Capítulo 40 «La cara del traidor»
Corro hacia el bosque lo más rápido que me dejan las piernas. Solo espero llegar directamente hacia la capilla y no perderme en el camino. Con mucha suerte, estoy minutos después frente a la enorme puerta. La otra sigue en el suelo por la batalla contra Amy y Jenna.
Me fijo en el arco donde están tallados los cinco elementos. La secuencia es la misma para todos menos el ave Fénix. Algunas veces tiene el pico hacia la izquierda y otras hacia la derecha. Este aparece como último, después de tercero y después como primero seguido por el otro fénix. La secuencia es último a la derecha, tercero a la izquierda, primero a la izquierda, o esa es la lógica que entiendo.
Atravieso la entrada y miro las vidrieras. La última a la derecha es el dragón, la tercera a la izquierda es el ave fénix y la primera a la izquierda el dragón nuevamente o la que estaba completamente destruida. Aquí debe existir un patrón.
La cabeza del dragón a mi derecha mira hacia la puerta mientras que el de la izquierda mira hacia el de atrás. El ave fénix a la derecha tiene sus garras abiertas y en la izquierda están cerradas. «¿Qué significa la roca? Si tan solo pudiera saber el diseño original», pienso mientras me posiciono debajo de la vidriera del dragón a la derecha. Este mira una inscripción en la parte alta de la puerta que no había notado cuando vine por primera vez.
—Izquierda es derecha, derecha es izquierda, arriba es abajo, adelante es atrás. ¡Qué inscripción más rara! Se parece mucho a la de Merlín. —Sonrío y luego comprendo.
Miro hacia la derecha a la vidriera completamente destruida. Me acerco a ella y en el suelo veo otra inscripción. Es como el dibujo de un delfín. Miro hacia la vidriera del delfín. Este salta entre las olas con la cabeza hacia abajo
–Izquierda es derecha, derecha es izquierda, arriba es abajo. —Corro hacia el delfín y miro al techo. Cae exactamente en unos querubines con la flecha en dirección hacia la puerta—. Adelante es atrás. Si la puerta está adelante, detrás está la enorme mesa de piedra. —Me acerco a la mesa, pero está completamente plana y llena de polvo—. La piedra debe ser el último indicio. —Palpo la superficie, pero no hay rastro alguno de abertura o cerradura—. Tiene que estar por aquí.
Toco el suelo con suavidad. Al sentir algo metálico, doy un grito de victoria. Soplo un poco y veo cuatro baldosas alrededor de la cerradura. Cada una tiene los símbolos del colegio inscritos en ellas. En el bordillo superior de la piedra hay una inscripción: Al mismo tiempo, todos irán abajo, pero mayor será, quien tenga el peso del legado.
—¿Es en serio? ¿Este hombre vivía solo a base de acertijos y rimas? —Con frustración, me siento en el suelo lleno de polvo. Este tiene que ser el lugar—. ¿Por qué es tan complicado decir las cosas claras? ¿Qué lo costaba ser claro y conciso con las instrucciones?
—¿Necesitas ayuda ahí? —dice una voz al otro lado de la mesa de piedra. Me asomo y sonrío. Creí que había sido la imaginación.
—Brenda.
Me levanto y corro hacia ella. Fue tanto el impulso, que caemos hacia atrás y ella suelta un quejido de dolor.
—¿No hay abrazo para mí? Me siento un poco ofendido —habla alguien más y veo a mis amigos entrar por la puerta con cara de cansancio y dolor físico, pero estaban ahí.
—Javier —digo emocionada—. ¿Qué hacen aquí? —Me levanto y ayudo a Brenda a ponerse de pie—. Deberían estar descansando. —Brenda golpea mi cabeza con la mano.
—Te lo dijimos hace menos de una hora, pequeña. No te vamos a dejar sola. —Chris me abrazó con fuerza y recuesto mi cabeza en su pecho.
–Les voy a ser sincera. De verdad los necesito —comento, sonriendo hacia ellos.
—¿Ven? Se los dije. Ya sé que no puedes vivir sin mí —comenta la asiática con sorna.
—Mira que esta niña es tonta —habla Talia negando con la cabeza—. Salvaste mi vida y estoy en deuda para siempre contigo.
—También te debo mi vida, Allie, y te estoy eternamente agradecido —añade Austin y abraza a Brenda por la cintura.
—Muy bien, chicos. Tenemos trabajo que hacer —interviene Javier.
—¿Encontraste algo? —pregunta Tommy y asiento.
—Vengan conmigo.
Bordeamos la piedra y les muestro el picaporte en el suelo.
