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Gleestory 5: Starships

Esta es la quinta Gleestory, que desarrolla la canción número 27, "Starships", original de Nicki Minaj y cantada por Unique y Vocal Adrenaline en Glee.

Aquí adjunto la historia escrita por @justpain inspirada en esta canción.

*          *          *

La bestia arrancó el cráneo de Jack de su cuerpo y lo arrojó como si fueran desechos. Mis gritos retumbaron por todos los espejos que nos rodean y nos encierran. Solo éramos él y yo ahora. Era mi turno y ambos lo sabíamos.
Di unos pasos hacia atrás, el calor que había allí era producido por el cuerpo gelatinoso de la bestia que estaba frente a mí. Aunque no había una sola, había cientos de ellas ya que los espejos los duplicaban. Maldita casa de los espejos de la feria.

El vestido negro y corto se me pegaba al cuerpo, estaba sudando frio y el temor me paralizaba los sentidos, recordaba que, hacia unas horas, me lo había puesto para impresionar a Jack, esa noche era nuestra noche. La sangre de él esta esparcida por varios de los espejos, incluso en mi vestido. Al recordar sus ojos, mis lágrimas comenzaron a agruparse en mi interior. El cuchillo se me resbala por la mano derecha, el sudor estaba afectando mis sentidos, no recordaba la última vez que había estado tranquila. La bestia se acercaba despacio, sabía que era su títere, era en realidad una maquina conectada con la nave que los había traído, no sabía cómo tenía esa información en mi cabeza.

La bestia cada vez está más cerca, retrocedo unos pasos, choco contra un espejo y éste vibra. Maldigo entre dientes. La bestia sabe ahora dónde estoy exactamente, por lo que mueve su cabeza hacia mí y me detengo a ver alrededor. Cientos de cabezas. Cientos de patas. Cientos de cuerpos gelatinosos. Ninguno es real, uno solo es el verdadero. Los espejos engañan.

La bestia se abalanza sobre mí y sólo puedo colocar el cuchillo por delante de mi estómago, clavándoselo en el abdomen. La sangre se escurre por mi vestido y mi cuerpo, la bestia rechina sus dientes puntiagudos y realiza un sonido gutural que me rompe los tímpanos, haciendo que yo también grite. Cierro los ojos. Todo está acabado. Las pesadillas ya están terminadas.

Abro los ojos, mis cabellos se pegan en mi nuca del calor. Todo está oscuro, hay luces azules, rojas y verdes que danzan al compás de una música electrónica. Pronto mis ojos se acostumbran a tal oscuridad y descubro que estoy en una discoteca, con cientos de personas bailando a mi lado, empujándome y restregando sus cuerpos contra los míos. Un brazo se escurre por mi cintura y me atrae hacia un cuerpo grande y duro. Jack.

–Hola, nena –dice burlándose sobre mi oreja.

No puede ser. Estoy en el principio. ¿Está vivo? Yo vi cuando la bestia lo descuartizaba.

– ¿Te comieron la lengua? –pregunta de nuevo sobre mi oído, mientras el ritmo de la música mueve su cuerpo lentamente tan cerca del mío que puedo sentir el tacto de su piel contra mi espalda desnuda. Aquel vestido sí que es escotado.

–Jack… estas muerto. Todos están muertos…

No podía hablar, nada tenía explicación. A menos que haya visto el futuro, era lo único que podía haber sucedido. Pronto estaría la invasión.

– ¿Qué? Relájate, estas confundida, nena –dice mientras coloca su boca en mi cuello y comienza a lamer.

Lo alejo de un empujón, lo que hace que se choque contra la persona que está detrás de él, que lo mira con odio. Lo agarro de la muñeca y lo arrastro por entre la gente hasta la salida. Antes de llegar, paso por la barra y tomo el cuchillo, como ya había hecho la primera vez, pero por una causa distinta.

–Espera, estás muy rara. ¿Qué te sucede? –grita para hacerse escuchar por entre el bullicio de la gente y la música electrónica.

–Solo ven –le grito, tratando de pasar por entre la multitud, que baila despreocupada, sin saber lo que dentro de unos minutos está por ocurrir.

