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Capítulo 20.-

ESPEJO I: 

Kim Seokjin. 

En el pasado, Yoongi realmente creyó que no lo superaría.

Lo había hecho, por supuesto. Porque el tiempo le ayudó a entender que las heridas sanan cuando no las revuelven y el amor infinito de Jimin le permitió dejar de creer que era un inútil para proteger a quienes amaba. Había seguido adelante, incluso aunque a veces doliesen los recuerdos, las culpas y las preguntas.

Y era sorprendente, el cómo el ser humano podía sanar.

Antes, en aquellos días, creyó que perder a Seokjin sería una herida sangrante por el resto de su vida, que lloraría cada noche como aquellas primeras: escondido bajo las sábanas de su cama mientras mordía la almohada para que nadie se diese cuenta, para no tener que explicarle a nadie el secreto que cargaba dentro y que parecía consumirlo.

Nadie podía saber porqué lloraba, Yoongi ni siquiera se creía capaz de decirlo en voz alta.

Fueron días largos antes de que la noticia llegara a él de manos de los padres del mayor. Para entonces, Yoongi ya le había llorado tanto que pensó, ilusamente, no habría más lágrimas por derramar. Sin embargo, mientras observaba el féretro descender, con los sollozos de decenas de personas como música de fondo, Yoongi se permitió llorar una vez más, esta vez, sin tener miedo a hacerlo.

Porque ya no había ningún secreto que guardar.

Porque Seokjin se había ido ya y Yoongi no tenía que callar más por él.

.- Creo que deberías intentar comer algo, hyung – le comentó con suavidad, sentándose a su lado bajo el árbol que solían frecuentar desde sus primeros años de escuela – Ya estás pálido.

Jin negó con la cabeza como respuesta, sentía su voz demasiado frágil como para decir algo en voz alta y prefirió apelar al silencio, sus manos jugando con el césped frente a él, arrancándolo y tratando, en vano, de volver a dejarlo como estaba. Como sí... como sí de alguna forma eso fuese a pasar con él.

.- Hyung, yo... sé que no lo entiendo, pero...

Seokjin suspiró, interrumpiendo un discurso que había escuchado ya demasiadas veces durante los últimos meses. Sabía que Yoongi lo decía porque lo quería, porque se preocupaba de sus largas horas sin comer hasta el punto de la debilidad o, en contadas ocasiones, sus repentinos ataques de hambre voraz que le llevaban a devorar chocolates y dulces por montones en cuestión de minutos para luego vomitar en el baño hasta el cansancio.

Sabía que Yoongi no entendía, que sólo quería ayudar, pero era tan difícil de explicar.

Nadie lo entendía hasta ahora, nadie en casa se había preocupado por los bruscos cambios en su sueño; desde sus noches de insomnio hasta el poder dormir más de 15 horas seguidas. Ni su madre ni su padre se habían preocupado por la ausencia de las cuchillas de afeitar en el botiquín del baño, ni habían mirado un poco más de cerca la piel de sus muslos.

Nadie, además de Yoongi, había visto las cicatrices.

Ni siquiera su hermano menor, quien siempre revoloteaba a su alrededor, había notado como Seokjin iba siempre al baño a vomitar luego de comer o su necesidad, que rayaba en lo enfermizo, de reparar en su apariencia antes de ir a cualquier lado. Su siempre inocente Taehyung vivía tan ensimismado en sí mismo que Seokjin nunca había tenido la valentía para hablar con él.

.- Escucha, Yoongi... - inició a hablar con esfuerzo, su voz brotando bajita mientras tomaba aire, y con ello, algo de energía – De verdad no tengo hambre, más tarde...

Siempre era 'más tarde' y 'luego', pero realmente nunca lo hacía.

El menor entre los dos guardó entonces silencio, apoyando contra su cuerpo la mochila en la que llevaba siempre un buen suministro de manzanas o peras con tal de que Seokjin alguna vez dijese que sí y le pidiese algo de comer. Había investigado, había llenado libretas enteras de cómo tratar con alguien cómo su mejor amigo, de lo que podía comer ante una crisis, de cómo hablar con él o, tan siquiera, consolarle.

