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Capítulo 05: "Descaro"

Como era de esperarse, al día siguiente, Yoongi abordó a Jungkook con preguntas sobre lo que había pasado en ese consultorio, por supuesto, el castaño no pudo evitar contarle todo con una sonrisita pícara en su rostro.

—¿Que aceptaste qué?— gritó alarmado —¿Quién eres y qué hiciste con Kookie?— el menor rio escandalosamente.

—No dramatices tanto, hyung. Soy consciente de que fue una locura aceptar, pero si lo conocieras, entenderías. Es guapísimo, tiene unos ojos tan profundos, unos hombros anchos y unos labios esponjosos que dan ganas de morder— inconscientemente, atrapó su labio inferior entre sus dientes, provocándole una risa nasal a su pálido amigo.

—¿Y ya pensaste en lo que podría pasar si tu padre los descubre? Él te lleva diez años, Kook. Fácilmente podría ser demandado, perdería su título e iría a la cárcel— el castaño hizo un puchero.

—La idea es que no se entere, tenemos que ser muy cuidadosos— no obstante, al caer en cuenta de algo, sus ojitos brillaron y una sonrisita se esbozó en su rostro —Oye, pero recuerda que yo cumplo dieciocho la próxima semana, dejaré de ser ilegal para él y no habrá ningún problema así mi padre se dé cuenta.

Yoongi torció su boca —Sí, pero creo que es ilegal que un psicólogo se involucre en una relación más allá de la profesional con un paciente, aunque no estoy del todo seguro... De todos modos, ten cuidado ¿Sí? No quiero que tu padre se entere y te mate.

Jungkook soltó una risa nasal —Muy bien, hyung. Tendré cuidado, no se preocupe.

En ese momento, el chico por el que Jungkook babeaba hasta el día de ayer, entró al salón con su típica cara de puño que provocaba suspiros en todas las chicas de su grado. Sin embargo, a excepción de las otras veces, el castaño ni siquiera volteó a mirarlo, por el contrario, se quedó hablando con Yoongi sobre lo sexy y sensual que era su psicólogo.

Y por supuesto, a Taehyung le extrañó no percibir esa mirada sobre él.

Después de despedirse de su mejor amigo, el menor emprendió camino hacia su casa, deseando con todas sus fuerzas que su padre estuviera trabajando. Sin embargo, sus peticiones no fueron escuchadas; se dio cuenta de ello cuando ingresó a la residencia y lo primero que encontró fue a su padre sentado en el sofá, aparentemente esperándolo.

—Ya te estabas tardando— mencionó cruzado de brazos —Cámbiate rápido ese uniforme, tienes cita con el psicólogo a las dos.

Ante esto, el menor rodó los ojos —No tienes que recordármelo, ya voy— subió a su cuarto e hizo lo que su padre le había ordenado. Minutos después, volvió a bajar con un atuendo casual y un poco de maquillaje en su rostro para disimular los moretones.

Por supuesto, su progenitor notó esto y más tardó en hacerlo que en pegar el grito en el cielo.

—¡¿Qué mierda tienes en el rostro?!— Jungkook retrocedió por el miedo de ver a su progenitor acercándose de manera amenazante.

—Me eché un poco de polvo para ocultar los moretones en mi rostro— respondió, aparentemente sereno —¿O qué? ¿Crees que quedas muy bien frente a la gente cuando ven los golpes que me diste?

Un fuerte dolor se estableció en su pómulo y segundos después, en su cabeza. Su padre lo había abofeteado y por la fuerza, había provocado que cayera y se golpeara contra las escaleras.

—No te atrevas a cuestionar mis acciones. Todo lo que hago es por tu bien, para que seas un hombre hecho y derecho, y si tengo que hacerlo a punta de golpes, créeme que lo haré— el castaño alzó la mirada llena de rabia hacia el hombre frente a él, pero no respondió nada. Su cabeza dolía demasiado y no quería empeorar la situación.

Al final, el maquillaje no sirvió de mucho para el nuevo moretón que apareció en su rostro.

Ambos salieron de casa en silencio y se dirigieron al consultorio de la misma forma. Al llegar, repitiendo la misma dinámica del día anterior, dejaron el auto en el estacionamiento y se dirigieron al consultorio del Dr. Kim en el tercer piso.

—¿Jeon Jungkook?— la voz del psicólogo provocó que el susodicho saliera de su ensimismamiento.

Sin decir nada, alzó su mano para hacerse notar y entró en el consultorio sin despedirse de su padre. Éste rodó los ojos y se marchó del lugar, no sin antes despedirse del profesional y avisar que volvería dentro de tres horas.

Seokjin cerró la puerta tras de sí y se dirigió a Jungkook para saludarlo, pero al verlo, su garganta se cerró y sus puños se cerraron por el repentino enojo que se adueñó de él.

—Kook, Dios mío ¿Tu padre te hizo esto?— el de cabellos castaños asintió cabizbajo.

