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Capítulo 2 «Cambio de vida»

Una semana después...

—Lo sentimos, cariño —Papá se detiene cerca de un espeso bosque—. No podemos llegar más lejos.

—¿Tengo que atravesar ese bosque... yo sola? —murmuro con un poco de miedo. Miro los enormes árboles frondosos que se alzan delante de mí—. ¿Cómo voy a llegar? —Ambos sonríen con cariño.

—Puedes quedarte tranquila. —Mamá pasa su mano por mi brazo. Desde que era pequeña, siempre hacía ese gesto para calmarme—. Sabrás como llegar. Confía en tu instinto.

—Pon las maletas en el tronco de ese árbol. —Señala mi padre el hueco de un enorme árbol que se encuentra a mi izquierda. La duda llenó mi mente—. Vamos, cariño. No seas cobarde.

Lentamente me acerco al viejo roble. Coloco mis maletas azul cielo en el hueco y unos segundos después, desaparecen.

—¿Pero cómo...? —Dejo las palabras en el aire por culpa del asombro.

—Alrededor de este bosque hay varios árboles como este —explica papá—. Es sencillo. Transportan tu equipaje hasta el instituto y lo encontrarás en la puerta principal. No tiene mucha pérdida.

—Sí, claro —añado con cierta ironía—. Y yo voy a ir caminando sin rumbo por un bosque que da miedo a plena luz del día. —Mi piel se eriza al instante—. No me lo quiero imaginar de noche.

—Vas a estar bien —recalca mamá con dulzura—. Este bosque está encantado. Si un humano se adentra en él, nunca podrá encontrarlos ni a ustedes ni al instituto. Ni siquiera podrá percibirlos.

«Justo ahora me siento como Percy Jackson cuando descubre que es hijo de Poseidón y tiene que atravesar la barrera», pienso estupefacta de todo lo que está pasando.

—Estos árboles están conectados al elemento tierra. Saben cuándo se acerca uno de los nuestro o un simple humano —explica papá con un toque de añoranza.

—¿Por qué no entran conmigo, entonces?

—No somos bienvenidos, cariño. Después de dejarlo todo, se nos prohibió el paso.

—Pero eso en injusto, mamá —protesto, cruzándome de brazos y hago pucheros.

—Allison McKenzie, escúchame bien. Debes tener tres cosas claras una vez que atravieses las puertas de ese instituto —recalca mi madre poniendo sus manos encima de mis hombros—. Primero: no dejes que nadie te detenga de conseguir lo que quieres. Segundo: sé buena pero no estúpida. Y tercero: Sigue tu corazón. Eso es esencial.

—Gracias, mamá. —Le abrazo con fuerza y ella pasa la mano por mi espalda.

—Te esperamos en casa para navidad —insiste mi padre una vez que nos separamos—. Te escribiremos cada vez que podamos

—Los quiero a ambos —murmuro con la voz un poco rota. En 16 años, nunca me he separado de ellos por tanto tiempo—. Es hora de irme.

—Nos vemos pronto, cariño. —Ella pasa su mano por mi rostro y mi padre apretó mi mano.

—Nos vemos pronto.

Beso a cada uno en la mejilla, les doy la espalda y me adentro en el denso bosque.

Un rato después, escucho el auto alejarse y doy paso a las lágrimas que estaba aguantando tanto tiempo, salgan sin parar. Esto va a ser más duro de lo que pensé.

—Muy bien, Allison, tiempo de enfrentar el cambio.

Mientras camino, observo los diferentes árboles que me rodean. Es algo muy hermoso y digno de admirar. La variedad de ellos es asombrosa Algunos ni siquiera deberían de estar aquí. Pinos, cerezos, robles. Puedo sentir la diferencia del aire normal a la magia que emerge de ellos.

Sigo caminando durante un rato hasta que veo una claridad más delante. Si el interior del bosque oscuro y denso es hermoso, la planicie que está frente a mí es mucho más. Está plagada de flores de diferentes colores, tonalidades y tamaños. La alta hierba baila al son del viento mientras las mariposas y abejas vuelan en armonía. Esto es una belleza.

