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Capítulo 3

- Estás distraída -

- ¿Cómo? -

- Distraída, tú estás aquí pero no tú mente - dijo mi compañera sonriendo.

- Ha pasado algo que me dejó intranquila -

- ¿Puedes contarme? Tengo una hija de tu edad y la verdad es que no hablo mucho con ella - comentó cabizbaja.

En mi mente se formulaban miles de hipótesis como cada vez que algo así sucedía, confiar, creer, hablar o callar. Pero al ver el rostro de Amelia no me pude negar, la verdad es que mi vida era más ermitaña de lo que alguna vez de pequeña soñé.

- Pues ha sucedido algo que depende del punto de vista es cómico o trágico - susurré atrayendo su atención.

- No eres de hablar mucho, no se como los jóvenes de hoy día logran pasar por tantas cosas solos sin hablar siquiera con nosotros que somos sus padres - 

- Pues en mi caso lo he aprendido sola, mi madre falleció hace ya unos años y mi padre pues, mi madre nunca fue de hablar mucho de él desde que nos fuimos de casa - sin darme cuenta comencé a abrir mi corazón a la mujer frente a mí.

- Dios mío, lo siento, no tienes que hacerlo si no quieres...-

- No te preocupes, creo que ya lo tengo superado o eso creo - comenté encogiendo los hombros.

- Y entonces qué es lo que te tiene tan pensativa -

- ¿Me creerías que mis pechos fueron a parar al rostro del conductor del bus al que siempre subo por las mañanas? - susurré agachando la cabeza.

Un silencio llenó mi cubículo, por un momento hasta creí que se había marchado así que levanté la mirada y ahí vi su rostro rojos con los ojos abiertos y labios fruncidos aguantando la risa. No supe como reaccionar a esto, si reír con ella o seguir callada, no supe que hacer para nada.

- ¿Y era guapo? - 

La miré desconcertada, ¿Es todo lo que puede preguntar?

- No lo recuerdo - dije suspirando.

- ¿No lo viste? - preguntó sentándose a mi lado.

- Pues, me sorprendí al ver su rostro en medio de mis pechos - confesé sonriendo.

- ¿Qué estoy viendo allí? - señaló mi rostro.

- ¿Qué tengo?- comencé a tocar mi rostro y lo sentí arder.

- Rubor y una sonrisa, algo que nunca vi en ti y te observo desde ya mas de cinco años Ema- se acercó acariciando mi rostro suavemente.

Me perdí por un momento en ese delicado roce, era cálido, tierno, algo indescriptible, cerré los ojos y me pregunté cuánto de esto me estaba perdiendo en realidad en mi vida.

- ¿Te sientes bien?- 

- ¿Cómo se extraña algo que nunca se tuvo? - solté arrepintiéndome al instante.

- Los sentimientos son algo que están allí siempre cariño, sólo que están dormidos hasta que algo o alguien los sacude y devuelve a la realidad - 

- Creo que hoy es un día raro para mí, no recuerdo haberme sentido así desde hace tiempo -

- Pues debemos agradecerle a ese misterioso aún indefinido guapo conductor por ello - dijo sonriendo con mis manos entre las suyas.

- ¿Tú crees que sea por eso? -

- ¿Por qué más? Estabas distraída pensando en él, lo que me llamó la atención ya que siempre atendías a mi primer llamado y esta vez intenté tres veces antes de venir hasta aquí - explicó encogiendo los hombros.

- ¿Amelia? - 

- ¿Sí?-

- Tu hija, no creo que ella no quiera hablarte, más bien tiene miedo de que tú no quieras escucharla y no es un reproche ni nada, te lo digo como hija, muchas veces quise hablar con mi madre y tuve miedo, de los juicios que ella emitía sin pensar en como me sentiría, la escuchaba hablar de las noticias o de chicas de mi edad refiriéndose a ellas de forma tan doliente que prefería guardarme todo y soltarlo en otro lugar - 

Sus ojos se humedecieron y creo que de alguna manera es lo que ella estaba haciendo con su hija, o al menos comenzó a entender como acercarse a ella y sin verlo venir me vi envuelta en sus brazos.

- Gracias Ema, no tienes idea de cuánto vale lo que has dicho para mí y aún más en este momento - se separó limpiando sus ojos de las pequeñas traicioneras que los habían bañado.

- Me pongo en tu lugar porque veo la tristeza que cargas al hablar de ella y en el lugar de ella porque estuve muchas veces allí y no pude lograr que mi madre me escuchara y hoy no está y se siente raro porque no la extrañaba hasta hoy que me te acercaste, pero tampoco sé lo que extrañé porque no recuerdo haberme sentado a hablar de esta manera con ella - 

- Será que no confiabas en ella -

- ¿Sabes? Me sorprendió que me preguntaras si el conductor era guapo, porque lo primero que ella hubiera hecho sería gritarme que soy una descarada y desvergonzada, que de seguro anduve haciéndolo consciente de lo que lograría al llamar la atención del conductor de esa manera -

- ¿Estás segura? - cuestionó sorprendida.

- Era un poco, bastante a la antigua - dije agachando la cabeza.

- Por lo que de seguro muchas cosas callaste, momentos hermosos, las primeras cartas de amor, tu primer corazón roto...-

- Y mucho más, habían cosas que ellas las suponía y aseguraba que estaban completamente erradas y nunca pude sacarla de su error aún presentando pruebas de todo y con ese pensamiento de mí se fue de este mundo y creo que es eso lo que me duele - sentí su mano en mi pierna y vi su sonrisa.

- Ser madre es difícil, ser hijo también pero siempre encontramos ayuda extra en personas como tú, lo bueno es que aún estoy a tiempo de corregir lo mío...-

- Pero lo mío llegó a su fin, ella se fue y no pude siquiera despedirme, siquiera pensó o le importó lo que sería de mí, siempre dijo que era más fuerte que mi hermano, que era alguien que saldría adelante por mí misma pero al menos despedirse de mí...-

- Quizás no creyó que...- 

- Ella se suicidó Amelia, sabía lo que hacía - dije sollozando por primera vez en muchos años.

- Lo siento mi niña, lo siento tanto - dijo abrazándome fuerte.

- Se despidió de mi hermano, envió sus pertenencias, dejó todo arreglado para él y nada para mí, ¿Cómo se supone y debería de reaccionar al saberlo? - me sofocaba, quemaba mi garganta admitir lo que sentía.

- No sé que decirte mi niña- dijo tomando mi rostro haciendo que la viera - Cada decisión que tomamos los padres, buenas o malas no lo hacemos a sabiendas, no venden con los pañales el manual del padre perfecto, lo vamos aprendiendo paso a paso junto a ustedes, a veces bien, a veces mal, pero todo lo que intentamos hacer es por y para ustedes - 

- Pues ella lo hizo todo por y para mi hermano - 

- Y lo que pasó, ¿Te volvió más fuerte? -

- No, me volvió una persona insegura, buscando constantemente cariño y aprobación de los demás, encerrada en una vida ermitaña evitando todo lo que pueda llegar a significar algo de dolor - 

- ¿No crees que es hora de dar un paso y salir de esa vida? -

- Tengo miedo -

- ¿De qué? -

- De sentir -

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