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Capítulo 22

—¿Necesitas qué busque algo de tu habitación?—preguntó Shiro al contrario que se encontraba dándose una ducha.

—No, tengo un pantalón de repuesto, ¿puedes prestarme una remera?

—Claro, ahora voy a buscarlo.

—espera—lentamente bajé hasta apoyarme en el piso, replanteando lo que iba a decir—creó que estoy enamorado de ti—susurré, pero el contrario logró escucharlo, ya que lo único que nos separaba era la cortina de baño.

El rubor llegó a sus mejillas y sonrió—eso me hace tan feliz, solo quiero que me ames como yo a ti.

—Gracias Shiro, eres lo que necesitaba.
—Igualmente, Kai—suspiró con una sonrisa y responsablemente fue en busca de la remera.

—¿Por qué dije eso?—susurré muriéndome de la vergüenza, escuchando a mi corazón latir fuertemente—si esto no es amor, no sé que lo será.

×××

—¿Es cómoda la remera?

—si muchas gracias Shiro—sonreí y sinceramente la remera era de mi gusto, aunque me quedaba medio grande.

—me alegro—comentó intentando no sonar tan feliz, se había estado cuestionando si su elección había sido la correcta, claro, después de haber dejado su ropero patas arriba.

—¿No deberías estar en clases?

—Hoy terminaban temprano, pedí permiso para saltarme la hora de Literatura, la profesora comprendió y dijo que pondría como si me presenté.

Por lo menos en este mundo los profesores cumplen su papel—me alegro—sonrió antes de acercarse a la cama de Shiro—¿Qué haremos?

—no sé, ¿qué quieres hacer?—comentó aun cuando naturalmente quiso comentar de una forma coqueta.

—creí que harías algún comentario—comentó sentándose y mirando al contrario con una expresión de duda—¿ahora que dije que estoy sintiendo algo por ti, dejas tu coqueteo?, ¿no será que ya crees que estoy a tus pies?

—Nono no, me contuve porque pensé que estabas algo sensible con lo que pasó.

—lo único que siento es bronca.

—bueno, si me lo dices así—comentó acercándose lentamente hasta estar cerca de su rostro.

—¿Qué crees qué haces?

—tú que crees—lentamente iba dejando besos por su cara sin tocar sus labios.

—Shiro… Me estás provocando—comenté mientras me moría de ganas de que me besara, pero mi orgullo superaba el deseo que sentía.

—si me lo pides, podría considerar besarte—susurró en el oído del contrario.

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