Cuando llegamos afuera, la playa está siendo alumbrada por la luna, que está casi encima de nosotros, aunque suene extraño. La arena de la isla es suave. Todos estamos descalzos, por lo que las partículas de ella se me hunden en los dedos y dejo que esa calma me persiga hacia mi mente, para al menos tranquilizarme.

– ¿Qué mierda te sucede? –grita Jack, tomándome de los hombros.

–Todos vamos a morir si no salimos de esta condenada isla.

– ¿Qué? –pregunta con los ojos desorbitados, que me miran desde arriba, tratando de entender lo que digo, pero haciéndosele imposible hacerlo.

–Ellos van a venir y van a matarnos a todos, nos van a aniquilar.

– ¿Quiénes? –pregunta riéndose.
Piensa que es mentira.

–Ellos –contesto exasperada señalando el cielo y con él las estrellas.

Él se ríe en mi rostro con tanta fuerza que tiene que sostenerse el estómago con una mano.

–Estás sumamente loca –me dice dándome un beso en los labios, pero con tanta fuerza presiona los suyos con los míos, que lo empujo para que se aleje lo más posible de mí. Es un idiota.

– ¿Qué? Púdrete –grito con todas mis fuerzas y corro por entre la arena, hacia el otro lado de la isla. Tengo que avisarle a la gente del pueblo.

Las lágrimas se escurren en mi rostro. ¿Qué mierda estaba pasando? No entendía nada. Yo había matado a la bestia y eso era lo único que tenía que saber.
La arena me pincha la planta de los pies. ¿Cuándo había decidido venir a esta isla de vacaciones con mis amigos? Maldigo entre dientes a todos… inclusive a mí.
La isla estaba llena de adolescentes y jóvenes que habían decidido pasar un mes de vacaciones allí. Era verano y las propagandas de una isla dispersa de la ciudad, donde había discotecas, shoppings, cines, teatros y hasta un parque de diversiones, era realmente llamativo. Recuerdo que era por esas mismas propagandas de la tv que decidimos venir con mis amigos un mes aquí. No estuvimos más lejos de la verdad al pensar que serían tranquilas.
Sigo corriendo. El barco para regresar a la ciudad donde vivía estaba justo del otro lado de la isla, cualquiera podía irse cuando quisiera… o al menos eso nos habían dicho.

Sigo corriendo. Oigo pasos detrás de mí, posiblemente sean de Jack. Una voz gritando mi nombre confirma mis sospechas.

–Espera –grita.

Siento sus brazos abrazarme por las espaldas, y ambos caemos al suelo, a la arena. Para el pueblo faltaban solo dos kilómetros, para el barco, faltaban unos diez. Deberíamos apurarnos antes de que todo comience de nuevo.

– ¿Qué te sucede? –me grita, mirándome desde arriba.

Él había caído encima de mí.
Abro la boca para explicarle todo. Para explicarle la muerte que se avecinaba, la bestia, las personas con armas... Las naves. Pero, en ese momento, una luz brota del cielo y encandila todo a  su alrededor. Todo estaba perdido, iba a ocurrir todo de nuevo y no había podido avisarle a nadie. Todos aquí estaban destinados a morir de nuevo.

El pitido ensordecedor que antes me había agarrado desprevenida, cuando estaba en la playa con Jack, besándonos… cuando esto había ocurrido por primera vez, ahora ya no solo me molesta, sino que también me hace recordar todas las pesadillas por las que vivimos

– ¿Qué demonios es eso? –grita Jack para hacerse escuchar por entre el ruido.

–La nave –susurro sin escuchar mis propias palabras, pero él me había escuchado, lo vi en sus ojos miedosos.

El pitido no para, la luz se acerca más a nosotros y un viento que hizo volar la arena que estaba a nuestro alrededor, comenzó a levantarse con furia, cada vez más fuerte ya que la nave se acercaba más.

El miedo inundó las almas de todos los que estaban despiertos a esas horas y salían de sus cabañas alquiladas o de las discotecas de donde habíamos salido nosotros dos.

–Tenemos que huir, puede ser la armada –grita mientras se para, haciendo que el calor de su cuerpo no me cubra más contra la arena fría.

– ¡No es la armada! –trato de gritar, pero él ya está corriendo, arrastrándome hacia la feria que estaba cerrada por las altas horas de la noche–. ¡No, por ahí no!
Trato de resistirme, pero el viento me empuja hacia esa dirección. La gente grita y se esconde. El pitido es aún más ensordecedor.

