Capítulo 43 «Secreto a medias»
Siento como si hubiera pasado una eternidad desde que salí del colegio. Por las ventanas veo caer los copos blancos de nieve y el crepitar de fuego de la chimenea calienta la casa, pero mi cuerpo está tan frío como la nieve fuera de casa. Parece mentira que en estos cinco meses haya conocido tan buenos amigos.
Katie pasó ayer por aquí para contarle sobre mi "nuevo colegio". Mentirle se me hizo muy fácil. Ella es mi mejor amiga desde que llegué a esta ciudad hace unos dos o tres años, pero no me sentía con tanta familiaridad como con Brenda.
Como extraño a esa loquilla de cabellos negros y ojos color café. La risa tímida y los ojos azules de Lilith. Las locuras e inventos de Tommy Valent. La mirada mordaz de Talia y su cariñoso novio Cameron Gray. Los chistes y sonrisas de mi amigo Austin, y los constantes esfuerzos por salvarle el pellejo a Javier en las pruebas de Álgebra e Historia.
Pero sobre todas las personas, extraño a mi chico de cabello negro y ojos como la noche. Su sonrisa ronca socarrona pero sincera. Sus labios finos y hoyuelos en las mejillas. Los abrazos que me dan calor hasta en el día más frío. A ese chico que en poco tiempo se ganó mi corazón con banalidades, pequeños detalles y entrenamientos a las tantas de la noche por mi "supuesto bien", aunque debo decir que me sirvió bastante. Tonifiqué mi cuerpo y me siento en más confianza conmigo misma.
Todas estas personas hicieron que olvidara la angustia y añoranza que sentí a principio de curso cuando atravesé las puertas de "Elements".
—¿Les extrañas? —pregunta mi madre cortando mi línea de pensamientos.
—Demasiado —contesto con un hilo de voz. La melancolía llena mi cabeza y corazón al pensar en ellos—. Nunca creí que sería así. Han pasado solo unos días desde el solsticio de invierno y siento como si no los viera desde hace meses. —Ella sonrío por lo bajo.
—Cuando vi a Camille, Brad y Héctor —Respira con profundidad y coloca su mano en el cristal—, tuve que contenerme para no llorar. Conozco a Héctor desde que tengo cinco años, pero Brad y Camille se hicieron parte de mi alma cuando entré a "Elements".
Se aleja de la ventana y se acomoda en el sofá cerca de la chimenea. Yo me siento a su lado y nos quedamos en un silencio cómodo.
—Esas son amistades para toda la vida, Allie. —Ahoga un respiro y las flamas se reflejan en sus ojos cristalizados—. Estás en la edad donde se forman las verdaderas amistades, cariño. Si sientes añoranza por ellos, es porque los tienes arraigados en las raíces de tu corazón.
—¿Contando historias del colegio? —pregunta papá, sentándose a mi lado con una taza humeante de chocolate, y yo asiento—. Esos si fueron buenos tiempos.
—Mamá, papá, necesito hacerles varias preguntas.
Mamá acomoda su rodilla derecha encima del sofá y se gira hacia mí. Mi papá coloca la taza en la mesa de cristal frente al sofá, pasa su brazo por mis hombros y me atrae hacia él.
—¿Qué quieres saber? —pregunta él y besa mi cabello.
—¿En qué momento supieron que no era una simple chica de agua?
Mi madre mira hacia mi cabeza y conociéndolos bien, intercambiaron miradas. Ella aprieta los labios y estruja sus manos con nerviosismo.
—Cuando naciste, tu padre y yo decidimos irnos de vacaciones a un crucero. Estuvimos ahorrando durante casi un año para poder ir. No lo teníamos muy fácil en ese tiempo. Estábamos cerca de la proa, cuando el tiempo cambió de repente. El viento sopló con violencia en la cubierta del barco, el cielo se oscureció de forma tenebrosa y el mar golpeaba con fuerza el casco de la embarcación... —Mi madre detiene su relato abruptamente y respira una vez más.
—Creímos que los del consejo y ministerio Elements nos habían encontrado —continúa papá con el relato—. Una ráfaga de viento empujó a tu madre hacia la baranda del barco y tú caíste al agua. —Ahogo un grito—. Detuvieron el barco ya que un marinero había visto todo lo ocurrido. —Su voz se va quebrando con cada palabra.
—El viento y las aguas se detuvieron de repente y los cielos se despejaron —sigue mamá—. Te buscamos durante días, pero era imposible que un bebé de dos meses de nacida hubiera sobrevivido con esa tempestad. No podíamos pedirle ayuda a nadie, ya que el consejo estaba detrás de nuestras cabezas. Aún con nuestras conexiones al agua, no pudimos hallar tu rastro.
—Tu madre lloró desconsoladamente, y al cabo de un mes nos dimos por vencidos.
