Capítulo 07: "Regalo"
Al llegar a la escuela, lo primero con lo que sus ojitos de Bambi se deleitaron, fue con el bello cartel que Yoongi y Namjoon sostenían en sus manos, el cual profesaba, con un bonito lettering, las palabras "Feliz cumpleaños, conejito".
Una radiante sonrisa se esbozó en su rostro e instantáneamente, olvidó por completo la indiferencia de su padre esa mañana.
Rápidamente corrió hacia sus amigos y los abrazó con fuerza, susurrando contra sus pechos palabras de agradecimiento, no solo por el bonito cartel y por haberse acordado de su cumpleaños, sino también por estar ahí para él en los momentos buenos y malos.
—Feliz cumpleaños, Kookie. Llegó el gran día— el susodicho alzó la mirada para ver a Yoongi y se sonrojó al observar la cara pícara que el mayor tenía en el rostro.
—Hyung— susurró bajito, señalando a Namjoon con sus ojos, disimuladamente.
—Ah... Él ya sabe— al oír eso, se atragantó con su propia saliva. Yoongi soltó una carcajada y Namjoon lo acompañó con una suave risa.
Al ver lo avergonzado que estaba el menor, el moreno decidió hablar —Descuida, yo obligué a Yoongi a que me dijera después de enterarme que había ido a esa tienda y no me había modelado lo que compró— el pálido le dio un codazo, avergonzado
Aun así, el castaño estaba rojo por el bochorno.
—Ya verás que seducirás a ese semental, Kookie— el moreno le codeó amistosamente, haciéndole levantar la mirada —No he conocido al primer hombre que no le guste la lencería.
—¡Okay! Creo que Yoongi y yo ya deberíamos ir a clase— le cortó al percatarse de la mirada de algunos estudiantes sobre ellos —Gracias por el cartel y los consejos... En la noche les contaré cómo me fue— dicho esto, tomó el cartel con delicadeza y entró como alma que lleva el diablo para evitar las miradas cómplices de sus amigos.
Estaba sumamente nervioso y lo único que deseaba era que la mañana pasara lentamente para retrasar lo inevitable lo más posible. Aunque todavía estaba a tiempo de arrepentirse, pues su psicólogo no estaba enterado de lo que planeaba para ese día, él no quería echarse para atrás, no después de haber tomado la decisión de arriesgarse.
¿Cómo lo vería Jin vistiendo ese tipo de ropa? ¿Le gustaría? O por el contrario ¿Lo vería con asco? No tenía un mal cuerpo o algún defecto físico por el cual avergonzarse, pero el solo hecho de verse expuesto y vulnerable ante un hombre que conocía de hace apenas una semana y existir la posibilidad de ser dolorosamente rechazado, le hacía revolver las entrañas por la ansiedad.
Yoongi notó su nerviosismo y trató de calmarlo, también le dio algunos tips para moverse y así seducir más fácil al profesional, pero Jungkook no pudo recordar más de la mitad. Al final, el pálido se rindió y simplemente le deseó suerte y una buena cogida.
Sí, Jungkook estaba seguro de que no sobreviviría a la sesión.
—Pase— fue lo primero que escuchó al tocar la puerta del consultorio.
El castaño se adentró en el lugar, viendo de reojo a su padre alejarse por el pasillo al momento de cerrar la puerta. Para su buena suerte, el hombre no había notado su nerviosismo cuando llegó de la escuela, o tal vez sí, pero lo atribuía a la expectativa por recibir alguna atención por parte suya, misma que claramente no iba a darle.
Al visualizar a Seokjin en su escritorio, tuvo que tragar grueso al notar que ese día había optado por no llevar la bata puesta, para en su lugar lucir una camisa blanca de botones, la cual tenía el primer botón desabrochado y las mangas recogidas hasta los codos.
El pelinegro no lo había mirado al entrar, por lo que Jungkook tuvo tiempo de admirar su perfil y la penetrante mirada bajo sus lentes. Lucía serio, su entrecejo fruncido por lo que fuera que estuviera leyendo en el documento frente a él, sus labios remojandose cada tanto y su dedo índice siendo presa de sus dientes.
Jungkook juró que una erección comenzaba a crecer dentro de sus pantalones.
—Am, hola— le saludó algo tímido, sintiéndose de repente cohibido por la mirada de Seokjin, ahora sobre él.
Éste le miró fijamente antes de brindarle una sonrisa y colocarse de pie, segundos después, Jungkook era víctima de un abrazo de oso que le reconfortó el corazón.
—Feliz cumpleaños, Kookie— el mayor acarició sus cabellos con devoción y le dio un casto beso en la frente. Al ver la sorpresa en el menor, decidió añadir —No pensarás que me olvidé de tu cumpleaños, estaba en los datos que me proporcionaste la semana pasada.
El castaño se separó un poco para mirarlo a los ojos, solo entonces, el pelinegro vio que los contrarios brillaban por las lágrimas contenidas —No es eso, es solo que... Hoy no fue... Ya sabes— trató de hacerse entender con sus manos, pero al ver la confusión en la cara de su psicólogo, suspiró rendido —Papá hoy no fue tan cariñoso como en mis cumpleaños anteriores— solo entonces, el mayor lo comprendió.
—Ay, Kookie— lo abrazó de vuelta —Lo lamento mucho. ¿Quieres hablar de ello?
El menor negó al tiempo que se secaba las lágrimas que habían alcanzado a resbalar por sus mejillas —No quiero hablar de mi papá ahora, solo me amargaría más y no quiero sentirme mal en mi cumpleaños, no hoy.
El profesional lo entendió y en silencio lo condujo hacia el sillón, una vez ambos estuvieron sentados, Seokjin decidió tratar de aligerar la tensión en su paciente.
—Así que... Dieciocho años ¿Eh?— le codeó —Ya eres todo un adulto.
Jungkook asintió —Sí, por fin lo soy.
Aquellas palabras salieron con una doble intención que Seokjin no alcanzó a captar. Al ver que Jungkook se había quedado callado y que ya estaba más calmado, decidió hablar.
—Quieres hablar sobre algo en específico o...— su boca se cerró de golpe al ver a su paciente sentarse a horcajadas sobre él de manera rápida y atacar su cuello a punta de besos y chupones —Jungkook...
—No quiero hablar ahora— habló bajito contra la piel de su cuello, provocándole escalofríos —Quiero que me ayudes a sentirme bien y a olvidar lo malo que ha pasado estos días— lo miró suplicante —Puedes tomarlo como mi regalo de cumpleaños si quieres, pero, por favor, ya no sigas atrasándolo más— depositó una línea de besos que recorrió desde el mentón del más alto hasta el lóbulo de su oreja, mismo que mordisqueó a su antojo —Si vuelves a rechazarme diciendo que todavía no es el momento, en serio me voy a sentir de lo peor.
—Jungkook— lo detuvo de repente, sosteniendo su cabeza entre sus manos —¿A qué te refieres con "rechazarte"? Jamás lo he hecho, que yo recuerde.
—Siempre que quiero ir más allá de los besos y las caricias, me dices que esperemos un poco, que todavía no es el momento y otro montón de excusas— su voz salió en un tono de reproche del cual no estaba muy orgulloso —O dime la verdad ¿Es que acaso te arrepentiste?
Seokjin lo miró sorprendido, pero decidió actuar rápidamente para evitar que su paciente siguiera sobrepensando. Llevó sus manos a los glúteos del menor y les dio vuelta a ambos, cambiando las posiciones y siendo él ahora quien se hallaba sobre Jungkook. Esto claramente fue una sorpresa para él, quien tuvo que tragar saliva con dificultad al ver la imponente mirada del mayor a escasos centímetros de su rostro.
Sus alientos chocaban por la poca distancia, pero aunque Jungkook trató de unir sus labios en un beso, Seokjin se alejó, dejándolo con las ganas.
—Me ofende que te atrevas a pensar que te rechazaría, Jungkook— le reprendió, apretando sus nalgas bajo su agarre; esto, por supuesto, le arrebató un sonido vergonzoso al menor —Si estás para comerte ¿Cómo me atrevería a pensar siquiera en hacerlo?
—E-entonces ¿Por qué?— le miró entristecido.
—Kookie, simple y sencillamente porque estaba esperando este día— comenzó a dejar besos húmedos en su cuello —Estaba esperándote, quería que te entregaras a mí siendo mayor de edad— comenzó a morderlo —Nunca me atrevería a decirte que "no" por gusto, no sabes el martirio que fue para mí no poder cogerte durante estos días, lo que fue contenerme— llevó sus manos hacia la camiseta del menor y la subió hasta su pecho para tener sus pezones al aire y a su completa disposición.