—¡Qué raro! —dice Tommy poniéndose de cuclillas—. Chris, Talia, Cameron, ¿podrían iluminar aquí?
Al momento, los tres chicos tienen en cada palma de sus manos una flama de fuego.
—También vi esto. —Señalo la inscripción en la piedra.
—Al mismo tiempo, todos van abajo, pero mayor será quien tenga el peso del legado —murmura Lilith—. ¿No podía ser una persona normal y decirlo directamente?
—Eso mismo pensaba yo —secundo y chocamos los cinco—. Alrededor del picaporte están los símbolos del colegio. No tenemos más pistas. —Bufo frustrada y murmuro las palabras de Syryna—. Busca en su lugar favorito, apoyándote fuertemente en tus seres.
—¿Dijiste algo? —pregunta Chris.
—Algo que recordé. Austin, ¿cuál era el lugar favorito de Raquel? —pregunto.
—Las rocas del desierto Disyr, o así es como las llama en su diario —contesta frunciendo el ceño.
—Las rocas —murmuro.
Me levanto en dirección a la vidriera de la roca que está casi destruida. La baldosa tiene una flama de fuego. Miro hacia adelante y el dragón tiene su cabeza en dirección al otro al final de la capilla.
—Talia, Cameron, vayan hacia el primer dragón que está cerca de la puerta. Lilith, Tommy, diríjanse hacia el delfín en esta pared. Austin, Brenda, tomen la vidriera que está completamente destruida. Javier, Chris, vengan un momento.
Una vez todos puestos en su lugar, me dirijo hacia el picaporte. Coloco mis manos de forma tal que presiono las baldosas alrededor del picaporte al mismo tiempo.
—¿Estás segura de esto? —grita Tommy.
—No —respondo.
—¡Vaya, qué alivio! —comenta la pelirroja con ironía y sonrío.
—Cuando cuente hasta tres, cada uno de ustedes pisara al mismo tiempo la baldosa que tiene la inscripción.
—Allison, la nuestra no tiene —añade Cameron.
—¡Presiónenlas todas! —grito—. ¿Están listos?
—¡Sí! —contestaron algunos.
—No —responde Lilith, con temor.
—Todo va a estar bien, enana —digo dándole fuerza—, o eso espero —murmuro por lo bajo—. A la cuenta de tres... Tres.
—La madre que la parió —protesta Chris.
Presiono con mis manos y las baldosas se hundieron. Una luz dorada comienza a traspasar los bordes del picaporte y de las baldosas frente a mí.
—Está funcionando —grita Lilith. Escucho el grito de victoria de mis amigos.
—¿Ahora qué hacemos? —pregunta Javier.
—Ni idea —contesto.
Tomo el picaporte y escucho el grito de Chris:
—¡Allison!
Un momento después, termino encima de muchos almohadones y un colchón esponjoso. Muchas plumas blancas comienzan a caer a mí alrededor después de la caída.
«Creo que rompí uno de los almohadones», pienso mientras acaricio una pluma. «¿Son reales?», pienso y elevo mi cabeza.
Una vez sentada en la mullida cama, observo detenidamente la habitación con paredes de color marfil y columnas blancas. En las columnas crece una hiedra con diversas flores amarillas y blancas muy pequeñas. Desde el centro del techo blanco hasta las columnas caen hermosas telas de color turquesa.
El suelo es de mármol blanco que brilla por los rayos de sol que atraviesan las ventanas de cristal. Escucho el correr del agua desde afuera. Con lentitud y curiosidad me acerco la ventana de la que provenía el sonido del agua y el impacto de la pintura de colores frente a mí fue grande.
Frente a mí se extiende un paraje hermoso lleno de flores de todos los colores. Azules, rosas negras, blancas y rojas, violetas, lirios. El césped está recién podado. Entre las flores se distinguen diferentes arbustos en forma de figuras: un gato gigante sentado en sus patas traseras y su cola enroscada a su alrededor. Un elefante con la trompa hacia arriba y levantado en sus patas traseras. Creo que hasta hay una jirafa y un ciervo de largos cuernos. En la lejanía se ven diferentes tipos de árboles hasta donde alcanzaba mi vista. Sauces, robles, pinos, manzanos. Esto tiene que ser un sueño.
—Veo que al fin llegas —dice una voz a mis espaldas y me giro instantáneamente en forma de combate—. Tranquila, Allison.
Frente a mí, está la viva imagen de Cassandra pero con el pelo rubio y ojos violetas. Piel pálida con algunas pecas en las mejillas y encima de la fina nariz. Unos jeans de cuero se amoldan a su delgada figura y un top de cuero negro cruzado en el cuello cubre su torso dejando ver su abdomen plano.
