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Capítulo 11.-

El interior de la cafetería era completamente diferente.

Tanto, que Taehyung quiso volver a llorar mientras Jungkook cerraba la puerta tras ellos y sólo quedaba la cálida sensación en su pecho que, estaba seguro, era exclusivamente por culpa del menor. No sólo lo había consolado durante largos minutos, cantando contra su cabello y acariciando su espalda con suavidad, sino que también había convertido esa pequeña cafetería en algo totalmente distinto.

Un lugar casi mágico.

El amplio espacio de la cafetería estaba tenuemente iluminado de un calor amarillo pálido gracias a las largas extensiones de pequeños bombillos que iban y venían a lo largo de las mesas. Un sutil olor a chocolate inundó sus fosas nasales mientras la mano de Jungkook se posaba en su espalda. El toque del menor pareció quemarlo por sobre la chamarra y la camiseta bajo ella, incluso podía sentir como su piel latía ahí donde el menor seguía tocándolo.

.- Por aquí, hyung – le indicó mientras presionaba su mano y Taehyung sentía que su respiración se detenía – Dado que usted ha sido bueno conmigo e incluso me prestó su chamarra, le mostraré mi lugar favorito en todo el mundo.

Taehyung se giró para mirarlo, a pesar de que la mano del menor seguía presionando contra su espalda, ninguno hizo el intento de moverse. El menor lucía tranquilo y él se permitió apreciar la verdadera obra de arte que era Jeon Jungkook; su piel un tanto más pálida que la suya, sus grandes e imperturbables ojos negros que parecían desvestir su alma, sus labios que brillaban suavemente. Todo lo que veía era hermoso y comenzaba a preguntarse si alguien así podía ser real.

Porque Jungkook parecía etéreo esa noche.

.- ¿Está bien, hyung? – rompió el silencio el menor, sus ojos fijos en los suyos y sin retirar todavía su mano – O... ¿prefiere volver a casa?

Taehyung se apresuró a negar sacudiendo la cabeza, sonriendo de pronto con timidez por la preocupación del menor: .- No te preocupes, Jungkook. Ahora estoy bien gracias a ti.

Y aquello era completamente cierto.

No sabía que habría sido de él y si Jungkook no lo hubiese sostenido de aquella forma. Si no lo hubiese consolado mientras sentía que todo lo que había construido por cinco años, ese mundo seguro y sin dolor que se había ido armando, se desvanecía como una casa de cartas por el más mínimo soplo.

Porque eso era su vida: una simple casa de cartas que peligraba ante cada suspiro. Y esa noche, Taehyung la había tirado al suelo sin pensar, sin siquiera preguntarse qué podría significar para sus padres lo que había dicho, aun cuando fuese verdad. Hablar abiertamente de Seokjin, de lo que significó para sus padres perderlo... Taehyung sentía que había sido profundamente egoísta.

.- Creeré en usted y pensaré que ya se encuentra mejor – le regreso a la realidad Jungkook, quien le guío con un leve empujón hacia la esquina izquierda de la cafetería – Y espero que usted aprecie mucho lo que voy a mostrarle.

Taehyung sonrió y asintió enérgicamente mientras se dejaba guiar por el menor, moviéndose entre las mesas hasta llegar al mostrador de la sección de postres y una columna que ocultaba un pequeño espacio del resto del local. Ahí, justo contra una pared de color negro que tenía un sinfín de escritos desde la base hasta la punta, había una pequeña mesa para dos con una vela iluminando el centro y un solo trozo de pastel de chocolate a su lado.

Dos tenedores era lo demás sobre la mesa.

.- Antes de trabajar aquí, solía venir todas las tardes por casi dos años – habló Jungkook mientras ambos se sentaban frente a frente, había algo en su voz que a Taehyung le sonó a nostalgia – Solía sentarme aquí y leer los mensajes que los otros clientes dejaban en la pared.

Taehyung asintió, dirigiendo su mirada a la pared a su lado, las letras de tamaños y formas distintas la llenaban casi por completo y pudo reconocer con sorpresa que no todos los escritos estaban en coreano. Había promesas de amor y había sueños esperando a ser cumplidos a lo largo de todo el espacio que sus ojos podían abarcar.

.- ¿Y dónde está el tuyo? – se animó entonces a preguntar, mirando ahora el perfil de Jungkook, quien mantenía sus ojos fijos en la pared y, para sorpresa de Taehyung, una diminuta sonrisa dejaba asomar la punta de sus dientes delanteros - ¿En qué parte está?