En ese momento, un golpe sordo por poco parte la tierra, haciendo volar toneladas de arena en todas las direcciones, que chocan contra mi vestido y mi espalda desnuda. Jack sigue corriendo y jalándome por la muñeca. El cuchillo aún está en mi mano, aunque no lo sienta.
Varias veces casi me tropiezo, intentándolo parar y avisarle que por aquella dirección todo estaba perdido, pero no me hacía caso.

Giro la cabeza, la nave está ya en tierra y la compuerta comienza a abrirse, la sombra de la persona que había visto la primera vez, sale despacio, con un arma en la mano. Están ahí. Van a aniquilarnos. Seguimos corriendo, mirando hacia delante. Las pinzas metálicas se hacen escuchar por sobre el pitido. Es la bestia.

– ¡No! Tenemos que ir a otro lado –grito desesperada, mientras veo la espalda de Jack, sudorosa, corriendo hacia la casa de los espejos.

–No, sigamos. No van a venir aquí.

– ¡Sí! –grito una y otra vez, pero es inútil.

Estábamos ya dentro de la casa de los espejos.Antes de cerrar la puerta, puedo sentir el olor a muerte y carne podrida que desperdigaba la bestia por su boca. Estaba a unos metros de nosotros, como si fuéramos siempre sus primeras presas.

–Está cerca… no otra vez…

– ¿Qué mierda está pasando? –grita desesperado Jack, mientras se sostiene la cabeza con las dos manos, tratando de controlar el impulso de gritar y golpear los espejos con los puños.

Comienza a correr por entre el laberinto de reflejos nuestros, que nos miran con el mismo temor que nosotros a ellos.

–Espera, tenemos que salir de aquí… o todo se repetirá –comienzo a correr, persiguiéndolo. Está descontrolado.

– ¡NO! –grito al recordar que allí era el lugar. Pero era tarde.

La bestia entra con su cuerpo gelatinoso por la puerta trasera del lugar donde estamos y nos aprisiona en un laberinto de reflejos suyos y nuestros.

– ¿Qué es eso? –susurra Jack a mi oído, había parado de correr y estaba a mi lado, mirando el reflejo de la bestia.

–No…

Pero ya era tarde. La bestia arranca el cráneo de Jack de su cuerpo y lo arroja como si fueran desechos. Mis gritos retumban por todos los espejos que nos rodeaban y nos encierran. Solo éramos él y yo ahora. Era mi turno y ambos lo sabíamos. Era la segunda vez que sucedía y era la segunda vez que mi corazón se retorcía.

Di unos pasos hacia atrás, el calor que había allí era producido por el cuerpo gelatinoso de la bestia que estaba frente a mí. Aunque no había una sola, había cientos de ellas ya que los espejos los duplicaban.

El vestido negro y corto se me pega al cuerpo nuevamente, estoy sudando frío y el temor me paraliza los sentidos. La sangre de él esta esparcida por varios de los espejos, incluso en mi vestido. La bestia se acerca despacio, sabía que era su títere, era en realidad una maquina conectada con la nave que los había traído, lo sabía. Pero no sabía cómo.

La bestia cada vez está más cerca, retrocedo unos pasos, choco contra un espejo y éste vibra. Maldigo entre dientes por segunda vez. La bestia sabe ahora dónde estoy, por lo que mueve su cabeza hacia mí y me detengo a ver alrededor. Cientos de cabezas. Cientos de patas. Cientos de cuerpos gelatinosos. Ninguno es real, uno solo es el verdadero. Los espejos engañan.

La bestia se abalanza sobre mí y sólo puedo colocar el cuchillo por delante de mi estómago, clavándoselo en el abdomen. La sangre se escurre por mi vestido y mi cuerpo, la bestia rechina sus dientes puntiagudos y realiza un sonido gutural que me rompe los tímpanos, haciendo que yo también grite. Cierro los ojos. Todo está acabado. Las pesadillas ya están terminadas.

Abro los ojos, mis cabellos se pegan en mi nuca del calor. Todo está oscuro, hay luces azules, rojas y verdes que danzan al compás de una música electrónica.

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