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Capítulo 46 «Isla Amat»

Una hora después, estamos en la playa de la Isla Amat.

—Muy bien, muchachos —habla el profesor Jackob—. En la pantalla de su reloj aparecerá el número de su equipo. Escuchen bien porque no pienso repetirlo dos veces.

—No seas tan recio con los jóvenes, Clinton —protesta Amelia con dulzura y el profesor de Rendimiento gruñe.

—El equipo número 1 irán con el profesor Winsdom —anuncia el profesor con desgana—. Equipo 2 con Clarissa, Equipo 3 con Hugh, Equipo 4 con Tatiana, Equipo 5 irá conmigo, Equipo 6 con la directora Smith, Equipo 7 con Amelia, Equipo 8 con Brad, Equipo 9 con Camille y Equipo 10 con la directora Carlisle. Si no escucharon, es su problema. —Suspiro aliviada al ver el número en mi reloj.

—¿Con quién te tocó? —pregunta Chris.

—La directora Carlisle.

—Yo también —responde Brenda con voz cantarina y sonrío al ver los estudiantes reunidos alrededor de la directora.

Talia, Cameron, Javier, Lilith, Brenda, Tommy y yo estábamos en el mismo equipo. Vincent y Kate fueron los otros dos.

—Imagino que esto no es coincidencia, ¿verdad, señor Valent? –dijo la directora mirando a Tommy, y este sonríe con descaro—. Entonces, los equipos comenzarán a esparcirse por todo el borde de la playa. Hay una sola regla: atacan a un compañero, pero sin lastimarle.

—Dígame que está de broma —protesta Tommy y posa sus ojos en Lilith.

—La idea es ralentizarlo para que ustedes puedan avanzar. Esto va a ser pura sobrevivencia, pero jugando limpio. Una vez que escuchen una especie de disparo, será su señal para adentrarse en el bosque y llegar a la cima de la montaña. Este lugar es inmenso. La probabilidad que se encuentre con un compañero es de un 0,5 %.

—¿Tan grande es eso ahí dentro? —inquiere Brenda, encajándome las uñas en el brazo.

—Lo suficiente para que ustedes se pierdan y los encontremos en un par de días. —Las palabras de la directora me dan tanto miedo que trago en seco—. Van a separarse a una distancia de veinte metros del compañero. Kate, Vincent, vayan hacia la derecha. –Los dos estudiantes asintieron y se retiraron—. Ustedes no —dice ella casi en susurros, pero de forma tal que solo nosotros la escucháramos.

—Estoy nerviosa —digo por lo bajo mientras los brazos de Chris me atraen hacia su pecho.

—No tienes por qué estarlo —responde la directora—. Ustedes son los mejores de este año. Llegó el momento de demostrarlo. Sé que el señor Valent especializó sus relojes, así que necesito que sean atentos. ¿Alguno fue explorador?

—Yo pasé un campamento de verano —contesta Tommy.

—¿Cuál sería el consejo en este caso, Valent?

—¿Siempre ir hacia adelante? —responde Tommy con dudas y la directora asiente.

—Si por alguna casualidad se pierden o caen en alguna trampa, en su caso, siempre diríjanse hacia el norte, ¿entendido? —Todos asentimos—. Perfecto. Tom, Lilith y Talia irán hacia la izquierda. Javier, Cameron, Allison y Brenda se quedarán aquí, pero tienen que alejarse unos veinte metros del otro. Mucha suerte.

—Vamos a necesitarla —dijo Lilith con un poco de temor.

—Oye —Me alejo de Chris y tomo una de las delicadas manos de Lilith entre las mías—, todo va a ir bien. —Sus ojos azules se oscurecen y asiente, aún insegura—. Esa es mi chica.

Lilith se fue con Talia y Tommy.

—Pequeña —Chris se acerca a mí y me da un beso casto en los labios—. Regresa pronto.

—Hermano, ni que tu chica fuera a la guerra —comenta Cameron con tono juguetón—. Va a estar bien. Si una persona tuvo las agallas en pararte los pies antes que le dijeran cosas bonitas, este Torneo le será como anillo al dedo.

Sonrío al recordar la noche en la que Chris llegó al colegio. ¡Qué momento más memorable!

—Anda, pesado —añade Javier y ambos sonríen.

—Ten mucho cuidado, Brenda —dice Austin con el rostro de mi amiga en sus manos

—No voy a la guerra, soldado. Es solo un examen. —Ella le da un pequeño beso.

—Concéntrate en el Torneo. Después nos encargamos de Dorian —susurra Chris y aprieta mi mano con suavidad.

—Chicos, deben colocarse en su lugar —apremia la directora—. No podemos perder más tiempo. —Nos colocamos en nuestro lugar y miro a mis amigos—. Hora de comenzar —habla la directora bien alto.

Escuchamos un disparo y corremos bosque adentro. Lo que me encontré fue peor de lo que pensé. En los primero veinte metros casi soy mordida por una planta carnívora de dos metros de altura. Congelarle me dolió mucho, pero tengo que seguir mi camino. La vegetación es demasiado espesa y correr aquí dentro va a ser muy difícil.

Chicos, necesito ayuda —habla Talia por el reloj.

¿Qué ocurre? —pregunta Cam.

Estoy en mitad de unas arenas movedizas —responde con temor—, y me estoy hundiendo con mucha rapidez.

Yo me encargo. No te remuevas, o eso solo empeoraría —habla Brenda.

—No se retrasen mucho —ordeno.

Entendido —responden ambas.

Sigo corriendo, alejando la espesa maleza frente a mí, cuando una rama me golpea con fuerza en el pecho y me lanza a la tierra con un sonido seco, dejándome casi sin aliento.

¿Allison? ¿Qué pasó? —pregunta Tommy.

—Me acaba de golpear un sauce boxeador. Yo estoy bien —contesto con una pequeña mentira. El aire me falta y el pecho me duele por el impacto.

Te compadezco, compañera —dijo Brenda—. Pasar una cosa de esa no será fácil. Cuando se siente amenazado, golpea a todo ser viviente. Pensándolo bien... me recuerda mucho a Javier.

¡Oye, puedo escucharte! —protestó el aludido y todos reímos.

Concentración, muchachos —interviene Chris—. Recuerden que es una prueba

—Brenda, ¿cómo lo tranquilizo? —pregunto.

No puedes —dice sin más y gimo por lo bajo—. Les dejo. Tengo a Talia a unos metros adelante.

El árbol es inmenso. No tiene nada que ver con el sauce boxeador en las películas de Harry Potter. Su tronco es muy alto y ancho. Tiene diferentes ramas gruesas y sus puntas son circulares. Así es como golpean a su oponente. Lo malo de esta especie es que tiene desde las raíces hasta la copa de esas ramas gruesas,

Pequeña, ¿sabes lo que es la Capoeira? —pregunta Chris.

—¿En verdad estás pensando en un baile brasileño justo ahora?

Chris tiene razón. Allie —habla Cameron—. Los sauces boxeadores se mueven hacia donde está su oponente. Cuando vaya hacia ti, solo tienes que moverte como toda una brasileña.

—No puedo creer que estoy escuchando esto. ¿Están seguros que funcionará? —pregunto intentando que una rama no golpee mi cabeza.

No —responden al unísono los hermanos Gray.

—No están ayudando.

Es la única alternativa —habla Lilith—. Si lo rodeas, perderás mucho tiempo.

—No queda más que intentarlo. Chris, ¿tienes alguna canción que pueda ayudarme a mover el esqueleto? —Escucho las risas de mis amigos y el grito de victoria de Talia.

Chicos, ya estoy fuera —dice nuestra pelirroja con emoción.

Talia, necesitas bajar de peso —protesta Brenda.

¡Qué fresca eres, Brenda! —rebate la pelirroja.

—Chicos, concéntrense —intervengo—. Chris...

A sus órdenes, madame. —Unos segundos después escucho la melodía—. Espero que esta te sirva.

Las notas de "Capoeira do Brasil" de Sergio Mendes llegó a mis oídos.