.- No está – le respondió el menor sin apartar la mirada de la pared – Nunca he escrito nada.

La pregunta brotó sola: .- ¿Por qué?

Fue entonces que Jungkook se giró para mirarlo, sus enormes ojos brillaban como do ónix debido a la luz de la vela y la diminuta sonrisa en sus labios, se extinguió tan rápido como una estrella fugaz. Sin embargo, no lucía perturbado por su interés ni su insistente mirada sobre él.

.- No lo creo necesario – se alzó de hombros el menor y volvió a girarse hacia la pared, esta vez alzando su mano para acariciar las palabras escritas en tintas de colores – Las personas que han escrito aquí lo hicieron porque eso daba sentido a sus vidas, les dejaba inmortalizar lo que creyeron necesario sobre quienes eran o quienes querían ser.

Taehyung, en cambio, no dejó de mirarlo.

.- Esas personas, hyung, estaban vivas y necesitaban demostrárselo a sí mismas – siguió explicando, deteniendo la punta de su dedo índice sobre un mensaje que rezaba una promesa de amor eterno – Sentían cada cosa aquí escrita y eso siempre me ha parecido maravilloso; como perdurarán aquí escritos porque incluso aunque la pared vuelva a ser pintada, nada les quitara el hecho de que un día estuvieron ahí.

.- Entonces, ¿por qué no has escrito?

Jungkook suspiró y se giró de nuevo, ahora tomando uno de los tenedores: .- Porque no quiero ser recordado – respondió con simpleza, como si aquella fuese una verdad irrefutable que no debía ser cuestionada – No deseo dejar nada de mí en este mundo ni siquiera un mensaje en esta pared donde no hay nombres pero si vidas. No quiero, porque eso significaría que alguien podría sentarse aquí, como yo solía hacerlo, y leer lo que dejé atrás.

No entendía, por qué Jungkook no querría dejar algo tras sí que demostrara que un día estuvo ahí. Taehyung podía comprender que los seres humanos tuviesen miedo a ser olvidados, que lucharan por dejar tras de sí un legado que los demás, los que se quedaron, pudieran evocar para hablar de ellos, de quiénes fueron. Morir no significaba irse porque al final del día, siempre había alguien que podía pensarte.

Así como Taehyung se despedía cada noche de la foto de Seokjin.

.- No entiendo – consiguió decir al fin - ¿Por qué no querrías que alguien supiese que estuviste aquí? Todos queremos que nos recuerden las personas que quisimos, buscamos ser amados por ello, ¿no es así?

Jungkook batió sus pestañas asintiendo, casi parecía hacer un puchero con sus labios: .- Es así para la mayoría, hyung. Pero yo... usted me preguntó esa noche sí yo todavía quería hacerlo, ¿lo recuerda?

Aquello pareció abofetearlo y dejarle un sabor extraño en la boca del estómago. Recordaba la primera noche, cuando se reunieron en el puente y Jungkook dijo en voz alta sus deseos, esos que Hoseok le había arrebatado para cumplirlos primero. Recordaba su respuesta vacilante y también la sensación de vacío que le provocó.

.- Lo recuerdo...

.- Le dije que no podía hacerlo porque me dejó con ella – Jungkook bajo la mirada, su manos jugando con el tenedor entre sus dedos – Los seres humanos estamos condenados a vivir con otros, a preocuparnos por otros... sí yo puedo evitar a toda costa dejar algo de mí en este mundo, entonces podré irme más fácil. Sin ningún arrepentimiento y sin dejar nadie atrás.

Nadie atrás...

Taehyung entendía aquello a la perfección. Lo entendía porque él había sido la persona que se quedó atrás. Jin se había ido sin mirar hacia él, a su hermano menor que le seguía los pasos con amor y respeto; y al final, Taehyung había terminado por vivir la vida que abandonó. Había tratado de ser Seokjin para no ser abandonado de nuevo.

Porque no había nada peor, que quedarse atrás.

.- ¿No es eso egoísta? – preguntó con la voz estrangulada, casi sin aire – El querer que nadie te recuerde.

Jungkook soltó una risita, casi divertido: .- Creo que sería más benevolente que egoísta. Cuando te vas dejando gente atrás, no sólo llevas la culpa por hacerlo sino la certeza de que ellos sufren porque te vas. Personas como J-Hope son egoístas...

El peso en su pecho se acrecentó, porque de alguna forma, entendía y compartía lo que Jungkook estaba diciéndole. Porque sabía lo que dolía, lo que significaba y cómo el mundo podía detenerse para siempre en un instante, como quedas congelado en el tiempo cuando todo el mundo avanza.

