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Capítulo 21 «Un ataque, una bofetada»

Me quito los zapatos y los lanzo hacia algún lado cuando comienzo a correr hacia ellos. Regresar al colegio me tomaría mucho tiempo y la vida de Talia está en juego.

Ráfagas de viento baten con fuerza las ramas de los árboles y las flores en el campo. Raíces comenzaron a correr a mi lado hacia ellos y los rayos surcan el cielo oscuro mientras comienza a formarse una tormenta.

—No ahora, no en mi guarda.

Lanzo un chorro de agua tan fría que se congeló, impactando contra el cuerpo que la aprisionaba al muro, lanzándolo a unos metros de ella. El grito de dolor fue opacado por los relámpagos y truenos. Me acerco a la pelirroja y reviso sus brazos.

—¿Estás bien? —Ella asiente, pero gruño al ver varios cardenales en los brazos y un corte en su cuello.

—¡Cuidado! —grita y nos lanzamos hacia la tierra. El individuo choca con el muro y ambas nos levantamos lo más rápido que nuestras fuerzas nos dejan.

—Corre y busca ayuda. —Su labio inferior tiembla y sus ojos negros me miran con nerviosismo. Está aterrada—. ¡Ve, Talia! Avísale a cualquiera.

Ella corre en dirección hacia el colegio y trago en seco al ver el problema en el que me metí yo sola.

—Keith —grito hacia el chico de tercero de fuego—, ven aquí y dame lo que tienes –espeto intentando controlar mis nervios. «Eso, Allison. Que te maten por metiche y querer salvar a todo el mundo», pienso mientras escucho el retumbar de los truenos cada vez más fuertes.

Cuando creí que había terminado con él, algo duro impacta en mi columna. Miro a mi alrededor y esta vez es Amara, de Tierra. A ella se le sumaron dos más. Justo ahora que no veo nada por la fuerte lluvia y el viento recio. Minutos después, derrumbo a dos pero unas ramas me siguen aprisionando a la tierra. El cuerpo entero me duele y el agotamiento me está pasando factura.

«¿Dónde están todos? ¿Se fueron a Disneyland de fiesta?», pienso mientras esquivo los ataques. Lilian lanzó hacia mí una flecha de hielo, pero no llegó a impactarme. rente a mí, cayó un cuerpo. Era Austin.

El grito de horror que brota de mi garganta me lastimó. Las ramas que me agarran, se rompen como si fueran hilos de coser y tomo el cuerpo de Austin en mi regazo.

—No, por favor, no. Austin. —Mis lágrimas saladas se combinan con el agua que cae del cielo.

—Debo terminar la misión —recalca Lilian con voz robótica. La rabia comienza a hervir en mis venas. Esto no es justo.

—Vas a pagarlo, Lilian, o quien quiera que esté haciendo esto. —Dejo a Austin en la tierra mojada y me levanto—. Tú y todos los tuyos van a pagar por esto.

Aprovecho la lluvia y la lanzo con mucha presión en su dirección, pero ella la detiene con una cortina de agua. La tierra bajo mis pies empieza a retumbar, el aire se vuelve más violento a medida que el calor dentro de mí aumenta

—Esto es por Mat. —Una saeta de fuego sale detrás de mí en su dirección—. Esto es por Lissa. —Ramas salen de la tierra y la agarran por la cintura mientras una ráfaga de aire la golpea con fuerza—. Esto es por Jenna y Amy. —Con mis manos formo cúpula de agua alrededor de ella. Todos los elementos la golpeaban en su interior—. Esto es por Austin.

Un rayo cae del cielo directamente sobre ella. Es horrible lo que mis ojos ven, pero el dolor y la rabia que siento por los cold y por la persona que los está formando, es mucho mayor de lo que pensé. Los gritos de dolor de Lilian perforan mis oídos, pero no puedo. No quiero parar. Quería que pagara. Una voz en mi cabeza habla:

«Recuerda que ella fue elegida una vez, Allison. No es culpable de nada», con esas palabras me detuve.

La estaba matando y no se lo merecía. El cielo comenzó a despejarse, el aire cesó y las ramas que la agarraban fueron desapareciendo hasta dejar su cuerpo inmóvil sobre la tierra.

—Austin —murmuro y corro a su lado. Sus ojos están abiertos por el asombro.

—Eres tú. —El terror me embarga cuando tose sangre.

—¿Qué? ¿De qué hablas? Olvídalo, no hables. Vas a recuperarte.

—Eres el elemento que falta, Allie. —Tose una vez más y cierra sus ojos con lentitud.

—¿Austin? Austin, no por favor. No me hagas esto.

Comienzo a llorar y la atmósfera a mi alrededor camba. El agua del campo se mueve hacia mí en finas líneas y nos rodeó en una burbuja de agua. Me concentro como mi padre me dijo y dejé que el agua a mi alrededor hiciera su magia. Solo espero que no sea demasiado tarde para él. Pequeñas partículas de luz se mueven bailando entre el agua y el cuerpo de Austin. Todo desapareció cuando la burbuja reventó.

—¿Austin? —Toco su pecho con miedo—. ¿Austin? —Sus ojos se abren y toma una bocanada de aire—. Gracias a Dios.

—Tranquila, Allie. Estoy bien. —La emoción que siento me hace abrazarle con fuerza.

—Allison, Austin —escucho a lo lejos la voz de Brenda.

—Austin —ahora es Lester el que nos llama.

—Allison —grita Javier con voz grave.

