Capítulo 23 «Nuevo compañero»
Camino con paso lento hacia la biblioteca. Una catarsis de sentimientos me golpea sin compasión. No puedo creer que sea tan débil. Me asombra cómo las personas pueden romper una promesa tan fácil y regresar a pedir perdón como si nada hubiera pasado, intentando aparentar normalidad. Y luego estoy yo, que perdono tan rápido como si ese episodio no hubiera pasado. Como si mi corazón no se hubiera roto. Como si la confianza no se hubiera quebrado un poco. ¿Soy débil por eso? ¿Honestamente? No tengo ni idea y tampoco quiero saber la respuesta.
—Menos mal que llegas. Estaba... —Austin deja de hablar cuando ve mi rostro—. ¿Qué ocurre?
Inspiro con profundidad y suelto el aire con un resoplido. Acomodo mis codos encima de su buró y dejo caer la mejilla en la palma de la mano derecha.
—Debes estar pasándolo fatal con Alice a tu alrededor.
—Javier no me gusta —insisto en susurros en tono cansado.
—Yo no hablé de Javier —comenta divertido y resoplo—, pero te molesta la decisión que tomó. —Apoya los codos en su mesa y deja caer el mentón en sus manos—. Haremos una cosa. Olvidemos por un tiempo los problemas sociales y concentrémonos en los sobrenaturales, que son mucho peor.
Rodea la mesa y nos dirigimos a la última planta. Austin toma varios libros de los estantes y los coloca en la mesa más próxima.
—¿Para qué es todo esto? —pregunto, sentándome en una silla marrón.
—Estudiarte —responde y frunzo el ceño—. A ti no, Allie, al elemento.
—Austin, te das cuenta que mi elemento es agua y la información está en la torre del al lado, ¿verdad?
—Eso pensaba yo... hasta que vi lo de anoche. —Abre un libro y busca en varias páginas hasta que se detiene en una—. Aquí está. —Coloca el libro frente a mí para leer el título del capítulo.
—¿El corazón eterno? Austin estás más loco que una cabra. ¿Qué cosa es esto?
—Esto es conocido como el corazón de Raquel —contesta, dando paso a que la curiosidad me embargue.
—Muy bien. Ya esto se está poniendo interesante. —Me acomodo inclinándome adelante con los codos encima de la mesa.
—Sabes que Raquel sufrió heridas muy graves en la última batalla en contra de su hermano Dorian. —Asiento—. Pues bien. En su último diario, Raquel tomó una decisión. Syryna, su mejor amiga, tenía que llevarla cerca del mar y allí le daría una parte de su corazón a Poseidón. —Suelto una carcajada limpia.
—¿A los dioses griegos también le gustaba este jaleo? ¿Ella no podía tener una muerte tranquila rodeada de hijos y gatos viviendo en una cabaña en mitad del bosque? A esta gente de verdad le gusta complicarse la vida. —Austin sonríe y niega con la cabeza.
—Déjame seguir, Allie. Raquel le entregó una décima parte de su corazón a Poseidón con una petición. "Cuando el peligro se encuentre contigo, entrégale esta pieza al escogido. Elige sabiamente o te enfrentarás a un gran castigo".
—¿Una rima? —pregunto, y él suspira frustrado.
—Seguimos. Raquel dejó parte de su corazón por todos lados. Cielo, tierra, fuego. Cada uno de ellos tenía la misma misión. Se dice que Raquel dividió su corazón en 10 partes. Hasta ahora han aparecido 6 personas con el elemento vida.
—Por esa razón es que el elemento no se basa en uno solo, sino que está dividido entre ellos. Significa que hay cuatro más —comento.
—No tan rápido. Syryna escribió la última hoja del diario de Raquel o eso es lo que mi padre me dijo. Un pedazo de ese corazón se encuentra en la tumba de Raquel. Eso significa que todavía quedan varios usuarios vagando por ahí.
—O aún no han nacido.
—Yo creo que tengo uno delante —susurra y miro a mi alrededor.
—¿Yo? —Él asiente cuando me señalo—. Austin, ahora mismo he comprobado que estás como un cencerro. Es imposible. Mis padres son de agua y ambos son normales. ¿No se supone que deba haber algo raro?
—¿Algo raro? Desde que llegaste a este lugar pasan cosas raras.
—No me estás ayudando, ¿sabes?
—Primero rompes el espejo encantado que durante miles de años jamás ha tenido ni una fisura, el aumento de los ataques cold al colegio, y si le sumamos lo ocurrido en la capilla y en la noche de ayer... —Se cruza de brazos como si su conclusión fuera verídica—. Para mí todo concuerda. Solo faltaría que tuvieras una hermana menor. Sería lo único que no encajaría con mi hipótesis.
—¿Qué hay con eso? —Él se acercó un poco para hablar más bajo.
—El elemento vida no puede tener hermanos. En realidad, ningún elegido debe tener hermano menor. ¿Conoces la ley de los primogénitos?
—He escuchado de ella pero aún no hemos llegado a esa parte de la historia con Camille.
—La ley de los primogénitos fue algo que Raquel implantó en sus años de "juventud"
—Me estás dejando en "Babi" y llegando a "Lonia", Austin.
—Dorian era el hermano mayor de Raquel. Al ver el monstruo en el que se convertía su hermano, decidió que si un elegido tenía un hermano menor, el mayor moriría a los 18 años.
—Pero eso es injusto —protesto.
—Estuve analizando, y todos los chicos que han sido "cold", tenían hermanos o hermanas menores. Así que...
—Todos cumplían 18 años. ¿Por qué ellos?
—La persona que esté detrás de todo esto, sabe que si el último elemento vida aparece, sería su fin. El corazón eterno de Raquel guarda magia muy fuerte y pura. Solo un pedazo puede hacer catástrofes. Te curas a ti misma y anoche me curaste a mí, y puedo jurarte que yo estaba más muerto que el mismo Tutankamón en Egipto. Tenías a Lilian prisionera al suelo con ramas y formaste una burbuja de agua a su alrededor. Por Dios, Allison, ¡la electrocutaste con un rayo!
—Sigo sin creerlo. ¿Por qué yo? Es más. No lo quiero. Tu eres humano, así que te lo regalo.
—Allie, en primer lugar, las cosas no funcionan así. En segundo, aún no lo sé. Ni siquiera sé cómo lo obtuviste. Se supone que los protectores de las piezas te lo entregarían en persona. ¿Ningún extraño se ha acercado a ti y te ha dado un obsequio? —Coloca sus manos encima de la mesa.
—¿Parezco una persona a la que un extraño se le acercaría? —Parpadea confundido y resoplo—. Ya te dije que no, Austin. Te estoy diciendo que mi vida era de lo más normal hasta que este verano me llegó la carta del colegio. Lo de curarte, puedo asegurarte que lo he hecho desde pequeña. Lo de anoche... no tiene mucha explicación, pero seguramente la naturaleza estaba tan enojada por todo lo ocurrido que decidió echarme una mano —explico, dando dos palmadas en su mano izquierda.
—¿Cómo explicas lo de la capilla?
—De ese episodio no recuerdo nada, así que no puedo darte una respuesta. —Se recuesta a la silla y resopla frustrado—. Si yo fuera especial, lo sentiría. Soy una simple chica de agua que tuvo un poco de suerte anoche —añado, recordando la extraña voz—. ¿Nos vemos después?
Él se levanta para colocar los libros en su lugar y me acompaña hasta la primera planta.
—Sé que desearías que todo eso fuera verdad.
—No lo deseo, Allie. Estoy seguro. —Se acerca a su mesa y me entrega un libro –. Ayer olvidé devolvértelo. —El segundo diario de Raquel.
—Muchas gracias. Tengo una hermana menor que cuidar. No puedo ser lo que buscas.
Salgo de la biblioteca en dirección a la fuente aprovechando la calma del colegio. Todos deben estar en clases. «¿Dónde estarán los del otro colegio?», pienso mientras me siento en el borde de la fuente y toco el agua con los dedos. «¿Será verdad lo que dijo Austin? ¿Por qué yo? Cargar con eso es una responsabilidad muy grande. Nah, es imposible. Si eso fuera así, Ellie no existiría. ¿Quién será el traidor? ¿Cómo los convertirá?», miles de preguntas bombardean mi cabeza.
—Este debe de ser tu lugar favorito, pequeña —dijo una voz conocida: Christopher
–Es mi elemento. Se supone que tengo que encontrar la paz en él —respondo con ironía.
—Chica inteligente, mordaz, divertida y también filósofa. Muchas características buenas, señorita McKenzie.
—¿Qué quieres, Christopher?
—Solamente hablar.
—Eso ya lo estamos haciendo —respondo, mientras saco los dedos de la fuente y los seco en mis jeans.
—Cada vez que me acerco a ti, siempre termino humillado, trastocado y con el corazón herido, pequeña.
—Vaya, otro rasgo tuyo que no conocía. Además de robar novias, zalamero, descarado y Don Juan, también eres dramático. ¡Qué clase de combinación! —digo con ironía y escucho su carcajada sentándose frente a mí.
—¿Puedo sentarme?
«Ya lo hiciste, tarado», pienso y una sonrisa enseñando todos los dientes aparece en mis labios.
—Ya veo por qué Javier tiene tanta fijación contigo. —Resoplo por lo bajo y pongo los ojos en blanco nuevamente.
—Estoy harta. Javier tiene novia. No tiene ninguna fijación conmigo. Solo somos amigos —aclaro, y él acaricia su mentón con lentitud.
—¿Tienes novio, pequeña?
—¡Que directo, señor Gray! A propósito, ¿qué hay con eso de pequeña?
—Por favor, llámame Chris.
—Respondiendo a tu pregunta... Chris... pues no. No tengo novio y tampoco lo necesito. Es una pérdida de tiempo.
—Chica independiente. —Apoya sus codos en las piernas y la cabeza en sus manos —. ¿Por qué?
—¿Por qué... qué?
—¿Por qué no tienes novio?
«¿En verdad estoy teniendo esta conversación con él?», pienso estupefacta.
—¿Qué? ¿Acaso te comió la lengua el gato? —Pongo los ojos en blanco.
—Tengo dieciséis años. No tengo tiempo para eso. Soy una chica aburrida que solo quiere terminar el colegio y salir de aquí.
—Puedes tener esa edad, pero tu cerebro es de casi veinte. Tiempo... siempre hay. De aburrida no tienes nada, o eso es lo que se comenta en los corredores. Y puedo decirte algo más. Cuando llegues a la mayoría de edad, vas a desear tener dieciséis nuevamente. El tiempo que pasas entre estas paredes no tiene igual, y los recuerdos van a ser varios. De eso puedo darte la total seguridad.
—Si tú lo dices —digo, encogiéndome de hombros.
—Allison —grita Javier.
—Aquí viene el bulldog —habla Chris con sorna—. Un placer platicar contigo, pequeña.
—Chris, Brad te está buscando —interviene Javier y carraspea. El aludido se retira, no sin antes dedicarme una sonrisa amplia—. ¿Qué haces con él?
—¿Y a ti qué te importa? Ve con tu novia. —Me levanto molesta y tomo el libro—. Es posible que si nos ve, se altere, y hoy el horno no está para pastelitos, León.
Me retiro pisando con fuerza a mi habitación. «¿Por qué estoy tan molesta?», pienso mientras me lanzo en la cama frustrada y dejo el libro a mi lado. Doy demasiadas vueltas en la cama.
—Necesito soltar energía.
Tomo unos leggins negros, una camiseta púrpura, las zapatillas de correr y salgo de mi habitación en dirección al gimnasio. Cuando llegué a la última planta, está completamente desierta. Mucho mejor. De la oficina al fondo, agarro un saco de boxeo y lo cuelgo a la izquierda del local. Cubro la palma de mis manos con cintas negras y comienzo golpear con fuerza.
Tengo demasiada ira, rabia, desilusión, decepción, añoranza por mis padres, por los amigos perdidos, dolor por la confianza rota. Era demasiado para tan pocos meses. Entre puños y patadas, saco toda la energía que puedo, pero aún no es suficiente.
«¿Qué me faltaba por sacar y olvidar todo?», pienso frustrada.
—Si sigues así, vas a lesionarte —habla una voz desde la puerta.
Me detengo y cierro los ojos disfrutando como el sudor recorre mi cuello y al cansancio en mis piernas.
—Buenas noches, Brad —contesto sin verle.
Mi sonrisa se paraliza cuando al girarme hacia él, noto que está con alguien más: Christopher Gray una vez más. Ambos se acercan con paso lento.
—Le estaba mostrando las instalaciones a Gray para que recordara un poco. Me imagino que ustedes ya se conocen. Allie es una de las mejores chicas que tengo en primer año, es para no decirte que es la mejor.
—¿Logró vencer a León? —pregunta con asombro.
—No falta mucho.
—Pero tiene un problema —comenta Chris mirándome fijamente—. Sus piernas.
«Javier siempre me dice lo mismo», pienso mientras pongo los ojos en blanco.
—A partir de ahora los chicos de "Mary Weathers" estarán con nosotros hasta el torneo.
—Quiere decir que se quedarán el año entero —finalizo, abrazando el saco de boxeo con mi brazo derecho.
—Exactamente —respondió Brad—. La pareja de Allison es Javier León.