El mayor se acercó un poco y miró con verdadera indignación el moretón en el pómulo de su paciente. Con algo de duda, acercó sus dedos para tocar la herida, pero los alejó de inmediato al ver una mueca de dolor en el rostro ajeno.

—Siéntate, traeré el botiquín.

Jungkook obedeció en silencio y miró expectante cada acción por parte del mayor. Este volvió segundos después con el anterior mencionado y comenzó a sacar todo lo que necesitaría para curarlo.

—Esto te arderá un poco— avisó segundos antes de esparcir una crema para la hinchazón sobre la herida.

—¡Agh!— el castaño se estremeció, pero se obligó a sí mismo a aguantar y tratar de no hacer el ridículo frente al profesional.

Seokjin lo trató con mucho cuidado, intentaba no ser muy brusco y daba pequeños toques con sus dedos que de vez en cuando, alternaba con caricias. Cuando hubo terminado, colocó una gasa sobre el pómulo del menor y terminó por dejar un besito en la mejilla opuesta.

Por supuesto, eso terminó por romper a Jungkook.

El pelinegro miraba con tristeza cómo las lágrimas resbalaban por las mejillas del chico y llegaban a mojar un poco la gasa. En silencio, guardó todo de nuevo y se sentó a su lado, incluso le ofreció su hombro para que se desahogara.

Y así lo hizo.

Su hombro y parte de su cuello eran mojados por las lágrimas del chico que no dejaba de descargar la tristeza y rabia que sentía por dentro, por supuesto, él le dejó hacerlo sin replicarle nada, se notaba que Jungkook de verdad necesitaba llorar ahora mismo.

—Descuida, llora y saca todo lo que sientes, no voy a juzgarte— posó una mano sobre la cabellera contraria y repartió unas cuantas caricias para brindarle consuelo.

—Es que... Tengo mucha rabia— murmuró entre sollozos contra su cuello —N-no tengo la culpa de ser homosexual, no es algo que yo haya decidido— se aferró fuertemente a la bata de su psicólogo, arrugándola un poco —No entiendo porqué... Mi papá me aborrece tanto. Si tan solo él pensara como tú, l-las cosas serían diferentes.

Seokjin lo miró por pocos segundos antes de abrazarlo, esperando lograr apaciguar el temblor que se había adueñado del cuerpo del más bajito.

Y al parecer, después de unos minutos, lo consiguió. Jungkook había dejado de llorar y ahora solo se mantenía aferrado a su uniforme como un niño asustado. Aquello no hizo más que romperle aún más el corazón, pues en cierto modo, era cierto; Jungkook seguía siendo un joven que no tendría porqué estar soportando el rechazo de su progenitor únicamente por tener gustos diferentes. No se valía.

—Kook, si te soy sincero. Tú no tendrías porqué estar aquí— el menor alzó la mirada, confundido —Tu padre es quien verdaderamente necesita ayuda profesional. Esto ya es maltrato.

—Lo sé, pero no hay forma de que él lo acepte. Sé que mi padre jamás aceptaría ir con un psicólogo, es de los hombres que prefieren arreglar las cosas con mano dura. Es un milagro que yo esté aquí.

Seokjin torció la boca, pensando en lo que podría hacer para ayudar al chico. Debía ayudarlo a sanar psicológicamente, pues si bien no tenía nada de malo ser gay, sí necesitaba ayuda para superar estos episodios de los últimos días, los cuales, si bien no habían sido muchos, eran lo suficientemente malos para quebrar el estado de ánimo del joven y eso ya no era sano. Por otro lado, sentía la necesidad de protegerlo contra los golpes de su progenitor, pero todavía no sabía cómo.

—Kook, sabes que si tu vida llega a estar en peligro, debo avisarles a las autoridades ¿Verdad?— el menor lo miró asustado.

—¿Llevarán a mi papá a la cárcel?— Seokjin dudó un poco, pero terminó por asentir —No quiero... Solo... Quiero que él cambie y las cosas mejoren entre nosotros. Tampoco quiero perderlo así.

Seokjin suspiró pesadamente y asintió con una pequeña sonrisa mientras llevaba una de sus manos al cabello del chico. Ante su toque, el menor recostó su cabeza en el hombro contrario y cerró los ojos, sintiendo un poco de calma por primera vez en el día.

En ese momento, el mayor supo que debía ayudar a Jungkook.

La primera hora transcurrió increíblemente rápido. El psicólogo se dedicó a escuchar todas las anécdotas que el menor tenía para contarle y le dio el espacio para que llorara cuando necesitaba desahogarse.

—¿Crees que, si tu madre estuviera viva, las cosas serían diferentes?— Jungkook se encogió de hombros.

—No lo sé, murió cuando nací, así que no pude conocerla, pero mi padre siempre me habló de ella y me dijo que era una mujer muy amorosa que se preocupaba por los demás.

—Entonces hay una posibilidad muy grande de que ella te hubiera apoyado. Teniendo en cuenta la actitud de tu padre frente al tema, creo que podríamos atribuirlo un poco a la muerte de tu madre.

Ante esto, Jungkook lo miró confundido y expectante.

—Me refiero a que, cuando tu madre murió, es probable que tu padre haya dejado morir también esa parte que la caracterizaba a ella. Tal vez por eso te crió con mano dura, porque sería su manera de lidiar con el dolor de perder a su esposa.

El castaño se quedó procesando la información por unos segundos hasta que lo comprendió.

—Aun así, yo no tengo la culpa de haber nacido y haber provocado que mi madre muriera. No es algo que yo haya escogido... No entiendo porqué tengo que pagar los platos rotos de algo que pasó cuando yo era un bebé.

—Claro que no fue tu culpa que tu madre muriera, pero eso él, en su inconsciente, no lo asimila. Sin embargo, recuerda que solo estamos haciendo una especulación. Para poder entender bien el comportamiento de tu padre, tendría que venir él a terapia.

Al oír eso, el más bajo torció la boca y suspiró rendido —Eso es imposible.

—Bueno, es difícil, pero no imposible. Ya verás que algún día tendrá que caer en cuenta de que está obrando mal.

Jungkook asintió con una pequeña sonrisa y se acomodó mejor sobre el sillón aterciopelado, quedando recostado contra el espaldar.

La sala se quedó en profundo silencio por un rato, tiempo en el cual solo se escuchaban las respiraciones de ambos y el martillar de los dedos del más alto contra su libreta. El corazón de ambos comenzó a palpitar más fuerte en sus pechos por el deseo que iba en incremento y a pesar de que Seokjin trataba de controlarse para no aprovecharse del estado de vulnerabilidad de su paciente, le fue imposible conservar los estribos cuando vio al más pequeño remojarse los labios descaradamente mientras lo veía fijamente a los ojos.

—Eres tan atrevido, Kook. No tienes respeto por tus mayores— la voz grave que empleó para decir aquello, le erizó cada vello de la piel al castaño.

Sin embargo, a pesar de morirse de la vergüenza, se mordió el labio inferior y respondió con descaro.

—Solo estoy esperando a que hagas lo que me prometiste ayer ¿O ya te arrepentiste?— Seokjin enarcó una ceja por el repentino atrevimiento y sin decir nada, se levantó de su asiento para ir hacia él.

Jungkook se relamió ansioso al verlo acercarse como un depredador hambriento, con sus pupilas dilatadas que no hacían más que revelar el deseo que sentía por él. Una vez llegó hasta el sillón, apoyó una de sus rodillas sobre éste y se inclinó para quedar a escasos centímetros del rostro contrario.

—Te quiero comer, Jungkook.

Dicho esto, estampó sus labios contra los ajenos en un beso desordenado que no hizo más que despertar las hormonas del chico debajo suyo. Fue correspondido de inmediato, aunque de manera torpe por la evidente falta de experiencia.

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Seokjin terminó por colocarse completamente encima de él para abrirse paso entre sus piernas. En esta posición, continuó besándolo mientras rozaba sus miembros por encima de la tela en un vaivén exquisito que no hacía más que poner loco a Jungkook.

—Ahh, no más, quiero sentirte a ti, Jin— rogó entre el beso, gimiendo al sentir lo duro que se encontraba el pene de su psicólogo.

—Shh, no comas ansias— empezó a moverse un poco más rápido, creando una fricción entre ambos que hizo a Jungkook gemir sonoramente.

Sus jadeos y gemidos eran retenidos por la boca del profesional, quien después de un rato, decidió dejar ir sus labios y meter sus manos por debajo de la camisa contraria para apretar los botoncitos marrones que Jungkook tenía para ofrecerle.

—¡Mmgh!— gimió por lo alto, pero se tapó la boca de inmediato para tratar de callarse y no hacer demasiado ruido. No se le olvidaba que estaban adentro de un consultorio.

El vaivén y los toques a sus pezones se prolongaron durante algunos minutos, tiempo que Jungkook aprovechó para aferrarse a los anchos hombros del mayor y empezar a succionar la piel de su cuello. No le importaba si terminaba por hacerle alguna marca, es más, no lo pensó dos veces antes de morderlo con el fin de callar sus gemidos.

—Estás tan duro, pequeño— apretó con un poco más de fuerza sus pezones, arrebatándole algunos gemidos —Por favor, córrete para mí, quiero ver tu cara mientras llegas al orgasmo ¿Puedes hacerlo, Kook?

El susodicho asintió frenéticamente al tiempo que llevaba su mano a su miembro y lo acariciaba desesperadamente por encima de la tela. Seokjin continuó con el vaivén de caderas y los pequeños pellizcos a sus pezones hasta que escuchó un gemido amortiguado por la mano libre de Jungkook, quien terminó por descargar toda su esencia dentro de sus pantalones.

Y no fue el único. Seokjin había terminado por correrse de la misma forma que él, con la única diferencia de que él ni siquiera se había tocado.

Aquello, aunque pareciera muy virgen de su parte, era muestra de lo mucho que Jungkook podía llegar a influir sobre él y que el solo hecho de verlo correrse, había provocado que él mismo consiguiera el orgasmo.

©AlejaDeMin

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