Incluso había pensado en romper la confianza de su mejor amigo e ir en la búsqueda de los padres de Seokjin, rogarles porque lo llevasen al médico y le ayudasen, que dejasen de darle la espalda y se diesen cuenta que su hijo estaba sufriendo, que llevaba meses sufriendo de una manera que pocos podían comprender y que él, Yoongi, estaba asustado. Pero nunca tomaba el valor suficiente y se limitaba a cargar con las manzanas y las peras que siempre eran rechazadas.

Al final, siempre se sentía más inútil que antes.

.- Los resultados finales saldrán mañana, se lo escuché decir a la maestra Cho – desvió entonces el mayor la conversación, incluso aunque sintió el cuerpo del menor tensarse a su lado, sabiendo que tocaban un tema tenso para Jin – Papá ha estado preguntándome por ellos desde hace dos semanas, no deja de decir que necesito tener excelentes resultados desde ya sí de verdad aspiró a la universidad.

.- No creo que sea momento de presionarte tanto, Jin hyung – terció Yoongi, mirando con cuidado el perfil del mayor, siempre tan impoluto y definido – Es decir, todavía falta para el fin del año y nos queda un año más antes de decidir qué queremos hacer, tómalo con calma.

Tómalo con calma; Jin quiso reír de sólo escucharlo.

.- Papá dice que no hay dinero para pagar mi universidad, no si queremos que Taehyung también estudie – rebatió el mayor con algo que ya ambos se sabían de memoria – Dice que mi oportunidad es una beca, que sólo tendré futuro de esa forma.

Yoongi nunca tenía cómo rebatirle aquello, no cuando él mismo había escuchado al señor Kim decir eso más de una vez.

.- ¿Crees qué algún día me mire?

La pregunta rompió el silencio entre los dos y le sobresaltó por el cambio brusco de conversación, sin embargo, siendo ya un experto en seguir los pensamientos de su mejor amigo, Yoongi dirigió su mirada hacia el comedor al aire libre del instituto, tratando de ubicar a quien ya llevaban meses observando en silencio.

Lo encontró con el mismo grupo de siempre, con un libro sobre la mesa mientras reía mostrando sus dientes por algo que había dicho otra persona. Llevaba su uniforme puesto de forma prolija y su cabello peinado hacia atrás, siempre bien arreglado como buen presidente del Consejo escolar y alumno estrella. Era un año menor que los dos y Seokjin había quedado prendado de él desde la primera vez que le vio en la feria escolar.

.- Creo que sí no lo hace se perderá de la mejor persona que podría encontrar en todo el mundo, que digo, en el universo entero – fue todo lo que dijo mientras se preguntaba sí alguna vez su mejor amigo tendría oportunidad con aquel chico.

.- Sería una lástima, ¿no? – Jin le dedicó una sonrisa vacía, de esas que dejaban ver lo roto que se sentía - Pero, incluso aunque me viese... mamá jamás lo aceptaría.

Sí, Yoongi lo sabía.

Al final, así como él era un inútil para ayudarle, su amable Jin parecía estar hecho para sufrir.

.- Nunca pensé volver a comer este pastel.

La voz le trae de regreso de sus recuerdos, dejándole ver a quien ahora es su mejor amigo. Quien mira fijamente el trozo de pastel que ha traído para él, su mano se cerró con fuerza en el mago de la cuchara, casi como si temiese de dar el primer bocado al postre que su amado Jimin cocinó con tanto amor.

.- Bueno, pensé que era una buena forma de recordar.

No es su intención herirle, pero sabe que lo ha hecho cuando la cuchara cae al suelo de golpe.

Los ojos brillantes de Kim Namjoon se fijan en él de golpe, casi como si le atravesase de lado a lado con su mirada intimidante, algo a lo que Yoongi está acostumbrado luego de tantos años juntos. Años en los que lo único que hicieron fue hacerse daño con las culpas no resueltas antes de poder dar un paso adelante y dejar de mirarse con resentimiento.

