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Gleestory 16: I dreamed a dream

Esta es la decimosexta Gleestory que desarrolla la canción número 24 "I dreamed a dream" original de la película "Los Miserables" y cantada por Rachel y su madre en Glee.

Aquí adjunto la historia escrita por @MissStardustTP inspirada en esta canción.

*          *          *

Algunas veces, la vida simplemente no es justa. Seamos honestos: algunas veces no importa qué tanto te hayas esforzado, o con cuánta fuerza hayas luchado tu batalla… al final, nada de eso importa. Tan solo una mala jugada del destino, una decisión errónea o un giro equivocado… y todo se termina.

Katherine se aferraba con fuerza a un sencillo ramo de rosas blancas mientras recorría silenciosamente aquel sendero, el mismo que había transitado tan solo una semana atrás. Su pelirroja melena se mecía al ritmo de la brisa otoñal a cada paso que daba y sus ojos miel contemplaban a las hojas ya secas caer de los árboles y dejar una alfombra que cubría todo el lugar. Era hermoso, de alguna manera; no era tan deprimente como otros cementerios. Estaba bien cuidado y bellas flores de temporada decoraban casi todas las tumbas. Katherine sabía que cada una de ellas contaba una historia distinta. Dentro de cada una yacían un millón de sueños, los cuales dormirían el sueño eterno a tres metros bajo tierra, encerrados dentro de un ataúd de madera el cual jamás se volvería a abrir.

¿Su destino? Una tumba como cualquier otra, con una única diferencia: ella había conocido a la persona que se encontraba dentro de aquel ataúd, debajo de aquellas toneladas de tierra. Sabía su historia, sus sueños, sus metas. Conocía cada aspecto del chico, y le amaba con toda su alma.

«Seth Stephen Munroe. 1994 – 2013. Por siempre en nuestros corazones.»

Un escalofrío recorrió su cuerpo al leer aquellas simples palabras. Aquel nombre. Aquellas fechas. Ese sencillo epitafio. Todo era tan irreal, tan… injusto. “No es suficiente”, pensaba Katherine. Era una frase demasiado, demasiado corta. Al igual que la línea entre el 1994 y el 2013. No era suficiente para honrar la vida de aquel chico, para contar todos sus logros, todos sus sueños. Todas las aventuras que había vivido, cada marca que había dejado en el mundo (por minúscula que esta fuese). Cada sueño y meta quedaba reducida a eso: una corta frase y una línea.

Todo fue muy rápido. Katherine aun podía recordar la última vez que le había visto. Vivo, sonriente, incluso animado. Era un chico alto y de sonrisa fácil, con cabello oscuro y unos ojos miel en los cuales podrías perderte. Era adorable. Lo había sido desde que la chica podía recordar. Ella era dos años menor que él, y diez centímetros más pequeña exactamente.

—Tan solo será una semana —decía Seth a la pelirroja en sus memorias, mientras esta le miraba con algo de tristeza y melancolía en el rostro.

—Ve con cuidado, Seth —le había respondido. Jamás le había gustado separarse de él, sin importar qué tan corto fuese el lapso de tiempo. El chico le sonrió.

—Vamos, hermanita. No es como si fuese a irme para siempre ni nada por el estilo. Volveré, te lo prometo… vamos, dame un abrazo antes de que me vaya —había dicho él, antes de envolver a su hermana menor en un fuerte abrazo, el cual ella desearía hubiese sido eterno… Pero por supuesto, nada nunca lo es.

El corazón de la chica se rompía cada vez que aquel recuerdo se reproducía en su cabeza como su canción favorita del musical “Les Misérables”. Le dolía saber que Seth jamás cumpliría su promesa, y que aquella sería la última vez que su hermano mayor le abrazaría de manera protectora, haciéndole sentir segura. Haciéndole sentir como en casa.

La pelirroja se puso de cuclillas y depositó el ramo sobre la tumba de su hermano, para después remarcar con la punta de su índice el nombre completo del chico, como si de esta manera estuviese más cerca de él.

—Seth… —susurró ella, al tiempo que sus ojos se inundaban en lágrimas. Aun podía recordar cuando sus padres recibieron la llamada. La estenosis que se albergaba en el corazón del chico desde el momento de su nacimiento finalmente había ganado la batalla. Su corazón había dejado de latir durante la segunda noche fuera de casa, con la luna y las estrellas velando aquel último sueño del cual jamás iba a despertar. Encontraron su cuerpo a la luz del alba, cuando ya era demasiado tarde. Katherine recordaba la ceremonia, los discursos fúnebres y las miradas apagadas. El clima frío y lúgubre de una mañana otoñal. Recordaba el entierro, a su madre cayendo de rodillas al lado de la tumba de su hijo, llorando incontrolablemente. Recordaba a su padre hincándose a su lado, intentando reconfortar a su esposa pero al mismo tiempo, llorando por el hijo que jamás volvería a casa. Se recordaba a sí misma tirando un puñado de tierra a su tumba, enterrándole, llorando frente al resto de los familiares y amigos del difunto. Recibiendo abrazos y condolencias que, para ella, eran vacíos e insuficientes. Ninguno de los brazos que le rodeaban eran de Seth, y ninguna de aquellas palabras llenarían jamás el vació que la muerte de su hermano había dejado. Jamás.

«…And still I dream he’ll come to me… that we we’ll live the years together…»

Sintió que alguien se ponía de cuclillas a su lado, al tiempo que ponía la mano sobre su hombro de manera reconfortante.

—Muy en el fondo sabías que pasaría —dijo la voz de Seth. Ella le miró. Estaba allí, a su lado. Mirándole con aquellos cálidos ojos miel tan familiares, tan idénticos a los suyos. Katherine no podía hablar, estaba helada. Su hermano le sonrió de medio lado con ternura.

—Seth… yo… tú… —balbuceó ella entre lágrimas, con su voz convertida en un susurro apenas audible—. ¿Cómo es esto posible?

—Querías verme —respondió él. Su voz sonaba tranquila, repleta de paz y plenitud—, y aquí estoy. Vine a verte, a decirte que lo siento, y que te quiero pequeña. A recordarte que eres joven, y que tienes toda una vida por delante…

—También tú la tenías —dijo ella, cortante.

—No, no es así —le aseguró su hermano con convicción—. Estaba enfermo Kath, lo sabes. En el fondo, siempre lo supiste. Era cuestión de tiempo para que yo…

— ¡No, basta Seth! —le interrumpió ella haciéndole callar—. No quería que fuera verdad. No quería pasar el resto de mi vida sin ti.

—La vida sigue, Katherine…

—No, no para mí —aseguró la pelirroja, poniéndose de pie mientras intentaba contener el llanto—. ¡Te necesito Seth, no puedo soportarlo! Eres mi hermano mayor, se supone que debes molestarme y enfadarme, pero también debes cuidarme y guiarme... —no pudo más y rompió en lagrimas. Lloró con la misma fuerza que al recibir aquella horrible noticia, con aquella amargura que había sentido al enterrarle—. No puedes dejarme, Seth. No puedes…

— ¿Recuerdas cuando éramos niños? —Preguntó su hermano de la nada, mientras se ponía de pie y con ternura comenzaba a acariciar los cabellos de su hermana menor, intentando tranquilizarle—. Tu solías dormir con aquella lucecilla de noche... ¿recuerdas qué forma tenía?

—De estrella. Tenía forma de estrella.

—Sí, iluminaba la habitación de una hermosa manera... parecía algo mágico...

—Le tenía tanto miedo a la oscuridad... —decía ella, mientras las silenciosas lágrimas descendían por su rostro—. Temía estar sola.

Su hermano suspiró.

—Katherine... la luz se ha apagado.

— ¡No! —se cruzó de brazos, intentando consolarse a sí misma. Negándose a aceptar la realidad—. No digas eso…

—Pero no estarás en la oscuridad para siempre —dijo Seth de inmediato—. Llegará el amanecer, Kath.

—Pero duele demasiado —le respondió ella entre sollozos. Seth le rodeó con el brazo de manera protectora, justo como solía hacer cuando eran niños.

—Las heridas sanarán, hermanita.

Se quedaron allí durante un instante, mientras Katherine sollozaba al tiempo que por su mente transitaban todos aquellos recuerdos, todos esos sueños que ella y su hermano habían soñado juntos, y que jamás se volverían realidad.

«…but there are dreams that cannot be, and there are storms we cannot weather…»

— Jamás te olvidaré, Seth. Nunca —le aseguró ella, mirándole a los ojos nuevamente, intentando sonreírle al menos una última vez, antes de que se ausentara para siempre de su lado—. Siempre recordaré todo lo que compartimos y me aferraré a ello con fuerza. Les diré a todos lo que significabas para mí y... —hizo una pequeña pausa, intentando tragar el nudo que se había formado en su garganta— y sé que lloraré cada vez que lo haga —él le sonrió con melancolía, y se puso frente a ella para mirarle mejor. Colocó uno de sus rebeldes mechones pelirrojos detrás de su oreja como de costumbre, y le miró directamente a los ojos. Ella suspiró—. Jamás voy a olvidarte, hermano —susurró ella—. Jamás. Te quiero.

— Y yo te quiero a ti, pequeña —respondió él—. Siempre lo haré.

Katherine miró a Seth un instante sin decir nada más. Todo estaba hecho, y cada palabra había sido pronunciada. Solo quedaba decir adiós.

— ¿Volveré a verte alguna vez, Seth? —preguntó ella. Él le miró unos segundos sin responder nada, para finalmente sonreír con ternura.

—Por supuesto que lo harás —respondió él—. Siempre podrás mirar a las estrellas, y sabrás que yo estoy allí —ella le sonrió con melancolía, y asintió sintiendo sus ojos llenarse de lagrimas una vez más, mientras se obligaba a sí misma a aceptar que aquello era el final—. Vamos —dijo él, abriendo los brazos plenamente hacia ella—, dame un abrazo antes de que me vaya.

Y así lo hizo. Se abrazaron una última vez, y ella llenó sus pulmones con el aroma de su hermano nuevamente, justo como había deseado hacer infinidad de veces en los días anteriores. Sintió aquellos fuertes brazos rodeando su cuerpo, haciéndole sentir protegida y segura… haciéndole sentir como en casa una vez más.

Y por un breve instante, se sintió plena y feliz, justo como cuando eran niños. No importaba nada más en aquel momento. No existía nada ni nadie más… solo ellos dos, reunidos nuevamente al final del infinito, donde el tiempo era efímero y el sufrimiento inexistente…

«…I dreamed a dream my life would be so different from this hell I’m living, so different now from what it seemed…»

Pero en el fondo, Katherine sabía que aquello era demasiado perfecto para ser real. Sabía que todo aquello no era un más que un sueño. Siempre lo había sabido. El deseo latente que albergaba en su alma, aquello que anhelaba con todas sus fuerzas…

Era algo hermoso que necesitaba soñar… aunque sabía que jamás se volvería realidad.

«…Now life has killed the dream I dreamed…»

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