Capítulo 02: "Demasiado Tarde"
Después de aquel incidente, Jungkook fue más cuidadoso con sus acciones dentro de su casa. Tuvo mucha suerte de que su padre no hubiera querido ver la laptop, pues si lo hubiera hecho, en estos momentos estaría tres metros bajo tierra.
Lastimosamente para él, esta vez no pudo salvarse y terminó siendo llevado por su padre a sus prácticas de fútbol. Antes le gustaban, pero desde que empezó a ir obligado, su pasión por aquel deporte fue en picada. Aquel desánimo se reflejaba en su rendimiento en la cancha y su progenitor le gritaba desde las gradas que se esforzara más y pateara el balón como el hombre que era.
Hoy era un día como esos. Jungkook trataba de jugar lo mejor posible, pero a cada rato le quitaban el balón y le metían gol en sus propias narices.
—Pero ¿Cómo has fallado ese tiro, Jungkook? ¡Tenías la portería en frente!— su padre le gritó desde su lugar —¿Están jugando con el balón o contigo? Ve y patéales el trasero como todo un varón.
El castaño se sintió avergonzado por sus palabras y más aún, cuando vio a sus compañeros y rivales reírse entre ellos por la situación. Apretó sus puños con rabia y corrió detrás del balón con toda la actitud, no se iba a permitir ser humillado de esta forma otra vez.
En cierto momento del partido, logró quitarle el balón a un tipo del otro equipo y comenzó a correr hacia la portería. Podía sentir a varios de sus rivales ir tras él, del mismo modo, escuchaba cómo sus compañeros le gritaban para que les pasara el balón. Sin embargo, decidió hacer oídos sordos y seguir corriendo tan rápido como sus piernas se lo permitían. Él iba con un solo propósito y era demostrar que no era un enclenque como su padre gritaba a los cuatro vientos.
De esta manera fue cómo terminó pateando tan fuerte el balón que ni siquiera el portero pudo detenerlo para evitar que entrara a la portería.
—¡Gol!— sus compañeros fueron hacia él y empezaron a festejar en medio de la cancha el gran logro del menor, pues bien era sabido que casi nunca lograba algo como esto y si lo hacía, posiblemente se trataba de un milagro.
Solo entonces, el hombre bajó de las gradas y le dio un abrazo fraternal a su hijo —Sabía que podías, únicamente te hacía falta algo de motivación— Jungkook le brindó una leve sonrisa y asintió en silencio, por supuesto, no le iba a decir que había golpeado el balón pensando que se trataba de su cabeza.
Okay, podría sonar muy extremista, pero estaba cansado de recibir el trato que su padre le daba. Entendía que quería forjar su carácter y se lo agradecía, pero también quería que él entendiera que a veces se pasaba un poco de cruel y lo hería tanto con sus acciones como con sus palabras.
Al final, el partido fue vencido por el equipo de Jungkook con una puntuación de 4-2.
La clase de literatura era, por mucho, la asignatura preferida del castaño. Le encantaba leer los libros que cada mes les asignaban para hacer un ensayo; este mes les había tocado "El Diario de Ana Frank".
Ese día, para su suerte, Taehyung había llegado algo tarde y tuvo que sentarse en el asiento libre a su lado, aunque claro, su actitud para con él no cambió y se mantuvo callado durante toda la hora. O así fue hasta que el menor trató de ponerle un tema de conversación.
—¿Te gusta este libro?— preguntó, refiriéndose al que les habían asignado este mes y alzando el mismo para que el mayor lo mirara.
Éste le brindó una mirada fugaz y negó con su cabeza —No lo he leído, no puedo decir si me gusta o no— respondió con obviedad y Jungkook se sintió como un completo idiota.
—Ah, sí. Es cierto— rio nervioso.
Taehyung rodó los ojos y se dedicó a escribir en su cuaderno las indicaciones para la tarea que su profesora les asignaba. Jungkook entendió que la conversación había muerto ahí, por lo que no quiso hablar más; ya se sentía lo suficientemente avergonzado.
La clase terminó cuando menos lo esperaron y todos salieron al receso; incluso en ese momento, trató de invitar a Taehyung a salir con él a la cafetería, pero éste prácticamente se largó a paso rápido, dejándolo como un idiota enamorado otra vez.
Con los ánimos caídos, caminó hacia la salida sin despegar su mirada del suelo, por lo que no era extraño que pronto se tropezara con una figura muy familiar y bajita.
—¡Oye! Mira al frente cuando estés caminando— el menor lo miró apenado y le brindó una sonrisa torcida a su mejor amigo.
—Lo siento, andaba algo pensativo.