Un poco de música en un examen —habla Talia—. Brenda, ten cuidado.

Ya deja de gritar, mujer —espeta aludida, y si la conozco lo suficientemente bien, nuestra amada asiática puso los ojos en blanco.

Concentración, chicos —interviene Tommy.

—Muy bien, esperemos que funcione —intento darme ánimo.

Salto, bajo, y después de dar mil vueltas, logro pasar el sauce boxeador por los pelos. Casi me golpea la cabeza.

—Listo, ya pasé. —Escucho gritos de victoria de mis amigos.

Apresúrate, Allison —habla Austin—. Eso te tomó un par de minutos

Sigo corriendo hacia adelante y escucho el grito de un chico. Creo que era de Vincent. Miro hacia delante debatiéndome entre seguir mi camino.

—¡Vincent! —grito con fuerza—. ¡Vincent! –exclamo nuevamente y me desvío siguiendo el sonido.

¿Está todo bien? —pregunta Cameron

—Vincent está en problemas —respondo mientras esquivo una trampa de oso con espinas. ¿A quién rayos se lo ocurrió poner eso aquí si ninguno puede curarse a sí mismo?

Déjalo, Allie. Esto es una competencia —replica Javier.

—¡Ayuda! —Esta vez se escucha más cerca.

Parece mentira que no conozcas a mi chica, León —comenta Chris con sorna y escucho el resoplido de Javier—. Pequeña, no te demores. Te estás alejando mucho de tu trayectoria inicial.

—Lo intentaré —respondo. siguiendo los gritos de mi compañero

Para cuando lo encuentro, está siendo arrastrado por unas hiedras en dirección a una planta carnívora. Él es de Tierra, pero todo lo que hace para defenderse parece inútil.

—¡Ayuda! —grita una vez más.

—¡Vincent! —Él mira hacia mí y veo el terror en sus ojos café.

—¡Ayúdame, Allison! —grita, desesperado.

Uno mis manos para lanzar agua caliente hacia la hiedra y la planta carnívora con cuidado de no lastimarlo. La planta chilla y lo deja libre al instante. Vincent se levanta rapidez, y corre hacia mi lado.

—¿Estás bien?

—Asustado, pero bien.

—¿Qué pasó? Se supone que tienes la capacidad de salir de esta. Este es tu elemento.

—Hay algo raro aquí, Allison. Esas plantas se mueven, pero es como si su esencia se hubiera esfumado. Como si estuvieran muertas por dentro —responde y apoya la palma de las manos en sus rodillas—. Gracias.

—No hay de qué. ¿Qué haces por aquí?

—Me perdí al entrar en el bosque —responde irguiéndose en su lugar y mira a nuestro alrededor. Unos rayos de sol atraviesan las hojas del árbol a mi lado.

—Ve en esa dirección y no te desvíes. —Le señalo hacia mi izquierda.

—¿Cómo lo sabes?

—Fui una exploradora cuando niña. —Escucho una soga desgarrarse—. ¡Cuidado!

Empujo a Vincent hacia atrás y una jaula cae del árbol, quedando yo atrapada en el interior.

—¿Estás bien? —pregunta al levantarse del suelo. Coloca sus manos en los barrotes y mira la enorme jaula intentando encontrarme una forma de sacarme de ahí.

—Vete, Vincent —digo con frustración.

—Pero...

—Vete —reitero—. No pierdas tu tiempo. —La indecisión cruza por sus ojos color café—. No te preocupes por mí. Ya sabré cómo salir de esta.

Él va corriendo en la dirección que le había dicho y suspiro.

Esta niña tiene el corazón demasiado grande —dice Austin.

No sé si odiarla o quererla —añade Brenda.

Por eso es que la amo tanto —comenta Chris y sonrío.

¿En verdad puedes arreglártelas sola? —pregunta Cameron.

—No se preocupen por mí y sigan adelante. Nos vemos en la montaña.

Ten cuidado, McKenzie —insiste Javier con voz grave.

«¿Cómo salgo de esto ahora?», pienso frustrada.

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