Su madre, su padre y él se habían congelado en Seokjin. Y cuando el mundo les pidió que siguieran adelante, ninguno sabía cómo hacerlo.

Jin sabía que eso sucedería. Hoseok lo había sabido, se lo había dicho antes de saltar. Aquello era como una revelación... habían sido tan egoístas.

.- Tu hermano...

.- J-Hope... - le cortó con dureza Jungkook, antes de suspirar, destensando su cuerpo por completo – Los seres humanos somos egoístas, hyung. Todos lo somos, de una u otra forma. Él lo fue durante toda su vida en muchas cosas y se largó de siendo de la misma manera.

El dolor y la rabia que destilaba aquella última frase le llevó de regreso a esa tarde en el cementerio, al momento en que Hoseok fue enterrado bajo un sol brillante y un cielo despejado. Al "te odio" que Jungkook había pronunciado... no se trataba del dolor por su partida sino de algo mucho más profundo.

Taehyung en cambio, siempre había amado a su hermano.

Era paradójico pensar en ese momento que mientras él, que amaba a Seokjin, nunca le despidió, Jungkook lo hizo del hermano que parece despreciar.

.- Entonces...

Jungkook sacudió su cabeza, volviendo a mirarlo: .- Entonces, estoy atrapado con una mujer que no me quiere, ganando dinero para sobrevivir en una casa que se cae a pedazos mientras ella se gasta todo lo demás en bares.

.- Pero, sí dices que no te quiere... ¿por qué estás atrapado ahí?

.- Porque sigue siendo mi madre, hyung – respondió con simpleza – Y yo sigo siendo demasiado débil ante ella como para abandonarla, incluso aunque ella me haya abandonado muchas veces en las que necesitaba una madre. No puedo dejarla ahora que está llorando al único futuro que creyó tener, el que venía con su hijo el bailarín. Conmigo, en cambio, nunca conseguirá nada.

Taehyung trató de respirar con calma, las palabras de Jungkook danzaban en su cabeza como si fuesen una especie de canción desordenada. No podía entender de qué hablaba Jungkook porque no lo conocía; no sabía lo que era una madre así porque siempre había tenido una que le llamaba Taehyungnie cuando se hería. Seokjin y él habían sido siempre amados y cuidados, incluso aunque el dinero faltase, sus padres siempre los habían sostenido uno junto al otro.

Hoseok y Jungkook, en cambio...

.- Así que sí – sentenció el menor, trayéndolo de nuevo de regreso a donde estaban, ahí en esa mesa iluminada por una vela y con un pastel al lado – Sólo tengo que esperar un poco más.

Lo que se escondía en esa frase le asustó, pero antes de poder decir algo, Jungkook le estaba tendiendo el tenedor restante: .- No se preocupe tanto, hyung. Vamos a comer.

Taehyung ni siquiera podía pensar en ello. Lo único que podía hacer en ese instante era reproducir las últimas palabras de Jungkook como un disco que se había rayado: Sólo tengo que esperar un poco más, sólo tengo que esperar un poco más, sólo tengo que esperar un poco más...

Lo que eso significaba, aquello que se escondía detrás de una simple oración, le provocó tanto dolor que sintió todo su mundo volver a fragmentarse.

.- ¿Lo harás? De verdad, ¿lo harás?

Jungkook se quedó paralizado por un instante: .- Eso no es asunto suyo, hyung.

.- Pero...

.- Comamos – sentenció el menor, su expresión seguía tranquila, aunque sus ojos ahora parecían dos dagas de hielo – La vela se consumirá pronto y el pastel está fresco, es de chocolate y macadamia.

Taehyung negó, abrumado. ¿Cómo podía...?

.- No lo hagas... - habló de nuevo, su voz brotó rota. Rota como nunca la había escuchado y Jungkook sólo le miro – Por favor... Kookie – susurró e inmediatamente quiso devolver el tiempo y no nombrarlo de aquella forma, su rostro transformado por una expresión de ira y desolación.

Sin embargo, Jungkook no dijo nada.

Y la vela, largos minutos después, se consumió entera. Dejándolos en la oscuridad y el silencio, con un trozo de pastel sin probar.




Holi... 

Ya tenía ganas de volver con esta historia, con éste capítulo en particular. 

Por un lado, vemos como Taehyung va entendiendo un poco a Jungkook, pero éste último tampoco es concreto sobre sí mismo. Sin embargo, se me hace súper bonis como comparten un momento así... bueno, antes del final. 

Qué opinan ustedes? 

Gracias infinitas por leer!

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