Capítulo 16 «Alguien para conversar»
Subimos hasta la última planta. La habitación de Javier es la última del pasillo.
—¿Crees que exageré? —Brenda toca la puerta con los nudillos.
—No lo creo. Si lo hiciste es porque ese chico pijo se lo merecía. —La puerta se abre y Meeko me cae encima con tanto impulso que termino en el suelo.
—Hola, compañero. Yo también te extrañé.
Lo abrazo con calidez, evitando que siga temblando de miedo. Javier me ayuda a levantarme del piso de mármol, pero sin soltar al mapache.
—¿Qué le ocurre?
—Desde el sábado está un poco nervioso. Y cuando llegué de las clases de la mañana estaba justo como ahora —responde mirando al mapache en mis brazos.
—¿Qué pasa, Meeko? —Acaricio su cabeza y su lomo—. ¿Tienes miedo? —Asiente—. Yo estoy aquí. Nada va a pasarte.
La habitación de Javier y Tommy es como la nuestra, pero en vez de tener ventanas detrás de las camas, el balcón está en el medio de las dos.
—No tengas miedo, compañero. Ya estoy aquí. —Beso su cabeza y poco a poco se fue tranquilizando. Al final, se quedó dormido en mis brazos.
—Me ha tenido como loco todo el fin de semana. A penas me ha dejado dormir —dice Tommy—. Po también ha estado un poco intranquilo. —Toma a su oso panda y lo sube a la cama.
—Tommy, pensé que tu habitación era con Lester.
—Hicimos un pequeño cambio el fin de semana. No quiero que sepa lo que ocurre y Po es muy susceptible a tus cambios.
—Lo siento —digo mirando al mapache entre mis brazos—. ¿Dónde duerme?
—Conmigo —responde Javier señalando una de las camas.
Intento poner a Meeko cerca de la almohada, pero se despierta. Opto por sentarme y se queda dormido una vez más.
—Creo que es la primera vez que duerme desde el ataque del sábado.
—El pobre —habla Brenda acariciando la cabeza del mapache—. Tommy, necesito un favor tuyo.
—Claro. —Se levanta de su cama y coloca a Po en el suelo—. Nos vemos luego, Javier.
No lo vi, pero sé que Brenda le hizo señales a Tommy para que nos dejara solos a mí y a Javier.
—¿Qué pasó en la mañana? —pregunta sin rodeos y suspiro.
—Fui al invernadero y me encontré con Thiago. Me molesté y le crucé la cara —relato por lo bajo para no despertar a Meeko. El sonido de la sonrisa de Javier no demora en llegar.
—Así que fuiste tú. Me lo había imaginado.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro. —Se sienta a mi lado—. ¿Qué ocurre?
—¿Existe la posibilidad que Chris me deje por otra ya que él y yo...?
—Dime que Thiago no te metió esas ideas absurdas en la cabeza. —El silencio es suficiente para él—. McKenzie, el amor entre una pareja es más que besos, abrazos e intimidad. —Acuna mi rostro entre sus manos—. Es confianza, unidad, apoyo y respeto entre ambos.
—¿Qué pasa si Chris se está arrepintiendo de lo nuestro? En unos meses cumplimos un año y...
—Y nada —me interrumpe nuevamente—. Si el fin de Chris es ese, pues está muy equivocado. Me cuesta decirlo, pero no creo que sea una persona de esas. Es verdad que tiene muchas chicas detrás, carga con miles de defectos, pero solo tiene los ojos puestos en una. Tienes que confiar en eso. —Pasa sus pulgares por mi rostro con cuidado de no despertar al mapache.
—Gracias.
—Para eso están los amigos. En las duras y en las maduras. —Sus ojos verdes se tornan claros. Meeko se remueve y Javier se aleja—. Te tiene mucho aprecio. Tenías que haberlo visto el sábado cuando estabas en enfermería. Creo que hasta lloró y no se separó de la puerta en ningún momento. En la noche hizo guardia con el resto.
—¿Todos los Varázs estaban en la puerta? —Asiente, y posa sus ojos en su Varázs.
—Con excepción de Tony y Bella. Ellos se quedaron cuidando a Ginger.
—¡Qué tiernos! ¿Cómo lo supiste? —Él sonríe de soslayo.
—Yo también hice guardia hasta que Chris me relevó en la madrugada —responde, y yo quiero hablar, pero me retracto. Pienso muy bien mis palabras siguientes:
—¿Por qué?
—Esa es la pregunta más tonta que me has hecho desde que nos conocemos, McKenzie. Eres mi amiga. Te lo dijimos el año pasado. Los amigos están en las duras y en las maduras. Talia y Cameron se quedarían en la mañana-tarde del domingo, y Austin con Brenda en la noche. Para nuestra alegría, saliste el domingo de la enfermería.
—No sabes cuánto le agradezco eso. —Con suavidad y lentitud, dejo a Meeko en la cama de Javier. Este se acurruca y sigue durmiendo.