—Y ya veo porqué. Ese idiota de Kim te trata como un trapo y tú sigues babeando por él. ¿Hasta cuándo, Jungkook?
El castaño hizo pucheros y empezó a caminar hacia la cafetería. El contrario no vio mejor alternativa que seguirle y sentarse a su lado cuando encontraron una mesa desocupada. Una vez allí, ambos sacaron sus respectivos desayunos.
—Es que no lo entiendo. Dime, Yoongi ¿Es que soy feo? ¿Es porque tengo ojos de Bambi? ¿O es mi cabello?— jaló el mencionado con amargura, pero aquel acto fue detenido por el pálido.
—No, Jungkook. No eres feo, tus ojos de Bambi son encantadores y tu cabello ni se diga. Kim simplemente no sabe lo que quiere y por eso se pierde de muchas cosas buenas.
Jeon torció su boca y le dio un mordisco a su sándwich. Quería creer que aquello era verdad, que Taehyung solo estaba confundido y le daría una oportunidad en algún momento, pero ya llevaba varios meses en la misma situación y comenzaba a cansarse.
Tratando de apaciguar el ambiente, decidió cambiar el tema de conversación.
—Por cierto ¿Vas a ir a la fiesta que están organizando para este viernes?— Yoongi alzó la mirada y lo vio sorprendido.
—¿Por qué? ¿Vas a ir?— Jungkook negó rápidamente —Mm, bueno. No pensaba ir, pero Namjoon quiere asistir y me dijo que lo acompañara. No puede dar un paso sin mí.
Ambos soltaron una carcajada.
—No sé quién está más idiota. Si él por invitarte a todos lados para estar contigo o tú por aceptar cada salida— las pálidas mejillas del chico se tiñeron de un rosa suave.
—Jungkook, respétame.
En ese momento, el ringtone de su teléfono irrumpió la charla que ambos tenían. Rápidamente sacó el artefacto de su bolsillo para ver de quien se trataba y al ver el nombre "Papá", los vellos de la piel se le erizaron. Con las manos temblorosas, deslizó el dedo por la pantalla y colocó el móvil en su oreja.
—¿Hola, papá?
—Jungkook ¿Cómo estás?— en ese momento, respiró. Bien, su padre no estaba enojado, pero entonces ¿Por qué lo estaría llamando? Eso no era normal.
—Bien, estoy desayunando. Qué milagro que me llamas a esta hora. ¿Sucedió algo?— Yoongi lo miró expectante.
—De hecho, sí. Mi computador se averió cuando estaba buscando algo del trabajo. Llamé a un técnico, pero me dijo que el computador ya estaba bastante viejo y que algunas piezas necesarias para la reparación, ya no se conseguían.
—Uh, lo siento, papá. Pero el técnico tiene razón, tienes ese computador desde que eras novio de mamá. Antes me sorprende que haya aguantado tantos años.
—Ya lo sé, por eso te llamaba. Quiero pedirte la laptop prestada para hacer unas cuantas cosas del trabajo— Jungkook no le vio nada de malo, por lo que accedió de inmediato —Gracias, hijo. Nos vemos más tarde. Adiós.
Una vez colgó la llamada, guardó el teléfono en su bolsillo y se dispuso a seguir comiendo.
—¿Qué quería tu papá?— el pálido se acercó curioso.
—Solo que le prestara la laptop porque su computador se dañó— se encogió de hombros, restándole importancia.
—¿Y sí borraste el historial de búsqueda y navegación?
Sus ojos se abrieron como platos, el sándwich cayó a la mesa y lo que tenía en la boca, se lo tragó entero.
—¡No! Excúsame las últimas horas ¡Tengo que ir a casa ahora!
Sin darle chances de responder, el chico se fue corriendo y aprovechando que el vigilante estaba distraído, salió de la escuela como alma que lleva el diablo.
En su mente rezaba todas las oraciones que se sabía mientras sus piernas corrían como nunca lo habían hecho. Tal fue la carrera que un dolor cerca de su costilla hizo acto de presencia debido el aire inhalado incorrectamente, pero ni siquiera eso lo detuvo.
Caminando normalmente, tardaba unos veinte minutos en llegar a casa, pero gracias a su carrera, había conseguido llegar ahí en cinco.
Tocó desesperadamente la puerta mientras aprovechaba para recuperar todo el aire perdido. Mientras los segundos pasaban, su corazón latía con más fuerza y él solo rogaba porque su padre no supiera acceder al historial. Casi diez segundos después, la puerta se abrió.
No tuvo tiempo de reaccionar, lo primero que sintió fue una bofetada que le rompió el labio.
