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Capítulo 06: "Una Idea Atrevida"

Había pasado una semana desde aquel encuentro y sin lugar a dudas, habían sido los días más placenteros en la vida de Jungkook. Si bien no habían llegado a hacer el acto como tal, Seokjin había aprendido cómo tocarlo y en donde besarlo para volverlo loco.

Sin embargo, empezaba a desesperarse.

Le frustraba que el pelinegro nunca pasara a lo siguiente. Él quería más. Ya no le bastaba con sentir sus manos y su boca por todo su cuerpo. Él quería ser follado de una buena vez, poder sentir el placer del sexo del que tanto Yoongi le había hablado.

Todavía tenía fresca en su mente la ocasión en la que Seokjin le hizo una felación en el sofá y él había terminado por correrse en todo su rostro. Aquel día, al llegar a su casa, se masturbó varias veces mientras pensaba en la imagen de su psicólogo con la boca llena y el rostro cubierto de su semen. Todas las veces terminó corriéndose como nunca lo había hecho.

Yoongi, como buen confidente, lo escuchaba cada vez que acudía a él para pedirle algún consejo en lo que a la intimidad respectaba. Tampoco perdía la oportunidad de darle algunos trucos para seducir al pelinegro. Mala influencia, lo llaman.

—A Namjoon le gusta el sexo rudo y tiene un fetiche raro en lo que respecta a que yo me disfrace de cosas afeminadas. La última vez me convenció de disfrazarme de sirvienta— contó en voz baja, con un poderoso sonrojo adornando sus mejillas.

Jungkook se mordió el labio inferior, pensando en esa posibilidad.

—Mm, no lo creo. Primero que todo, no podría conseguir ese disfraz sin que mi padre se diera cuenta. Segundo, no creo que pueda con la vergüenza de vestirme así. Y tercero, no sé si a Jin le guste. Tampoco quiero quedar como un idiota.

—Pero dices que llevas una semana y todavía no te ha follado, yo creo que está necesitando de un buen estímulo... O tal vez... ¿Te ve muy menor?— lo miró dudoso, esperando no hacerlo sentir mal con ese comentario.

Jungkook lo miró extrañado y negó con su cabeza —No lo creo, si me creyera muy menor, no habría empezado todo esto en primer lugar. Aunque... Tampoco descarto la posibilidad de que se haya retractado— mencionó en voz baja, visiblemente afectado.

Ambos se encontraban en la cafetería de la escuela, había varias personas allí, por lo que debían hablar en voz baja.

—¡Ya lo tengo!— Yoongi chasqueó los dedos luego de unos segundos —Aprovecharás tu cumpleaños para seducirlo con una linda lencería ¿Qué te parece?

Los ojos del menor se abrieron en grande y por la sorpresa, terminó ahogándose con la leche de plátano que se hallaba bebiendo. El pálido tuvo que darle unas palmadas en la espalda para ayudarlo a desahogarse.

—¿Estás loco? ¿Cómo me voy a colocar una lencería? Qué vergüenza.

—Vergüenza meterte con tu psicólogo y ya lo hiciste, Jungkook— le señaló, provocando que su mejor amigo quisiera morirse por el bochorno.

Éste soltó un suspiro pesado y dio otro sorbo a su bebida.

—Bien, bien. Lo acepto, pero me da pena vestirme con una lencería de mujer... No, creo que lo que me da pena es que Seokjin me rechace vistiendo así, nunca me recuperaría de esa humillación— se recostó en la mesa con sus brazos cubriendo su cabeza.

El peliblanco lo miró con pesar, estiró su mano para acariciar su cabello y se acercó más a él para reconfortarlo.

—No creo que te rechace, Jungkook. Eres el chico más sexy que he conocido después de Namjoon— el menor soltó una pequeña risa —Si ese tipo te rechaza después de verte en lencería, entonces es un completo idiota.

El menor salió de su escondite y sonrió —Gracias, hyung.

El pálido dio un asentimiento y se terminó su café, segundos después, se levantó y empezó a caminar hacia el salón en vista de que pronto sonaría el timbre. Jungkook lo siguió en silencio hasta que el contrario se detuvo y lo vio fijamente.

—¿Cómo vas con tu padre? ¿Te deja salir o te está obligando a ir a prácticas?— el castaño negó con su cabeza.

—Realmente, pienso que ya no le intereso. A lo único que me obliga a ir es al psicólogo, de resto, los días que no tengo que ir ni siquiera me habla.

Ambos ingresaron al salón y se sentaron en sus respectivos asientos.

—Ya veo... Lamento oír eso, pero es una buena noticia. Eso significa que tú y yo podremos salir hoy a comprar la lencería con la que seducirás a ese semental— ambos soltaron una carcajada que llamó la atención de más de uno.

—Está bien, pero te juro que si Seokjin me rechaza, te voy a dejar de hablar por ser el de la idea— amenazó, apuntando a Yoongi con su dedito.

Éste, contrario a sentirse intimidado, terminó por apachurrar los cachetitos del más bajo por la ternura que le causó tal acto. Eso hasta que el profesor llegó y tuvieron que poner su completa atención a la clase.

Aunque claro está que Jungkook no pudo concentrarse en lo absoluto.

Al llegar a su casa, pasó de largo a su padre que se hallaba en el sofá viendo televisión. Ser ignorado por el hombre que era su figura paterna le dolía, dolía mucho, pero también le dolían los golpes y los malos tratos, por lo que no sabía qué era peor.

Sus heridas ya estaban mucho mejor; tenía algunos morados en los brazos y uno en su rostro, pero comparado a la semana pasada, tenía un mejor aspecto e internamente lo agradecía, pues ahora que había aceptado la descabellada idea de Yoongi, no le gustaría mostrarse de tal manera ante el pelinegro, teniendo hematomas que arruinaran su imagen.

Se cambió el uniforme por algo más suelto que le ayudara a cambiarse fácilmente y cuando estuvo arreglado, sacó su maletín con un solo cuaderno y bajó las escaleras.

Estaba a punto de abrir la puerta cuando la voz de su padre llamó su atención. Éste caminó hacia él sin expresión alguna y se cruzó de brazos al estar a un metro de él.

—¿A dónde vas?— Jungkook agachó la cabeza.

—A la casa de Yoongi, vamos a hacer una tarea.

El hombre le quitó el maletín y sacó el cuaderno que había en su interior. Revisó éste hasta llegar a la última hoja y para fortuna del castaño, ese cuaderno era de la única materia en la que habían dejado tarea ese día.

El hombre bufó y le devolvió el maletín de mala gana al no notar nada raro, sin embargo, se quedó en el mismo lugar, viendo fijamente a su hijo, como si esperara a que confesara la verdad.

El menor lo miró desafiante y se aferró a su maletín —¿Ya puedo irme?

Su padre no tuvo más remedio que acceder, dejándolo marchar sin más. No obstante, Jungkook pudo percibir su mirada quemarle en la nuca y escudriñar en sus pensamientos. A veces su progenitor le daba miedo.

El trayecto hacia la casa de Yoongi fue bastante largo. A pesar de que no vivían a más de diez cuadras, el menor sentía que su destino se alejaba cada vez más; creía que se debía al nerviosismo y la ansiedad que tenía por llegar rápido. Sus emociones eran una combinación de miedo con curiosidad, ni él sabía cómo se sentía exactamente.

Al fin, después de varios minutos, se halló tocando la puerta de la vivienda del peliblanco. Éste salió no mucho después con una sonrisa pícara en el rostro.

—¿Estás listo?

—Por favor, llévame antes de que me arrepienta.

El pálido dejó salir una risa nasal y salió de la casa sin más. Esa tarde irían a la tienda de lencería donde, usualmente, el mayor compraba ropa para él. Le agradecía a Namjoon por haberle enseñado ese lugar, aunque fuera a costa de su capacidad para caminar durante algunos días.

Cuando llegaron, a Jungkook casi se le salen los ojos.

El lugar era demasiado atrevido para su gusto. En el exhibidor se mostraban algunos maniquíes con ropa demasiado reveladora y provocativa, sin mencionar que desde afuera se veían las estanterías llenas de juguetes para adultos.

