez? —pregunta Brenda.
—No voy a negar que al principio sí me sentí rara —contesta la pelirroja y se sienta cerca de Lilith—. Los Gray tienen ese aire que te envuelve muy fácil, por más que uno quiera negarlo. —Sonrío al pensar en mi chico—. Cameron siempre estuvo para mí. Con el paso del tiempo, el cariño que le tenía comenzó a tornarse en una amistad muy profunda. Hasta que un día, sonreí por el simple hecho de verle, pensar en él y deseaba con ansias pasar más tiempo a su lado.
—Estabas hasta las trancas del segundo de los Gray —comenta Tony divertido y con cierta ironía. Las mejillas de la pelirroja se van tornando rosadas.
—Cameron es un pan dulce —añade Lilith—. Un chico muy especial.
—A nuestros ojos, la persona que nos gusta es especial —agrega Brenda—. Como todo ser humano, tienen imperfecciones.
—La perfección se mide con los ojos de la persona que observa —añade Alice.
—Es cierto —interviene Brenda—. Lilith es tan noble que a veces quisiera matarla y Talia tiene un carácter de mil demonios. Allie desborda tanta humildad que da un coma diabético, y yo... yo simplemente hablo demasiado.
—Pero para vuestros chicos son perfectas, así como son —concluye Tony—. El furor de Talia es calmado con la tranquilidad de Cameron. Austin puede escuchar el parloteo de Brenda todo el día, que él no se cansaría. El orgullo de Christopher Gray se anivela con la humildad de Allie. En resumen: hay cierto equilibrio entre ustedes.
—Todos tienen derecho a una segunda oportunidad, Alice —añado—. Y ahora llegó la tuya
—Solo falta que la sosa de Lilith se decida por Tommy —comenta Talia, enarcando una ceja. La cara de la aludida se enrojece al instante—. Vamos, Smith. Desde que Allison llegó al colegio, tú y Tommy no se han separado. Hacen una linda pareja.
—Ay, sí. Se ven tan tiernos juntos —incita Brenda con voz de chica enamorada.
—Pero si...
—Ni se te ocurra negarlo —interrumpe la pelirroja—. Lo de ustedes es muy lindo. No entiendo como siguen siendo amigos después de todo lo que han pasado juntos.
—Déjenla, pobrecita —interviene Tony y abrazo a Lilith—. La están asustando.
—No la achuches, Allison —protesta Talia, sonriendo—. La estás malcriando.
—No es cierto —contesto, divertida—. Dejen que Lilith exprese sus sentimientos cuando ella lo crea pertinente
—¡Oye! —exclama ella, separándose y sonriendo.
—No puedes negarlo —recalca Brenda señalándola—. Cuando se sentaban en nuestra mesa, siempre se hacían ojitos y Tommy siempre está al pendiente de ti. —Lilith se enrojeció mucho más y sus ojos azules se aclararon—. ¿Recuerdan el día del Torneo?
—Uff, como olvidarlo —digo estirando mis brazos hacia arriba.
—¿De qué Torneo hablan? ¿La prueba final de ustedes? —pregunta Alice y todas asentimos.
—En el Torneo se apareció una bestia mutante. Las últimas que quedaban en la prueba eran Lilith y Allison —explica Brenda—. Tommy se volvió loco cuando escuchó el grito de nuestra enana. —Señala a Lilith con el mentón.
—¿No podían regresar por ellas? —dice Alice con curiosidad.
—Las reglas del Torneo eran inquebrantables. Una vez que terminabas, no volvías a entrar —responde Brenda.
—¡Qué horror!
—Lilith logra salir con ayuda de Allison —sigue explicando Talia—. Pero si Tommy estaba alterado, Christopher estaba desquiciado. Le rogó a Allison que saliera, pero esta mujer es muy terca. Dijo que no salía de allá arriba sin el huevo del cual nacieron Ginger y Tony.
—Javier casi se arranca los pelos en la playa cuando escuchó la negativa de Allison, Christopher estaba muy alterado, Lilith era un manojo de nervios, Cameron estaba que echaba humo por los oídos. Si no la mataban ellos, la mataba yo con mis propias manos —relata Brenda—. En terquedad nadie nos gana.
—Parece una historia de terror —comenta Alice asombrada.
—Tommy arregló los dispositivos en pocos minutos, pero a nosotros nos parecieron eternos —explica Lilith—. Si hubiéramos llegado unos minutos más tarde, esa cosa la hubiera matado.
—La buena noticia es que llegaron y me salvaron de ser desgarrada por esa cosa. Les quiero mucho, chicas. —Atraigo hacia mí por los hombros a Lilith y Brenda. Talia se nos une y Alice se queda fuera—. Tú también. —Señalo con el mentón a la nueva y ella sonríe.
—¿Una pijamada esta noche? —pregunta Brenda.
—¡Me encantaría! —exclama nuestra enana.
—Yo no pongo ninguna queja en eso —añade Talia.
—También puedes venir si quieres, Alice —le invito.
Ella mira a las chicas y todas asienten.
—No veo por qué no —musita ella sonriendo.
—Alice, ¿puedo hacerte una pregunta? —habla Brenda y la chica asiente—. ¿Karen sabía que Lester te gustaba? —Alice asiente—. Por esa razón es que lo pidió explícitamente.
—Si ese fuera el caso, ¿qué hace Eliza aquí? —analiza Lilith—. ¿No se les hace un poco extraño que Eliza haya estado demasiado tranquila desde que llegamos?
—Una buena pregunta —opina la pelirroja.
—Y viniendo de esa enana pelirroja es mucho decir —comento, asombrada del silencio de Eliza—. A penas la he visto por los pasillos y en las clases es como si no estuviera ahí.
—Ponemos nuestras neuronas en funcionamiento mañana cuando nos despertemos —dice Talia y bosteza—. Tenemos escuela y de verdad estoy muy cansada.
—Uff, caminar esa enorme tienda me dejó agotada —agrega Brenda estirando sus brazos—. Mis piernas se van a levantar muy adoloridas. Voy a necesitar un buen masaje en las piernas.
—Tony y Ginger son especialistas en masajes —explico sonriendo.
—Allie, soy un Varázs, no un sexy masajista —aclara Tony y sonríe al guiñarme un ojo.
—Voy a cambiarme. Regreso en unos minutos —dice Alice y sale de la habitación con sus bolsas de compras.
—¿Deberíamos confiar en ella? —pregunta Lilith, aún dubitativa.
—Allison lo dijo hace un rato —responde Brenda—. Todos merecemos otra oportunidad.
—Allie, por nuestro bien, espero que no te equivoques con ella.
«Yo tampoco, Talia. Yo tampoco», pienso mientras miro la puerta.
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