—Un día decidí ir al mar con tu padre. Cumplías cuatro meses de nacida, cuando vimos un pequeño bulto cerca de la orilla bajo una palmera. Yo me acerco con mucha cautela, y una sonora carcajada nos llamó la atención. Era una pequeña de ojos verdes y cabello rubios. Al vernos, sonrió mucho más de la cuenta. —Una lágrima recorre su rostro.
—Tu mamá estaba tan fuera de sí como yo. ¿Cómo era posible que alguien abandonara a un bebé tan pequeño?
—Tu padre te acogió en sus brazos y en el muslo vimos tu pequeña marca de nacimiento. Ese día sentí que el alma había regresado a mi cuerpo. Mi pequeña había vuelto —termina de relatar mi mamá y toma mi mano entre las suyas.
—Mamá, esa es la historia más alocada que he escuchado en mi vida —comento y ella sonrió. Pero sabía perfectamente que Raquel estaba detrás de todo eso.
—Ese mismo día te llevamos al hospital para verificar tu salud. Una amiga nuestra hizo una prueba de ADN y en efecto, eras nuestra pequeña Allison McKenzie —añade papá acariciando mi hombro—. Cuando te encontramos ya tenías ese collar. Comenzaste a crecer con rapidez. A los cinco meses dijiste tu primera palabra y a los seis ya estabas corriendo, ni siquiera caminaste o te tambaleaste. Te agarraste a la pata de una mesa y saliste corriendo. Tu madre casi se desmaya del susto —termina de contar y deja escapar una sonrisa.
—Tu desarrollo no era normal —explica ella con voz cansada—. Crecías con mucha rapidez y para cuando tenías cinco años, tenías la inteligencia de un niño de ocho. ¿Recuerdas esa vez que nuestro gato casi muere y tú le salvaste? Nos dimos cuenta que no eras simplemente un usuario de agua.
—Tuvimos que mudarnos rápidamente. El consejo se daría cuenta en cualquier momento y no podíamos correr el riesgo que te captaran como una chica prodigio en el mundo humano. Después de mudarnos a Carolina del Norte, Raquel apareció en casa como profesora de tu colegio —añade papá con un matiz de asombro.
—¿Raquel? ¿La primera chica del elemento vida?
—Nos pidió disculpa por el dolor ocasionado porque ella fue la que ocasionó la tormenta de ese día. —Papá suelta una carcajada limpia y logra calmarse después de la mirada trazadora de mamá—. Tu madre casi le cae a golpes cuando escuchó aquello. Dijo que habías sido elegida por ella misma para ser un usuario vida. No nos dijo porque te eligió, solo que eras una chica muy especial y que nunca te quitaras el collar. Esto último lo enfatizó muchas veces.
—Ella nos dio diferentes instrucciones de cómo cuidarte y enseñarte —añade mamá con voz suave—, y nosotros aprendimos en el camino.
—Cuando hacías algo fuera de lo normal, nos mudábamos nuevamente, y Raquel nos volvía a encontrar para darnos más instrucciones y ver tu progreso —agrega papá acariciando mi brazo.
—Cuando tu padre fue atacado por un cold en las afueras de su trabajo, temimos por tu vida y por la de tu hermana, así que nos mudamos a esta ciudad.
—¿Fuiste atacado fuera del trabajo?
—Uno de mis compañeros murió en el trayecto —responde él con tristeza—. Nos escondimos aquí y nunca tocamos el mar nuevamente. Fuiste creciendo y tu necesidad de tocar el agua del mar o de la playa iba en aumento. Sabíamos que algún día tendrías que regresar a él.
—Un día, Ellie y tu presionaron a ir a California a surfear. Unos días después, llegó la carta de tu entrada al colegio de Rebeca Carlisle —mamá termina de relatar y suspira. Nos quedamos en silencio por unos minutos.
—¿Algo más que quieras saber? —Pienso con cuidado ante la pregunta de papá. La siguiente que tengo en mente es un poco dolorosa para ellos.
—¿Cómo murió el padre de Austin?
—John Parker —comienza mi papá en tono pensativo—. Ese hombre era la sabiduría personificada. Fue la primera persona en notar el amor que sentía por tu madre. Al ser bibliotecario, tenía que ser una persona bien protegida. El conocimiento de un bibliotecario Elements es primordial y esencial. En esa pequeña cabeza entra tanta información como no puedes ni imaginarte. Su vida está por encima del mismo director del colegio. Él no era un bibliotecario. John era "el bibliotecario"
—¿De verdad? —pregunto con asombro.
—John fue nuestro entrenador personal. Todo lo que conocemos de nuestro elemento lo sabemos gracias a él y nos eligió como guardianes personales —explica mamá con voz cargada de dolor—. Más que guardianes y bibliotecario, éramos muy buenos amigos. Nuestra relación era tan cercana que ofició nuestra boda. Estábamos en su casa como siempre. Brad y Camille se reunieron con nosotros ese fin de semana. Hannah y Hugh se nos unieron más tarde. Esa noche, los cold atacaron.
