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Capítulo 48 «Varázsbarát»

Una hora después, atravieso las puertas del colegio en los brazos de Chris. No tenía fuerzas ni para caminar. Mi magia se había agotado completamente en la cima. El sermón de mis amigos fue mucho más tedioso que el mismo examen.

Amelia me dio un frasco con un sabor y olor asqueroso, pero renovó mis fuerzas casi a la mitad, pero no iba a negarme a que mi chico me cargara en sus fornidos brazos.

Entro a la habitación, coloco el huevo en la mesa y me acomodo en el borde de la cama cuando la puerta se abre.

—¿Puedo pasar?

—Claro, Chris. Eso no se pregunta. —Sonrío y mi chico se sienta a mi lado. Coloca su huevo al lado del mío y suspiró

—Estuve muy preocupado por ti, Allison.

—Lo siento mucho. No podía dejar ese huevo allá arriba, y no sabía qué hacer. En mi interior sentía que debía protegerlo. Creo que es algo relacionado con mi elemento.

—Lo sé. Es que, por un momento creí que te perdería.

—Las mujeres de mi familia somos así. Ellie es mucho peor que yo. Ella se lanza sin importarle perder su vida en el intento. Tengo un deber mucho más grande, Chris. Discúlpame si es una carga demasiado grande para ti. Yo...

—No sigas, por favor. —Toma mi rostro entre sus manos y me golpeo mentalmente al ver como sus ojos se van llenando de lágrimas. Chris no es una persona de llorar—. Hoy comprobé que, si algún día te pierdo, soy capaz de volverme loco. Buscamos miles de opciones desde que escuchamos el grito de Lilith. Y cuando describiste a la bestia, te juro que pensé en quemar el bosque entero con tal de llegar a ti a tiempo.

—¿Cómo lograron llegar? Según Amelia, una vez que sales del Monte Amat, es imposible volver a entrar.

—Tommy le hizo algo a los relojes y fuimos capaz de transportarnos hasta la cima. Cuando lo vi tan cerca de ti, el tiempo se detuvo para mí. Tommy fue el primero en reaccionar. Lilith lo obligó a traerla.

—Regresaron por mí —digo con un nudo en la garganta.

—Somos tus amigos, Allie —habla Brenda desde la puerta—. Yo no sé ellos —Entra a la habitación y le siguen Lilith, Javier, Austin, Cameron, Talia y Tommy—, pero yo, Brenda Clark, me dije a mí misma que nunca te abandonaría.

—Todos pensamos igual que Brenda —añade Lilith.

—Allison —habla mi madre desde la puerta. Miro a mis amigos y después a mis maletas hechas al otro lado de la cama. Sus ojos verdes me observan con tristeza—. Está casi todo listo. Tu padre está terminando los trámites.

—¿Trámites? —pregunta Brenda confundida—. ¿Qué trámites?

—Fui la última en el examen y la única forma de poder quedarme en el solsticio de invierno para encontrar la tumba de Raquel fue aceptando la propuesta de mis padres de dejar el colegio a final de año.

—Por esa razón querías que yo saliera primero —murmura Lilith.

—¡¿Qué?! Pero no pueden hacer eso —intercede Austin.

—Tranquilo, estoy bien con eso —digo aguantando el dolor que crece en mi pecho.

—Chris, di algo —protesta Cameron. Ambos hermanos se miran—. Tú ya sabías de todo esto.

—Lo siento mucho de verdad —susurro intentando que no se note mi voz quebrada. El nudo en mi estómago crece con rapidez.

—No me lo puedo creer —protesta Brenda molesta y sale de la habitación pisando fuerte. Austin va detrás de ella. Chris se guarda el huevo en el bolsillo de la sudadera, toma mis maletas y sale al pasillo.

—¿Cuándo pensabas decirlo? —pregunta Talia de brazos cruzados con cara molesta.

—No pensaba hacerlo. La idea era salir de vacaciones y no entrar más al colegio.

Mi pecho se aprieta con fuerza. Decirlo en voz alta no es tan fácil como lo pensé.

—Te espero abajo —dijo mamá en susurros.

—No me gustan las despedidas —murmuro.

—¿Y quién habló de despedirse? —añade Tommy en tono divertido.

—Todavía quedan las vacaciones de verano —propuso Lilith—, y tu cumpleaños.

—Acción de gracias también entra en ese listado. Tu padre hace un pavo exquisito- añade Talia.

Todos me abrazan en grupo y las lágrimas se acumulan en mis ojos. Unos minutos después salgo al pasillo seguida por mis amigos. Mis padres, la directora Rebeca y Chris me esperan cerca de la fuente.

—Piénsalo mejor, Anne —susurra mi padre.

—Ya la perdí una vez, Steve. No puedo perderla de nuevo —insiste mi madre negando con la cabeza.

—No la vas a perder, querida —interviene la directora—. ¿Cuántos dolores de cabeza ustedes me dieron antes de comenzar? —pregunta hacia mis padres, y ambos bajan la cabeza.

—Tranquila, directora. Yo lo acepté hace meses —intervengo con voz trémula.

—Pero nosotros no —interviene Brenda—. Por Dios, Allie. En este año hemos luchado, reído y sufrido juntos. No es justo que te vayas de esa forma. —Mi amiga tiene sus ojos enrojecidos. Miro a mi madre y veo la duda pasar por sus ojos—. Ella no merece salir del colegio. Por favor, señora McKenzie —ruega mi amiga y le abrazo con suavidad.

—Pasa por casa para mi cumpleaños —susurro, pero ella niega con la cabeza en mi hombro. Asiento hacia Austin y él aparta a Brenda de mi—. Directora Carlisle —Le extiendo la mano con el huevo del examen—, creo que debo regresarle esto.

—Rebeca —habla Chris y en las manos de la directora puso otro más–, este lo encontramos también arriba. —Ella frunce el ceño, extrañada.

—Eso es imposible. Eran exactos. Uno para cada estudiante. Lo siento, señor Gray, pero esto es suyo. —Devuelve el huevo a Chris—. Aunque pocos lo crean, los Varázsbarát eligen a sus dueños. No es que hayas elegido un huevo al azar. Tomaste el correcto. En mis manos moriría. —Me entrega el mío y cierra mi mano con suavidad—. A pesar de no gustarme la decisión, debo aceptarle, pero esto te pertenece. Muchas gracias, señorita McKenzie. Fue un placer conocerla en persona, finalmente. —Sus ojos se tornan violetas por un segundo y sonríe.

—El Team Piña no será lo mismo sin ti —dice Brenda abrazada a Austin. Todos se retiran, y me quedo con mis padres y Chris cerca de la fuente.

—Voy a extrañar este lugar —murmuro, dándole un último vistazo al colegio que me intimidó a principio de curso, pero se volvió mi hogar en los últimos meses.

Camino con Chris hacia la puerta cuando mi madre me llamó con voz dulce:

—Allie... —Me detengo y me giro hacia ella. Mira a mi padre y rasga por la mitad los papeles que tiene en sus manos.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, acercándome a ella.

—Puedo soportar lo que sea, excepto ver a mi hija sufrir o estar triste. —Ella respira intentando aguantar las ganas de llorar—. Este es ahora tu mundo. Lo viviste y lo sufriste. —Fue imposible que una sonrisa se apropiara de mis labios y le abrazo con fuerza.

—Gracias, mamá —digo llorando de felicidad.

Algo en mi mano se rompe. El huevo. Alarmada, suelto a mi madre y miro el cascarón color azul romperse poco a poco.

—Está naciendo. —Sonrío al ver aquella maravilla. La parte puntiaguda se rompe, y dos cabecitas rojas y peludas me miran con sus ojazos negros—. ¿Ardillas? Son dos ardillas, Chris.

Mi chico abre los ojos con asombro. Las pequeñas bostezan y extienden sus manitas como si se estiraran.

—Ya no se puede dormir tranquilo —dice una de ellas.

Doy un grito y las dejo libres por el miedo. El cascarón se rompe por completo cuando llega al piso, pero las ardillas se mantienen en el aire volando.

—Adáptate, hermano. Esto es lo que toca —comenta la otra.

—Son ardillas voladoras —habla mi padre, sorprendido.

—Ardillas voladoras parlantes —añado, mirándolas con asombro.

—Allison —habla Chris con voz temerosa.

Le miro y de su bolsillo no saca un huevo. Al ver lo que hay en la palma de su mano, suelto una carcajada sonora.

—No puedo creerme que te haya tocado un jabalí —digo.

La mano de Chris le tiembla por el pequeño animal de unas tres pulgadas de alto. El animalito nos mira a todos con curiosidad. Se sienta en sus patas traseras y menea su cola. Mi estómago me duele de tanto reírme.

—No te reías —dice la ardilla varón, posándose en mi hombro derecho. Mi carcajada se corta al instante—. Tu cara cuando nos viste era la misma

—Y que lo digas —añade la hembra, colocándose en el hombro izquierdo– ¡Qué lindo el muchacho! ¿Tiene novia? —pregunta con zalamería.

—Su nombre es Christopher Gray y es mi novio —respondo, cruzándome de brazos.

—¡Allieeee! —grita Brenda y me giro hacia ella— ¡Agárralo! —Señala hacia el césped. Una mancha blanca salta hacia nosotros.

—¿Eso es un conejo? —pregunta mi madre mirando. el pequeño animalito correr hacia nosotros o hacia la puerta principal.

Las ardillas volaron y lo atraparon en el camino, colocándolo en mi mano. Brenda frena al instante de ver aquello.

—A ti te tocó doble —dice ella sonriendo y le entrego el pequeño conejo en las manos. Sus ojos color café se posan en Chris. Mira hacia la mano de él y sonríe—. La pareja perfecta. —Mi novio la atraviesa con la mirada—. Deja que veas el de tu hermano. Allie, sé que no te veré más pero...

—Por favor, ¿alguien puede aclararle a esta chica lo ocurrido en los últimos 10 minutos? —Brenda atrae al conejo a su pecho y observa aterrada a la ardilla hembra que habló.

—¿Pueden hablar? —pregunta mi amiga con asombro y suspiro aliviada. No me había vuelto loca. Yo no estaba hablando con los animales—. ¿De qué está hablando?

Brenda miró los papeles rasgados en el suelo y deja escapar un grito. Me abraza con fuerza lanzando a las ardillas por los aires. Y su pobre conejo escachado entre nosotras dos.

—¡Oyeeeeee! —protestan ambas ardillas.

—Ten cuidado. Somos animales delicados —recalca el varón desde el suelo.

—No me lo puedo creer. ¡Te quedas! —Me da otro abrazo efusivo. Se agacha al suelo sin soltar el conejo—. ¡Qué ternura, Allie! ¿Cómo se llaman?

—¿Hay que ponerles nombre? —Brenda asiente ante mi pregunta y me agacho junto a ella.

—Oigan —interviene Tommy—, a que no saben lo que.... —deja las palabras en el aire al ver las ardillas en el suelo—. Olvídenlo.

—¿Qué te tocó? —preguntó Brenda.

—No me lo creo. A ver, niña. No somos tickets de lotería —protesta la ardilla hembra.

—¿Pueden hablar? —pregunta Tommy y la ardilla rodó los ojos. Sonrío por ese gesto de ella—. Chicos, les presento a Po. —En sus manos hay un oso panda de unas tres pulgadas de alto.

—¿En serio le pusiste como los dibujos de Kung Fu Panda? —pregunta Brenda y se levantó del suelo–. Si es así, yo llamaré al mío Bugs Bunny. —La ardilla hembra se golpea la frente con la pata.

—Vamos. —Pongo la palma de mi mano en la hierba y ambas suben por mi brazo colocándose en mi hombro.

—Creo que es mejor que entremos —interviene mi madre—. Mañana es el baile y no puedes perdértelo.

—¿Allison se queda? —Todos asentimos a la pregunta de Tommy. Chris sigue asustado y estático—. ¿Qué le pasa a él? —Mira la mano de mi novio y comprende.

En mi habitación están mis amigos reunidos. Cuando conté la noticia, todos gritaron de emoción y los abrazos no faltaron.

—Me alegro que tus padres hayan cambiado de opinión —comenta Austin.

—Yo también. Créeme —añado abrazando a Chris.

—¿Cómo vas a llamarle? —pregunto a Lilith. Ella tenía un pequeño lobo negro entre sus manos.

—Ya que Brenda y Tommy lo llamaron como unos dibujos animados, me decanté por Balton —responde acariciando la cabeza del animalito con el dedo índice.

—Javier, como tu mapache se cuele en mis cosas, te quedas sin mascota —aclara Cameron.

—No seas envidioso, Cameron. Meeko no le hace mal a nadie —responde Javier mirando hacia la mesa.

Meeko, su mapache gris y blanco con manchas negras, había congeniado muy bien con las ardillas. El jabalí los observa sentado en sus patas traseras y moviendo su cola. Son chulísimos.

—Hermano, cambia esa cara. Es solo un jabalí —añade Cameron con sorna—. Timón es muy tranquilo, aunque un poco escurridizo. —Se refería a su mascota. Le había tocado un suricato y le llamó Timón.

—¿Por qué no lo llamas Pumba? —pregunto y sonrío—. Si Cameron tiene un suricato que se llama Timón, tú puedes llamarle a tu jabalí Pumba. Es hasta de color carmesí y todo. —La cara de susto de Chris no se le había quitado desde que ese pequeño se había roto en la sudadera—. Anímate, solo tienes que darle de comer.

—En mi vida he cuidado a una mascota, pequeña.

—¡No somos mascotas! —intervienen las ardillas y siguen entretenidos con Meeko tocándole sus pequeñas patas, las orejas y la cola con anillos grises y blancos

—Lo harás bien —añade Talia, colocando el hámster blanco en la mesa junto a las ardillas—. Esta es nuestra primera vez con los Varázsbarát. Bella es muy tranquila, pero como duerme.

—¿Ya pensaste en un nombre para las ardillas? —pregunta Brenda acariciando al conejo en su regazo.

—Aún no —respondo, mirando a mis Varázsbarát.

Las ardillas comienzan a pelear entre ellas y la hembra sale ganando agarrando al hermano por las orejas y sentándose en su lomo. El pobre intenta zafarse del agarre de su hermana, pero no puede.

—A la hembra la llamaré Ginger. —La ardilla femenina me mira—. ¿Te gusta? —da su aprobación levantando el pulgar.

—¡Allison! —chilla el varón—. ¡Quítamela! ¡Quítamela!

—¿Serás llorón? —habla Ginger con sorna, pero lo suelta.

—A ti te llamaré Tony.

—Tony —repite. Pasa su pequeña pata por el mentón y sonríe—. Me gusta —dice zalamero, pero la hermana le pega con la cola en la cara y comienzan a pelear otra vez.

—Tony y Ginger. ¡Que dúo! —comenta Chris con mejor cara.

—Vamos, chicos —dice Talia levantándose de la cama—. El hambre aprieta y el estómago de Allie está a punto de... —En ese momento se escucha el gruñido de mi estómago—. Olvídenlo.

—¡Oye! —me defiendo, pero para mí mala suerte, mi amigo el estómago ruge de nuevo.

—¿Ven? —insiste Talia–. A eso me refería.

Todos reímos y salimos de mi habitación hacia el comedor con los Varázsbarát detrás de nosotros.

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