La sonrisa socarrona de Chris hace aparición y comento:
—Brad, ¿hay algún problema si quisiera cambiar de pareja?
—¿Estás segura? —pregunta confundido y asiento—. ¿Ya pensaste en alguien? —Con el mentón señalo a Chris.
—¿Yo? —inquiere el aludido, con sorpresa.
—¿No hay problema que sea de otro elemento? —pregunta Brad, preocupado.
—No lo creo. He practicado con Javier todo este tiempo. ¿Eso hará la diferencia de entrenar con el mismo elemento? No quiero que tengas alguna situación con el resto.
—Un poco, pero no veo ningún problema con eso —señala Brad—. Él es muy bueno y tiene varias técnicas de lucha que puede enseñarte. ¿Chris? —El aludido se encoge de hombros en señal de despreocupación.
—Si ambos están de acuerdo, no me opongo.
—Yo tengo asuntos que resolver, muchachos. Los dejo entonces. —Brad se retira del gimnasio con un trote lento.
—¿Qué te propones, pequeña?
—Entrenar. Cuando te hablaba de reputación no solo me refería a lo de Alice y Talia. Yo también escucho los rumores en los pasillos —añado con sorna. Suelto el saco y comienzo a golpearlo nuevamente.
—¿Qué te ocurre?
—Nada —respondo lanzándole una patada al saco.
—Nadie golpea un saco de boxeo como si fuera la cara de su ex novio. Y por la conversación que tuvimos hace poco, no creo que tuvieras a alguien antes. —Me detengo y recuesto mi cabeza al saco
—¿Te soy sincera? —hablo sin verle y giro mi cabeza hacia él sin separarme del saco—. No tengo ni idea de lo que me pasa. Son muchos sentimientos acumulados. La única manera de sacarlos, sin golpear a nadie y enviarlo a enfermería en el intento, es utilizando el saco de boxeo.
Chris se quita la cazadora oscura dejando a la vista sus brazos torneados. La camiseta azul cielo se pega a su torso y puedo ver los músculos bien trabajados. Santa madre del verbo hermoso. Trago en seco y gimo por dentro. El traje de anoche no le hace justicia a lo que ven mis ojos en estos momentos.
—Muy bien. —Deja la cazadora en el suelo, se acerca a la oficina y regresa con un par de guantes rojos y otros negros—. Comencemos con esos brazos.
Me lanza los rojos, se coloca los negros y se pone en posición defensiva.
—¿Vamos a entrenar ahora? —Él sonríe de soslayo.
—Soy tu pareja. Si yo soy el mejor, tú tienes que ser la mejor. Arriba ese ánimo, pequeña. —Me pongo en posición de combate—. Demuéstrale a Javier lo que se está perdiendo. —Bajo los guantes en ese momento y cruzo las manos en el pecho.
—¿Por qué Javier? ¿Por qué quieres hacerle ese daño? —pregunto confundida. Él también baja los guantes.
—No soy una mala persona, pequeña. Solo quiero demostrarle la verdad a Javier. Era mi mejor amigo, ¿sabías?
—Déjame ver si entendí. ¿Aquello pasó porque querías demostrarle que su novia era una perra? Lo cual me parece bastante evidente.
—Vaya. Al fin alguien que lo entiende a la primera –ironiza y abrí los ojos asombrada por mi conclusión.
—¿Nunca pensaste en el corazón de Talia? ¿En el daño que podrías causarle? —Su sonrisa se esfuma y la tristeza invade sus ojos negros–. Aún le quieres.
—Talia fue y será el amor de mi vida. Yo no era bueno y Cameron es mucho mejor partido que yo.
—¿Por qué?
—Si amas a alguien, quieres hacerle bien a esa persona. A veces alejarla es lo mejor y sabía que Alice no era una buena chica para Javier. Ese chico tiene un corazón de oro y no se lo merecía.
—Perdiste un amigo y una chica especial al mismo tiempo concluyo confundida. Aquello no podía entenderlo, así que sacudo mi cabeza—. ¿Debería creerte?
—Eso depende de ti, pequeña. Algo bueno salió de aquello. Solo espero que Javier abra los ojos.
—En serio, Chris. ¿A qué viene lo de pequeña?
—Es divertido —recalca con sorna—. Y eres bajita. —Una sonrisa sincera aparece en mis labios—. Ahora, vamos a demostrarle al señor León lo que se está perdiendo como compañera. —Sonrío por lo bajo y después de tanto tiempo, siento que comienzo a ser feliz.
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