Algo que de vez en cuando volvían a hacer.

.- No es gracioso, Suga.

Que Namjoon le llamé por su apodo le hace saber que, efectivamente, ha tocado fibras sensibles; algo que, hasta entonces desconocía, era lo que deseaba hacer. Quería verlo molesto, verle sentir algo de nuevo por Seokjin que no fuese la nostalgia apabullante que ambos sentían en las fechas que no podía olvidarse.

Yoongi no podía perdonarle que amase de nuevo, no cuando fue precisamente su amor el que terminó por matar a Jin.

.- Oh, vamos, Nam... - le dedicó entonces una sonrisa gatuna, de esas que no auguran nada bueno viniendo de su parte – Tan sólo pensé que, ahora que estás con alguien más, podríamos comer de nuevo este pastel. Está riquísimo, pruébalo.

.- ¿Este espectáculo es por mi novio? .- Namjoon jadeó mientras se cruzaba de brazos, molesto cada vez más - ¿Acaso puedes ser más infantil?

.- Podría... ya sabes, Jinnie solía decir que tenía alma de niño.

Namjoon saltó de su puesto, mirándole furia: .- No digas su nombre para justificar tus tonterías, Suga.

.- Yo por lo menos no juro amor eterno para luego meterme en la cama con otro – contratacó.

.- ¡Han pasado años, Yoongi! – le suelta de golpe, el aire yéndose de sus pulmones mientras la rabia se va también, luciendo más derrotado que cualquier cosa – Años desde que se fue...Y eso no quiere decir que no lo ame, maldita sea, lo voy a amar siempre. Pero Jin ya no está, Yoongi. Ya no está.

.- ¡¿Y de quién es la culpa?! – se levantó también, alzando la voz como pocas veces hace, incluso aunque brote la rabia de sí mismo – Dime, quién fue la persona que lo abandonó esa noche. Pudiste detenerlo, pudiste...

.- Lo sé... – Namjoon negó con la cabeza, dejando caer los brazos con cansancio evidente antes de dejar caer su cuerpo sobre el asiento – Yo lo sé.

.- Su hermano merece saberlo – murmuró entonces, más calmado – Ha pasado mucho tiempo y Taehyung merece saberlo. Merece escucharlo de alguien que estuvo ahí.

.- Lo sé – volvió a responder, ahora con la voz más como un murmullo – Pero no creo ser capaz de decírselo nunca.

Yoongi presionó la herida, tal vez con más fuerza de la debida, pero sus manos temblaban mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, mezclándose con la sangre que parecía estar en todo lado; en el suelo, en las paredes, en la ropa de ambos y en sus pieles.

La sangre seguía saliendo y Yoongi realmente temió no poder detenerla.

.- Déjame, d-déjame – susurró Jin con esfuerzo, su mano débil tratando de empujar la de Yoongi, que presionaba su camiseta blanca contra el profundo corte en su muslo derecho del que brotaba y brotaba sangre – P-por f-favor... n-no d-duele, lo j-juro.

Las lágrimas se acrecentaron mientras negaba con la cabeza, se negaba a creerle.

Se negaba a escuchar sus pedidos de soltarle, de no detener la hemorragia, aunque fuese un poco mientras la ayudaba llegaba. Jin lloraba en silencio, apenas y soltando suaves ruegos para que le dejase, que no le salvase y Yoongi tan sólo presionaba más y más, rogando en silencio porque los padres del menor no tardasen más.

.- No voy a h-hacerlo, h-hyung... No m-me r-ruegues – sollozó con él, la camiseta antes blanca ahora estaba completamente roja y el color en la piel de su mejor amigo le había abandonado por completo – P-piensa en Nam...

.- N-Nam no me q-quiere – sollozó con fuerza Seokjin, como si aquello fuese una verdad con la que no podría cargar jamás – N-nadie me q-quiere, Y-Yoongi. M-mamá me o-odia y p-papá sólo m-me v-ve como un e-éxito o un f-fracaso...