El sentimiento de arrepentimiento lo abrumó de inmediato, pero antes de que pudiera decir algo, Yoongi lo arrastró al interior del local, aun contra su propia voluntad.

—Buenas tardes ¿En qué les puedo ayudar?— una mujer rubia bastante guapa los atendió desde atrás del mostrador.

Jungkook estaba demasiado avergonzado para hablar, por lo que Yoongi tuvo que hacerle el favor —Hola, estamos buscando algo bonito para mi amigo ¿Qué nos recomiendas?

La chica examinó detenidamente a Jungkook, quien se sentía algo incómodo por la penetrante mirada que ella le brindaba. Después de unos segundos, la rubia chasqueó los dedos.

—A juzgar por tu complexión, te recomendaría una braga de encaje vinotinto, siento que le quedaría perfecto a tu tono de piel— el menor se sonrojó poderosamente, pero asintió agradecido.

—Muchas gracias... Amm ¿Me podrías enseñar algunas?— la chica rió por la timidez del chico, pero asintió y se dispuso a llevarlos al área de lencería.

Al llegar, le fueron enseñados varios estilos que Jungkook veía prácticamente idénticos. No fue sino hasta que Yoongi y la vendedora le explicaron la diferencia entre cada uno, que terminó por escoger una de color vinotinto que venía con unos ligueros.

Tras pagar por ella y agradecer, Jungkook guardó la prenda en el lugar más recóndito de su maletín y salieron del local.

Mientras caminaban, el menor era blanco de burlas amistosas por parte de su mejor amigo, quien le recalcaba que había escogido la prenda más erótica de toda la tienda.

—¡Ya! Te recuerdo que esto fue idea tuya, así que no me digas nada— bajó la cabeza con el bochorno apoderándose de él. Estaba seguro de que no volvería a un lugar como ese en toda su vida.

Yoongi paró de reír y se tomó unos segundos para recuperarse —Vale, me calmo— lo miró con picardía —¿Estás nervioso?

—Mucho— coincidió —Mi cumpleaños es pasado mañana, esto fue muy de imprevisto... Ahh, solo espero que a Seokjin le guste.

—Descuida, yo tenía la misma preocupación cuando lo hice por primera vez, pero te digo que fue la mejor decisión de mi vida. Namjoon se puso como loco al verme en lencería negra y tuve el mejor sexo del mundo— el menor sonrió tras escucharlo y se quedó en silencio, no queriendo darle cuerda a su mejor amigo para que se pusiera de explícito. 

Sin decir más, aquel par se dirigió a la casa del mayor con el objetivo de hacer la dichosa tarea que el menor le había comentado a su padre. Se supone que tendrían tres semanas para hacerla, pero gracias a la mentira de Jungkook, ahora debían adelantar el trabajo.

Todo sea por conservar el secreto. 

Habían pasado dos días desde su salida y por fin, el cumpleaños del castaño había llegado. 

Sí, estaba feliz por estar cumpliendo la mayoría de edad, pero se hallaba mucho más nervioso por la sorpresa que le tenía a su psicólogo, porque sí, había sido una fortuna que ese día tuviera cita con él y Jungkook, como buen niño obediente, iría responsablemente. 

Este cumpleaños era distinto a los otros. En su ingenua esperanza, al despertar, esperó a que su padre cruzara por la puerta de su cuarto con un pastel mientras le cantaba "feliz cumpleaños", pero grande fue su decepción y tristeza cuando no sucedió así. Al bajar las escaleras, encontró a su padre fumando un cigarrillo en la sala sin hacer otra cosa más. Incluso cuando su progenitor notó su presencia en las escaleras, no dijo nada más que un seco "apúrate que llegarás tarde a la escuela".

Sabía que su relación con su padre no iba de lo mejor, pero en serio le dolía ni siquiera recibir una felicitación por su parte en su día especial. 

Al final, decidió tratar de no darle demasiada importancia y alistarse para ir a la escuela; no iba a dejar que su día se arruinara por algo así, aún tenía a sus amigos y con ellos era más que suficiente. 

©AlejaDeMin

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