Capítulo 22 «De compras»
Dos semanas después
—Me encanta cuando sonríes tan temprano en la mañana —murmura Chris abrazándome cuando me levanto de la mesa del desayuno.
—¿De verdad? —Me giro hacia él y me acerco a su pecho por la cintura haciendo que sonría—. Yo adoro cuando tú sonríes.
—¡Qué dulzura tan temprano en la mañana! —añade una voz intrusa y mi sonrisa desaparece—. Chris, tenemos que ir al terreno —dice Emma con esa sonrisa de suficiencia que me dan ganas de pegarle la cabeza a la pared y dejarle el cuerpo de relieve. Lilith y Brenda ponen los ojos en blanco. Talia enarca una ceja y yo gruño por lo bajo.
—Emma, es muy temprano. Podemos hacer eso en la tarde. Deja que disfrute de mi novia un rato.
—Christopher Gray, estamos en último año —añade ella, poniendo su mano encima del brazo de mi novio.
Yo, con mucha cortesía, retiro la mano de ella del brazo y sacudo el lugar. Los ojos azules de Emma se tornan fríos y su cara de ángel cambia completamente por mi gesto.
—Discúlpame, bonita, pero no es necesario que le toques para decirle que está en último año. Lo tenemos más que claro —aclaro en tono mordaz, irradiando toda la ironía que puedo. Emma aprieta el mentón y siento el retumbar de la baja sonrisa de Chris en mi pecho.
—Te veo en media hora en el campo con Teo y Christian. —Me mira fríamente una última vez y se retira.
—No me lo creo. —Chris se aleja un poco de mí pero sin soltarme la cintura—. ¿Sabes que te ves muy tierna cuando estás celosa? —comenta divertido.
—Yo no estoy celosa —recalco frunciendo el ceño—. ¿O si lo estoy?
—Eso que acabo de ver es un acto de celos muy evidente —secunda Brenda divertida.
—Allie está celosa. Allie está celosa —comienza a cantar Tony—. Auch —protesta y se masajea la cabeza—. ¿Por qué me pegaste?
—Por idiota, bruto e insensible —contesta su hermana enarcando una ceja y cruzándose de patas en el pecho.
—Hermana, eres más insoportable que una vaca en día de parto —protesta Tony.
—Tú más, y no te lo digo —rebate ella con ironía.
—Ya paren ustedes dos —interviene Chris con tranquilidad—. ¿Qué te pasó con Emma? ¿Eso fue un acto de celos?
—Sí... No... No lo sé —digo las últimas palabras con en un hilo de voz y él sonríe a carcajadas.
—Pues es muy tierno viniendo de ti. Tengo una invitación para ti. Este fin de semana es el cumpleaños de Celine. Mi madre preparó una fiesta y quiero que vayas conmigo.
—¿De verdad? —pregunto con miedo y asiente—. Pero yo...
—Pero nada —interrumpe Brenda—. Las fiestas preparadas por Alexa Gray siempre son asombrosas. Y tú como novia formal de Christopher Gray deberías asistir con invitación o sin ella.
—Clark tiene razón. Creo que ya es hora de conocer a la familia completa —añade Talia.
—¿Cómo? —pregunta Ginger—. ¿Aún no conoces a Celine? Pero si llevas casi un año con él —Señala a mi novio con ambas patas
—Deberías aprovechar esta ocasión —insiste Lilith—. Será divertido.
—Todos son bienvenidos —añade Cameron—. Este fin de semana va a ser muy agitado, pero quiero que disfrutes y salgas un poco de estas cuatro paredes.
—¿Qué pasa con el colegio? —pregunto—. En una semana es la próxima luna nueva.
—Deja los problemas del colegio para después —increpa Javier y resoplo—. Es hora de fiesta y diversión.
—Estar encerrado en tu habitación todo el día está haciendo que me llene de pulgas y mi pelaje se opaque.
—Eres un dramático, hermano —dice Ginger, poniendo los ojos en blanco.
—No tanto como tú —se defiende el aludido.
—¿Disculpa? —espeta ella, ofendida.
—Ya basta, ustedes dos —interviene Javier con calma.
—Tenemos clases, chicos —nos recuerda Brenda, recogiendo mi mochila.
—Pero después nos vamos de compras —la voz de Talia suena emocionada. Demasiado.
—Chicas, yo...
—Pero nada, Allie —me interrumpe Lilith—. Nos vamos de compras en la tarde. Hay que lucir en esa fiesta.
—Tienes que estar magnífica —Talia se escucha cada vez más emocionada y yo solo quiero hacerme un ovillo.
—Solo les pido una cosa. Que se vea magnífica, pero que no opaque la belleza natural de mi pequeña. —Chris me da un pequeño beso en la nariz—. Tengan en cuenta que es una fiesta de disfraces.
—Uy, eso emociona mucho más —comenta Lilith, dando pequeños aplausos.
—¡Definitivo! —exclama la pelirroja golpeando la mesa con la palma de la mano—. Nos vamos de compras. Como te vuelvas a negar, Allison McKenzie, juro que almuerzas lo que queda de semestre con Tommy y Lilith.
—¡Oye! —protestan los aludidos y la pelirroja se encoge de hombros.
—Espero que te conozcas Londres muy bien, Talia. Yo nunca he puesto un pie en este lugar.
—¿Conocer? Lilith, la señorita aquí presente —Brenda señala a Talia con el pulgar—, viene casi todos los años desde pequeña.
—Mira que eres exagerada —se defiende la pelirroja y chasquea la lengua.
—¿Exagerada yo? —Brenda se señala así misma con el índice—. Cada vez que llegabas de unos de tus viajes nos lo restregabas en la cara.
—¡Eso no es cierto! —se defiende la pelirroja y Brenda enarca una ceja—. ¿De verdad? —Mis amigas asienten al unísono—. Eso está en el pasado.
—Hay una persona que también nos puede ayudar —añado.
—¿En serio? ¿Quién? —pregunta Tommy.
—Ya lo sabrán —digo y sonrío.
—¿Ya dije que esa sonrisa tuya me asusta? —agrega Javier y resoplo—. Porque en verdad me da miedo. —Todos comenzamos a reír y salimos del comedor.
Después de clases...
—Ya estoy lista —dice Brenda al otro lado de la puerta del baño.
—Yo también. —Salgo del cuarto de baño.
—Venir a Londres te ha hecho muy bien, Allie —agrega Ginger y tocan a la puerta.
—Adelante —grita Tony y la puerta es abierta por alguien fuera de nuestro círculo.
—¿Alice? —preguntan todas mis amigas, incluyendo las ardillas.
—¿Qué hace ella aquí? —pregunta la pelirroja, en tono mordaz.
—Chicas, chicas —intento tranquilizarla y evitar que la incineren con la mirada—. Alice nos va a ayudar en las compras
—¡¿Qué?! —exclaman todos y gimo por lo bajo.
—Dime que estás bromeando —espeta Brenda—. Por tu cara no estás bromeando.
—¿Qué clase de...? Vamos, Allison, ¿en serio? —pregunta Talia, nada gustosa con mi idea.
—¿Les explicas tú o se los digo yo? —Me cruzo de brazos y miro a Alice. Ella solo baja la cabeza, apenada ante mi pregunta.
—¿Explicar qué? —El tono de Lilith es de furia como el resto. Alice suspira y deja caer sus hombros.
—A la señorita Alice Winter le gusta Lester Parker —explico finalmente.
Ginger se desmaya. Tony la agarra y le abanica el rostro. Lilith se sienta en la cama con un sonoro puff como si sus piernas les hubieran fallado. El rostro de la asiática se desencaja y los ojos de Talia casi salen de su cara por el asombro.
—¿Tenías que ser tan directa? —pregunta la aludida en tono lastimero.
—A los McKenzie no nos gusta los rodeos.
—¿Es... en serio? —tartamudea Brenda y Alice asiente.
—No me lo puedo creer —murmura Talia, aún estupefacta.
—A este paso se nos hará tarde para salir de compras —esa última palabra despierta el interés de todas—. ¿La trajiste? —Ella asiente y toca su bolsa.
—¿Qué trajo ella? —pregunta Ginger, recuperándose de su desmayo dramático.
—¿Recuerdan mi cita con Chris? —pregunto con una sonrisa en mis labios.
—¿La del museo? —agrega Brenda despectivamente y yo niego con la cabeza.
—Esa misma —aseguro.
Alice cierra la puerta de mi habitación e introduce la llave en la cerradura.
—¿A dónde vamos, Alice?
—A Francia, Lilith —contesta la aludida y le da dos vueltas al cerrojo.
—¿A Francia? —pregunta Brenda con inocencia—. Allie, te das cuenta que mañana tenemos escuela, ¿no? No podemos tomar un vuelo a esta hora y regresar a tiempo.
—¿Pensaste bien el lugar, Winter? —pregunto y ella asiente antes de abrir la puerta.
—Bienvenidas a "Galeries La Fayette Haussmann" —dice la aludida y frente a nosotras tenemos un enorme edificio dorado—. Este es uno de los mejores lugares de todo París o eso pienso yo.
El rostro desencajado de mis amigas me da un poco de gracia y alucino al ver tantas tiendas y personas dentro de aquel enorme lugar bajo la increíble cúpula de estilo neo-bizantino con cristales tintados de este edificio tan modernista. Frunzo el ceño al recordar que mi tarjeta de crédito no tiene muchos ceros dentro.