—Aquíííííí –grito lo más que puedo—. Estamos aquí.

—¿Cómo hiciste eso? —pregunta el bibliotecario señalando a Lilian.

—Ni idea —respondo aliviada al verlo curado.

—No le digas de esto a nadie. —Coloca sus manos a cada lado de mi rostro—. Creo que sé lo que pasa contigo, e incluso una teoría de lo ocurrido en la capilla. Encuéntrame en la biblioteca mañana cuando tengas una oportunidad.

—Gracias al cielo que están bien —interrumpe Brenda con tono aliviado y me abraza por la espalda.

—¿Qué ocurrió aquí? —pregunta Lester.

—–Cold —respondimos Austin y yo al unísono. Todos se paralizan.

—Allison —habla Javier casi sin aliento. Intenta acercarse, pero lo detengo al levantar la mano. La confusión se posa en su mirada esmeralda.

—Estoy bien, Javier. ¿Puedes levantarte? —Austin asiente y con lentitud nos levantamos de la tierra mojada—. Brenda, dile a Clarissa que siento mucho lo del vestido. Ni se por dónde están tus zapatos.

—¡Ay, boba! —Me abraza con fuerza y trastabillo por la efusividad de la asiática—. Lo importante es que estás bien.

—Recojan los cuerpos, por favor —ordena la directora Carlisle—. Muy bien hecho, señorita McKenzie. Austin, ¿cómo puede ser posible que siempre estés metido en el medio?

—Sabes que me gusta llamar la atención. —Sonríe el aludido, pero hace un gesto de dolor.

—Tienes que revisarte eso, jovencito —intercede la otra directora. Mira los cuatro cuerpos esparcidos y luego sus ojos verdes se posan en mi—. Lindo colgante.

Al entrar en el colegio, muchos nos miran asombrados. Tom y Lilith corren hacia nosotros. El profesor Brad y Jackob se encargaron de llevar a Austin a la enfermería.

—Estábamos muy preocupados.

—Fue un ataque de cold, Lilith. —Ambos ahogan un grito—. Menos mal que llegué a tiempo para... Talia, ¿dónde está Talia?

—Está en el comedor con Cameron —contesta Tommy y camino en dirección al lugar indicado lo más rápido que mis pies descalzos me dejan. En una silla, envuelta en una manta, se encuentra la pelirroja tiritando de frío.

—Talia —grito y ella levanta la cabeza al escuchar su nombre. Me acerco y me agacha hasta su altura—. ¿Estás bien? ¿Te hizo daño? —Ella niega con la cabeza y su labio inferior comienza a temblar. Sus ojos están enrojecidos de tanto llorar y por sus mejillas corre un poco de maquillaje. A su lado está Cameron acariciando su cabeza—. Gracias a Dios. —Me levanto y suspiro aliviada—. Les dejo, chicos. Necesito cambiarme.

—Muchas gracias, Allison.

—No hay de qué, Cameron. Para eso están los amigos —respondo en tono dulce mirándola a ella fijamente. Me inclino hasta su altura—. Recupérate, Sprouse. Necesito discutir con alguien todos los días —comento con sorna y ella me muestra una débil sonrisa—. Cuídate mucho. —Beso su cabeza y me alejo.

Javier viene directo hacia mí y mi mano impacta en su rostro. Su cara pasa del asombro a la confusión. Lilith y Brenda se asombran de mi gesto tan abrupto. ¿Honestamente? Hasta yo me asombré de mi propia reacción.

—Tú no puedes estar con una mujer en la que no confías, ¿verdad? Yo no puedo tener un amigo que rompe sus promesas a la primera oportunidad. En mi familia me enseñaron que la palabra se respeta, León. Ten eso en cuenta.

Lo rodeo y camino a mi habitación con el vestido destrozado, los pies descalzos y el alma rasgada en pedazos.

—Recuérdame nunca hacerte enojar —comenta Brenda al cerrar la puerta de la habitación.

—No estoy molesta por el simple hecho que la haya besado o que hayan regresado. Estoy molesta porque dijo una cosa y no esperó media hora para romperla. Es posible que me haya excedido un poco pero...

—Ni hablar —protesta, señalándome con el dedo índice—. Ese bobo se lo merecía. Has cumplido tu cuota por hoy. Salvaste a Talia y a Austin, derrotaste a... —Comienza a contar con los dedos—, seis cold en un día, te reíste en la cara de Alice Winter, le diste esquinazo al buenorro de Christopher, el cual salió con la cabeza mojada, y le cruzaste la cara al chico más codiciado de todo el colegio. Mi vida nunca ha sido tan divertida y llena de acción hasta que cruzaste esa puerta y choqué contigo.

—¿Ese fue el resumen de mi vida? —pregunto, lanzando el vestido arruinado al cesto—. Eso sí que fue agitado. —Un almohadón impacta en mi cara—. Oye —protesto sonriendo y se lo lanzo de vuelta.

—Vamos, señorita McKenzie. Usted necesita un baño bien largo. Apestas a zorrillo muerto –comenta con burla y le saco la lengua.

Una vez en cama comienzo a recordar todos los hechos ocurridos hoy. El dolor en mi cuerpo va en aumento y es notable. Ni siquiera el agua pudo curarme completamente. ¿Una saeta de fuego en el centro de una burbuja de agua? No sabía que eso era posible. Es de locos. ¿Y qué decir de las ramas que agarraron a Lilian y no la soltaban? Austin dijo que tenía una teoría. Esperemos que tenga razón.

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