.- No digas eso, n-no es cierto – lloró con más fuerza, atrapando a su mejor amigo en un abrazo fuerte sin dejar de presionar – Yo t-te q-quiero, s-siempre t-te he q-querido.

.- Oh, Yoon...

Yoongi sollozó contra su cabello, ambos pegajosos por la sangre: .- T-tu h-hermano... Taehyung t-te adora, s-siempre dices eso.

El llanto acrecentó porque Yoongi sabía que Taehyung era la persona que más amaba Seokjin en toda la vida, que su hermanito y su felicidad lo significaban todo para el mayor. Yoongi no lo conocía más allá de haberle visto esporádicamente, el adolescente nunca reparando en él, pero podía reconocer que su sonrisa parecía iluminar el mundo amargo de Jin.

Jin lo daría todo por Taehyung, incluso vivir.

Se aferró a ese pensamiento mientras los gritos retumbaban en el cuarto de baño, los padres de su amigo entrando con los paramédicos que le arrebataron de sus brazos a un pálido y débil Jin. Se aferró al amor de Jin por Taehyung, pensando que eso sería siempre suficiente.

La fotografía de Seokjin no ha abandonado la mesa de noche de Namjoon.

Lo que hace que se pregunté qué tanto sabe el novio de su amigo y sí conoce la historia del hermoso chico en la foto. ¿Namjoon le contó alguna vez lo torpe que fue el noviazgo que tuvo con Jin? ¿Le contó de las citas en la cafetería en la que Yoongi trabajaba luego del instituto, esas que llamaban "citas de estudio" por sí algún padre preguntaba? ¿Le dijo alguna vez sobre la sonrisa triste, los abrazos apretados y el dije de ala de ángel?

La foto seguía ahí, Jin sonriendo con incomodidad para la cámara una tarde cualquiera.

Una de esas tardes en las que Yoongi no estaba para vigilar sí comía o no, sí podía sostener la mirada de otros o hablar firme y claro. Le había confiado a Namjoon aquella tarea, que cuidase y velase por Jin cuando Yoongi no estaba presente, al final, nada sirvió: ni las noches hablando por teléfono cuando el mayor no conseguía dormir, ni las mañanas largas en las que solían correr en un intento de que Jin no se quedase dormido.

Ni el cargar manzanas y peras. Nada.

Yoongi lo supo tras el primer intento de suicidio, tras observar a Jin regresar a clases luego de una semana en el hospital. Lo supo cuando su mejor amigo dijo que sus padres habrían preferido verlo como un accidente y nada más, cuando Taehyung ni siquiera se enteró porque estaba en la casa de la abuela esas vacaciones.

Jin nunca habló de un diagnóstico, ni de medicación.

Tampoco habló directamente de su suicidio.

Seokjin nunca se lo dijo en voz alta, pero Yoongi siempre lo supo.

Lo supo por la carta que le dejó, lo supo por la mirada pérdida Nam aquella noche cuando tocó a su puerta con el sobre para él y el sobre para Taehyung (ese que nunca entregaron ninguno de los dos). Lo supo antes que nadie por la llamada que recibió aquella tarde desde el celular de Jin, en la que reinó el silencio por que su mejor amigo no dijo nada y Yoongi lloró al teléfono, sabiendo lo que pasaría.

Jin nunca necesitó decírselo y Yoongi, el inútil Yoongi, debió decir algo.

Porque la culpa por los secretos era agotadora, porque Yoongi debió habérselos dicho.

Debido haberlos llamado y contarles.

Tal vez no para salvarle, pero, por lo menos, para evitarles el dolor de la búsqueda. 

Uh, al fin. 

Éste y el próximo capítulo SON PARTE IMPORTANTE de lo qué se viene. Tienen respuestas y otras preguntas, como ya leyeron. Además, ahora podremos comprender mejor ciertas cosas. 

Adivinen de qué tratará el próximo capítulo. Una pista: Una muchacha y un bebé. 

Gracias por esperarme, infinitas gracias por eso y el amor que me dan. 

Nos leemos pronto (pronto, en realidad, que ya el otro lo tengo listo). 

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