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Bajo la atenta mirada de Jungkook, se llevó uno a la boca y comenzó a succionar con algo de fuerza, arrebatándole varios quejidos que éste luchaba por retener.
—Mmg, entonces... ¿Puedo enseñarte algo?— Seokjin se detuvo y asintió con la cabeza, sus ojos reflejando el deseo que lo tenía temblando por la anticipación.
El menor terminó de sacarse la camiseta y, con algo de duda, bajó sus pantalones bajo la atenta mirada del mayor. Éste lo miró como una presa al apreciar la lujuriosa prenda que el menor había estado escondiendo, misma que no dejaba mucho a la imaginación debido al encaje y permitía admirar la dolorosa erección que había sido provocada por unos cuantos besos.
—Por Dios, Jungkook— su voz salió en un tono más grave, mismo que le erizó los vellos al menor —¿Tú pretendes que te deje ir en tres horas cuando estás luciendo algo como esto?— el menor se sonrojó un poco —Se supone que hoy es tu cumpleaños, pero quien terminó recibiendo un regalo fui yo.
El mayor se permitió detallar el encaje durante unos segundos y por supuesto que se tomó el tiempo de observar los ligueros, mismos que hacían resaltar la tez blanca del más bajo y que lo hacían lucir más pecaminoso de lo que ya era.
Bajo la atenta mirada de Jungkook, fue hacia la puerta y le colocó seguro. Hecho esto, se inclinó a la altura de su miembro y comenzó a dejar besos húmedos sobre la tela, arrancándole unos cuantos gemidos al castaño por la fricción.
—¿Cómo es que se te ocurrió esto, um? No eres tan pervertido que yo sepa— comenzó a estimular uno de sus pezones mientras seguía lamiendo la extensión.
—Y-Yoongi me lo recomendó— consiguió decir —Quería seducirte para que te decidieras a follarme— se mordió los labios para no seguir soltando gemidos vergonzosos.
—Ya veo. Entonces tenemos que ir un día a comprarte más cosas— lo miró con una sonrisa de lado —Necesito verte modelando para mí.
Llevó sus manos venosas a los muslos del menor y, tras darles unos cuantos apretones, las subió a la altura de su pecho, consiguiendo así una vista directa a la entrada del castaño. Por supuesto que éste se avergonzó y trató de cerrar sus piernas, pero el mayor no se lo permitió. Hizo la prenda a un lado y fue tanteando con su lengua la apretada cavidad, consiguiendo meter su sinhueso tras algunos toques.
—¡Jin!— su voz salió en un hilo —Por favor, no más, quiero sentirte a ti— tomó sus piernas y las abrió más para provocarlo —Estoy listo para recibirte.
Claro que este gesto terminó por encender más el deseo en el profesional, quien se halló soltando su cinturón y desabotonando su camisa. En ese instante, Jungkook agradeció al cielo por permitirle admirar el perfecto torso desnudo del contrario, el cual se marcaba en las partes correctas sin llegar a verse exagerado. Lentamente, Seokjin fue despojándose de sus prendas hasta quedar únicamente en ropa interior. Al ver la prominente erección que aquella guardaba, Jungkook se relamió descaradamente y, con repentino atrevimiento, empujó al mayor para recostarlo sobre el sofá y colocarse encima de él, más específicamente, con su rostro a la altura de su pelvis.
—¿Qué planeas hacer, Kook?— interrogó con una ceja arqueada —¿Quieres ser tú quien lleve las riendas o...? Agh— cerró sus ojos de repente al sentir las manos del menor bajar la prenda restante y su lengua posicionarse justo encima de su glande.
Con toda la inexperiencia del mundo, la lengua del menor se paseaba de arriba a abajo por toda la extensión, intercambiando su lengua por sus labios cada tanto para succionar el falo y embadurnarlo con su saliva.
—Aghh— un gemido ronco salió de la garganta del profesional, quien tomó al menor por el cabello con ambas manos para guiar sus movimientos y hacer que se la chupara más rápido. Jungkook simplemente se dejó hacer, disfrutando el sabor que se adueñaba de sus papilas gustativas y de la dolorosa erección que amenazaba con volverlo loco. En un momento dado, el castaño metió su mano dominante bajo la lencería y comenzó a masturbarse desesperadamente, soltando varios gemidos que provocaban una vibración exquisita en el miembro del mayor.
