Punto de vista de Samantha.

Me desperté rápido, no mucho después de que los primeros rayos de sol aparecieran por la ventana, quise cerrar las cortinas porque a penas había dormido, el sonido desbastador del último sollozo de Alex anoche me perseguía cada vez que cerraba los ojos. Me reincorporo en la cama y me quedo ahí sentada mirando a la nada, froto mis ojos y me dispongo a mirar el teléfono; tengo un mensaje de Gia.

Por favor, ven a mi casa; Alex no aparece desde anoche y estoy muy preocupada. Tengo miedo de que haya hecho alguna locura.

Atendiendo a las súplicas de mi mejor amiga me levanto de la cama y cojo los primeros jeans negros que veo, una camiseta blanca y mi chaqueta. Acomodo mi pelo y salgo de casa hacia la de Gia. No puedo saber cual era su tono ya que en un mensaje de texto es técnicamente imposible pero conociéndola estaba muy preocupada; normal como para no estarlo con el historial de Alex.

Llego rápido a su casa, y llamo al timbre de inmediato me abre la puerta y puedo ver como la preocupación por su hermano en sus ojos, detrás de nuestra conversación no apareció ni un solo Segundo, se marchó y no regresó.

— No ha dormido aquí, no responde a llamados... ay, no sé qué hacer, Joder es el mediano pero parece el pequeño. — dice alterada debido a la situación.

— Hey Gia, tranquilízate. Sabemos como es aparecerá en... — el sonido de la puerta abrirse me interrumpe, dejando ver a un Alex como si de un vagabundo se tratara, su ropa estaba manchada, su pelo alborotado y su olor a alcohol se notaba a kilómetros. — Ves lo que te dije.

El ojiverde se marcha de nuestra vista dando tumbos sin decir una palabra, pero su hermana no iba a quedarse quieta de brazos cruzados y le perseguiría pidiendo una explicación.

—¡Alexandro Morgan! — le dice subiendo las escaleras hacia su cuarto, Alex en vez de responder cerró la puerta de su habitación en la cara de su hermana. Ella la abre y le levanta la persiana lo que hace que él se esconda bajo las sábanas blancas. — Dónde mierdas has pasado la maldita noche.

— Basta Gia deja de gritar.

—¡Responde maldita sea! — la desesperación de la rubia ante Alex era notablemente grande. — No dormí apenas.

— Estuve en casa de Hayley. — siento como mil alfileres se clavan en mi corazón a la velocidad de La Luz.

— ¿Y qué estuviste haciendo con ella? — habla Gia.

— Hablé de ti. — dijo mirándome a la vez que soltaba un suspiro que pude notar lleno de dolor y rendido. — Y de lo idiota que fui, contigo.

Gia no dejaba de mirarnos a los dos como si de una película se tratara, mientras tanto yo no supe que decir y Alex parecía haberlo dicho todo por lo que me fui de allí y de esa tensa situación. 

Punto de vista de Alex.

Juro por mi vida que no hice nada con Hayley solo hablamos, más bien yo hablé y ella escuchó mis lamentos por imbécil, por no haber luchado por haberme rendido.

Llamo al timbre de la casa de Hayley, la noche es oscura necesitaba hablar y no sabía con quien hacerlo y la opción que se me vino a la mente fue ella.

La chica morena abre la puerta y se sorprende al verme ahí pero me hace una señal para que pase. Mi estado de ánimo ahora mismo está por debajo del subsuelo, ver aquella imagen me destrozó.

-- Alex, ¿Qué te sucede? -- en su tono noté la amabilidad que esa chica siempre tuvo conmigo a pesar de lo pasado entre nosotros. Le conté todo, desde cuando comenzó hasta hace una hora, a lo que ella respondió poniendo su mano en mi hombro dándome comprensión.

--¿La quieres? -- No había que estudiar para responder eso, ni siquiera tenía que pensármelo, nunca tuve las cosas claras en mi vida pero eso si que si.

-- Más que a nada -- y sin saber cómo no pude más y exploté, un millón de lágrimas salieron de mis ojos en señal de dolor. -- Es la mujer de mi vida.

--Pues entonces no te rindas, cometiste un error, si. Pero eres un ser humano y como todos cometes errores; lucha por ella, seguro que aún te quiere. -- Los consejos de Hayley fueron lo único bueno de esa noche la que pasé con ella desahogándome.