—Debes tener cuidado, Allison. Thiago no parece un chico de fiar. Las dos veces que se han enfrentado, el tiempo se ha vuelto extraño y él puede notarlo.
—Me busca las cosquillas, León
—Contrólate. Ignóralo y ya está. Las malas personas te atacarán por donde más duele. En estos momentos, tu debilidad es Chris. Llevamos solo una semana y ya has tenido dos cambios de humor repentino y terminaste en la enfermería. Esto último es mi culpa por no mantener a Meeko a la raya. Si ves que se está poniendo tenso el momento, cierra los ojos y piensa en nosotros.
—Pero...
—Pero nada. Las McKenzie son fuertes, testarudas, pero también inteligentes y precavidas. Eso me lo demostraste desde el momento que atravesaste las puertas de nuestro colegio. Demuéstrame que no estoy equivocado.
Resoplo y dejo caer mis hombros en señal de derrota.
—Está bien... papá. —Él sonríe y niega con la cabeza—. Eres peor que ellos, ¿sabes?
—No quieres conocer a mi madre. Ella pelea igual o más que yo.
—Todas son iguales. Oye, hablando de madres. ¿Cómo es la madre de Chris?
—Una respuesta difícil para una pregunta tan sencilla. —Frunzo el ceño, confundida—. Tu suegra es una persona muy complicada. Nadie le gusta, nada queda perfecto a no ser que lo haga ella misma. Si crees que le agradas por ser la novia de Chris, estás muy equivocada.
—Me estás asustando.
—La única chica que logró conquistarla fue Talia, pero Janet Sprouse es la mejor amiga de Alexa Gray. Debes recordarlas a ambas cuando ocurrió el solsticio de invierno.
—Esa mujer debe odiarme. Casi mato a sus dos hijos el año pasado.
—Salvaste el colegio de una loca por tus propios medios, y trajiste de entre los muertos al hijo mayor. Más que odiarte, esa mujer debería colocarte en un pedestal.
—Me estás dando mucho crédito.
—Es la verdad. Aunque hay un factor muy importante que nunca debes olvidar.
—¿Qué cosa?
—Ella odia a tu madre.
—Pero si mi madre es la mejor del mundo. Sin ánimos de ofender. ¿Por qué Alexa Gray la odiaría? Sé que Héctor, el padre de los Gray, era el mejor amigo de ella desde que... ah, ya entiendo. La razón de que la odie es esa, ¿no? —Asiente y golpeo mi frente en señal de ridiculez—. ¡Pero qué mujer más superficial!
—La has clavado al momento. Ella siempre creyó que tu madre y Héctor tuvieron una historia. Tus padres estaban casados y todavía esa idea rondaba por su cabeza.
—Por eso reaccionó de esa manera el año pasado. Es una bobería. Un hombre y una mujer pueden ser amigos sin llegar a esa línea. Nosotros somos la prueba de ello.
—Alexa es una persona muy desconfiada y Celine es como ella.
—¿La hermana menor de Chris? —Suspiro agotada—. No voy a tenerlo fácil, ¿verdad?
—No.
—¡Qué sinceridad la tuya, León! —protesto con ironía.
—Mejor herirte con la verdad, que matarte con una mentira. Si quieres ayuda por ese lado, mejor pregúntale a Talia. Ella es la experta en suavizar el carácter de esas hurracas. —Dejo escapar una carcajada que oculto tras la mano para no despertar al mapache—. ¿De qué te ríes?
—Así mismo pensaba yo de Alice y Talia el año pasado.
—Me gusta verte sonreír. De esa forma tus ojos brillan y las penas se van.
—Eres un excelente amigo, Javier León. Por cierto, Ellie te manda saludos. Dice que quiere verte en Navidad. Desde que te vio el año pasado, no hace más que preguntar por ti cada vez que llamo a casa.
—Ellie es de lo más graciosa y muy inteligente.
—Salió a mí —digo, orgullosa.
—¡Qué ego el tuyo tan alimentado! —Le empujo juguetonamente con mi hombro.
—¿Qué pasó finalmente con Alice? ¿Le seguiste escribiendo?
—¿Te refieres a las cartas que viste al año pasado? —Asiento—. Quedamos en ser amigos. Esto no iba a funcionar de igual manera.
—Pero si ya estás aquí, aprovecha la oportunidad.
—Nah. Después de un tiempo, me di cuenta que era cualquier cosa menos amor. Ya no pensaba en ella con la misma fuerza de hace tres años atrás. Solo fue algo pasajero.
—No fue tan pasajero cuando después de lo que hizo, regresaste con ella la primera noche —añado y sonrío con amargura.
—Era un niño en ese tiempo.
—Ni que hubiéramos crecido tanto. Yo lo que pienso es que maduraste como persona.
La puerta se abre abruptamente haciendo que Meeko se despierte.
—¡Tienen que venir! —dice Brenda con cara de miedo y respirando con dificultad—. Es Chris. —Salgo de la habitación como alma que lleva el diablo—. ¡Está en el patio trasero! —grita mi amiga cuando llego a las escaleras.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro