Esta es la vigésimotercera Gleestory, que desarrolla la canciób número 14, "Toxic", original de Britney Spears y cantada por Will, Brittany, Quinn, Rachel, Santana, Mercedes, Finn, Puck, Artie, Kurt y Mike en Glee.

Aquí adjunto la historia escrita por @-DramaQueen- inspirada en esta canción.

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No es triste ser una manzana, porque bueno, los humanos se rozan con sus labios durante unos segundos, es como un beso salvaje cuando empiezan a morderte.

Muchas afirman que es una sensación incomparable, aunque luego queden horriblemente flacas cuando el humano las devora.

Pero yo nunca podré experimentar esa sensación.

Todo por esa bruja, la que me hizo una manzana envenenada cuando yo felizmente pude haber sido manzana normal.

Pero nooo, yo tenía que estar justo al medio del árbol y capturar la atención de la mujer.

Pues, todos conocerán la historia: Blancanieves me dio una mordida con sus dientes de caballo estereotipado y se murió.

Y ella, sin ningún tipo de delicadeza de por medio, me arrojó al piso, para luego ser pateada por la bota de un príncipe y salvarme por los pelos de que una manada de enanos me pisoteen.

Ahí tendría que haberme muerto, pero el veneno que inyectó la bruja hizo que la parte que mordió Blancanieves volviera a crecer.

Estuve muchísimos días tirada en el césped, vi a Blancanieves casarse y tener dos niños, luego los vi envejecer y morir, y los niños se fueron lejos de la casa.

Quedé solo yo.

Decidí dormir un largo tiempo, hasta que sintiera que era momento de continuar siendo una manzana.

Dormí durante años, hasta que un día, sentí un tacto frío en mis costados.

Abrí los ojos y era un hombre, de unos veinte años.

-Vaya suerte la mía de encontrar una manzana en pleno invierno- se alegró, y girándome entre sus manos, me introdujo a su casa.

Me colocó en una especie de pieza redonda con paredes muy altas, al lado de una palta y unos limones.

El hombre vivía solo, trabajaba mucho y casi nunca estaba en casa.

Su nombre era René, por lo que pude deducir.

Era una persona muy amable y sencilla, no quería comerme.

A veces por las tardes me levantaba y me decía “compotarekontigo”, que creo es un apodo.

Nuestro apodo especial.

Pasaron los días y me encantaba ver a René llegar y llamarme Compotarekontigo, escuchar su voz y contemplar sus gestos.

Era tan hermoso…

Y un día, me levantó a la hora de siempre.

Pero esta vez, abrió una especie de palo plateado del que salió agua.

Me lavó con ella y yo se lo agradecí mentalmente.

Y me acercó a su boca, dejándome sin respiración.

Pero recordé mi veneno, que si me mordía lo mataría.

Quería irme, alejarme de él, pero me fue imposible al no tener pies ni voz para advertirle.

Me mordió. Y se sintió muy bien.

Pero luego cayó muerto y me soltó.

-NOOOOO- comencé a sollozar.

No quería rodar por el mundo sin René.

Entonces, al ver un pequeño trozo de mi cáscara en el suelo, estiré la lengua los centímetros faltantes y me lo comí.

Y así, ambos morimos intoxicados por nuestro amor prohibido (y por mí).