—Fue todo un revuelo esa noche. Nos atacaron de imprevisto. Eran solo dos, pero sabes que su poder y fuerza aumentan. Creo que esa noche escondimos a Austin en una alacena o en un armario. Unos minutos después, John fue atravesado por una saeta de fuego —añade papá y noto como sus ojos comienzan a cristalizarse por las lágrimas.
—La ira que todos sentimos por eso pudo con nosotros —continúa mamá—. Unimos nuestros poderes en dirección al asesino y lo aniquilamos. Hannah murió esa noche, y Austin vio como su padre fue asesinado frente a sus ojos. El dolor que sentimos esa noche no era ni una quinta parte de lo que ese pequeño sufrió a esa edad. Ver que una persona que amas muere frente a ti, te cambia completamente.
—Después de todo lo ocurrido, lo llevamos con Rebeca y dimitimos en nuestro cargo. Todos se opusieron y el ministerio Elements nos dio caza. Conseguir trabajo no fue fácil los primeros meses —murmura papá en tono triste.
—Cuando quedé embarazada de ti, fue mucho más difícil. —Recordé lo que Syryna me había contado. Entre ella y Rebeca habían ayudado a mis padres todo este tiempo sin que ellos lo supieran.
—Nos alegramos mucho cuando vimos a Austin en el colegio —añade papá cambiando el rumbo de la conversación—. Se parece mucho a John.
—Él y Brenda hacen una linda pareja —añade mamá—. ¿Cómo se conocieron ustedes?
—La torre del elemento Vida me dio un poco de curiosidad. —Una mentira a medias—. Ahí me encontré con Austin y así comenzó nuestra amistad.
—¿Qué me dices del chico Gray? —pregunta papá.
—¡Serás cotilla! —Los tres sonreímos—. La historia es un poco complicada. Solo puedo decirles que la primera noche que llegó al colegio, me besó.
—¿Ah, sí? —dice mi madre con ironía y sus ojos se desvían hacia papá—. Eso me recuerda a alguien.
—Ni que te hubieras negado —rebate papá y escucho una sonrisita de su parte—. Lo que si recuerdo claramente fue tu mano golpeando mi cara y tu beso después de eso. —Dejo escapar una carcajada al ver las mejillas de mamá tornarse rosadas.
—La noche que Chris me besó, terminó con un chorro de agua fría en la cabeza.
—Esa es mi pequeña —dice mamá y chocamos los cinco sonriendo.
—Las mujeres McKenzie son duras de roer.
—¿Por qué se cambiaron los nombres?
—Erick y Mía Adams quedaron en la historia la noche en que John murió. El nombre de la madre de Austin era Allison Elizabeth. Las llamamos a ustedes así para recordarla. Aunque dudo que esa mujer sea difícil de olvidar. Steve, ¿recuerdas esas arepas venezolanas que ella hacía?
—Anne, pensar en ellas se me hace agua la boca. Esa mujer tenía un don excepcional para la cocina.
—Allie —interrumpe mi pequeña hermana desde la entrada de la sala de estar—, ¿duermes conmigo esta noche?
—Claro, pequeñaja. —Ella estruja sus pequeños ojitos verdes—. Buenas noches.
Beso a mis padres y subo a la habitación de la enana. Se acurrucó en mi pecho y nos quedamos dormidas al instante.
—Allison.
—–Hola, Syryna —respondo y la brisa de las playas de California despeina mi cabello—. ¿Cómo está Raquel?
—Recuperándose lento, pero bien. Solo queríamos saber cómo estabas.
—Cansada, agotada, agobiada, y extrañando a mis amigos. Pero estoy contenta de estar en casa con mi familia.
—Me alegro. Ambas te deseamos una Feliz Navidad y esperamos que lo pases llena de alegría y con regalos sorprendentes.
—Muchas gracias a las dos. No saben cuánto les agradezco que me ayudaran a recuperar a Chris.
—Debes tener mucho cuidado, Allison. Lo que hicimos puede traer consecuencias. Para que alguien viva, otro tiene que morir.
—Por favor, no —ruego con angustia.
—Salvaste a Austin una vez, y murieron cuatro esa noche a pesar de que eran cold. Salvamos a Chris y no sabemos en quién puede repercutir ese cambio en el ciclo de vida ya que eso no es momentáneo. Esperemos que la muerte de Jessie Carmington y los suyos sea suficiente para cobrar la vida salvada de Christopher Gray.
—Me estás asustando, Syryna.
—Es el ciclo de la vida. Salvaron a Raquel cuando pequeña y Cassandra murió con los años. No se puede repetir. Nos jugamos mucho esa noche. Es una advertencia que te damos ambas y te suplicamos que no vuelva a pasar.
—Comprendo. Gracias por avisarme con antelación.
—Felices fiestas, pequeña Allison.
—Felices fiestas. —Syryna se desvanece y caigo en la oscuridad del sueño.
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