«Si Ellie estuviera aquí, se hubiera quedado cautivada al igual que yo», pienso y sigo mi camino atravesando el extenso campo y con la punta de mis dedos rozo las flores antes vistas. Los colores azules, rojo, negro y violeta predominan. Puedo pasar horas en este lugar y nunca aburrirme de mirarlo. Me detengo en la parte baja del valle vislumbro el famoso y enorme colegio "Elements".

Cinco torres en forma de una C cuadrada están unidas por enormes muros de piedra. Las torres de color negro hacen contraste con los colores del valle y el gris de los muros. A medida que avanzo, me siento pequeña en un lugar tan enorme como este.

A mi mente llega cuando Harry Potter cuando entra por primera vez a Hogwarts. Lo que en mi caso, en vez de atravesar una pared del ferrocarril, debo pasar por un oscuro bosque, mi instituto está en mitad del campo, y la división, en vez de ser por casas, es por los cuatro elementos: tierra, fuego, aire y agua. Parece grandioso, pero yo creo que es muy aterrador.

Al llegar a la enorme verja del colegio, estudio el diseño del escudo en el centro. Un delfín a la izquierda, un árbol debajo del mismo. A su derecha hay una paloma y encima de este, un dragón. Todos estaban unidos por una esfera de metal, la cual une los cuatro emblemas con ramas secas. Es un poco tenebroso, pero hermoso al mismo tiempo.

Al acercarme más y casi palparlo con la punta de los dedos, la enorme puerta de hierro se abre. La indecisión me inunda por unos minutos. Trago en seco y la atravieso con paso inseguro. A mi derecha veo mis maletas azules apiladas de forma organizada y suelto el aire que no sabía que contenía. Una vez que las tomo, la verja se cierra sutilmente. Un camino de piedra se forma delante de mí y tomo una bocanada de aire antes de dar el primer paso.

En el centro del patio, hay una fuente. La escultura es un poco extraña. Hay un dragón enroscado en la parte alta, como si estuviera trepando, pero varias ramas de un árbol seco lo atrapan de la mitad de su cuerpo hacia abajo. Una paloma está cerca de la cabeza de dicho dragón, anclada a una de las ramas, mirándolo fijamente con las alas abiertas, y un hermoso delfín se encuentra tallado en el tronco del árbol.

La parte más impresionante son las enormes alas abiertas en la parte alta de la fuente, las cuales casi se juntan hacia arriba como si estuvieran protegiendo el agua que emanaba de ellas.

Un poco más adentro, se escucha el bullicio de mucha gente. Que diferencia al silencio que me acompañaba hace solo unos instantes. Con curiosidad sigo hasta encontrarme con un mar de estudiantes.

Algunos se abrazan con euforia y otros gritan de alegría. Así mismo hubiera sido, si estuviera en mi antiguo instituto. Voy a extrañar a mi mejor amiga Katie. Ahora mismo soy la chica nueva que está parada frente a cientos de estudiantes y no sabe a dónde correr.

Golpean mi cuerpo con violencia y termino en el suelo, cayendo sobre mi hombro.

—Discúlpame —dice una chica frente a mí—. No es fácil caminar llevando todo esto. —Hace alusión a su... Dios mío. Esas son cuatro maletas muy, pero que muy grandes.

—No te preocupes. Yo era la que estaba en mitad de la entrada.

—Eres nueva, ¿no? —Asiento, insegura—. Ugh, sé lo que se siente. Mi nombre es Brenda. Brenda Clark. Soy de Tierra —Extiende su mano hacia mí y me levanto del piso.

—Mi nombre Allison. Soy de Agua. —Sacudo mis pantalones y ella recoge su cabello negro en una coleta alta—. ¿De qué parte de Asia eres?

—Nací en Tokio, mi padre es americano y mi madre coreana. —Abro mis ojos asombrada—. Extraña combinación, ¿verdad? Vamos. Te acompaño a recepción.

—Muchas gracias. Estoy media perdida.

—Todos pasamos por eso la primera vez.

—Serás imbécil. Mira por dónde caminas —chilla una chica a unos metros de nosotros. Su cabello rojo hace contraste con su pálida piel.

—Voy a irte enseñando un poco el lugar. Esa chica que acabas de escuchar chillando como una loca es Talia Sprouse. Es del elemento Fuego. Su padre es uno de los mayores financiadores del instituto. Es rica, arrogante, prejuiciosa, no le gusta que le lleven la contraria y para mala suerte de los mortales como yo, la chica es un cerebro. Mi consejo: nunca te metas en su camino. —Mientras Brenda explica, un chico se acercó a Talia y la abraza. La cara de la chica camba de odiosa a niña chiquita y mimada.

—Santo Dios —murmuro, sin dejar de mirar al curioso joven.

–Ese chico que ves ahí es el novio de Talia. —Suspiro, abatida—. Su nombre es Cameron Gray. Es el segundo chico más bueno de todo el instituto.

—¿El segundo? —digo casi chillando y bajo la voz—. Brenda, ese chico está completo. Mira esos ojos y esos brazos. —Gimo por lo bajo al ver sonrisa tierna de él.

—Allison, controla esas hormonas. Pero no voy a negarlo. Cameron está muy bien, y a diferencia de Talia, ese chico es un amor. Súper amable y muy inteligente.

—Si él es el segundo más bueno, ¿quién es el primero?

—Pero mira que eres cotilla. Acabas de llegar —dice con sorna colocando sus brazos en forma de jarra.

—Ah, no. De eso nada. Si vas a contar un chisme, me lo cuentas completo. —Ambas sonreímos y un chico pasa volando por encima de nuestras cabezas. Si no es por mis reflejos, hubiéramos terminado los tres revolcados en el piso—. ¿Y este de dónde salió? —pregunto mirando al chico, que con mucha agilidad, se levanta del suelo y sigue corriendo.

—¡Tom, cuando te atrape, vas a pagarlo muy caro! —espeta una voz grave y muy sensual.

—Y ahí entra en escena el número uno del instituto "Elements" —explica Brenda emocionada y señala con el mentón hacia las escaleras.

De la oscuridad del pasillo, emerge un chico capaz de quitarle el hipo a cualquier chica con tres dedos de frente. Rasgos masculinos latinos y porte de chico rudo con su piel trigueña. Cabello negro y unos ojos verdes capaces de hipnotizarte hasta morir. Nariz pequeña y mentón apretado.

Su camiseta sin mangas color negra no deja nada a la imaginación. Se ajusta a su torso trabajado y sus pectorales marcados. «¡Santa madre del verbo hermoso! ¡Qué pedazo de hombre!», pienso mientras aprieto los labios y sorbo la baba con disimulo.

Sus vaqueros se ajustan a sus caderas y piernas como una segunda piel. Me mira por unos instantes, pero nos atraviesa a mí y a Brenda. Si no me quito del medio, iba a terminar volcada entre las maletas en el suelo de nuevo. Pero su colonia es una mezcla entre madera y violetas.

—Por favor, recoja la baba, señorita —susurra Brenda cerca de mi oído sacándome del ensimismamiento—. Vas a formar un lago en mitad de la plaza.

—¿Y ese quién es? —dije con la lengua adormecida.

—Ese, querida Allison, es Javier León. El chico más guapo de todo el instituto. No es de hablar mucho, pero es mejor nunca hacerlo enojar.

El chico que pasó volando por nuestras cabezas, corre por todo el patio y Javier le sigue el paso de forma veloz.

—¿Estará  bien? —pregunto, preocupada, ya que nadie le ayuda.

—Valent sabe cuidarse solo. Vamos, te enseño el camino a recepción y de paso saber quién es mi nueva compañera de habitación.

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