—¡¿Me puedes explicar la asquerosidad que encontré en tu laptop?!— Jungkook se sostuvo la mejilla mientras unas lágrimas inundaban sus ojos. Su carrera había sido en vano.
—P-papá, eso no lo busqué yo... De seguro es una broma por parte de algún compañero— una bofetada fue propinada en su otra mejilla.
—¡Mientes! ¡¿Cómo sabes entonces de lo que estoy hablando?!— Jungkook bajó la cabeza mientras se sostenía ambas mejillas —¡Responde, maricón!
Pero el menor no sabía cómo responder, no se le ocurría algo que pudiera salvarlo en estos momentos. Su silencio consiguió acabar con la poca paciencia de su padre.
Lo siguiente que sintió fue un fuerte golpe en su pómulo y otro en su cabeza. Al caer al piso, todo el aire abandonó sus pulmones cuando una patada se estableció en su estómago y volvió a repetirse. Mientras recibía cada golpe, escuchaba las palabras hirientes de su padre hacia él.
—¡¿Por qué me defraudaste así?! ¿Qué hice mal al educarte?— otra patada —Solo te pedí que fueras un hombre correcto y no pudiste hacerlo. ¡¿Te quedó grande seguir el ejemplo de tu padre?!
Jungkook sabía que después se arrepentiría de esto, pero tenía que hacerlo. Ahora era el momento.
—¡Pues sí!— contestó desde el suelo con la boca llena de sangre —Me quedó grande seguir tu ejemplo porque no pude ser como tú ¿Okay? ¡Soy homosexual y no me arrepiento! ¿Oíste?
Lo último que vio antes de perder la consciencia fue el puño de su padre estampándose con toda la fuerza contra su cabeza.
Jungkook desconocía cuanto tiempo había estado inconsciente, pero lo que sí sabía era que le dolía cada músculo del cuerpo y le pesaba hasta respirar.
No veía a su padre por ninguna parte, tampoco lo escuchaba en la planta baja ni en los dormitorios, por lo que intuía que se había ido mientras él aún no recuperaba la consciencia.
Sus ojos pesaban y su cabeza dolía a horrores, aún se encontraba tirado en el suelo, pues no conseguía tratar de levantarse sin que sintiera que iba a morirse. Debido a esto, llegó a pensar que su padre lo había utilizado como saco de boxeo antes de irse.
Se mantuvo en posición fetal por unos cuantos minutos más hasta que consiguió la suficiente fuerza para ponerse a gatas. Una vez así, se fue gateando con dificultad hasta el baño y allí se encerró. Con ayuda del inodoro, se puso de pie para mirar su reflejo en el espejo. Lo que vio, le rompió el corazón.
Su rostro estaba completamente magullado, sus pómulos y ojos tenían moretones, tenía sangre seca proveniente de su nariz, labios y su cabeza. Se quitó la ropa y vio que su cuerpo no estaba mejor. La zona de sus costillas estaba morada y sus piernas tenían golpes que le dolía tocar.
Las lágrimas no tardaron en aparecer y los sollozos lastimeros inundaron el baño.
Como pudo, llegó a la bañera, abrió el grifo y la llenó con agua. Con cuidado de no caerse, se metió y allí se permitió llorar libremente, dejando que el agua relajara los músculos de su lastimado cuerpo mientras él se encargaba de tratar de aliviar el dolor de su corazón. Empezó a tallar su cabeza y la sangre no tardó en teñir de rojo el agua; su padre se había pasado de salvaje esta vez.
Cuando estuvo limpio, se secó con una toalla y salió de la bañera. En ese momento, agradeció que hace días habían conseguido un botiquín de primeros auxilios, pues de no ser así, no sabía que habría hecho con sus heridas.
Tomó una mota de algodón y la mojó con un ungüento para comenzar a pasarla por los moretones de su rostro y su cuerpo. Le ardía cada toque, pero si no lo hacía, probablemente se le hincharían las heridas y sería peor. Después de varios minutos, puso algunas gasas en las partes donde estaba más lastimado y envolvió con una venda su cabeza. Al terminar, guardó el botiquín en el gabinete detrás del espejo y salió del baño para dirigirse a su habitación.
Agradecía que su padre todavía no hubiera llegado, pero aun así, le colocó seguro a la puerta y cerró la ventana. Miró su teléfono, notando que tenía varios mensajes de Yoongi. No quiso contestar.
Se metió bajo las sábanas y por el cansancio en su cuerpo, no tardó en quedarse dormido. Su padre lo odiaba ahora que sabía de su orientación sexual y le dolía en lo más profundo de su corazón.
©AlejaDeMin
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro