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Capítulo 20 «Esperanzas rotas»

Giro mi rostro hacia Cameron al instante. Sus ojos negros están cristalizados por las lágrimas. Hay esperanza.

—Pero, siempre hay un precio a pagar —añade Isaac y frunzo el ceño—. Dorian tuvo tres hijos. Vio morir al mayor, pero no iba a dejar que el segundo tomara el mismo camino.

—¡Oh, por Dios! —murmura Brenda—. Si Chris muere —Ambas nos miramos—, Cameron será el siguiente.

—Tenemos que hacer algo —susurra Lilith.

—¿Qué pasó con el segundo hijo de Dorian? —pregunta una chica.

—La ley de los primogénitos se pone en función una vez que el usuario cumple los 18 años y debe de morir antes de cumplir los 19. Faltaba un año y medio para que el segundo hijo de Dorian cumpliera los 18. Ver morir un hijo tuyo no es nada fácil. —Él toma un fuerte y largo respiro—. Y ver morir dos, es mucho peor. En ese año y medio, Dorian buscó una solución y la encontró. —Mis labios se curvan en una amplia sonrisa por esa buena noticia— Pero traía un alto precio consigo.

—Vamos, profesor Carlton. No puede dejarnos así —insiste otro al ver que el profesor deja de hablar, como si esto le doliera—. ¿Cómo lo hizo? Es una historia muy buena. —Todos nosotros bufamos y gruño por lo bajo.

—¿Cree que es una historia? —pregunta Isaac y el chico asiente—. De todos los presentes, creo que la última fila es la única que sabe lo que es luchar en contra de un cold, que ellos de por sí ya eran un mito. Así que deben estar al tanto de la fuerza que trae consigo.

—Si los cold son verdad, la desesperación de Dorian por salvar a su hijo también tiene que ser verdadera —recalca Cameron con desesperación. Esto le compete a él y a Chris.

—Dorian encontró la solución, pero como dije hace un rato, trae un precio muy grande a pagar. —Se separa de la mesa y camina hacia el pizarrón—. Recorrió el mundo entero por los siguientes ingredientes.

Comienza a escribir en el pizarrón: la lágrima de un ser puro, la vista larga del más inteligente, el corazón de la noche más larga, el oído del más fuerte, el sonido más sublime y por último el corazón del cazador. Esto es peor que un acertijo.

—Estos son los ingredientes. Nadie sabe a qué se refiere, y en los diarios de Dorian no especifica exactamente a qué se refería con esos ingredientes. Pero solo puedo decirles que el precio que pagó fue desgarrador. Fue tan grave que el hijo de Dorian se mató a sí mismo al escuchar como su padre había conseguido alterar la ley impuesta por su tía.

«Eso no puede pasar», pienso con dolor.

—El corazón de Dorian se desgarró. Perdió el hijo mayor por la ley, y perdió el segundo por querer salvarlo. Y arremetió contra su hermana con más fuerza. Pero esa ley fue anulada durante unos 50 años. Después comenzó nuevamente hasta el día de hoy.

—¿Qué fue de él? —pregunto con curiosidad.

—La guerra entre Raquel y Dorian siguió por años. Ambos hermanos desaparecieron, los poderes regresaron a los usuarios y la guerra terminó finalmente. No se supo nada más de ellos. Pero como dije al principio, solo son historias, mitos, y nada está comprobado. Posiblemente, Dorian se volvió loco y lo escribió en sus diarios por la agonía de la pérdida. —Mira su reloj—. La clase terminó por hoy. Nos vemos la próxima semana, chicos.

Todos se levantan de sus asientos, pero nosotros nos quedamos en el mismo lugar. No sabía si sentirme alegre por saber que hay solución, o por el hecho que trae consigo una locura a cuestas que puede afectarnos a todos. La cara de mis amigos está tan angustiada como la mía. Cameron hunde la cabeza entre sus manos y Talia le abrazaba, consolándolo.

—Chicos, ¿todo bien? —pregunta Isaac, acercándose a nosotros.

—No. Todo no está bien —respondió Lilith casi en susurros.

—Tenemos un pequeño problema y de los gordos —añade Tommy cerrando los ojos con fuerza.

—Yo pensé que teníamos una oportunidad —protesta Javier, frustrado.

—No entiendo —musita Isaac al mirar nuestras caras demacradas.

—No puedo dejar que Chris muera —digo determinada—, pero tampoco puedo permitir que termine como el hijo de Dorian. —Toco el colgante a través de la camisa del colegio.

—¿Qué hacemos? —pregunta Brenda.

—Hablamos con Chris y dejamos que él decida —contesta Javier.

—La respuesta siempre va a ser no —indicó Tommy—. Ya lo conocen.

—No puedo dejarlo morir, Tommy —insisto—. Chris cumple los 18 años en menos de 3 meses. Yo...

Mi voz se quiebra sin poder evitarlo. Esa es mi única salida. La alegría que sentí en la mañana, se esfuma por completo.

—Chicos, solo son mitos. No hay nada que puedan hacer. Tienen que ir a clase —apremia el profesor Carlton.

Con desgana me levanto del asiento y camino al siguiente turno de clases. Apenas capto algo de los profesores. Estoy completamente ida. Mi única oportunidad se ha ido por el desagüe. En la cena todos estábamos muy callados. Las caras fúnebres entre nosotros daban miedo. Yo no probé bocado y el resto estaba igual, o peor que yo.

—Con esas caras, asustarían hasta a un muerto —comenta Chris sonriendo, pero al ver la mía, en sus ojos se refleja la preocupación—. ¿Qué ocurre? —Se sienta a mi lado con urgencia.

—Chris, necesito de tu ayuda —interviene Emma.

—Ahora no puedo —contesta, tajante.

—Pero es para la clase de dirección y...

—Emma —interviene mi chico con voz grave sin mirarla. Sus ojos negros siguen puestos en mí. La chica me mira y sus ojos azules se oscurecieron—. Ahora no puedo. Mi novia me necesita. —Mira a la intrusa y escucho un leve gruñido—. Hablamos de eso después. —Esta asiente y se retira—. ¿Qué les ocurre?

—Acompáñame al invernadero. Gin, quédense aquí.

Ambas ardillas me miran con ojos preocupados. Chris y yo salimos del comedor de la mano en dirección al invernadero. Al llegar, nos sentamos en una de las bancas.

—¿Qué ocurre, pequeña? Me estás preocupando.

—Hoy descubrimos una forma de romper la ley de los primogénitos.

—Allie, solo son historias.

—No tenemos todos los detalles, pero Dorian intentó romper la ley por uno de sus hijos pero le salió mal. Terminó perdiéndolo también. Tú deberías saberlo. Es contenido de segundo año.

—¿Isaac? —Asiento—. No te preocupes, pequeña. Estoy preparado. Si este es mi último año, deseo pasarlo feliz y contigo. —Acuna mi rostro entre sus manos.

—No quiero perderte, Chris. Te quiero demasiado. Me volvería loca si no estás. —Sus labios se unen a los míos en besos largos y suaves.

—Te quiero, pequeña —murmura cerca de mis labios.

—Chris, si tengo oportunidad de salvarte, ¿dirías que sí?

—No lo sé. —Une su frente con la mía—. No puedo perderte. Mi familia y los verdaderos amigos son irremplazables. No sé qué precio tengo que pagar para que yo viva. No quiero esfumar tus esperanzas de una posible cura que ni siquiera sabes si de verdad va a dar resultado.

—Voy a hacerlo. Voy a buscar los ingredientes. No debe de ser tan malo después de todo.

—En ese caso, lo haremos juntos.

—No. En unos meses cumples los 18, y cualquier cosa puede ponerte en peligro.

—No voy a dejarte hacer eso sola.

—Niño bonito, no va a ir sola —interviene una voz.

—¡Ginger! —protesto—. ¿Qué haces aquí?

—Ni que estuviera sola, compañera —añade Tony y vuela hasta mi regazo.

—¿Por qué nunca hacen lo que se les dice?

—¿A quién habrán salido? —inquiere Chris con ironía y sonríe.

—Allie, estamos juntos en esto, lo quieras o no —recalca la ardilla y sube a mi regazo al lado de su hermano—. Juntos en las duras y en las maduras. Y estoy completamente segura que tus amigos también querrán ayudarte.

—Solo te pido una cosa, pequeña. Cuídate mucho. —Asiento con las lágrimas a punto de salir—. Chicos, ya pueden salir.

Miro hacia la entrada, y veo como todos mis amigos salen de entre los árboles. Ni siquiera salieron de la puerta. Estaban a pocos metros de nosotros.

—¿Qué hacen?

—Somos tus amigos, McKenzie. No vamos a dejarte sola y menos en esa búsqueda loca que tienes pensada —aclara Javier cruzándose de brazos.

—¿Abrazo de grupo? —pregunta Lilith sonriendo. Chris me levanta y soy rodeada por los brazos de mis amigos.

—¿Cuándo comenzamos? —pregunta Tony en el hombro de mi chico.

—¿De verdad que lo harán? —inquiero dudosa.

—La voy a golpear —protesta Brenda.

—Yo también te quiero —rebato, sonriendo.

—Chicos, estamos olvidando una cosa —habla Tommy y nos separamos—. Vinimos a una cosa, y como que lo hemos olvidado un poco.

—Cierto. Hay que encontrar quién está creando esas cosas —añade Lilith—. Y hay que hacerlo ya. No tenemos nada.

—Eso me preocupa. Faltan unas semanas para la próxima luna nueva y otra cosa de esas puede atacar el colegio —interviene la pelirroja—. A penas han podido hacer unas estatuas idénticas a las anteriores.

—Ese asunto tenemos que resolverlo —comenta Cameron y le da un leve apretón en el hombro de su hermano—. Karen logró sacar a todos de aquí este fin de semana, pero no creo que pueda hacerlo una segunda vez.

—Chicos, tengo que regresar a Elements —explica Austin—. Quiero indagar un poco más sobre lo que me comentaron de la ley de los primogénitos. Regreso en cuanto tenga noticias.

—¡Ay, no, Austin! —Brenda le abraza por la cintura—. No puedes dejarme aquí sola.

—¿Y yo qué? ¿Estoy pintada en la pared? —protesto, disimulando estar ofendida.

—Esta chica está dejando la humildad, y el orgullo está invadiendo su corazón —indica Tony—. Eso es malo. Es por culpa del Gray mayor.

—¡Que dramático estás! —se burla Ginger.

—¿Y a ti quién te preguntó? —ataca su hermano.

—No era una pregunta, y además, estaba abierta a otras opiniones —replica ella.

—Concentrémonos, chicos —interrumpe Talia—. La prioridad es encontrar la persona que está mutando los animales, pero podemos hacer nuestras propias investigaciones en cuanto a la ley de los primogénitos.

—Mañana nos vemos después de clases en el laboratorio de Isaac —opina Cameron.

—Chicos, había olvidado contarles algo. Con todo el ajetreo de la pelea de Thiago y Chris, olvidé decirles que Isaac encontró células de un usuario vida en las bestias. —La cara de mis amigos pasa del asombro a la estupefacción—. Eso significa que hay otro como yo por ahí afuera.

—¡Qué bien! Tenemos un poco de acción —comenta Tommy emocionado.

—¿Pero de qué hablas? Tenemos acción desde que entramos al colegio —aclara Lilith con ironía.

—Tengo una idea —interviene Talia nuevamente—. ¿Recuerdan las pruebas que nos hicieron cuando estábamos en primer año?

—¿La muestra de sangre para meternos en la base de los colegios? —pregunta su novio.

—Esa misma. Hacemos una prueba a todos los estudiantes del colegio y vemos si alguno tiene células vida.

—Sí, pero estamos olvidando algo —habla Javier—. Es posible que no sea un estudiante y que pase la sangre al colegio.

—No perdemos nada con intentarlo —añade Chris—. Esta semana debe ser la recolecta de muestra de los chicos de primer año. Deben tener las muestras de estos últimos tres años.

—Si las muestras no están en un lugar que las mantenga frescas, no servirían de nada —explica Cameron.

—¿Qué excusa tenemos para hacérsela al resto de los estudiantes? —pregunta Lilith.

—Transfusión de sangre —propone Tony.

—Los usuarios de los elementos somos muy saludables —contesta Javier.

—Yo sigo sorprendida por Allison —dice Ginger—. Que un usuario tenga fiebres o dolores de cabeza es muy difícil. Y si es vida, mucho más difícil aún.

—Hay que pensar en otra opción —murmura Austin. El silencio dura unos minutos.

—Ya sé. Todos los chicos del colegio, o casi todos, toman café, y en sus tazas ponen su nombre —expresa Ginger una vez más.

—Esa es una buena idea —secunda su hermano—. No sé por qué no se me ocurrió.

—Porque de los dos, soy la más inteligente —añade Ginger con orgullo.

—¡Eso no es cierto! —espeta él ofendido.

—Sabes que sí —replica ella, cruzándose de patas—. Tú lo que estás celoso, Tony

—Oh, no, eso nunca. La fama se te está subiendo para la cabeza, hermanita.

—Basta ya, ustedes dos —interrumpe Austin, sonriendo—. Hay que decirle a Karen nuestra propuesta.

—Si esto funciona, resolvemos esto inmediatamente —habla Cameron con mejor cara.

—Podemos hacer esto, chicos —digo más para mí que para ellos.

—Estamos juntos en esto —añade Chris y todos unen sus manos en el centro.

—Estamos listos, ¿Team Piña? —pregunta Lilith.

—Sí, capitán. Estamos listos —finalizan Tony y Ginger al unísono, subiendo hasta nuestras manos unidas en el centro.

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