En ese momento, Seokjin supo que Jungkook ya estaba listo para recibirlo, por lo que detuvo sus movimientos abruptamente y volvió a invertir los papeles, siendo él ahora quien se abría paso entre las jugosas piernas del más bajo. Se deshizo de su bóxer y levantó las anteriores hasta el pecho contrario, dejando su palpitante entrada al descubierto. El castaño, ansioso y desesperado, sostuvo sus piernas por debajo de sus rodillas y se preparó para lo que venía.
El profesional tomó la lencería y la hizo a un lado, seguido a esto, tomó su miembro por la base y dio unos cuantos golpeteos con la punta antes de comenzar a undirse en él lentamente, cuidando de no lastimar al menor en el proceso. Éste tuvo que morderse el dorso de la mano para no soltar un gemido demasiado alto que pudiera alertar a alguien fuera del consultorio, pero sí debía admitir que quería gritar por lo increíblemente bien que se sentía la sensación de ser penetrado.
Ahora no eran sus dedos, sino una polla la que se hacía paso dentro de él y le fascinaba cómo se sentía.
—J-Jin— gimió cuando éste terminó de meterla —Está muy grande.
El contrario rio bajito, no pudiendo con la delicia de tener su miembro en tan apretada y caliente cavidad. El hecho de que Jungkook aún tuviera puesta la lencería y se viera tan malditamente prohibido, lo tenían fuera de sí.
—Mierda, Kook. Y tú estás muy apretado— comentó risueño al tiempo que llevaba sus manos a los muslos contrarios y les daba algunos apretones —Y tan mío— soltó con deseo al tiempo que iniciaba con las embestidas.
Al principio, estas fueron lentas y pacientes, cosa que Jungkook agradeció en el alma pues, si bien la sensación era exquisita, todavía no se acostumbraba al tamaño de Seokjin. Con el pasar de los minutos, estas fueron tomando fuerza y velocidad, logrando que el menor no pudiera retener más sus gemidos y se hallara soltando sonidos vergonzosos que calentaban más al pelinegro.
Su interior ardía por las estocadas, sus mejillas yacían rojas por la vergüenza y sus lágrimas bajaban por sus sienes hasta llegar al sofá. Sus manos ya ni siquiera se esforzaban por callar sus gemidos, en su lugar, se aferraban a lo que fuera con tal de mantenerlo cuerdo y no dejar que se desmayara por el placer.
—Aahh ahh ¡Jin!— gimió por lo alto —Otra posición p-por favor, ahh— lo miró necesitado, por lo que el susodicho no pudo negarse.
Salió rápidamente del interior de su paciente para darle la vuelta y colocarlo boca abajo, una vez así, tomó sus caderas y las levantó, solo para volver a penetrarlo en esa posición.
—¡Aah sí! A esto me refería— mencionó el menor con una sonrisa, dejando que Seokjin hiciera con su culo lo que se le antojara.
—Aunque eras virgen, Kook, eres muy pervertido— le reprendió mientras se inclinaba sobre él y pegaba su pecho a la espalda contraria —¿Quién te enseñaría estas cosas, um? Me estoy poniendo celoso— al decir esto, aumentó sus embestidas como una especie de castigo.
El menor trató de callar sus gemidos, mordiendo sus labios, pero fracasó estrepitosamente, pues la polla del pelinegro ahora se hallaba tocando ese punto en especial que lo hacía ver las estrellas cada vez que lo estimulaba.
—¡J-Jin! Aghh— se aferró con fuerza al sofá —N-no lo aprendí de nad-die... Lo v-vi en videos... Agh mierda ¡No te detengas, p-por favor!— su cuerpo estaba hecho un desastre. La saliva escurría por sus comisuras, sus lágrimas no dejaban de resbalar por su bonito rostro, su cuerpo ya estaba sudando y su miembro, aún dentro de la lencería, se hallaba derramando líquido preseminal.
—Qué bonito desastre eres, Kookie— el mayor se acercó más a él y lo tomó por el mentón para hacer que lo mirara —Tan lindo... Tan mío— aumentó sus embestidas, arrancándole varios gemidos a ambos.
Aprovechando la posición, el mayor unió sus labios en un beso desordenado en el que ambos se mordieron y succionaron, nada era suficiente para calmar el deseo que se tenían y tras unas cuantas embestidas más, ambos se corrieron, gimiendo el nombre del otro.
©AlejaDeMin
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