Su brazo derecho está tatuado por un enorme dragón carmesí con escamas doradas con la cabeza en el hombro y la cola termina en el reverso de la mano. En el antebrazo izquierdo hay un árbol torcido con ramas y raíces secas. En su cadera derecha, una paloma está dormida en su nido y en la parte derecha de su cuello veo unas pequeñas gotas de agua. El detalle más importante de todos: Raquel no pasa de los veinticinco años.
—¿Te gusta lo extravagante? —Enarco una ceja y me cruzo de brazos—. Te imaginaba de otra forma. —Ella pone sus ojos en blanco y dejo escapar una risita.
—Dios mío, hablas igual que Syryna —dice con una voz dulce y cantarina—. ¿Tienes hambre?
—No tengo tiempo, Raquel. ¿Dónde está la tumba? —Ella sonríe de soslayo.
—Allison, esta es la tumba.
—¿Eh? ¿Pero qué hay del sarcófago y el corazón rosa? No puedo creer que todo esto haya sido en vano. No me digas que todo es mentira —añado abatida.
—No, Allison. Una vez que salgas de aquí lo verás claramente. Solo el elegido podrá tomarlo. —Había escuchado algo de es—–. Es cierto. Tengas los ingredientes o no, para sacarlo de su lugar, solo la persona de corazón puro podrá tomarlo y usarlo. Tenlo presente.
—¿Qué es este lugar?
—Esta... es mi casa, o una imitación de lo que fue en su tiempo.
—¿Ustedes vivían aquí? —La sorpresa en mi voz le hizo sonreír.
—Mi madre era la segunda a cargo del consejo —explica como si fuera algo normal–. No puedes esperar que viviéramos en una casa de madera. —El asombro en mi rostro le hizo resoplar—. No me digas que Camille está... Dios mío. Uno intentando mantener el prestigio, y otros hacen lo posible por arruinarlo.
—Lo dice la que debe meterse en un cuerpo ajeno durante unas horas —comento con ironía y ambas sonreímos—. Raquel, necesito salir de aquí. Mis amigos me esperan. Están muy débiles y temo por ellos. —Asiente con lentitud.
—¿Tienes algo que preguntarme antes de irte? —Pienso detenidamente su pregunta y asiento.
—Tengo dos preguntas. ¿Cuándo nos vimos por primera vez?
—Tenías unos meses de nacida. Tus padres iban a bordo de un barco. ¿Cuál es la otra?
—Espera. ¿Un barco?
—¿Esa es tu siguiente pregunta?
—Pero...
—El reloj corre, Allie. —Bufo por lo bajo y pienso la siguiente pregunta.
—¿Dónde puedo encontrar a Dorian?
—Si eres una merecedora de su presencia, él te encontrará primero.
—No me digas. —La ironía en mi voz le hace sonreír.
—Una cosa más. Cuando salgas, destruye el corazón.
—¿Te volviste loca? No puedo hacer eso.
—Sobreviviré. Esta no es la única casa que tengo, aunque es la más cercana al colegio. Muchos quieren mi poder, pero pocos pueden obtenerlo. Por cierto, ¿dónde estoy?
—En la capilla. —Ella sonríe por mi respuesta.
—Arthur como siempre.
—¿Nos volveremos a ver?
—Por favor, querida, soy un hueso duro de roer. Nunca me fui de tu lado —comenta mofándose—. Dale mis saludos a Syryna. —Frunzo el ceño, confundida—. Ups. Nos vemos.
—Espera... —Aparezco en el mismo lugar cerca de la mesa de piedra–. La madre que la parió —espeto, estupefacta.
—¿Allison? —pregunta Talia y me levanto de un tirón emocionada.
—Estoy... aquí —La emoción en mi rostro se esfuma cuando veo que mis amigos están en serios problemas.
Talia y Cameron están encerrados en un cubo de hielo hasta el cuello hecho por Mathew. Tommy y Lilith están rodeados por una cárcel esférica de agua construida que les llega hasta el cuello por Phil. Austin y Brenda están rodeados por un muro de fuego creada por Víctor.
Javier está golpeado en el suelo y envuelto hasta los hombros en un capullo de ramas creado por Caroline, y Chris está inmovilizado por dos más. ¿Lo peor de todo? la persona que menos pensé tiene en la garganta de mi chico, un cuchillo con la hoja de piedra roja.
—Creí que nunca saldrías de ahí —habla el traidor con sorna.
—Jessie —susurro.
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