—¿Cómo. Hiciste. Eso? —pregunta Talia en susurros. Alice balancea la llave dorada en sus manos.
—Joder con el museo, Talia —habla Brenda y yo suelto una carcajada—. ¿Ustedes fueron brincando por todo el mundo con esa llave? —Asiento hacia ellas.
—¡Qué lindo detalle por parte de Chris! —dice Lilith con voz enamorada.
—Por eso es que estabas tan emocionada la mañana siguiente —asume la pelirroja, empujándome juguetonamente por el hombro.
—Déjense de chácharas que estoy hay que disfrutarlo —añade Brenda entrelazando sus brazos con los míos y los de Lilith.
—Eso es. —Alice guarda la llave en su bolsillo—. Es hora de impresionar.
Recorrimos las 10 plantas de ese lugar. Me siento pequeña. Extremadamente pequeña. Las chicas se deleitan comprando ropas, joyas, lencería, zapatos. Yo apenas sabía que cosa elegir entre tanto. ¿Ya dije algo sobre mi tarjeta de crédito? Mis padres van a matarme. Ralph Lauren, Lacoste, Guess, Burberry, Christian Dior y Chanel son algunas de las muchas marcas y productos que hay en este edificio tan grande.
—¿Qué ocurre? —pregunta Ginger. Tony se quedó en Inglaterra con el resto de los Varázs.
—Es demasiado, Gin. —Me recuesto a la barandilla en la segunda planta.
—¿No te gustó nada?
—Es... es... No pude decidirme por nada. Es tanto que apenas puedo elegir. No pensé que Alice nos traería a un lugar tan lujoso. Me conformaba con ir a los Estados Unidos. No tengo tanto presupuesto como para comprar algo aquí.
—Pues vamos a otro lado —sugiere ella subiéndose a la barandilla a mi lado.
—Ni siquiera lo pienses —protesta Brenda frente a mí con tres bolsas de compras en cada mano. Alice, Talia y Lilith tienen igual o más bolsas en la mano.
—No puedo creerlo, Allie —habla la última con voz dulce—. ¿Todavía no has comprado nada?
—Es demasiado, chicas. Y la tarjeta de mis padres no es...
—La voy a golpear —protesta Brenda colocando sus bolsas en el suelo—. Nos hemos demorado casi dos horas en este lugar, Allie. La voy a golpear. Juro que lo voy a hacer.
—Chicas, en verdad yo...
—De verdad, nada —interrumpe Alice—. Chicas, tenemos que regresar a las tiendas. Hay que vestir a una jovencita.
—Ah, no. No, no, no. Ustedes no van a comprarme...
—Usted calla y obedece —ordena la pelirroja y trago en seco—. Regresemos. Vi un vestido que te quedaría fantástico para la fiesta del sábado.
—¡Ay, no! En verdad no es necesario —insisto, pero Brenda entrelaza su brazo con el mío ante mis justificaciones, evitando que escape.
—Sí es necesario. Hemos cruzado la puerta por ti, así que tú sales con un vestido, zapatos, lencería y maquillaje de este lugar. Y yo...
—Eso lo hago yo —interrumpe Talia—. Yo me encargo del pago.
—Pero si yo también quería comprarle algo —protesta Lilith con un puchero.
—Pero eso no es ningún problema, enana —ironiza Brenda—. Todas nos podemos encargar de comprar para Allie.
—Yo me encargo de la ropa y las máscaras —habla la pelirroja con rapidez, tomando la delantera.
—Yo voy por el maquillaje y los adornos de cabeza —añade Lilith.
—Yo me decanto por las joyas —insiste Alice—. Si quieres brillar en esa fiesta y dejar a Alexa Gray con la boca abierta, yo te puedo ayudar en eso.
—Si es así, mi trabajo consiste en los zapatos. Aunque Talia tiene buen gusto en vestidos; en jeans y camisetas, yo, Brenda Clark, soy la mejor.
—No. Ya dije que no. En primer lugar porque no es necesario. En segundo lugar, no soy una obra de caridad, y en tercer lugar...
—Ya basta, Allison McKenzie —interviene Ginger—. Por una vez en tu vida, deja que las chicas te mimen un solo día.
—Pero si lo han hecho desde que llegué al colegio en primer año —me defiendo.
En ese momento se desata la Tercera Guerra Mundial en aquel pequeño espacio. Todas opinando y yo intentando hacerlas entrar en razón.
—Si me permiten hablar. —Alice se acerca a mí—. Estas chicas son tus amigas y tú me demostraste que a pesar de los rumores, confiaste en mí. Nosotras solo queremos divertirnos y pisotear ciertas cabezas en la fiesta. —Frunzo el ceño—. Tiempo de compras. Hagamos que Allison se vea espléndida. Además, esto no ha raspado mi tarjeta de crédito y la de Sprouse tampoco.
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